El securata dominó mi vida
En la vida no siempre lo puedes tener todo. Pero si el dueño te lo da ¿por qué no cogerlo y manipularlo a tu gusto?.
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Mis grandes pechos llenos de leche estaban siendo aplastados contra el cristal de la ventana, y de mis pezones salían goterones de leche materna que lo embadurnaban todo. Y mi coño estaba siendo violentado una y otra vez por Mario, el nuevo supervisor de seguridad de mi residencial, que me estaba follando desde atrás, metiendo y sacando su enorme polla venezolana con fuerza y sin miramientos de ninguna clase. De mis ojos salían silenciosas lágrimas, pero la follada que Mario me estaba dando mientras mi cuerpo lo aplastaba contra la pared y la ventana, me estaba dando un placer enorme y me estaba recordando mis correrías sexuales del instituto y de la universidad.
Sus fuertes manos aplastaban mis carnes y de vez en cuando, agarraban mis tetas, me separaba del cristal y las apretaba sin piedad para que saliesen chorros de leche, luego me volvía a aplastar las tetas contra el cristal y movía mi cuerpo para extender la mancha sobre el mismo. Y con un grito gutural fuerte y largo, se corrió dentro de mí llenando mi coño de su leche espesa y cálida. Descansó un momento sin quitar la polla de mi coño, luego me ladeó y aplastó sus labios contra los míos. Lo peor de todo, es que yo le devolví el beso, incluso con pasión.
– Así puta, así te quiero, mansa y complaciente. Ya verás en qué poco tiempo te voy a reeducar y convertir en una cerda más pervertida de lo que eras hace pocos años -dijo-
Cogió del suelo mis bragas, se limpió con ellas su enorme polla y se las metió en el bolsillo. Se acercó a mí, y agachándose un poco puso su boca sobre mi pecho izquierdo, succionó y empezó a beberse mi propia leche. Luego succionó el derecho. Yo seguí llorando silenciosamente y cuando se cansó, se irguió totalmente y me dijo:
– Y a partir de ahora, no solo te follaré sin condón las veces que yo desee, sino que voy a vengarme de los desprecios que me hiciste de jovencita. Me he masturbado centenares de veces pensando en ti, nunca me has dejado follarte porque era mulato, pero ahora, no solo serás follada por mi, sino que es posible que tengas algún hijo mío, porque algunas temporadas te prohibiré tomar anticonceptivos. Y de la misma forma que acabo de llenarte el coño de mi leche, llenaré también dentro de pocos años con mi leche, el coño de tu preciosa hija de 11 meses, y mientras tanto, también beberé de tu leche, así, tu hija y yo compartiremos ya tu leche materna, y tu hija y tú, compartiréis mi leche seminal.
*** Hace unos años eras la reina de las noches porno en la discoteca y tantos otros lugares, dentro de unos años lo será tu hija… y las hijas que yo pueda darte. Y no te olvides que esta follada ha sido grabada, y no olvides tampoco tus folladas de hace años. Ahí tienes videos y fotos. Puedes contar todo esto a tu marido y a la policía, solo tienes que atreverte. Al fin y al cabo, cuando tengas tu primera hija mulata, tu propio marido te echará de casa y tendrás que venir a mí. Y yo te aceptaré como lo que eres, una gran puta y mi esclava sexual. Ya verás cómo te entregas a todos los vicios con los mismos deseos que lo hacías antes. Y muy pronto, tú misma me entregarás a tu hijita.
Se terminó de vestir, cogió su cámara de vídeo, y se marchó de la casa llevándose mis propias llaves. Yo me quedé desnuda, chorreando semen, con la ropa en el suelo arrancada por ese bestia, y lo que era peor, con la mesa llena de fotografías y un USB con muchos videos de mis noches más que locas, desde los 16 a los 26 años. Si, yo había sido una puta que, aunque no se dedicaba diariamente a ello por los estudios, si que había aceptado dinero, mucho dinero, por complacer constantemente a hombres, mujeres y algunos perros durante esos años, en salvajes orgías.
Y Mario, mi nuevo dueño, era uno de los que vigilaban que nadie se pasase conmigo y mis juveniles compañeras de orgías, y muy probablemente, el único de todos esos vigilantes con el que no me había acostado por un infantil miedo a quedarme embarazada de un mulato, sin pensar que las dos veces que me quedé embarazada en esos años, aborté. Sin embargo siempre deseé ser totalmente suya, entregarme a él día y noche… y dejar que su enorme pollón entrase dentro de mi por todos mis agujeros. Ser su sumisa sexual, su perra ¿Quizá sería ahora el momento?
Recogí todo ese material, lo guarde en mi armario, comprobé que mi hija seguía durmiendo y me duche a fondo, muy a fondo. Tan a fondo, que cuando pasé mis manos por mi coño, me masturbé frenéticamente recordando los minutos pasados mientras Mario me follaba. Volví a llorar, pero ahora intensamente, porque me había dado cuenta que todos los fantasmas del pasado habían vuelto, y todo lo que Mario me había hecho, me habia gustado. Mario había despertado de nuevo en mí, los deseos sexuales mas depravados de mi juventud. Y mis deseos de ser toda suya salian a la luz de nuevo. Y cuando digo TODA SUYA, me refiero plenamente a eso, a ser suya y servirle.
Menos mal que mi marido no volvería hasta la hora de cenar. Pero mientras guardaba las fotografías les había echado una mirada y casi me corro viéndolas. No me vestí, seguía desnuda. Fui al mueble bar, cogí una botella de coñac, una gran copa, y como había dejado de fumar por el embarazo y lactancia, al no tener tabaco mío cogí uno de los pequeños puros de mi marido, lo encendí, aspiré profundamente el humo llenando mis pulmones y me senté en el sofá, con las piernas extendidas y abiertas sobre la mesa de centro, puse bajo mi culo una toalla doblada para no mancharlo, me serví una más que generosa ración y mientras empezaba a masturbarme lentamente, mi cerebro volvió al pasado.
Hola amigos, me llamo Diana y soy una depredadora superviciosa que creyó a los 26 años que todo lo pasado, se puede borrar y pasar página. A los 24 años conocí a mi marido, Rubén, nos lo tomamos en serio, a los 26 dejé la prostitución, de la que él nada sabía, y al año siguiente nos casamos. Y de eso hace ya otros tres años, por lo que mi edad es de 30 años. Soy economista, funcionaria por oposición, y al terminar mi permiso de maternidad y con las sugerencias de mi esposo, alto ejecutivo de una multinacional, pedí tres años de excedencia prorrogables, cosa que me aceptaron.
Miré mi alargado cuerpo que empezaba a sentir los síntomas del placer de mis dedos sobre el clítoris, pero así como mis tetas llenas de leche me encantaban, me di cuenta que mi poblado pubis debía dejarlo tan pelado como hacía 4 años. Pero entonces ¿debía también meterme en los dos agujeros de mis labios inferiores los gruesos aros de titanio que llevaba antes? ¿Y el pequeño piercing del «monte de Venus»? Mi marido nunca los había descubierto y tampoco los pequeños agujeros, por eso me dejé crecer el vello púbico. Mis piernas eran largas y el gimnasio desde hacía muchos años, me ayudaba a mantener un cuerpo precioso. Miré mi solitario tatuaje del brazo, ya que el de la espalda era invisible para mí.
Y me di cuenta que, a pesar de estar todo el día con la casa y con la niña, el aburrimiento hacía mella en mí y me llenaba de pensamientos nada decorosos. Mi marido no me complacía totalmente, su trabajo y sus viajes le tenían casi siempre agotado o desaparecido, y aunque yo parecía una mujer formal y sensata, añoraba demasiadas veces, aquellos tiempos de las orgias y sexo sin limitaciones. Sinceramente yo era lo contrario a un ama de casa, aunque cocinase de narices.
Mi orgasmo estaba a punto de llegar, volví a llenar mis pulmones del fuerte humo del cigarro (cosa que nunca me ha mareado, ya que solo lo hago varias veces y no durante todo el puro. Me gusta sentir esa sensación de calor en mis pulmones), saboreé de nuevo el coñac, noté una agradable y maravillosa sensación en el bajo vientre y me corrí como hacía años, muchos años que no lo había hecho.
Me estremecí violentamente, cerré los ojos y recordé a gran velocidad todo mi disfrute sexual en toda clase de orgías, mi bisexualidad, mis borracheras constantes, mis sesiones de estriper en la disco y en fiestas orgiásticas, mi consumo de coca y otras drogas, mi entrega a los perros, en cómo disfrutaba bebiendo orines y limpiando con mi lengua culos ajenos… y mi mano no dejó de moverse constantemente con el deseo de desgastar mi clítoris.
Pobre clítoris. Me enseñaron a usarlo a los 8 años. A los 11 años conoció la primera polla que me penetró y se derramó llenándolo de semen. A los 13 años conoció la primera polla que me pagó para metérmela, en una apuesta con mis amigas de la pandilla. A los 15 años ya eran bastantes las pollas que pagando por follarme, me permitian gastos extras. Y a los 16 años, dos de los vigilantes de una de las discos frecuentadas por mí, se ofrecieron para ser «mis maestros» y conseguirme toda clase de clientes. Y a ellos y sus clientes, me entregué durante 11 años.
No hubo perversión sexual o animal que no me enseñasen, y yo me entregué a todas ellas. El uso de drogas y el abuso de toda clase de alcohol se adueñaron de mi cerebro. Y en todas esas orgías y sexo desenfrenado, conocí a Mario. Era una masa humana de algo más de 180 de altura, unos 110 kilos de músculos, tatuajes y mala leche. Y sobre todo, una impresionante polla de unos 27-28 cm y gruesa como mi brazo. Su color oscuro, sus acerados ojos, su polla, y como la usaba duramente cuando follaba a algunas de mis compañeras, me impactó brutalmente.
Deseaba esa polla. Deseaba a Mario. Cada vez que le veía follar con otras por cualquier agujero y las oía gritar de dolor, la quería para mí. Quería ser yo la follada… pero siempre me juraba que yo no gritaría, yo solo me correría constantemente por placer y por ese mismo dolor sexual. Pero ese mismo color de piel que me atraía poderosamente, hacia que lo rechazase por miedo a quedarme embarazada de él… Al fin y al cabo, yo pertenecía a sus compañeros. Y las dos veces que me quedé preñada y aborté, ninguna de las dos eran de él.
Mis pensamientos se interrumpieron cuando volví a correrme con un enorme placer y estremeciéndose todo mi cuerpo. Estaba ligeramente mareada por el tabaco, el alcohol, y mis muchas y excitantes corridas, pero con la sensación de una felicidad añorada. Y en solo unos segundos, tomé la decisión de entregarme totalmente a Mario y complacerle en todos sus deseos y necesidades sexuales, fuesen las que fuesen, aunque mi matrimonio se fuese a la mierda. Jamás me había sentido tan viciosa, tan puta, tan cerda… como me sentía ahora. Estaba segura que complaciendo todos esos vicios, yo sería inmensamente feliz ¡y ver a mis hijas penetradas y preñadas por ese pollón, sería lo mejor de nuestras vidas!
Pero los lloros de mi hija me hicieron volver a la puta realidad de mi aburrida vida. Al pasar por el gran espejo que hay en el vestidor de mi dormitorio, mire fijamente mi desnudo cuerpo, palpé intensamente mis duros y llenos pechos, y me di cuenta del potencial sexual de mi cuerpazo y de como mi lactancia podría ser aprovechada por mis amantes. Sonreí, me acerqué a mi hija y al cogerla, me di cuenta que se había meado encima, la desnudé para limpiarla y ponerle un pañal limpio y seco, y al verla desnuda, con su virginal coñito de 11 meses, algo totalmente desconocido me llenó el cerebro.
La cogí así desnuda, me la llevé ante el gran espejo y vi los dos cuerpos desnudos y tomé mi gran decisión final: me entregaría totalmente a los deseos sexuales de Mario y prepararía a mi propia hija, para que tan pronto fuese posible, fuese follada por ese bestia y su descomunal polla. Si Mario no poseyó mi juvenil cuerpo, yo le entregaría el infantil cuerpo de mi hija, para que disfrutase con ella y la hiciésemos, entre los dos, más puta que lo fue su madre. Y yo prepararía mi cuerpo para ser preñada una y otra vez si esa era su voluntad. Tendría las hijas que él quisiese, y abortaría las veces que él me ordenase. Sería una mujer reproductora para mi Amo y Señor.
Así desnudas las dos, mi hija Elena mamó de mis dos pechos y yo mientras, por primera vez, acaricié su pequeño coñito e incluso le metí un poco un dedo, entre unas sonrisas de mi hija que seguía mamando de mis tetas. Después de eructar varias veces, la cogí en mis brazos, la levanté hasta mi cara, y mis labios besaron y disfrutaron lamiendo y besando los suyos vaginales. Mi lengua se introdujo en su coño… y mi hija estalló en carcajadas. La besé en sus labios superiores y desee llegasen esos años adecuados para de niña, hacerla mujer y ver como penetraban en su estrechísimo coño las pollas, y se derramaba en su interior el semen masculino una y otra vez. La acosté de nuevo y me miró sonriendo, como adivinando su pasional futuro.
Al salir, vi la ventana sucia de mi leche sacada por el follaje de Mario. Ahora la que sonreí fui yo. Cogí el sacaleches, saqué leche de mis dos tetas y llené medio vaso… ¡y me lo bebí todo! La verdad es que tiene demasiado azúcar y no tiene buen sabor, pero si tenía que derramar mi leche para satisfacer a Mario y mis clientes, ¿por qué no probarla yo antes que era la fabricante, para «garantizar» la calidad? Limpié bien la ventana, saqué mis antiguos y guardados zapatos de 12 cm de taconazo y así «vestida», me dispuse para hacer la cena, como cualquier buena y decente ama de casa.
Cuando terminé, pasaban ya de las 21 horas, me vestí sin ropa interior, me cambié los taconazos que llevaba por los habituales de 4-5 cm y me dispuse a esperar a mi amado y desde hoy, cornudo esposo, mientras pensaba en Mario y las circunstancias de volver a vernos. Hacía unas pocas semanas que habíamos cambiado en el residencial de agencia de conserjería y unos días más tarde, al volver con mi esposo de una cena de directivos con sus mujeres, me lo encontré al llegar, en la entrada de la zona común para todo el residencial. Los dos nos quedamos de piedra al vernos y los dos tuvimos que disimular.
El conserje nos presentó. Unos días más tarde quedamos en una cafetería y hoy, esta tarde, simplemente había llamado a la puerta, yo le había abierto con amplia sonrisa y dejado entrar… y ahora mismo consideraba que jamás saldría ya de mi vida… ni lo deseaba. El era accionista y supervisor de la empresa de conserjería (y de otra de seguridad) y le gustaba ver el trabajo de los conserjes, aunque además, había ampliado sus negocios sexuales y poseía dos agencias-clubs, de contactos sexuales «especiales».
Nacido en Maracaibo, su madre (española) y su abuela eran blancas. Tenía unos 52 o 53 años, algo más de 180 cm, cabeza afeitada y muchos músculos y tatuajes. Pero lo mejor de todo era su polla de 28 cm y posiblemente de más de 5 cm de diámetro, siempre incansable y con unos huevazos que siempre la mantenían llena de cálida, salada y espesa leche.
Después de cenar, nos pusimos mi esposo y yo en el sofá, pusimos la tele, yo me acurruqué sobre él que acababa de encender uno de sus puros mientras me abrazaba con su brazo derecho, y el olor de ese cigarro, despertó en mí unos instintos sexuales locos. Acaricié la entrepierna de Rubén y noté rápidamente como empezaba a crecer. Su tamaño y potencia no eran ¡ni de lejos!, como los de Mario, pero no la tenía pequeña y me complacía como marido. Mientras seguía acariciando esa polla que ya casi estaba dura, mi esposo me estrechó aún más y yo le quité de la mano el puro y empecé a fumarlo.
Poco después se lo devolví, le desabroche la bragueta, le saqué la polla y acercando mi boca a ella, me la introduje dentro tomándome mi tiempo, no tenía prisa ni ningún interés en que se corriese pronto. Rubén empezó a estremecerse, me agarro de la cabeza aplastándola hacia abajo y no le hice mucho caso. Mi lengua jugaba con ella dentro del paladar, aunque poco a poco me la iba introduciendo a fondo.
Cuando mi marido ya casi saltaba del sofá debido al placer que sentía, yo dejé que esa polla se introdujese hasta mi garganta y ahí fue la locura de mi marido al notarlo. Abrí un poco más mi boca, aspiré aire y agarrándole de los huevos, me dejé caer y me la clavé toda dentro de mi garganta. Pero no la dejé allí mucho rato, yo quería más, mucho más, y levantando mi cabeza la saqué totalmente mientras babeaba. Me levanté, dejé caer mi vestido y ante los abiertos ojos de mi marido, todo mi cuerpo desnudo apareció ante él. Me subí encima de sus piernas, me arrodillé sobre el sofá y lentamente, muy lentamente, me fui introduciendo su polla en mi peludo coño.
Pero realmente yo no me estaba follando a mi marido, yo estaba haciendo un paralelismo entre el placer que me daba Rubén y el placer que me había dado Mario. Pensaba en la dilatación extrema de mis músculos vaginales y el efecto obtenido del grosor de la polla de Mario y del grosor que ahora tenía de la polla de Rubén. Y lógicamente, el pollón de Mario me satisfacía más, mucho más. Además, mientras mi esposo me follaba con todo su deseo de obtener placer mutuo, Mario me follaba para obtener, a través de mi cuerpo, la mayor cantidad de SU placer.
Placer, que el procuraba que a mí me produjese dolor, agotamiento, que me demostrase mi propia satisfacción plena por la total posesión de mi cuerpo y mi espíritu. A la vez que mi debilidad ante él y sus deseos. Dicho de otra manera, mi esposo me follaba como esposa y Mario me follaba como a cualquier puta barata, solo con el deseo de complacerse él al máximo y de usar mi cuerpo sin miramiento alguno. Como mujer, prefería mil veces a Mario… aunque eso significase cosas horribles en mi vida. De repente, un chorro pegajoso y caliente inundó mi vagina. Y por primera vez, la leche de mi amante y la de mi esposo, se juntaron en mi coño.
Tal y como estaba, abracé a mi marido y así estuve un buen rato. Alargué el brazo, cogí mi vestido y con él limpié la polla de Rubén y me limpié a mi misma. Puse el vestido bajo mi culo y volví a abrazarme a él. De repente, me sentí extraordinariamente puta, me juré ser la puta que sedujese a mi marido, me incorporé y sonriéndole le dije:
– Cielo ¿quieres mamar de mis tetas? Míralas, tócalas, están durísimas y llenas de leche.
– ¿Estás loca? ¿Cómo quieres que mame de tus tetas? ¿No crees que ya estoy un poco mayor para eso? Cariño, a veces pienso que no es tan buena idea que no vayas a trabajar. Te aburres en casa. Quizá confié en mi economía, pero no en tus emociones.
– No tienes ni idea de lo que te pierdes, amor mío. Pero si quieres, mañana mismo pido reincorporarme a mi trabajo y antes de un mes estaré allí trabajando, rodeada de mis compas y poniendo verdes a los maridos.
– Bueno Diana, no es eso. Yo creo que debes salir, alternar con tus amigas, puedes llevarte la niña a pasear y no hace falta que le des ya tanta teta, en lugar de alternar con los potitos, o con las papillas que le preparas, destétala y le das esa otra comida en cualquier sitio. Así la casa no se te caería encima y podrías distraerte. Nadie te obliga a que estés todo el día en casa. Puedes ir a casa de tu madre y puedes salir sola o con amigas. Puedes disponer de tiempo libre para ti (su madre había fallecido) y podrías ir a la peluquería, de compras, arreglarte, e incluso podemos contratar alguna canguro para salir unas noches ¿no? O incluso alguna asistenta y así tú estarás más libre.
– ¿Es que no te gusta mi cuerpo Rubén mío? ¿O no te complazco sexualmente a tu gusto?
– Claro que lo haces mi amor, pero ¿a qué viene ahora esta conversación?
Me callé. Volví a coger el puro, me puse a su lado, y con mi mano izquierda volví a coger su lánguida polla y empecé a jugar con ella suavemente, mientras fumaba y fingía que pensaba y empecé a hacerle preguntas que en circunstancias normales me diría siempre que NO, o que ya lo pensaría. Pero con lo caliente que le estaba poniendo…
+++ Entonces ¿puedo ir a la peluquería y dejarme el pelo como a mí me guste? Además, tendré que ponerme al día en maquillajes. Con el embarazo y la niña me he desfasado.
+++ Y hablando de pelos ¿puedo afeitarme totalmente el pubis y tener un coño tan infantil como nuestra hija? ¿Te imaginas con que suavidad me lo chuparías?
+++ Y ¿podría hacerme poco a poco, unos tatuajes y ponerme algún piercing? Ya sabes que eso está de moda.
+++ Ya sabes que me gustan los taconazos y los escotes de vértigo, y mira que tetas tan preciosas tengo ¿me dejas ponerme esos escotes y presumir de tetas?
+++ Y si algún día me retraso por estar más atenta de la niña que del reloj ¿te importará que compre alguna comida preparada para cenar?
+++ Aunque sería interesante, como bien dices, poder tener una asistenta. Así yo no me sentiría tan sola y tú podrías estar bien atendido si yo me retraso. ¡Y también la niña!
Y así estuve provocándole mientras seguía fumando su puro, y su polla, en mis manos, estaba más dura que el acero con titanio. Pero como os he dicho antes, yo me sentía puta, muy puta y le quise demostrar a mi amado esposo lo feliz que le podría hacer. Le di un besazo impresionante, me tumbé sobre su polla, de dos empujones me la tragué entera hasta los huevos, le volví loco de placer y ahora si dejé que se descargase dentro de mi garganta tragándome hasta la última gota de su masculinidad.
– Pero lo que más me gustaría -le dije-, es que me prometieses no viajar tanto y no dejarme tantas noches sola ¿me prometes intentarlo?
Y claro, a todo me dijo que si, incluso que hablaría con sus jefes sobre los viajes, cosa que sabía yo que era imposible, porque en la cena que os he nombrado antes, los jefes nos pidieron perdón a las mujeres por los viajes y que ahora, con la reducción de jefaturas, serían más y posiblemente más duraderos, Las circunstancias económicas mandaban. Pero eso me permitiría pasar noches enteras con Mario, y mi queja de esposa abandonada, me daba la coartada de mi deseo de estar con mi maridito ¡aunque desgraciadamente, eso no pudiese ser posible!
Esposas abandonadas por el trabajo de sus maridos. Y aburridas ¡muy aburridas! En ese mismo momento, nuestra hija Elena empezó a llorar. Miré el reloj y sonriendo a mi satisfecho y desde ese día cornudo esposo y le dije:
– Nuestra hija aún no sabe nada de los placeres terrenales. Cuando le toca teta es más puntual que un reloj suizo.
Y mi satisfecho marido se rio mientras asentía, sin saber que me acababa de abrir las puertas del placer salvaje de par en par. Del sexo ilimitado y depravado… aunque yo tendría que ir poco a poco. Y también poco a poco, entre Mario y yo, le iríamos enseñando a Elena todos, absolutamente todos los placeres terrenales, sobre todo, los sexuales y cuanto más joven, cuanto más niña, mejor.
Al día siguiente, cuando a mediodía terminé de darle a mi hija una papilla casera hecha por mí, la acosté y se durmió. Yo empecé a comer sin prisas y cuando estaba recogiendo la mesa, sonó mi móvil. Dejé la cocina y mientras limpiaba un poco mis manos, cogí el móvil y vi que era un número desconocido. Al preguntar quién era, una conocida y potente voz me dijo:
– Quien coño quieres que sea a estas horas? Soy yo, Mario.
Se hizo un pequeño silencio, pero oír esa voz, ponérseme duros los pezones, y llenarse de millones de hormigas mi coño, todo fue uno. En solo esos pocos segundos, me di cuenta de la importancia que iba a tener ese hombre en mi nueva vida, y en voz suave, le dije:
– Dime Mario.
– ¿Solamente dime? Yo creí que estarías orgullosa de haber sido tan maravillosamente follada y ordeñada ayer. Dime cielo ¿estás desnuda o vestida? ¿Llevas bragas y sujetador o prescindes de ellos? ¿Llevas la mierda de tacones que llevabas, o calzas ya taconazos? ¿Te has rasurado el coño o sigues con el pelaje de ayer? Tienes que prepararte para ser la puta que eras antes. No solo vas a follar conmigo, sino que te presentaré nuevos clientes, tan especiales o más que loa antiguos. Pasaré tu teléfono a mis amigos y estos empezarán a follarte duro la próxima semana. Tienes que ponerte al día en todas las depravaciones. Anda, dime que llevas puesto.
Yo estaba al borde del orgasmo al oír esas frases tan maravillosas para mí, y le contesté que llevaba una bata casera, braguitas, sujetador y zapatillas planas. Iba sin maquillar. Y él me dijo que iba a colgar, que me daba cinco minutos para desnudarme, ponerme taconazos y maquillarme. Así lo hice a toda prisa, y menos mal que en eso de hacer las cosas rápidas, las mujeres somos expertas. Cuando terminaba de pintarme los labios, sonó de nuevo el móvil y era él. Del día anterior, sabía Mario que en mi vestidor había un gran espejo de cuerpo entero, y me ordenó hacerme entre diez y veinte fotografías de mi cuerpo, de mi coño, y de mis tetas, y volvió a colgar hasta que le enviase esas fotos.
Ahí si me quedé enganchada sin saber qué hacer. Con esas fotos en su poder, actuales y en mi vestidor, mi vida social y mi matrimonio dependerían de él y solo de él. Pero de forma mecánica empecé a hacerme fotos y cuantas más hacía, más caliente me ponía y me excitaba. Borré muchas de esas pero le envié más de veinte y realmente porno. Primeros planos, coño abierto con mis dedos y una de ellas, apretándome el pecho y sacando un chorro de leche. Una vez enviadas, empecé a masturbarme como si estuviese loca y tuve tal orgasmo, que me mareé y mi cuerpo flojeó.
Pero mi mente estaba totalmente fija en los placeres de mi entrega a Mario y aún hice algo más impactante. Me dirigí a la cuna de mi hija, la desnudé sin que se despertase y la fotografié varias veces, incluso metiendo un dedo en su coñito que fotografié en primer plano. Y se las mandé también con un pequeño mensaje:
– Te la ofrezco para ti ¿serás capaz de putearla? Es el regalo de esta perra sumisa a su Amo verdadero ¿O crees que es demasiado pronto para entregártela y convertirla en objeto de placer? No pudiste tener a su madre, pero yo te entrego a mi hija. Haz con ella lo que quieras ¿te atreves?
Y unos minutos más tarde me llamó con voz potente y enroquecida por la pasión y el deseo, y me dijo:
– Eres la puta más depravada que nunca he conocido. Por supuesto que follaré muy pronto y preñaré a tu hija una y mil veces. Pero también te preñaré muchas veces a ti y a las hijas que tú me des. Cuando termine tu reeducación sexual, te prohibiré que tomes anticonceptivos. Tú, tu cuerpo y tu hija, me pertenecéis desde ahora.
Apagué el móvil mientras una amplia sonrisa se abría en mi boca y me dispuse a fumarme un nuevo puro mientras mi cuerpo rebosaba felicidad ¡ese futuro me complacía plenamente!
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Libre95 ** [email protected]
Enhorabuena Libre95 ¡ya quisiera yo encontrar una pareja que me diese todas las ventajas que tú reflejas en el relato! Que por otra parte es bastante real hoy día. Me encantan tus relatos, sigue así.
Deseo con ansias la siguiente parte, me masturbe como nunca, espero no quedarme a medias, gran historia!!!