El director y la tetona de Bluma
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Bluma.
Esta experiencia resulta importante para mí, por haber sido la oportunidad de ser cogida por otro hombre que no fuera mi padre, porque aunque me encantaba, y me sigue encantando cada vez que mi papá me hace suya, yo quería probar más, sentir el contacto de otra piel, otro cuerpo invadiendo mis espacios, que hasta entonces solo habían sido corrompidos por un hombre.
Ya cursaba el último ciclo de bachillerato y aun así nunca había cruzado palabra con el director, solo lo había visto en algunas ocasiones, de lejos.
Un hombre robusto y alto, de mediana edad, siempre de traje, con fama de enojón y muy serio.
Lo conocí hasta que fui reportada por una profesora muy conservadora y religiosa, que argumentaba estar en desacuerdo con el tipo de ropa que yo usaba para ir a clases.
Nunca me habían reportado por ese o algún otro motivo durante el tiempo que estudié ahí, quizá porque en los primeros semestres me vestía más discreta, casi escondiéndome para que no se notara el desarrollo de mi cuerpo, pero no pasó mucho tiempo para que empezara a aceptar con orgullo mis atributos delanteros y traseros.
Considero que mi cambio de actitud y de ropa no fueron tan drásticos como para generar un reporte, pero aquella Miss no lo veía igual que yo y me molestaba porque ninguna otra profe me había reprendido por ese motivo.
Le reste importancia al problema y después supe que si hubiera acudido al primer reporte solo me harían firmar una carta compromiso que ni siquiera archivan, pero por ignorar los dos primeros reportes, un día me llamaron a dirección, después de clases y no tuve más opción que acudir.
Todo ese asunto me parecía una exageración y por berrinche quise hacer más incómodo el momento, arreglando mi ropa para resaltar mis encantos.
Llevaba una falda tableada rosa, una blusa de tirantes blanca y encima un blazer negro, termine por subir la falda a medio muslo y baje el escote de la blusa para que se viera el borde del brasier, el cual también ajuste para que mi busto se viera más apretado.
No era lo más inteligente de mi parte, pero al menos yo no iba a ser la única en tener un mal rato, en algún momento el director tendría que voltear a ver mi atuendo y si lo veía titubear mientras me sermoneaba, para mi perdería validez el regaño.
Llegue a donde la secretaria del director y espere mi turno para entrar.
Pasaron 15 minutos hasta que salieron de la oficina un chico y su papá, que al pasar frente a mí no dudaron en dar un vistazo a mi atuendo, ignoré las miradas y seguí la indicación de la secretaria para pasar, mi mente se quedó en blanco cuando caí en cuenta de que tal vez estaba subestimando los impulsos de ese señor, mi intención era solo incomodar el momento no provocar otra situación, pero ya estaba ahí, me dejaría llevar por lo que pudiera pasar ahí adentro.
— Buenas tardes Director— salude al entrar, viendo al hombre sentado, elevar su mirada de los papeles en su escritorio.
— Buenas tardes… tome asiento señorita— percibí como me escaneo rápidamente, mientras yo cerraba la puerta y tomaba lugar en una de las sillas de visita, me senté con las piernas cruzadas, ladeando un poco mi cuerpo para dar mejor vista al espacio que se formaba entre ellas, me hice la desentendida y esperé a que hablara.
Pidió mi explicación por no presentarme desde antes y, como lo había predicho, me dio un sermón por varios minutos sobre temas de educación, moral, buen vestir y otros temas a los cuales no preste la debida atención, hasta que empezó a mencionar el castigo que me impondría, me defendí argumentando el porqué de sancionarme cuando habían compañeras que iban casi en ropa interior a clases, dio varias justificaciones y me llevo la contra hasta regañarme en voz alta, debo reconocerle que intento ser lo más profesional que pudo, solo un par de veces vacilo para verme los pechos y las piernas, pero eso no era suficiente para evitar la sanción.
Con el ambiente tenso empezó a escribir en un formato el castigo impuesto y el llamado a mis padres, le pedí descartar el reporte con mis papás, se negó varias veces a mi suplica y es que habíamos empezado mal, sobre todo yo, al confrontarlo sin ningún respeto en mi tono de voz, ya lo había hecho enojar y sería más difícil persuadirlo, quise jugármela, calme mis nervios y lo interrumpí, coqueteando con él no sabía qué resultaría, pero quería intentarlo.
— Entonces dígame— suavice mi voz— Por ejemplo ¿Cuál sería la forma apropiada de llevar mi faldita?— dejó de escribir y alzó su vista, observando como pasaba mi mano por mis muslos, evite su mirada y seguí con mi juego— O ¿A qué nivel debo tener el escote? ¿Así? — señale hacia mi busto y él negó con la cabeza levemente molesto — ¿No?, ¿Entonces así? — baje la blusa un poco más, está vez buscando directamente su mirada, la cual me intimido, pero la sostuve, volvió a negar muy serio y se levantó amenazante, me dio un poco de miedo al pensar que tal vez lo había empeorado todo, baje la mirada, me senté correctamente y espere otro regaño, temblé aguantando un sollozo, pero verlo caminar hacia la puerta para poner el seguro y cerrar algunas de las persianas hizo que mi temblor fuera por otro motivo.
Se quitó el saco y ordenó de manera tajante que me levantara, no había que ser sabio para darse cuenta que no saldría de esa oficina en la misma condición en la que entré, pienso que mis hormonas andaban tan alborotadas por el contacto con otro hombre que fue la excusa perfecta, ni siquiera me parecía mal la idea de estarme ofreciendo.
— Ahora señorita— murmuro y se acercó con calma—Le voy enseñar cómo debería ser— hizo a un lado la silla en la que había estado sentada y se acercó por atrás poniendo sus manos en mis hombros, permanecí inmóvil esperando que hiciera su voluntad, me quitó el blazer acariciando levemente mis brazos juntando su cuerpo al mío— Primero debo inspeccionarla— hizo a un lado mi cabello y deslizó su lengua por mi nuca haciéndome estremecer levemente.
— ¿Inspeccionarme director? — haciéndome la ingenua lo deje seguir, con una mano acaricio mi cuello y mi clavícula, mientras la otra paseaba por encima de mis voluminosas tetas, su respiración era pausada, al contrario que la mía, sentí sus dedos meñiques adentrándose en mi brasier.
— Si, solo así le daré mi aprobación — asentí en silencio, sin replicar cuando bajo los tirantes de mi blusa y brasier, acaricio por encima de la tela y confiada en la calma con la que me tocaba me hizo jadear de sorpresa cuando rápidamente elevo mis tetas con sus manos para luego dejarlas caer, provocando que una de ellas se saliera del brasier, repitió el acto, pero la que faltaba por salir, apenas logro asomar la mitad de mi pezón, me giró de frente a él y se inclinó viendo hacia mi busto para hablar— ¿Cómo que no? Ahorita te saco— abrió su boca para atrapar mi pezón con sus dientes, jaloneando y sacudiendo hasta sacarla— Grandiosas, enormes… Me las merezco— chocó mis tetas contra su cara varias veces, ahogándose entre ellas y lengüeteando toda la redondez de mis masas, desabroche mí brasier, en lo que él se abrazaba a ellas chupando y succionando mis pezones, respiraba nerviosa contemplando la supervisión que le hacía a mis tetas con su boca y manos.
— Mi director — hable jadeando— ¿Entonces las aprueba? — no contesto y en su lugar mordió con fuerza uno de mis pezones, me quejé y volvió a morder, tan ansiosa por más, acerqué mis manos para desabrocharle la camisa, apenas abrí dos botones cuando tomo mis manos para alejarlas dando un beso en el dorso de cada una.
— Aun no preciosa — dijo con voz gruesa, sacándome la blusa que ya no cubría nada— Soy muy exigente — dejó de amasar mis tetas y me volteó de espaldas a él, levantando mi falda para darme unas cuantas nalgadas e inclinándome sobre el escritorio, me sostuve con mis antebrazos esperando más de su manoseo, acarició y apretó mis glúteos un momento, para luego bajarme las bragas de un tirón, paso su mano por en medio de mis nalgas para tantear la zona de mis entradas, no perdió más tiempo e introdujo sus dedos en mi vagina sin ningún juego previo.
— Vaya que es exigente MI director — gire un poco mi cabeza para verlo, estaba sonriendo divertido, no lo había visto sonreír hasta ese momento, me dio una fuerte nalgada y empezó a clavar sus dedos en mi agujero rápidamente, tuvo que taparme la boca, estaba más excitada de lo que pensé y mis gemidos empezaban a subir de tono, un par de minutos después saco sus dedos y se agachó para observar mis entradas.
— Qué carnita tan tierna… tan rosita — me abrió con sus dedos para observar la cavidad que estaba a punto de rellenar, se le antojo y paso su lengua por todo lo largo, yo misma me tape la boca cuando la adentro para lengüetearme— Que ricura, tu aroma me dice que ya lo quieres— no supe cómo o cuándo saco a ventilar su erección, pero de un momento a otro se levantó y me dejo sentir su dureza tallándose entre mis nalgas un par de segundos, no me dio tiempo a reaccionar y me ensarto de un solo golpe, ahogue mi grito con las manos, mis piernas temblaron y tomándome de las caderas repitió la acción con más fuerza, lo escuche suspirar profundamente antes de empezar a taladrar a su gusto.
Por segundos me bombeaba frenéticamente, deteniéndose solo para penetrar de la misma forma en que había iniciado, pasaron algunos minutos y me volteó, recostándome sobre su escritorio, apretó mis senos y volvió a entrar en mí, esta vez más lento, sintiendo como mi espacio se contraía alrededor de su miembro, tenía una expresión tan arrogante y orgullosa en su cara que solo atine a girar la mía para evitar el contacto visual, me ponía nerviosa, escuche su risa burlona y me siguió perforando, hasta que el sonido de su celular interrumpió, sin salirse de mí, se estiró para alcanzarlo y para mi sorpresa contesto la llamada —¿Si? — siguió dándome, aun en medio de la conversación — Si corazón — se acercó para chupar mis pezones en lo que escuchaba, por alguna razón eso me éxcito aún más y quise jalarlo para besarlo en la boca, me correspondió y sonrió de lado — Te veo en la noche… yo también— colgó y aventó sin cuidado el aparato hacia su silla.
Sostuvo mis piernas con sus brazos y con desesperación me siguió poseyendo, profundizando más hasta lastimarme, tan egoísta, tan masculino, no le importo mis quejidos.
Se intensifico el rechine de la madera y el sonido de nuestros fluidos remojándose, su erección palpitó y tomándome del cuello dio las últimas embestidas para correrse, vació su leche dentro de mí y esperó unos segundos para salir.
Sin fuerzas se sentó en la silla que yo había estado ocupando, sus fluidos escurrieron por en medio de mis nalgas y me acaricie esparciéndolos por toda mi área, tuve la tentación de estimularme y no lo dude, me dedique a mí ante la mirada del director.
— Que hermosa vista, preciosa— dijo, levantándose para acercarse a mí, sin tocarme, solo observando, en un movimiento logré dar en el lugar exacto y no supe más del mundo, me perdí en mi orgasmo, gimiendo casi berreando, mis músculos se estiraban y contraían, mi clímax aún no concluía cuando sentí que me impulsó para bajar del escritorio, me tumbó en el sillón doble que estaba en una esquina de su oficina — En serio que quisiera exprimirte estos melonsotes— fuertemente me apretó las tetas para follarlas por unos minutos, dejándolas un poco entumidas cuando las soltó, después se tendió con todo su peso sobre mi cuerpo, pero mi director quería volver a marcar su territorio — Aun tengo leche para darte — flexione y abrí mis piernas entendiendo la orden implícita en esas palabras, de nueva cuenta me folló con fuertes y certeros golpes en mi interior, por el mismo impuso y el limitado espacio del sillón, llego un punto en el que la mitad de mi cuerpo tocaba el piso aguantando el peso de los dos, recibiendo el impacto de su verga y luego su leche caliente, que al terminar de llenarme, empujó mi cuerpo tirándome del sillón.
Se acomodó intentado calmar su respiración, mientras yo temblaba tirada en el piso con la vagina palpitando luego de ser profanada por ese hombre, me observó unos segundos como analizándome — Esa es la forma correcta, por mi pudes venir así a clases— sonreí ante la sugerencia y me arrastré hasta él para limpiarlo con mi boca, probando la mezcla de nuestros sabores —Puedes venir como quieras, pero esas tetotas las quiero diario en mi oficina para alimentarme, es una orden — me senté junto él y lo atraje hacia mis senos acunando su cabeza, estuvo más de media hora succionando y saboreando mis pezones como bebé, luego tuvo que dejarme ir a regañadientes, pero sabiendo que mañana también las tendría para él solo.
El director me hizo cumplir con lo acordado, todos los días iba a su oficina para disminuir su estrés, yo solo tenía que ir, del resto se encargaba él, era su decisión que agujero (o agujeros) rellenar, con que fuerza penetrar, taladrar y por supuesto en donde vaciarse, en alguna ocasión prácticamente me violó al no preparar bien mi culo, cogiéndome a pesar de mis lágrimas.
Así viví mi último semestre de bachillerato y la Miss que me reportó se tuvo que resignar, al no ver respuesta a su queja.
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