El del Uber
A la inocente y virgen adolescente, le toca un Uber malo y degenerado.
Con mucha bronca y dolor, estoy esperando el Uber que me había pedido afuera de la matiné a la que vine a bailar hoy con mis dos amigas del colegio, Cande y Delfina. Me sentía herida porque yo le rogué a mi papá que me dejara venir y encima es la primera vez que salgo a bailar, y lo que me costó que me dejaran y la pelotuda de Delfina me caga la noche así.
Ella sabe que mis padres son estrictos y tuve que prometerles que estaría toda la noche con ella, que después su mamá nos pasaría a buscar para llevarnos a las dos a su casa en donde yo pasaría la noche.
Pero la vi comiéndose a Lucas. Mi Lucas. El chico que ella que es (era) mi mejor amiga y todas las del salón saben que me gusta. Lucas estaba esperando a mi fiesta para pedirme ser la novia, ya me lo había dicho, pero hoy lo vi besándose con Delfina como si fueran novios.
Me sentía muy traicionada.
Es por eso que me fui de la matiné sin avisarle a nadie. Afuera los patovas me miran mientras espero a que el Uber que me pedí me venga a buscar.
Los pajeros de los patovas me miran morbosos y eso me incomoda. Tengo puesto un vestido negro muy cortito y unas botas. El pelo lacio me llega hasta el culo y tengo mucho maquillaje que me hace ver más grande, pero no lo soy. Se nota mi edad en que ni siquiera tengo tetas.
Pero mi culo es otra cosa porque es por lo que por lo general me miran muchos hombres en la calle sin ningún pudor.
Podría haberle mandado un mensaje a mis padres para que me vengan a buscar, pero eso sería para quilombo y para que no me dejan salir más.
El Uber llega. Es un auto negro con los vidrios polarizados, pero tiene buena calificación en la APP y chequeo que coincida la patente.
No es la primera vez que pido un Uber, pero si es la primera vez que lo hago sola.
-Hola. -lo saludo, incómoda. El vestido es muy corto y se me subo cuando entro al auto.
Él me mira con una sonrisa primero a mi cara y después mis piernas y donde se me sube el vestido. Dios, espero que no haya visto mi tanga. Que vergüenza.
Ni siquiera uso tangas, mi papá no me deja. Dice que eso es de mujer y yo no lo soy. Pero con este vestido no puedo usar otra cosa que no sea tanga por lo que me compre una a escondidas de ellos, mis padres.
-Hola, buenas noches, ¿Micaela?
-Sí, sí. Soy yo.
-Perfecto.
Con eso, empezamos el viaje hasta mi casa. Yo sigo todo el recorrido por la APP y trato de distraerme entrado a Instagram o TikTok, pero no puedo dejar de sentirme incómoda por las miradas que el tipo me da por el retrovisor.
No es viejo, pero tampoco es joven. Debe tener la edad de mi papá como unos 40. Está bien vestido y el auto huele bien así que debe ser limpio. Es un lindo auto, pero el de mi papá es mejor, tenemos una camioneta… como sea, él no para de mirarme. Es medio gordo y es viejo, no tiene por qué mirarme.
-¿Cómo estuvo la noche? ¿Del boliche venís?
-Sí, sí. -contesto, tensa. Y también por las dudas, no quiero que me secuestre.
-¿Pero no es muy temprano? No sabía que hacían boliches a esta hora.
Tiene razón, son las 9 de la noche, pero por eso es una matiné.
-Si pasa que es la matiné, por eso se hace temprano.
-Ah mirá, ¿y qué es una matiné? Nunca escuche de eso.
-Es un boliche, pero para menores digamos.
-¿Qué? ¿Sos menor? -se hace el sorprendido como si no lo supiera ya. Pongo los ojos en blanco cuando no me ve.
Me rio falsamente. -Sí.
-Te juro que ni ahí lo pareces. Posta, te daba más grande. – ¿y qué carajos espera que le conteste a eso? -Y con todo respeto, sos una chica muy linda. Demasiado. Me gusta tu pelo.
Dios, necesito llegar ya.
-Gracias. -otra risa falsa.
-No se suben muchas chicas lindas como vos a este auto. -se ríe como si estuviera diciendo lo más romántico y seductor del mundo. -Para serte sincero, me enamorás.
Que asco.
-Ay basta, me pones roja. -y lo digo en serio, pero porque quiero que se calle; pero si, lamentablemente me estoy poniendo roja.
-¿Si? Me encanta eso. -Dioss. -Y decime, una nena tan hermosa como vos, ¿tiene novio?
-No, no tengo. Mi papá no me deja.
-Ay mi amor. Y sí, es obvio que te cuide por lo hermosa que sos.
Y otra risa falsa. -Puede ser.
-¿Y vos querés tener novio?
Niego. -No, gracias.
Y el único que quería se comió a mi amiga.
-Haces bien, mi amor. Sos chica, disfruta y espera tu momento. -Dios, ¿por qué me dice mi amor?
Solo asiento y hago como que estoy escribiendo en el celular. En 5 minutos llego a mi casa así que me fijo cuanto tengo que pagarle. 5400. Perfecto, tengo eso en mercado pago. El único problema es que puse para pagar en efectivo y no tengo nada. Solo uso billetera virtual. La concha…
-¿Sabes que te quería preguntar si habría alguna forma de que yo te pague el viaje con mercado? Porque me acabo de dar cuenta que puse para pagarte en efectivo, y no tengo nada de efectivo.
-Uh… tenés que cambiarlo desde la aplicación.
-Pero no me deja.
-Entonces no sé, me vas a tener que pagar con efectivo.
-Y, pero si te pago a vos ya te pague el viaje. Es lo mismo.
-No, no es lo mismo porque tiene que quedar constancia en la aplicación.
Nunca había escuchado esa mierda… igual, ¿qué sé yo de Uber?
-Bueno, cuando llegue a casa bajo a buscar efectivo.
-Eso no podes, tenés que pagarme el viaje antes de bajarte del auto.
-¿Qué? ¿Y si no tengo la plata?
-Por eso en la aplicación te hace confirmar con que medio querés pagar. Yo no la invente.
Me quiero morir.
Y más cuando él estaciona el auto a literalmente 2 cuadras de mi casa. Vivo en un lugar de country así que hay solo los paredones de los barrios, canchas de pádel, hockey y nada más. No pasan colectivos, solo autos.
Dios, no.
-Mi casa está a 2 cuadras, llegamos y llamo para que me traigan la plata. -pero es mentira, no puedo llamar a nadie porque mis padres no pueden saber esto y no tengo hermanos.
-¿Segura?
No, la puta madre.
-¿Posta no puedo pagarte a tu mercado? Tipo, yo lo que haría es…
-Mira, te propongo algo. Me pagas así, y listo, te dejo en tu casa sana y salva.
Mi corazón empieza a latir rapidísimo al escuchar “te propongo algo”.
-¿Qué?
-Si me chupas la pija y me dejas tocarte la conchita, te perdono el viaje.
Mis ojos se abren rápido y ahora sí que me quiero morir de verdad.
-¿Qué? -digo bajito. -No voy a hacer eso.
-Entonces págame.
-¿Vos sabés cuantos años tengo?
-Las de tu edad son las peores. ¿Lo haces o no?
-Déjame pedir efectivo y…
-Entonces pedilo.
Pero es que no tenía a nadie a quien pedirle. Me dan ganas de llorar, pero no iba a hacerlo. Dios, esta es la peor noche de mi vida.
-Yo nunca… nunca hice eso.
-¿Sos virgen? -asiento. -Uf, no sabes cómo se me acaba de poner la chota, pendejita. Pero quédate tranquila que no te voy a coger, solo quiero que me la chupes. Desde que te subiste y vi esa boquita de petera pintada de rojo se me puso al palo. Tenés una boquita hermosa, como toda vos. Y te quiero ver la concha. Una conchita virgen. El sueño de cualquier hombre.
Nadie nunca me había hablado así. Soy una adolescente con las hormonas por los aires y sus palabras, lo quiera o no, causan algo en mí.
-Me da vergüenza.
-Pásate para adelante, pendeja. Ya mismo te voy a sacar la vergüenza de un pijazo en la garganta.
Como puedo y sin salir del auto, me paso al asiento del acompañante. Se me levanta el vestido más de lo que estaba, y aunque intento bajarlo mientras también me cambio de lugar, se me dificulta. El pajero del Uber aprovecha la situación para meterme la mano entre las piernas y tocarme la conchita oculta por mi tanga negra.
Me siento rápido y le saco la mano. Él se ríe.
-Levántate el vestido y sácate la tanguita. Una nena de tu edad no debería usar esas cosas.
-La tengo que usar por este vestido.
-Sácatela y me la regalas.
No quiero hacer esto, pero tampoco estoy quejándome, ni llorando, ni siento asco… no siento nada, pero siento la humedad entre mis piernas.
Me levanto el vestido hasta las caderas, y como puedo, me saco la tanga, dejando a la vista de este degenerado mi conchita con muy poquitos pelos, casi imperceptibles. Mi mamá dice que ya para el año que viene me saldrían muchos más, pero que por ahora no es necesario que me depile.
El Uber se relame los labios con los ojos fijos en mi conchita. Cuando le paso mi tanguita, la agarra y se la lleva a la nariz donde empieza a olfatearla como un perro sediento. Que asco este pajero.
Pero mi concha sigue humedeciéndose más y más.
-Dios que olorcito hermoso… a pis y a virginidad, me estás volviendo loco, pendeja. A ver, abrite las piernas. Déjame ver esa conchita hermosa.
Lo hago, abro las piernas lo más que el espacio reducido me permite, y lo escucho a él respirar con fuerza.
-Uh mi amor, que cosa hermosa. -uno de sus dedos gordos y ásperos se acerca a mi conchita y comienza a tocarla. Es la primera vez que alguien que no soy yo me toca ahí, y me gusta tanto la sensación que cierro los ojos y suelto algún gemidito que él le gustan porque cuando vuelvo a abrir los ojos, está sonriendo. -Que pendeja puta que sos, lo supe desde qué te vi con ese vestido.
Ahora me acaricia toda la concha. Juega con mi clítoris y me embarra la humedad en toda mi parte y mis muslos. Lo hace con fuerza y luego delicado. Va alternando y no sé qué es lo que me pasa, pero una corriente fuerte me pasa por toda la espalda, se me pone la piel de gallina y suelto un grito. Creo que tuve un orgasmo.
-Mm amor, que rico. Mira cómo te sale jugo de ese agujerito. Que ganas de chupártela que me dan, pero no tenemos tiempo. Vení, chúpamela.
Estoy tan caliente que acepto todo lo que me dice y le hago caso como una niña buena.
Se baja el jogging un poco y deja salir una pija… promedio. No sé cómo se ve una grande tampoco, pero definitivamente no así. Sin embargo, se la ve gorda y tiene mucho pelo. En cualquier momento esto me daría tanto asco que vomitaría, pero ahora la quiero probar.
-Nunca hice esto.
-Bueno bebé, yo te voy a enseñar. Vos solo tenés que metértela en la boca y chuparla como si fuera un chupetín, pero no uses los dientes. Y métetela hasta el fondo, que te toque la garganta.
-¿Y si vomito? Vi que hay chicas que vomitan.
-¿Dónde viste eso?
-Veo porno, obvio.
-¿No estás muy chica para ver eso?
-Lo hago a escondida… en mi celular.
-Sos tan puta. Tu papá no tiene idea de la puta que tiene en casa… o capaz que tu vieja es igual. Vení, que ya me vas a hacer acabar con esa vocecita de nena que tenés. Abrí la boca.
Él me agarra de la nuca como si fuera un animal y me baja la cabeza hasta su verga. Está muy dura y no sé si me va a entrar toda porque se ve gorda. Al principio me la mete con fuerza hasta la garganta y eso casi me hace vomitar por eso me alejo, tosiendo y con lágrimas en los ojos.
Él solo se ríe y me vuelve agarrar de la nuca.
-Pásale la lengua. -lo hago. Le paso la lengua varias veces. Tiene un sabor raro, pero me acostumbro al toque. -Uf mi amor, si así. Esa lengüita de nena que tenés tan inocente mi vida. Sos una nena tan puta. Ahora chupa la cabeza, dale. Hace como que estas chupando un helado.
Hago todo lo que me dice, sigo paso a paso sus palabras. Me doy cuenta de que me gusta chupar pija. Me gusta cuando le succiono la cabeza y él gime más fuerte, o cuando le paso la lengua por el agujerito donde sé que sale el pis. O cuando me la meto hasta el fondo de la garganta y aguanto unos segundos ahí. Eso le encanta porque grita.
Me dice que soy una nena muy puta. Que soy la más puta de todas mis amiguitas y eso me hace agua la conchita.
Me agarra con más fuerza ahora del pelo y me mantiene la cabeza abajo con su pija hasta el fondo en mi garganta. Ya no tengo arcadas.
-Te voy a llenar la boquita de leche y vos te la vas a tragar toda. Ni una gota afuera bebé, tomate toda la mamadera nena hermosa. ¡Ah, pendeja!
Su leche es un asco y ahora si quiero vomitar, pero él me obliga a tragármela así que lo hago.
Se queda un rato en silencio y yo solo me quiero ir a casa. Me suelta, yo arreglo mi ropa, me limpio la cara que tengo todo el rímel corrido y veo como él se guarda mi única tanguita en el bolsillo del pantalón cuando se lo vuelve a subir.
-Excelente pago, pendeja. Ahora te llevo a casa.
Son solo dos cuadras en la que ninguno dice nada. Cuando llegamos al country donde vivo, el de seguridad está en la garita y me da mucha vergüenza que vea que bajo del lado del acompañante.
Estoy por salir del auto sin decir nada cuando el Uber me agarra el brazo.
-Ni se te ocurra contarle esto a nadie, pendeja. Porque si voy en cana vas a cobrar.
No digo nada y me voy. Tampoco le conté a nadie, pero si me pajeo todas las noches con las imágenes de lo que paso ese día, y pienso mucho en ese Uber degenerado que uso mi boquita de nena virgen.
Desde ese día cada vez que subo a un Uber, ruego que sea él u otro más degenerado que no le importe ahora sí, cogerse a una chica de mi edad.
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