El Misterio de mi Cumpleaños
La mayoría de las experiencias memorables nos toman por sorpresa, surgen cuando menos lo esperamos y nos dejan con más preguntas que respuestas. Mi último cumpleaños no fue la excepción. Todo estaba planeado: una celebración sencilla, rodeado de familia, sin grandes sorpresas… o al menos eso creía. .
La mayoría de las experiencias memorables nos toman por sorpresa, surgen cuando menos lo esperamos y nos dejan con más preguntas que respuestas. Mi último cumpleaños no fue la excepción. Todo estaba planeado: una celebración sencilla, rodeado de familia, sin grandes sorpresas… o al menos eso creía. Pero desde el momento en que desperté, algo se sentía diferente. Pequeñas señales, detalles fuera de lugar, miradas esquivas. Era como si todos supieran algo que yo no. Y así comenzó el misterio de mi cumpleaños.
He tenido la oportunidad de ser bastante activo, supongo que será por mi edad. Siempre he disfrutado moverme, explorar, buscarle el sentido a las cosas que otros pasan por alto. Pero aquel día, más que nunca, sentí que algo se me escapaba. No era solo una sensación pasajera, sino una certeza creciente de que mi cumpleaños escondía algo más. Las sonrisas de mi familia parecían ensayadas, los mensajes de felicitación demasiado formales, y había un aire de expectativa en cada conversación, como si estuvieran esperando el momento justo para revelarme un secreto.
Mientras mi madre rebuscaba la ropa que debía usar, yo esperaba desnudo de pie, con la impaciencia propia de quien cumple años y solo quiere salir corriendo a disfrutar el día. No era raro que ella se tomara su tiempo para escoger mi atuendo; siempre decía que un cumpleaños era especial y debía vestirme acorde a la ocasión. Sin embargo, en esta ocasión, su actitud tenía algo diferente. No era solo el esmero en elegir cada prenda, sino la forma en que me miraba, con una mezcla de nostalgia y duda, como si estuviera a punto de decir algo importante pero no encontrara las palabras. “Hoy será un día especial”, murmuró al fin, con un tono que no supe interpretar del todo. Quise preguntarle qué quería decir con eso, pero antes de que pudiera hacerlo, me entregó la ropa y me sonrió. “Solo disfruta, ya lo entenderás”, añadió, dejando en el aire una sensación extraña, como si mi cumpleaños número 12 no fuera solo una celebración más, sino el inicio de algo que estaba a punto de descubrir.
Tengo la maña de andar tocándome el pene todo el tiempo, y mientras mamá estaba allí, me lo empecé a tocar. La expresión de mamá permanecía tranquila y desfasada, una vista a la que se ha acostumbrado a lo largo de los años. Ella simplemente sonreía y apuntaba su dedo hacia la ropa que debía ponerme.
—Dale, vístete. No querrás llegar tarde para tu sorpresa.
A medida que comencé a vestirme, ella me ayudaba a ajustar cada prenda y sus manos rozaban mi piel.
—Te ves absolutamente hermoso, cariño. —Ella guiñó un ojo juguetonamente, apretando suavemente mi trasero antes de girarse para agarrar los zapatos que debía ponerme
—Ahora, salgamos. Tu sorpresa te está esperando y te prometo que te va a encantar
Asentí, aunque en mi interior la curiosidad comenzaba a revolverse con una ligera inquietud. Mamá sonreía, pero había algo en su mirada, en su tono de voz, que me hacía sentir que esta no era una sorpresa cualquiera. Me vestí rápidamente y la seguí fuera de la habitación, sintiendo cómo la brisa salada de la playa se filtraba por las ventanas abiertas. Afuera, el sol brillaba con intensidad y el sonido de las olas rompía en la distancia, pero mi atención estaba completamente en lo que me esperaba. ¿De qué se trataba todo esto? ¿Por qué sentía que este cumpleaños iba a ser diferente a cualquier otro?
Bajé las escaleras con el corazón latiéndome fuerte en el pecho, intentando adivinar qué clase de sorpresa me esperaba. En la casa estaban todos los de siempre: mi padre, Luis, de 36 años, un hombre tranquilo y metódico que trabajaba en una oficina y rara vez se salía de la rutina; mi madre, Ana, de 34, quien siempre se encargaba de que todo estuviera en orden y, por supuesto, de que mi cumpleaños fuera perfecto. También estaba mi hermana menor, Sofía, de 8 años, cuya energía inagotable la hacía corretear por toda la casa, emocionada como si fuera su propio cumpleaños. Además, estaban mis tíos, Javier y Mariana, junto con mis primos, Andrés, de 14, y Valeria, de 10, con quienes solíamos pasar horas explorando la playa y jugando hasta el anochecer. Todos estaban reunidos en la sala, con sonrisas en el rostro, pero había algo en el ambiente que se sentía… diferente. No era solo emoción por la sorpresa que me esperaba, era algo más. Algo que aún no lograba descifrar.
Sobre la mesa había un pastel con velas aún sin encender y algunos regalos envueltos con colores brillantes, pero lo que más llamó mi atención fue la manera en que todos me miraban, expectantes. Mi tío Javier fue el primero en hablar: “Este año pensamos que tu cumpleaños debía ser especial, así que tenemos algo diferente para ti”. Mi madre asintió con entusiasmo y señaló hacia la puerta: “Vamos a hacer un paseo en bote, recorreremos la costa y hay un lugar increíble que queremos mostrarte”. La emoción en sus voces era evidente, pero dentro de mí, la sensación de misterio seguía creciendo.
Nunca había escuchado a mi familia hablar de un «lugar especial», y eso hizo que la sorpresa fuera aún mayor. La casa en la que vivíamos había pertenecido a mi abuelo, quien se la heredó a mis padres cuando comenzaron su vida juntos hace 15 años. Siempre pensé que conocía cada rincón de la costa, cada historia que envolvía el lugar, pero al parecer, había algo más, algo que hasta ahora me estaban revelando.
El bote avanzó sobre el agua tranquila, mientras el sol comenzaba a picar bastante en el cielo. Mis primos hablaban emocionados, mi hermana reía, pero yo no podía dejar de preguntarme qué nos esperaba. Cuando finalmente llegamos, vi un pequeño puerto de madera, solitario, excepto por dos hombres que nos aguardaban en el muelle. Eran desconocidos para mí, pero mis padres parecían reconocerlos, pues intercambiaron saludos con una familiaridad que me desconcertó aún más. Fue en ese momento que entendí que aquel cumpleaños sería diferente a todos los anteriores, y que el misterio apenas comenzaba.
El lugar era completamente distinto a cualquier otro que hubiera visto antes en nuestras vacaciones. A diferencia de la playa abierta y soleada donde solíamos pasar el tiempo, aquí los árboles crecían hasta el borde del agua, formando un túnel natural que filtraba la luz del sol y dejaba el ambiente en una penumbra fresca y tranquila. El puerto de madera crujía bajo nuestros pies con cada paso, y el agua, de un azul profundo, se deslizaba suavemente contra los pilares del muelle. A lo lejos, entre la vegetación, se veía una cabaña de madera envejecida por el tiempo, con una pequeña terraza que daba al mar. Todo tenía un aire de misterio, como si el lugar hubiera estado esperando por nosotros. Después de un rato explorando y disfrutando del paisaje, nos reunimos en la terraza de la cabaña para la entrega de regalos. Sobre una mesa improvisada, los paquetes de colores brillantes resaltaban en contraste con el entorno rústico. Sofía fue la primera en entregarme su regalo: un dibujo hecho por ella, con nuestra familia junto al mar. Luego, mis primos me dieron una brújula antigua que, según dijeron, era «esencial para cualquier explorador». Mi madre me abrazó antes de entregarme su obsequio, una pequeña caja envuelta con esmero en papel azul.
Tomé la pequeña caja entre mis manos y, al abrirla, encontré una llave de metal envejecido, con un diseño antiguo y un peso inesperado. La sostuve entre mis dedos, mirándola sin comprender del todo su significado. No era un juguete ni algo que hubiera pedido, pero el brillo en los ojos de mi madre me hizo entender que era importante.
Ella se acercó y, con una sonrisa cálida, colocó una mano sobre mi hombro. “Esta llave es simbólica”, explicó con suavidad. “Hoy no solo celebramos tu cumpleaños, sino también tu paso a la adolescencia. Es nuestra manera de darte la bienvenida a una nueva etapa… y a la verdadera unión de esta familia”.
Sus palabras hicieron que mi mente se llenara de preguntas. ¿Qué significaba realmente aquella unión? ¿Por qué mi cumpleaños número 12 era tan diferente a los anteriores? Miré a mi padre, a mis tíos, incluso a los dos hombres en el puerto, y de repente sentí que había algo más profundo en todo esto, algo que hasta ahora me había sido ocultado. Apreté la llave en mi mano y supe que estaba a punto de descubrirlo.
Observe como mi tío Javier se puso de pie y se quitó la camiseta.
—¿Qué haces tío? —Le dije. —Estoy haciendo lo que he querido hacer durante mucho tiempo, chico, eres el único que falta por conocer el secreto de la familia —me contesto.
Se quitó los pantalones, ahora completamente desnudo, con su pene en total erección.
—Vas a ver cada segundo de esto —Recalcó mi tío.
Luego, para aumentar mi sorpresa observo como Mamá y mi tía Mariana también comienzan a desnudarse, sus ojos estaban completamente clavados en mí con una mezcla de emoción y algo más oscuro.
—Feliz cumpleaños, primo. Estas a punto de aprender cómo es realmente nuestra familia —dijo Valeria, que se sentó a mi lado. Las palabras de Valeria resonaron en mi cabeza como un eco, llenando mi pecho con una mezcla de intriga y desconcierto. ¿Cómo podía ella saber algo que yo desconocía? ¿Acaso todos, incluso Sofía, mi hermana de ocho años, ya estaban al tanto de este “secreto familiar”? Miré a mi alrededor, tratando de encontrar respuestas en los rostros de mis padres, de mis tíos, pero nadie parecía sorprendido por lo que Valeria acababa de decir.
Apreté la llave en mi mano, sintiendo su frío metal contra mi piel, como si aquello fuera lo único tangible en medio de la confusión. Miré a mi madre, esperando una explicación, pero solo sonrió con paciencia, como si quisiera que yo mismo encontrara las respuestas. Mi padre carraspeó y se puso de pie. “Es momento de mostrarle”, dijo con un tono firme pero tranquilo. Todos los demás asintieron, como si hubieran estado esperando este momento desde hacía mucho tiempo.
Mi corazón comenzó a latir más rápido. De lo que si podía estar seguro era que, después de ese día, nada volvería a ser igual.
Mi padre, ahora también desnudo se acerco a mi hermanita y comenzó a besarla, metía su lengua dentro de la boca de ella, mientras sus manos fueron a parar a las pequeñas nalguitas de ella. Mi hermana correspondía a cada beso y tocamiento de mi padre, esto había ocurrido antes, deduje rápidamente. Unos gemidos me hicieron cambiar la vista, mi tía estaba sentada sobre mi tío y este tenía metido su pene dentro de la vagina de ella, que gemía con desdén. Tenía una visión plena de los enormes senos de mi tía Mariana, nunca los había percibido tan grandes y ahora estaban atrapados en la boca de mi tío. Mi madre se arrodilló frente a ellos, metiendo su rostro justo en el lugar donde mis tíos se conectaban, después entendería que está lamiendo las bolas de mi tío. La habitación se había llenado de sonidos de gemidos en un instante, palmadas en las pieles y ruidos húmedos y de succión. Mi primo se acercó a mi prima que se había sentado a mi lado y comenzó a besarla y a tocarla por todas partes. Todos me miraban de vez en cuando, sonriendo y guiñándome un ojo, asegurándose de que estuviera viendo cada uno de sus movimientos depravados.
Sobre sexo yo sabía ya lo suficiente, en el colegio nos enseñaban lo básico y los amigos que yo tenía fanfarroneaban de haber hecho alguna cosa con sus primas o amigas, por lo que conocimiento no me faltaba, o eso creía.
Mi padre se apartó de mi hermanita por un momento, mirándome con una sonrisa retorcida.
—Ya puedes ver, hijo. Los niños de esta familia son especiales. Hemos estado criando nuestro propio pequeño clan incestuoso.
Agarró el pelo de mi hermanita, tirando hacia tras si ella siquiera quejarse un poco. —Tu hermana ya tiene un poco de experiencia, la necesite antes que tú, pero ahora, es hora de que empieces a contribuir al legado familiar.
Mi primo Andrés se a acotado en el suelo, no sé en qué momento se desnudó, pero ahora mi prima se le ha colocado encima de su cara y ha llevado el pene de mi primo a su boca, están haciendo un 69, esa posición la conocía, pero eso no impedía que estuviera asombrado.
—Vamos, únete a ellos. Demuéstranos lo buen hijo que eres, —Termino de decir mi padre.
Me puse de pie, mi nerviosismo iba en contravía de mi excitación. Todos me observaron atentamente mientras me desabrochaba lentamente mis pantalones, el contorno de mi pene duro claramente visible a través de mi bóxer. Mis tíos habían hecho una pausa en su apasionada follada para observar, mi prima Valeria se había enderezado y me miraba muy cerca de mí, podría tocarme si así lo hubiera querido mientras estaba sentada en el rostro de mi primo. El aire estaba cargado de anticipación y el aroma almizclado del sexo. Mamá se me acerco a gatas, sus senos rebotaban con cada movimiento, no eran tan grandes como los de mi tía Mariana, pero aun así eran de buen tamaño, y yo los veía muy a menudo, mama nunca me había ocultado su desnudez, pero ahora, los veía y me excitaba, era todo tan diferente. Mamá s estiró y me bajó el bóxer, liberando mi erección palpitante. Suspiro y me miró con admiración.
—Mira el niño grande en el que te has convertido —Envolvió su mano alrededor de mi pene, acariciándolo lentamente
Mamá besó mi estomago delicadamente, luego lamió muy cerca de mi pene, luego su lengua la dirigió hacia la punta y luego metió la cabeza completa dentro de su boca, comencé a gemir sin control, sobre todo al sentir y ver como mi pene desaparecía en la boca de mi madre.
Los labios de mi madre se amoldan a mi pene. Comenzó a mover la cabeza, llevándome profundamente en cada metida. Mis gemidos son quizás los más fuertes de toda la habitación, camuflados un poco en los demás. Alzo la mirada y veo como papa esta penetrando a mi hermanita, justo en ese momento cruzamos miradas. Mi tía sigue brincando sobre el pene de mi tío y mis primos ahora están besándose acostados ella sobre él, sin lograr observar desde mi ángulo si era solo eso. Los movimientos de la cabeza de mi madre me hicieron volver a centrarme en ella, su lengua se arremolinaba alrededor de mi pene mientras chupaba con más fuerza. Agarro mis bolas con su mano y sentía que algo iba a explotar allí abajo.
Mamá lo intuyó, creo, y saco mi pene de su boca, se puso de pie y me llevo a donde estaban papá y mi hermanita. Mi padre que se mueve frenéticamente contra ella me mira con una cara roja y sudorosa. Se retira y es cuando veo que el enorme pene de mi padre estaba dentro del pequeño agujero anal de mi hermanita, lo ha dejado completamente abierto y rojo, nunca había visto algo así.
—Es el momento, hijo. Ven aquí y lame a tu hermana. Demuéstrale cuanto la quieres.
Mama me empuja al suelo, colocándome justo detrás de la cola de mi hermanita, que voltea la cabeza por un instante y me mira, tiene lagrimas en sus ojos, pero no se ve triste, tiene la cara roja, pero me da una sonrisa alentadora, mi padre la agarra del cabello y le mete la punta de su pene en la boca, creo que no le cabe mucho más, me acerco y huelo los agujeros de mi hermanita, mi lengua ingresa con mucha facilidad en su ano, producto de la dilación que le hizo papá.
Su sabor llena mi boca, siento las voces de mi madre y mi tía animándome. Me enderecé y rosé mi pene con su agujero trasero, con tan solo eso su ano se abrió ligeramente, era como si estuviera entrenado para mí. No me costo en absoluto llevar todo mi pene hasta el fondo, la empujaba lentamente. Los gemidos de mi hermana se veían ahogados por el pene de mi padre en su boca. Comencé a moverme más rápido. El calor es increíble, enviando cadenas de ondas de choque por todo mi cuerpo. Después de unos minutos comencé a sentir lo mismo que estaba sintiendo con la boca de mamá. Tuve que sacar mi pene respirar y volver a meterlo, sabía que eso quería decir que estaba por eyacular y eso significaba acabar la fiesta, o eso creía también. Ahora le penetraba más fuerte, me gustaba el sonido que hacía mi pelvis al chocar con sus delicadas nalgas. Mi hermana no esta chupando el pene de mi padre, solamente estaba manteniéndolo dentro de su boca, realmente creo que estaba sintiendo el mismo placer que yo.
Con una ultima y poderosa embestida, me enterré profundamente en el ano de mi hermanita, mi pene palpitaba mientras sentía que me orinaba dentro de ella. Grité y lo hice fuertemente, mis piernas temblaban con la intensidad del momento. Exhausto y sin aliento, me deje caer en el suelo, sentado admirando como el ano de mi hermana permanecía abierto. Seguía escuchando gemidos a mi alrededor, pero no podía quitar la mirada de esa hermosa colita. Eso sí, sentía la mirada de todos, mi padre se acerca a mí, dejando a mi hermana que se endereza y voltea a verme.
—Bien hecho, hijo.
Mi madre se acerca se agacha y me besa en los labios, se sintió verdaderamente bien ese beso, esa lengua dentro de mí nunca la olvidaré.
Un minuto después, mi tía Mariana camino hacia mi padre, se arrodillo ante él y se metió su pene en la boca. Chupó y lamió, mi padre metió sus dedos entre el cabello de ella y le movía su cabeza a su antojo, con un gruñido final, libero su semen que llenó la boca de mi tía. Ella, al alejarse se acerco a mi hermanita y la besó, forzando el semen dentro de su boca. Mi hermana absorbió todo lo que pudo, actuaba como si el semen fuera su fuente de vida.
—Lo lograste —susurró Valeria, con una sonrisa orgullosa.
Mi padre me ayudó a ponerme de pie.
—Ahora entiendes —dijo—. No somos una familia común. Ahora formas parte de ello.
Cuando salimos al balcón, completamente desnudos, el cielo ya estaba estrellado. Me sentía diferente, como si el niño que entró no fuera el mismo que salió. Miré a mi madre, a mi padre, a mi hermana. Ahora los veía con otros ojos.
El misterio de mi cumpleaños no era solo un secreto familiar, sino el inicio de algo más grande, algo que apenas comenzaba a comprender. Había pasado la prueba. Había cruzado la línea entre la niñez y el verdadero conocimiento de quién era.
Esa noche, mientras el sonido de las olas llegaba a mis oídos, entendí que mi vida nunca volvería a ser la misma.
Que tal bro saludos. empezaste bien pero ya en la parte sexual te falto mas detalle y un poco mas de narrativa sobre todo lo que pasaba alrededor del chico me refiero a lo que hacian las demas parejas. pero me gusto el relato espero que lo continues.
Haz tu relato bisexual y gay, que el papá se coja al hijo también :3
que deleite una orgia BI me agrada eso. @AJFake