Después del bar de la perversión
Esta vez con una niña más pequeña.
Después del incidente del bar Ricardo y yo no volvimos a ser los mismos. Teníamos una sed malsana de consumir cuerpecitos con nuestras pollas. Un día nos pusimos a tomar unas cervezas en su casa, y él estaba muy nervioso. Me había llamado unos momentos antes muy agitado pidiéndome de ir a ayudarle. Al llegar le relajé y nos puse unas cervezas sin preguntar, cogiéndoselas de la nevera.
-¿Qué pasa, Richard? Tranquilízate.
-La he cagado, José, la he cagado totalmente.
Tengo poca paciencia y le calmé con un bofetón en la cara.
-Mira, si no me dices que pasa, no puedo ayudarte. ¿has dejado embarazada a alguna o que?
La pregunta no era inocente, ya habíamos hablado estos días anteriores en tener alguna hija para violarla por turnos y juntos.
-No hombre, es que verás… Sabes que mi hermana Diana tiene dos hijos…
-¡No habrás sido capaz!
-Cállate joder, no ayudas nada. Me los ha dejado esta mañana para cuidarlos y… no he podido resistirme, joder.
-Pero tiene dos años, no le habrás podido hacer mucho.
-Ese es el problema. Le he roto el culo, tío. Me la he acabado follando duro y la he dejado sangrando… Le paré la sangre pero Diana se va a dar cuenta en cuanto la cambie… Y no es lo peor.
-¿Qué no es lo peor que hayas violado a tu sobrina de dos años dejándole el culo roto?
Quería repetir esas palabras, recapitular. Obviamente estaba muy preocupado por mi amigo, no era una tema bonito y había un riesgo real de que se hubiera jodido la vida del todo. Pero eso no quitaba con que tuviera la polla durísima de lo que acababa de escuchar. Imaginarme a mi amigo con un cría tan pequeña…
-No… Ángel me ha pillado.
-No me jodas.
-Mira, le dije que le ponía una porno en el ordenador mientras yo trabajaba para que me dejara tranquilo, le chantajeé con eso… no… no había tocado nunca el tema del porno con él o si se tocaba o no. Tiene ya doce años así que le dije que no diría nada. Pero el cabrón debió oír los llantos de Sandra y vino a ver que pasaba. La tenía sentada encima de mí, llorando, mientras intentaba meterle algo más que la punta.
-Y ¿qué hizo?
-Se quedó mudo, le vi y quitándome a la niña de encima fui a hablar con él. Yo creo que no dirá nada pero que liada…
-Ya, además te jodió el polvo.
-Bueno… después de hablar con él, le dejé en mi ordenador y volví a acabar el asunto. Ahí fue cuando la cagué y me pasé de bruto.
Yo estaba cachondísimo oyendo todo eso. Debía pensar como ayudar a mi amigo pero solo quería rematar a esa putilla.
-Vale, vale… Vamos a visitar a tu hermana.
-¿Para qué?
-Pues para que no vea el ojete lefado de su hija.
-Joder… la he cagado.
-Nos buscamos cualquier excusa para la visita y vamos. Hablamos con tu sobrino, miramos a tu sobrina, y… y no sé. Ya se nos ocurrirá algo.
Iba sin plan. Ricardo la había cagado y no parecía que hubiera una salida fácil. Aproveché para llevar lubricante sexual entro otras cosas como alguna toalla, por si salía bien todo el asunto.
Fuimos a la casa de Diana, ella estaba tan tranquila haciendo sus cosas cuando llamamos a la puerta. Por su cara supimos que no se había enterado, pero Ricardo empezó a sudar y a ponerse blanco nada más entrar en la casa.
-¡Diana, cuanto tiempo, querida!
Entramos y nos pusimos a hablar con ella. Yo no eludí el tema y pregunté por sus hijos, ella estaba relajada y contenta, cosa que alivió a Ricardo, pero seguía blanco y con sudor. La situación era demasiado extraña, ya que con su hermana había hablado en contadas ocasiones y ahora yo estaba manejando toda la situación en su propia casa. Intenté hacer participe a Ricardo en la conversación para que se terminara de relajarse.
-Hemos venido por Ángel ¿Verdad, Ricardo? -Ricardo palideció aun más.- Verás, esta mañana, en casa de Ricardo, él ha pillado a Ángel viendo… bueno, pornografia.
Diana se sorprendió, pero Ricardo más, me miraba con odio, como si le hubiera delatado. Estaba improvisando totalmente y podría mandar al traste toda la vida de mi amigo, pero fue lo único que se me ocurrió. Le conté una mentira a Diana, que era psicólogo, que podía hablar con él para que no fuera a más ese incidente. Ricardo volvió a relajarse, aunque seguía sin hablar. Con esta historia pude explicar el porqué del nerviosismo de mi amigo y ver a su sobrino a solas, ya que Diana era viuda y no iba a hablar ella sobre esos temas con el chico.
Así que pregunté donde estaba la habitación de Ángel y allá que fui. No estaba preparado para lo que ví al abrir la puerta.
Ángel era un chico de 12 años bastante pequeño, poca cosa, delgadito. Con el pelo moreno, un poco largo, y gafas. Estaba de rodillas penetrando a su hermana de dos años, completamente desnudo. Empujaba torpemente, hasta chocar su cadera con la cría. Me miró con miedo. Yo rápidamente cerré la puerta tras de mi y le dije que continuara, que no pasaba nada. Puse el seguro a la puerta. La niña era mucho más pequeña de lo que pensaba, tenia en la boca un peluche, mordiéndolo, y estaba a cuatro patas, encima de la almohada de su hermano para que la altura fuera la indicada. El crío perdió la erección y me dijo que no podía seguir, que lo sentía mucho. Estaba al borde del llanto. Su polla era bastante pequeña y apenas tenía pelos, se le veía más pequeño que doce años pero sin duda por lo que había visto antes ya era todo un adolescente. Recordé al Fermín e intenté imitarle. Me acerqué al chaval como si nada pasara.
-Tranquilo, hombre, jeje, a todos los hombres nos pasa con los nervios… ¿Me dejas a tu chavala? Te puedo enseñar algunos trucos, ¿qué me dices?.
Por fin tenía a mi victima a unos palmos de mi, me senté en la cama al lado de Ángel, que seguía temblando con su polla flácida y un poco manchada de sangre. Y delante de nosotros el culito de la nena. Un culo abierto, palpitante, sangrando. Un culo violado por dos veces el mismo día cuando se había levantado (que yo supiera) virgen.
-¿Es la primera vez que te la follas, chaval? – pregunté mientras agarraba esos pequeños glúteos, mucho más pequeños que los de la otra niña. -Si que la has abierto el culito, pareces experto.
-Sí… esta mañana yo…
Le miré a la cara.
-Tu, ¿qué?
-Nada, señor.
Me gustó que me llamara señor, había cumplido bien mi papel de macho alfa. La niña no se movía, aterrorizada y el chico se había sentado en la cama, aún mirando el culo de su hermana pequeñísima.
-Dime, chaval ¿Se lo has comido?
-¿Comido? Está sangrando…
-Sólo un poco.
No me resistí a acercar mi boca a ese culo usado y sacar la lengua, dando un gran lengüetazo como si fuera un perro, que cubrió todo su ano. Sabía un poco metálico por la sangre, y estaba húmedo y caliente. Mi polla ya palpitaba dentro de mis pantalones. Puse mi lengua dura y me abrí paso con ella en ese culito de dos años. Seguía sorprendido del pequeño tamaño de todo su culo. Ricardo se la había follado esta mañana y él tiene la polla bastante más grande que yo. Notaba como la niña intentaba cerrar su culito y me apretaba la lengua. Era volver al paraíso de nuevo. Me alejé para ver mi trabajo. Un culito reluciente y debajo una pequeña raja, sin abrir, totalmente pura. Era la primera vez que estaba tan cerca del coño virgen de una nena (recordar que la otra era una buena perra aún a tan corta edad). Miré a mi compinche, que seguía flácido, quería hacerle partícipe.
-Dime ¿Le has comido el coñito al menos?
El negó con la cabeza, sin duda estaba alucinando con lo que sucedía delante de sus narices. Cogí a la cría, que pesaría unos 12 kilos o menos y la di la vuelta. Seguía con su mandíbula apretando el peluche. Su carita llorona me excitó aun mas. Seguía sin ser plenamente consciente de lo pequeña que era mi nueva zorrita. Su coño era diminuto a simple vista una sola línea entre sus piernas. su cuerpo temblaba y con mis manos podía abarcar casi la totalidad de su contorno. Me imaginaba que para Ángel yo debía ser tan gordo como lo era Fermín para mí, y que sería la primera vez que veía a un hombre follar en vivo, debía adoptar el papel de maestro a ese joven que hacía breves momentos estaba violando a su hermanita y acabar lo que Ricardo había empezado, pervertirle. Así que abrí suavemente los labios del coñito de Sandra. Ahí estaba su pequeño clítoris, y un pequeño orificio.
-¿Has visto chaval, que delicia?
-Es muy diferente a los que he visto en videos.
-Mira como se come un coñito.
Me acerqué al clítoris y empecé a lamerlo muy suavemente, notaba que tenía prisa ya que la madre de los chicos podía llamar a la puerta en cualquier momento, aunque ello me excitaba muchísimo más. Una parte de mi lamentaba haberle cerrado con seguro la puerta, porque daría lo que fuera por que la madre me pillara violando a su cría. Aparté esos pensamientos para relajarme con ese coñito. Empecé a presionar con un dedo su culito, que se notaba usado, aún cuando era tan estrecho que dudaba incluso que la pollita de su hermano pudiera entrar, como ya había hecho hace apenas unos momentos. Al chaval se le empezaba a poner dura de nuevo. Un chavalín viendo como un pervertido le come el coño a su hermanita mientras se le pone dura era demasiado para mí, así que procedí a sacármela para hacerme una buena paja mientras disfrutaba de mi nueva muñeca. Mi lengua ya no se limitaba a su pequeño clítoris sino que separaba los labios de todo su coño, ya que lo abarcaba todo. Era un coño tremendamente pequeño y solo podía imaginar la polla de Fermín destrozándolo. Me aparté de la cría y el chaval se estaba haciendo una paja, no despegaba la vista del coño de su hermana. La volví a dar la vuelta, poniéndola a cuatro patas, como estaba antes.
-Fóllatela, que lo vea.
El chico se enderezó nuevamente poniéndose de rodillas, detrás de su hermanita. Su polla no pasaría de los 10 centímetros y era finita, pero estaba durísima, sin duda andaba muy cachondo. Puso su polla en el ano de su hermana y apretó de forma torpe, no había puesto saliva ni en su sexo ni en su hermana. Todo estaba seco, pero no le detuve. Quería ver como se desenvolvía. Viendo que no se la metía, echó la cadera un poco par atrás y con la mano guió su polla al agujero, apretando de nuevo. La niña empezó a quejarse, moviéndose. Los gritos los amortiguaba el peluche que mordía, y su hermanito la sujeto bien fuerte, dejándola a su disposición para un tercer empujón con el que empezó a penetrarla. Una vez dentro metía toda su pollita dentro. Le debía estar haciendo daño de lo estrecho del culo de su hermanita. Quería verlo mejor así que me puse al lado de la cría y me puse a sujetarle el culito. Su pene ya volvía a estar manchado de sangre pero a él no le importaba. Su cara sudaba y se le notaba luchar contra el orgasmo. Se relajó y empezó a follarse a su hermana, mirándome a la cara. Yo mientras le susurraba que violase a su hermana, que se la metiera toda, creando un lazo de morbo que sería difícil de romper, como ya descubrí con Fermín. El chico aceleró el movimiento de sus caderas y cuando le di permiso se corrió dentro de la cría. La segunda vez que a la pequeña la preñaban. Estaba llorando. Me guarde la polla y mandé a Ángel que se vistiera. Saqué la toalla y el lubricante. No iba a violar a la niña pero si a sacarla todo el semen que pudiera. Mientras limpiaba a la cría y la adecentaba le conté a Ángel todo, porqué estaba ahí y el papel que debía cumplir si quería seguir usando a su hermanita. Salimos juntos de su cuarto, dejando a la niña durmiendo.
Ricardo estaba en el salón hablando con su hermana. La conversación se centraba en el pálido color de Ricardo.
-Bueno, este hombretón ya sabe todo lo que tiene que saber.
Diana se sonrojó, y Ricardo me miró como si hubiera matado a su gato. Nos despedimos de la hermana y, en el coche de Ricardo, le conté todo.
-Así ya tenemos a quien echarle el muerto si tu hermana sospecha algo.
-¿Pero que te has tirado a mi sobrina?
-No, no, yo solo me la comí un poco.
Riéndome, entré en su casa de nuevo. Pasaron las semanas, y no teníamos noticias de Diana. Ricardo veía a sus sobrinos con normalidad, solo que sabiendo que su sobrino era un pervertido y todo volvió a la normalidad.
Un día estábamos en su casa, cuando llamaron a la puerta. Era Diana con sus hijos, el pequeño chaval, que la ropa le venía grande y la pequeña princesa de la casa. Tenía una urgencia en el trabajo así que le había traído a sus hijos para que su tío cuidara de ellos. ángel y yo nos saludamos efusivamente mientras su madre se iba. Otra vez tenía la oportunidad de hacerle una follada en grupo a una cría y esta vez no iba a dejarme nada dentro.
Los chicos estaban viendo la tele mientras Ricardo y yo estábamos en la cocina preparando la merienda.
-Me la voy a comer entera a tu sobrina.
-Jose, para.
-Venga, hombre. Después de ver como su hermano la violaba…
-Nos vamos a meter en un problema.
No insistí, pues estaba pensando en otras herramientas para llegar a mi objetivo.
Hicimos sándwiches y volvimos al salón, Sandra estaba en el suelo delante de la tele y Andrés en el sofá. Nos sentamos junto al chico dándoles la merienda. Era una SmartTV lo que había en el salón así que aprovechando que Ricardo se había ido al baño, cogí el mando.
-Bueno, chicos, voy a poner una peli que quería ver hace tiempo ¿No os importa no?
El sobrino de mi amigo estaba ocupado viendo el móvil y la niña distraída, así que me metí en el navegador a poner una película porno. Una sobre unas estudiantes en un internado. Era una clásica de los noventa, con doblaje al español y todo, cuando se hacía bien el porno. La película empezó con una escena con dos chicas haciéndose las dormidas mientras la tercera, compañera de cuarto se masturbaba. Llamó la atención de Ángel.
-Mira que coño tiene esa puta.-Le susurré.-Ahora que tu hermanita lo tiene mejor por lo que pude ver.
El chaval no dijo nada, su respiración era fuerte y entrecortada. No sabría decir si estaba más nervioso, o más cachondo, pero estaba listo para tirar más de él. La película seguía, y una de las compañeras descubre a la que se anda metiendo los deditos y la empieza a ayudar con su lengua.
Sentado al lado del chico de 12 años, ni corto ni perezoso me saco la polla dura del pantalón para empezar a hacerme una paja viendo la película. Por el rabillo del ojo veo que tengo toda su atención, más bien la atención de él la tiene mi polla.
-Comerse un buen coño es lo mejor que hay. ¿Lo has probado?
Le miro directamente, no sabe si mirarme a la cara o a mi mano moviéndose por mi polla. Niega con la cabeza.
-Pero teniendo a tu hermanita ahí… ¿no le has lamido el coño?
-Es que tengo mucho miedo que me pille mi madre.
Mientras en la tele la chica a la que le comían el coño se corría como una puerca, me acerqué a Ángel y le susurré.
-Bueno, aquí no está tu madre.
Me guardé la polla y fui con la niña.
-¡Cecilia, qué haces en el suelo? Vente al sofá con tu hermano y conmigo.
Levanté a la cría y la puse entre nosotros. La bajé los pantalones y me encontré unos pañales. Me sorprendí… era tan pequeña que seguía en pañales.
-Vaya, ¿Habrá que quitárselos, no?.
Era mi primera vez ante unos pañales, solo esperaba no parecer muy torpe quitándolos y que no estuvieran sucios.
Se me dio mejor de lo que pensaba, y rápidamente estaba apartando el dodotis para ver ese coñito, presumiblemente virgen.
-¿Se la has metido por el coñito ya, Ángel?
Él negó con la cabeza. La pequeña rajita desde luego se veía estrecha, aunque mi lengua ya la había visitado. Me metí el dedo índice en la boca para dejarlo bien húmedo con mi saliva, y empecé a masajear el clítoris de Cecilia mientras miraba a su hermano mayor.
En la tele una nueva escena mostraba como una alumna le pedía al profesor que le subiera la nota, y este le enviaba con el director para escarmentar de su propósito.
-¿Por qué no le lames el coño? ¿Quieres que te enseñe?
-Creo que sé. – Me contestó el chico. Me sorprendió y me alegré de su arrojo.
Puse a la niña echada en el sofa, con la cabeza en mi pierna y con el coño ofreciéndoselo a su hermano mayor. Acerqué de nuevo mis dedos a ese coñito de dos años, y lo abrí lo poco que podía ser, mirando a los ojos a su hermano, que me devolvía la mirada.
-Cómeselo. Le dije.
Se puso de rodillas en el sofá y agachó la cabeza hasta abajo del todo. Su hermana era, desde luego, muy pequeña. El chico sacó la lengua y empezó a recorrer todo el coñito de su hermana pequeña. Movía la lengua de arriba a abajo, haciendo zetas, separando sus labios. Le ponía mucho empeño aunque se le notaba que no conocía demasiado el campo de juego. Me volví a sacar la polla, la imagen del chavalín de 12 años comiéndole el coño a su hermana, 10 años menor era un paraíso en el desierto de nenas en el que estaba sumido, desde ese día en el bar. A la niña la había roto el culo mi amigo y se lo había usado su hermano, pero no sabía muy bien que hacer yo con un cuerpecito tan pequeño. Sabía lo que una niña de 5 era capaz de soportar, pero, ¿cómo se llegaba a ese nivel? Tendría que improvisar. Ángel abrió la boca y se metió toda la vulva en ella, y empezó a sorberla y succionar. La niña empezó a quejarse, al principio de forma débil, pero incrementando la fuerza. Los pequeños sollozos se mezclaban con los gemidos de Ángel, que le había cogido vicio a tener la boca llena del coño de su hermana, no sé muy bien qué le estaba haciendo para que sonase su boca de aquella manera, como pedorretas, pero tenía que acallar a la niña.
Me levanté, bajándome los pantalones y desnudandome entero, mientras veía las primeras lágrimas de la niña brotar mientras su hermano le agarraba fuerte de las piernas para mantenerlas abiertas, con su coño desaparecido dentro de su boca. Su hermano le hacía cada vez más daño así que me arrodillé en el sofá y, sujetando mi polla, se la puse delante de la boca a la niña. Era mi segunda vez con una niña, y esta era la más pequeña con diferencia, pero no fui suave mientras metía mi polla hasta tapar su pequeña garganta. La niña se ahogaba un poco y ya no hacía tanto ruido. Su pequeña boquita no dejaba de temblar y moverse para sacar mi polla. La pequeña soplaba, aspiraba, succionaba, cerraba su garganta, en la primera mamada de su vida. empecé a gemir con ese baile oral solo para mi mientras mis huevos se mojaban con las lágrimas de la niña. Su hermano se separo de su coño, una vulva enrojecida del vacío ejercido por la boca del chaval. Se quedó hipnotizado viendo mi gran cuerpo moverse suavemente encima de la cabeza de la pequeña, cuando Ricardo volvió al salón.
-Joder, es que lo sabía.
Me giré mientras no dejaba de follarme la boquita de la nena, dejándola respirar, muy suavemente, pero tapándole su garganta con la punta de mi polla a cada suave embestida. Mientras miraba a mi amigo le abrí el coñito con dos dedos a la niña.
-Pero hombre, mira como tu sobrino a aprendido a comer coño. – Me dirigí a Ángel. -Sigue lamiéndoselo.
El chico se abalanzó sobre su hermanita de nuevo. Con mis dedos aún en el coño empezó a lamerlo con fuerza. La forma que tenía Ángel de comer coño era apretar su lengua contra el coño de la niña y aspirar con toda su boca. Quería sentir todo su sabor, mis dedos sentían el aire que entraba en su boca, y los labios de la niña vibrando por ello. La boca de niña me apretaba la polla, queriendo morderla, dándome un placer indescriptible. Sus dientes dolían pero no era un bocado completo, había mucho placer en la poca fuerza que aplicaba sobre mi polla que no dejaba de moverse. Con mi polla dentro de su boca entendí que esa niña debía hacerla toda mía. Mi pensamiento no se despegaba de Fermín y de como controlaba todo en esa bendita orgía en el bar, y veía mi oportunidad de desplegar todo lo que aprendí ese día. Quité la mano, muy a mi pesar, del pequeño coñito de dos años, dejando a Ángel disfrutarlo por entero. El chico se separó del coño, donde vimos que lo tenía todo enrojecido del vacía ejercido por su boca. Él solito empezó a sacar su lengua para rozar con la puntita los labios de su hermanita. Tenía los ojos cerrados y su cara de aún niño se veía mucha paz y lujuria. Mis ánimos le habían reconfortado para dejarse llevar.
Mientras agarraba los suaves mofletes de la niña e introducia mi polla todo lo que podía, notando su pequeña nariz en mis ingles, hable con el tío de la niña, mi amigo Ricardo.
-Ya has violado a esta niña, y ahora lo puedes hacer sin que nadie te pille, sin interrupciones, venga…
Saqué mi polla por entero de la boquita de la niña, que cogió aire y empezó a llorar débilmente. Estaba un poco ahogada, con su coñito dolorido, pero abrumada por tanto cuerpo a su alrededor. No debe ser fácil para una niña tener encima de su cabeza un tío de 100 kilos. Volvi a sujetar la cabecita pequeña que había entre mis piernas. Admiré el glande de mi polla, al lado de esa boquita tan pequeña, temblorosa… y empecé a llenarla. Quería metérsela entera, indagar en la pequeña garganta. Al notar la entrada, me giré ligeramente para enfilar mi rabo con su cuerpo, y empecé a hacer presión. Noté como mi glande ocupaba todo el grueso del pequeño túnel de la garganta de la niña, como toda la fuerza de su cuerpo se encargaba de apretarme el glande, intentando expulsarlo. Ricardo me apartó. Había olvidado que la niña debía respirar. Su cara estaba roja y empezó a llorar fuerte. Su hermano se apartó de su coño, un poco asustado.
-No pasa nada, hay que entrenarla, las chicas deben tragarse todo el rabo.
La polla de Ricardo estaba durísima dentro de sus pantalones. Su sobrino vio su bulto, mucho más grande que el mío. Él también tenía su pequeño bultito en su pantalón. Aparte de la bebé, era el único desnudo.
-Vamos a follarnos a esta cría entre los tres, venga, no seáis tímidos. – Miré al chaval, que seguía arrodillado en el sofá, a cuatro patas, a escasos centímetros del coño de la niña.- Venga, Ángel, desnúdate, ponte cómodo.
El niño se levantó del sofá, quitándose la camiseta y, de un golpe, los pantalones y calzoncillos, que tiró, como buen adolescente, al suelo sin preocuparse. su cuerpo era muy delgado, aún de niño, pero su polla dura y unos pocos pelos encima de ella delataban su adolescencia.
-¿Por qué no nos cambiamos los lugares? Yo me le como el coño para que esta putita entre en calor y tu usas su boquita como te vi usar su culito, ¿quieres?
El chaval imitó mi posición anterior mientras yo me arrodillaba en el suelo para servirme ese manjar en bandeja de plata, con sus piernas en mis hombros y su culito suspendido en el aire, dejando solamente su espalda y cabeza apoyadas en el sofá. Me imaginaba como un jabalí hundiendo su hocico buscando bellotas, de aquella manera empecé a comerme el coñito de dos años de la sobrina de mi amigo. El pequeño cuerpo de la niña me dejaba no perder detalle de todo lo que pasaba a mi alrededor mientras suavemente empecé a buscar su clítoris con la lengua. El minúsculo manjar parecía empequeñecerse ante el tamaño adulto de mi boca, pero no por ello fui rudo con él. Como había dicho, teníamos todo el tiempo del mundo y quería dejar seco a ese coñito, que seguía enrojecido por la violencia de su hermano. Me excitaba como mi barba se apoyaba en sus labios hinchados y la niña sufría un espasmo por el dolor de tener sensible toda esa zona. Su pequeña cadera estaba aprendiendo con mi boca como reaccionar ante invitados no deseados, apartándose inútilmente de mi cabeza que la presionaba en toda su entrepierna. No necesitaba mis brazos para inmovilizar a tan pequeña putita, con mi boca podía mantener a ralla sus caderas y sus piernas. Su hermano tenía la cabeza de la niña flexionada hacia un lado para follarle la boca de rodillas. Sus alturas eran más compatibles que las mías y no tenía necesidad de ponerse encima. Metía su pequeña poca entera, y la agitaba dentro fuertemente. Era muy torpe, y eso me excitaba, su brutalidad no era malintencionada, sólo buscaba placer, como todos nosotros. Su tío no le reprochaba nada y empezó a desnudarse a su lado. Cuando se bajó los calzoncillos dejando su polla al aire su sobrino soltó un gemido de satisfacción. Los 16 centímetros de mi amigo le parecían enormes al chico, y más grande se notaba cuando la dejo caer encima de la cara de la niña, golpeándola sonoramente. El jovencito apartó su polla sabiendo que su turno había acabado y se limitó a disfrutar del espectáculo de esa polla, la más grande de la sala, entrando en la cansada boca de la niña. Lo metía despacio, tardando lo que nos pareció una eternidad en meterle solamente el glande. Se le notaba disfrutar y recrearse. Al haber metido el glande, empezó a retirarlo de nuevo.
-Esta polla ya la conoces, y ya te has comido más pollas que muchas mujeres a lo largo de su vida, así que ahora lo harás mejor, puta.
Yo lamía el coño suavemente, como un favor a la niña, sabiendo lo que le esperaba en su cabeza, al menos que su entrepierna estuviera relajada. Mi lengua flotaba por ese virginal coño, me bastaba un ligero movimiento para atravesarlo de arriba a abajo, disfrutaba de la suavidad de sus labios y de la dureza de su uretra, de su pequeño botoncito aún sin desarrollar que era su clítoris. Ricardo empezó a golpear a la pequeña con su polla en la cara, las lagrimas le manchaban la polla, la restregó en toda su longitud en la carita de la bebé y empezó a metérsela de nuevo por la boca suavemente. Pero esta vez no se limitó al glande. Desde mi posición privilegiada vi como la garganta de la niña se hinchaba con la carne de su tío. Mientras su sobrino se masturbaba a su lado, Ricardo se follaba la boca de su pequeña sobrina, sacando la polla por completo para dejar respirar y toser a la niña, pero metiéndosela todo lo que podía. El largo de su pene no permitía una completa penetrada, como podíamos hacer Ángel y yo, pero la estrechez de su garganta debía ser aún más exquisita con su gran glande.
-Ven aquí.
Le dije al chaval. Ricardo se recolocó encima de la niña al ver el espacio vacío que había dejado su sobrino. Ahora le follaba la boca sin sacarle la polla. Tres metidas, y la volvía a sacar, levantando su cadera, y cuando veía que la niña retomaba su llanto se agarraba la polla y se la volvía a meter a la niña, que se resistía inútilmente.
-Te voy a enseñar como comer coños para que ninguna chavala se te resista.
Con dos dedos agarré el pequeño clítoris de la niña, que se resbalaba. -Esto es el clítoris y aquí es donde debes mover la lengua como si fueras un perro, niño, las mataras de placer.
Me puse a lamerle el clítoris a la niña que estaba luchando por respirar, moviendo sus caderas como una loca, enloqueciéndome a mi también. Me aparté y abriendo el coño de su hermanita con mis manos le dije que probara él. Empezó a lamerle el clítoris con movimientos rápidos y cortos, empezando a gemir. Se acercó más a la niña, mordiendo suavemente los labios que había soltado para empezar a tocarme. Mi polla parecía explotar al ver al chico de doce años aprender de mí a abusar de su hermana.
-Aparta.
Le dije para probar mi autoridad. El chico se apartó en el acto, mirándome. La lección debía continuar.
-Debajo del clítoris está la uretra, por donde mea tu hermanita, pero por ahí no se la metemos, el agujero que buscamos está más abajo, aquí. Su vagina apenas era perceptible, así de virgen y pequeñita era. Palpe con mi dedo suavemente, y cuando la encontré, apreté un poco más.
-Aquí podemos comerle el coño para dilatar y para jugar, para meter nuestra lengua en él, pero a las chicas les gusta mucho mas el clítoris.
Me acerqué a la pequeña vaginita y ejercí presión con mi lengua. La ponía dura y fina y la punteaba con ella entre mis labios y los suyos. Mi boca babeaba como la de un perro y su coñito estaba bien húmedo. Sentía el huequito ceder un poco y al instante siguiente volver a cerrarse, más fuerte que antes. La niña se resistía a tan solo la puntita de mi lengua, excitándome aún más sabiendo que no me iba a limitar a eso. Me alejé para dejar paso a su hermanito, que lamía su vagina con fuerza ansiosa. El chico estaba totalmente podrido por el deseo de su hermana, mientras Ricardo le trabajaba la garganta. La niña estaba exhausta y apenas lloraba cuando su tío sacaba la polla de su boca, sus esfuerzos se iban a respirar. Toda su cara estaba cubierta de saliva mezclada con bilis, como las maestras de la garganta profunda. Su tio volvía una y otra vez a meter la polla dentro de la boca y más allá, invadiendo su garganta y hundiendo la mayor parte de los 16 centímetros.
-Aparta.
volví a ordenar al chico. Levanté un poquito la cadera de la niña, que seguía suspendida en el aire.
-Este agujero ya te lo conoces ¿eh?
El niño asintió. Este es el culo y a muchas mujeres no le gustan que se lo toquen, pero a tu hermana no le queda otra.
Empecé a comerle el coño con ganas, con la lengua punteaba su ano en intensidades crecientes para empezar a humedecerlo, se notaba muy tenso y duro, pero yo tenía paciencia. Notaba como entraba la polla de mi amigo por que su culito se contraía, haciendo casi imposible que notara con mi lengua la más ligera apertura. Estaba tan absorto comiéndome ese culito que me asusté cuando la niña empezó a sufrir espasmos. No eran tal, sino que eran las embestidas de su tío en su boca.
-Te vas a tragar toda mi leche puta.
Ricardo perdió el control y metió su polla todo lo que pudo, corriendose sin sacarla, directamente en la garganta de la bebé, que no podía respirar, su hermano se la estaba machacando disfrutando del espectáculo y Ricardo continuaba golpeando la cabecita de la pequeña con su cadera mientras soltaba toda la corrida. Al relajarse rápidamente se sacó la polla, chorreante de babas y semen y enderezó a la niña, que tras unos minutos tosiendo y tragándose el semen de su tío, empezó a llorar, para alivio de los tres. La polla de Ricardo seguía empapada de fluidos y bien dura, se fue al baño a limpiarse.
-Sigamos, que no hemos acabado. A la niña la puse esta vez bocabajo, con las piernecitas colgando y su culito apuntando a nosotros, como un tesoro.
-Cómele el culo, ahora estará más relajada. Hazle círculos con la lengua, queremos abrírselo y la lengua es lo mejor para ello.
El niño empezó el trabajo que le había mandado. Se comía su culo ahora con más soltura y confianza que con su coño. Aprendía rápido. La niña lloraba y sus lágrimas mojaban el sofá, un sofá lleno de sudor, babas y semen a estas alturas.
-Vamos a comenzar, mójate el dedo en la boca.
El chico de doce me obedeció, metiéndose todo el dedo índice en la boca, lamiéndolo sonoramente para dejarlo bien húmedo. Sabía lo que tocaba.
Ahora pon la punta en su culito, no aprietes mucho, y empieza a trazar círculos en él, sin moverlo de delante a atrás, simplemente círculos, como se hace con los vasos para que suenen, sin mucha fuerza.
El niño empezó a mover su dedo pringado de saliva. Me alejé para disfrutar de la visión. El chaval, tan flacucho, tenía una erección palpitante en su pequeña polla, tenía la boca tan cerca del culo de su hermana que le dificultaba el trabajo que le hacía con el dedo, pero ¿Quién podría juzgarle?
-Despacio.
Le susurraba, no quería que se envalentonara. La niña se cansó de nuevo de llorar, y solo agarraba fuertemente la tela del sofá con sus manitas. El niño seguía punteando su ano con el dedo, haciendo movimientos circulares y parando en el centro de su agujero, queriendo entrar. Ese culo ya estaba roto (por todos los presentes menos por mí), pero quería santificarlo como merecía.
-Aparta.
El chico se apartó, sentándose en el sofá. Yo me acerqué de nuevo a ese manjar y lo lamí con inmenso placer. Me lengua recorrió toda su rajita, del culito a su increíble coño virgen, y en unos minutos la dejé empapada. Su tío volvió, con la polla flácida, y se sentó en el lado contrario de su sobrino. Estaba yo en el medio abusando de la cría con sus familiares mirando complacidos. Me lamí un dedo y empecé a metérselo por el culo a la niña.
Lo cerradito de su culo me impedía creer que la polla de mi amigo lo hubiera ensartado. Si no aplicaba fuerza, el dedo era expulsado del culo sin miramientos. Repetí la operación tres veces. Le metía la uña solamente y me relajaba para que volviera a salir. A la cuarta vez me volví a lamer el dedo, le volví a poner mi lengua dura en ese culito, colándome con mayor éxito que antes, y le hundí mi dedo poco a poco. La niña empezó a agitarse y a llorar, pero su hermano la sujetó los bracitos suavemente. Sabiendo que esta puta ya no era virgen no paré hasta que mi dedo estuvo completamente dentro de su culito. Escupí al ano un gran gapo. Al sacar mi dedo, rápidamente junté el dedo medio y le metí los dos, rápidamente. La niña gritó con desesperación, con lo que su hermano se arrodillo y empezó a callarla con su pollita. La niña se movía desesperaba y lloraba, pero no retiraba mis dedos, que notaban cada vez menos presión al dilatarla a la fuerza. Preparada o no, no aguantaba más las ganas de metersela.
-Preparado, chaval, ahora sí que va a llorar.
Me puse de cuclillas para tener mi polla a la altura de la pequeña. El chico se seguía follando la boca de su hermanita profundamente, no la sacaba en ningún momento, pero, por su tamaño, la niña podía seguir respirando mientras era abusada por él. Puse la punta de mi polla en el agujerito, que se cerraba cada vez que el pequeño llegaba a la garganta de la niña. Esperé tres embestidas del crío para, al retirar su polla por tercera vez, introducir la mía de un golpe.
La niña tensó todo su cuerpo y agitó su cabeza, haciendo que la polla de su hermano saliera de su boca, gritó de la única forma que su forzada garganta la dejaba, pesadamente. El crío no pudo contenerse y empezó a correrse sin tocarse sobre la cabeza de su hermana que se movía por mis embestidas furiosas. Las pequeñas gotas blancas del crío me dieron tanto morbo que solté todo mi semen en su culito. No había resistido más de un minuto follandome a la cría y al sacarla vi mi polla manchada de semen y sangre, con lo que solté otra ráfaga de semen, por el morbo y por liberarme de la presión del culito de la cría.
Wao, hasta me corri leyendo este relato.
Si quieren hablar de experiencias pueden escribirme por Telegram @PapiJuanchoxD
Extraordinario!!! Yo también casi me corrí imaginando todo mientras lo leía! Este relato tiene una gran calidad.