Despertar de una Z00misa
Ahora eran esclavas para dar placer a los demás..
Se despertó confusa. No recordaba donde estaba ni qué hacía alli. Intentó moverse y se dió cuenta que no podía, estaba atada con unas correas en una especie de camilla.
Sobre ella unas luces que la deslumbraban y no la dejaban ver bien el resto de la sala en la que se encontraba. Distinguía unos monitores al lado de la camilla y una mesa con lo que parecía instrumental de algún tipo. También parece que tenía algún tipo de suero inyectado en el brazo.
¿Que estoy haciendo aquí? Pensó. Parece que no era capaz de hablar.
Entonces oyó pasos que se acercaban. Una puerta se abrió y entraron dos hombres con bata blanca.
– …casi completado, todo sigue los plazos marcados. – Conversaban entre ellos.
– Nos están pidiendo resultados ya, necesitan pasar a la siguiente fase del tratamiento.
Se acercaron a ella, ignorando que estaba despierta y le cambiaron la bolsa del suero.
– No se preocupe, estará lista a tiempo, la fase 2 podrá comenzar en un par…
Sus ojos comenzaron a cerrarse.
Comenzó a tener sueños extraños. Eran completamente distintos unos de otros. En unos, era un hombre un distinguido empresario, en una vida acomodada y casado con una mujer de bandera. Eran sueños tranquilos, felices. En otros, era ella misma. Pero esos sueños no tenían nada que ver con los del hombre. En ellos siempre se encontraba en situaciones de alto contenido sexual, cuando no estaba follando directamente.
Iba recuperando la consciencia de vez en cuando, pero sus periodos de lucidez no duraban mucho. Al poco tiempo aparecía alguien para cambiarle la bolsa de suero y volvía a dormirse inmediatamente. En cuanto perdía la consciencia, los sueños se producían de nuevo.
Volvía a ser el hombre, veía que intentaba huir asustado mientras unos hombres le asaltaban. Una mujer iba con ellos.
– ¡Tu mujer o tu hermana!
Parecía que le gritaba.
– M-Mi mujer. – Contestaba él.
Entonces volvía a ser ella.
Estaba moviendose a cuatro patas. Estaba desnuda y alguien tiraba de ella con una correa que llevaba atada al cuello a través de un collar. La llevaba a través de un pasillo hasta una sala llena de gente. Había hombres y mujeres, todos vestidos, de pié, mirandola.
– Aquí la tienen. Preparada para la sesión de hoy.
Entonces el mundo se desvanecía en una nube de pollas que tenía que tragarse, coños que tenía que lamer, semen que la cubría entera, y placer, mucho placer.
No sabía cuanto tiempo llevaba allí, sólo sabía que cada vez que se despertaba la volvían a dormir, y que aquellos sueños tenían que tener algún sentido…
Poco a poco, los sueños del hombre iban siendo cada vez menos frecuentes, y sus horas de vigilia las ocupaban los sueños de mujer.
En ellos, siempre estaba envuelta en orgías, con hombres y mujeres, la follaban, la humillaban, pero siempre acababa corriendose como una perra. Se sentía bien con esos sueños, la hacían sentirse en paz consigo misma.
La siguiente vez que se despertó, una mujer iba con los hombre. Le resultaba familiar pero no sabía porque.
– ¿Cómo va el acondicionamiento? – Preguntaba la mujer.
– Excelente. Casi ha olvidado todo lo concerniente a su antigua vida. La aceptación de su nueva personalidad es total y le falta poco para asimilarla por completo.
– Estupendo. Es hora de pasarla a la siguiente sala.
Cambiaron de nuevo la bolsa de suero y entre brumas, vió como empezaban a trasladarla a algún nuevo lugar.
Otra vez era el hombre. Estaba hablando con una joven.
– Entonces, ¿Sólo con darles a mi mujer se acabarán todas mis deudas?
– Exacto. Nuestra corporación es generosa y accede a no tener represalias con usted si nos entrega a su esposa. Si está de acuerdo, comenzaremos a trazar el plan de actuación.
– Estoy de acuerdo.
Era de nuevo la mujer. Estaba follando con un hombre. Bueno, más bien el hombre la estaba follando a ella. Estaba de rodillas con la cara en el suelo y el culo en pompa mientras un hombre de color la penetraba el coño con violencia. No podía pensar, el placer que estaba recibiendo era inmenso.
Unos instantes después, alguien levantaba su cabeza tirandola del pelo y la ofrecía una nueva polla para chupar. Sin dudarlo, se la metió en la boca. El mete saca violento por delante y por detrás era brutal. Estaban acompasados, la penetraban los dos a la par mientras ella no podía aguantar de puro extasis.
Volvió a despertarse. Esta vez estaba más lucida.
Se encontraba sentada en una especie de sillón. Tenía un ballgag en la boca y dos vibradores la penetraban el culo y el coño.
Delante suya, tenía varias pantallas en las que una mujer que se parecía mucho a ella, era dominada por distintas personas. En una pantalla era follada por varios hombres, en otra, una mujer sentada sobre su cara la obligaba a lamerle el ano. Incluso había una en la que a cuatro patas estaba recibiendo las embestidas de un perro, y parecía que estaba disfrutando.
Los vibradores que tenía insertados la tenían en un estado de calentura intensa pero, cuando iba a correrse, se apagaban. Parece que quien quiera que la tuviese allí, no quería permitir que se corriera.
Así pasaron varios días en los que los sueños se alternaban con sesiones de imagenes con ella de protagonista. Todo lo que veía era sexo. Por todas partes. El único descanso que tenía era cuando soñaba con el hombre, y cada vez era menos frecuente.
La siguiente vez que entró la mujer a la sala, se dirigió directamente a ella.
– ¿Que tal vas putita? Ya eres practicamente nuestra…
Ella la miró sin saber exactamente a qué se refería.
– Debes estar muy caliente… ¿Quieres correrte?
Comenzó a asentir con la cabeza, NECESITABA correrse.
– Entonces, chúpale la polla a mis compañeros y trágate su lefa. Si lo haces bien y les dejas complacidos, te permitiré correrte.
Ni siquiera se lo pensó. Se levantó, dandose cuenta de que desde que la pusieron en la nueva sala, en ningún momento había estado atada y se dirigió como un rayo al primer hombre.
Agarró su polla con avidez, tragándosela entera, comenzando una mamada profunda, sin pausa. Se la metía entera y se la sacaba entera. No recordaba haber hecho nunca una mamada, pero no sabía porqué, parece que le salía natural. a los pocos minutos, el primer hombre se derramó sobre su boca.
El segundo hombre no la dejó hacer lo mismo. En este caso fué él el que la aggaró de la cabeza y empezó a follarse su boca con violencia. No sabía como podía resistir sin vomitar, pero ahí estaba, recibiendo entera la polla de aquél hombre hasta que éste se corrió sobre su cara. Diligente, comenzó a recoger con sus dedos el jugo de aquella polla y a llevarselo a la boca.
El tercer y último hombre era más relajado. Al igual que el primero, éste la permitió llevar ella el ritmo pero cuando llegó la hora de correrse, la agarró del pelo apartádo su cara y se corrió en el suelo.
Sin razonar y debido a que si quería su orgasmo tenía que tragarselo todo, comenzó a lamer el suelo allí donde se habíacorrido el hombre hasta dejarlo reluciente.
Cuando acabó se acercó a la mujer.
– Muy bien perrita. – Dijo ésta. – Te has merecido tu premio.
Pulsando un botón, una puerta se abrió. En ella había una mujer rubia, de rodillas con las manos a la espalda.
– ¡Silvia! Esta señorita se ha ganado su premio, ven aquí y cómele el coño hasta que se corra.
La mujer se acercó gateando hasta ella. Llevaba un collar de perro al cuello con una chapita de identificación, pero no alcanzó a ver lo que ponía. Tampoco le importaba. Se tumbó en el suelo de inmediato y se abrío de piernas para darle acceso a su coño. Estaba ansiosa por correrse.
Cuando aquella mujer comenzó a juguetear con su coño, no aguantó mucho, corriendose en su boca hasta tres veces.
– Ya es suficiente.
Al decir esas palabras, la chica con el collar de perro paró y volvió a cuatro patas a su rincón, quedándose allí.
– Ya casi estás preparada Irina. – Dijo, dirigiendose a ella. – Mañana tu acondicionamiento habrá terminado. No volverás a recordar nada de tu antigua vida y te dedicarás en cuerpo y alma a nosotros.
¿Irina? ¿Ese era su nombre? No lo recordaba…
Volvieron a colocarla en el sillón, con sus vibradores y sus pantallas y al poco tiempo volvió a dormir.
Esta vez, su sueño se centró exclusivamente en el hombre. La extraño porque hacía tiempo que no soñaba con él.
Estaba llegando a su casa, después de un viaje de empresa y estaba nervioso. Su plan había funcionado y hoy era el último día. No sabía si le dejarían disfrutar de su esposa antes de llevarsela, pero por lo menos le dejarían verla.
Eso le ponía cachondo. Imaginarse a su esposa como una esclava…
Cuando llegó a su casa vió a su esposa y quedó extasiado. Estaba amordazada y atada. Desnuda. Su polla se puso dura al momento. Se acercó a ella y comenzó a decirle algo que no llegaba a entender.
Poco después, Ivette, por detrás, le dió un pinchazo en el cuello y quedó totalmente inconsciente.
Irina se despertó.
Esta vez no estaba en el sofá. Tampoco estaba desnuda. Llevaba un conjunto de lencería sexy con unos tacones altísimos. Llevó las manos a su cuello sólo para notar como, al igual que la otra mujer, llevaba un collar de perro con una chapita.
Se dió cuenta que había un espejo en la sala y, de repente, cayó en la cuenta de que no se acordaba de su aspecto físico. Sabía que la mujer de los videos y los sueños era ella por alguna extraña razón, pero no lograba recordarse.
Cuando estuvo frente al espejo se quedó asombrada. el conjunto de lencería que llevaba, los tacones y el collar hacían una estampa impresionante. Se acercó para intentar ver lo que ponía en la chapita.
Irina
PET GIRL
Propiedad de XC
Leyó.
No sabía que significaba y le daba un poco igual. Al verse en el espejo, se dió cuenta de que algo le asomaba por detrás. Se dió la vuelta y vió que llevaba una cola de animal… Parecía que le habían metido un plug anal que llevaba una cola de zorra colgando. No se molestó en quitárselo, no la desagradaba.
Entonces la puerta se abrió.
La mujer que había estado en su sala varias veces entró y se acercó a ella.
– ¿Ya estás despierta perrita? Bien. Tu condicionamiento ha terminado, ya estás preparada para tu nueva vida. Ahora me acompañarás a la presentación delante de la directiva de la compañía y les demostrarás todo lo que has aprendido.
Irina no sabía qué contestar a eso. La mujer se acercó y le enganchó una correa en el collar.
– A cuatro patas esclava. De ahora en adelante te desplazarás así a no ser que se te diga lo contrario.
Irina obedeció sin rechistar. La mujer la sacó de la habitación y la condujo a través de un largo pasillo. Irina no tenía ni idea de a donde la llevaba, pero ni siquiera se le pasaba por la cabeza la idea de desobedecer.
Cuando la mujer se paró frente a una puerta, Irina se sentó sobre sus rodillas, a su lado.
Ha respondido perfectamente al condicionamiento… Pensó la mujer.
Cruzaron la puerta.
Una sala amplia apareció ante ellas. Y no estaba vacía. Un montón de hombres y mujeres estaba en ella, sentados en sillas, esperándoles. La imagen del sueño que tuvo Irina hace unos días cruzó su mente… Y su coño comenzó a humedecerse… Pero había una diferencia. En un centro de la sala, había un estrado y, a un lado de éste, la mujer que hizo que se corriera se encontraba de rodillas, mirando al suelo.
Avanzaron hasta ese estrado e Irina se quedó arrodillada a un lado. La mujer que la llevaba comenzó a hablar.
– Buenas noches. Me alegra veros a todos aquí y espero que salgan satisfechos de lo que vean.
– Después de la espera por fin hemos visto resultados con nuestras nuevas técnicas, por un lado está Silvia. Dijo señalando a la otra mujer. – Era una mujer que no hacía absolutamente nada que no fuese preocuparse por sí misma hasta que la hicimos ver la luz…
– Por otro lado el hombre que una vez intentó traicionarnos, ya no es tal. Gracias a las nanomáquinas y al condicionamiento ahora es una nueva perrita dispuesta a servir a todos nuestros propósitos. Su transformación es completa. No hay rastro de que alguna vez fuese un hombre. Las nanomáquinas rehacen en ADN del individuo y lo modifican a nuestro antojo.
– Además, durante la transformación, se ha bombardeado al objetivo con imagenes, videos, sonidos, sueños y recuerdos nuevos para moldear su nueva personalidad.
– Esta nueva técnica supone un avance espectacular que facilitará nuestras nuevos encargos.
– Y ahora, para que vean las nuevas habilidades de nuestras nuevas perras les van a dar un pequeño espectáculo y después, podrán disfrutar de ellas a su antojo.
Diciendo esto chascó los dedos y Silvia comenzó a gatear hasta Irina. Cuando se fijó bien, vió que llevaba entre las piernas un arnés con una enorme polla de plástico. Su sola visión hizo que su entrepierna se estremeciese.
Al llegar a su lado se puso en pie y, dirigiendo la polla con su mano, la acercó a la boca de Irina. Sin que nadie le dijese nada ya sabía lo que había que hacer. Comenzó a lamer el falo, como si fuese de verdad, jugueteando con él, recorriendolo con la lengua. Imaginandose que de un momento a otro esa polla le iba a llenar la boca de leche.
Mientras mamaba, le llegó el inconfundible olor de humedad que producía el coño de Silvia. No sabía porqué le resultaba tan familiar, como si ya lo hubiese olido más veces…
Unos momentos después, Silvia, agarrándo la cabeza de Irina, comenzó a follarla violentamente la boca, metiéndole la polla hasta la garganta. A Irina, lejos de disgustarle, ese trato la gustaba, le encantaba que la forzasen.
Silvia apartó la polla de la boca de Irina y, tirando de la correa la obligó a ponerse de rodillas, con el culo en pompa, mostrándoselo al público de la sala.
Irina, sintiendose observada, se separó las nalgas para mostrar a la gente lo cachonda que estaba. Entonces, con su objetivo a punto, Silvia introdujo el enorme consolador de un golpe dentro del culo de la chica, que dejó escapar un grito de sorpresa.
Esta vez no hubo suavidad en ningún momento. La enculada fue violenta desde el primer momento. Los jadeos de Irina se confundían con los de Silvia, debía tener un consolador en la parte interior del arnés, pensó Irina.
A Irina le estaba volviendo loca la sodimización. Entre el placer que le daba y el tiempo de abstinencia sexual que sufría se estaba volviendo loca. Cuando estaba a punto de correrse, la maestra de ceremonias detuvo a Silvia, que inmediatamente sacó el falo del culo de Irina con un sonoro PLOP.
– Ya basta. Habéis tenido suficiente follada entre vosotras y es hora que le demostréis a nuestros invitados de que sois capaces de primera mano. Sólo podréis correros si es follandoos a alguno de nuestros invitados y espero que les dejéis satisfechos a todos.
De repente un montón de manos comenzaron a tocar el cuerpo de Irina. Lo que siguió a continuación fue una nube de placer que invadió su cuerpo. Todo el mundo folló cada uno de sus agujeros, con pollas de verdad o con consoladores, tuvo que comer coños y pollas por igual, y se corrió muchísimas veces.
Su cuerpo ni siquiera le respondía. Hacía lo que la gente la obligaba a hacer sin rechistar. De vez en cuando, se cruzaba con Silvia y entonces se montaban un pequeño juego lésbico, o le limpiaba el semen que recorría su cuerpo con la lengua.
Apartada de todo, Ivette, la maestra de ceremonias, sonreía satisfecha. Su trabajo había sido impecable. Esas dos perras habían sellado su destino sin poder hacer nada por evitarlo.
Ahora eran esclavas para dar placer a los demás.
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