De secretaria a sumisa II
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por cuervita.
Al día siguiente me asignaron mi nueva oficina. Para llegar a ella se debía pasar por la oficina de mi jefe/amo. Era muy pequeña pero tenía un gran ventanal por donde entraba mucha luz.
Arriba del escritorio se encontraba mi uniforme nuevo. El cual debía traer y llevar puesto todos los días.
Constaba de un sujetador de tiras de cuero que al ponérmelo dejaba al descubierto mis pechos pero a la vez muy erguidos y expuestos, una blusa color natural que hacia resaltar mis senos, una pollera suelta a mitad del muslo con la que debí tener cuidado al moverme ya que tenia prohibido usar ropa interior, y unos zapatos hermosos con un taco muy delgado, de unos 9,5 cm de alto.
Cuando terminé de ponerme mi uniforme al verme en el espejo me gusté mucho. Quedaba muy provocativa pero elegante. Y mis pezones… Uffff… Se veían como dos botones debajo de esa blusa!
Mi nuevo trabajo consistía en comunicarme con los clientes difíciles de mi jefe mediante vídeos llamadas para convencerlos de la forma que fuera necesaria, de invertir en la empresa o que no la abandonen. A demás de que mi señor me tendría ocupada con los trabajos personales no? Jiji
Todo esto me daba mucho morbo, siempre había fantaseado con algo así pero jamás pensé que se haría realidad.
El Sr. Robertt me llama para ver si el uniforme ha sido de mi talla, me pide que de una vuelta al rededor de su escritorio observandome descaradamente. Me pide que me acerque y al ver mis erectos pezones lanza una sonrisa "que putita eres! Ya te has exitado?" y toma mis pezones entre sus dedos por encima me la camisa haciéndome dar pequeños gemiditos de placer y dolor. Me da la mano e indica que me suba a su escritorio. Allí de pié, podía observar toda mi conchita perfectamente depiladita y brillosa de mis jugos. Sube su mano por mi pierna y sin ningún preámbulo mete uno de sus dedos en mi vagina sin ninguna dificultad, dado la humedad que tenía. Y vuelve a reír diciéndome "vamos a tener que resolver esto o andarás chorreando y ensuciando el piso por todos lados". Esas palabras me llevaron de humillación y se sonrojaron mis mejillas.
Me envió al archivero que había en mi oficina y que busque una tanguita roja muy particular…
Cuando comencé a abrir los cajones pude ver que estaba lleno de elementos sexuales, hasta incluso algunos no tenía idea de para que servían.
Encontré la tanga, pero me asustó que tenga un gran pene de goma en ella. Volví a su oficina y me ordenó ponérmela delante de él. Meter ese juguete en su presencia no fue fácil, e incluso tmb fue muy humillante. Cuando la tuve puesta él terminó de acomodarmela abriendo mi vagina y poniendo mi clit en contando con algo que estaba un poco frío. Sacó un control remoto muy pequeño de su cajón y me lo mostró. Tenia 3 botones, uno de encendido/apagado y dos flechas, una subía y la otra bajaba.
Cuando lo encendió comencé a notar como vibraba mi clítoris en ese momento y a medida que presionaba la flecha hacia arriba subía la intensidad. Luego lo apagó y me indicó que pase oficina por oficina a repartir unos memorándum.
Yo moría de vergüenza que mis compañeros me vean asi, pero tome la pila de papeles y cuando me dispuse a retirarme me dijo que no podía usar al ascensor, debía bajar y subir por las escaleras.
Cada escalón que bajaba se convertía en una tortura teniendo tremendo falo metido en mi concha.
Al llegar a la primer office siento que el secretario clava los ojos en mis senos y en ese momento se enciende el vibrador de mi clit y los pezones saltaron hacia adelante haciendo sonreír al muchacho. Yo haciéndome la tonta como que no sucedía nada le entregué el memo y procedí a retirarme rápidamente.
En todas las oficinas pasaba lo mismo, ya que en la presa el 75 por ciento de los empleados son hombres.
Cuando llego a la oficina del vice presidente no daba más del placer que me proporcionaba esa vibración mezclado con el movimiento del falo que se producía al caminar. Lo único que quería era correrme.
Germán, el vice, me dice que me siente un momento que ya me atendería, ya que estaba al teléfono. Me costó mucho sentarme con la verga de goma en mi interior, tuve a que abrir un poco las piernas para que no doliese y en ese momento el vibrador se puso al máximo. Comencé a transpirar y parecía que iba a estallar.
Germán dejó el teléfono, tomó mi pelo suelto, tirandome con fuera la cabeza hacia atrás, y comenzó a tirar y pellizcar mis pezones con la otra mano, yo estaba tan editada que no me importaba ya nada de esa situación, solo quería correrme. En eso Germán suelta mi pelo, por detrás toma mis dos pezones con sus manos y los pellizca muy muy fuertes haciendo dome dar gemidos de dolor, cuando me dice al oído, ahora si putita, puedes correrte como la perra en celo que eres..
Y tuve un orgasmo tan fuerte que casi hace que me caiga de la silla…
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!