El extraño placer del que disfruto al saber o ver a mi esposa acostada con otros.
Un marido reconoce el extraño placer que él siente al saber por boca de su esposa que se está acostando con otros hombres, pero que más disfruta viéndola cuando lo hace..
Cuando recién nos casamos, rápidamente mi joven esposa comprendió que, yo era diferente a otros esposos, ya que, a las pocas semanas, le dije estando en una fiesta, que no se preocupara si llegaba a beber mucho, por lo que bebió hasta emborrachase, y cuando estuvo bastante mareada, le presenté a un amigo mío.
Esa noche, ella perdió el control, ya que bebió tanto, que después de que le presenté a mi amigo, lo invité a que nos acompañase a nuestra casa, en esos momentos, a mi esposa no le importó, ya que ignoraba cuales eran mis planes.
Pero apenas llegamos, la llevé a nuestro cuarto, donde le ordené desnudarse, y que se acostase en la cama, ella en medio de su borrachera, simplemente me hizo caso, cuando al poco rato regresé, con mi amigo, que al igual que mi esposa, estaba completamente desnudo.
Esa fue la primera vez que, frente a mí, ella tuvo sexo con otro hombre, la cosa es que estaba tan borracha, que en ningún momento cuestionó mis deseos, y simplemente abrió las piernas, dejando que mi amigo la penetrase.
A la mañana siguiente, al levantarse de la cama, se encontró con mi amigo, durmiendo a su lado, mi esposa se levantó asustada, sin la menor idea de lo que había sucedido, y cuando fue al baño, para asearme en medio de su desesperación, por no salir preñada de ese extraño.
Que cuando yo entré al cuarto de baño, mi esposa se me quedó viendo asustada, llorando, sin saber que decirme, cuando, le dije. “Tranquila que todo está bien, has hecho justo lo que yo deseaba que hicieras”.
Mis palabras la dejaron, aparte de confundida, asustada, ya que no entendía nada, de lo que había pasado, mi amigo, se vistió, y sin decir nada, se marchó, mi esposa quería que habláramos de lo sucedido, pero yo, cuando ella trataba de hablar de lo que había pasado, tan solo le decía. “No tienes por qué preocuparte, tú has hecho, lo que yo te pedí que hicieras”.
Tras decirle eso, la colmé de besos, y caricias, hasta que terminábamos teniendo sexo, luego en otra ocasión, o mejor dicho la segunda vez, salimos a bailar, y después de un buen rato, y sin estar tan borracha, le hice notar que un tipo, no dejaba de verla.
Al rato mientras bailábamos, frente a ese tipo, le comencé acariciar las nalgas, de manera tal que mi esposa se dio cuenta que le estaba mostrando sus nalgas, al tipo ese, de la manera más descarada posible.
Mi esposa estaba a punto de decirme algo, pero justo antes de que ella abriera la boca, le dije. “Ya es todo tuyo, quiero que te acuestes con él.” Ella se quedó mirándome indignada, y me dijo que, si yo estaba loco, o qué. Solo la miré y le dije tranquilamente. “O sea que tú no me amas.”
Mis palabras hicieron que mi esposa de inmediato, se quedase callada, diera media vuelta, y se dirigiera directo a donde se encontraba aquel tipo, que apenas la vio, de pie frente a él, la invitó a bailar, y a medida que fueron bailando, comenzó acariciar todas sus nalgas, mientras que la besaba.
Ella me buscó con la vista, y al no verme, me dijo luego que pensó en retirarse, pero aquel tipo, con sus caricias y profundos besos de lengua, encendió su deseo, por lo que cuando la llevó a un apartado rincón tras unas cortinas, mi esposa no pudo, o mejor dicho no quiso, detenerlo, y en ese mismo lugar, tras levantar su vestido, y bajarle los pantis, la penetró.
Así que mientras él seguía dándome placer, y ella restregaba su cuerpo contra el de él, sintiendo como una y otra vez su duro y caliente miembro, la penetraba, hasta que disfrutó de un tremendo orgasmo.
Tras el cual él también se vino por completo dentro del coño de mi mujer, mientras que yo, los observaba sin llegar a ser visto, por ninguno de los dos, mi esposa pensó que todo había terminado, y me buscaba con la mirada, cuando el tipo ese, la agarró por la nuca, y la puso a mamar su verga, hasta que estuvo nuevamente en forma, para volver a penetrarla.
Lo que para ella resultó ser algo inesperado, fue darse cuenta de que yo, los estaba observando, mi mujer se puso algo nerviosa, sabiendo que yo los observaba, por lo que apenas el tipo ese volvió acabar dentro de su coño, por segunda vez.
Ella salió corriendo directo al baño, donde de manera desesperada se comenzó a lavar todo su coño, ante la atónita mirada de otras mujeres, cuando salió del baño de damas, yo la estaba esperando fuera, la tomé del brazo, y como si nada hubiera sucedido, me puse a bailar con ella, mientras la acariciaba, y besaba.
Por lo que apenas llegamos a nuestro coche, sin pérdida de tiempo, la penetré en el asiento trasero, después de eso, ya mi esposa, ha llegado a agarrarle el gusto a tener relaciones con otros hombres, incluso sin que yo esté presente, o me enteré, como fue la vez que él estando de viajes, se le ocurrió pedir una pizza.
La cosa es que vio al joven repartidor, en tan buenas condiciones, que no dudó ni por un segundo, en seducirlo para que tuvieran una rica, y salvaje sesión de sexo, en la sala de nuestra casa.
Pero como de costumbre, ya sea de una manera, u otra yo siempre me entero de todo lo que ella hace.
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