El exclusivo club de sado-scat
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por amogon.
Vejaciones al límite
CAP. 1
El viernes
Antes de relatar un fin de semana de vejación y bacanal constante, a que somos sometidas semanalmente las tres integrante de un grupo muy restringido de socios (somos 15 personas, 3 esclavas y el resto amos) de un club sado-maso en la isla de Tenerife, me presentaré.
Mi nombre como esclava es Guarra, casada con un miembro del club, nuestro matrimonio se realizó por la Iglesia hace ya 22 años, pero a los dos años de matrimonio, mi marido tubo la idea de iniciarme en el sado-maso, cosa que hoy le agradezco, ya que es lo que más placer me ha proporcionado dentro del mundo del sexo, ser una puta y guarra esclava a su servicio.
Soy una mujer de 48 años, un metro sesenta y ocho de estatura con unos pechos grandes (110) ya bastante caídos y con algunas estrias ( ya son muchos años de castigos varios), culo grande pero no gordo con celulitis y también en piernas, tengo anillados los pezones, la lengua, el clítoris y seis anillos del tamaño de alianzas el los labios de mi vagina (tres a cada lado). De cara soy del montón y mi pelo es crespo con melena corta desaliñada y teñido de bote. Como veréis soy una mujer bastante vulgar y muy trabajada por mis amos durante muchos años, pero una guarra sin límite (cosa bien apreciada por los tíos dominantes).
Durante la semana cada miembro del club lleva una vida normal, acude a su trabajo, las tareas cotidianas, en definitiva los vecinos de cada uno no sospechan de nuestras actividades ni por asomo.
Son los fines de semana los que nos diferencian del resto de los mortales y veréis por que. Los viernes al medio día mi marido llega a casa y me ordena que me prepare para marchar al campo. Esto significa que me desnude completamente, beba más de medio litro de agua en cuestión de minutos y como siempre hago no he cagado desde el miércoles. Me coloco en tobillos y muñecas unos grilletes con cierre de mosquetón cada uno, otra cadena en la cintura por la que baja otra que atraviesa mi culo y mi coño. Es en esta última donde coloco dos consoladores grandes que me introduzco en el culo y coño, finalmente y con ganchochito lo agarro por la parte delantera a la cadena de la cintura.
Por último mi marido y amo me coloca una mordaza de bola en la boca y me une los grilletes de las manos por detrás, bajamos al garaje me introduce en el maletero del coche y espero a que el se prepare para partir hacia el campo (puede tardar hasta una hora).
A unos 20 Km de la capital el club de socios compro un chalet grande, pero sobre todo muy aislado, tanto su parcela (inmensa) como la casa. Es de una planta con una terraza grande, dos duchas en el exterior, árboles de gran tamaño y mucho terreno con senderos.
Partimos hacia el chalet, no hay que decir que el viaje se me hace eterno por mi postura en el maletero, un tanto pequeño, y mis ataduras más los consoladores de dilatación que llevo puestos. A la llegada mi marido aparca el coche y varios miembros de nuestro selecto grupo ayudan a mi amo a bajarme del coche. Entre ellos se saludan ( a mi me dicen que me tumbe en el suelo y me ignoran) , comentan que Puta (otra esclava) esta enferma y que por tanto tendrán dos esclavas en lugar de las tres habituales. He de aclarar que cada una tenemos nuestro nombre, yo soy Guarra, falta Puta por estar enferma y en ese preciso instante llega de igual forma que yo, Zorra con su amo, la cual es bajada del coche y dejada en el suelo junto a mi.
Hoy se han reunido 10 de los 12 amos para pasar un fin de semana dando rienda suelta a sus desviaciones y perversiones, que no podrían realizar si la existencia esclavas como nosotras dispuestas a todo por nuestros amos. Es difícil de entender y también de explicar nuestras conductas pero es lo que más placer nos produce.
Estamos a unos 30 grados, el día es soleado y nuestros amos se disponen a tomarse unas cervezas en la terraza mientras nosotras somos soltadas de atrás y esposadas delante. A si hemos de bajar el equipaje de cada amo y llevarlo al interior de la casa donde ellos dormirán. Una vez terminado con el equipaje, nos ordenan que salgamos nos tumbemos en la hierba al sol frente a la terraza .
Uno de ellos nos vuelve a esposar con las manos a la espalda y esperamos a que ellos apuren sus cervezas. Son las cinco de la tarde y el calor empieza a ser inaguantable. Dos de ellos se levantan y nos quita únicamente la cadena que llevamos entre las piernas y la mordaza de bola. Nos sacan primero el consolador del coño y me introducen el de Zorra en la boca y el mio en la suya, para que lo limpiemos de nuestros jugos. Luego de limpiar estos, nos sacan los consoladores del culo a cada una, salen llenos de mierda , ya que Zorra y Yo llevamos dos días si cagar, y nos ordenan que los limpiemos igual que los otros. Nos ponemos con avidez a la tarea mientras nuestros amos se introducen en el chalet. La situación nos esta poniendo cachondísimas a las dos.
Ellos salen desnudos con su cinturón de cuero de donde cuelga un látigo corto de tiras de cuero que utilizarán a su antojo, algunos de ellos presentan un empalme visible, comprueban que los consoladores están bien limpios.
Se sitúan en circulo delante nuestro, nos cogen por los brazos y colocan de rodillas, ordenan que se la chupemos a cada uno y a si lo hacemos con gran frenesí , nuestros coños chorrean jugos de excitación. Comiezan a follarnos por el coño y la boca durante un buen rato, alternándose entre ellos, nos estimulan de vez en cuando con sus látigos hasta que vacían sus huevos sobre nuestros coños y bocas.
Nuestros cuerpos tumbados en la hierba quedan chorreantes de semen, pero para darnos cuenta de lo que somos, nuestros amos nos escupen por la cara, tetas , coño y pelo. En ese momento yo que soy la más guarras de las guarras me pego una corrida de yegua, uno de mis amos le ordena a Zorra que me coma el coño y a si lo hace, teniendo dos orgamos más. Agarrándome del pelo me ponen la cara en el coño de Zorra y me ordenan que la haga correrse. De rodillas y con mi lengua en su coño chorreante de leche, cada uno de mis 10 amos me folla por detrás, corriéndose algunos en mi espalda y otros en la cara, pelo, boca y tetas de Zorra que tiene dos orgamos consecutivos.
A estas alturas estamos bien emputecidas y guarreadas con tantas corridas y salivazos sobre nuestros cuerpos, pero necesitamos más y ellos lo saben. Nos ordenan tumbarnos boca arriba bien juntas y con la boca y piernas bien abiertas, en ese momento cinco de nuestros amos comienzan a mearnos por todas partes, desde el pelo hasta los pies. Debido al calor y a lo cerdas que somos, cuando sus chorros pasan por nuestras bocas nos bebemos sus meadas con gran avidez.
Nuestra excitación en este momento es máxima, salidas como grandes cerdas que somos, no podemos dejar de jadear con nuestras lenguas buscando en el aire los últimos restos de las meadas que cesan.
Uno de nuestros amos propone calmar nuestra salida actitud, primero nos mete un puñado de sal en la boca y a continuación nos coloca la mordaza de bola, luego comenta que necesitamos una flagelación ejemplar de 20 impactos en cada teta y 30 en el coño. Esto nos hace retorcernos de dolor y tender a esquivar los golpes, enfureciendo a nuestros amos y como consecuencia 8 de ellos nos sujetan las piernas (los brazos no es necesario ya que estamos esposadas por detrás) y los dos restantes terminan el trabajo sin ninguna oposición. Extenuadas y sobre todo doloridas nos dejan en mitad del césped mientras ellos se retiran a la terraza desde donde apreciar nuestros cuerpos extenuados por la flagelación y sucios por sus meadas y corridas. Somos liberadas de la mordaza de bola, pudiendo escupir los restos de saliva salada que nos quedaba y que nos tiene completamente sedientas.
A todo esto, nuestras vejigas están a punto de reventar, mientras ellos beben buenos tragos de cerveza me ordenan colocarme de pie con el cuerpo de Zorra entre mis piernas, permitiéndome soltar la gran meada sobre la cara y boca de Zorra, la cual bebe todo lo que puede se dienta de liquido. Una vez he acabado toca mi turno, pero con más suerte (comprendo que según se mire y según gustos) ya que la obligan a Zorra a colocarse de cuclillas sobre mi boca y vaciar su meada, debido a lo guarra que soy este momento me parece placentero, no solo por calmar mi sed, sino adoro ser meada y tragarmelo.
Ya son las 20:30 de la tarde, desde la sombra y alrededor de la mesa se disponen a cenar, cuando nos preguntan si tenemos hambre. Lógicamente decimos que si, es entonces cuando uno de nuestros amos le dice a Zorra que ya es hora de que vacie sus intestinos, me ordenan ponerme boca arriba y a Zorra con su culo en mi cara. Primero me dicen que le estimule el ano con mi lengua y a si lo hago hasta que empieza a salir un gran zurullo que me penetra la boca como si fuese una polla.
Zorra continua cagando y me inunda la boca de mierda, cayendo parte en mi cuello. Un amo me dice que permanezca a si unos minutos para su deleite, tras lo cual le ordenan a Zorra que junto conmigo nos devoremos la gran plasta entre las dos. Ni que decir tiene que no quedó ni rastro del gran zurullo. Nuestras caras y bocas se encontraban sucias por la mierda, en esta situación uno de mis amos me ordena que me cague en las tetas de Zorra, como a si hice en cuestión de segundos, ya que no podía con el apretón. Nos ordenaron restregarnos las tetas una contra la otra para extende bien la mierda por nuestras tetazas. Cinco de ellos se levantaron y nos obligaron a chuparles el ano e introducirles lo más posible nuestras lenguas, a continuación se cagaron encima de nuestros cuerpos. La pringada de mierda era espectacular, ellos se retirarón a las duchas y dos de nuestros amos nos ordenaron rebozarnos en los restos de mierda que quedaban en el cesped. Nos sentíamos tan cerdas que tuvimos un orgasmo cada una, a pesar de las burlas, insultos y las mofas de nuestros amos. En estas circunstancias nos dejaron hacer un 69, mientras ellos cenaban y observaban el espectáculo, la corrida fue de delirante.
Por si nos habíamos quedado con hambre, nos sacaron dos comederos de perro con pan duro y un plátano a cada una. Antes de comenzar a comer se acercó un amo y vació su vejiga en los dos comederos, quitándose la chancleta de su pie derecho, lo metió y comenzó a aplastar aquello hasta dejarlo hecho puré, le limpiamos el pie con nuestras lenguas y se fue. Dos de ellos nos flagelaban el culo mientras devorábamos con ansia aquellos comederos.
La noche se echaba y tan sucias y emputecidas como estábamos nos metieron a las dos en una caseta para perro grande en la que entrábamos justas. Nos unieron las manos por detrás y los pies también, cerraron la portezuela de barrotes toscos y se fueron al interior de la casa, en cuestión de pocos minutos caímos rendidas en un sueño profundo a pesar de las incomodas circunstancias.
Vejaciones al límite 2ª parte
CAP.2
El sábado
A la mañana siguiente, sobre las 7:30 nos abrieron la perrera y salimos ante ellos, que desnudos nos esperaban. Podéis imaginar el hedor que desprendían nuestros castigados cuerpos, la mierda y el semen estaban secos y pegados por casi todo nuestros cuerpos. Nos quitaron las esposas de las muñecas y los pie, y colocándonos de rodillas nos dijeron que aprovechásemos este minuto de ducha que nos iban a dar. Pensé en ducha de agua, pero que equivocada estaba, todos ellos nos rodearon y empezaron a mearnos a la vez. Esa primera y copiosa meada matinal que todos tenemos cuando nos levantamos y que nosotras aprovechamos para restregarnos con un cepillo de raíces que nos habían dado.
Quitamos todo lo que pudimos de los resto pegados en nuestros cuerpos y nos dio tiempo para beber un poco de aquel zumo matinal de nuestros amos.
Nos llevaron frente a la terraza, nos esposaron las manos a la espalda y nos obligaron a estar sentadas y con las piernas abiertas frente a ellos, mientras sentados en la terraza desayunaban. Estábamos hambrientas y también sedientas de otra cosa que no fuesen las saladas meadas. A si estuvimos hasta que todos acabaron sus desayunos.
Una vez acabaron, nos quitaron las esposas y nos acercaron dos comederos de perro vacíos, dos de nuestros amos se acercaron y comenzaron a cagar, delante nuestro, cada uno en un comedero. De sus anos salieron dos buenas plastas, una mas blanda y la otra dura como una polla. Mi comedero se llevó las más blanda y a Zorra la más dura(que suerte). Una vez que acabaron nos ordenaron limpiar bien pero bien con nuestras lenguas sus sucio anos. Sabíamos que esas mierdas nos la teníamos que devorar cuando los amos lo ordenaran, pero primero dos de ellos nos introdujeron en nuestros culos sendos embudos grandes. A cada una y en forma de enema nos vaciaron en los intestinos un litro de agua fresca, yo pensaba en el desperdicio de esa agua con la sed que tenía.
Una vez vaciado el agua en nuestro interior y de rodillas ante el comedero, con el culo en alto y los retortijones de rigor, puestas nuestras caras cerca de nuestro desayuno, nos dieron la orden de comer. Mientras Zorra se la comía cortándola con los dientes, yo debía usar la lengua ya que parecía un puré espeso, pero igual de rica.
Reconozco que el espectáculo para ellos debía de ser muy excitante. Ver a dos putas cerdas como nosotras comernos con ansia la plasta de mierda y solo con la boca ( el dinero que sacarían nuestros amos si lo filmaran), relamernos y hasta chupar el comedero ya vacío. Prácticamente todos estaban empalmados tocándose sus pollas.
Se acercaron a nosotras y me colocaron a cuatro patas y dijeron a Zorra que iba a beber después de un día y medio, agua fresca. Le ordenaron poner su boca frente a mi culo, de un latigazo en mi espalda me ordenaron que lo soltase ya ,a si lo hice, de mi culo salió un caño de agua marrón que Zorra se dispuso a beber sin perder una gota, aunque le era imposible. Luego llegó mi turno, poder beber agua marrón por la mierda de Zorra me sabía a gloria.
Nos dejaron limpiar nuestras bocas lamiéndonos una a la otra hasta no dejar rastro de mierda. Empalmados y alrededor nuestro, nos obligaron a chuparles las pollas a todos, mientras nos decían que iba a ser nuestra leche matinal. Unos ante y otros después, se fueron corriendo en nuestras bocas y caras obligándonos a tragar todo su semen. Nuestras caras quedaron chorreantes de semen. Debido la excitación que nos producía y a iniciativa nuestra nos limpiamos la una a la otra con la lengua todo el semen que nos chorreaba por la cara y el pelo. Solo su sabor me hace correrme como loca.
Esta iniciativa fue reprendida por algunos de nuestros amos y decidieron que debíamos ser castigadas, mientras nosotras permanecíamos de rodillas y con la cabeza mirando al suelo, nada sería peor que provocarles con la mirada.
Para ello uno sacó del interior de la casa bastante cuerda y dos palos con grilletes en los extremos. Nos pusieron los grilletes en los tobillos, de esta forma nuestras piernas quedaban incómodamente separadas. Con las cuerda nos ataron las manos y codos a la espalda, liaron cada una de nuestras tetas por su base con cuerdas bien apretadas que unieron a la otra teta con más cuerda empezando a tomar un color violáceo por la falta de riego. A si de pie y frente a la terraza, donde varios observaban, comenzaron cuatro de ellos, dos por delante y dos por detrás, a azotarnos con sus látigos de tiras de cuero. Al principio, quizá por no ser muy duros, solo gemíamos, pero fueron aumentando la fuerza de los golpes y nuestros gritos no se dejaron esperar. Uno de ellos nos dijo que para evitar tanto ruido tenía la solución, se introdujo en la casa y saco esparto y cinta aislante ancha. Nos metió gran cantidad en la boca a cada una y sello con la cinta de oreja a oreja. Los azotes continuaron un buen rato, luego pasaron a golpear nuestras tetas, culo y vientre con vara.
Debíamos permanecer siempre de pie por muy doloroso que fuera, se apreciaban decenas de rayas royas violaceas en estos sitios. Por fin cesaron los golpes y cuando creíamos que nuestro castigo había terminado, sacaron de una bolsa varias bolas de plomo de unos 250gr cada una. Cada bola tenía un gancho, fueron colocándome a mi primero una en cada aro de mis pezones y seis en mis seis aros del coño. A Zorra lo mismo salvo que ella tiene cuatro aros en el coño. A si de pie y con la gravedad actuando permanecimos el tiempo que ellos tardaron en recoger la casa, el desayuno de la terraza y de fumarse un cigarro, yo calculo unos 45 minutos aproximadamente.
Durante ese tiempo el dolor por las plomadas era cada vez más insufrible. Por fin fuimos liberadas de dichos pesos y desatadas obligándonos a tumbarnos en el suelo y realizar un 69, sin usar las manos que teníamos libres en ese instante, hasta que ellos dijeran basta. Nos dejaron por lo menos su media hora que aprovechamos con unos cuantos orgasmos cada una, por último nos dejaron vaciar nuestras vejigas una sobre la otra.
El sol calentaba lo suyo, calculo que serian ya la 12 del mediodía, tan cerdas y sucias como estábamos no hace falta comentar la cantidad de moscas que se posaban en nuestros cuerpos constantemente, sobre todo ayer y durante la noche debido al gran pringue de mierda, que hoy por la mañana en la “ducha matinal” hemos podido quitarnos en parte.
Sin descanso, puesto que nuestros amos quieren aprovechar bien el fin de semana abusando de sus esclavas, Sacan dos de ellos del garaje un carro de solo dos ruedas para máximo dos personas, típico carro de ponygirls. Nos atan a la cintura unas correas anchas de cuero que colgaban del extremo del carro, nos colocan un bocado con unas riendas y de esta forma tienen sus burras preparadas para el traslado. Uno de nuestros amos se coloca en la silla como conductor y hace subir a otro como viajero. A si, por la leve pero costosa pendiente de unos 200m los transportamos hasta lo que ellos llaman “la cantera”, donde se apeó el primero de nuestros amos. Por supuesto tuvimos que subir a todos ellos aguatando los fustazos que nos daba el amo conductor.
Una vez terminado nuestro trabajo como burras, nos soltaron los arneses y nos colocaron frente a la cantera. La cantera era un montón de piedras de entre 10 y 15 kilos cada una y calculo que habría entre 60 y 70 piezas. Nos esposaron por delante y colocaron unos grilletes en los tobillos con una cadena entre ellos de 30 cm.. Nuestro trabajo como dicen ellos, consistía en trasladar cada piedra a 30 metros de distancia por un camino polvoriento y con mucha gravilla suelta. Comenzamos nuestra tarea mientras ellos nos insultaban desde debajo de un gran árbol. Poco a poco fuimos llevando las piedras a paso corto por la cadena, llenándonos de polvo por el seco camino y sufriendo la gravilla en las plantas de los pies. A lo ya guarreadas que estábamos, se unía nuestro sudor y el polvo. Pensaba que la peste que desprendíamos no se nos quitaría en días.
Quedando diez piedras uno de nuestros amos nos ordenó parar, yo pensé que habíamos terminado, pero que equivocada estaba. Su ocurrencia no fue otra que atarnos las tetas a cada una con cuerda, para poder pasar otra cuerda de unos dos metros. Al final de dicha cuerda había un saco grueso donde debíamos de introducir un cascote y arrastrarlo con las tetas hasta el otro montón. Aquello fue un suplicio, al arrastrar el saco las tetas se estiraban y dolían, como íbamos más despacio por el sufrimiento, varios amos nos castigaban el culo y la espalda con sus látigos para que rindiéramos más deprisa.
Por fin acabamos de trasladar todas las piedras al otro montón, cuando dos de ellos nos preguntaron si teníamos sed. Lógicamente dijimos que si, aún sabiendo que significaba eso, nos ordenaron arrodillarnos ante ellos en aquella gravilla que machacaba nuestras rodillas, abrimos nuestras bocas y comenzaron a mearnos en ellas. Creo que no derramamos ninguna gota, después se la chupamos cada una a uno de ellos hasta recibir una buena corrida en nuestras bocas, que tragamos golosamente.
Nos ordenaron que bajásemos el sendero hasta el chalet y que permaneciésemos tumbadas en la hierba frente a la terraza hasta su llegada. A si lo hicimos caminando con la cadena de 30cm entre nuestros pies y esposadas por detras. Ellos supongo que se fumarían un cigarro y charlarían sobre la siguiente humillación a la cual someternos.
Serían las 2:30 de la tarde, mientras esperábamos a nuestros amos que bajaran de la cantera y permaneciendo tumbadas con nuestros grilletes en los pies, las manos esposadas a la espalda y la mordaza de bola que nos colocaron nada más correrse en nuestras bocas, pudimos observarnos con detenimiento la una a la otra. Ver a Zorra tan sucia tras el día y medio tan escatológico que llevábamos, mezclado con el sudor y el polvo de la cantera, era realmente ver a una cerda esclava de la más baja condición. Supongo que ella me estaría viendo igual o peor aún. Nuestro olor sería el de las cloacas, con el pelo pringado de restos de mierda, salibazos y meado varias veces, a si como nuestro cuerpo churretoso por el sudor y las meadas recibidas, más los ronchones de mierda seca que recorren nuestro cuerpo. A eso le unimos nuestras visibles marcas de los latigazos y el espectáculo para un amo cualquiera que nos viese en ese momento sería de correrse al instante.
Nuestros amos bajaron al ratito de nosotras estar frente a la terraza. Se ducharon para nuestra envidia y se prepararon una buena comida ante nuestra mirada babeante. Mientras comían (nos quitaron solamente la mordaza de bola), nos arrojaban porciones como hacemos con los monos en un zoo, que rápidamente las dos buscábamos en la hierba con nuestras bocas. Lo que más les divertía era ver nuestra lucha por llegar antes que la otra y comérnoslo. Dado que nuestros movimientos eran torpes debido a las ataduras, debíamos hacerlo de rodillas, las caídas eran constantes para el delirio de nuestros amos. Vejadas y humilladas al menos comimos alimentos convencionales, aunque conociéndome lo cerda y guarra que soy, no me hubiese importado comerme una buena mierda de alguno de mis amos.
Uno de ellos se levantó y acercándose a nosotras nos meó las bocas para que calmáramos la sed. Cuando llevas años tragándote meadas, te llega a gustar su sabor y lo recibes con total normalidad, las cosas probándolas muchas veces al final gustan y lo mismo ocurre con las mierdas, semen y los castigos.
Para el postre decidieron todos pasar a la acción, nos estuvieron follando los tres agujeros un buen rato, relevándose entre ellos pero siempre teniéndonos llenas por los tres sitios. No hace falta decir que nos corrimos varias veces, incluso cuando decidieron finalmente pajearse delante de nuestras bocas y correrse, unos antes otros después, tragándonos todas sus corridas hasta lo que era disparado sobre nuestras caras, que con la mano no lo introducían en la boca para nuestro deleite.
Las moscas nos acosaban sin piedad y sin poderlas dar un manotazo eran un suplicio.
De esta forma lo supo ver uno de nuestros amos que con la ayuda de otros sacó del garaje varias cuerdas y 8 clavos grandes de unos 20cm, serian 4 para cada una. Su idea era clavarlos en el suelo y colocarnos con las piernas y los brazos forzadamente separados en posición boca arriba . A si lo hicieron en cuestión de minutos, nos dejaron de esta forma bajo el sol y con innumerables moscas en nuestro cuerpo. Nos sentíamos como esclavas de unas moscas asquerosas, era el colmo de una puta esclava que su coño, tetas, boca y demás estuviesen al antojo de unas cientos de moscas. Cuando alguno de nuestros amos se acercaba, revoloteaban y se volvían a posar.
Cuatro de ellos acercándose a nuestra posición se dispusieron a defecar encima de nuestros cuerpos. Una vez acabaron nos acercaron sus anos para que procediéramos a limpiarlos perfectamente, luego cogieron sus propias mierdas con la mano y comenzaron a tirarla sobre nuestros cuerpos y cara para que quedase bien repartida. Hay que alimentar a vuestras amas la moscas, nos dijeron entre carcajadas. A si estuvimos cerca de dos horas, con cientos de moscas sobre nosotras sin poderlas espantar. A pesar de que trago con muchas cosas he de reconocer que esto si me daba asco.
Liberadas por fin de nuestras ataduras, que no de las moscas, y tal cual estábamos de pringue, nos hicieron caminar hacia unos árboles cercanos donde había unos bancos de madera y un tronco seco de arbol de unos 2m. Al menos estábamos en sombra aunque no sabíamos que tenían planeado para nosotras. No tardamos mucho en descubrirlo, me ataron al tronco con las manos por detrás y los pies también, a si y a estas alturas mi asqueroso cuerpo quedaba totalmente expuesto por su parte delantera. Que me iban a azotar estaba claro, pero mi sorpresa fue cuando desataron las manos de la espalda a Zorra y la dieron uno de sus látigos de cueros. La ordenaron que empezase a golpearme hasta que le dijeran basta. La hija de puta pegaba fuerte, sobre mis tetas, vientre y coño, me daba tortazos en la cara, escupía e insultaba. Estaba como loca y excitada la muy zorra, quizá estuvo 15 minutos sin parar de darme, hasta que le dijeron basta. Ahora te toca a ti Zorra, me desataron y ataron al tronco a Zorra, me encontraba muy dolorida y castigada, con la respiración agitada por el dolor y placer. La dureza de los golpes me hizo pensar y lo vi claro, Zorra sin decirme nada lo que quería era que yo le castigase duro si asi lo decidían nuestros amos, como a si fue. La forré a azotes por todo el cuerpo, creo que estuvo más tiempo que yo y os juro que la di más fuerte que ella a mi. La muy cerda tuvo un orgasmo con alarido incluido de lo más salvaje.
Fue desatada y colocada de nuevo en el tronco con la espalda y culo expuestos, cuando creía que seguiría golpeándola, me dijeron que estábamos mas sucias por delante que por detrás, a si que me dispusiese a cagarme en mis manos, cosa que hice con rapidez. Con un buen zurullo en mi mano, me ordenaron arrojarle trozos de mi mierda por toda su espalda y culo. Una vez terminado, tocó mi turno, pero Zorra no podía cagar en ese momento. Pues lo tendrás que hacer de forma más humillante, dijo uno de ellos, la ordenaron que se tumbase en el suelo con la boca bien abierta y uno de ellos la cagó dentro una gran plasta. A si con la plasta en la boca la ordenaron que me la restregase por mi espalda y culo, repartiéndola bien hasta que su boca estuviese vacía. Luego ataron a Zorra al otro lado del tronco igual que yo y nuestros amos se fueron a las duchas, sentándose posteriormente en la terraza desde donde veían nuestros cuerpos abrazados al ancho tronco. Su corteza, seca ya, nos raspaba la tetas, vientre, coño y piernas a cada movimiento que hacíamos. Permanecimos en esta tortura con las moscas jodiéndonos la existencia hasta que nuestros amos cenaron tranquilamente.
Después de un buen rato, ya serían la 9 de la noche, se acercaron todos y varios de ellos nos dijeron que pasásemos buena noche. O no, eso significaba que pasaríamos la noche atadas a aquel tronco seco como una lija. Antes de retirarse a sus camas, acercaron dos de los bancos y subiéndose todos en ellos para tener más altura, nos mearon de arriba a bajo y todos a la vez. Alguno tuvo la deferencia de apuntar a nuestras bocas para que saciáramos nuestra sed. Una vez acabaron se fueron al interior de la casa.
Con el paso de las horas el cansancio era tremendo, hasta que se nos ocurrió que debido a la pequeña holgura que apreciábamos entre nuestro cuerpo y el tronco, podríamos bajar hasta sentarnos en el suelo embarrado por la tierra y la orina de nuestros amos. A si poco apoco y a pesar de rasparnos las tetas, vientre y coño, conseguimos descansar, al menos, las piernas y pasar una dura noche en la que solo podiamos dormir a ratos por la situación y las putas moscas.
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