El golpe de perfume. *
Una fragancia hace sucumbir a una bella mujer al deseo de su compañero .
Movido por las leyendas urbanas, acerca de este famoso modo para robar a la gente y con intenciones descabelladas, un plan, una obsesión, me dediqué a conseguir dicha posion, que sin duda me llevaría a realizar la fantasía que muchos conocidos tienen.
En un portal de ventas, pude conseguir tan apreciado objeto.
Busque a la víctima perfecta. No tuve que ir tan lejos; pues, sin duda estaba frente a mi la presa.
Con un cuerpo delgado, con pechos medianos, amplias caderas, piernas semi torneadas. De 1.68 de altura aproximadamente y de piel canela.
Me dediqué a buscar el momento adecuado para ver si no era una mentira el efecto de aquella droga.
No pasó mucho tiempo y Carmen, ya había aceptado que la llevase a su casa al salir del trabajo.
Íbamos charlando de cosas sin importancia, hasta que, con suma sutileza le mostré el perfume para que lo oliera; no sin antes, pedirle que lo oliera bien y si se podía una segunda vez.
Al hacerlo. Note que se puso como borrachita, razón por la que pronto la llevé a su casa, aprovechando que no habría nadie.
El efecto parecía duradero, pero, por precaución, humedecí un pañuelo con perfume.
La llevé a su recamara, sentándola en la cama.
Mis manos recorrian su cuerpo de arriba a abajo, notando como ella reía y decía palabras sin sentido.
Le ordene se quitara la blusa lentamente.
Con la excitación al mil por hora, me apodere de sus senos, chupando esos pezones rosados, llegando a su boca para fundirnos en un beso lleno de lascivia por parte mía.
La despoje de unos jeans ajustados de color negro, quitando unos bóxer igual de apretados.
Recorrí cada centímetro de su velluda vagina con la lengua, logrando que Carmen diera gemidos de placer.
Sus manos me empujaban cómo si quisiera meterme dentro de ella.
A pesar de su estado semi inconsciente, Carmen gozaba con aquella mamada de clitoris que le propinaba.
Mis estocadas estaban cargadas de ganas, por estar poseyendo a la chica que lograba atraer mi atención y por mucho, mi deseo.
Tal pareciera que hacíamos el amor, pues la chica en cuestión gemía y se deleitaba con aquella faena.
Para el plato fuerte, le pedí me diera una felacion, cosa que lo hacía con cierta torpeza, pero con dedicación.
Prepare su esfinter, lubricando bien toda la parte; pues, como no traía condón, no quería un problema mayor.
Al meter mi verga en su ano, sentía estar en la gloria, por lo angosto de este.
Así estuve unos minutos hasta que sentía como me vaciaba en aquel agujero de Carmen.
Quede tendido junto a ella por un rato, hasta que recobre fuerzas y volví a las andadas.
Ahora le puse la verga en la boca.
Y es aquí donde debo de aclarar que estaba totalmente dormida.
Así, que volví a disfrutar de su sabor intimo, ahondando mi lengua en su vagina.
Penetre por segunda ocasión su culo, hasta llegar al tope de este.
Una última clavada en su vagina, hizo que me vaciará. Pero esta vez lo hice en su linda cara.
Luego de un momento, la limpie, dejándola tal cual, antes de gozar de ella.
Como al día siguiente era mi día de descanso, no supe que había pasado con Carmen, o si se habría dado cuenta de lo ocurrido.
A los dos días, le pregunté ¿cómo estaba? Todo bien respondió. Agregó que no se acordaba de nada y no sabía si me agradecido por llevarla su casa.
Mi respuesta fue.
Claro que lo hiciste.
Cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia.
Vladimir escritor.
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