Dulce placer del abandono de la sumisa
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Maria dudo un momento,un instante mas alla de las palabras y del tiempo, y obedecio. Ese tipo de dudas, porque incontroladas, eran el placer de su amo. En esos momentos, Maria no pensaba – o pensaba demasiado, demasiado ocupada por sus luchas interiores para poder expresar verbalmente sus sentimientos. Entonces, su cuerpo comunicaba por ella.
Una fraccion de segundo para abrir la boca, y no decir nada. Otra para bajar la mirada, dejarla huir a otra parte, mientras tanto un hombro desnudo se adelantaba un centimetro, se alzaba en un gesto de temor contenido. Era suficiente para que el supiera, sin que el mismo pudiera entender de donde le venia ese mensaje. Mas alla de las palabras, Maria acababa de decirle : "Te pertenezco. Sea lo que sea lo que me exijas en este instante, mi cuerpo lo hara sin que yo pueda reflexionarlo". El lo sabia. Ella lo sabia, y esa realizacion misma, repentina,&nb sp;arrojo entonces a Mari "De rodillas", dijo. Era una orden sencilla, pero a la cual Maria se negaba y siempre se habia negado. Entonces el tomo sus muñecas. Ella se dejo, mientras el anudaba concienzudamente la cuerda a su espalda – a ella le gustaba -. El la azoto,con sus manos desnudas, anchas. Era erotico, a Maria le gustaba tambien. Y lentamente, el dolor ocupo el lugar de la sensacion de caricia… la humillacion despues. Los dientes apretados, Maria entonces intento un gesto de proteccion, cuando el dolor ya se sentia demasiado intenso, pero esa misma atadura que le gustaba acaba de traicionarla, prohibiendole todo movimiento. Solo sus dedos, lejos, demasiado lejos, habian podido esbozar un gesto patetico de defensa, mientras los golpes caian. Dijo pues : "piedad". "Perdon".
"De rodillas", le repitio despues de librarla, despues de hundir su mirada en la suya. Una fraccion de segundo. Como a menudo Maria habia pensado : "obedezco si me da la gana". Y entonces las cosas se precipitaron en su cabeza. La quemadura, la sensacion de calor en sus nalgas. "rapido". La mirada que se baja sola, "evitar sus ojos". La amenaza tacita. "si me niego, me volvera a castigar. Y que ?". El dolor, excitante pero presente."… y entonces, implorare nuevamente gracia, me humillare mas aun". La reflexion absurda, bajo influencia. "porque no arrodilarme, despues de todo ? Le resistire asi, no dandole otra ocasion de hacerme implorar su piedad." Los pensamientos se acceleraban en su cabeza rapido, hay que actuar rapido – y la conclusion, tan sencilla como decidida por otro.
Maria habia dudado un momento, solo un instante, mas alla de las palabras y del tiempo, y cedio. Y sin siquiera saberlo, los dos habian gozado, durante ese instante.
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