Dulce placer del abandono, el disfrute de la sumisa (II)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Dulce placer del abandono… expresion alegorica, que describe el momento en el cual la sumisa se siente mas devota y obediente que nunca como en un autentico mundo paralelo, donde el tiempo y la realidad estan alterados, una dimension en donde los pensamientos se inclinan, reinado de la obedencia, en donde solo cuentan las palabras y los actos del dominante. Pero si reconozco mis propias sensaciones en esa expresion un tanto pomposa, no es fruto del azar : como definir el goce, particularmente cuando es tan personal, tan cerebral, tan dificil de comunicar ? La palabra que sinthetice la expresion no existe en el diccionario, por lo menos en el sentido que yo le doy. La expresion es fria para reflejar tan calidas sensaciones o quizas sentimientos, y algunos argumentaran sin fin sobre el hecho de que su interpretacion siempre es personal, variable segun el individuo…
No hay palabra para definir ese estado en el cual uno se siente sumergido, cuando las dos mentes estan completamente inmersas en el acto en si, ese momento en el cual no cuenta mas nada, solo sensaciones y el compartir, ese largo disfrute, fuente de todos nuestros deseos, tesoro mas preciado que el orgasmo en si mismo… En una mente con preferencias sexuales desviadas, en donde la sumision puede remplazar el acto de amor, ese momento no tiene nombre. Y como los juegos de bondage no siempre se parecen a los del sexo, hay miles de maneras de alcanzar o a Una sumisa que nunca fue dominada podra sentir el calor del dulce placer del abandono sobre su piel escuchando simplemente como le ordenan por primera vez.
Una sumisa experimentada con instintos masoquistas podra no comenzar a entreverlo hasta el contar 30 latigazos sobre su piel cuando este firmemente atada. Despues, para una y para otra, podra haber variaciones de intensidad ; la primera hablara de esa dulce sensacion de abandono en cuanto sienta sus pensamientos deslizarse en ella, la segunda, hara esa sensacion sagrada, no hablara de lo que siente, sino que se vea completamente sumergida en ella. Pero las dos hablaran de lo mismo. el dulce placer del abandono no es el orgasmo, pero el disfrute de la sumisa ; ese momento en el cual los pensamientos basculan, se alteran, en donde la sumision parece ser la unica via posible, en donde sea lo que se pueda decir o hacer, es sobre el camino del ot Haber estado en el una vez, es querer volver.
El camino que lleva a el no es sencillo, pero como en la hypnosis, se encuentra con mas facilidad la via, la veces siguentes. Despues…se desea estar en ese estado el mayor tiempo posible, avanzar sobre el camino.
Yo creo, aunque no lo puedo asegurar por falta de experiencia, que a partir de ahi, le toca al dominante cuidar de la integridad de su sumisa, no dejarla avanzar demasiado aprisa, templarla de manera que no se pierda nada en ese camino que puede ser tan bello y tan destructor.
En conversaciones con otras sumisas, se habla corrientemente de intercambio de poder, de acuerdo consensual de perdida de libertad para la sumisa. Pasar el poder, dejar todas las decisiones al otro, seguir siendo una misma y al tiempo sentirse permanentemente a la merced del dominante, no volver a osar hacer algo que le disguste, sentir todo el peso de su propia impotencia, es lo que buscamos muchas, sino todas. Por lo menos en fantasias.
Pero en este tipo de relaciones, el sueño puede hacerse realidad cuando uno menos se lo espera… una orden que parece caer al azar ; precisamente esa que no se hubiese querido oir, quizas en mal lugar, mal momento… que hacer entonces ? Mil cosas pueden pasar por la mente cuando se recibe una orden. A veces, si aun no se esta en pleno dulce placer del abandono, se empieza por juzgar. "cerrar los ojos ? Ahora ? Aqui, en el vagon del metro ? No se da cuenta. La gente nos va a mirar, van a pensar que estoy loca… y si alguien sube, que conozca… y si…"
Que la orden sea repetida, firmemente confirmada, que una simple mirada del dominante pase para decir : "lo quiero y ahora", y la sumisa, cerrando los ojos, no podra hallar otra respuesta, solo una, a todas sus preguntas – esa misma que sellara en el instante el cambio de poder, su bajada al dulce placer del abandono : "El lo quiso asi… confio en el… el me protegera. No estoy sola." Mil cosas pueden pasar por la mente, cuando acaban de castigarnos. El castigo es un poco como el "insisto y quiero" del dominante, la prueba de que si, que quiere ver a su sumisa verdaderamente obediente. Para esa sumisa, puede ser un salvaconducto, como un mandato que le da su amo ; "las cosa que vas a hacer, soy yo quien te obliga a hacerlas. No eres tu – no te juzgues, no analices, obedece, simplemente".
El castigo, es tambien, inevitablemente, una motivacion mas para obedecer, una referencia que ayuda a la sumisa a encontrar rapidamente las respuestas a sus preguntas interiores, en un juego con reglas completamente injustas, que van asi a llevarme a no poder pensar con objetividad, que no me dejaran otra alternativa que la obediencia.
Ese momento en el cual quizas olvide que el juego es consensual, que mi pareja me considera, que fue conscientemente que conferi a mi amo tal poder sobre mi cuerpo y mi alma, ese instante en el cual, olvidando todo eso, voy a temerle y en el cual estare dispuesta a todo para evitar otro castigo, sellara mi inmediata entrada en el dulce placer del abandono, por un momento que quizas dure tanto como la sesion ella misma.
Mil cosas pasan por mi cabeza, una de ellas es : "tendre valor de desconectarme ?" Si la respuesta es no, entonces el paso de poder se efectua. El paso de poder… no la entrada en el dulce placer del abandono. Mientras los pensamientos esten claros, mientras no se sienta todo el peso de ese acto mental, se puede esperar con calma, atada, pero serena. Una piensa : "si le pido dejar la sesion, me dejara", y ese tipo de preguntas conduce a otras, en cascada…, y un dulce panico interior se instala, en el cual me sorprendo a contestar yo misma a mis preguntas, en el cual voy a decidir no pedirselo, de miedo a oir una negacion que solo me confirmara mi impotencia, hasta el punto que ahora dependo de decisiones que no son las mias.
Ahi, en esa lucha interior, todo puede pasar, pero frente a la camara no hay pretextos para ser liberada. Esta claro no estoy atada fisicamente. Quizas hubiese preferido ser atada con cuerda y no con la Estoy convencida que uno de los ingredientes mayores de un buen amo, es la capacidad de guardar la mente fria. Debe sentir perfectamente cuando su sumisa entra en ese dulce placer del abandono. Y no es credito para hacer cualquier cosa. Ese instante es el regalo de la sumisa a su dominante, pero es tambien el momento en el cual necesita mas su apoyo, su guia, al tiempo que firmeza. Debe resultar dificil admitir para un dominante que su sumisa este bien en ese momento.
Si esta entonces se comporta como una marioneta que solo sabe obedecer, entonces es que aun tiene mucho por aprender sobre sumision. Si por algunas actitudes muestra su deseo de ir mas alla en la via de la sumision, es al dominante frenarla y templar sus ardores de sumisa que no entiende ella misma lo que le sucede.
En lugar de quebrar la persona ella misma, el dominante que olvide sus responsabilidades podria muy bien destruir su sumisa, si no sabe protegerla de ella misma. Alguna me conto que su dominante quiso hacer muestra de todo su talante o que escucho demasiado sus deseos, olvidando su rol protector, haciendo que tuviera que remprender el camino desde el principio, con secuelas emocionales y fisicas permanentes. Ahora deseaba empezar de nuevo, admirando el paisaje como ella decia, disfrutandolo.
El dulce placer del abandono no es el punto G de la sumisa, la meta a alcanzar a toda costa. La confianza, la escucha, la discusion y el conocimiento del otro son los verdaderos puntos a buscar en este typo de relacion, y es de ellos que nacera, indudablemente, el dulce placer del abandono. Acelerarlo es destruir a la sumisa. Buscar el mantenerlo demasiado tiempo, es agotar a los dos, vaciarlos de sus energias, porque el dulce placer del abandono es gran consumidor, por ambos lados del latigo.
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