Desflorada en la clase de Anatomía,
Si bien quise darle un toque personal a la clase de Anatomía, todo se escapo de mis manos, convirtiendose en algo que ni imaginaba.
Desflorada en la clase de Anatomía,
Me llamo, Virginia, tenía 20 años cuando ocurrió, lo que les relatare, soy una chica normal, altura 1,62m, pelo castaño claro, unos pechos atrayentes y apreciables glúteos, he sido criada a la antigua, soy algo tímida, pero cuando la situación lo requiere, sé cómo actuar y rescato mi coraje. En mi casa no se hablaba sobre el sexo, mis padres eran demasiados santulones, y hasta diría, represores conmigo, tuve un par de noviecitos, con los que solamente, nos besamos, impidiéndoles hacer más nada. Siempre he tratado de preservarme, aunque no por eso, no he dejado de tener ciertas fantasías eróticas, pero nunca se dio la oportunidad, ni tampoco la busque, aunque desconozco que pasaría de encontrarme en una situación comprometedora.
Me había recibido de Maestra Normal, con medalla de Oro, había sido una muy buena alumna, conseguí una docencia de un par de meses, pero quería algo más, desarrollarme en algo, me encantaba estudiar, aprender cosas, investigar, pero en mi ciudad natal, carecía de esas fuentes de conocimiento, apenas, si había una escuela secundaria.
Además, de vegetar en ese lugar, luego casarme y tener hijos, no veía otro porvenir, en ese momento, quería algo más, vivir en una ciudad que tuviese esa vida propia, conocer gente. Pero cada vez que les comentaba a mis padres, lo que pretendía, se oponían, que iba a estar sola, nada mejor de quedarme con ellos y cosas así.
Por suerte llegó a oídos de un tío, hermano de papá, cuales eran mis sueños o anhelos, ofreciéndome que me fuese a otra ciudad, que estaba como a 200 km., de la nuestra, que tenía una casita, no muy grande pero muy agradable, bastante cerca del centro urbano.
Sin pérdida de tiempo a la semana viajé a ese lugar, instalándome en la casa de mi tío, muy bien puesta e ideal para mis necesidades. Todo iba bastante bien, aunque era una ciudad algo más costosa, que mi lugar de origen, donde mi economía no era nada holgada, optando por anotarme como maestra, en distintas escuelas para poder solventar los gastos, donde me ofrecían alguna que otra suplencia, por unos días, que, si bien me ayudaban, era por un corto tiempo.
Me gustaban enseñar a los chicos, me llevaba bien con ellos, pero apenas comenzaba a conocerlos, se acababa la suplencia, pero a pesar de eso, seguí intentándolo, no teniendo, además, una remuneración interesante.
Postergue mi intención de ir a la Facultad, hasta tanto, no obtuviese algún trabajo fijo, busque hasta que me presenté en una escuela secundaria, la directora al ver mi currículo, se interesó, pero la medalla de Honor, fue la llave para ser contratada.
Días después me llamó, fui rápidamente, ofreciéndome tres asignaturas, no sabía si estaba capacitada para dar clases en una secundaria, aunque eso no me impedía llegar a hacerlo, las materias eran Matemáticas, Geografía y Anatomía, sobre esta última no tenía demasiado conocimiento.
El horario era, unos días por la mañana y otras por la tarde, me limitaba un poco, dado que mi idea era conseguir algo más, posiblemente esos turnos podrían complicarme, para lo que tenía en mente, pero era lo que se me presentaba, en el momento.
Por lo tanto, acepté el trabajo, sabiendo que durante unos meses solucionaba mi economía personal. Fui a la Biblioteca de una Universidad, donde comencé a estudiar más que nada Anatomía y algo de geografía, donde me aboqué, a el programa que confeccionaban en ese colegio.
En una librería cerca de donde vivía, conseguí un libro usado bastante barato, sobre el Cuerpo humano, para mí era un reto interesante, además tres horas, tres veces a la semana, realmente era un muy buen sueldo, mi facilidad de palabra y que, a pesar de ser algo tímida, era muy sociable como para convivir con los chicos.
Esa sábado y domingo, me dedique a prepararme para darle clase al día siguiente, estaba muy feliz y a la vez nerviosa pues nunca antes había enfrentado a un grupo de jóvenes., pero tenía confianza en que eso no sería mucho problema. Al llegar, la señorita Amparo, que era la directora del Colegio, me recibió y me comentó que tendría que tener un poco de paciencia pues solía darse el caso de que los chicos del último año eran algo más intranquilos y desordenados que los de otros grados.
Le comenté que no había de que preocuparse, que yo me encargaría de que todo estuviese bien. Al acercarnos al salón, se escuchaba mucho desorden y gritos, no sabía en la que me estaba metiendo. Apenas entramos, se callaron todos, acomodándose en sus bancos, estaba claro que la directora, imponía respeto.
Después de las presentaciones, traté de imponerme desde el primer día, empleando métodos que conocía cuando estudiaba. No me fue fácil, pero con mi simpatía, intenté ser uno de ellos, ya que, por mi edad, les podría llevar de 3 a 4 años, a algunos, dado que era el último año.
No me fue fácil, mantener la disciplina ese día, ya que mi carácter nunca fue agresivo ni autoritario, yo más bien era dulce y consentidora. Hablé un poco de mí, después les pedí que me fueran diciendo su nombre, su edad y las cosas que les gustaba hacer para irme familiarizando con ellos.
Al pasar el tiempo, mi relación con los alumnos resulto aparentemente buena, no tuve tantos problemas como yo pensaba, lo raro es que a otros maestros les hacían la vida imposible y hasta se escapaban de sus clases. Sin embargo, a pesar de la aparente buena disciplina había un grupo de 5 chicos que presentaban problemas con sus calificaciones así que un día hable en privado con ellos para poner un remedio al asunto. Me comentaron que tenían dificultad para entender algunos temas y que estaban preocupados por un examen, que haría más adelante.
Debido a lo anterior se me ocurrió darles clases de apoyo, el fin de semana pensando que las instalaciones de la escuela estarían disponibles.
Así que fui a ver a la directora, pareciéndole una buena idea, y hasta podría conseguirme una retribución extra, ya que los padres eran en general, clase media. Alegrándome doblemente, obteniendo algo que no tenía previsto y que me ayudaría muchísimo. Así que después de hora reuní a los cinco chicos, explicándole lo que había conseguido, que lo haríamos el día sábado, por la tarde.
Llegó el día, me levanté como siempre, desayuné, y me vestí, arreglándome mejor que habitualmente, comí algo liviano en un bar cercano dirigiéndome al colegio.
Apenas comenzaron a arribar, fuimos intercambiando algunas charlas
“Señorita Virginia, que bonita que esta”
“Gracias Ariel” Creo que ese halago, me alegro muchísimo.
“Es verdad, está muy guapa”
“Dichoso su novio”
“No, no tengo novio” Sonriéndole, algo abrumada, por todos esos halagos, no sé qué tenía este chico que me cautivo desde el primer día, por supuesto no estaba enamorada de él, pero tenía una atracción especial.
Les agradecí el elogio, quedándome charlando, hasta que comenzaron a llegar el resto, abrí la puerta de entrada, mientras decidíamos a que aula ir, hasta que nos quedarnos en una que le daba todo el sol, muy luminosa y cálida.
El tema que íbamos a desarrollar era, sobre el cuerpo humano fundamentalmente sobre los órganos femeninos y masculinos y la reproducción en el ser humano. Sabía que eso, daría pie a comentarios picarescos, con doble sentido y atrevidos, pero estaba preparada para darles la contestación adecuada. Opté por comenzar con Matemáticas, entregándoles algunos ejercicios, los que ninguno dio con el resultado correcto, Decidí continuar con esa materia y postergar Anatomía, ya que no era tan compleja, a pesar de las protestas.
Al sábado siguiente, pasó algo similar, traté de explicarles, pero sucedió lo mismo, les comenté que tendrían que poner más empeño, tratar de razonar un poco, y no estar tan distraídos en la clase. Pensé que eso serviría para que atendiesen más, pero similar resultado sucedió en el próximo. Ya había hablado con la directora sobre estos malos resultados, explicando que sucedía y que podría hacer, contestándome, que sería bueno que les diese algún incentivo, volví a preguntarle, sin que me dijese, algo claro y conciso.
En la nueva clase de refuerzo, les digo, este es el tercer sábado, y el resultado es pésimo, o ponen más empeño o no vengan más.
“Pero porque, no nos da anatomía, entonces”
“Porque necesitan más, aprender matemáticas” Ahí comenzaron a protestar, algo que ya me estaba hartando bastante, hasta que, recordando las palabras de la Directora, les digo:
“Si mejoran en Matemáticas en esto próximos sábados, comenzare con anatomía”
“Está bien, pero queremos que sea más didáctico, más entretenido” Sin tener claro a que podía referirse, con tal de aprender matemáticas, que ya sería un buen logro, sin establecer demasiadas pautas, me comprometí, a darle una clase más interesante.
Al sábado siguiente hubo mejoras, un mayor porcentaje de los chicos resolvieron las ecuaciones y los problemas, y así al subsiguiente, donde iban mejorando, pero alguien me dice:
“Maestra, hemos mejorado en matemáticas, ¿qué pasa con anatomía?”
“Si es verdad, han cumplido y yo debo hacer lo mismo con Uds. el próximo sábado será, exclusivo, anatomía, así que demos por finalizada la clase de hoy”
En realidad, no tenía idea en que metodología utilizar, como hacer, que mostrar. Por más que pensaba no encontraba una solución aceptable, estaba a punto de pedir consejos a la directora, pero pensé que sería peor.
Solo me venía a mi mente, mostrar alguna parte de mi cuerpo, a pesar de su comportamiento, quería a esos, chicos, tampoco los quería defraudar. Todas esas noches trataba de encontrar algo coherente sin un resultado óptimo, hasta que llegó el sábado, estaba más que nerviosa, pero no quería fallarles.
Por ultimo decidí, mostrar mi sexo, sin llegar a desnudarme, y continuar con la clase, creo que eso me produzco una sensación de excitación, exponerme y ser observada, a pesar de no haberlo hecho en mi vida.
Cuando me levante ese sábado, me dolía el estómago de la tensión, pensé que tendría que estar bien atrayente, así me puse las medias negras largas de lana, una pollera corta, y tacos alto, una blusa algo escotada, y un saco me pinté los labios, tomando rumbo al colegio, bastante nerviosa, sin llegar a determinar que hacer. En el camino varios me piropearon, comprendiendo en ese instante, que podría ser complicado, pero estaba en el baile, Dios dirá, pensé
Los chicos ya estaban en la puerta, los saludé, Ariel se dio cuenta de mi estado, apretándome un brazo como para alentarme, le sonreí, mientras entrabamos en el aula, mientras uno de los chicos le ponía la traba a la puerta del aula.
Comencé a tocar el tema y a pedir que me hicieran preguntas. Con el paso de los minutos algunas de sus cuestiones, se tornaron como tenía previsto. Cuando Luisito, me dice:
“Maestra, Ud., ¿ha tenido relaciones?
“No estoy para hablar sobre mi vida privada”
“Tiene toda la razón, pero para dar clase es necesario haber experimentado sobre el tema”
“Si no estás de acuerdo con mi método, ahí tienes la puerta” Sabia que, si cedía, me podrían llegar a dominar.
Seguí hablando sobre el tema, notando que existía una tensión en el ambiente, cuando surge la misma pregunta
“¿Ha tenido relaciones, maestra?” No sabía que contestarle realmente, creo que pequé de ingenua, al contestarle:
“En realidad nunca tuve y Uds.?” Se miraron entre todos, pero nadie lo dio por hecho.
“Por supuesto, cuando llegue el momento oportuno y con la persona que corresponda lo haré”
“Bueno parecería que somos todos “vírgenes” me reí por la ocurrencia de Luisito,
“Seria una buena oportunidad en aprenderlos todos”
Me di cuenta que se estaban explayando sobre otro tema, no me ruborice, pero parecía que se me escapaba de las manos.
“Sería bueno, que tenga algo de experiencia, maestra, aun es joven, bonita y muy apetecible, el tiempo pasa” Me puse algo colorada, contestándole:
“Ya llegara el día, así que nos vemos, el próximo sábado.”
“¿Pero esto solo, es lo que nos ha enseñado?”
“Pretendemos algo más, y Ud., lo sabe maestra”
“Creo que debería mostrarnos su lindo cuerpo”
“No es mi idea, ya veremos”
Sus miradas me desnudaban, llegando a imaginar estar desnuda en el suelo y los chicos con sus vergas erectas, rodeándome, prestos a penetrarme, los mantuve sentados, traté de Comencé a explicar que iba a hacer, con titubeos, hasta que les digo:
“Esto no lo he hecho delante de ningún hombre, los aprecio mucho, por eso me comprometí, Uds., cumplieron, ahora es mi turno, no quiero defraudarlos” Cuando se me acerca Ariel, diciendo:
“Tranquila maestra, todo va a salir bien” Agradeciendo su gentileza.
“Bien, comenzaré la clase de Anatomía, observen y calladitos”
“Si maestra” Comentó Jorge
Me desabroché la pollerita, explicando la función de los genitales femeninos, hasta quedar en tanga, marcándose sobre ella mi abertura vaginal, rápidamente noté que los chicos iban teniendo una erección, mientras lentamente me quito las bragas, desbrochando mi blusa sin quitármela,
Los ojos de los chicos parecían salirse de sus orbitas, mientras apreciaban mi depilado monte de Venus y parte de mis carnosos labios inferiores, durante varios segundos, diciéndoles:
“Están satisfechos? No es fácil para mí, mostrarme así y creo que ya han visto lo suficiente”
“Realmente es una belleza maestra, debería dar clases así” Dice Luis, mientras intentaba ponerme las bragas, cuando Ariel dice:
“Solamente la pollerita, maestra” Lo miré, y sin inmutarme acaté, su pedido, tirando mi prenda íntima a un costado.
Al haber dado ese primer paso, sentí algo especial, una mezcla de morbo, sumado al sentirme deseada por estos chicos, donde la tensión erótica, invadía el ambiente, Continúe hablando, explicando, sobre el sexo, los genitales, femeninos y masculinos, y fundamentalmente del clítoris que algunos lo desconocían.
Con total prestancia, me senté sobre el escritorio, continuando con la lección, haciendo caso omiso a sus preguntas, y mientras lo hacía, levanté un poco la mirada descubriendo que mis cinco pupilos no quitaban la mirada de mis piernas cruzadas, que las bajé para separarlas mejor, mejorando la visión hacia donde se dirigían, mi sexo.
Noté que intentaban acomodar sus vergas erectas, y sin pensarlo demasiado les digo;
“Si necesitan liberarlas un poco, no hay problemas” Se miraron sorprendidos hasta que uno solo la sacó, apreciando la dureza de ese miembro. Creo que en ese momento era yo la que manejaba la situación, me sentí como liberada, apreciando esa verga erecta por primera vez.
Hasta llegó a pasar por mi cabeza, estar acostada en el suelo, y a ellos desnudos rodeándome, comencé a excitarme en contra de mi voluntad hasta que no soporté y como acto reflejo me acomodé, donde estaba sentada e inicié un toqueteo instintivo bajo mi falda, sin importarme demasiado si se daban cuenta o no.
Cuando, me percaté que me observaban intensamente, traté de disimular, sin saber que decir, sacando mi mano de la ropa, bajando la cabeza. Cuando uno de ellos dice:
“Maestra, es normal que se toque, nosotros también los hacemos”
“Yo quisiese, que esto no salga de acá, chicos”
“No saldrá, le damos nuestra palabra, pero quisiésemos que colaborase”
“Más todavía?, ¿creen que no lo estoy haciendo?”
“Si, ya sabemos” Comenta Jorge,
En ese instante, no era yo la que actuaba, les hice prometer nuevamente, que no contasen a nadie lo sucedido, al que se comprometieron a no decirlo. Sentí un morbo placentero al saber que expondría mis encantos ante los chicos, y que se excitarían, sin tener demasiado en cuenta que eso no sería un paliativo, sino a incitarlos más, sin embargo, no iba a permitir que me tocaran.
“En agradecimiento, hemos decidido mostrarles nuestros penes, creo que ha salido más beneficiada, dado que hemos visto un órgano femenino y Ud. cinco” Dice Luis.
“Por favor, demos por finalizada esta exhibición, incontable”
“Está segura?”
Me sentí apresada, la insistencia no mermaba, y parecía que ya no controlaba la situación, además de ceder, que no era mi intención, podría llegar a ser un gran problema, pero de no hacerlo no sabía cómo podrían llegar a reaccionar estos pendejos. Nunca había transitado por una situación de esta índole, pero, si bien intentaba mantener la calma, el hecho de imaginar lo que podría suceder, me llevaba a un estado de exaltación involuntaria.
Descontrolada totalmente solo pude atinar a decir:
“Está bien, continuemos”
No sé qué me sucedía, sentía curiosidad por lo que vendría, a pesar que no había demasiado para imaginar, pero, estaba decidida a continuar, era como una especie de reto. En ese instante, no era yo la que actuaba, sentí un morbo placentero al saber que expondría mis encantos ante los chicos, y que se excitarían, sin tener demasiado en cuenta que eso no sería un paliativo, sino a incitarlos más, sin embargo, no iba a permitir que me tocaran, aunque sabía que estaba jugando con fuego.
“Vamos a cumplir lo prometido, mientras comienzan a desvestirse.”
“Por favor chicos, estamos, pasando los limites demos un corte aca mismo”,
“¿Está segura, maestra?”
“No sé si lo estoy, pero tengo algo de temor” Contesté.
“Ud. Es lo mejor que nos ha tocado, muy compinche, con nosotros, aparte de ser muy bonita. Nos encantaría verla desnuda, e interiorizarnos en su atractivo cuerpo.”
Quedándome pasmada, ante esa proposición, y como se iban complicndo la situación, pasando por mi cabeza, pensamientos de moralidad, aunque sentí una especie de excitación, imaginando como se alterarían estos chicos al verme mis partes más preciadas, pero a pesar de eso. intente retomar la clase, para evitarlo, aunque la atención estaba en otra parte.
Pero habían encontrado una brecha, donde el resto de los chicos se hicieron insistentes, sintiéndome acosada, aumentando mis pulsaciones, mientras la obstinación era cada vez más aguda, donde mi falta de carácter, me hacía difícil negarme, sin saber cómo contener esa impertinencia. Nuevamente intenté retomar la clase, aunque mi mente estaba enfrascada en lo que estaba sucediendo, perdiendo el hilo del tema.
Me quede callada, con un calor en mis mejillas, y mi respiración alterada, con momentos con ganas de salir corriente, aunque no dejaba de atraerme la propuesta.
Pero a pesar de negarme, dos de ellos ya habían sacado su verga, no muy flácidas, que, en lugar de horrorizarme, me quedé estupefacta observándolas, sintiendo humedecerme, sin poder contener mi exaltación.
Que si bien, traté de disimular, fue evidente para los chicos que me impactaron, invitándome a sentarme cerca de ellos, en los bancos, que, como un zombi, me acerqué, como atraída, acelerándose mis palpitaciones.
Cuando me di cuenta, Ariel que estaba sentado a mi lado había puesto mi mano sobre su sexo erecto que también lo había liberado. Mi primera reacción fue retirar la mano, y levantarme, pero guiada por una fuerza extraña, se lo volví a tomar y lo empuñé para sentirlo.
“Le gusta Señorita?» Sin saber que hacer quité nuevamente mi mano, pero la volvió a tomar para apoyarla sobre su verga, acariciando mi rostro, diciéndome:
“Tranquila maestra, no se intimide “Que sin decir nada comencé a acariciarlo, notando que iba adquiriendo determinada rigidez, diciéndome:
“En esta clase, todos aprenderemos algo, ¿no cree? Debería repetirse” Apenas le sonreí, cuando quedé completamente atónita, cuando los chicos quedaron todos sin ropa, que inútilmente, trataba de detenerlos, la situación se me escapaba de las manos, cuando uno de ellos dice:
«Maestra, queremos aprender a tener relaciones sexuales»
«Es que eso no me corresponde, además nunca lo hice» contesté estúpidamente, sin saber qué hacer, mientras observaba, bastante alterada, como el último de los chicos se desnudaba.
Desde ese momento la situación se puso muy candente, dejando de usar la cabeza, llevándome por mis impulsos, donde a pesar de tener previsto, que no me tocasen, comenzó un intercambio de caricias, donde me fui sumando a ellos.
“Nosotros tampoco, pero aprendamos entre todos” Repitió Jorge
Mi cabeza giraba a mil, sin saber qué hacer, tenía algo de miedo, pero a su vez estaba excitada, aunque confiaba en que no, me hiciesen daño, tampoco tenía, la fuerza de escaparme, estaba como paralizada, continuando los roces y voces, en un estado de letargo, sin llegar a comprender que me estaba sucediendo. Ese contacto con esos jóvenes cuerpos, esa vitalidad, donde sus penes denotaban su estado de excitación, me alteraba segundo a segundo, sin saber cómo continuar.
Cuando no se bien en que momento, aparecía sentada sobre la mesa, con tres de ellos, estando con mis piernas cruzadas, Ariel que estaba, por atrás acercó su cara a la mía y con una mirada tierna me dijo:
«Maestra Virginia, desde que la conocí he tenido deseos de besarla.», tomando mi rostro para girarlo, pegando sus labios con los míos, cerré los ojos y no dije nada, su boca estaba tibia, comenzó a besarme despacio, después introdujo su lengua que trató de enroscar con la mía, los besos se hicieron más intensos, me sentí como atrapada por él, cuando me rodea con sus brazos.
Me fui entregando a este chico, que su calidez y ternura me apresaron, mientras el resto de los muchachitos no perdían su tiempo, sentí inmediatamente como por encima de mi ropa me estaban acariciando los pechos y las piernas.
Era una situación caótica, onírica, irracional y confusa, llena de una sexualidad incontenible, yo tan recatada estaba entregándome a los juegos de estos adolescentes, cuando deshacen mi cruce de piernas y mientras seguía con los ojos cerrados, recibiendo los besos de Ariel, pudiendo detectar más de cuatro manos, meterse bajo mi falda, produciéndome cosquillas, pero a su vez una fuerte excitación, alterándome al rozar mis nalgas y palpar mi sexo, atinando solo a intentar cerrar mis piernas, cuando me quitan los zapatos, diciendo uno de ellos:
«Le quitamos las medias”
“No, que la hace más sensual” Mientras Ariel no paraba de besarme, metiendo su lengua hasta contactarse con la mía, oyendo lo que decían, recordé una foto de una chica que estaba con unas medias largas solamente, que la hacían muy sexy. Cuando dejo de besar a Ariel, al sentir, que trataban de quitar mis polleras, les digo:
“Por favor chicos, basta” Pero Ariel, volvió a besarme, queriendo distraerme, llegando a cerrar mis piernas, como intentando protegerme, pero entre los besos y aspirar a luchar contra cuatro más, me era imposible, así que ya resignada a lo que venía, termine levantando mis posaderas, mientras iban deslizando mi falda. A lo que Ariel, sin dejar de besarme, metió su mano bajo mi blusa, desplazando el corpiño para oprimir mi pezón, gimiendo ante ese dolor, lleno de un salvajismo excitante.
Al carecer de mi ropa íntima, volví a cerrarlas, cuando uno de ellos toma fuertemente mis rodillas para separarlas. Diciendo:
“Tranquila, no le haremos daño, maestra” Mientras abría más mis muslos, para observar mi sexo, sumado a la mirada curiosa de sus compañeros, el chico se hinco ante mí y nuevamente manoseo mis piernas, después de eso se puso a lamerme la entrepierna, subiendo poco a poco hasta llegar a mi ingle, aumentándose mi excitación, teniendo una sensación espectacular al sentir su violenta respiración junto a mi sexo, esa impresión, aumentó, cuando comenzó a succionar la cara interna de mis muslos. Nunca había experimentado algo así, su lengua era caliente y tenía una textura que me estremecía.
Me fui entregando y relajando disfrutando de ese sexo oral, cuando comenzaron a quitar mi blusa y sostén, donde mis tetas se agitaban al ritmo de mi entrecortada respiración. Cuando mi cuerpo comenzó a humedecerse por las babas de estos chicos, donde mi exaltación iba en un aumento constante, después de tan acaloradas y apasionantes lamidas, acabe acostada en el escritorio, realmente abatida, suponiendo que ya estaba todo finalizado. Pero, solo estaba mis largas medias, y mis piernas bien separadas, como una doncella en el “altar” del sacrificio, similar a una ceremonia pagana.
“Maestra, su cuerpo tan blanco, tiene una sensualidad especial, lo vamos a convertir en el Templo del Amor” A pesar de la situación, me causaban gracia sus palabras, realmente me sentía alagada, pero ciertamente tenía una lucha interna, en la que pesaba de sobremanera el “pecado”, lo “prohibido” y la “moral”
Mis pezones eran succionados sin respiro, estirándolos deliberadamente, donde el dolor y la excitación se fusionaban. Mi cuerpo era sometido sin descanso, llegando a arquearme y gimiendo ante ese ímpetu acosador de mis alumnos, viendo como esos chicos se deleitaban con la sensualidad de mi cuerpo, acariciándome suavemente en algunos momentos, sin dejar esa mirada lasciva, de deseo.
Que, como desesperadas sanguijuelas, chupaban, lamian, y hasta mordisqueaban mi desprotegida piel. De a poco fue todo rotando, donde cada uno tenía su forma de besar o chupar mis partes sensibles, entrando en esa vorágine terminando disfrutando de ese acoso insaciable, llevándome a orgasmos intensos y prolongados.
Durante un buen periodo de tiempo, permanecí recibiendo esa serie de caricias y lamidas, percibiendo esas bocas y manos apoderarse de mi cuerpo inerte, comenzando a disfrutar algo que nunca había llegado a imaginar, reiterando mis convulsiones.
Terminando, sumando a ellos, besándolos, sintiendo su lengua introducirse en mi boca, mientras otros succionaban mis pezones, o lamian mi alterada vagina, llevándome a un estado de catalepsia. Donde mi respiración entrecortada se iba acrecentando segundo a segundo.
Cuando el dedo de alguno de ellos, acariciaba mi clítoris, contrayendo los dedos de mis pies, mientras mis manos oprimían el borde de la mesa, gimiendo de manera incontenible, arqueando mi cuerpo, envuelto en temblores y convulsiones.
Sentí como una especie de morbosidad, al pensar que estos pendejitos, llegarían a desvirgarme, cuando toda mi vida, creía que mi flamante esposo lo haría, pero el destino cambio mi sueño, comenzando a llegar a disfrutar, con este avasallante momento.
Hasta que me desplazaron, quedando mi cabeza colgando en el extremo del escritorio, mientras no paraban de devorar mi cuerpo, llevándome a unos orgasmos indescriptibles, donde cada convulsión parecía ser una evacuación. Estaba como en una nube, donde me manejaban a su antojo, dejándome llevar en esa orgia incontrolable, preparándome, sin duda alguna, para el postre final.
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