dominada y complaciendo ancianos Capitulo. II
una hermosa colombiana es follada por viejitos.
Hola, recomiendo leer el capítulo I, pero de todas formas pongo el contexto. Me llamo Priscila, soy una mujer atractiva, definitivamente, pero tengo un fetiche raro, me encanta calentar a viejos, concretamente viejos feos, gordos, vagabundos, que se yo… Una de mis fantasías era que, en algún lugar lejos de la multitud, me encuentre frente a uno de ellos y bajarme el vestido, dejarle que se vaya masturbando mientras lentamente me baje el sujetador, mostrarle los senos y dejar que se corra. Una noche después de salir de una discoteca compartí toda esa historia con una amiga que había conocido: Carla, la cual también era muy linda y con un carácter atrevido pero divertido, la situación se dio para poder cumplir con esa fantasía, llegamos a un callejón de vagabundos, uno estaba sentado durmiendo y otro echado embriagado, el olor era fuerte, la basura estaba por todos lados. Carla estaba con un vestido negro que le llegaba a los muslos, yo traía puesto un vestido rosado más corto con un escote pronunciado y zapatos de tacon, mi pelo estaba echo un moño con un mechón de pelo suelto que cubría delicadamente mi ojo. Nos fuimos acercando, el vagabundo que estaba sentado se despertó…
CAPITULO 2
-Ho, hola – dije, y miré a Carla como pidiéndole ayuda
-Háblale más – Me dijo con voz baja y haciendo un gesto exagerado como instándome a tomar el control. El viejo, se nos quedó mirando, estiró la mano pensando en que le íbamos a dar dinero o comida
-Va a recibir algo mejor – Dijo Carla, riéndose.
-Shhh, ya basta – Carla continúo riendo y me contagió, el trago había hecho efecto. El viejo nos sonrió, pero no decía nada.
Entonces, me agaché lentamente para que pudiera verme el escote, el viejo se fijó y nos sonrió moviendo la cabeza de arriba abajo haciendo un gesto de aprobación. Carla me dio un empujón, casi caigo al piso, me incorporé y nos seguíamos riendo
-Ok, te toca
-Que?
-Te reto
-Bueno, no hay miedo – Carla se acercó y se agachó igual que yo, después de un rato, me dijo volteando la caveza – Creo que quieres las tuyas porque son más grandes jajaja, te reto a subirte la falda, muéstrale tus piernas.
– ¿Entonces es así eh? – Caminé tambaleando un poco, me subí la falda, dejando descubiertas la mitad de mis piernas, el viejo se acomodó y comenzó a pajearse tapándose con un cartón tratando de que no lo notáramos – Te reto a dejarle ver tu tanga, le dije. Carla se subió la falda sin miedo y dejo ver su ropa interior, era blanco, de seda…. Y así estuvimos un rato retándonos.
Me di la vuelta y me incline para mostrarle las nalgas, ella se bajó más su vestido y le mostro el sujetador, yo me subí la falda por completo hasta la cintura y me puse de lado, le mostré el culo en tanga inclinando mi cuerpo, doblando la rodilla derecha y metiendo la otra, como me enseñaron en la escuela de modelaje, curveando la espalda hacia adentro, en eso Carla se me apegó e intentó besarme, me hice al quite pero se me acercó más, me tomo las mejillas y como estábamos algo ebrias me dejé llevar… Sentí su lengua en la mía de arriba hacia abajo, de un lado a otro, lo hacía tan bien, nadie nunca me había besado así, hice un gemido y me jalo el labio inferior con sus dientes delicadamente, el vagabundo no podía más, hacia ruidos roncos con un gesto fatigado, le miramos, estaba con los ojos desorbitados…, para nuestra sorpresa, eso hizo que el del frente se levantara y no nos dimos cuenta que otros más estaban al fondo camuflados entre basura observando, se habían levantado para alcanzarnos. Salimos corriendo asustadas, sin mirar atrás, una cuadra sin parar, yo aún seguía con la falda levantada hasta la cintura corriendo en tanga y con los zapatos de tacón, paramos… nos fijamos atrás nuevamente y nadie nos seguía, comenzamos a arreglarnos, agitadas.
-Allá están..!! –Dijo Carla, los vagabundos habían salido de su guarida, estaban en la esquina llamándonos y persiguiendo nuestros pasos lentamente, volvimos a correr dando un grito.
Nos dimos cuenta que no nos alcanzarían, eran muy lentos, el susto se convirtió en una adrenalina excitante y terminamos riendo, Carla comenzó a frenar su marcha sin dejar de sonreír y rápidamente le entendí el mensaje. Quedamos quietas viendo cómo se acercaban hasta estar a solo unos pasos, nuevamente la adrenalina excitante, en eso uno de ellos, al parecer el más joven, se lanzó rápidamente hacia nosotras como pidiendo un abrazo, eso me hizo reaccionar y me di la vuelta para seguir corriendo, Carla me detuvo jalandome del brazo, me hizo caer al suelo y salió disparada. Me paré lo más rápido que pude, pero sentí los dos brazos del vagabundo rodeándome por detrás junto a ese aroma putrefacto, me hice al quite dándome la vuelta, por fortuna no me había agarrado muy fuerte… Parecía un zombie, solo decía “aaa” los otros ya estaban ahí cerca también así que comencé a correr nuevamente tras Carla, furiosa muy furiosa… Para alcanzarla me quité los zapatos lo más rápido que pude, sin mirar atrás.
-Ven aquí desgraciada..!! – Le decía, ella corría aún con sus zapatos de tacón puestos, sus codos pegados a su cintura y levantando las manos, haciendo un esfuerzo enorme por mover las piernas lo más rápido que podía, pero dando pasos cortos, se veía tan graciosa, parecía que estaba saltando como cuando pasas con un auto por una calle empedrada, a medida que me acercaba se me salía una risa y le seguía gritando,
-Te voy a atrapar maldita..!! – Finalmente la alcancé, esta vez Carla había perdido la sonrisa, estaba con la cara angustiada, se cubrió el rostro con las dos manos el lado derecho mostrándome sus palmas, seguía esquivándome corriendo, eso me causo cierta gracia y ternura, era como una niña mala escapando de su castigo.
Miré hacia atrás, los vagabundos se habían quedado quietos como ya casi a unos 50 metros, Carla seguía corriendo en tacos, no se había dado cuenta que yo estaba a su lado caminando a paso rápido, igualándole la velocidad, mirándola, sonriendo.
-¿Ya? – Le dije, y tomó conciencia del momento, miro a todos lados, seguía con su expresión de angustia.
-Pensé que eras uno de ellos
-Sí, seguro – le dije, la detuve y me puse nuevamente mis zapatos apoyando mi mano en su hombro para equilibrarme, la plaza estaba ahí a la vuelta. No la regañé, comprendí su carácter, era así de extrovertida y alocada, pensé en que tal vez venia de una familia conflictiva o le paso algo para ser así. Quería acercarme más a ella, conocerla a profundidad.
Llegamos a la plaza esperando a que el primer taxi aparezca para “rescatarnos”, aún sentía ese miedo seductor de que los vagabundos nos alcancen, miraba la esquina como esperándolos, por suerte había unos taxis estacionados y subimos suspirando, alteradas, pero nuevamente con una sonrisa de satisfacción en el rostro. Dentro el taxi, Carla me dijo riendo
-No lo hiciste
– ¿Que? – Hizo un gesto con las manos señalando sus senos para que el taxista no oyera
-No pude – no podía dejar de reír
– Hizo otro gesto señalando al taxista
-Nooo – le dije en voz baja
-Te reto – replicó en voz baja también
-Que nooo – Me dijo algo moviendo los labios y no le entendía
-¿Que? – Otra vez, con voz muy baja y no tampoco le entendía
-¿Queeee?
-Putitaaa – lo dijo más fuerte, era obvio que el taxista escucho. Soltamos una carcajada.
Más tarde, el taxi me dejo en mi edificio y Carla se fue, sonriéndome desde la ventana, “¿Que no vivía camino a mi casa?” pensé, no le di mucha importancia y entre a consolarme a mi departamento, no podía esperar. Aún sentía los brazos del vagabundo rodeándome, las miradas de calentura de los demás, los roces descardados que me habían dado en la discoteca apretada entre tanta gente, ya había pasado de la fantasía a la realidad, aunque no precisamente como lo había imaginado, pero fue muy excitante, me hacía ilusión la siguiente salida acompañada de mi confidente. Mi mente pedía más.
Al día siguiente, domingo, hablé con Carla por celular, quedamos en encontrarnos en un restaurante y salió el tema de conversación de la noche anterior, después de risas y sentimiento encontrados, quedamos en retarnos de diferentes formas….
Pasaba en cualquier momento y los retos iban subiendo de tono cada vez más, caminábamos por la acera y ella me decía “Saluda a ese tipo sonriendo” al hacerlo me correspondían el saludo y Carla me daba una nalgada, “Tómate una selfie con ese señor” Corría riendo, el señor gustoso miraba mi cámara, “Mañana sales sin ropa interior”, eso sí me costó hacerlo, pero al final me animé, normalmente yo le hacia los mismos retos y ella lo hacía sin pena, así que me fui animando a tomar la iniciativa. En una ocasión le reté a que comiera salsa extra picante, fue muy gracioso verla correr por la calle dando vueltas, hasta que le alcancé la botella de agua, en venganza me reto a lo mismo y cuando sentí el picante busqué agua como loca, ella tenía lista la botella y me la hecho en toda la cara apretándola, cayendo agua sobre mis pechos, sentí como la blusa se me apegaba dejando poco a la imaginación, mi sujetador quedó evidente en plena vía pública, tapándome con las manos cruzadas persiguiéndola para hacerle lo mismo. Ella siempre iba un paso adelante.
En otra ocasión fuimos a la piscina, habían familias, gente de toda edad y nosotras llamamos la atención de inmediato, dentro el agua después de estar un rato nadando me apoyé en el borde, Carla aprovechó para quitarme la parte de arriba del bikini, solo era desatar un nudo y ya, salió del agua, no la pude atrapar y desde arriba me lo mostraba haciéndolo tambalear, obviamente muchos se dieron cuenta y tuve que estar ahí casi una hora esperando la oportunidad para salir, al final trepando a penas por la pequeña escalera de salida, cubriéndome los senos solo con un brazo, ante la mirada de todos, Carla muerta de la risa. Siempre terminaba perdonándola, no quería enojarme porque tenía miedo a que se aleje de mí. La necesitaba.
Pero uno de los retos más fuertes que me hizo fue cuando me llevo en su coche a una calle de prostitutas, yo estaba sugerentemente vestida porque me había prometido llevarme a una fiesta. Me reto a estar parada para ver cuantos se acercan, tuve mucho miedo, pero ella estaba al frente estacionada, el corazón empezaba a latir más fuerte… Fue algo increíble, se me acercaron un montón, a cada rato explicaba que solo esperaba a alguien, inclusive intentaron propasarse, tratando de tocarme, ofreciéndome más dinero, no pude más y corrí hacia Carla para escapar de ese lugar, nunca más lo haría, eso sí fue demasiado, realmente corrí peligro. Ella arrancó y avanzaba lento mientras yo la perseguía.
-Ya le dije que no estoy interesada señorita, no insista – Me gritaba desde su auto
-Carla te voy a matar..!! – Ella paró, pero no me habría la puerta, bajó el vidrio
-¿Cuánto por un 69? – Decía con un tono burlón
-Abre maldita sea..!! – Quitó el seguro y subí furiosa, esa vez no lo oculté, ella reía, pero yo no le decía nada, instintivamente comencé a llorar, realmente me había asustado y luego me controlé.
-Bueno ya, cálmate – Me dijo
-Nunca más me obligues a hacer eso
-Pensé que lo estabas disfrutando – Crucé las manos sin decirle nada y miré hacia afuera.
-No te voy a pagar si lloras eh? – La miré, eso me hizo reír un poco, ya me había ganado otra vez.
Después de unas semanas, Carla tuvo que viajar por un asunto que no quería explicarme y quedé otra vez sola, con muchas ganas, ya no era tan divertido, así que regresé al email que había creado para que me escriban fans de esta página a quienes les gusto mis relatos, como siempre disimulaban al principio pero al final me pedían fotos, así que aceleré el proceso, envié las fotos que había enviado solo a unos cuantos con un mensaje ofreciéndoles otra foto como ellos deseen, lo que pretendia era que me sugieran usar algún tipo de ropa en particular, posando como me ordenen, pero la mayoría me decía “pásame una foto como tú quieras, cualquiera está bien” y eso no era divertido, a los chats de más confianza les conté mi nuevo descubrimiento erótico y decidieron ayudarme, me retaron a salir sin ropa interior, estar desnuda un par de horas en mi departamento, ir a un lugar público y sacarme fotos sin ropa, pero yo quería más… quizás una complicidad a mi lado que siempre me estuviera viendo….
Carla también me conto que ya no era lo mismo, a pesar de que nos mandábamos fotos y videos, un día me propuso como reto volver a la disco donde nos conocimos y dejar que Reynaldo, el guardia; se salga con la suya, yo la rechacé, pero no podía quitarme la idea de la cabeza ya que sentía un gran morbo al considerarlo, no tanto por Reynaldo, sino por el reto en sí mismo, era como una tarea pendiente, me sentía culpable de no hacerla.
Paso el tiempo y me toco ir otra vez una disco, no era la misma era una más cerca de mi casa y muy lejos de la anterior, la noche paso tranquila, al final todos mis amigos mareados, como siempre intentando avanzar conmigo, yo solo les daba un buen rato bailando y ya…
Salí mareada y el trago me había excitado, tome un taxi para irme a casa, solo quería llegar y tocarme como una loca, aunque no aguantaba y me tocaba las piernas disimuladamente, me calenté mucho y a mitad del camino pensé en el reto de Carla, entonces las palabras salieron de mi boca como por si solas; le dije al taxista que me lleve a la discoteca de la otra noche, me sentí extraña al ver como el taxi desviaba su camino y mis latidos se aceleraban, iba a estar sola, pensé en que el guardia me reconocería y debía mostrarle los senos para que me deje pasar sin pagar, no me calentaba tanto la idea pero mi mente quería forzarme, casi llegando a la disco miré la calle que daba al callejón, donde seguían los mismo vagabundos de siempre, no me animaría a ir sola…
Esa noche decidí ponerme un vestido beige con tirantes hacia los hombros que contorneaba mi cuerpo finamente, el escote era por demás atrevido, como ya de costumbre usaba una chaqueta para cubrirme en la calle. Llegué a la disco y había una fila como siempre, me quedé esperando, a lo lejos el guardia, con la misma actitud de pocos amigos… pensaba en que no se merecía que el dé ese privilegio, pero al mismo tiempo eso me prendía, comenzó a juntarse gente detrás mío, eran unos tipos muy bulliciosos, claramente molestaban con sus conversaciones con las voces por demás levantadas y sus risas que sonaban muy molestas al mismo tiempo, gritaban, hablaban malas palabras como si nada, a uno le dijeron “mira delante de ti” y el que estaba detrás hizo un ushhhh larguísimo, seguían sus comentarios molestos, “yo la parto” seguido de risas escandalosas, claro que tenían una vista espectacular de mi trasero, en eso noté una luz debajo de mi falda, era el flash de uno de sus celulares, seguido de las risas entre todos burlándose del que me había sacado la foto sin quitar su flash…. No quería mirar…
La fila casi no había avanzado, el efecto del trago se me estaba pasando y de pronto otro flash debajo de mi falda, era hora de ponerle fin… me di la vuelta y todos se quedaron quietos mirando a otra parte como si no entendieran nada, “oigan ya basta” les dije, nadie me miro, como si no me hubiesen escuchado “¿que nunca vieron una mujer?” Se hacían a los desentendidos, me di la vuelta, la fila había avanzado y me adelante
“Esos pobres tipos tenia cara de no haber tenido nunca sexo, ni novias deben tener por eso vienen solos y son tan inmaduros” pensaba… y otra vez sin poderme defender el flash de un celular, pero esta vez por encima de mi hombro para tomar una foto de mi escote, me di la vuelta rápidamente, pude ubicar al que había sacado la foto, se fue hasta atrás de todos, lo seguí “¿cuál es tu problema?” “¿no puedes calmarte un poco?, mójate para que se pase” el tipo se quedó quieto viendo a un costado, como si no me oyera, eso me irrito mucho así que perdí el control por un momento, decidí ofenderlo donde más le duele “Seguramente no tienes novia, debes seguir virgen, por eso no puedes calmar tus hormonas” quería humillarlo, pero el idiota ni me miraba, caminé hacia donde estaba mirando y le dije que borre las fotos, él solo desvió la mirada hacia otro el lado, “o yo misma lo haré” “dame el celular” le dije y él lo oculto detrás, intente tomarlo, pero levanto los brazos, era muy complicado… “bueno, diviértete, porque nunca podrás tener de verdad a una mujer como yo” y me dispuse a volver a mi lugar, la fila había avanzado, había entrado todo un grupo de personas juntas, el guardia, Reynaldo, estaba a unos cuantos pasos, me había olvidado de reservar mi luga pero supuse que me reconocerían, “¿permiso?” le dije al primero de los idiotas que estaban detrás de mí, él se recorrió un poco nada más, yo no cabría ahí sin chocarle y apegarme “te puedes recorrer?” y los de atrás lo empujaban a propósito, note unas caras burlonas, tenía que esperar a que la fila recorriera para poder entrar nuevamente, estaba ahí a un costado, tenía ganas de dejarlo todo pero no me iba por orgullo…
Luego de un rato la fila empezó a avanzar y estiré el brazo para alejar al tipejo y no se me apegue, el guardia ya había notado mi presencia hace rato y rápidamente me dijo “¿te estas colando?” antes de que pudiera explicar algo, los idiotas empezaron a gritar como simios, mi voz se perdía entre tanto griterío, me acerque al Reynaldo para explicarle, con voz temblorosa empecé a quejarme…
-Reynaldo, me recuerdas, soy amiga de Carla, dejam… – Me cortó, ni siquiera me había puesto atención.
-Tu no tiene que hacer fila, pasa y espérame junto al que sella enseguida te atiendo
-Ok – y subí las 3 gradas de la entrada, mientras se escuchaban silbidos.
Bueno, aquí estaba, miraba a Reynaldo, seguramente me pediría que el muestre los senos, atrás, un par de personas y después los idiotas, no sé cuánto iba a esperar, Reynaldo seguía en su trabajo, pensé en que cuando deje pasar al grupito de idiotas, pasarían junto a mí y tendría que soportar sus burlas y después encontrarlos adentro, ¿a qué vine? ¿A mostrarle los senos a Reynaldo para cumplir el reto y nada más? No había pensado en el después, estaría sola ahí adentro, si me voy, seguramente Reynaldo notaria eso y entre otras cosas pues, ya no me sentía igual, comenzaba a creer que todo fue una idea absurda… Estaba sumida en mis pensamientos, cuando ya les tocó pasar al grupito de idiotas, tenía que aprovechar la distracción para irme, comencé a caminar, pero escuche la voz de Reynaldo…
-Alto..!!, ¿a donde crees que vas? – No se refería a mí, se lo decía al primero del grupito de idiotas que intentó pasar.
-Ustedes no pueden pasar
Las protestas, no se dejaron esperar
-Trataron mal a una dama – Irónico que lo diga él, después de saber qué es lo que hace, pero debo admitir que me sentia protegida
-Además parecen menores de edad
-Tenemos tarjeta de identidad – dijo uno
-No me importa, tienen cara de guambitos (niños) – No pude evitar soltar una pequeña risa mientras me tapaba la boca, Reynaldo me estaba defendiendo y de paso les estaba humillando. Me sentía muy segura detrás de él
-Bueno, o se largan o llamo al jardín infantil para que se los recoja – pfff jajajajaja, no pude más, ellos me miraron, yo desvié la mirada aun con la sonrisa en la boca
-Al carajo con este gorila – dijo el que me había sacado fotos, sus hormonas otra vez traicionándolo, quizás conmigo podía ganar, pero ¿no se dio cuenta que Reynaldo era enorme?
-jajaja, tranquilo primo, solo bromeaba – dijo Reynaldo, ¿Cómo?, fue un giro inesperado, ¿ahora son amigos?
-Pasen… tu primero pana – Reynaldo le ofreció chocar las manos, El tipejo me miraba mientras subía las gradas sonriéndome con las cejas levantadas. Había caído en la trampa…
Cuando ya estaba frente a Reynaldo, en un abrir y cerrar de ojos, lo tenía alzado de la camiseta, estaba colgando como a dos metros, la gente hizo ruidos de asombro, vi algunos celulares prendiéndose
-El único carajito eres vos, pedazo de mono – Los amigos trataron de defenderlo, pero nadie se animaba a atacar, solo gritaban… “filma, filma” decían… clásico movimiento de cobardes…
Reynaldo, ya había demostrado ser inteligente, por eso la calma al invitarlo a pasar, sabía que, si actuaba hormonalmente como ellos, no podría alcanzarlos y además descuidaría su lugar, rápidamente lo botó al piso antes de que le tomen fotos
-Fuera de aquí – la voz se puso más fuerte, tanto que hasta yo di un pequeño salto. Por fin se dieron por vencidos y se fueron alejando, un par de ellos, todavía filmaba con el celular, quejándose de discriminación y otras cosas, el idiota al que Reynaldo había levantado, se fue cojeando… Yo quedé satisfecha, como si me hubieran hecho el amor toda la noche, solo me hacía falta un cigarrillo…
Era claro que Reynaldo se lo había ganado, quizás me faltaba un par de tragos, pero igual se lo iba a dar, al fin y al cabo, solo observaría y de paso volvería a sentir la adrenalina como con Carla y los retos, como extrañaba esos momentos…
Reynaldo se dio la vuelta, me miro, le sonreí, cruzando los brazos orgullosa, como esperando ordenes. Lo vi, enorme, negro, gordo, no se veía mal, más bien imponente.
-Son 30000 pesos – era obvio que estaba creando el escenario
-Es que no tengo – le dije con una suave y triste voz
-Bueno entonces ya sabes que hacer, espero que esta vez no me hagas perder el tiempo
-No te preocupes, ya aprendí mi lección – Me abrió la puerta de guardarropía y pasé, me sentí como una puta, ¿lo era? Satisfaciendo deseos sexuales por una entrada…
Me paré frente a él y lentamente me fui bajando el vestido, quedé con el sujetador
-Espera – me dijo – ¿Cómo te llamas?
-Priscila
¿Cuántos años tienes linda?
-25 y tú?
-48, ¿no te molesta verdad? – Pensé que tenía menos, se veía como de 30, el hecho de que ya sea maduro me hizo calentar y mi mente morbosa tomó el control.
-Eres un viejo..!! Pensé que tenías menos de 40
-No me digas así, ni que tuviera canas linda
-Lo siento, no puedo juntarme con usted
-No me hables de usted, ricura. Dime Reynaldo
-No puedo y usted no me diga ricura, es demasiado mayor para mí – Esa afirmación me excitaba mucho más. Comencé a subirme el vestido arreglándome
-No seas mala, solo soy un admirador de tu belleza, ¿acaso es pecado?
-mmm no lo sé… ¿y si le da un infarto?
-Jaja no juegues conmigo muñeca no soy tan viejo y ya te dije que no me hables de usted
-Lo siento don Reynaldo, usted es un viejo y yo soy una joven que solo puede estar con hombres de mi edad – Me dirigí hacia la puerta esperando a que me detenga, lo hizo
-No me vas a hacer perder el tiempo otra vez ricura – Me bajo bruscamente el vestido.
-Que le pasa don Reynaldo no me toque
-Toco lo que me dé la gana carajo
Me rodeo y me desabrocho el broche del sujetador por la espalda, lentamente fue alejándolo de mis senos hasta quedar descubiertos, metió sus brazos entre mis codos, quedé con los brazos hacia atrás, hice un poco de fuerza, no los podía liberar, me asusté, no había forma de cubrirme los senos, cerraba los ojos, iba entendiendo su fetiche, sin tocar, solo observándolos, y yo sintiendo la brisa sobre mis senos desnudos, queriendo ser tocados, jalados, chupados, por lo menos un roce, entonces sentí su aliento en mi cuello, luego me besó la oreja, me metía su lengua y jugueteaba con el lóbulo izquierdo, lengüeteándolo muy rápidamente…
-No, don Reynaldo, no haga eso
-¿Quieres sentir eso en tus tetas? – abrí los ojos, claro que si, como quería tener las manos liberadas para poderme tocar yo misma, pero no me dejaba, mis pezones ya estaban duros, sin que nadie los toque, solo la suave brisa
-No por favor, usted es demasiado viejo para mi
-Al parecer eso te gusta, pues si soy un viejo entonces ¿Quieres que don Reynaldo te chupe las tetas?
Eso me hizo dar un alarido “uuuuy” y comencé a mover el ombligo metiendo y sacando el estómago, eso hacía que mis nalgas sintieran su miembro que no estaba del todo erecto, él cambió rápidamente, me atrapó solo con un brazo, entre mis codos, igual mis brazos hacia atrás, era muy fuerte, su brazo derecho quedó libre, yo junte las piernas tratando de estimularme abajo, me hizo mover la cabeza, levantó dulcemente el lado izquierdo de mi cabello, lo acomodo detrás de mi oreja, giré la cabeza y nos besamos, las lenguas jugaban alegremente, coloco su brazo derecho justo por debajo de mis senos, sentí como los levanto con el antebrazo, eso me hizo gemir nuevamente ¿qué estaba esperando? Necesitaba unas manos en mis senos, una lengua en mis pezones, unos dedos en mi vagina, instintivamente comencé a saltar, tratando de hacer rebotar mis senos en su brazo, solté varios gemidos de placer, él comenzó a respirar más fuerte, sentí su miembro entre mis nalgas sobre el vestido ya completamente erecto, frotándose de arriba abajo, abría la boca, me apretó con más fuerzas, hizo grito “aaaahrr”… y me soltó
-ah ah, gracias, ah – me dijo agitado – estuvo muy bueno
– ¿Cómo? ¿Eso es todo? – le dije, sorprendida, mientras él se descubría los pantalones, pero era solo para limpiarse, ya había acabado
-Sí, puedes pasar, cúbrete
Abrió la puerta y salió, me terminé de vestir y salí también, el tipo que sellaba las muñecas, me pido el brazo para sellármelo, todo pasó tan rápido, me sentía usada, yo no había acabado, pensé en entrar al baño para acabar sola, pero mi morbo quería algo más, fuera de la rutina, quizás jalar a Reynaldo al cuarto y que me cumpla, era como estar en un escenario frente a muchas personas y olvidar las líneas, no sabía qué hacer, donde ir, seguía excitada no me animaba a entrar a la fiesta, me cubrí los senos rozándolos sobre el vestido, los levanté disimuladamente, necesitaban acción, al rozarlos, sentía choques eléctricos, los aplastaba con el antebrazo, por un momento pensé en pedirle al de los sellos que vayamos a un rincón y me ayudara, pero sacudía la cabeza y trataba de controlarme, seguía confundida, finalmente decidí ir a mi casa para hacer lo de siempre, sola, pero en la intimidad, en la ducha, tomarme todo el tiempo del mundo y gemir como loca. Si, necesito correr a mi casa… Reynaldo me había dejado queriendo más.
-Ahora vuelvo, voy a fumar un cigarrillo– le dije al de los sellos
-Pase usted
Afuera, pasé entre la gente, pensé que se habían percatado de lo que hice, entrar a ese cuarto con el guardia, no me atrevía a levantar la mirada, ni para ver a Reynaldo, solo quería un taxi que como siempre estaban esperando afuera de las discotecas, subí, le di la dirección y arrancó…
Cada roce de mis brazos en mis senos, me daban choques eléctricos, pero esta vez quería que alguien más los provoque, giré a un costado acomodándome casi echada para sentir el tambaleo del auto que con el movimiento y el motor parecían una especie de vibrador, mi seno derecho lo sentía, asentado en el apoya brazos, a pesar de no ser yo quien lo estaba haciendo, quería algo más, puse mi cartera por debajo para sentirla en mi entrepierna, sintiendo la misma vibración, solté un gemido – ahhh – de inmediato el disimulo – chu..!! como si fuera un estornudo, me incorporé, no podía más como quiera llegar a casa, mientras me preguntaba ¿qué me hacía sentir todo esto? ¿Solo la experiencia con Reynaldo? No. Porque ya vine con esa intención, ¿los retos de Carla? Tampoco. Porque antes ya le había confesado lo de mi fantasía de mostrarle los senos a los vagabundos del callejón, y uuuuuy al pensar en eso otro choque eléctrico… ¿Y si voy al callejón? Está a unas cuadras de aquí… Pero estaré sola, correré peligro, puedo correr como aquella noche pero… ¿y si logran atraparme?… ¿Qué provoca todo esto? ¿Satisfacer a los menos afortunados como concluyó Carla, esa sensación de deber social? Quizás. ¿Por qué vine con Reynaldo para empezar? Él no es menos afortunado, disfruta de su trabajo, la pasa bien, molestando mujeres, aprovechando su posición, de hecho, es un idiota ¿Un idiota? Como el grupito de niñatos que me sacaban fotos debajo la falda… y otra vez mi mente morbosa… por un momento imaginé al idiota del celular, tan frágil pero hormonal, habiendo conseguido con su torpeza arrinconarme en algún lugar, nervioso, sin poder creer que sus estupideces dieran resultado y yo esté ahí para él, toda sumisa, dejándome manosear, sus manos temblorosas, tratando de comportarse como hombre, haciéndome el amor… quitándole la virginidad tomando el control, hincarme, bajarle el cierre y mirlarlo fijamente chupándole el pene, luego ponerlo entre mis senos y masturbarlo hasta hacerlo acaba y, porque no todo el grupo de niñatos idiotas, sentir muchas manos hurgando, jalando y terminar bañada en semen… otra vez me incorporé, sentía los baches del camino, para ayudar, el taxi era un modelo antiguo así que se sentía el ruido del motor y el temblor más fuerte, comencé a exagerar los movimientos, rebotando de más, pensé… el taxista era quien provocaba esos movimientos, él era quien aceleraba y hacia cambios bruscos de caja y me hacía sentir el motor vibrando, me acomodé abriendo las nalgas la vibración ahora estaba en mi culo, ¿qué hacer? ¿Pedir al taxista que me lleve al callejón? O quizás… llegar a mi casa y decirle que no tengo dinero y que seguramente habrá otra forma de pagarle, me imaginó su cara de asombro, una fantasía que se le hace realidad, lo miré, era un hombre mayor, canoso, gordo, con unas cuantas arrugas, seguramente sucio de trabajar todo el día, llevando una vida rutinaria y de repente una mujer de fantasía, saliendo ebria de una discoteca le ofrezca sus encantos para que se pajee, que toque si quiere… uuuy ya basta, debo acabar ahora antes de hacer locuras… y mi mente nuevamente “te reto” ¿Será Carla quien me volvió así?
Paso un par de minutos, necesitaba sentir una adrenalina distinta a mi soledad, algo nuevo, miré al señor taxista y me dio ganas de hacerle una conversación…
No duden en escribirme a [email protected]
Muy pronto el Capítulo 3…
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