En la hacienda, he sido violada, y sodomizada por mi marido y varios de sus peones.
Una mujer cuenta como su marido emborrachado junto a varios de los peones de su hacienda la violan. la sodomizan, y la ponen a mamar sus vergas, con la aprobación de su marido, quien al día siguiente se arrepiente, y es perdonado por ella..
Si, así como lo leen, después les cuento porque decidí hablar de lo que me sucedió, tengo 38 años, y estoy casada desde hace casi 18 años, no tenemos hijos, y mi esposo es dueño de una hacienda de ganado.
Trabaja la mayor parte del tiempo en el campo por lo que hay temporadas como la de invierno, en que él y sus peones no trabajan todo el tiempo, lo que a su vez les genera más tiempo libre para compartir entre ellos.
Bueno debido a eso, mi esposo y los peones habían agarrado la costumbre de ponerse a beber, iban al pueblo y se la pasaban de bar en bar, hasta que un día una de mis comadres me convenció de que por aquello de que no fuera a enredarse con una de las putas del pueblo, o le pasara algo, le propusiera que mejor comprasen la cerveza y se la tomasen en casa.
Yo acepté, pensando que, de esa manera, por lo menos sabría dónde estaba, por lo general en las tardes mi casa prácticamente, se convertía en un bar, se la pasaba llena de hombres que yo ni conocía.
Al principio, les atendía, es decir les servía sus tragos o cervezas, hasta les preparaba algo para que si les daba hambre comieran, pero la manera en que comenzaron a verme alguno de los peones, me incomodó bastante, se quedaban viendo mis nalgas y senos sin la menor discreción.
Para colmo en más de una ocasión escuché claramente, como se referían a mí, pero de manera bien vulgar, diciéndose entre ellos. “Mira qué lindo culo tiene la mujer del patrón; si me dejan soy capaz de comerle el culo.”
Cosas como esas realmente me molestaban y mucho, aunque les diré también, que en ocasiones me sentía algo alagada, a pesar de lo vulgares que eran.
Cuando al día siguiente se lo reclamaba a mi esposo, me decía que era cosa de borrachos que no mes hiciera el menor caso, cosa que me molestaba más todavía.
Hasta que una noche, mientras les servía los tragos y recogía las colillas de cigarrillo del piso, volví a escuchar lo que decían de mí y mi culo, fue cuando me di cuenta de que, al agacharme a recoger la basura, les juro que sin querer y sin intención alguna, les mostré gran parte de mis nalgas.
Pero aun y así pensaba llamarles la atención y ponerlos en su lugar, cuando de momento sentí que me agarraron por la cintura y sin que yo pudiera hacer nada por evitarlo, me han subido la falda y bajado los pantis.
En ese instante escuché la voz de mi esposo, que decía completamente borracho y entre risas. “Ven el lindo culo que tiene mi mujer, esta noche me lo como.” y tras decir eso me dio una ardiente nalgada, que me dejó toda la nalga derecha ardiendo y bien colorada.
Cuando me soltó, yo salí llorando más que por el dolor, por la vergüenza que me acababa de hacerme pasar, frente a todos los peones, normalmente después dejar todo más o menos arreglado me iba a la cama, después de darme un baño, pero en esos momentos dejé todo como se encontraba y me marché a nuestra habitación.
Mi esposo es de los que se emborracha con facilidad, y por lo general, en la madrugada llega a nuestra cama, con ganas de acostarse conmigo, al principio yo me hacía la desentendida, hasta que finalmente de tanto él insistir, yo terminaba por abrirle mis piernas.
Pero esa noche después de lo que me hizo, me dije a mi misma que antes de dejar que me volviera a tocar, me iba para la casa de mi mamá.
Temprano lo sentí que entraba en nuestro cuarto, así que antes de que se pusiera con sus cosas le dije, que no me tocase, que se fuera, que no lo quería ver más, él tan solo dijo. “Con que esas tenemos, está bien.” Tras decir eso salió de la habitación, sin decir o hacer más nada.
Yo me quedé llorando hasta que también me dormida en la cama, creo que de tanto llorar, hasta que de momento me desperté al sentir que me arrancaban la cobija con que dormía.
Cuando traté de reaccionar, mi esposo saltó sobre mí como si fuera un salvaje, al tiempo que me arrancaba prácticamente la bata, no sé si fue lo rápido que sucedió todo, pero me quedé paralizada de miedo, al no entender que era lo que pasaba.
Cuando de repente escuché otras voces que le decían a mi marido. “Patrón está seguro de lo que vas hacer, si quieres lo dejamos para otro momento.”
A Lo que mi marido le respondió. “Yo dije que lo haríamos y lo vamos hacer.”
Su tono de voz me asustó más todavía, en ese instante fue que me di cuenta de que él me había arrancado la cobija que estaba usando, dejándome con mi bata de dormir nada más.
Él se volvió como loco, prácticamente me terminó de desnudar, frente a todos los peones, de momento alguien prendió la luz de la habitación, lo que terminó por dejarme, más confundida y asustada.
Ya que apenas mis ojos se adaptaron a la luz, vi que, en nuestra habitación, se encontraban como cuatro o cinco hombres más, algunos los conocía de vista nada más, y a otros ni idea tenía de quienes eran, infructuosamente traté de zafarme, pero mi esposo había dejado caer casi todo el peso de su cuerpo sobre el mío, impidiendo así que yo escapase.
No fue hasta que él mismo se los ordenó, que ellos me sujetaron, por pies y manos, lo único que yo veía era la manera en que todos ellos me miraban.
Mi esposo separó mis piernas, y sin consideración alguna, sacando su miembro del pantalón frente a todos ellos, me lo ha metió salvajemente, no podía creer que él me hiciera eso, y menos frente a esos tipos.
Él me clavaba su miembro de manera salvaje sin consideración alguna, mientras que yo inútilmente trataba de resistirme, por lo que de momento me ha dado una tremenda cachetada, que me hizo quedarme quieta, al tiempo que les preguntó a los tipos esos. ¿Quién vendría después de él?”
De inmediato un moreno alto y bastante grueso dijo que él, y sin llegar a venirse dentro de mi coño, mi sacó su verga, y regó con su leche todo mi vientre.
De inmediato él y el moreno cambiaron de lugar, mientras que yo entre confundida y asustada, me quedé sin moverme.
El moreno agarró lo que quedó de mi bata de dormir, la pasó sobre mi coño y mi vientre, retirando la leche que mi marido había derramado sobre mi cuerpo y de inmediato, vi como entre una de sus manos mantenía agarrado, algo que me pareció de primera impresión casi como un bate de beisbol, pero bien negro.
A diferencia de mi esposo, el tipo ese fue más considerado, al punto que en cierta forma sentí algo de placer a medida que enterraba su cosa dentro de mi cuerpo.
Aunque en el fondo, me sentía sucia, vejada, en fin, violada, y lo peor de todo era que mi propio esposo lo había propiciado todo. A medida que el moreno continuaba clavándome su verga, uno de los tipos, acercó la suya a mi boca, y fue cuando escuché a esposo decirle. “No te preocupes que no te va a morder, si se atreve hacerlo le tumbamos todos los dientes a patadas.”
Escuchar eso para mí fue una clara advertencia de lo que me pasaría de no obedecer, así que, tragándome mi indignación y rabia, abrí mi boca y comencé a mamar.
Después de un corto rato ellos se dieron cuenta de que yo ya no oponía la menor resistencia, por lo que me soltaron, dejando que el moreno continuara metiendo y sacando su enorme miembro de dentro de mi coño.
Ya en esos instantes, no pude evitar el comenzar a mover mis caderas, es que su cosa era tan y tan grande, que me llenaba toda, haciéndome sentir y disfrutar de cosas que jamás había sentido.
A tal grado que mamé con un mayor empeño el miembro que tenía entre mis labios, lo que trajo en consecuencia que a los pocos segundos sintiera como se llenaba mi boca con el semen de ese extraño.
Yo no lo hubiera querido así, pero alcancé un tremendo orgasmo, gracias a como el moreno ese me enterraba una y otra vez toda su macana.
A diferencia de mi esposo, el moreno se vino por completo, dentro de mi coño, sentí todos y cada uno de sus embates contra mi cuerpo, hasta que finalmente se detuvo y permaneció quieto hasta que otro de los tipos le dijo que él seguía.
Aun en ese momento me sentía sumamente avergonzada, inútilmente trataba de esconder mi completa desnudes con mis brazos y cerrando mis piernas.
Por mi cara corrían unos cuantos lamparones de leche, los que traté de limpiar con una de mis manos, hasta que sin que yo lo pidiera mi esposo me entregó una botella de ron, y me ordenó que bebiera, amenazándome con darme otra cachetada de no hacerlo.
Después de que me bajé unos cuantos tragos, el siguiente tipo, sin tan siquiera esperar a que me lavase o aseara el coño por lo menos, se bajó los pantalones, y dirigió su verga contra mi cuerpo.
No quedándome más remedio que abrir mis piernas, ante la amenaza de volver a ser golpeada, a medida que comenzó a meterme su miembro, y que el ron que me habían obligado a tomar hacía efecto, comencé a moverme mis caderas, y al voltear a un lado de la cama vi a mi esposo masturbándose mientras observaba como ese otro tipo me penetraba.
Realmente mi coño estaba más que lubricado por el semen del moreno, y al parecer el idiota que estaba sobre mí en ese momento ni cuenta se dio de ello, ya que a los pocos segundos de haberme metido su verga se vino.
No bien él se había levantado, cuando mi esposo me volvió a obligar a que siguiera bebiendo, lo que rápidamente se me fue a la cabeza, ya que comencé a sentirme bastante mareada y que como, aunque no quería, eso de que me violasen me estaba comenzando a gustar.
Fue cuando el cuarto tipo, me agarró entre sus manos y como si fuera una muñeca de papel me volteó, colocándome boca abajo.
De inmediato sentí como sus dedos llenos de saliva me los fue enterrando suavemente dentro de mi culo, en mi vida había dejado que mi esposo me hiciera eso, y mucho menos lo que ese tipo después continúo haciéndome.
Pero cuando sentí lo caliente de la punta de su verga, presionando contra mi pobre culito virgen, me asusté, aunque la bebida que me había ya tomado, en parte como que también me hizo pensar, que era algo gracioso el que un tipo, me diera por el culo, frente al cabrón mi marido quien nunca me lo había hecho así.
Cuando él comenzó a presionar su verga contra mi culo, sentí como se abría, aparte de un fuerte dolor, que hasta me hizo correr varias lágrimas.
Pero cuando su cuerpo finalmente estuvo en pleno contacto con el mío, quizás fue la borrachera que ya tenía, que comencé a mover mis nalgas de un lado a otro, y de momento que otro de los tipos me vuelve a poner una verga frente a mi boca, no quedándome más remedio que ponerme a mamar, bajo la continua mirada de mi esposo, que sin dejar de masturbarse les decía a ellos que hacerme, y a mi diciéndome puta que moviera más el culo.
Cosa que estuve haciendo hasta que ese mismo tipo, me ha enterrado una de sus manos dentro de mi coño de manera bien bruta, no se conformaba con meter y sacar toda su verga dentro de mi apretado culito, sino que introducía una de sus manos prácticamente por completo dentro de mí, lo que yo disfrutaba ampliamente, y lo demostraba gimiendo y moviendo mis caderas a más y no poder.
Cuando menos lo esperaba volví a tener otros orgasmos, y algo bien morboso me sucedió, ya que lo disfruté bastante, por el solo hecho de que el cabrón nos miraba sin dejar de masturbarse e insultarme.
El tipo ese me dejó bien agotada, y pensé que se marcharían los cuatro, pero no fue así, el moreno me tomó por el brazo me levantó y me condujo al baño, al tiempo que mi marido me volvía a obligar que me diera otro trago de ron, ya en el baño, el moreno me sentó en tina del baño diciéndome que me lavara el coño y culo, lo que hice frente a todos como si estuviera haciendo una gracia.
Al terminar, me levanté dando tumbos, por lo mareada que me encontraba, y nuevamente me tiraron en la cama, fue cuando el moreno, poniendo su monstruosa verga frente a mi boca me ordenó que se la mamase, lo que me dediqué hacer hasta que comencé a sentir que eso casi me ahogaba.
Fue cuando él la sacó de mi boca y nuevamente me la enterró en mi coño, pero colocándome sobre él, y casi el mismo tiempo no sé quién de ellos, me enterró su verga por el culo, yo estaba que no sabía ni que hacer, mientras el cabrón de mi esposo acercándose a mí, me puso su verga contra mi boca, la que sin demora comencé a mamar.
En cierto momento pude ver mi cuerpo, en el espejo de la peinadora, en mi vida había ni tan siquiera pensado en hacer algo como eso, y lo mejor de todo era que lo estaba disfrutando como una loca.
Hasta que por el agotamiento o la borrachera que agarré me quedé sin sentido, lo último que recuerdo fue al moreno grandote, que, apretando su verga entre mis tetas, se vino en mi cara.
Lo cierto es que cuando al día siguiente me desperté, me encontraba sola en casa, completamente desnuda, hedionda a sexo y sudor.
Me dolía todo mi cuerpo, mi cabeza, mi culo, mi coño, mis tetas, además de varios mordiscos en mi cuerpo, tenía grandes lamparones de leche por todo mi cuerpo y me cabello, en fin, estaba hecha un desastre.
De inmediato recordé todo lo sucedido, y me dio rabia y dolor el que mi propio marido me hubiera violado, y para completar en compañía de todos esos tipos.
Por un largo rato pensé en llamar a la policía, pero también me acordé, de lo mucho que disfruté en parte de que me hicieran todo eso, pero pensé que sería mi palabra contra la de todos ellos, además si esposo decía que todo fue idea mía al decirle que invitase a los peones a casa y con que uno de ellos, hablase de cuando me agaché a recoger las colillas de cigarrillo del piso, que me pudieron ver parte de mis nalgas.
Cualquiera diría que fue que los provoqué, además nadie me creería que mi marido auspicio todo.
Finalmente, mientras me di un buen y reparador baño de agua caliente, decidí no denunciarlos, no porque perdonase a mi marido por lo que había hecho, nada de eso, es que después de pensarlo bien, como ya lo dije pensé, que llevaba las de perder si lo hacía.
El cabrón de mi esposo se apareció prácticamente al día siguiente, sin decir nada, se me quedó viendo y de momento se puso a llorar como un chiquillo, pidiéndome que lo perdonara.
Estaba bien asustado, quizás pensó que lo había denunciado, pero para su tranquilidad y la mía propia, le dije que no lo había hecho y que no lo pensaba hacer.
Casi me beso los pies, me juró por todos los santos que más nunca pasaría nada semejante durante los siguientes días, se comportó como todo un modelo de marido, hasta que me dijo que pensaba salir a beber a un bar con los peones.
Fue cuando le dije, que no, él se quedó cortado, hasta que le sugerí que los trajera a casa, que yo les serviría como de costumbre, pero con la condición de que él no se emborrachase, cosa que yo de por sí sabía, que él no iba a cumplir.
Apenas llegaron, los recibí como si nada hubiera sucedido, puse los tragos, serví la comida, pero en lugar de encerrarme en mi habitación, fui y me cambie de ropa cuando me di cuenta que mi esposo ya se encontraba bien borracho, y sus amigos comenzaban hacer comentarios sobre mi cuerpo.
Al regresar, al igual que ellos me puse a tomar, para después de un buen rato, comenzar a bailar sola y ha pedido de mi marido, comencé a quitarme la poca ropa que tenía puesta.
Hasta que me quedé completamente desnuda y todos ellos me volvieron a hacerme sentir la mujer más deseada del mundo, a medida que me fui acostando con todos y cada uno de ellos, ante la atenta mirada de mí satisfecho marido.
Delicioso relato, sobre al ver como disfrutaste al fin, el moreno te trasladó a otro mundo, tu reacción la segunda vez muy conseguida y al menos lo volviste a disfrutar maravillosamente.
Gracias y Felicidades por el relato. Valorado a tope, como se merece.