Educada para follar – II
Nadie nace enseñada, educada. Pero junto con el crecimiento físico, la familia, los educadores, la vida… todos te enseñan. Y a ti te toca aprender y elegir carrera. Solo a ti..
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Una mano me agitó y me despertó. Durante unos minutos me había quedado dormida del cansancio que tenía de la brutal autofollada, o quizá mareada, no lo sé, solo sé que mi cuerpo pesaba toneladas, y que mi percepción de la realidad no estaba ni al 40%. Mi maestra y pervertidora, me ayudó a tomar una rapidísima ducha fría para despejarme, y al marcharme, muy tarde ese día, hacia mi casa, iba a un ritmo muy lento.
Mi entrepierna estaba destrozada, y al dolor de mi coño se unía otro en el bajo vientre. Sentía mis piernas entumecidas y mis músculos muy doloridos. Mi cuerpo estaba lleno de sensaciones placenteras, pero mi cerebro estaba obtuso, pesado, y hacía las cosas automáticamente, no racionalmente. Al llegar a mi casa, tuve la suerte de que mis padres aún no habían llegado, pero mi madre no tardó nada, y me cogió dándome un baño intentando arreglarme y aclararme un poco.
Apenas terminé de cenar me fui a mi cuarto y con la excusa que me estaba bajando la regla, no me preguntaron más. Pero oí a mi madre decir a mi padre:
–La pobre todavía está en sus primeras reglas y recuerdo que son muy jodidas.
Dormí plácidamente, lo necesitaba. A la mañana siguiente tenía un hambre enorme, y me comí cuanto mi madre me había puesto en el plato con dos vasos de leche. Me encontraba mucho mejor. Tal y como andaba al cole y la brisa me despejaba, me iba sintiendo fantástica y muy feliz. No sabía exactamente lo que me había pasado, solo que había gozado como nunca había pensado hacerlo ¡y que ya no era virgen!
Lo que habíamos hecho Carmen y yo eran «cosas entre mujeres», y no solo no me importaba nada el haberlo hecho, sino que si ella me lo pedía, lo volvería a hacer siempre ¡eso y mucho más! Pero no hizo falta que yo tuviese dudas o me hiciese muchas preguntas. En el recreo escolar, Carmen vino a buscarme y al encontrarnos nos sonreímos. Y al verme con esa sonrisa, ella se dio cuenta que yo me había entregado totalmente a sus deseos. Ya nunca le diría que no a nada que me exigiese.
Me dijo que aunque esa tarde no nos tocaba vernos, ella necesitaba verme y estar conmigo. Y podríamos hablar las dos largamente. Bueno, hablar y mucho más. Yo sonreí y acepté ¡Carmen me necesitaba… a mí!
Al llegar a su casa y cerrar la puerta tras de mí, la vi totalmente desnuda sobre unos tacones increíbles. Me abrazó, me estrechó sobre ella y aplastó sus labios con los míos en mi primer beso verdaderamente pasional entre amantes, mientras sus manos recorrían mi cuerpo. Poco a poco me fue desnudando mientras mi respiración se agitaba y entrecortaba. Apenas me quedé desnuda, sus manos masajearon maravillosamente mi coñito provocando mi primera corrida. Y mientras Carmen me acariciaba, me dijo:
–Hoy voy a follarte yo ¿Prefieres hacerlo en la cama o en el sofá? Hoy, yo seré tu macho.
Por primera vez oí la palabra «follar» y a pesar de ser una niña, la encontré muy adecuada a lo que habíamos hecho. Subimos a la gran cama y esta vez quiso que me pusiese a cuatro patas con mi cabeza apoyada sobre mis brazos cruzados. Ella se puso detrás de mí y pronto noté su lengua sobre mi coñito. Y un poco después, esa misma lengua penetraba mucho en mi ano. La lengua de Carmen era maravillosa y se movía infatigablemente. Unas veces en el coño y otras en mi culo, me fue lamiendo y penetrando, dándome un enorme placer.
Luego, durante largo rato, sus dedos empezaron a penetrar en mis dos agujeros. Los metía y los sacaba totalmente, los forzaba intensamente hacia los lados y hasta me metió los dedos pulgares profundamente en mi coño, estirándolos hacia los lados, haciendo rotaciones y pequeños masajes. Volví a correrme y me dejé caer sobre la cama, no aguantaba más.
Carmen se levantó, me trajo un gran vaso de leche caliente con una yema, y delante de mí puso bastante coñac. Mientras me decía que a partir de ahora me iba a educar muy viciosa, me la tomé y sacó dos cigarrillos. No hizo falta que lo encendiera ella, lo hice yo. Se tumbó a mi lado, puso un cenicero entre las dos y estuvimos quietas y silenciosas mientras nos los fumábamos. Al terminarlos, dejó el cenicero en la mesita y se puso encima de mí pero en sentido contrario. Yo no sabía qué pretendía así, pero ese fue mi primer 69. Me dijo que le hiciese lo mismo que ella me iba a hacer a mí.
Y nos empezamos a chupar, lamer, meter las lenguas en los agujeros ajenos, y como ella metía su lengua en mi ano, yo le hice lo mismo. Cierto que notaba un sabor ligeramente amargo, ácido, pero ¿y qué? Lo que notaba es que mientras su lengua tenía dificultades para entrar en mis agujeros totalmente, yo podía meter mi boca y mi lengua en sus agujeros sin problemas y aún sobraba sitio ¡quién tuviera esos agujeros tan grandes! Pero no lo debí hacer mal, ya que aunque yo me corrí otra vez, ella también se corrió. Se levantó y se fue al arcón, abrió un cajón y sacó una enorme polla de látex negro.
Yo no sabía qué era aquello, pero me dijo que era la copia de la polla de un actor porno que la habían hecho con un molde. Me la dio, era enorme y pesaba una barbaridad. Me dijo que medía 27 x 6 cm y que pesaba 800 gms y que eso era para follar entre mujeres, o para darle por el culo a un hombre, o una mujer. Yo me quedé sorprendida mirándola a ella, mirando la polla que tenía entre mis manos y le pregunté:
–Pero ¿cómo es posible que esto se meta dentro de unos agujeros tan estrechos?
Y la respuesta de ella fue muy natural ¡practicando! Tal y como te vas metiendo consoladores y pollas en los agujeros, poco a poco los músculos se van relajando, flexibilizando y ensanchando, y tal y como se van ensanchando, van dejando entrar consoladores y pollas más gordas y a más profundidad, con lo que el placer está plenamente asegurado. Me la cogió de mis manos, se puso de pié delante de mí, separó sus piernas y empezó a metérsela dentro de su coño.
Yo veía, totalmente asombrada, como ese monstruo iba desapareciendo dentro de ella y como ella sonreía feliz. Cuando la tuvo toda dentro, empezó a sacarla y meterla cada vez a más velocidad ¡se estaba follando a si misma! Notaba como su respiración se agitaba, sus duras tetas se movían sin parar, y como empezaba a sudar, hasta que minutos después se la clavaba hasta el fondo con toda su fuerza, sujetándola con sus dos manos, mientras su cuerpo se estremecía en un orgasmo salvaje y ella gruñía como una cerda. Instantes después me dijo:
–¡Chúpame puta, chúpame el coño y trágate todo lo que mi cuerpo expulsa por placer!
Se arrodilló en la cama junto a mí. Me puse bajo ella. Se arrancó lentamente la polla y pegué mi boca en su coño para tragarme todos sus maravillosos sabores orgásmicos que salían a chorro. Su rasurado coño estaba lleno de sus fluidos y por todas partes habían colgajos pegados a sus piernas y llenando sus labios vaginales. Carmen aplastó mi cabeza contra su coño para que chupase lo más profundamente posible y cuando separó mi cabeza de sus piernas, me levantó, y aplastó sus labios contra los míos.
–Ya eres mía puta ¡ya eres totalmente mía! –me dijo-
Estuvimos besándonos largo rato y jugando profundamente con nuestras lenguas. Pero tampoco nuestras manos estaban quietas. Empezamos a masturbarnos mutuamente y tal y como nos calentábamos, íbamos subiendo la intensidad de nuestras caricias. Yo estaba en estado «gata salvaje» y entregada, totalmente entregada a ella. Tan totalmente entregada a esos placeres, que si hubiese entrado un hombre y me hubiese ordenado dejarme follar por él, solo le hubiese preguntado por qué agujero.
Con un coño tan dilatado y mojado como estaba ahora el de Carmen, mi mano resbaló dentro de él, y para sorpresa mía, me dijo que no lo sacase, que cerrase lentamente mi mano y metiese y sacase mi brazo con el puño cerrado, que me la follase como si mi brazo fuese otro consolador ¡y lo hice! Mi excitación era enorme y muy pronto las dos nos corrimos y pegamos un enorme grito de placer. Nos quedamos las dos pegadas y mi puño seguía dentro de su dilatado coño ¡qué envidia me daba! Y en un momento determinado, me miró con un brillo muy especial en sus ojos y me preguntó:
–¿Me juras Paloma que a partir de hoy serás mi puta? Y no solo serás mi puta, sino la puta de todos mis amigos y de mis amigas que me ayudarán a follarte y pervertirte, y pronto, muy pronto, serás la puta de todos los hombres y mujeres que deseen follarte sin parar y sin contemplaciones morales, por dinero, solo por dinero y placer ¿me lo juras?
Yo, a punto de cumplir mis 13 años, no tenía demasiada idea de por dónde iba la cosa, Pero sí sabía lo que decía la gente qué era una puta, aunque a mi edad, nunca había pensado en serlo ¡ni siquiera conocía a ninguna! Pero si mi amiga, amante, y maestra Carmen me lo pedía, no podía ser nada malo y acepté. Al mismo tiempo y al darme cuenta del placer que había obtenido ella jugando con ese enorme pollón de látex, y de la sensación agradable que tuve con mi puño dentro de su coño, le pregunté:
–Carmen ¿y cuándo podré meterme eso dentro de mí? Porque yo quiero poder meterme «eso» tan grande en mis agujeros, que tú me metas todo lo que quieras, y que pueda disfrutar de esa clase de sexo. Sí, ya sé que ese tan grande no me cabe ahora dentro de mí, pero seguro que hay alguna forma de meterme algunos otros y poco a poco que sean más grandes. Por fa… ¡yo también quiero estar tan dilatada como tú!
Carmen me sonrió, se levantó y yendo al mismo arcón que antes, miró y hurgó por allí y sacó de una caja, un maravilloso dildo de silicona rosa de 16 x 2,5 cm, volvió a mi lado, lo chupó bastante llenándolo de saliva y me lo clavó ligeramente en mi coñito ¡Es todo tuyo! –me dijo-. Yo veía esos 2 o 3 cm de la imitación de la polla masculina dentro de mí y el resto medio caído, apoyado en la sábana, y no sabía qué hacer ni que pensar ¡ni siquiera sabía que aquello se llamaba dildo o consolador!
Pero al verme Carmen dubitativa, no lo pensó dos veces, se puso a mi lado, empezó a jugar con él sin sacármelo, me dijo que me abriese un poco más de piernas, y antes de que me diese cuenta, me dio un profundo beso, y al mismo tiempo, empujó el dildo con todas sus fuerzas y penetró totalmente dentro de mi coñito. Bueno, totalmente no, ya que mi vagina no era tan profunda como su tamaño. Pero sí llegó tan profundo, que besó a tope mi cérvix dándome un fuerte golpe.
Yo me quedé profundamente asustada, miedosa y desorientada. Pero Carmen no paró durante muchos minutos de meterlo, sacarlo, rotarlo y empujarlo hacia todos los lados. Notaba como mis músculos vaginales se estiraban hacia todos los lados, pero no tuve sensación de dolor. Más bien estaba paralizada. Nadie me había explicado nunca que eso se podía hacer.
Minutos más tarde, tuve una nueva corrida, pero no disfruté de ella como lo había hecho con las anteriores corridas de esa tarde. Carmen sacó totalmente el consolador de mi coñito y me dijo que abriese la boca y que disfrutase del maravilloso sabor de mis propios jugos. Yo abrí la boca, dejé entrar el dildo, y poco a poco y con la inestimable ayuda de mi amiga y maestra, lo limpié todo y llené mi boca de mis propios sabores, de mi propio flujo.
Como se había hecho muy tarde, solo me limpié bien la cara en el baño y Carmen me ayudó a limpiarme el coño. Nos mirábamos a los ojos, nos besábamos, pero todo en silencio. Cuando ya estaba vestida pero aún sin bragas, el dildo, que ya estaba bien limpio, me lo envolvió con un trapo limpio y me lo guardó en la mochila, junto a mis bragas. Cuando ya iba a salir de casa, me dijo que a partir de ahora, cuando me masturbase, no lo hiciese con las manos, que lo hiciese con el dildo y así, poco a poco me iría metiendo consoladores más grandes y anchos para ayudarme a dilatar bien mis agujeros. Y que no tuviese miedo a metérmelo por el culo, ni tampoco profundamente por mi boca.
Y cogió de encima de la mesita junto a la puerta de entrada, un USB, me lo dio y más o menos me dijo que conectase eso a mi PC y que me dedicase a verlo todo el fin de semana. Y que si veía a una puta pelirroja follando como una loca, era ella con una peluca, que esas pelis porno hacía varios años que las había hecho en Alemania. Y que ese futuro era el mío. Follar como una loca sin parar. Meterme en el cuerpo toda clase de pollas, y en mi bolsillo toda clase de Euros y otras muchas monedas. Si tenía algún miedo a follar con pollas grandes, esos videos me demostrarían que sí se puede. Encendió entonces un cigarrillo, me lo puso entre los labios y me dijo:
–Ahora ya eres una mujer adulta. Ya has dejado de ser virgen. Hoy es tu primer día de entrenamiento como futura puta, ten el orgullo de serlo y por eso vas a ir siempre sin bragas y con tus agujeros disponibles. Nunca vuelvas a venir aquí con las bragas puestas y fuma aunque no te guste, por la calle y por donde quieras. Y déjate abrazar, besar, y tocar, por tus compañeros del cole. Conviértete en una chica fácil. Haz que te deseen tanto chicos como chicas, y sé un modelo sexual para ellas. Una puta siempre tiene que estar orgullosa de serlo y de ser deseada y admirada, además, ya nunca te trataré como una jovencita, sino como la puta que desde hoy vas a ser.
***Una puta tiene que ser una viciosa, una depravada, y el tabaco, el alcohol, las drogas, y otras cosas que irás conociendo, son los primeros vicios que debes tener diariamente. Y así, dentro de pocos meses serás una pervertida amoral y sin complejos, incluso desearás quedarte pronto preñada, para demostrar lo que eres ¡Mi puta perfecta!
Nuevamente llegué a casa antes que mis padres ¡cuántas veces he follado en mi vida gracias a las tardías llegadas de mis padres a casa por su trabajo! Me fui directa al baño, me desnudé totalmente y mirándome en el gran espejo, me abrí de piernas y me fui introduciendo el dildo. De vez en cuando paraba, separaba mis manos y me veía con ese dildo rosa como un extraño colgajo entre las piernas. Me lo introduje casi todo, hasta que chocaba una y otra vez con mi cérvix, ya no cabía más, pero yo deseaba más, mucho más. Oí la puerta de mi casa cerrarse y la voz de mi madre me despertó de mi particular éxtasis. Fui a mi habitación, me volví a vestir sin bragas ni sujetador, y me fui a ayudar a mi madre como lo que siempre he sido, una atenta y buena hija.
Durante los cuatro días que estuve sin Carmen, vi ese USB muchas veces y era tanta mi excitación al ver esas escenas, que pasé esos cuatro días con el dildo dentro de mis agujeros. Me lo sujetaba con una cinta para que se quedase profundamente dentro al irme a dormir, y cuando lo sacaba lo limpiaba con la boca. Aprendí a sentarme con él clavado sin que mis padres notasen nada. Yo si lo notaba y me gustaba.
Por cierto, era tal mi entusiasmo, que la primera vez que quise meterlo al fondo de mi boca, lo hice con tal pasión y fuerza que casi me ahogo y vomité con ganas. Aprendí así a ir dominando la penetración con las arcadas, y con la punta del dildo jugaba con mi paladar y mi lengua hasta mi garganta, hasta que el domingo, antes de comer y con mucho miedo, me lo pude meter entero hasta mi garganta y ya sin problemas. Ahora ya podía empezar a ser una buena mamona.
El lunes, en clase, también lo llevaba puesto, pero sin las bragas. Y cuando por la tarde fui a casa de mi amada maestra y pervertidora, después de los besos y caricias ya habituales, me di la vuelta, me levanté la falda, y enseñándole el dildo clavado totalmente en mi culo, le dije:
–Carmen, esto es muy pequeño para mí, necesito otro mucho más grande y gordo.
Me lo quité, y sin limpiar me lo introduje en la boca, casi todo y hasta el fondo, y con mi lengua lo dejé perfectamente limpio ¡y se lo di sonriendo!
–Lo ves, necesito algo más grande, y sobre todo, mucho más grueso. Como las pollas que te follaban a ti en las pelis que me has dado para ver. Y quiero ser tan puta como tú y hacer porno cuando tú me digas ¡es una pasada! Enséñame, dirígeme, y haré todo lo que me pidas ¡ABSOLUTAMENTE TODO! Es más, quiero empezar a follar con todos esos amigos de los que me hablas, sin condón y sin tomarme nada de anticonceptivos, tal y como tú quieres. Transfórmame, hazme tu esclava sexual, y si me quedo preñada ¡ya me dirás tú qué hago con mi barriga!
Carmen me miraba alucinada, pero una amplia sonrisa empezó a abrirse en su boca y me dijo:
–Anda puta, ven conmigo a mi habitación y te haré mujer para siempre. Desnúdate y túmbate en la cama -y mirándome me dijo- ¿De veras quieres ser puta por dinero y no te importa ya quedarte preñada a tu edad y empezar con los abortos?
Asentí sonriendo mientras iba detrás de ella y le dije, muy segura y consciente:
–Yo seré Carmen todo lo que tú quieras que sea. Me entrego a ti para ser esa puta que quieres que sea ¡tu puta! Y sin condiciones.
Me desnudé al mismo tiempo que Carmen, y ella se acercó al arcón de sus maravillas. Sacó de él un arnés, se lo puso de espaldas a mí y se giró. Cuando vi a mi amante, desnuda, con sus enormes tetas, con unas correas que rodeaban cintura y culo y con una enorme polla de látex marrón tapando su coño, como si fuese la de un hombre, empecé a reírme porque para mí, esa imagen era surrealista. Pero acercándose Carmen a la cama, me miró y me dijo:
–¡Ríete puta, ríete! Ya veremos dentro de un rato, cuando te folle a tu edad y con tus agujeros tan estrechos, con esta polla de 22 x 3,5 cm, si te sigues riendo como ahora.
Y la verdad es que apenas empezó a meterla con fuerza en mi coñito preadolescente, agarrando con sus manos mis caderas, mi risa se terminó.
Pero antes, puso un líquido sobre la gran polla y con su mano izquierda empezó a distribuir ese líquido lubricante por casi toda ella, y especialmente por el capullo que lo untó varias veces. Cogió una pequeña toalla, se limpió las manos, me separó las piernas, me levantó ligeramente el cuerpo, e inclinándose sobre mí, empezó a chupar, sorber, deglutir, mordisquear y jugar con su boca en toda mi vagina y mi clítoris. Y claro, una cosa es que seas muy joven, y otra cosa es que seas de piedra. Y yo no era de piedra, sino totalmente humana y tuve un orgasmo espectacular. Expulsé un manantial de fluidos, me mareé un poco y me quedé plenamente satisfecha.
Pero mi maestra era muy puta, experta, y con mala leche. Aprovechó esos momentos para levantarse un poco, acercarse más hacia mí, y apoyando el glande de látex entre mis labios vaginales, empezó a introducírmelo lentamente. Esa polla no era como la que me había llevado a mi casa y jugado con ella. Aunque parezca increíble, esta era solo un centímetro más gruesa que la anterior, pero ¡joder lo que se nota ese maldito centímetro de diámetro dentro de ti! Notaba cómo se esforzaba en meterla, pero sobre todo, notaba la enorme dilatación de todos mis músculos y no solo los vaginales. Desde mi estómago hasta los muslos, notaba su gran dilatación, una gran tensión muscular, y como pequeñas descargas eléctricas.
Poco a poco entraba dentro de mí, y cuando ya una buena cantidad de polla la tenía enterrada en mi coño, mi amante se fue dejando caer encima mío y por una parte, eso facilitó una más rápida penetración, aumentó mis dolores, y empezó a comerme a besos, besos que le fui devolviendo con pasión, con alegría y con unas ganas terribles de hacerla feliz, que se sintiese orgullosa de mi. Que no le importase hacerme mujer o hacerme daño. Yo era suya. Me sentía totalmente entregada a ella y a sus pasiones.
Empezamos a acariciarnos, a jugar con nuestras tetas, con nuestros pezones, y casi no me di ni cuenta que esa hermosa polla de látex había llegado a lo más profundo de mis entrañas, hasta que tuve otro maravilloso orgasmo. Me dejó relajar un instante y al verme recuperada, empezó a follarme de verdad. Como si realmente ella fuese un hombre, y la polla que estaba dentro de mí fuese de carne.
Ya no se trataba de meterme un consolador. Eso ya lo había hecho ella unos días antes y yo muchas veces en mi casa, sino de hacer que ese consolador se deslizase por mi matriz y entrase y saliese como una verdadera polla masculina y aquello fuese una auténtica follada. No tuvo compasión ni de mi edad ni de la estrechez de mi vagina, empezó a meterla y sacarla con una maravillosa precisión y buscando sacar de mí, toda clase de placeres. Y lo consiguió.
Yo empecé a sudar, a moverme sin parar, mis caderas buscaban como ajustarse de la mejor manera posible para que me doliese menos, pero al mismo tiempo y sin yo saberlo, también me estaba dando con esas posiciones, más placer. El dildo, bien engrasado con el lubricante y mis orgasmos, se deslizaba “casi” sin problemas por mi coño y me lo clavaba hasta el fondo chocando contra mi cérvix. Y empezó mi placer divino. Me volví a correr otra vez, dos veces… y un rato después, totalmente empapada de sudor, no pude más, me mareé y Carmen sacó la polla y con el arnés puesto, salió de la habitación.
Entró instantes después con una jofaina con agua calentita, una esponja y una toalla. Me limpió la cara, el cuerpo y toda la zona vaginal, tan dolorida y tan empapada de mis fluidos. Luego me secó amorosamente, se lo llevó todo de nuevo, y al volver, llevaba en la mano un vaso de leche calentita con un huevo y cacao batidos. Me dio, lo que se le da a una niña agotada, porque a pesar de mis folladas ¡yo seguía siendo una niña! Me la tomé y con eso y la limpieza anterior, casi me despejé totalmente.
Pero al mirarla y ver cómo aún llevaba puesto el arnés con la polla tan enorme, me entró una risa tonta que contagié a mi maestra y pervertidora, y las dos nos reímos durante un buen rato. Las dos éramos ya, uña y carne.
Nos abrazamos, besamos, y reímos como dos buenas e inseparables amigas. Carmen miró el reloj y me advirtió que se estaba haciendo tarde para irme a casa, y mirándome a los ojos, me dijo que intentase tragarme esa polla. Lo intenté dos veces y casi me introduje la mitad. Carmen se fue al arcón milagroso y de uno de sus cajones sacó un consolador de gelatina, de color negro, del mismo tamaño del que me había follado, y todavía empaquetado en su bolsa de plástico original. Iba a ser yo quien lo utilizase por primera vez. Lo cogí, lo puse en mi mochila, me vestí, y cuando iba a salir, Carmen me dio un cigarrillo recién encendido, un paquete de tabaco, y un encendedor, mientras me decía:
–Paloma, pasado mañana, cuando vuelvas a esta casa, esta verga de látex que hoy ha dilatado perfectamente tu coño, penetrará toda ella en tu culo. Así que ves metiéndote en ese culito esa polla que llevas en la mochila para dilatarlo tú misma, porque pasado mañana sí vas a sentir lo que es dolor. Y otra cosa, si no te vuelves atrás, en dos o tres semanas te entregaré a varios de mis amigos que jugarán contigo como no te imaginas. Ellos si te follarán de verdad, llenaran de semen todos tus agujeros, y te preñarán. Te iremos convirtiendo en esclava de toda clase de vicios y perversiones sexuales.
***Ya verás como pronto serás una verdadera puta con hambre de sexo y adicta a las drogas y el alcohol, porque una buena puta está siempre insatisfecha en sus deseos y perversiones. Desearás más y más hombres y mujeres… y yo te lo daré todo ¡incluso los embarazos y abortos constantes! Y tú me obedecerás a mí y solo a mí.
Nos dimos un apasionado y húmedo beso, y me marché a mi casa expulsando humo, con mi primer paquete de cigarrillos y mi primer encendedor, sintiéndome la niña más feliz del mundo. Dentro de poco sería la puta que nunca había soñado ser, pero que ahora deseaba ser, viciosa, depravada y sin limitaciones morales ni sexuales.
Esa puta que os indicaba al principio de mi primer relato… ¡Esa iba a ser yo! Sumisa, obediente, y totalmente entregada a los deseos de mi putísima maestra…
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Un super relato. Muy excitante.
¿La maestra no tiene mas alumnas a las que enseñe perversiones? Talvez las pueda reunir en una convivencias de lujuria y depravación. Y que la mayores instruyan a la pequeñas.
Vaya es una idea.