El principio, con mi prima.
Mi prima tres años mayor me inició en el placer sexual, fue exquisito..
El principio. Mi prima.
Yo tenía como 4 años de edad.
Mi prima Lety, tres años mayor que yo, vivía enfrente de mi casa. En el mismo terreno había tres casas, las de mi abuelita, la de mi tío, papá de Lety, y la nuestra, de modo que los compañeros naturales de juegos, eran nuestros primos y primas, que eran casi de la misma edad que nosotros.
Así los más cercanos a mis años, eran Susy, un año menor, Antonio, un año mayor y Lety, tres años mayor.
Jugaba mucho con Antonio, pero también con Lety. En realidad era ella la que me buscaba, le decíamos Tetis.
Recuerdo que algunas veces, cuando apenas empezaba a hablar, estaba metido en mi cuna y mi prima se sentaba enfrente de mí y cuidando que nadie la viera, se levantaba el vestido, abría las piernas y se hacía a un lado el calzón, enseñándome su sexo.
A mí me gustaba que lo hiciera y como podía le pedía que lo hiciera de nuevo.
El tiempo pasaba, ya tenía yo como 5 años.
Cuando estaba solo, me gustaba tocarme el pito, sentir aquella manguerita floja con su extremo arrugado, a donde a veces metía mi dedo para palpar su interior.
Percibía con mis dedos una especie de esfera.
Colocaba mis dedos en la punta arrugada del pito y apretaba sintiendo cómo adentro se movía la esfera.
Lo hacía repetidas veces, a veces al estar acostado antes de dormirme, o a veces cuando no tenía otra cosa qué hacer, para pasar el rato. Era agradable.
En algunas ocasiones mi mamá se dio cuenta que me toqueteaba el sexo y me regañaba, me decía que me dejara en paz, y me quitaba la mano de donde la tenía.
Una vez estaba en casa de Lety, estábamos platicando ella, Susy, Antonio, yo y otro par de vecinitos.
Lety sugirió que platicáramos de espantos y como era la mayor del grupo su sugerencia era una orden, así que de inmediato la charla se orientó hacia ese tema, pero súbitamente se levantó y dijo que con esa plática le daba frío, que deberíamos taparnos. Entonces trajo un sarape y sentándose junto a mí, nos tapó a ambos. Los demás se envolvieron individualmente o en parejas con pequeños sarapes.
La plática reanudó y de inmediato, bajo la frazada, sentí la mano de mi prima en mi pierna y enseguida en el resorte de mi pantalón. Llevaba un pantalón de resorte en la cintura, sin cinturón. Sin perder el tiempo, metió su mano buscando mi pito y tomó mi mano encaminándola hacia su entrepierna.
Se hizo a un lado el calzón y colocó allí mi mano.
Cubiertos por el sarape, no veían los demás cómo Tetis se daba gusto agarrándome el pito, palpándome los pequeños huevos y moviéndome el pellejito, mientras que, por mi parte, un poco sorprendido pero curioso al fin, movía lentamente mis dedos sobre su abertura, sintiendo sus labiecitos y aventurándome a tratar de meterle el dedo.
Así estuvimos el largo rato que duró la plática hasta que oí que me llamaban. Rápidamente sacó su mano de mi pantalón y cerró las piernas. Yo me fui a casa y, cuando me preguntaron que qué estaba haciendo, sólo dije que habíamos estado platicando de espantos, desde luego, nunca dije nada de lo demás.
Este juego se repitió muchas veces. Siempre buscaba Lety el pretexto para taparnos y manosearme bajo la frazada.
Una vez fue por mí para que jugara con ella. Me llamó la atención que no había nadie más en su casa. Cuando le pregunté me dijo que habían ido al mercado pero que no tardaban. Entramos y cerró la puerta. Estaba a su merced.
Me dijo que íbamos a jugar a la casita, pero que era un poco distinto, porque se llamaba el juego de los papás. Yo no conocía el juego y cuando le pregunté de qué se trataba, ella quiso saber si me gustaba que me tocara cuando nos tapábamos. Le contesté que sí, pero que en mi casa no les gustaba que nos tapáramos. Me ordenó que no debía decir nada, pero que así íbamos a jugar sólo un ratito.
Colocó en el suelo un sarape, una almohada y otro sarape, como si fuera una cama. Luego se acostó, se tapó con la segunda frazada y me dijo que me acostara junto a ella.
Ya que lo hice, me ordenó que me quitara el pantalón y el calzón y, ante mi duda me tranquilizó diciéndome que ella también se iba a bajar el calzón. Me encueré y me metí a la improvisada cama.
Acostados juntos y tapados como tanto le gustaba, llevó mi mano a su entrepierna y colocó la suya en mi pito. El manoseo comenzó.
Mientras toqueteaba mi pitito, me preguntaba si me gustaba que me agarrara la cola, yo contestaba una y otra vez que sí, entonces me dijo: esto te va a gustar más.
Se metió completamente bajo la colcha y acercó su cara a mi pito.
Sentí su lengua lamiéndome. Lengüeteaba mi pito y mis diminutos huevos para luego meterse completamente mi manguerita en la boca.
La chupaba como si fuera un caramelo, succionaba como si quisiera sacarle el jugo. Aquello era formidable, mi pitito se medio paraba.
Luego se salió de la colcha y acostándose nuevamente boca arriba, me ordenó: ahora te toca a ti, chúpame la cola.
La obedecí poniéndome entre sus piernas, acerqué mi boca a su abertura y empecé a lamérsela.
Ella estaba inmóvil, con las piernas abiertas, disfrutando cómo se la chupaba. A los pocos lengüetazos que le dí, sentí cómo separaba un poco más las piernas y percibí en la entrada de su rajadita, del lado superior, una especie de lengüita minúscula que se ponía dura con mis chupadas.
Sí, era parecido a estar chupando una boca con una pequeñísima lengua. Había descubierto su pepita.
Era muy agradable, pero cansado, así que de repente me detenía y ella de inmediato me ordenaba que siguiera chupando y que luego me haría lo mismo.
No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando estuvo satisfecha, cumplió su promesa y volvió a meterse a las cobijas para chuparme mi pitito.
De nuevo se lo metió en la boca y lo succionaba como un caramelito. La sensación era sumamente agradable y mi diminuto miembro respondía a sus caricias parándose un poco.
Después de darme gusto un buen rato, se incorporó y se acostó a mi lado.
Ven, me dijo, súbete en mí.
Yo no entendí muy bien la instrucción, así que ella misma me jaló para acomodarme. Ahora estábamos con el pecho y la pelvis uno contra otro. Qué hermoso debía haber sido poder mirarmos en perspectiva, encuerados, con nuestros cuerpos de niños, jugando a ser adultos, jugando a los papás.
Nuestros pechos se tocaban, me pareció que sus minúsculos pezoncitos estaban duritos. Mi pelvis estaba sobre la de ella.
Entonces me dio otra orden:¡Muévete!
¿Cómo? pregunté.
Mueve la cadera, ordenó.
No entendí de nuevo qué era exactamente lo que quería, pero empecé a moverme encima de ella, frotando mi pelvis sobre la de ella. Nuestras piernas también se rozaban.
Tetis me sujetó de las nalgas, para que me repegara aún más contra ella, para que mi pequeño pito frotara la unión de sus piernas con más fuerza.
Yo movía mi cadera a un lado y otro mientras mi prima me jalaba contra ella, para que mi movimiento también fuera hacia adelante y atrás. Los dos reíamos con nuestro juego.
Después de un rato, tal vez pensando que su familia podría llegar en cualquier momento, se hizo a un lado para indicarme que debía bajarme de ella, se incorporó y me dijo que me vistiera.
Lo hice apresurado, algo espantado de que pudieran descubrirnos. Además a mí me costaba más trabajo vestirme que a ella.
Ahora pienso que seguramente Lety debió haber visto a sus papás cogiendo más de una vez, porque su conocimiento del asunto era muy amplio. Qué delicia debe haber sido disfrutar de aquel espectáculo, ver a mi tío Julio cogiéndose a mi tía Sonia, poniéndola a mamar y mamando él también su coño peludo.
El juego de los esposos se repitió muchas veces, lo hicimos por muchos meses. Me gustaba mucho.
Algunas ocasiones cuando le estaba mamando la almejita, Tetis se quedaba como ida. Creo que era porque se venía. No dudo que yo le provoqué los primeros orgasmos de su vida a la putita. Además, creo que comenzó a producir lubricante, aunque no lo distinguía con exactitud de mi propia saliva, pero me parece que sí se mojaba su pequeño coñito.
Wooowww! ojalá y un día la hayas penetrado!
Hola, gracias por tu comentario, ya estoy publicando la continuación espero que te guste. Son anécdotas completamente reales.
Wooo, yo sólo lo llegue a hacer con una primita de mi edad como a los 6 pero no tuve hermanos o primos varones que hicieran esto conmigo, una lástima, me habría encantado
Es juego sexual entre niños es una delicia, qué bueno que lo experimentaste.