El juguete de Rowan – Capítulo 2
La historia sigue la lenta pero inexorable transformación de Alina en la perra sumisa que Rowan soñaba, hasta el punto de prometerle matrimonio para sellar su posesión legal. Alina ya no recuerda la libertad: solo existe para obedecer, complacer y amar a su dueño como él exige..
Alina apenas había dormido, su cuerpo marcado de moretones y placer retorcido. Ella dormía sola en esa habitación, a menos que Rowan la acompañara, pero no para dormir sino para follarla hasta quedarse sin fuerzas.
Rowan entró al cuarto temprano, con una taza de café en la mano.
La miró con diversión cruel.
—Hora del desayuno, Alina.
Chasqueó los dedos. La puerta se abrió, y cinco de sus hombres entraron en silencio, todos grandes, bien vestidos.
Alina abrió mucho los ojos. Los últimos dos días esto se había convertido en algo normal.
Rowan la levantó el rostro sujetándola del pelo.
—Recuerda agradecer por cada polla en tu boca, ¿entendido? Me he esforzado en conseguir pollas grandes y gordas para ti.
—S-sí, papi…
—Bien. De rodillas.
La soltó y la puso de rodillas en el centro de la habitación. Sus piernas temblaban, el cuerpo le dolía.
Rowan hizo un gesto con la mano. El primero de sus hombres se paró frente a ella y sacó su erección.
Rowan le susurró al oído:
—Di las palabras.
Ella tragó saliva.
—Gracias… por la comida…
El hombre le tomó del cabello y le metió la polla en la boca. Empujó profundo, haciéndola toser y babear. Rowan sonrió.
—Las manos en la espalda, Alina. Esta es tu comida, pero para ellos solo eres un juguete de satisfacción. Y si dejas escapar una gota de semen, te castigaré.
Cuando el primero acabó y ella tragó con un gemido ahogado, el segundo se adelantó.
Rowan se agachó para mirarla.
—Vamos, muñeca. Di las palabras.
—Gracias por la comida…
El segundo la folló por la boca y ella lo aceptó en silencio, su lengua obediente, con cuidado de no interponer los dientes, porque la última vez la azotaron durante una hora por eso.
Así uno a uno, hasta el quinto. Cada vez, Alina decía con la voz quebrada:
—Gracias por la comida…
Cuando terminaron, Rowan la tomó del mentón.
—¿Te gustó el desayuno, nena?
Ella cerró los ojos, derrotada.
—Sí… papi.
Rowan sonrió.
—Perfecto. Levántate. Vamos a comenzar con el estiramiento de tu culo hoy.
Rowan la volvió a poner en el cepo. Sacó un frasco de aceite y un enorme dildo de silicona, con forma de pene, incluso más grueso que el suyo. Vertió aceite en sus dedos y empezó a trabajar su ano con lentitud cruel, metiendo un dedo, luego dos.
—Relájate, muñeca. Hazlo fácil para ti.
Ella gimió, su cuerpo temblando, pero no suplicaba que parara. Solo lloraba bajito, respirando agitada. Cuando estuvo lista, él colocó la punta del enorme consolador.
—Vas a llevar esto todos los días. A menos que yo quiera usar tu culo yo mismo.
Ella jadeaba, con la saliva resbalándole por la barbilla. Rowan empezó a empujar despacio pero con fuerza. Ella gritó.
—¡Ah!
Él la azotó fuerte en una nalga. Odiaba los gritos, a menos que él los ordenara.
—Cállate. O te castigaré de nuevo.
Ella se mordió el labio, gimiendo bajito, conteniéndose mientras sentía el dolor ardiente de ser estirada. Cuando finalmente el juguete estuvo completamente dentro, quedó con una “cola” de peluche colgando. Rowan acarició la cola con un dedo.
—Qué linda te ves. Mi gatita entrenada.
Luego desabrochó su cinturón de nuevo.
—Ahora es mi turno.
Se colocó detrás y la penetró de golpe en el coño. Ella gimió bajito, el cuerpo tensándose alrededor del consolador y la polla de su dueño.
Rowan la follaba con rudeza, azotándole las nalgas mientras embestía.
—Di que te gusta, muñeca.
—M-me gusta… papi…
—Dilo bien. Suplícame por más.
—¡Me gusta papi! ¡Quiero más!
Rowan rió con placer.
—Eso es. Papi te va a joder bien.
El dildo en su culo se movió apenas con el empuje, presionando aún más sus paredes internas, dándole esa sensación llena y opresiva que le hacía perder el aire. Rowan comenzó a embestirla sin piedad. Sus caderas chocaban con un golpe sordo y rítmico contra su carne mientras él se enterraba hasta el fondo. Rowan gruñó de placer y aceleró, entrando y saliendo con fuerza brutal.
El sonido de sus cuerpos chocando llenaba el aire, húmedo, carnal. El dildo en su culo se movía a cada embestida, empujando contra su pared interna, creando una presión insoportable que la hacía chillar en cada golpe. Alina sentía cómo su centro se encendía con cada rozamiento profundo, cada golpe contra su cérvix, cada vez que el juguete gigante en su culo se acomodaba para presionarla más.
Rowan se relamió, disfrutando verla retorcerse. Alina ya estaba jadeando, los ojos vidriosos, el cuerpo temblando por la tensión. El roce en su clítoris, la presión del dildo en su culo, el miembro caliente de Rowan deslizándose con violencia… Ella gritó más fuerte, el orgasmo la atravesó como un relámpago. Su cuerpo se sacudió, temblando, las paredes de su coño apretándose con fuerza brutal alrededor de la polla de Rowan mientras el dildo en su culo se movía en su interior, obligándola a sentirlo todo.
Rowan gruñó satisfecho.
—Eso es Alina. Esta es la prueba de que estás hecha para ser mía.
Aceleró todavía más, haciéndola jadear sin poder controlarse, sus manos apretando sus caderas con tanta fuerza que seguro quedarían moretones.
Finalmente, él gruñó con rabia contenida, hundiéndose del todo para llenarla. Ella sintió el calor derramarse en su interior mientras su cuerpo aún espasmaba con el placer residual.
Rowan respiraba con dificultad, inclinándose sobre ella, dejando un beso posesivo en su cuello expuesto.
—Buena niña… —le murmuró al oído, aún sin salir de ella—. Papi está muy orgulloso.
Alina solo pudo asentir con la cabeza atrapada en el cepo, las mejillas sonrojadas, el cuerpo exhausto y rendido.
Cuando terminó, se sacó y caminó al frente.
—Abre la boca. Limpiame.
Ella obedeció sin discutir. Rowan la tomó del cabello y empujó su polla dura en su boca ya entrenada.
—Déjalo bien limpio, nena.
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