El hombre que no debía cantar – Parte 2
Samantha se levantaba todos los días a las 4:50 a.m., sin despertador..
Alma, eran más caídos.
Alma se acercó lentamente a Lía, se agachó y le sostuvo las manos.
—Estás a salvo mientras estemos juntas.
—¿Estás segura?
Alma miró al hombre.
Y luego, sin miedo, se sentó en el suelo, cruzó las piernas y cerró los ojos.
—Sí.
Noa dudó.
Y luego la imitó.
Lía las abrazó a ambas.
El hombre las miraba.
En silencio.
Durante varios minutos, no dijo nada.
Luego, sin cambiar el tono de su voz, habló:
—Bien. Veo que hay unión.
—Entonces quiero otra cosa.
Se puso de pie.
—Alma: tú guiarás. Dirás lo que harán. Cómo lo harán. Cuando.
Su voz era suave. Pero no admitía réplica.
—No se les permitirá hablar entre ustedes, Alma dará las órdenes y ustedes dos obedecerán, tu trabajo Alma es que yo quede complacido.
Retrocedió un paso.
—Empiecen ahora.
Alma les pidió a ambas subir sobre la cama al tiempo en que le hombre se iba quitando lentamente su ropa. Alma lo notó y lo esperó, el hombre se subió también en la cama, de lado con su pene erecto. Alma le pidió a Noa que se pegara a él. El hombre paso su mano por la vagina de Noa la cual estaba cubierta por finos pelos pelirrojos, estaba seca y Noa se angustió al notarlo, si no se mojaba en breve podían ocurrir dos cosas, que la penetrara así, lo que le generaría mucho dolor o que el hombre se molestara, la sacara de ahí y eso sería lo peor. Alma notó la angustia de Noa, se inclinó y comenzó a lamer la vagina de su nueva amiga, esto la relajo y se dejo llevar. El hombre sonrió ante el atrevimiento de Alma le permitió continuar. Alma lamía cada pliegue e introducía su lengua en busca del clítoris de Noa. Escupía por momentos, en principio para que su saliva sirviera como lubricante en la penetración, pero no fue necesario, su lengua había logrado excitación en Noa y sus propios jugos comenzaron a salir de su vagina.
El hombre dirigió su pene a la vagina de Noa le metió la unta de su pene con facilidad y luego se la calvo completa, la tomó por la cintura y comenzó un penetración fuerte y constante, las tetas de Noa se balanceaban con violencia mientras se escuchaba el golpeteo de las caderas. Noa mantenía los ojos cerrados intentando ignorar el placer que estaba sintiendo.
Basto una mirada de aquel hombre para que Alma reaccionara. Se había quedado mirando el coito pero ahora debía continuar con su papel impuesto. Se dirigió a la pequeña Lía y le ordenó acostarse boca arriba. La niña obediente lo hizo, luego se acomodó sobre ella colocando una rodilla a cada lado de su cabeza. Los gruesos muslos de alma impedían al hombre observar con claridad lo que ocurría, pero no podía hacer más, seguía moviéndose con desesperación perforando el coño joven de Noa y simplemente dejo a Alma continuar.
—Solo mantén la lengua afuera Lía. —Le pidió Alma, justo cuando, ayudada por sus dedos se abría su vagina y dejando que la lengua de la pequeña Lía hiciera contacto con ella. Alma volteo el rostro y se encontró con la mirada morbosa del hombre
—Más. —Le dijo
Alma bajo más y comenzó a moverse sobre la boquita de Lía, cuidando no aprisionarlo mucho con su cuerpo, demasiado pesado para una niña de 5 años.
El pene ingresaba hasta el fondo de Noa, como si se tratara del movimiento de dos animales apareándose, había urgencia. Noa estaba aturdida por el placer que le causaba y se odiaba a si misma por eso. Algunas lagrimas caían de sus ojos mientras gemía suave, para no darle el placer a aquel hombre de escucharla gritar de placer.
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