Dos hombres de más de 50 años con una niña prostituta de 14 añitos.
Carola a sus 14 años ya ejercia de prostituta para mantener a su hijo. .
Una tarde anodina en la que estaba tomándome una cerveza en el barrio, mientras miraba la tele en un bar, apareció mi amigo Javier. Durante la tarde tomamos unas cervezas para combatir el aburrimiento y charlábamos de nuestras vidas. La cosa se fue animando y terminamos como siempre hablando de sexo. Javier y yo éramos separados y con varias aventuras de pareja a nuestras espaldas. Yo por aquel entonces rondaba los 50 años y Javier era más mayor que yo seis o siete años. Nuestras vidas, como la de cualquier hombre de nuestra edad almacenaba ya múltiples experiencias y en contárnoslas mutuamente estábamos matando el tiempo entre cervezas.
Javier y yo nos confesamos que a veces llamábamos a chicas profesionales para satisfacer nuestros deseos. Le hice que me contara la última experiencia vivida y la verdad me puso a cien escucharla. Me dio tanto lujo de detalles que no pude evitar empalmarme. No sólo yo era el que estaba contento, miré a Javier a su entrepierna y presentaba un abultamiento digno de un hombre de su edad. Los dos estábamos sentados frente a frente en sendos taburetes en la barra, lo suficientemente apartados de la zona de acción del camarero para pasar desapercibidos de miradas y de orejas indiscretas.
Cuando terminó de contarme su última aventura me invitó a contarle la mía. Lo hice con todo lujo de detalles. Le conté la sorpresa que me llevé la última vez que fui de putas. Javier me escuchaba atentamente mientras no dejaba de abrir y cerrar sus piernas en señal de incomodidad y a la vez de excitación. A mí me pasaba igual, estaba llegando a tal grado de calentura que me resultaba incómodo tener esa tremenda erección bajo mis pantalones.
Javier alucino cuando le confesé que me habían ofrecido estar con una niña que tenían escondida y más aún cuando le conté que accedí a estar con la niña.
En medio de ese momento tan masculino y tan morboso Javier me dijo: “Esto se nos está yendo de las manos Jose”, me dijo mirándome a la cara y posando su mano en mi paquete. A mí me volvió loco sentir su mano ahí. Le miré a la cara y le dije: “¿`Por qué no llamamos a la señora a ver si sigue ahí la niña y nos vamos los tres a mi casa?”. Javier apretó su mano contra mi entrepierna agarrando todo el bulto que había en ella. “Ya estás tardando”, fue todo lo que me dijo.
A la quinta o sexta llamada nos cogió el teléfono la mujer que de la que yo soy cliente y me preguntó que qué quería. Le conté la situación y me dijo que tenía a la chica que estaba dispuesta a hacer el servicio. Me dijo queeno iba a ser barato y que lo único que teníamos que tener en cuenta era que el servicio sería de toda la noche, para que resultara atractivo económicamente para ella y para la niña.
Le comenté entre susurros la situación a Javier y me dijo que adelante. Le di las señas de mi casa a esa mujer y ella me comentó el procedimiento. A la llegada de la niña había que hacer un bizum por parte de la tarifa y a medida que fuese pasando la noche seguir realizando pagos parciales hasta su total terminación. Nos pareció bien y nos dijo que sería cuestión de media hora lo que tardaría en estar en casa.
Javier y yo terminamos la cerveza y nos dirigimos a casa rápidamente. Cuando entramos en el ascensor Javier no pudimos contenernos y comenzamos a refregarnos los paquetes el uno al otro. Menos mal que sólo eran tres pisos. Cuando entramos nos fuimos al dormitorio a desnudarnos. Saqué dos albornoces y tanto Javier como yo enseguida estuvimos completamente desnudos enseñándonos nuestros cuerpos y sobre todo nuestras durísimas pollas palpitantes. Miré a Javier mientras le ofrecía el albornoz y me acerqué a él. Rocé mi capullo contra el suyo. Nuestros glandes mezclaban la humedad que ya tenían en su punta. El placer fue inmenso para ambos. En ese momento sonó el telefonillo y nos pusimos los albornoces rápidamente. Contesté a la llamada y oí la puerta de la calle cerrarse. El ascensor fue llamado y enseguida subió a la tercera planta. Tocaron a la puerta y abrí. Cuando vimos la persona que entraba los dos nos quedamos alucinados. Ante nosotros estaba la niña morena, preciosa y de aspecto muy muy infantil “Hola, soy Carola”, nos dijo sonriéndonos. “Pasa Carola, somos Javier y Jose”, le contesté yo cerrando la puerta. Carola no se sorprendió de vernos en albornoz, estaba acostumbrada a esas cosas. En seguida nos dijo: “Vaya, era cierto, sois dos maduritos y queréis estar juntos con una niña”, los dos asentimos a sus palabras. Carola prosiguió hablando y nos invitó a aceptar la visita y a comunicar a su madame que se quedaba. Los dos dijimos que sí y preguntamos el teléfono al que enviar ese bizum convenido. Carola confirmó el domicilio en el que se encontraba.
Pasamos al salón a conversar para romper el hielo y enseguida nos preguntó la edad. Los dos le dijimos la nuestra cuando ella nos confesó que tenía 14 años y que llevaba en la ciudad poco tiempo. No podría tener más edad de la que nos dijo, su cuerpo juvenil así lo demostraba. Eso a Javier y a mí nos encantó. Ella tenía cara de niña, pero una mirada muy pícara, se notaba que no era nueva en el tema. Mantenía una serenidad pasmosa cosa que nos llamó la atención a ambos.
Javier y yo nos sentamos cada uno a un lado dejando a Carola en medio. Javier no tardó nada en comenzar a besarle el cuello. Yo al verlo me animé también. Los dos metimos nuestras cabezas en el cuellecito de la niña y comenzamos a besarla y a chupetearla. A su vez ambos la abrazamos por su torso rodeándolo con nuestros brazos. Carola se sintió de repente inmovilizada. Nuestras bocas continuaban trabajándole el cuello cada vez con más deseo y más virilidad. Literalmente la estábamos devorando el cuellecito. Yo particularmente cada vez era más salvaje con ella. La mordía y la lamía la piel alternativamente, me encantaba sujetarla con mis dientes cogiéndole un bocado en él. Javier optó por darle enérgicos chupetones. Carola comenzó a sollozar y a emitir quejidos. Tener a dos hombres maduros devorándola no debía ser trago fácil para una niña de 13 años como ella. Carola gemía ya. Javier dejó de trabajar el cuello de la joven y se amorró a su boca. Cuando se enderezó para ponerse frente a ella se desabrochó el albornoz dejando su polla durísima a la vista de la nena. Yo seguía a su lado y comencé a amasarle las tetas. Le subí el brazo hacia arriba dejando la axila de Carola a mi disposición. Comencé a besársela y a lamérsela. Tenía un agradable olor a desodorante y estaba completamente depilada. Literalmente se la devoré.
Javier le tenía la boca callada por que no dejaba de comérsela. A su vez le refregaba la polla por sus costillas y por el vientre. Eso me animó a mí a desabrocharme el albornoz y a comenzar a arrimarle mi empalmada polla por uno de sus muslos. Carola emitía gemidos, ahogados por la lengua de Javier, que le invadía toda la boquita. Yo seguía tocándole las tetas y abandoné su axila la cual dejé bien ensalivada. Me extrañaba lo poco que se le notaban los pezones a Carola. Así que bajé mi mano a la parte baja de su top y noté como le toqué la polla a Javier, la cual le estaba refregando por las costillas a la joven.
No me pude resistir y se la cogí rodeándola con mi mano y dándole varias bajadas y subidas de su piel. Javier reaccionó intensificando la comida de boca a nuestra joven amiga mientras jadeaba de gusto. Solté la verga de mi amigo y busqué la parte baja del top para subírselo. Carola al notar eso intentó zafarse de Javier pero este la aprisionó aún más con su cuerpo y con sus brazos. Comencé a subirle el top hasta dejarle las tetas al aire. En ese momento me llevé la sorpresa de la tarde. Carola tenía dos gasas cubriendo sus pezones. Rápidamente pensé para que eran. En ese momento llamé a Javier y le dije: “Deberías ver esto”. Mi amigo se separó de la cara de Carola y miró hacia sus pechos quedándose sorprendido. Carola nos miró y sollozó.
“Soy madre primeriza, hace tres meses que parí a mi hija”, dijo entre sollozos. «Me dejaron preñada hace un año a los 13 años y tuve que tenerlo.“Espero que nos os importe”. Le quité las gasas a Carola y de sus pezones brotaban dos gotas de leche materna. Fui yo el primero en contestarle diciéndole: “No, mi amor…….no nos molesta…..es más me gusta que seas una mamita tan joven…….” Javier le preguntó: “¿Estás dándole el pecho a tu hija?”. Carola abochornada y avergonzada le miró y le dijo: “Apenas lo quiere…..prefiere el biberón…..”
De nuevo nos pusimos uno a cada lado de ella y nos quitamos los albornoces quedándonos desnudos. Ni que decir tiene que teníamos las pollas durísimas. Carola se tapaba los pezones avergonzada. De repente la miré y le dije: “Tu hija no la quiere….pero nosotros….si…..”. Y comencé a chuparle el pezón succionando con mis labios. Javier se amorró al otro. En seguida noté como salía un hilo finísimo de leche caliente que me sabía muy bien y que me llenaba la boca. Javier notaría lo mismo.
Carola comenzó a moverse queriendo zafarse, pero la sujetamos para que se estuviera quieta. No tardó en comenzar a gemir víctima de las succiones que le estábamos dando en los pechos. Javier le subió la falda y le separó las piernas a la joven. Yo seguía chupando y la leche se me salía por la comisura de los labios. Carola comenzó a jadear y a decirnos muy excitada:
“Siiiii……..mmmmm…..siiiiii……..sacármela todaaaa……mmmmmm…..la niña no la quiereee……..mmmmmm…….siiiiii……mmmmmmmm”.
Javier le metió la mano por dentro de las bragas y comenzó a masturbarla. Carola nos agarró de la cabeza a cada uno y empezó a gritar de gusto. Yo al oír esos gritos llevé mi mano a su coñito también metiéndola dentro de sus bragas como Javier. Ninguno de los dos dejamos de chuparle el pecho y sus pezones se le pusieron gordísimos. Mientras Javier la masturbaba el clítoris yo me atreví a meterle dos dedos en la vagina. Carola al sentir eso empezó a jadear aún más enérgicamente. Aceleré la follada con mis dedos y se los metía lo más profundo que podía. A su vez, Javier la frotaba el clítoris produciéndole un inmenso placer a la niña.
Sabía perfectamente que una jovencita así en manos de dos tíos como nosotros se derrumbaría enseguida. Javier le tenía el clítoris cogido con dos dedos y se lo estaba martirizando. Yo le tocaba la parte superior de su vagina con mis dos dedos. Nuestras succiones a sus tetas aumentaron de intensidad y eso derrumbó a Carola. “Aaaaaaahhhhhhhh……..aaaaahhhhhhh…….cabrones……ahhhhhhh……….cabrones………me matáis de gusto………aaaahhhhh….aaahhhhhhhh….me corro……me……corro……”
Es impresionante tener a una niña de 14 años en ese estado de excitación. Carola comenzó a temblar y a tener espasmos en las piernas que hicieron que se le subieran para arriba. Dejamos de chuparle las tetas y la leche seguía saliendo de ellas. Dos chorros muy finos de líquido blanco salían hacia arriba, llenándole el vientre a Carola y poniendo el sofá pingando. Carola jadeaba y gritaba presa de un terrible orgasmo. Ninguno de los dos dejó de masturbarla ni de penetrarla. La niña temblaba e intentaba zafarse de nuestras manos, pero le resultaba imposible. De repente Carola volvió a elevar sus gritos y tanto Javier como yo seguimos trabajando su coño de esa forma incesante. Le estaba viniendo otro orgasmo seguido del primero. Carola convulsionaba. Con mis dedos la apretaba hacia arriba en la parte superior de su vagina y Javier la seguía estimulando el clítoris. “Aaaaaaahhhhh……aaaaahhhhh…….parad……..aaahhhhh……..parad…….aaaaahhhhh……….” Carola se estaba corriendo de nuevo. Lo ojos se le pusieron en blanco y su cuerpo recibió los temblores propios de tal estado de gusto. La leche no cesaba de emanar de sus tetas. La dejamos temblando y sacamos las manos de sus bragas. Ella se llevó una de las suyas a su coñito como para protegérselo y con la otra se tapó los pechos intentando parar la salida de la leche materna que no cesaba. Se encogió como un ovillo en el sofá.
En ese momento el móvil de Carola recibió un mensaje de su madame preguntándole si iba a seguir más tiempo con nosotros y si iba todo bien. Javier lo cogió y se lo acercó a la cara, el cual reconociendo sus rasgos faciales, se activó y contestó el mismo a ese mensaje: “Si , va todo muy bien, me quedo un rato más, ahora te envían el bizum.”
Javier y yo seguíamos sin corrernos y allí estaba Carola………. Cogimos su bolso y sacamos dos condones. Javier sacó uno de su envoltorio y me sorprendió……..me lo puso a mí. Eso me excitó muchísimo y yo le puse el suyo a mi amigo, repitiendo el gesto……….nos miramos y cogimos en brazos a Carola llevándola a mi dormitorio………lo que pasó allí queda para la segunda parte del relato…….
Espero que os guste….
Me es familiar ésto
Seguramente hayamos hablado de algo parecido o de esta historia en algún momento…..