Cumplí mis deseos sexuales juveniles.
¿Qué chiquilla adolescente no ha tenido auténticos sueños porno-sexuales… y los ha deseado disfrutar todos? Yo soñaba con enormes pollas, pero ¿son posibles?.
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Cuando por primera vez vi la enorme polla de Ximo, no me lo podía creer. Cierto es que Ximo era un gigantón robusto y fuerte, con un cociente intelectual que no llegaba a la media, tenía más de 40 años, y era el hijo de la portera de nuestra finca con quien convivía. Pero que Ximo se estuviese masturbando casi a la vista de todo el mundo que lo quisiese ver, y que yo lo estuviese viendo a menos de tres metros, era algo increíble ¡menudo espectáculo y menuda polla!
Mi hogar está en un sexto piso de un edificio antiguo, de esos que aún tenía portería con una pequeña vivienda interior. Al entrar en el edificio, hay que subir 4 peldaños para llegar al inicio de la escalera y al ascensor, y entre ese espacio y el primer piso, hay una ventana que da al pequeño patio de la vivienda de la portera, Rosa. Una tarde, al volver del cole, al pulsar el botón para llamar al ascensor me pareció oír unos sonidos guturales continuos. No sé por qué, subí hasta la ventana que estaba abierta (normalmente está siempre cerrada) y al mirar, vi a Ximo, sin pantalones, apoyado en la pared y masturbándose frenéticamente una polla, que ni en mis mejores sueños juveniles me la podía imaginar.
No soy capaz de saber cuánto tiempo estuve, pero si el suficiente para verle terminar y sacar de su polla una enorme cantidad de leche ¡que recogió en un frasco de cristal! Me quedé tan sorprendida y tan caliente, que cuando él miró hacia la ventana (sigo sin saber si me vio o no) me di cuenta de que no solo lo estaba mirando, sino que también yo me estaba masturbando. Bajé corriendo las pocas escaleras, cogí el ascensor y subí a mi casa… donde terminé de masturbarme frenéticamente, teniendo en mi cabeza esa enorme polla y la inmensa cantidad de leche recogida.
Bueno, no me he presentado. Me llamo Adela, acabo de cumplir 14 años, mido 168, soy virgen ¡qué vergüenza! Y tengo todas, absolutamente todas mis hormonas desatadas, y esa polla la tenía clavada en mi cabeza, pero donde realmente la quería tener clavada era en mi coño, en mi culo y en mi boca si me la pudiera meter. Hasta ahora, solo era una pajillera más del cole que a veces mamaba alguna pollita y nada más, pero esa inmensa polla que vi, me atraía y me volvía loca de deseo. Jamás en mi vida había deseado ser realmente follada hasta que vi esa polla, aunque comprendía que aquello no podría entrar en ninguno de mis agujeros. Pero esa tarde y esa noche, en esas pocas horas, me masturbé más que en los últimos seis meses.
Al día siguiente, viernes, al volver del colegio miré a ver si la ventana estaba abierta, y no solo la encontré abierta, sino con los mismos ligeros y constantes suspiros. Me volví a asomar y me encontré de nuevo a Ximo, con el pollón agitado por su mano de la misma manera que el día anterior. Y al igual que el día anterior, pero ahora conscientemente, volví a meter mi mano bajo la falda del colegio y bajo mis bragas, y me masturbé como una loca. Dios ¡cómo deseaba esa polla y la tenía en mi finca! Esta vez, no solo esperé a que Ximo expulsase todo su semen, sino que no me separé de la ventana hasta que no me corrí con un pequeño gritito ¡cómo disfruté!
El fin de semana fue un horror, no había forma que el reloj corriese, siempre me parecía ser la misma hora, y yo deseaba más que nunca que llegase el lunes. Estos dos malditos días no me paré de masturbar, hasta me maree un poco el domingo tarde. Y encima, veía a Ximo en la escalera y el portal ayudando a su madre. Aunque en realidad, yo no veía a Ximo, sino a su polla.
Llegó el lunes tarde… y de nuevo disfruté de ese fantástico momento de éxtasis erótico entre su masturbación y la mía. Y llegó el martes, y de nuevo disfruté del espectáculo… hasta que una mano se posó en mi hombro y una voz suave, de mujer mayor, me susurró dulcemente al oído:
–Adela, no seas chiquilla. Si deseas disfrutar de la polla de mi hijo ven a mi casa y él te la ofrecerá. Y también podrá masturbarte y hacerte feliz, lo hace muy bien, te lo aseguro. Y no tendrás que estar cada día solo viendo su polla, la podrás tener en tus manos y si lo deseas, en todos tus agujeros.
Me quedé de piedra viendo a Rosa, la portera, la madre de Ximo. A través de la ventana oí también la voz susurrante de Ximo que me decía que bajase. Mi mano derecha estaba dentro de mis bragas, quieta porque dejé de masturbarme y de disfrutar de ese placer. Mi cerebro estaba en blanco y la sangre había desaparecido de mi cuerpo. Rosa me cogió del brazo que seguía con mi mano en el coño, y así cogida, me llevó a la portería, penetramos a la habitación interior, la más lejana de la puerta y la más pequeña de las dos, y allí estaba Ximo, con la camiseta puesta, sin pantalones, con unas zapatillas deportivas, y con su mano derecha jugando con su polla. Rosa me acercó a su hijo, sacó mi mano de mis bragas y cogiendo mis dos manos, las puso sobre su enorme polla ¡con las dos manos me venía justo para abarcarla!
No sabía qué hacer, estaba en una nube incomprensible. Un raro triángulo, yo, un enorme hombre con una polla gigante en mis manos, con un fuerte olor que se desprendía de ella y penetraba en mis narices, y con su santa madre a mi lado. De repente Ximo me coge de los hombros y me dice:
–¿Quieres que te enseñe a masturbarme? Ya sé que es más difícil que a otros hombres porque es muy gorda, pero puedo enseñarte y te aseguro que nunca sabrá nadie lo que hacemos aquí. Además, mi madre vigilará para que no nos molesten, y dentro de poco tiempo, te podré follar y metértela dentro, pero no toda porque mide 30 cm y es gorda.
Su madre me animó a jugar con ese enorme pedazo de carne que tenía entre mis manos, ¿qué podía hacer yo? Pues a pesar de mi nerviosismo, empezar a palparlo, empujar la piel hacía atrás para sacar todo su gigantesco capullo… y dejarme tocar desde atrás por su anciana madre que decían que tenía unos 65 años. Poco después, Ximo se quitó su camiseta quedándose desnudo. La madre de Ximo había metido sus manos bajo mi polo, había despasado los corchetes de mi sujetador, jugaba con mis tetas con los pezones a punto de estallar, y sin que yo me opusiera a nada, me sacó el polo y dejó caer mi sujetador dejándome en topless.
¿Y qué hacía yo?, pues empezar a masturbar ese pollón y admirar su puntiagudo glande. Ximo empezó a acariciar mi rostro y de ahí pasó a mis tetas. Su madre nos miraba sonriendo, y se sentó en el borde de la cama admirando el espectáculo.
Mi mente estaba desordenada, desenfrenada, en otro mundo. No podía creerme lo que estaba pasando y el pollón que tenía entre mis manos, una locura o calentura salvaje estaba desatada dentro de mí, y de repente, sin pensarlo, me arrodillé ante él y empecé a chuparle la polla sin importarme su intenso, penetrante y desagradable olor, pero solo a chuparla, intentar meterla en mi boca era una fantasía. Pero esa polla y esa situación tan morbosa, me hacían estar fuera de mi conciencia y fuera de mí. De repente, su madre, entre risas y caricias, me cogió de la cintura para que me levantase y dijo:
–Déjame quitarte la falda y las bragas, o cuando se corra mi hijo y escupa todo su semen a presión, te las va a manchar, ya que expulsa una cantidad de leche como no te la imaginas, muy espesa y que se pega a todo.
Y yo, sin pensarlo dos veces, como si estuviésemos jugando, me quité la falda, me quité las bragas, y me quedé totalmente desnuda ante los dos. Le di la ropa a la madre y me volví a arrodillar ante el hijo. Le mamaba la polla como podía abriendo la boca como nunca, y al mismo tiempo, intentaba masturbarle lo mejor posible con mis dos manos, cosa que por lo visto estaba haciendo bien, ya que su respiración era cada vez más fuerte y agitada. Pero en esos momentos, su madre también se arrodilló detrás de mí, metió su mano entre mis piernas y empezó a masturbarme con gran maestría, cosa que me puso en las nubes de la felicidad eterna ¡Me estaba entregando al hijo y a la madre!
Ximo empezó a estremecerse y cuando me cogió la cabeza con sus dos manos, supe que se iba a correr, y sin pensarlo dos veces, hice lo que había hecho con amigos, meterme lo posible su capullo en mi boca para que se corriese dentro de la misma, pero no calculé la enorme cantidad de esperma que expulsó. Llenó mi boca, penetró por la presión hasta mi garganta, se salía de mi boca, incluso por mi nariz, y empecé no solo a toser, sino a ahogarme, ya que inconscientemente me tragaba todo lo que podía, para despejar boca, garganta y nariz.
Intenté levantarme, pero su madre me lo impidió sin hacer fuerza, solo me puso una mano en el hombro mientras la otra terminaba de masturbarme. Poco después tuve la mejor corrida de mi joven vida, estremeciéndose mi cuerpo con esa polla entre mis manos, al mismo tiempo que una gran cantidad de esperma bajaba por mi garganta. Y mis jóvenes fluidos salían de mi coño y se deslizaban al suelo por mis piernas. Me sentía como mareada, aturdida.
Mientras la madre aguantaba mi cuerpo que cada vez me pesaba más, Ximo con sus dedos, recogía todo el semen que tenía por mi cara y mis pechos y me lo daba en la boca. Yo me lo bebía, y limpiaba cada uno de sus dedos. Pero ya no podía más esa tarde, me mareé un poco más y entre los dos me acostaron en la cama. Rosa me hizo un té con un poco de leche, me pusieron una toallita mojada con agua fría en la frente, y Ximo estuvo todo el rato acariciándome y besando todo mi cuerpo con una paciencia y suavidad que hasta le sonreí, y al ver mi sonrisa, me besó en la boca y yo se lo devolví.
Cuando me recuperé y me incorporé, miré el reloj y ahí si me volví medio loca ¡mi madre estaría al llegar a casa! Había estado entre la escalera, y la portería, más de dos horas. Me vestí apresuradamente y notaba su semen pegado en mis pechos y cuello. Me lavé un poco la cara y al marcharme no sabía qué decirles a ninguno. Rosa me sonreía y Ximo me miraba serio, y al ver que yo también me quedé quieta y le miraba, preguntó:
–¿Volverás mañana un rato para seguir jugando con nosotros? Podemos enseñarte muchas cosas.
Les miré a los dos y no contesté, pero cuando iba a cerrar la puerta al salir, oí como Rosa decía a su hijo:
–No te preocupes cariño, esta puta es tuya para siempre, te la follarás las veces que quieras, y pronto la podrás preñar porque no le dejaremos tomar pastillas.
Apenas entré en mi habitación, llegó mi madre del trabajo. Me fui disparada a la ducha, desde el baño le dije una serie de mentiras sobre unos deberes colectivos en casa de una amiga y se lo tragó. Me miré desnuda en el espejo y me gustó lo que vi. Mi cuerpo ya era un cuerpo muy apetecible, mis tetas eran ya casi naranjas y aunque mis pezones no eran muy largos, si eran gruesos y mis areolas eran grandes, oscuras y marcaban bien. Al entrar en la ducha y dejar caer el agua caliente sobre mi cuerpo, pensé en como limpiarme la boca, pero el sabor que tenía me gustaba y decidí seguir así, con el sabor del semen de Ximo en mi boca y garganta.
Después de cenar me encerré en mi habitación como casi todas las noches, pero esta vez no pensaba ni hacía los deberes, pensaba en todo lo que me había pasado, y pensaba en la suerte de que Rosa me hubiese pillado espiando a su hijo. En ese momento, era lo mejor que me podía pasar. Yo era virgen porque no me apetecía ser desvirgada por una pollita de 5 cm, quería más, mucho más, y si era un solo macho con una buena polla, mejor. Un solo macho con polla incansable. Pero tanto Rosa como Ximo me conocían desde que nací y con ellos había mucha confianza. Cierto que el nivel intelectual de Ximo no era normal, pero en tercero de la universidad había tenido un grave accidente de moto y desde entonces tenía pensión de minusvalía.
De Rosa se decían muchas cosas, incluso que arreglaba encuentros entre casadas insatisfechas, con amantes apasionados. O también de niñas con maduros. Pero como portera era un lujo y Ximo la ayudaba en todo, incluso en el mantenimiento de la finca y pequeñas reparaciones caseras, y la verdad, me había masturbado como una profesional y me había hecho disfrutar como nunca imaginé. Incluso ahora, no entendía como me dejé desnudar y jugar con tanta tranquilidad con la polla de Ximo. No se qué pasó por mi cabeza, o simplemente si actué sin cabeza. O que no les tenía miedo por esa confianza de años.
Me gustaba la posibilidad de hablar con los dos muy claro y ver qué futuro me podían ofrecer en todo lo del sexo, pero también me paraba que algún vecino nos pillase y que Ximo fuese a la cárcel por follarse a una cría de 14 años. Y eso de dejarme preñada… Alguna compañera del instituto ya había quedado preñada y no pasó nada. Unos lloros de la madre, una bronca del padre, y luego un aborto y ya está ¿por qué preocuparme?
A la mañana siguiente, Rosa me sonrió al salir yo a la calle y agitó su mano. Yo le sonreí también, pero me puse roja al pensar lo pasado. Por la tarde ni siquiera cogí el ascensor porque no estaba Rosa allí. La ventana de la escalera estaba cerrada y no se oía ningún ruido. Subí rápidamente los 6 pisos y al entrar en mi casa, apoyé mi espalda en la puerta y mientras respiraba agitadamente por la carrera, empecé a llorar suavemente. Me consideraba una cobarde por no irme con Ximo, por al menos, no haber intentado verle. Incluso me tumbé en la cama, me desnudé totalmente y me masturbé una y otra vez. Me corrí al menos 4 veces y cada vez que lo hacía, volvía a llorar por mi cobardía. Deseaba ser follada una y mil veces por esa polla, pero tenía miedo, y al mismo tiempo, el deseo de entregarme sin reparos.
Cuando al día siguiente volví del colegio no tuve escapatoria. Rosa me esperaba sonriente en el portal de la casa, me cogió del brazo, subimos los cuatro escalones y me introdujo sin problemas en la portería, cerrando la puerta detrás ¡incluso con cerrojo! Me sonrió y me dijo:
–Pasa a la habitación del fondo cariño, Ximo ya te está esperando hace rato y su polla está esperándote, bien grande y dura ¡qué suerte tienes Adela de poder disponer de una polla como esa para follarte y dilatarte, es todo un lujo! Ahora voy yo.
Al dejarme sola, todo un mundo se me vino encima, yo iba a ir voluntariamente y con solo 14 años, a buscar la más fabulosa (para mí) polla del mundo. Empecé a andar lentamente hacía la pequeña habitación de Ximo. Me di cuenta que Rosa acababa de apagar la luz de lo que realmente era la portería y yo seguí adelante. La puerta estaba abierta y oí la respiración agitada de ese gigantón. Desde el pequeño pasillo se veía una estufa de gas butano encendida y se notaba su calor. Entré y los dos nos vimos ya que su cabeza estaba frente a la puerta. me sonrió y allí estaba, desnudo una vez más y con su mano agitando su inmenso trozo sexual de carne. Me quedé inmóvil mirándole también y le sonreí. Oí su voz que me decía en un tono muy cariñoso:
–Ayer te estuve esperando y no viniste. Estuve más de una hora masturbándome y me corrí tres veces. ¿Quieres que juguemos hoy con mi polla y tu conejito? Quiero meterla dentro. Sé que te haré daño pero no lo hago adrede, es que eres muy estrecha.
Yo estaba quieta, mirando ese espectáculo sin pensar en nada más, y antes de responder, su madre entró, cerró la puerta, y mirándome a los ojos me ordenó que me desnudase ¡y también ella empezó a desnudarse! Su voz era imperativa y yo miré el desnudo cuerpo de aquel hombre sin perder de vista a su madre ¡y sabiendo que me iba a follar, me empecé a desnudar! Me dio una generosa cantidad de coñac que me bebí. Hacía bastante calor allí y dentro de mí me ardían muchas cosas. Dejaba la ropa en la cama y menos los calcetines me quedé totalmente desnuda. Cogí mi ropa para ponerla en un pequeño silloncito y al girarme, vi completo el desnudo cuerpo de la anciana madre que estaba totalmente tatuada y llena de piercings.
Me quedé mirándola con verdadera sorpresa. Nunca me imaginé que aquella mujer mayor, pero no ajada, estaría debajo de sus discretos y largos vestidos tan tatuada. Desde la parte superior de los muslos hasta casi el cuello, incluida la parte inferior y central de sus pechos, y sus brazos hasta casi el codo. Lo que más me llamó la atención, fue su coño totalmente rasurado y con cuatro gruesos aros en sus labios genitales y los dos enormes y gruesos aros en sus pezones, que le hacían bajar las tetas por su peso. Se puso unas medias de malla que llegaban con su liguero hasta casi la ingle, y dos zapatos con enormes tacones inverosímilmente delgados. Al ver mi cara de sorpresa, me dijo:
–Cariño, yo a los 7 años ya no era virgen. A los 9 años ya era puta, y lo he sido durante más de 50 años. He dirigido toda clase de locales de sexo y toda mi vida he ido fabricando putas depravadas. ¿Ves mi cuerpo? Dentro de pocos días, pero poco a poco, empezaremos a tatuarte el tuyo y a ponerte unos discretos piercings. Y echaremos a la basura esos pelos que tienes en el coño que siempre debe estar bien rasurado para que se pueda chupar el coño bien a gusto y lucir unos gruesos aros. No solo haremos de ti una pervertida puta, sino que también te haremos profundamente bisexual ¿verdad hijo?
Ximo inclinó su cabeza varias veces mientras sonreía una vez más. Pero su madre se acercó a mí, puso sus manos en mis mejillas y me besó en los labios. Yo no pensé en nada, simplemente me besó, y abrazándola fuertemente me entregué a ella y devolví el beso, y al notar ella cómo se lo devolvía y la intensidad del abrazo, metió su lengua en mi boca y su mano en mi coño y empezó a masturbarme mientras seguíamos besándonos.
Amig@s, yo no sé expresar lo que sucedió en esos primeros días. Mis hormonas estaban desatadas, mi cerebro estaba en la nube, mi coño pedía guerra las 24 horas del día, me masturbaba constantemente incluso entre las clases del cole, y soñaba con tener una enorme barriga de preñada, acorde con el tamaño de esa polla. Que me entregase a él sin pensar en nada y ahora a su madre a pesar de la edad, y que en pocas semanas y a través de ella empezase a follar cobrando, no se puede explicar bien. Por lo que os ruego que ese trabajo lo haga cada uno de vosotros y vosotras ¡y gracias por entenderme!
Su mano de experta, hizo que me corriese muy pronto. Ximo quería su ración de sexo y yo más que él. Me subí a la cama para entregarme totalmente a los dos, hijo y madre. Me abracé a él y le empecé a besar en la boca. No me importaba su olor fuerte, ni el sabor de la nicotina de sus puros «caliqueños» (yo no fumaba entonces), ni el grosor de su lengua, ni el roce fuerte con la misma, me entregaba a él como si de una apasionada esposa recién casada fuese. Mientras nos besábamos y nos acariciábamos, su madre untó líquido lubrificante en toda la parte superior de la polla y luego lo hizo con mi coño, profundamente y metiendo dos y tres dedos llenos del mismo fluido. Más que dolor, que me dolía, lo que hacía con sus dedos eran para mí, molestias necesarias.
–¡Que buena puta vas a ser Adela! Eres apasionada, demuestras que el sexo lo necesitas para vivir. Hazme caso, sigue mis instrucciones y serás una puta viciosa para siempre ¡te emputeceré y jamás lo dejarás! Y ahora abre tu coño a las experiencias de un follaje duro, doloroso, pero no folles a lo misionero o el peso de mi hijo te aplastará. Cabalga su polla.
Me arrodillé entre sus piernas, con su madre a mi lado dándome consejos y adelanté un poco mi cuerpo poniendo mis rodillas a ambos lados del suyo. Levanté el mío, y yo misma cogí su polla y la situé justo en la entrada de mi inexplorado coño y me dejé caer. El dolor fue inesperado y terrible, pero apenas penetró la mitad de su glande. Empuje mi cuerpo para abajo, y solo entraba un poco más. Subí mi cuerpo sobre mis rodillas dejándome caer, para ayudar con mi peso a que se introdujese toda esa enorme polla, y después de varios intentos y con mucho más dolor del que me imaginaba, conseguimos meter todo el glande dentro de mi coño. En teoría, debería entrar ahora todo el resto, pero Jajaja. Solo entró el glande y poco más.
Pero para eso su madre estaba con nosotros. Se puso detrás de mi, y mientras me aconsejaba dejarme caer sobre el mismo sin sujetarme en las rodillas para clavármelo más, y sobre todo que no se me saliese luego, empezó a masturbar a su hijo y consiguió, minutos después, que eyaculase con todo su vigor y que por primera vez, llenase de millones de espermatozoides todos los rincones de mi coño, y casi sacase de su sitio a mis óvulos inundados, debido a la cantidad y la enorme presión de sus seis o siete descargas de leche.
Pero yo también me había corrido instantes antes, y ahora, notando esa leche dentro de mi, la presión de la misma, el calor, cómo se quedaba pegada a las paredes vaginales y sobre todo, al enorme deseo de ser follada, me volví a correr. Me maree un poco y su madre me ayudó a bajar de esa polla y de la cama. Se fue a la cocina y volvió con una taza de chocolate que había preparado anticipadamente a mi llegada. Mientras me la tomaba, yo miraba la cantidad de esperma que había en la cama, el que me goteaba al suelo, y notaba todo el que estaba dentro de mí, que debía ser una barbaridad. Se me pasó un poco el mareo y vi que la polla de Ximo no solo no estaba flácida del todo, sino que estaba igual de empalmada que antes de follarme. Si es que el meterme solo los 7 cm que medía su capullo, era follarme. Y se me ocurrió una idea.
Devolví el tazón vacio a Rosa y le dije que necesitaba su ayuda. Me miró a la cara, sonrió, y asintió con la cabeza. Volví a subir a la cama, me puse como antes, y le dije a Rosa que, desde atrás mío, me cogiese el cuerpo para no caerme. Y ante la mirada de sorpresa de los dos, la que se rió fui yo, porque me vino a la cabeza la ley de la palanca, ya sabéis, «dadme un punto de apoyo…» Mi punto de apoyo al follar antes, eran mis propias piernas estando arrodillada.
Ahora hice lo mismo pero con variantes. Apoyé la polla de Ximo hasta la entrada de mi coño, que en esta ocasión ya se abrió un poco, fui desdoblando mi pierna derecha hacía adelante y mientras, eran mis manos y brazos los que me sujetaban sobre la cama, y Rosa por detrás para evitar mi caida, hice lo mismo con mi otra pierna. Ahora, mi punto de apoyo eran mis brazos y Rosa, y la palanca era la polla de Ximo. Tragué aire varias veces y levanté mis dos brazos al aire.
¡¡¡AAyyyyyyyyyyyyy!!! Intenté no gritar, solo me salió ese grito gutural desde ni alma, me mordí la lengua y los labios que hice sangrar, pero al quedar mi cuerpo sin el apoyo de mis brazos en la cama, todo el peso de mi cuerpo cayó sobre la polla de Ximo y me la clavé “la palanca” hasta lo más profundo de mi útero. Y ahí sí tuvo que cogerme no solo Rosa, sino que tuvo que ser ayudada por su hijo, ya que casi me desmayé del dolor. Y a pesar de ese enorme dolor, estuve lo suficientemente consciente para decirles:
–No me bajéis de la cama, dejad que la polla se quede dentro y que Ximo me folle como quiera hasta correrse otra vez. Ahora ya sabemos que esa polla puede entrar dentro de mí. Solo dejadme un momento para recuperarme.
Rosa me ayudó a tumbarme hacia atrás, Ximo me estuvo follando lentamente casi sentado, y su madre me fue poniendo unas toallitas con agua fría en mi cabeza. Tal y como me fui despejando, me fui dando cuenta del tremendo dolor que tenía entre mis piernas y en la parte baja de mi estómago. De la enorme y profunda dilatación de mis músculos vaginales… y de lo animal que yo había sido haciendo eso. Por supuesto, el semen que me salía aún de la follada anterior, y todo lo que de mis fluidos por mis corridas iba saliendo ahora, estaba todo teñido de rosa.
Bien, estaba sangrando, ya no era virgen, y tenía además dentro de mi menos de la mitad de una polla como nunca jamás tendrían mis amigas. Pero ahora estábamos en una posición nada normal para follar, así que su madre que era más experta, lo arreglo todo. Hizo que Ximo cogiese mi cuerpo, se fuese echando hacía atrás en la cama arrastrándolo, y entonces se dobló sobre mi y pasó a estar encima mío sin sacar su polla de mi coñito. Y así, empezamos a follar estilo misionero.
Ximo intentaba meter y sacar su polla, como todos los hombres hacen con las mujeres, pero mi vagina estaba pegada a la polla, y cada vez que la movía, movía mi cuerpo adelante y atrás y arrastraba mis delicadas carnes aumentando mi dolor, pero la polla prácticamente no se movía dentro de mí. Y otra vez su madre tuvo una idea. Cómo el lubrificante era liquido con base de agua, hizo un poco de presión con él en los laterales donde mi vagina estaba “pegada” con la polla de Ximo, y entre el masaje de sus dedos, los míos, y la presión de Ximo para que se metiese un poco más su polla, y así hacer penetrar el líquido, pudimos desatascar la polla y empezar, muy poco a poco, a meterla y sacarla. Cada vez un poco más rápido, esa enorme polla empezó a entrar y salir.
Rosa me sostenía para que no me cayese de la cama, y Ximo pesaba una tonelada encima mío. Pero a pesar del enorme dolor que tenía y de la sensación de que mis caderas se iban a romper por la mitad, o de que me tiraban de las piernas para descoyuntarlas, empecé a tener un orgasmo y luego otro… y todos ellos eran maravillosos y muy dolorosos ¡pero eran mis primeros orgasmos por follar!
Cada empujón de Ximo para follarme, hacían casi penetrar mis trompas en el estómago. La estrechez de mi vagina le volvía loco del placer que sacaba al notar su polla tan apretada, y hasta su madre tuvo que advertirle que no me penetrase con tanta fuerza. Mi cuerpo empezó a temblar y no era de frío porque hacía un calor horrible, pero me estaba destrozando esa follada, aunque también a mí, ese placer tan salvaje me llenaba de una sensación extraña. Desde el estómago hasta casi las rodillas, un dolor profundo invadía mi cuerpo, pero las penetraciones de Ximo, cada vez más fáciles y rápidas por mi dilatación y el lubrificante, me provocaban un orgasmo tras otro, y llegó un momento en que mi mente ya no pudo más y mi cerebro flotó en el espacio.
Era consciente del dolor y del placer, pero no tenía sensación ni del tiempo ni del lugar, hasta que después de más de 20 minutos de ser tan brutalmente follada, Ximo se corrió de nuevo en mi interior, y mi cerebro no pudo absorber todo el delicioso placer de recibir dentro de mí coñito esa enorme descarga de semen. Fue una descarga bestial, por la cantidad, la presión a la que le salía de la polla, y la sensación de estar plenamente llena de tanta leche. Hasta creo que se me hinchó todo el interior de mi coño, para poder recibir una parte de esa importante descarga.
Me quedé quieta, mareada, desmadejada, como una muñeca rota. A pesar de los cuidados de Rosa y de su hijo, tardé bastante en recuperar mi conciencia, pero era imposible para mí, mover mis piernas y poderme levantar. Rosa me limpió concienzudamente, pero no había forma posible de impedir que todo el semen de Ximo dejase de salir de mi vagina ¡que cantidad de semen! Al final y ya casi vestida, lo conseguimos, y por fin pudo curarme y ponerme una crema que me relajó bastante.
Al mismo tiempo, me dio mi primera raya de cocaína para despejarme del todo, y mientras tanto, preparábamos una estrategia para mi madre que, dada la hora que era ¡más de dos horas y media follando!, ya habría llegado a mi casa. Mis braguitas las puso en mi bolsa del cole para que no me hiciesen daño al rozar con mi castigado coño y no se manchasen del semen, además, con su antigua cámara, me sacó varias fotos de mi cuerpo y dos fotografías de mi coño en primer plano, y me dijo que nunca había visto en una jovencita una dilatación tan grande del coño «y eso que conocía a muchas putas juveniles». Normal con un pollón así de gordo.
Pero a pesar de mi intenso mareo y de mis dolores, sonreí. Ya no era virgen y esa inmensa polla ya era mía y sabía cómo metérmela dentro. Y lamenté tener la edad que tenía y que mi coño no fuese lo suficientemente grande para que toda, absolutamente toda la polla de Ximo, pudiese tenerla dentro, pero claro, 30 cm de gruesa polla eran muchos centímetros.
Aunque el tiempo pasa, mi cuerpo se iría desarrollando y quién sabe si algún día la podría tener toda dentro de mí ¿no creéis?
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Busco aventuras con hombres de verga grande!!
Gran historia, tienes un gran potencial como escritora, te animo a continuar y platicar conmigo.
Me pareció morboso el relato, espero que sigas escribiendo.