El bar de la perversión
Un amigo y yo nos metemos a un bar a disfrutar de unas cervezas y acabamos en la más oscura de las orgías..
Llega un momento en la vida de todo hombre que las fiestas quedan atrás y el alcohol empieza a fluir cada vez más pronto, ya que somos ante todo trabajadores y necesitamos madrugar. En esas tardes de cervezas en bares de cualquier barrio puede que no se desinhiba uno tanto como en sus tiempos de juventud en una discoteca, pero también encierran aventuras, quizás, más interesantes.
En esas estaba con mi amigo Ricardo de cervezas por el barrio, deambulando de bar en bar a ver en cual se estaba más tranquilo. Llevábamos desde las 5 bebiendo y algo nos pasaba siempre que, bebiendo juntos, una cerveza contaba como cuatro a efectos de emborracharnos. Sería la libido, la alegría, la confianza, o a saber qué cosa.
Entramos en un bar regentado por un hombre corpulento y mayor, con la piel cubierta de grasa. Es una prueba de que en ese sitio se come y se bebe bien. El hombre estaba en la barra, secándose las manos en la gran panza, y mirándonos mientras entrabamos, de arriba a abajo, preguntándonos qué iba a ser. Pedimos nuestras jarras de cerveza de rigor.
Nos sentamos en la barra. El bar era un típico bar de barrio en España, algo estrecho, angosto, con un par de mesas, y la cocina y el baño al fondo. En el bar había un padre de Latinoamérica con su hija pequeña, sentados en la barra, que hacía forma de ele. No había nadie más. Ya había oscurecido y no parecía que el bar se fuera animar mucho más. Con lo que era ideal para estar charlando tranquilamente con Ricardo. Nos sentamos en el lado corto de la barra.
Bebíamos cervezas rápidamente y pronto la charla fue siendo general, con Fermín, el dueño del bar, y Carlos Andrés, el padre de Jennifer, la pequeña. Conversábamos sobre todo y a medida que caía la noche la pequeña estaba más cansada y nosotros más animados. Ricardo y yo, de 25 años, el dueño del bar, Fermín, de 65, y Carlos Andrés, de 38. Comenzamos a hablar de los tiempos en los que Fermín era jóven, y como todo era más fácil para ligar con mujeres. En nuestra ingenuidad, le replicamos que hombre, un chico jóven, se folla antes a las chicas que cuando ya entra uno a ciertas edades. Pero el hombre, dándo tremendas carcajadas, con buen humor, dijo algo que siempre recordaré:
-No hombre, no. Lo que pasa que antes esperabas el tiempo suficiente a que las copas hicieran efecto y la violabas en cualquier rincón.
Nos quedamos blancos, sin saber que decir. Carlos Andrés, resoplando de la risa, añadió:
-A, pues sí que sabe, una buena rajita que no quiere es más estrechita.
Empezamos a reir nerviosamente, entre cachondos y perplejos, y eso ya animó a nuestros nuevos amigos a comentar alguna de sus aventuras, que no eran pocas.
Nos bebimos dos jarras de cerveza más en la que seguían hablando de increíbles folladas a mujeres inconscientes, borrachas, drogadas…
Las pollas nos hervían a Ricardo y a mi dentro de los pantalones. Como dije, estábamos sentado en el lado corto de la barra, Fermín estaba dentro de ella y el padre con su chiquilla estaban en el lado largo, en nuestra diagonal. La chiquilla se había quedado dormida apoyada en la barra. Fermín comentaba, mientras se sobaba el bulto en el pantalón, como quedaba con una mujer a la que metía somníferos en los whiskeys que le servía en el bar. Era, por aquella época, cliente habitual, y al ver que siempre perdía el sentido había dejado a Fermín una copia de las llaves para subirla a casa, pues vivía en el mismo bloque donde estaba el bar.
-Esos sí que eran buenos tiempos, 35 años tendría yo, la Yolanda, unos 45, de buen ver, y cada semana la tenía roncando en la barra – apunta con el pulgar la hija de Carlos Andrés, mientras seguía, con la otra mano, tacándose el paquete- Como esta princesita, jeje. Ahí me la cargaba a casa y la bajaba las bragas para quedarme bien a gusto. Esta princesita me recuerda el día que estando encima suya, la mujer super ida, desmayadísima, roncando mientras yo le metía toda la polla, entra en el salón su pequeña hija, podría tener la misma edad que tu pequeña… Mejor me callo.
El señor empezó a reír sirviéndonos otra cerveza, agitando su gran panza.
Carlos Andrés se incorporó un poco en su sitio. Me percaté que la mano izquierda, la que estaba al lado de su hija, desapareció bajo la barra.
-No, hombre, continúe, ¿Qué sucedió?
Ricardo y yo tragábamos cerveza para intentar enfriarnos un poco. Mientras Fermín se acercaba a Carlos Andrés, y empezó a decir más tranquilo y en voz baja, mirándonos a nosotros.
-Bueno, son cosas que no se deben decir, tenemos invitados, Carlos,
-Bueno, no se han enojado en lo que llevamos comentado.
-Eso es verdad… Pues mira, yo nunca le he hecho ascos a ninguna mujer, y esta no iba a ser la excepción. No paré de follarme a su madre para que no se asustara…En estas situaciones ya te delatas… no, sólo le pregunté si quería unirse a la diversión.
Los dos empezaron a reírse tímidamente. Notaba como el brazo Carlos Andrés, que permanecía debajo de la barra de estaba, se movía. ¿Estaba tocándose la polla al lado de su hija dormida?
-Mientras no paraba de follarme a su madre, la miré con toda naturalidad, es importante no ponerse nervioso porque las niñas son muy listas, y si se dan cuenta que estás haciendo algo que no debes, en seguida se echan para atras. Pero le dije «eh, preciosa, ¿quieres disfrutar como lo esta haciendo tu madre?» Veía a la niña que no apartaba la mirada de mi rabo y me tuve que esforzar mucho para no correrme en ese mismo momento. al final convencí a la niña de que se echara encima de su madre, la subí la faldita y le bajé las bragas, y me puse a comerle su coñito mientras por fin me corría dentro de su madre.
Yo no aguanté más y, me saqué la polla para tocarme. Ricardo se dio cuenta, pero ni Carlos Andrés ni Fermín lo notaron.
-Debe de ser de lo mejor, comerse un coño tan tierno.
El que hablaba era Ricardo, yo no me lo podía acabar de creer que hubiera dicho eso con unos desconocidos. Los dos hombres le miraron sonriendo, y cambiaron a mirarse entre ellos.
-¿Qué me dices, Carlos?
-Bueno, la tengo húmeda ya.
El corazón se me paró por un segundo, mientras seguía sobándome la polla, me incliné un poco. Carlos no tenía la mano en su entrepierna sino entre las piernas de su hija. Movía la mano en círculos, moviéndole la falda. Fermín salió de la barra y bajó el cierre del bar. Así, desde fuera, no se veía nada de lo que iba a pasar.
-Así que te quieres comer el coñito de una niña, ¿eh, chaval? Decía mientras cerraba con seguro.
Carlos Andrés cargó con su hijita, una dulce niña dormida de cinco años, y la puso frente a Ricardo, en la barra, sujetándola para que no cayera. La niña tenia las piernas colgando y la falda un poco doblada por los juegos que previamente el padre le había dado.
-Bájale las bragas.
Le dijo Carlos Andrés a mi amigo Ricardo. Yo estaba tan cerca que podía escuchar la respiración de la niña dormida. Ricardo, sin perder tiempo, agarró las bragas de los lados y se las quitó por completo a la niña. Ahí estaba su coñito pequeño, sin pelos, de color café claro y lo que más me puso la polla dura, se le notaba ya abierto. Los gorditos labios se separaban un poco al llegar al final de esa pequeñita raja. Sin duda la niña ya era toda una puta viciosa. Ricardo acercó su cara al coñito, y metió la nariz, moviéndola a los lados, entre los labios frotándole el clítoris, y, sacando su lengua, empezó a lamerle el agujero con ganas de metérsela. Su padre estaba detrás cuando la niña empezó a quejar y a mover las piernas, aún dormida. Fermín se acerco y agarro fuerte las piernas para que no las moviera, haciendo despertar a la nena, que se encontró con una cabeza en su coño y tres más bien cerca de ella, rodeándola.
-¿Qué pasa?
Preguntó.
-Te vamos a violar, putita.
Fermín, dentro de la barra, se bajó los pantalones dejando ver una polla gordísima. No llevaba calzoncillos. Empezó a hacerse una paja mientras todos oíamos la lengua de mi amigo lamerle el coño a la hija de Carlos Andrés, y los gemidos de la nena. Eran tímidos y se notaba que no quería que notáramos que le estaba gustando por miedo a lo que vendría después.
-Ven, cariño. El padre la puso bocabajo en la barra, las piernas le seguían colgando a nuestro lado mientras su cabeza estaba suspendida al lado de Fermín y su padre. Yo me empecé a quitar los pantalones, que llevaban tiempo molestándome. Ricardo le abrió las nalgas a la nena y pudimos admirar su ojete y su coñito bien cerca. Ricardo me miró y se puso a meterle la lengua en el agujero del coño, que ya con el trabajo anterior estaba algo dilatado, yo me atreví a tocarla por primera vez y mantuve separadas las nalgas para que mi amigo pudiera hundir su nariz en su culito mientras le metía todo lo que podía la lengua.
-José, debes probar este coño.
Me dijo levantándose. Era mi turno. Me agache a admirar esos agujeros creados para forzarlos, tan pequeños y tiernos. Mientras Fermín le decía a la nena que abriera la boca y no se quejara. Empezó el cuerpo de la niña a moverse entero con el vaivén que la follada de boca de Fermín le estaba haciendo. Aproveché ese movimiento para dejar mi cabeza quieta y esperar a que ese cuerpecito se plantara en mi cara para lamerle los labios vaginales, suaves y tiernos, me deleitaba con el olor de su culito limpio y lampiño. Notando las babas de mi amigo en su coño, me puse después de las primeras lamidas a su cuerpo a lamerle el culo. Estaba muy cerrado. Ricardo se había desnudado y estaba de rodillas en la barra, viendo, como en un partido de tenis, a ambos lados como cada uno de nosotros disfrutaba de los agujeros de esa niña. Fermín la ahogaba con ahínco. No era la primera vez que la usaba y no se andaba con tonterías, la agarraba del pelo y le hundía el rabo todo lo que podía. La boca apenas podía abrirse con el grosor de su polla, pero a fermín le gustaba notar los dientes de la nena y se esmeraba en llegar a su fina garganta. Que sonaba fuertemente cuando se bloqueaba por todo el bar.
Al notar la dureza de los movimientos de la nena me anime a dejar un dedo quieto debajo de mi boca, y empezó a meterse en su vaginita húmeda. Aprovechando el vaivén lamia su culito y mi dedo para que poco a poco entrara más a y más. Al quinto empuje mi índice estaba entero dentro de su coñito, y notaba como apretaba y como la niña intentaba quejarse, impidiéndole articular palabra la polla gorda de Fermín, que gruñía mientras le llegaban los pelos de su polla a la nariz de la niña.
-Eso es, haz que se asfixie, a ver si no tarda en desmayarse. Le decía su propio padre al violador de su hija. Más animado empecé a mover mi mano, apartando mi cabeza, para masturbar como a toda una mujer a esa cría. Empujaba con fuerza mi dedo intentando atravesarle todo el coño, escupiéndole para que siguiera lubricado pues mis planes pasaban por meterle otro dedo igual de fuerte. Notaba sus paredes vaginales y mi dedo las rozaba y las apretaba para que fueran haciendo espacio. Ver su pequeño culito alejarse y cercarse a mi gran mano me hacía perder el control, y tenía que concentrarme en hacérselo como un hombre y no como un animal.
-Le está metiendo todo el dedo. Dijo mi amigo Ricardo, maravillado.
-Ese coñito a tragado cosas mucho más gordas que un dedo, chavales. Dijo Fermín gruñendo. Aunque no fuera su hija dejaba claro que mandaba sobre ella y sobre la situación. La niña lloraba enajenada en su entrepierna, ahogándose e intentando apartar con sus bracitos al enorme hombre que usaba su boca como un objeto. Los gemidos de desesperación de la nena sólo nos ponían más cachondos. Sus lágrimas manchaban el pubis de Fermín, y este la tenía sujetada tirando de los pelos de la niña con las manos, haciendo levantarle toda la cabeza. Su gran barriga golpeaba la cara de la niña al follarse esa pequeña boca. Su brutalidad era hipnótica. Al lado su padre se la gozaba masturbándose mientras veía el espectáculo, igual que Ricardo, que lo veía todo desde arriba. Los cuatro hombres ya estábamos totalmente desnudos.
-Cada vez aguanta más sin desmayarse.
-Y puedo metérsela más al fondo, estamos haciendo buen trabajo, Carlos.
Esas palabras me animaron definitivamente, así que en un rápido movimiento, saqué mi índice del pequeño chochito de la zorrita, y le metí dos dedos de golpe, mi mano sonó chocando contra su cuerpecito y sentí verdadera presión en los dedos, no estaba preparada y era lo que quería. Unos chillidos agudos intentaban salir de su garganta rellena de polla. Y me puse a meter y sacar los dedos, haciendo fuerza para separarlos y empezar a abrirle el coño a golpes. Todos los demás notaron mi maniobra y gemían de aprobación, Fermín aumentó la fuerza y la velocidad de sus embestidas, todo su cuerpo sudaba y sus manos cubrían toda la cabeza de la niña. Mientras yo la dedeaba con violencia, no pude resistirme y me abalancé a comerle el culito y el coñito, subía y bajaba con mi lengua desde mis dedos que seguían penetrándole hasta su agujerito trasero, donde peleaba por abrírselo presionando con mi lengua. Notaba como mi boca abierta, con la lengua fuera, abarcaba desde su coño hasta su culo, pudiendo lamer el agujero de su coño mientras olia el de su culo. Era mi primera vez con una niña e iba a aprovecharlo bien. Dentro de su coño palpaba el fondo de su cavidad, y apretaba con saña, mientras le lamía el culo. Notaba como su cuerpo estaba tenso y luchaba contra mi invasión y la de Fermín, no podía entender como seguía consciente, pero ello nos regalaba el sonido de sus gemidos entrecortados por la polla del dueño del bar. Estaba tan ensimismado que no noté a su padre a mi lado.
-Deja, que me la cojo.
Me senté en la silla donde había estado Ricardo tomando cervezas, ahora él estaba justo enfrente de mi, encima de la barra. Carlos Andrés, con dos dedos, le abrió los labios vaginales a su hija, admirando el agujero. «buen trabajo», me dijo. Su polla era un poco más grande que la mía, unos 16 centímetros, estaba completamente desnudo y se subió a una butaca, poniéndose de rodillas, con mucha facilidad. Parecía conocer bien el mobiliario del bar. Su polla, circuncidada, empezó a frotarse en el coñito de su hija de 5 años. Su glande le abría los labios como antes había hecho mi lengua. Ricardo se bajó de la barra para verlo conmigo. El movimiento de su polla iba de arriba a abajo, por su coñito tierno y enrojecido por mis dedos. El agujero se iba cerrando del todo cuando su padre se sujetó la polla con la mano y la penetró de un golpe seco. Hasta el fondo. Todo su cuerpo fue empujado hacia Fermín que adelantó su cadera para meterle toda la polla en la boca. La niña pataleaba como un pez, desesperada, nosotros no apartábamos la vista de la unión que formaba su culito y el vientre de su padre. No tuvo suficiente este que sacó toda su polla de dentro de ella, y volvió a penetrarla de golpe, con furia, otro golpe seco de 16 centímetros de carne hasta el fondo de su coñito. Repitió una tercera vez, más fuerte, y la niño se quedo quieta.
-No ha podido resistirlo.
Fermín sacó la polla de su boca, numerosos hilo de baba seguían conectando su polla con la boca de la nena.
-Dejémosla respirar.
Carlos Andrés empezó a follarse a su hija despacito, el cariño que le estaba dando su polla contrastaba con la furia anterior, pero seguía metiéndosela entera. La metía y la sacaba del estrecho coño del todo, dejando la puntita descansar en los labios ya inflamados de la niña e introduciéndose lentamente, todo lo largo de la polla, hasta tocar nalguitas. Volvió a darle la vuelta a la cría, poniéndola bocabajo, su cabeza estaba suspendida al otro lado de la barra, donde Fermín estaba sirviendo tres jarras de cerveza. La visión de los labios vaginales hundiéndose al ser penetrada era demasiado para nosotros. En la nueva postura su padre empezó a penetrarla más rápido y con ritmo, gimiendo, orgulloso de proeza. Fermín nos sirvió las cervezas, diciéndonos riendo.
-Venid, probar su boquita ahora que no muerde.
Ricardo y yo saltamos la barra y ahí estaba su cabeza colgando, con la boca abierta, llena de babas, su nariz estaba manchada y toda su carita mojada de saliva y sudor. Cada uno de nosotros estaba a un lado de Fermín, con nuestras jarras en la mano, bebiendo.
-Venga, os sujeto la cabeza, pero no se la metáis como yo, ahora hay que dejar que respire.
Ricardo y yo nos pusimos a frotar nuestros glandes en sus labios, cada uno a un lado. Las babas hacían que deslizar la polla por su pequeña boca fuera fácil y muy placentero, Fermín giro la cabeza de la nena y Ricardo empezó a meterle el glande dentro.
-Ah, putita, eso es, traga rabo.
Se cuidaba de no meterle más del glande, como le había dicho Fermín, pero dentro movía su polla haciendo círculos. probando su paladar y sus dientes. Ricardo era el más pollón del grupo, unos 18 centímetros de polla. La cabeza giró hacia mí y le metí mi polla. Notaba sus dientes pero no me importaba, aprovechando mi menor tamaño de polla, la metí hasta sentir la estrechez de su garganta, pero solo en la puntita. Empecé a meterla y sacarla, y su garganta empezó a sonar.
-Cabrito- rio Fermín.- ya te dije que te contuvieras.
Le saqué la polla llena de babas de su boca que se movía con las embestidas que le pegaba su padre al otro lado de la barra. Se empezó a subir a la barra para follarla mas fuerte. El cuerpecito inerte de la niña se agitaba debajo de ese hombre que gemía como un animal. Fermín, Ricardo y yo nos masturbábamos en su cara cuando su padre empezó a correrse dentro. El golpear de su cuerpo contra la cadera de su hija de 5 años sonaba fuerte y húmedo por todo el bar. Un último golpe sonó mientras Carlos Andrés no dejaba de gemir. Fermín cogió a la niña y se la llevo con él, sacando la polla de su padre en el proceso. Ahora Fermín cargaba con ella y la ponía de rodillas en el fregadero. Sujetándola del pelo y de la cintura como si fuese un juguete.
-Ahora empieza lo bueno.
Se escupió en la polla, le metió tres dedos en el coñito, que salieron manchados de flujos, semen y sangre, y los extendió por el culito con sus dedos. Al sacar los dedos de la vaginita esta empezó a gotear un poco la misma mezcla de semen, sangre, fluido vaginal y sudor. Ricardo y yo estábamos a su lado, Ricardo se subió a la barra para meterle la polla en la boca, estaba eufórico, como yo, que decidí quedarme por que sabía exactamente lo que iba a ver.
El gordo de Fermín se colocó justo detrás de la nena, la curva de su panza curvó la espalda de la niña, ayudando a Ricardo a seguir metiéndole el glande entre los labios. Fermín se sujeto su gorda polla y empezó a empujar en su culito. El gordo pervertido quería partirle el culo, seguro que no era la primera vez por como se las apañaba. Parecía imposible que esa mole fuera a poder entrar en ese pequeño culito latino, pero dio un golpe seco, y luego, otro más, moviendo sólo la cadera esta vez. La niña recobró el conocimiento con el glande de Ricardo en su boca, escupiéndolo y chillando como una loca.
-Sácalo por favor, me hace mucho daño.
Gritaba.
Fermín gimió, diciéndole a la cría «tu lo has querido» y saco su polla del culo de la cría, para, acto seguido clavársela entera de un golpe.
-Chaval, hazla callar metiéndosela hasta el fondo ¿Quieres?
No me podía creer lo que Ricardo estaba haciendo, le cogió del pelo a la niña de 5 años y, delante de su padre, que estaba descansando, le pegó una bofetada, y le metió toda su polla en la boca, mientras Fermín no dejaba de follarle el culito. Había un magnetismo en Fermín que nos embrutecía a los demás, una manera de tratar a la niña ejerciendo su voluntad que nos hacía partícipes de ese salvajismo que disfrutábamos como puercos. Desde mi posición podía ver a la niña temblar y chillar mientras el gordo la reventaba y Ricardo la abría la garganta. La polla de Ricardo se le notaba en el cuello a la niña, que se ponía más gordo cuando mi amigo se hundía en su boca. estaba sentado en la barra y la niña casi suspendida en el aire entre los dos adultos, agarraba a Ricardo con fuerza pero no podía hacer nada ante el ímpetu violador de mi colega. En sus caderas las marcas rojas de los dedos de la pequeña iban a quedarse varios días y lo atesoraría como un trofeo. Ricardo, totalmente perdido en el placer, le sujetaba a la cría del pelo y del cuello, usando su cabeza a modo de juguete, sus huevos se empezaban a contraer y sus embestidas empezaron a ser mas secas y cortas, manteniendo todo lo posible la polla en el fondo de la garganta de la cría, que hacía ruidos más propios de los animales que de las personas.
-Trágate toda mi leche puta.
Le dijo mientras apretaba su cintura contra la carita de la niña. Está volvió a perder el conocimiento. Mientras se recuperaba, Ricardo empezó a sacar poco a poco la polla de la boca la niña de 5 años. Al sacarla entera, aún dura, unas babas blancas y espesas de la niña cayeron a la barra y seguían colgadas de la polla de mi amigo. El semen también caía junto a las babas de la niña, una corrida abundante. Mi amigo agarró la cabeza de la niña y le dio un beso con lengua. El semen, las babas, la bilis, todo unido en sus bocas.
-Salió morboso el crío.
Reía el viejo dueño del bar, mientras violaba el culo de la niña sin dificultad. Su gran polla debía estar rasgando todo el esfínter de la niña. Pero la polla salía y entraba sin aparente esfuerzo. La puso suspendida en el aire, sujetándola del cuello y de la cadera. Su mórbido cuerpo se movía entero, penetrando a la pequeña niña, que a su lado, parecía aun más minúscula. Los tres hombres admirábamos a Fermín, que parecía un dios destructor, violar a la niña. Era hija de Carlos Andrés, y la habíamos usado en menor o mayor medida todos, pero él se había adueñado de ella por completo. Como un maestro de lo prohibido, nos estaba enseñando con su gordo cuerpo y su polla más gorda aún como derribar todo impedimento para poder disfrutar enteramente de un culo infantil. Yo me tocaba mirando mientras Ricardo se limpiaba la polla y Carlos Andrés descansaba. Fermín me miraba masturbarme, como un guardián del placer, había algo que me impedía acercarme a volver a comerme el coño de la niña, como había hecho antes. Realmente deseaba lamerle ese coño follado mientras notaba las embestidas de esa bestia. Pero su mirada disfrutando me decían que era su turno.
Las nalgas de la niña ya estaban rojas de los golpes de la cadera de Fermín, su manera de follar era más dar una paliza con su polla que meterla, los golpes sonaban húmedos y fuertes. Su polla parecía manchada de sangre pero a él no le importaba, seguía empujando al cuerpecito desmayado de la niña hasta que la apoyo en la barra para agárrala fuete de la cadera y aumentar la fuerza de sus embestidas. Gemía como un jabalí mientras se vaciaba por completo dentro del culito de la niña, a la que dejó tirada en la barra mientras sacaba su polla. Su culo estaba abierto y rojo. Se fue a limpiarse al grifo.
-¿Chicos, por qué no vais a limpiarla al baño, y dejarla nueva?
Ricardo y yo cargamos con la cría con el cuidado que no habíamos tenido hasta ahora, y la llevamos al baño de hombres, cerrando la puerta, el baño era minúsculo, un lavamanos, y un retrete con una puerta en medio. La dejamos en el lavamanos, con la cabeza contra el espejo y el coñito y el culo fuera de la pila. Sus agujeros sangraban y estaban impregnados en leche. Ricardo y yo nos habíamos puesto los calzoncillos y los pantalones para ir al baño, pero Ricardo ya se estaba sobando de nuevo. Yo iba aún con una erección tremenda, ya que era el único que no se había corrido.
-Mira como tiene el culo de roto, José. Y su leche sigue dentro.
-Si, tenemos que limpiarla…
Ricardo abrió el grifo y se mojo la mano. Empezó a meterle dos dedos en el culo, salía grna cantidad de sangre y de leche del viejo. Los dedos entraban con tanta facilidad que empezó a meterle tres. Hasta dentro. Los sacaba cada vez mas impregnados en jugos del viejo y de la niña y su erección era visible dentro de su pantalón.
-Mira, es que esta abierta, le caben más dedos.
-Méteselos.
Ricardo empezó a meter 4 dedos, hasta los nudillos. Ahí la niña empezó a recobrar el sentido. Empecé a consolarla acariciándole la carita. Después no pude resistir la tentación y me mojé la mano para lavarla el coñito, mucho más seco a estas alturas que su culo. Los dedos de Ricardo presionaban muchísimo el interior de su coño, al que perforé con dos dedos. La niña tenía seis dedos de adulto dentro y empezaba a llorar en silencio, manchando el cristal. Ricardo saco sus dedos.
-Creo que ya está limpia.
se limpió las manos bajo el cuerpecito de la nena. Yo empecé a desnudarme. Era mi turno y no lo iba a dejar escapar. Cargué con la niña en mi hombro, como si fuera una bombona de butano, con culito sobresaliendo.
-Richi, hazle el mismo trabajo en el coñito, con toda los dedos.
Ricardo agarro del culo de la niña y sin moverla de mi hombro metió tres dedos de golpe. Era una delicia notar su peso y sus movimientos. Le tenía una pierna agarrada con el brazo libre, mientras Ricardo le lamía el coño follado y le metía, con dificultades, 4 dedos. Habíamos perdido mucho el miedo a tratarla como la puta que era, así que Ricardo no se cortaba en apretar y desgarrar lo que fuera necesario para dilatarle el chochito.
-Ya está bien.
La bajé de mi hombro y la sujeté suspendida en el aire, delante mía. Junté nuestras caderas y la alcé buscando su orificio con mi polla. Una vez encañonada la bajé del tirón, apretando mi cintura, hundiendo mi polla en su coño. Después de toda la noche no era gran trabajo soportar mi rabo, pero tenía en mente otra cosa.
-Richi, fóllatela por el culo.
-Joder, sí…
No tardó en desnudarse y ponerse enfrente mía, con la nena en medio. El cabrón, con toda su polla larga, se la clavó de una, a lo que la niña empezó a gritar y zarandearse. Rápidamente le puse mis calzoncillos en la boca, y empezamos a violarla por sus dos agujeros. La presión que ejercía la polla de Ricardo en la mía me volvía loco, a través de la niña nos sentíamos nuestras respectivas folladas. Empecé a lamerle las lagrimas de su rostro mientras nuestros huevos ya goteaban de su sangre. Su coñito tan usado estaba increíblemente caliente, como si la niña sufriera fiebre, y era una gozada sacarla mientras sentía el movimiento de Ricardo y volverla a meter, recuperando el espacio que sus entrañas estaban invadiendo debido a la follada de mi amigo. Ricardo la insultaba de todas las maneras, la llamaba puta, guarra, viciosa. En esa doble penetración la niña me intentaba arañar la cara, sólo consiguiendo ponerme más cachondo, tanta era mi calentura después de todo este viaje que me estaba empezando a correr, cuando siento como Ricardo empieza a penetrarla a un ritmo fuertísimo, llamándola una y otra vez puta. Se estaba corriendo así que yo no iba a ser menos, y me abandoné, mientras Ricardo la llenaba de leche el culo yo hice lo propio con su coño. Sacamos nuestras pollas que estaban perdidas de flujo, sangre y leche, a la niña la dejamos en el retrete que empezó, llorando, a mear rojo, mientras nosotros nos limpiábamos. LA vestimos y salimos del baño.
-Menuda juerga privada os habéis montado.
Dijo Fermín, de buen humor. Su padre nos dio las gracia y le dejamos a la cría con nuestro semen dentro. Pagamos la cuenta, y salimos del bar, comentando mi amigo y yo lo que le habríamos hecho a la cría, con lo que nos habíamos quedado con las ganas de hacerle.
Hola. Me ha gustado la manera de escribir. El personaje de Fermín está inspirado en alguien real?
¡Hola!
Muchas gracias, pues sí, está inspirado en mi padre.
Está muy conseguido narrativamente. Me gustaría comentar algunos detalles contigo. Forma de contacto?
Tú has leído mi último relato? @jupiterzc
Excelente relato. Felicidades. Espero que haya continuación. Contacto
Hola que sabrosura de relato más delicioso como se violan a la nenita bien rico, GORDMADRID tienes telegram o correo electrónico para platicar
Felicidades por un relato tan excitante, y tan bien escrito. La narrativa mantiene muy buen ritmo. Y el final, que deja volar la imaginación, es terriblemente erótico también: «…salimos del bar, comentando mi amigo y yo lo que le habríamos hecho a la cría, con lo que nos habíamos quedado con las ganas de hacerle.»