El Mejor Regalo de Cumpleaños (Mujer x Niño)
Un niño solitario celebra su cumpleaños con la mejor compañía que podría desear: su niñera. Y su niñera planeó algo… especial que el jovencito nunca olvidaría..
Mis cuentos se basan en las relaciones tabú entre mujeres adultas y niños jóvencitos. Si te gustan este tipo de cuentos, ¡sigue leyendo! Si tienes alguna sugerencia o idea para un cuento, házmelo saber en los comentarios.
Marquitos era muy inteligente para su edad, y con tan solo once años, sobresalía en todas las materias escolares, lo que enorgullecía a sus padres. Sin embargo, los padres de Marquitos estaban casi siempre ausentes debido a que eran ejecutivos de dos de las empresas más grandes del país, lo que le permitió a Marquitos tener una vida muy privilegiada, pero también muy solitaria. Marquitos luchaba por hacer amiguitos en la escuela, y para superar su soledad, Marquitos jugaba constantemente videojuegos en línea para hablar con otros niños de su edad. Mientras Marquitos comenzaba a llenar su mochila con los libros que estaban sobre su escritorio escolar, sus pensamientos se dirigieron a Maren, lo que lo hizo sonreír. Maren era su hermosa niñera de veinticuatro años que vivía con él y que sus padres habían contratado el año anterior, y los dos se llevaron bien de inmediato hasta el punto en que Maren también jugaba videojuegos con el niño para pasar el tiempo. Marquitos estaba secretamente enamorado de Maren, y comenzó a desarrollarse más o menos al mismo tiempo que el niño atravesaba la pubertad, lo que había sido tres meses antes. Lentamente, Marquitos comenzó a notar a Maren de manera diferente, especialmente cuando Maren usaba cierta ropa en la casa. Marquitos aprendió a apreciar el pecho agitado de Maren cada vez que jugaba a un juego junto a él, sus piernas largas que a menudo cruzaba, sus caderas curvilíneas que se balanceaban seductoramente cada vez que caminaba por la casa, su trasero regordete que se sacudía cada vez que bailaba música y su cabello rubio y sedoso que caía en cascada sobre su hermoso rostro con penetrantes ojos azules. Los pensamientos de Marquitos sobre Maren se interrumpieron cuando sonó la campana que señalaba el final de la jornada escolar y, cuando comenzó a salir del aula, su maestra, la Sra. Castillo, le dio a Marquitos una tarjeta de cumpleaños para celebrar su undécimo cumpleaños.
«¡Feliz cumpleaños, Marquitos! Espero que te diviertas hoy en casa y, como regalo, no tienes que hacer tu tarea hoy, ¿de acuerdo?,» dijo la Sra. Castillo, lo que le valió una sonrisa emocionada del niño. Marquitos le agradeció a su maestra y comenzó a salir de la escuela con paso alegre. No solo estaba emocionado por ser su cumpleaños, sino que estaba emocionado de pasar su cumpleaños solo con Maren, quien le había dicho al niño antes de que fuera a la escuela esa mañana que tendría una sorpresa para él cuando llegara a casa. Marquitos había estado pensando en el misterioso regalo de Maren todo el día, y no sabía que Maren estaría planeando algo que el niño nunca olvidaría. Lo que los padres de Marquitos no hicieron, además de no estar presentes en el cumpleaños de su único hijo, fue que cuando buscaban una niñera, no se hicieron verificaciones de antecedentes de las solicitantes, y si los padres de Marquitos lo hubieran hecho, habrían descubierto que Maren tenía un pasado interesante del que estaba tratando de escapar. El secreto más prohibido de Maren era que era una pedófila con una sed insaciable de niños pequeñitos, y la única forma en que podía tener acceso a este fruto prohibido era encontrar trabajo como niñera con la esperanza de seducir a otro niño afortunado que se agregaría a su larga lista de niños afortunados. Maren, que lavaba la ropa de Marquitos todos los días, recientemente se había dado cuenta de sus calzoncillos manchados y comprendió que el pequeñito Marquitos estaba listo y atravesando los cambios por los que todos los hombres habían pasado en algún momento de sus vidas. Y así, después de que Maren se duchó, se vistió y se maquilló, se sentó y esperó en el sofá blanco de la gran sala de estar de la casa de Marquitos, vistiendo solo un traje de rejilla de manga larga sin nada debajo excepto sus senos desnudos y su coño afeitado.
Maren decidió acentuar sus largas y suaves piernas con un par de zapatos de tacón alto plateados y brillantes que esperaba que Marquitos apreciara, ya que Maren había comprado el costoso par para poder usarlos estrictamente para su cumpleaños. Maren quería lucir lo más sexy y deseable posible para el niño de once años, y se preguntó si su apariencia casi desnuda asustaría al jovencito o lo sobreestimularía hasta provocarle un orgasmo prematuro. Maren concluyó que la situación podía ir en cualquier dirección, y esperaba que Marquitos se mantuviera tranquilo y sereno a su alrededor. Después de todo, sabía que Marquitos era un niño inteligente y maduro para su edad, pero al mismo tiempo, Maren nunca se había encontrado con un niño de su edad que pudiera eyacular, y no podía esperar a probar la lechita de Marquitos. Maren miró ansiosamente el reloj de la pared frente a ella, y se puso cada vez más nerviosa a medida que se acercaba la hora en que Marquitos normalmente entraría por la puerta principal de la sala de estar. Los pensamientos de Maren se dirigieron entonces a las incontables tardes que pasaba sola en el dormitorio de Marquitos y a las diversas veces que se masturbaba en su pequeña camita. Maren se llevaba la ropa interior manchada de semen de Marquitos a la nariz para olerla mientras deslizaba furiosamente sus dedos dentro de su coño. Maren empapaba las sábanas de Marquitos con sus propios jugos femeninos todos los días y cuando terminaba, Maren sabía que su aroma quedaría impregnado en las sábanas y almohadas de Marquitos para que él pudiera disfrutar mientras dormía toda la noche. Mientras estos recuerdos pervertidos invadían la mente de Maren, su mano izquierda se deslizó suavemente hacia su coño y Maren pudo sentir el calor y la humedad de su coño mientras deslizaba con cuidado un dedo dentro. De repente, Maren pudo escuchar la puerta de la sala de estar abriéndose, y cuando la puerta se cerró de golpe, la fruta prohibida de once años de Maren se paró frente a ella con los ojos bien abiertos.
«Ma-Maren? Pe-pero que pasa? Po-por que estas vestida asi?» dijo Marquitos con voz nerviosa pero emocionada al notar a su hermosa niñera sentada en el sofa blanco de sus padres. Los ojitos de Marquitos miraron fijamente los hermosos pies de Maren que se veian increíbles dentro de sus tacones altos. Luego, Marquitos miro fijamente las largas y suaves piernas de Maren, y mientras seguía su mirada hacia los muslos de Maren, Marquitos noto que Maren no llevaba ropa interior ni sostén, pero no pudo ver los senos de la mujer adulta o lo que tenia escondido entre sus piernas. En sus sueños y en sus primeros pensamientos pervertidos y sesiones de masturbación, Marquitos se imaginaba cómo eran los senos de Maren, cómo se sentían y si Maren le dejaria tocarlos y sentirlos en sus manitas. Marquitos también se imaginaba cómo serían las piernas largas y brillantes de Maren, y si Maren protestaría si él pusiera sus manitas sobre sus muslos cuando jugaban videojuegos juntos. Marquitos quería sentir todo el cuerpo de Maren en ese momento, tocarlo sin el miedo a ser castigado, y a Marquitos le tomó unos momentos para superar la sorpresa de lo que estaba viendo frente a él. Marquitos también notó que estaba teniendo una erección, y para evitar que Maren se diera cuenta, Marquitos colocó ambas manitas lentamente sobre su entrepierna, con la esperanza de cubrirla y esconderla de la mirada de su niñera. Sin que el niño lo supiera, Maren ya había notado su erección, y Maren también noto hacia donde el niño estaba mirando, y mientras se aclaraba la garganta para llamar la atención del excitado niño, Marquitos luego miro hacia el rostro de Maren; un rubor se estaba formando en sus mejillas.
¡Hoy es tu cumpleaños, tontito! ¿Recuerdas lo que te dije en la mañana? ¿Que tendría una sorpresa especial para ti? ¡Yo soy la sorpresa! ¿Te gusta lo que me puse para ti hoy en tu día especial?» le preguntó Maren al pequeñito, teniendo cuidado de no exponer sus senos que cubría con su brazo derecho. Marquitos se puso las manitas sobre su cabezita en estado de shock cuando su niñera le dijo eso, y Maren le encantaba ver la enorme sonrisa que se formó en el rostro de Marquitos. A Maren también le gustó ver el pequeño bulto que se formó dentro de su pantalón nuevamente ya que Marquitos levantó los brazos, y Maren supo que el penecito del niño pequeño también estaba feliz de verla así. Durante todo el día, Maren pensó en lo que se pondría para Marquitos y esperaba que al pequeñito le gustara lo que finalmente decidiera ponerse para él. Maren tenía un tocador lleno de lencería sexy y realmente quería complementar sus nuevos tacones altos con un sujetador y una tanga blancas, así como medias blancas con un liguero blanco, pero Maren sintió que sería demasiado para la primera vez del niño. Maren también pensó en no usar nada en absoluto y estar completamente desnuda para el niño, pero lo que finalmente decidió usar fue algo que estaba en el medio de las tres opciones. No demasiado desnudo y sin demasiada ropa, pero aún lo suficientemente sexy para obtener esa reacción de Marquitos. Maren también sabía que si las cosas iban bien en la primera vez de Marquitos, habría más sexo después de su cumpleaños, y como los padres de Marquitos estaban fuera la mayor parte del tiempo durante el año, tendrían sexo sin temor a ser descubiertos, lo cual era una situación rara e ideal que Maren siempre había deseado.
«W-wow, Ma-Maren! ¿¡E-esto es para mí!? ¿Te vestiste así p-para mí? ¡Me, uh, me gusta mucho!» admitió Marquitos, lo que agradó a Maren. Marquitos no podía creer lo que estaba sucediendo en ese momento, ya que era un momento con el que había soñado desde que comenzó a tener sentimientos por Maren. Aunque Marquitos no sabía qué significaban esos sentimientos, sabía que cada vez que pensaba en Maren, se sentiría bien entre sus piernas. Marquitos siempre imaginaba a Maren con cualquier ropa que usara, y siempre imaginaba lo poco que podía ver de su escote, o sus largas piernas en esos pensamientos, y cuando Marquitos comenzó a formular una escena imaginaria de ella en su mente cada noche antes de irse a la camita, Marquitos metía la manita dentro de sus pantalones y se tocaba. Marquitos, sin embargo, no sabía que Maren hacía lo mismo consigo misma en su propia camita cada vez que pensaba en él, y mientras Marquitos estaba allí admirando a la mujer de sus sueños, Marquitos no podía creer que una mujer pudiera verse tan hermosa vestida así. Luego, Maren le dio una palmadita al cojín que estaba a su izquierda para decirle a Marquitos que se siente a su lado. Marquitos comenzó a caminar lentamente hacia Maren y, cuando se sentó a su lado, pudo sentir el calor del cuerpo de Maren tan cerca del suyo y su perfume embriagador y floral que usaba todos los días. Luego, Maren comenzó a retirar lentamente el brazo de sus senos y, cuando lo hizo, Maren pudo ver al pequeñito que estaba a su lado exhalar profundamente cuando vio sus senos expuestos por primera vez. Maren colocó sus manos debajo de sus grandes senos y comenzó a masajearlos frente al niño curioso, y Marquitos se sentó allí con la boca pequeña abierta al verlos.
«¡W-wow, M-Maren! ¡Se ven muy suaves, tus senos! E-eres tan bonita Ma-Maren,» dijo Marquitos mientras miraba los senos y las suaves piernas de la mujer adulta. Maren gimió suavemente ante sus comentarios, y cruzó la pierna derecha hacia Marquitos, frotando lentamente su tacón alto sobre la pantorrilla de Marquitos, exactamente como lo habia echo con otros niños en el pasado. Maren entonces tomó la manita izquierda del niño y la puso encima de su rodilla, y lentamente comenzó a guiar su manita hacia su pantorrilla, hasta su tobillo y de regreso a su cremoso muslo para que Marquitos pudiera disfrutar de la suavidad de sus piernas. Luego, Maren soltó la manita de Marquitos para permitirle sentir su pierna por sí solo, y mientras Marquitos continuaba deslizando su manita sobre su pierna, Maren guió suavemente el rostro de Marquitos y lo movió hacia sus pezones. Marquitos comenzó a chupar suavemente los pezones de la mujer adulta, y al mismo tiempo, Marquitos seguía tocando la pierna cruzada de Maren, y con cada segundo que pasaba, Marquitos seguía poniéndose más y más duro. Luego, Maren echó la cabeza hacia atrás con placer y, mientras miraba a Marquitos, colocó su mano detrás de la cabezita del niño y le masajeó el cabello mientras él continuaba chupando y lamiendo sus pezones. Maren comenzó a gemir suavemente por los toques inexpertos del niño, y la naturaleza tabú y prohibida de lo que Maren estaba haciendo con el niño de once años estaba comenzando a excitarla inmensamente. Maren supo que en ese momento se había transformado en el juguete de Marquitos, para jugar como el quisiera, y ese pensamiento hizo que Maren gemiera un poco más fuerte.
«¡Sí! ¡Sí, así! Me encanta tu manita en mi pierna, Marquitos. Y tu lengüita está poniendo mis pezones muy duros. ¿Lo ves? ¡Mmm! Significa que me está gustando lo que me estás haciendo,» susurró Maren en el oído del pequeñito emocionado mientras bajaba suavemente la mano que estaba masajeando la cabezita de Marquitos hacia su otra cabezita, la que estaba cubierta por los pantalones de Marquitos. Marquitos saltó ante el repentino masaje que sintió entre sus piernas, lo que le hizo dejar de lamer los pezones de Maren, y cuando miró hacia abajo, Marquitos vio la mano de Maren masajeando suavemente su bulto. Marquitos comenzó a gemir suavemente por el toque de Maren, y pensó para sí mismo lo bien que se sentía que alguien más lo tocara allí, y cuando Marquitos desvió su mirada hacia el rostro de Maren, miró sus labios húmedos. Maren bajó lentamente sus labios hasta los de Marquitos y besó al niño de once años suavemente mientras continuaba masajeando su bulto. Marquitos comenzó a besar a la mujer adulta lo mejor que pudo, pero el niño se sorprendió cuando sintió la lengua de Maren dentro de su boca pequeña. Marquitos abrió los ojitos suavemente y también lo hizo Maren, y mientras se miraban el uno al otro, Maren continuó jugando con la lengüita rígida del niño, y poco después, Marquitos comenzó a imitar lo que estaba haciendo Maren. El corazón de Maren dio un vuelco cuando sintió la lengüita de Marquitos dentro de su boca, y Maren supo que su amante jovencito se estaba convirtiendo lentamente en un hombrecito en su cumpleaños. Mientras los dos se besaban por lo que pareció una eternidad, Maren comenzó a desabrochar los pantalones del niño y mientras bajaba la cremallera del pantalón, Marquitos comenzó a quitárse los pantalones y los bóxers hasta las rodillas, y cuando Maren sintió el penecito de Marquitos contra su muslo, rompió el beso para poder seguir concentrándose en el penecito erecto del peladito.
«¡Mmm, qué rico lo que estamos haciendo juntos, Marquitos! Mmm, ahora quiero jugar con otra cosa,» dijo Maren mientras descruzaba lentamente la pierna y comenzaba a deslizarse hacia el suelo para poder estar entre las piernitas de Marquitos. Marquitos se preguntó qué haría su niñera en el suelo, pero cuando la mujer adulta comenzó a acercar lentamente su hermoso rostro a su penecito, Marquitos comenzó a gemir suavemente. Entonces Maren colocó su dedo índice y pulgar derechos sobre el penecito del niño y comenzó a acariciarlo de arriba a abajo con suavidad, lo que hizo que Marquitos gimiera más fuerte y su pollita se alargara y se endureciera aún más. El pequeñito cerró los ojitos y echó la cabezita hacia atrás sobre el reposacabezas del sofá mientras Maren continuaba acariciando suavemente el penecito del niño. Maren se rió y le encantó estar dándole a Marquitos un placer que era completamente nuevo y extraño para él, y mientras Maren continuaba acariciando el penecito del niño, comenzó a acelerar el ritmo. A Maren le encantaba oír gemir al niño mientras lo tocaba, y después de unos minutos de esto, Maren agarró la manita derecha de Marquitos y la colocó sobre su propio penecito mientras Maren soltaba su penecito. Marquitos miró hacia abajo confundido, y para seguir sintiendo el placer que estaba sintiendo, Marquitos comenzó a acariciarse sobre el rostro de la mujer adulta rápidamente. Mientras Marquitos se acariciaba, echó la cabezita hacia atrás por segunda vez, gimiendo del placer que estaba sintiendo mientras se tocaba. De repente, el pequeñito soltó su penecito al sentir algo increíble y diferente envolviéndolo, algo húmedo y cálido que se deslizaba sobre su eje. Marquitos miró hacia abajo para ver qué era, y cuando lo hizo, sus ojitos se encontraron con los de Maren mientras ella chupaba el penecito de Marquitos, gimiendo y tomándolo completamente dentro de su boca.
«¡Ma-Maren! Maren, yo… creo que algo… va a salir… si… sigues haciendo eso,» gimió Marquitos cuando el placer que estaba experimentando al tener la boca de Maren envolviendo su penecito resultó ser demasiado repentino. Maren continuó mirando a los ojitos del niño mientras chupaba su penecito, y para evitar que Marquitos se corriera, Maren lo sacó de su boca para que Marquitos pudiera tener un pequeño descanso. Marquitos luego respiró profundamente y lentamente comenzó a procesar lo que estaba sintiendo, y después de unos momentos, el punto de placer agudo que estaba sintiendo en la punta de su penecito desapareció. Cuando Marquitos comenzó a acariciar su resbaladizo penecito sobre la cara de Maren una vez más, la mujer adulta gimió mientras le sacaba la lengua al niño. Luego, Marquitos guió su penecito sobre la lengua de la mujer adulta y lo deslizó hacia arriba y hacia abajo a lo largo de la lengua de Maren. Mientras Marquitos hacía esto, Maren puso sus dedos sobre el eje del penecito de Marquitos y lo levantó para poder deslizar su lengua sobre las bolitas de Marquitos, lamiendo su saco escrotal antes de deslizar su lengua hacia arriba sobre su eje lo que le causó a Marquitos un gran placer que nunca antes había experimentado. Maren miró a Marquitos mientras él echaba la cabezita hacia atrás con placer, y luego Maren comenzó a lamer solo la cabezita del penecito de Marquitos, girando su lengua alrededor de la circunferencia de la cabezita rojo e hinchada. Marquitos entonces miró hacia los ojos azules de Maren y vio cómo la mujer pervertida estaba lamiendo la punta de su penecito, y ver lo que Maren estaba haciendo lo excitaba.
«¡Mmm! ¿Te hace cosquillas, Marquitos? ¿Te gusta mi boca en tu penecito?» gimió Maren mientras le sonreía a Marquitos y volvía a tomar al niño en su boca. Marquitos gimió en voz alta de nuevo cuando sintió la boca de su niñera en su pollita, y esta vez, Maren tomó ambas manitas de Marquitos y las guió hacia la parte posterior de su cabeza. Entonces, Marquitos comenzó a empujar inconscientemente su penecito hacia adentro y hacia afuera hacia la boca de Maren, usando su boca como su propio juguete de placer, y mientras el niño de once años hacía esto por su cuenta, Maren comenzó a insertar sus dedos dentro de su coño mientras Marquitos le follaba la cara. A Marquitos le encantaba la textura de la lengua de Maren en la parte inferior de su penecito, y mientras empujaba la cabeza de Maren hacia su ingle, Marquitos cerró los ojitos para saborear la sensación de su penecito sobre la boca húmeda y cálida de Maren. Maren quería que Marquitos eyaculara, y a Maren no le importaba si era sobre su cara, dentro de su boca, sobre sus senos, dentro de su culo, su coño, y a Maren no le importaba si era incluso sobre sus pies bien cuidados. Lo que Maren quería era tener la lechita de un niño de once añitos, y no veía la hora de tenerla a diario, y Maren supo que así sería desde el momento en que Marquitos le demostró que no le tenía miedo a ella ni a su forma de vestir, y que aunque era tímido, estaba dispuesto a aprender, al igual que el resto de los niños que Maren había seducido. Con cada embestida que Marquitos le daba a Maren, ella gemía y se acariciaba el coño furiosamente, y mientras Marquitos continuaba dándose placer con la boca de Maren, su penecito se contraía. Maren podía sentir los espasmos con cada embestida errática que Marquitos le daba, y cuando Maren escuchó a Marquitos gemir cada vez más fuerte, lo sacó de su boca.
«¡Ma-Maren! ¡Ma-ren! ¡Está saliendo! ¡Está… está saliendo…!» Marquitos gimió mientras cerraba los ojitos y, sin saberlo, acariciaba con su penecito sobre el rostro de Maren. Maren estaba acariciando su coño con furia mientras sacaba la lengua esperando que Marquitos eyaculara sobre su cara, y después de unos instantes, el pequeñito abrió los ojitos y comenzó a eyacular pequeños hilos de su lechita sobre la lengua y las mejillas de Maren. Sorprendido de haber eyaculado en la cara de Maren, Marquitos movió su penecito en una dirección diferente, pero Maren rápidamente tomó la pollita de Marquitos dentro de su boca justo a tiempo mientras Marquitos continuaba vaciando los últimos chorros que le quedaban dentro de la mujer excitada debajo de él. La respiración de Marquitos se calmó lentamente a medida que su primer orgasmo disminuía, y cuando Maren pudo sentir que el penecito de Marquitos se volvía fláccido, se sacó la pollita del niño de la boca y tragó su lechita, lo que sorprendió al niño cansado. Maren quería desesperadamente tener un orgasmo, y hizo todo lo posible por controlarse y ser paciente, pero el placer que experimentó al tener a Marquitos vaciando sus bolitas en su boca resultó demasiado. Maren rápidamente se levantó de sus rodillas y se sentó en el extremo izquierdo del sofá, y cuando Maren movió su cuerpo hacia Marquitos y levantó los pies para poder colocarlos en el sofá, Marquitos se movió hacia la derecha para poder darle a Maren un poco de espacio mientras se recostaba en el sofá boca arriba. Marquitos comenzó a endurecerse nuevamente ante la idea de finalmente ver el coño de Maren más de cerca, pero Maren había levantado las piernas y las rodillas juntas para impedir que el joven viera su coño, y cuando Maren escuchó a Marquitos suspirar de frustración, ella rió suavemente.
«¿Mmmm, si estás listo para aprender cosas nuevas Marquitos?» gimió Maren mientras continuó manteniendo las piernas cerradas. Luego, por curiosidad y impaciencia, Marquitos colocó sus manitas sobre las rodillas de Maren y comenzó a abrirle las piernas, lo que hizo que Maren gimiera suavemente de las acciones audaces del niño curioso. Luego, mientras Maren yacía allí con sus largas y suaves piernas abiertas para el niño de once añitos entre sus piernas, Maren apartó el material de rejilla que cubría su coño a un lado, y comenzó a tocarse con sus dedos, lo que hizo que Marquitos jadeara de asombro. Emocionado pero atento, Marquitos le dijo a Maren que su coño estaba muy mojado, lo que hizo que Maren sonriera ante su comentario, y para agradecer al niño por sus dulces palabras, Maren le mostró todas las partes de su coño, separando sus labios vaginales y frotando su clítoris para que Marquitos pudiera entender cómo jugar con su lugar más sagrado antes de que fuera su turno de tocarlo. Mientras Maren cerraba los ojos y continuaba introduciendo sus dedos dentro de su coño, Marquitos se volvió valiente y colocó su manita derecha sobre el montículo del coño de Maren, haciendo gemir a la mujer adulta por el repentino placer del toque de Marquitos.. Marquitos comenzó a explorar el coño de Maren, insertando lentamente su dedito índice dentro de ella, y mientras Marquitos hacia esto, Maren apoyó su pierna izquierda sobre el reposacabezas del sofá y disfrutó de la imagen entre sus piernas de su amante de once añitos penetrando su coño con su dedito. Maren ahuecaba sus senos y jugó con sus pezones mientras miraba a Marquitos, quien lentamente, y vacilante, se inclinó entre sus piernas para que su carita estuviera cerca de su coño y comenzó a lamer el coño de Maren, lo que la hizo echar la cabeza hacia atrás de placer y colocar su mano en la nuca del pequeñito.
«¡Ayyyyy Dios! ¡Qué rico! ¿Dónde…. mmmm! ¿Dónde aprendiste a…. ? «¡Ayyyyy sí! ¡Sí! ¡Lame aquí! ¡Lámeme aquí! ¡Sí, arriba, aquí! ¡Más arriba! ¡Sí, ahí tienes, bebécito! ¡Tu sí sabes como!» Maren gimió mientras Marquitos seguía la dirección de la mujer excitada mientras la lamía torpemente. Maren se preguntó si el niño aprendió que los hombres podían lamer el coño de una mujer en la escuela, o si lo había visto en los pornos, y cuando Marquitos encontró el lugar perfecto pare lamer, Maren gemío mas y mas, diciéndole al niño suavemente que la estaba lamiendo perfectamente. Marquitos había encontrado el clítoris de Maren con su lenguita, y comenzó a lamerlo como un gatito con un tazón de leche. Maren cerró los ojos y apretó sus senos, disfrutando la sensación de la suave lengüitade Marquitos en su coño, y cuando Maren abrió los ojos, pudo ver a Marquitos mirándola y cuando sus miradas se encontraron, Marquitos levantó la carita y le dio a Maren una sonrisa traviesa, lo que hizo gemir a Maren y le susurró al niño que siguiera. Marquitos asintió y volvió a lamer, pero esta vez, Marquitos le mostró a la mujer adulta lo que había aprendido, penetrando su coño con un dedito mientras lamía su clítoris. Maren empezó a mover sus caderas, meciéndolas adelante y atrás contra la carita de Marquitos, disfrutando de la maravillosa sensación de su lengüitaen su clítoris y su dedito en su raja. Luego, Marquitos comenzó a usar dos deditos, deslizándolos dentro y fuera del coño hambriento de Maren, y su lengüitabailaba sobre su clítoris. Las ganas de Maren por correrse comenzaron a aumentar, y cuando Marquitos de repente comenzó a mover rápidamente su cabecita de lado a lado, provocó que su lengüitarígida frotara furiosamente el clítoris de Maren, lo que envió a la mujer pedófila al límite.
«¡Me voy a correr! Ayyy si! Ayyy Dios, me voy a correr por ti bebécito. ¡Aquí viene, tu juguito! ¡Bébelo todo cariño!» Maren gritó y gimió de alegría cuando se corrió sobre la carita de Marquitos, chorreando sus jugos en los labios del niño. Mientras Maren temblaba y gemía por el orgasmo que la invadía, sus muslos comenzaron a apretar la cabezita de Marquitos, pero el repentino apretón de su cabezita no detuvo la incesante lamidas del niño. Parecía que Marquitos podía seguir así toda la noche lamiéndole el coño a Maren, y la mujer pedófila tuvo que empujar al niño lejos de ella para que dejara de lamerlo. Maren puso a Marquitos encima de ella y lo envolvió en sus brazos, besando sus labios y mejillas, que estaban cubiertas con los jugos de su coño. Mientras Maren yacía allí respirando con dificultad mientras su orgasmo comenzaba a disminuir, Marquitos comenzó a salir de su caparazón y comenzó a besar el cuello de Maren. La respiración de Maren comenzó a disminuir y Marquitos comenzó a besar los senos de Maren, alternando sus besos entre los dos suaves globos antes de seguir besando hasta su tonificado estómago. Maren comenzó a reírse cuando sintió los labios de Marquitos en su ombligo y, como el niño ya había besado el coño de la mujer adulta, Marquitos comenzó a besar la parte interna de los muslos de Maren, lo que provocó que la excitada mujer gimiera suavemente. Marquitos comenzó a besar las rodillas de Maren, y continuó con sus besos hasta sus pantorrillas, para luego detenerse en los pies bien cuidados de Maren. Marquitos levantó uno de los pies de tacón alto de Maren y comenzó a besarle los dedos, lo que hizo reír a la mujer porque le había hecho cosquillas. Entonces Marquitos volvió a descansar encima de Maren y sonrió.
«¿Lo hice… lo hice bien, Maren? ¿Te… gustó cómo… te lamí allí abajo?» Marquitos le preguntó a Maren, y Maren le dijo que sus lamidas eran maravillosas, y que la hacían sentir muy bien. Marquitos sonrió orgulloso y los dos amantes se besaron nuevamente, compartiendo el sabor del néctar de Maren que aún permaneció en los labios del niño. Las manos de Maren recorrieron la espalda del niño, y la rígida pollita de Marquitos presionó contra su estómago, rozando su ombligo. Luego Marquitos colocó sus manitas una vez más sobre los senos sudorosos de Maren, y comenzó a amasarlos con movimientos circulares en sus manitas, saboreando la sensación y el peso de ellos, tal como Marquitos se imaginaba haciendo en sus fantasías. Mientras Marquitos yacía encima de Maren, el pequeñito no podía creer que sus fantasías sobre su niñera se habían hecho realidad ahora que Marquitos finalmente había tocado el cuerpo de Maren. Marquitos sonrió y pensó para sí mismo que nunca más volvería a tener un cumpleaños tan especial en su vida, y mientras él se perdía en sus pensamientos, Maren también se perdía en sus propios pensamientos. La mujer adulta nunca había tenido un niño tan jovencito que la hubiera llevado al orgasmo sólo con sexo oral, y había tenido varios niños de distintas edades, de diez a catorce añitos, y ninguno de esos niños podía hacer que Maren se chorreara tan rápido. Maren entonces tomó en su mano el penecito del niño, y lo bajó hasta el montículo de su coño húmedo, lo que excitó a Marquitos.
«Maren… ¿estamos… vamos a hacerlo? ¿Realmente yo… voy a… voy a tener sexo contigo?» Marquitos le preguntó a la mujer excitada con voz temblorosa mientras comenzaba a frotar su penecito sobre el montículo de Maren. De vez en cuando, la pollita de Marquitos se deslizaba sobre los labios vaginales del coño de Maren, y la sensación de su penecito deslizándose sobre algo tan húmedo y resbaladizo excitaba a Marquitos, y no podía esperar para penetrar a la mujer que se retorcía debajo de él. Mientras Marquitos continuaba frotando su penecito sobre el montículo y los labios del coño de Maren, comenzó a frotar también los pezones de Maren, jugando con ellos para poder escuchar los gemidos de Maren debajo de él. A Marquitos le encantaba escuchar a su niñera gemir, especialmente cuando ella gemía su nombre porque lo hacía sentir como un adulto. Marquitos quería que Maren solo gemiera su nombre y el de nadie más, y que solo se dejara penetrar por su penecito únicamente, y sin que el jovencito lo supiera, Maren quería lo mismo. La mujer pedófila finalmente había encontrado al niño de sus sueños que había estado buscando, y no podía esperar a ver a Marquitos convertirse en hombrecito en el momento en que finalmente Maren le quitara la virginidad. Maren había quitado la virginidad a muchos niños a lo largo de los años, y lo que le encantaba ver eran sus caritas mientras se contorsionaban por el placer extremo de experimentar su primera embestida dentro del coño de una mujer adulta, y en ese momento íntimo entre mujer y niño, Maren colocó su mano sobre la mejilla de Marquitos y le hizo una pregunta al excitado niño.
«Sólo si tu quieres, cariño. Eres muy inteligente y maduro para tu edad y me gustas mucho. Sólo a ti quiero darte mi coño. Sólo a ti. No sólo en tu cumpleaños, sino todos los días. En tu camita. En este sofá. En la cama de tus padres. ¿Qué opinas, bebécito? ¿Quieres follarme?» Maren gimió en voz baja y le encantó la forma en que Marquitos comenzó a frotar su penecito sobre su coño por su cuenta. Maren podía medir el penecito de un niño usando sólo sus ojos, y para un niño de once añitos, Maren podía decir que Marquitos medía alrededor de cuatro pulgadas de largo, y Maren sabía que Marquitos era lo suficientemente grande y que podría sentirlo dentro de ella. Maren comenzó a gemir y se preguntó si a Marquitos le resultaría más fácil tener sexo con ella en la posición del misionero, o si a Marquitos le resultaría más fácil penetrarla si estuviera a cuatro patas. Marena entendió que a Marquitos le fascinaban sus largas piernas y su gran trasero, y Maren se enteró de los gustos del niño a lo largo del tiempo que lo fue conociendo, y cómo interactuaba con ella. Maren al principio usaba ropa ajustada que cubría su cuerpo, y cada mes, Maren usaba algo un poco más revelador para preparar lentamente a Marquitos y acostumbrarlo a ver su cuerpo revelado cada vez más con el tiempo. y en ese tiempo, Maren Atraparía a Marquitos mirándole el culo mientras caminaba. En ese tiempo que Maren arreglaba al pequeñito, Marquitos miraba fijamente el trasero de Maren cada vez que ella caminaba, o miraba fijamente las piernas de Maren cada vez que ella las cruzaba hacia su lado. Al final, Maren tuvo que elegir una posición sexual basada en uno de los gustos de Marquitos, y Maren se preguntó si a Marquitos le gustaría tener sus piernas alrededor de su cinturita mientras la follaba, o si le gustaría mejor ponerle las manitas en su culo mientras la follaba en cambio.
¡S… sí! Si Maren! ¡Quiero follarte! He querido follarte desde que empecé a tocarme. Pienso en ti todos los días. Cuando estoy en la escuela, cuando jugamos videojuegos juntos y por la noche, me gusta imaginarte en mi mente cuando me toco. ¡Quiero follarte en mi camita todos los días por la noche!» confesó Marquitos emocionado mientras comenzaba a frotar su penecito más rápido sobre el montículo de Maren. El pequeñito sabía que en unos momentos estaría teniendo sexo con la mujer de sus sueños, y comprendió que tampoco sería la última vez. Marquitos quería follar con su niñera, y aunque no entendía del todo lo que significaba follar, quería hacérselo de muchas maneras. Marquitos entendió que Maren le enseñaría todo sobre el sexo, y según lo que Maren le había dicho, Marquitos tendría el coño de Maren todos los días. Marquitos no veía la hora de tener sexo con su niñera por toda la casa, pero lo que más quería hacer era follar con Maren en su camita todos los días y cada hora. Marquitos quería escuchar a Maren gemir su nombre en voz alta en su camita mientras él la follaba, y quería que ella también usara la ropa más sexy posible solo para él. Marquitos no podía creer que su hermosa niñera fuera suya, y sólo suya, y que Maren estuviera ahí debajo de él voluntariamente y esperando pacientemente ser penetrada por su pollita. Era mucho para que el niño inteligente lo procesara, pero Marquitos sabía que superaría el shock inicial de lo que le estaba sucediendo en el momento en que su penecito entrara en ella.
«Eso es exactamente lo que quería escuchar, papito lindo. Y no te preocupes. ¡Te prometo que esta noche volveré a usar algo sexy para ti y me follarás en tu camita antes de irnos a dormir!» Maren susurró suavemente en el oído de Marquitos. Luego, Maren se levantó lentamente del sofá y comenzó a quitarse lentamente su traje de rejilla para que Marquitos pudiera admirar su cuerpo desnudo. Luego, Maren lentamente se bajó el traje hasta sus pies, y comenzó a darse una vuelta lentamente para el niño. Marquitos se sentó allí en el sofá acariciando su penecito mientras miraba el gran culo de Maren, sus largas piernas y su hermosa piel, y cuando Maren terminó su giro, lentamente colocó sus manos en el sofá y se puso a cuatro patas delante del niño. Marquitos emocionado se sentó de rodillas detrás de Maren y colocó sus manitas en las nalgas de Maren, lo que provocó que la mujer excitada gemiera mientras sacudía sus nalgas de arriba a abajo contra las manitas del niño. Marquitos entonces comenzó a frotarse sobre la raja del culo de Maren, y Maren permitió que el pequeñito continuara haciéndolo, ya que la idea de que un niño de once añitos le hiciera eso la excitaba. Mientras Marquitos frotaba su penecito sobre el culo de la mujer adulta, también le apretaba las nalgas y las movía hacia arriba y hacia abajo, tal como las mujeres que aparecían en los videos musicales de reguetón. Luego, Maren alcanzó detrás de ella y tomó lentamente la pollita de Marquitos en su mano y la guió lentamente dentro de su coño. Los dos amantes gemieron suavemente cuando Marquitos entró en ella y la naturaleza se hizo cargo cuando Marquitos comenzó a entrar y salir lentamente de ella.
«¿Te gusta papi? Sí, ¿te gusta? Mmmm, ¡qué rico! ¡Quiero que me des tu pollita así en tu camita todo los días! Mmm ve despacito, ¿sí? ¡Así! Ayyy, justo así, papito, qué rico,» Maren le gimió a Marquitos mientras el niño mantuvo sus manitas en las nalgas de Maren para equilibrarse. La dureza de Marquitos se deslizó lentamente dentro y fuera del pasaje húmedo de Maren, y a través de una voz temblorosa, Maren pudo escuchar a Marquitos gemir suavemente para sí mismo lo bien que se sentía mientras bombeaba lentamente dentro de su coño hambriento. Maren podía sentir una tensión creciendo en el cuerpo del niño, la necesidad de acelerar su ritmo, de bombear dentro de su coño más rápido y más fuerte. Marquitos empezó a acelerar sus embestidas, y debido a esto, su penecito se salió del coño de Maren. Los dos suspiraron frustrados cuando Marquitos se deslizó fuera de ella, y Maren rápidamente tomó el penecito de Marquitos en su mano y lentamente ayudó al excitado niño de once años a guiarlo nuevamente hacia adentro. Esta vez, Marquitos tenía una mejor idea de cuánto podía acariciarse dentro del coño de Maren, y Marquitos hizo algo que hizo que Maren gemiera fuerte de placer. Marquitos separó más los labios del coño de Maren para que pudiera ver qué tan profundo la estaba penetrando, y mientras Marquitos miraba fijamente el lugar donde él y su niñera estaban conectados, Marquitos echó la cabezita hacia atrás con placer y comenzó a bombear dentro de su niñera más rápido. Maren estaba fuera de control en ese momento, dejando que su placer gobernara sus sentidos, cediendo a la sensación de la dureza dentro de ella, entrando y saliendo de su resbaladizo pasaje, empujándola más cerca a un segundo clímax con cada embestida rápida que le dio Marquitos.
Marquitos se había convertido en la máquina sexual personal de Maren, empujando su pollita dentro y fuera de su coño rápidamente. Después de unos minutos de hacer el amor, el placer que le estaba dando a Maren empujó a la mujer adulta al límite y ella gimió incontrolablemente, gimiendo el nombre de Marquitos como una perra mientras comenzaba a correrse por segunda vez, arqueando la espalda mientras Marquitos continuaba follándola. Maren estaba casi cegada por la intensidad de su orgasmo, y la habitación pareció oscurecerse para ella, como si la electricidad hubiera comenzado a fallar, y cuando cerró los ojos, pudo ver destellos dorados contra un campo rojo. Maren volvió a abrir los ojos y se giró para ver el rostro angelical de Marquitos fijo en una expresión de deseo y lujuria mientras continuaba bombeando el coño chorreante de Maren. Maren tardó un par de minutos en superar su orgasmo, y cuando sintió los muslos de Marquitos chocando contra sus nalgas, supo que el pequeñito estaba enterrado profundamente dentro de su coño. Luego, Marquitos comenzó a follar a Maren lentamente, saliendo de ella hasta que sólo la punta de su pollita quedó dentro del coño de Maren. Mientras la dureza de Marquitos entraba y salía de ella, Maren metió la mano entre sus piernas y comenzó a frotar su clítoris, girándolo entre sus dedos y pellizcándolo suavemente. Maren también comenzó a apretar su coño mojado con más fuerza alrededor de la pollita de Marquitos y comenzó a empujar hacia atrás con sus caderas, haciendo que el niño jadeara al sentir su agujero apretarse alrededor de su penecito. La repentina tensión alrededor del penecito de Marquitos abrumó al niño, y mientras empujaba dentro de la mujer temblorosa debajo de él, Marquitos pudo sentir la sensación familiar que había sentido cuando se corrió en la cara y la boca de Maren.
Marquitos gimió fuertemente mientras ponía sus manitas alrededor de las caderas de Maren y comenzaba a empujar dentro de su apretado coño más rápido, respirando pesadamente mientras bombeaba el tierno agujero de Maren e hacía que su culo se moviera y rebotara contra su estómago con cada una de sus embestidas. Maren pudo sentir la pollita de Marquitos comenzar a temblar dentro de ella, y Maren supo que su amante jovencito se acercaba a su segundo orgasmo, listo para correrse en cualquier momento. Luego, Maren escuchó a Marquitos gemir en voz alta que estaba a punto de correrse y le dio a Maren un último empujón dentro de su coño antes de sacar su pollita completamente de ella y acarició furiosamente su penecito con su manita derecha sobre las nalgas de Maren. Luego, Marquitos disparó múltiples hebras de su lechita por todas las nalgas de Maren, cubriéndolas como una loción cálida. Maren gimió suavemente al sentir la lechita de Marquitos en sus nalgas, y Maren comenzó a menear el culo para el pequeñito chorreante, como para decirle a su amante jovencito que siguiera corriéndose sobre ella. Luego, para excitar más al pequeñito, Maren movió su pierna derecha hacia su trasero para que su pie de tacón quedara contra el pecho de Marquitos, y cuando Marquitos notó el pie de Maren, el pequeño la agarró por el tobillo y se llevó el pie a los labios y comenzó a besar los dedos de los pies de Maren. Entonces, Marquitos gimió y dirigió sus último chorros restantes sobre la pantorrilla de Maren, y cuando finalmente el orgasmo de Marquitos disminuyó, se desplomó encima del culo de Maren. Marquitos y Maren se relajaron en ese momento para disfrutar de la compañía del otro, y finalmente, el cumpleañero y su niñera se ducharon y vistieron juntos para poder seguir celebrando el cumpleaños de Marquitos. A medida que avanzaba el día, Marquitos finalmente no se sintió solito, especialmente al final del día, cuando Marquitos llevó a su niñera vestida de lencería al interior de su habitación y arrojó a su nueva novia encima de su camita.
Si tienes alguna sugerencia o idea para un cuento, házmelo saber en los comentarios a continuación. ¡Gracias por leer!
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!