Empotre a la hijastra de mi hermano
Siempre me masturbaba pensando en ella y en lo mucho que se la quería meter..
Hola! , me llamo José, actualmente tengo 68 años, tengo una barriga cervecera, piel bronceada, no soy muy alto, vamos que nunca he Sido un tipo muy guapo, y peor, estoy viejo, pero en mi vida adulta me las he arreglado para penetrar hembras bastante ricas y esta es una anegdota muy loca, quizá la más loca que me ha tocado vivir, y a la vez una de las más ricas.
Tengo un hermano que es 3 años menor con el cual soy muy cercano. Hace 12 años, que es cuando ocurrieron los hechos que les voy a narrar, él tenía una relación de, ya para ese entonces, varios años con Sara, una mujer encantadora, me caía muy bien, que tenía una hija llamada Samantha, ay Samantha uffff. Samantha tenía 17 años, medía 1,65, piel blanca, unas piernas largas y sexys, un culo redondito no tan voluptuoso pero grande, tetas pequeñas pero lo compensaba con su culito rico, pelo negro, sedoso y una carita de tímida y perversa a la vez. siempre solía vestir ligera de ropa, lo cual era un infierno para mí, sus shorts cortitos que dejaban ver parte de su culote exquisito, o cuando se ponía bikinis diminutos que le gustaba a ella.
Samantha era mi debilidad, siempre que la veía se me paraba y tenía problemas a veces para disimular mi erección. Vivía y vivo solo, pues soy divorciado hace muchos años y mi único hijo no vive conmigo, así que tenía mucho tiempo para masturbarme pensando en Samantha, imaginando lo que le haría a ese culito, a esas tetitas ricas, cómo le abriría la vagina.
Todo era pura fantasía, porque en la realidad no tenía ninguna chance, era un viejo para nada agraciado y prácticamente era su tío, así que lo dejé solo como un deseo que nunca cumpliría.
Soy un viejo muy morboso y caliente, llevo muchísimos años separado y mi vida sexual ha estado más inactiva que activa. No suelo acostarme con putas, no me gusta, no siento gran cosa y siento que no vale la pena, pero de vez en cuando me meto a páginas de putas por morbo o para calentarme y que se me pare para masturbarme. Fue en una esas visitas a estas páginas que me topé con un anuncio que me llamó mucho la atención.
La chica se hacía llamar Camila, decía que tenía veinte, tenía la cara difuminada y tenía 7 fotos muy ricas, desnuda o casi desnuda. Era una chica blanca, tenía un culo exquisito, tetas pequeñas y pelo negro. Su anuncio decía, palabras más… Palabras menos: Soy Camila, tengo 20 años y busco encuentros con hombres, soy muy caliente y morbosa, no soy escort, pero hago encuentros a cambio de ayuda económica… Y bla bla bla. Dentro de las fotos hubieron 2 que me llamaron mucho la atención, ya que se veía en su muñeca derecha un tatuaje de un signo infinito, el mismo tatuaje que Samantha tenía, y en el mismo lugar.
«No creo que sea ella», pensé, pero cómo puede ser tanta coincidencia. Nunca había visto a Samantha desnuda pero al usar ropa ligera siempre se dejaba ver bastante y no dejaba mucho a la imaginación. Su color de piel era idéntico, su culo, sus piernas y pies también. Ya está, me decidí y la llamé, me costó varios intentos hasta que contestó. «Hola», dije tratando de distorsionar la voz, así de seguro estaba de que era Samantha. «Hola», respondió la chica, cosa que lo confirmó todo, era su voz, esa inconfundible y dulce voz que tanto me calentaba.
«Te hablo por tu anuncio en xxxx», le dije con tono de pregunta. «Ah sí amor, ¿Cuál es tu nombre?, ¿Te gustaría un encuentro conmigo?», dijo animada, «Soy Juan(mentira), ¿De cuánto sería la ayuda económica que pides?», pregunté algo impaciente, «Eso depende de lo que quiere hacer corazón», dijo con soltura además de tener un tono de calentura, yo estaba sin palabras, estaba 99% seguro que ella era Samantha y a pesar que su anuncio decía que no era escort y que solo lo hacía por una urgencia económica, hablaba como toda una puta, lo cual me dejó boquiabierto.
«Quiero estar una noche entera contigo», dije convencido. «Wow», dijo ella, «Eso no será muy barato», dijo riéndose, «Si estás dispuesta, pago lo que sea, eres hermosa», dije con una voz de depravado, «Mmmmm pues creo que $200 (lo puse en dólares para que todos entiendan), está bien, tómalo o déjalo», dijo en tono burlón. Yo no soy rico ni nada, pero quería confirmar y saber 100% que aquella chica era Samantha.
«Ok, te espero en el motel xxxx a las 21:00», le dije con un tono imperativo. Conocía a Samantha desde que tenía 8 años, y fue desde que tenía unos 14 que me exitaba de una forma brutal. Todos esos años a la mujer que más quería coger era Samantha. Estaba con las ganas de todos esos años juntos, quería hacerle de todo.
«¿Y cómo quieres que llegue?¿Volando?», reclamó con ironía, «Tranquila, toma un Uber y cuando llegues al motel yo lo pago, quiero total confidencialidad», le respondí. Quería mantener mi anonimato por obvias razones, y ella lo aceptó fácilmente, bueno por la cantidad de dinero que habíamos acordado, no se haría problema por algo así. Aunque siempre noté que Samantha era una chica despierta sexualmente, me impactó que estuviera dispuesta a tener sexo toda una noche con un desconocido, sin saber cómo se ve ni como es, aunque eso no quitaba que la quería coger duro.
Llegó el día del encuentro, un viernes, llegué con anticipación y me oculté para esperar el Uber. Estaba muy nervioso, todos los autos que pasaban podían ser el Uber que traía a Samantha, hasta que veo a un auto gris deteniéndose progresivamente, cuando se detiene veo que se baja Samantha, se veía hermosa y exquisita, llevaba un vestido ajustado de una pieza color negro, el vestido apenas tapaba su trasero, en sus hombros solo tenía tirantes, llevaba tacos bastante altos, llevaba recogido su pelo y traía un bolso pequeño. Samantha siempre se vistió como puta, así que no era raro que la dejaran salir vestida así.
Noté que le decía algo al conductor mientras veía su teléfono y se lo ponía en su oreja, casi al instante siento mi teléfono vibrar. «Hola!», dije después de contestar el teléfono, «Juan!, estoy en frente del motel, ¿Dónde estás?», preguntó Samantha con su típica tierna voz. «Estoy llegando, te veo ahora», dije y apenas terminé la oración corté la llamada sin más.
Traté de escabullirme y aparecer al lado de Samantha sin que me viera, cosa que logré. Me puse a sus espaldas y dije «Hola Camila», con una sonrisa en mi rostro, Samantha se volteó y almverme.se quedó congelada, yo me acerqué al conductor de Uber y le pagué, mientras lo hacía Samantha se limitó a mirarme inmóvil con horror. Le dije al conductor que se fuera y me quedé ahí en frente de Samantha.
«Don José!», dijo Samantha mientras rompía a llorar, «Por favor no le diga a mi mamá, por favor se lo ruego!», decía Samantha mientras lloraba amargamente, cosa que me dió lástima, «No te voy a acusar Samantha!», le dije tomándola de los hombros para intentar tranquilizarla. «No estoy aquí para chantajearte ni exponerte» , le dije acariciando sus brazos, «¿Entonces?», dijo Samantha ya un poco más calmada, tomé aire y luego suspiré para luego confesar la verdad, «La verdad Samantha desde hace mucho tiempo me tienes vuelto loco», dije con voz de pervertido, «¿Qué!?», dijo Samantha abriendo sus ojos a más no poder, «Pero usted es prácticamente como mi tío», dijo Samantha, «No, no, no somos nada Samantha, tenemos un trato, yo traje mi parte del trato, pero quiero hacerte mía, quiero cogerte Samantha, toda la noche», le dije con una voz grave y sería. Hubo un silencio largo, silencio que rompí yo, «¿Hace cuánto haces esto?» , pregunté para conversar algo y que no se sienta tan aterrada. «U-Usted sería el cuarto hombre con el que haría un intercambio económico», dijo con dificultad. «¿Y qué tal te ha ido?», pregunté, «Horrible, de hecho pienso en borrar la publicación», dijo Samantha con pena, ¿Porqué?¿Qué pasó?¿Cómo fueron esos encuentros?», pregunté yo, «Porque fueron encuentros horribles, el primero fue con un tipo muy freaky, un raro que duró 7 minutos y después no se le paraba, el resto de la hora se limitó a besarme y hacerme sexo oral. Los otros dos fueron con viejos asquerosos, uno de ellos me hizo de todo y después no me pagó», explicó Samantha, «Qué pena Samantha, pero bueno, yo si te voy a pagar (le pasé el dinero acordado), soy un hombre higiénico y te haré sentir cosas que no has experimentado», le dije con determinación, «Pero Don José!», dijo Samantha mirándome con asombro, «Ah y no me trates de usted más por favor «, le dije con fastidio, «Está bien, haré lo que TÚ me pidas», dijo seria, «Excelente, porque serás mi sumisa, seré tu dominador y yo haré todo, entendido?», dije yo, «Sí José «, respondió Samantha.
Esto lo recuerdo como si hubiera Sido ayer. Entramos a la habitación, dejé mi bolso en el suelo y miré a Samantha, «Dale, desnúdate!», le ordené, Samantha se tomó su tiempos, lo cual me exitó, mi pene ya estaba creciendo. Cuando terminó me acerqué y la di vuelta, la acosté en la cama boca abajo, dejé su cabeza reposada sobre la cama, levanté su culo dejándola en forma de triángulo y dejando descubierto su ano y vagina, saqué de mi bolso unas sogas negras las cuales utilicé para amarrar sus muñecas a sus tobillos, quedando totalmente inmovilizada. Vista de atrás su culo parecía corazón, se veía exquisita, mi pene estaba paradísimo.
Comencé deseando tímida y suavemente sus labios vaginales, me acercaba a su clítoris pero no lo tocaba. Mis besos dejaron de ser tímido y se convirtieron en pequeños chupones, Samantha comenzó a gemir tímidamente. Seguí con esos chupones por mucho tiempo, chupón a chupón en cada extremo de sus labios vaginales, hasta que comencé a reemplazar los chupones por lamidas. Pasé mi lengua por todos sus labios vaginales con uno que otro besito, me extendí más allá de sus labios, sin tocar su clítoris ni tampoco penetrarla con mi lengua.
Samantha gemía ahora más fuerte, «Oh, oh, oh, sí, mmmmmm, oh, oh, oh, sigue», decía y tan solo recordar su dulce voz así de exitada me calienta demasiado. Yo seguía con mis chupones y lamidas en toda su superficie vaginal, y está vez acaricié su clítoris con mi lengua, eso la volvió loca, soltó un tímido grito de placer. Seguí en mi faena, exactamente lo que había estado haciendo y sin penetrarla en ningún momento con mi boca, la vagina de Samantha se mojaba cada vez más, jadeaba, gemía, su respiración se entrecortaba y sus ojos permanecían cerrados.
Me paré un momento y me desnudé, necesita sobar mi pene un poco, mientras estaba en eso Samantha seguía gimiendo, está vez tímidamente. Me acerqué y le pegué en sus nalgas muchas veces, calculo que estuve 10 minutos solo nalgueando ese bellísimo culo, quería verlo rojo, cosa que conseguí. Me agaché y seguí con los chupones besos y lamidas en sus labios vaginales, clítoris y esta vez adentrándome un poco más en su vagina, pero sin llegar a penetrar de ningún modo.
Mojé dos de mis dedos, comencé a rodear con mis dedos la orilla de su ano, todo mientras le comía la vagina. Samantha se retorcía, los dedos de sus pies y de sus manos se contraían, Samantha seguí jadeando, respirando entrecortado, gimiendo y soltando un grito de vez en cuando. Con mi mano que tenía libre comencé a acariciar sus tetas, suavemente, y seguí subiendo la intensidad, no solo con sus tetas sino que en general, también Samantha intensificó sus gemidos.
Me paré y la contemplé por unos 3 minutos mientras me masturbaba, su vagina era un mar de fluidos. Me acerque y puse mi pene en la entrada de su vagina y me quedé ahí, casi para comenzar un coito, pero no sé la metí. Acaricié lentamente su clítoris, labios vaginales y la entrada de su vagina con mi glande. Samantha jadeaba, gemía, respiraba entrecortado y me reclamaba entre gemidos, » José que esperas, metemela, quiero sentir tu pene entrar en mi vagina, ah qué esperas!», a lo que yo respondí de forma violenta, «Cállate perra, yo mando aquí», entre gemidos Samanda dice, «Sí José».
Comencé a acariciar su vagina con mi mano mientras me acerqué a su oreja para hablarle suave, «Sé que quieres que te penetre, sentí mi pene entrar con violencia en tu estrecha vagina, que te la meta hasta que quedes sin aire y tú vagina te ardaaa», dije con morbosidad, «Sí, José, por favor ya no aguanto, penetrame, metemela hasta el fondo aahh».
No llevé condones, pero la verdad no quería usarlos, quería sentirla al 100%, no me importaba eyacular adentro, de hecho eso quería, llenarle la vagina de semen, no iba a desperdiciar ni un minuto de esa noche, quería verla escurrir semen desde su vagina, ano, boca, tetas, nalgas… Etc.
La mantuve en la posición inicial casi toda la noche, solo la movía a veces para que no se acalambrara la pobre, pero seguí chupando, lamiendo y besando su vagina y ano, mientras Samantha insistía en que se la metiera.
Me puse enfrente de su carita arrodillado para dejar mi pene en su cara, ella abrió sus ojos y vió mi verga, 18 cm y bastante gruesa, Samantha abrió su boca mientras me gemía para invitarme a qué se la meta en la boca, yo le golpeé su carita con mi pene y acaricié sus bellos labios con mi glande, «Que grande que es, me va a doler», dijo Samantha sin despegar su vista de mi pene, » Entonces no te la meto», le dije dubitativo, «No, no, no. Metemela por favor, me tiene esperando ya mucho tiempo», reclamó Samantha, «Te la voy a meter cuando yo quiera», dije seriamente.
Mi pene seguía en la cara de Samantha, ella lo besaba, pero ya no aguanté más y Samantha me ganó este round, «Ya! Chupamelo, es todo tuyo», le dije a Samantha, quien casi de inmediato se lo metió a la boca, me lo chupaba de manera frenética. Cómo si hubiera encontrado una coca cola en el desierto. Me lo chupo enterito, también los testículos de manera desenfrenada.
Con todo esto que ya habíamos hecho ya nos habían dado casi las 3:00 am. Yo ya no aguantaba más, mi pene estaba cargado de semen, quería comenzar a empaparla de semen, tenía que poder eyacular muchas veces. Me puse detrás de Samantha y acaricié su vagina, estaba muy mojada, «Ya por fin?, metemela por favor, ya no aguanto», decía Samantha. Pise mi pene entre sus nalgas, las cuáles golpeé repetidas veces mientras frotaba mi pene con sus nalgas. Era como una paja rusa pero con sus nalgas, hasta que ya no aguante, quería echarle el semen en la espalda, me masturbé y eyacule en su espalda, «Tranquila amor, para mí edad tengo una muy buena funcionalidad» le dije mientras rápidamente trataba de recuperar mi erección, le comencé a chupar la vagina mientras sobaba mi pene para erectarlo de nuevo.
En ese momento tomé la decisión, iba a penetrarla vaginal, se lo iba a meter por la vagina y no iba a parar hasta dejarla llena de semen. Recupero mi erección y rápido dejo de chuparle la vagina me paro y coloco la punta de mi pene en la entrada de su concha, «Penetrame, metemela ya», exclamó Samantha. Acaricié toda su vagina con mi glande por unos minutos hasta que se lo metí.
Se lo metí hasta el fondo de una, comencé a bombearle la vagina rápido y fuerte, Samantha ya no gemía, gritaba, sin importar si nos escucharán, aunque no importaba tanto si era un motel. «Ah, ah, sí, sí, más, más, aaaaaaaaaah», gritaba Samantha, yo no paraba de penetrar muy fuerte, mis testículos golpeaban su vagina y sonaban como aplausos, yo también gemía fuerte, la vagina de Samantha era estrecha, estaba apretadísima, se sentía muy rico metérsela hasta el fondo.
Estuve varios minutos bombeandole la vagina así a Samantha, hasta que de pronto solté un chorro enorme de semen adentro de su vagina, yo la seguía metiendo con fuerza mientras el semen escurría entre mi pene y su vagina.
En seguida comencé a dilatar el ano de Samantha mientras recuperaba de nuevo mi erección, ya no podía parar de meterselo, quería penetrarla por todos lados y no parar nunca. Una vez listo se lo metí sin misericordia, le bombeaba el ano con fuerza, está vez Samantha gritaba aún más fuerte, «aaaaaah me duele, sácalo aaaaaay ah ah ah ah», gritaba Samantha, y aunque pedía que parará porque le dolía, su cuerpo me pedía que siguiera, le encantaba como se lo metía, hasta que de pronto saltó un enorme chorro de leche dentro de su culito rico y yo lo esparcí por sus nalgas. En la pose en la Samantha estaba se veía muy rico cómo si vagina y su culo escurrían semen y fluidos. Luego fui por sus tetas, las cuales también dejé empapadas en semen, finalmente follé subo a de tal manera que se atragantaba con mi pene, el chorro salió disparado y la boca de Samantha parecía un hoyo lleno de semen.
Todo este proceso lo repetimos una vez más hasta que amaneció.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!