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Dominación Mujeres

En las escaleras no

Nunca sabes ni el día, ni la hora, ni el lugar… pero nada evita que puedas encontrar lo que realmente no buscabas en ese momento. .
===========

Había sido una noche desagradable. Estuve durante más de tres horas “paseando” por los parques y los bares de mala muerte de la zona de los muelles. Aguantando el frío y las gotas de lluvia que de vez en cuando mojaban mi cuerpo y aumentaban mi mala leche. Buscaba esas niñas, entre los 10 y 13 años que “salen” de sus casas mientras sus padres duermen en busca de sexo, drogas, alcohol y dinero. Sobre todo drogas y dinero. Y no había encontrado ninguna niña que pudiese follar a mi gusto. Las que vi, o eran demasiado conocidas y usadas a pesar de sus pocos años, o eran demasiado mayores, y esas ya no me apetecen.

 

Volví a casa con mi polla  hambrienta de estrechos coños infantiles. Ya amanecía y al atravesar el portal del edificio donde vivía y penetrar en su interior para ir a la zona de ascensores, noté en la escalera, detrás de los ascensores, unos pequeños ruidos y una pequeña sombra sobre el rellano. Como por desgracia se estaban produciendo robos y asaltos en la zona, me descalcé, y en completo silencio subí pegado a la pared. Y al doblar el rellano, la vi.

 

Era una chiquilla de unos 12-13 años, delgada, relativamente mal vestida, que estaba sentada en el suelo, y ante ella tenía varios objetos, tres o cuatro móviles, tarjetas de crédito, y dinero. Un bolso de mujer y dos billeteras masculinas. Estaba claro que era una ladrona precoz que había sido cazada contando el botín. Y no me lo pensé dos veces. Antes de que ella se levantase, “mi brazo se levantó más y le crucé la cara de un bofetón”.

 

Soy fuerte, karateca, y estaba de muy mala leche, le partí el labio y sangró un poco. Se levantó asustada mirándome a los ojos, y yo, por si llevaba alguna navaja o similar, tampoco la perdía de vista. Era alta, era guapa, delgada, y a pesar del frío, llevaba solo una camiseta de algodón en la que se notaban unas tetitas y unos agresivos pezones. Sacó un pañuelo de papel y se limpió la boca. Me di cuenta entonces de que tenía cara de mamona: boca grandecita y labios carnosos, y de repente, pensé que en ella, podría desquitarme de la mala noche pasada buscando “algo” como ella para follarme.

 

Con una mano levanté su camiseta y con la otra acaricié sus tetas, mayores de lo que había pensado y pellizqué sus preciosos pezones. La niña estaba quieta, miedosa, callada, seria, y se dejaba tocar. Mi polla empezó a crecer de manera automática y visible. Ella lo notó y me dedicó una sonrisa triste, y en voz baja me dijo:

 

–Te puedo hacer una inolvidable mamada. Mamaré tu polla hasta el fondo. Me la tragaré entera y también me tragaré toda tu leche… A cambio, tú me dejas irme y que me lleve los móviles, las tarjetas, y el dinero. No es mucho dinero, casi no llega a los 200€.

 

El desparpajo de la cría y el brillo de sus grandes ojos aún me la puso más dura. Metí mi mano bajo su falda y ¡no llevaba bragas! Empecé a jugar con su pequeño y rasurado coño. Con la mano acariciaba y jugaba con sus labios y con mis dedos la penetraba suavemente, casi con cariño. Minutos después su cuerpo empezó a moverse, y de repente ella me dice:

 

–Para por favor, para, o me correré y lo hago con muchos gritos y líquido.

 

Pero yo creí que era una excusa y antes de darme cuenta, ella se corrió de verdad y abundantemente, yo me mojé toda la mano. Noté en sus ojos y boca que iba a gritar y justo a tiempo, le tapé la boca y ahogué su grito de placer. Nos miramos unos instantes y antes de darme cuenta, ella se abrazó a mí y me besó intensamente. La muy ladrona era una cría pero sabía besar, sabía jugar con su lengua. Y mis deseos de follarla aumentaron brutalmente. Se separó un poco de mí, me sonrió y me volvió a decir:

 

–Reitero mi oferta de antes, te hago una gran mamada, sin prisa, me lo trago todo, y me llevo lo que te he dicho.

 

Me volvió a besar con tanta intensidad, que el labio se le abrió y sangró ligeramente. Con el sabor de la sangre en mi boca y el trémulo cuerpo de esta cría apretada a mí, solo atiné a decir.

 

–Puedes llevarte el dinero, pero todo lo otro me lo quedo yo para dárselo a la policía. Y no te preocupes, no diré nada de donde me lo encontré.

 

–Entonces, al menos dame también mi móvil. Es ese de la funda rosa con corazones.

 

Un ascensor volvía a bajar y se estaba parando a nuestro lado. Pero mi excitación era tanta, que lo único que me importaba era satisfacer mis necesidades de coño infanto-adolescente. Ni siquiera me importaba mi seguridad personal de que algún vecino bajase por la escalera y nos viese. Lo único seguro para mí, es que ella no gritaría con ese botín en el suelo… por muy menor de edad que fuese. No tenía aspecto de alimentarse bien diariamente. Sin embargo, sabía muy bien comportarse como una mujercita, más que una niña. Experiencia de la vida no le faltaba.

 

Cogí el móvil rosa y con una ligera oposición suya, lo abrí, no estaba encriptado. Tenía, entre otras muchas cosas interesantes, mogollón de carpetas de archivos y dentro de esas carpetas, más carpetas, y dentro… montañas de fotografías de niñas y jovencitas totalmente desnudas, follando con pollas y/o con enormes dildos. Ninguna de ellas tendría más de 14 o 15 años, y algunas de ellas estaban muy bien preñadas. Bastantes de las pocas fotos que vi en esos pocos segundos, eran de niñas que no tendrían más de 3 o 4 años, y con preciosos dildos y/o algunas pollas, clavadas en sus agujeros. Su lista de contactos era enorme y con muchos detalles.

 

La miré muy sorprendido no solo del contenido, sino de la amplitud del mismo ¡un precioso tesoro para un pedófilo tan vicioso como yo! Con un encogimiento de hombros, como aceptando su derrota, me devolvió la mirada y me habló de manera muy adulta.

 

–Me gano la vida vendiendo esas fotos, o buscando clientes que se las quieran follar a todas ellas ¡a todas las que hay en el móvil! –me dijo- Son baratas y muchas de ellas, incluso de las pequeñas, muy buenas putas y viciosas. Solo soy una niña, no tengo un apartamento para encuentros y solo las pueden follar en los parques, en los portales, o dentro de sus coches, por eso llevo todas esas fotos encima. Por favor ¡no me las robes… ni las borres… las necesito para vivir!

 

–No te las robaré ni borraré, te lo prometo. Aunque ya sabes que “quien roba a un ladrón… tiene 100 años de perdón”. Pero me quedaré tu móvil dos días para ver y descargar todo esto tan interesante en mi disco duro. Pasado mañana, a las 7 p.m., nos veremos en ese banco que hay detrás de la parada del bus y te lo devolveré, pero ahora voy a follarte, necesito clavártela en el coño y correrme dentro de tu coño. Y lo haré aquí mismo. Sé amable conmigo, muy amable, no grites, y los dos lo pasaremos bien. Ahora y en un posible futuro.

 

–No lo hagas porfa ¡no me folles! Déjame que te la mame o dame por culo. Pasado mañana también te lo puedo hacer, pero por el coño NO.

 

–¿Tienes acaso lo regla hoy? ¿O tienes miedo de quedarte preñada tan joven?

 

La niña tragó saliva, me miró con ojos de carnera degollada, y con voz muy bajita me dijo.

 

–Soy virgen. Lo creas o no, soy virgen y tengo miedo de dejar de serlo. Porque si dejo de serlo, ya no me importará que me metan una polla o 10.000. Y me convertiré, como esas otras niñas, en una profesional y todavía no quiero ser profesional. Aún no quiero dejar de ser yo ¡libre! Los clientes follan con esas niñas del móvil, pero conmigo no, aunque me han hecho ofertas brutales. Yo solo facilito los contactos, cobro mi pequeña comisión, y si me lo encargan, les vendo drogas de buena calidad.

 

Yo me quedé muy impactado por esa respuesta inesperada, pero mi polla pedía guerra y yo más guerra aún, al pensar que podría ser virgen de verdad. Mirándola a sus ojos, le dije:

 

–Creo que siento lo que voy a hacer. Pero me estás gustando cada vez más y me gustaría hacerte mi amante, mi socia y mi perrita de compañía. No sé por qué, no creo que tengas un verdadero hogar y yo podría ofrecerte uno, aunque al precio de hacerte viciosa, muy viciosa, pero te haría mi perrita personal. Y para eso necesito follarte ¡para marcar mi territorio!

 

Los ojos de la niña me miraban asombrados y muy brillantes. Cierto que a mis 56 años, mi cuerpo era atlético… aunque muy mayor para ella. Me pegué a ella, la estreché con un brazo mientras con el otro dejé caer mis pantalones, la doblé un poco para atrás, apoyé mi glande en la entrada de su coñito y empecé a empujar… al mismo tiempo que noté como su rostro se humedecía por sus lágrimas silenciosas. No se opuso nunca. Incluso separó un poco sus piernas acomodando sus caderas. Solo cuando mi capullo penetró totalmente en su ¿virginal? coñito, me preguntó:

 

–¿Me juras que me devolverás el móvil sin manipularlo?

 

–Te lo juro. Será tal y como te he dicho. Nunca seré un Santo, pero siempre cumplo lo que prometo.

 

Para mi alegría y satisfacción, mi polla siguió forzándola y penetrando en ella sin prisas. Lloraba suavemente, silenciosamente. Lo que aún me la ponía más dura y me excitaba mucho más, porque empecé a notar que, poco a poco, ella estaba colaborando en su follada.

 

Verdaderamente su vagina era estrecha. Mi satisfacción ancha, y no me importó hacer lo que estaba haciendo y disfrutar como estaba disfrutando. Allí, de pié en el rellano de la escalera, detrás de los ascensores que cada vez subían y bajaban con más frecuencia, mi polla iba destrozando con toda mi pervertida fuerza, esa posible virginidad vaginal. Prácticamente desnudos los dos, un “muy adulto” follando de pie a una niña ladrona y llorona, detrás de un ascensor.

 

Volví a notar cono se abría más de piernas… sin pensar yo, que eso podría ser del dolor que le infringía más que del placer que ella recibía. Pero esos movimiento, posiblemente involuntarios, me excitaban constantemente. Lo importante, es que yo quería follarla, y la estaba follando a mi gusto. Y ella no se oponía, al revés ¡lo estaba aceptando!

 

En un momento dado, me acordé de que me había ofrecido su culo y lo deseé y cogí. Paré, saqué mi polla, le di la vuelta y lo entendió. Tampoco opuso resistencia, colaboró, solo miró hacia su móvil antes de agacharse un poco y agarrarse de la barandilla de la escalera sacando su culo. No lo pensé dos veces. Ese culo con esos dos preciosos agujeros a mi alcance, eran un paisaje demasiado deseado para un pervertido como yo y la penetré analmente con fuerza. Y con fuerza se agarró de la barandilla con las dos manos.

 

Mi capullo penetró con bastante facilidad ¡ese agujero ya había sido usado antes! Volví a empujar mi polla y esta vez si gimió. La cogí de las caderas y con más fuerza volví a empujar. Poco a poco fui enterrando mi gruesa polla en su culo hasta casi mis huevos. La enculada de mi pollón era casi total en ese culo infantil. Y durante todo ese rato siguió gimiendo y derramando silenciosas lágrimas… pero nunca opuso resistencia ni expresó verdadero dolor. Estaba analmente estrenada, pero era muy estrecha para mi polla, maravillosamente estrecha.

 

En parte, su pasividad me ponía nervioso. Seguí en plan cabrón-violador, con enormes deseos de follarla y de retrasar mi orgasmo. Saqué mi polla de su culo, mantuve inclinada a la niña y volví a penetrar su estrechísimo coñito. Minutos después, con un precioso estremecimiento de su cuerpo, se volvió a correr sin gritar, y con enorme sorpresa, pasé de ser un violador a ser un amigo, un compadre. Porque la niña se soltó de la barandilla, se irguió un  poco, dio media vuelta con mi polla en su coño, abrazó mi cuello con sus dos brazos y empezó a besarme. Intensamente, apasionadamente, como una puta adulta muy bien preparada… y me puso a hervir.

 

Ese abrazo y esos besos, como de agradecimiento por sus orgasmos, hicieron en mí el efecto contrario. En esos instantes, dentro de mí apareció el animal que todos los depredadores sexuales infantiles llevamos dentro. Para mí, esos besos eran una señal inequívoca de que se entregaba y aceptaba mi casi violación. Dejó de importarme ella, para saciar en ella mis peores instintos y perversiones sexuales. Yo estaba fuera de mí, deseaba ese cuerpo, lo deseaba desesperadamente ¡y lo tomé!

 

Aparté sus brazos de mi cuello. La giré y la doblé aún más… y como mi polla seguía dentro de su coño, empecé a follarla con toda mi fuerza y mis peores deseos. Mi polla entraba hasta el fondo de su útero y chocaba contra ese fondo una y otra vez. Y ahora si empezó a quejarse. Le estaba haciendo daño en ese coño posiblemente virgen media hora antes. Y mi ego me hizo extrañamente feliz. Hacía años que no disfrutaba tanto de un cuerpo infantil y de una follada tan rara. También ella empezó a gozar porque se volvió a correr. Pero su cuerpo había llegado al límite. Un brazo se soltó del pasamanos y sus piernas se doblaron un poco. Aceleré más mi follada y minutos después me corrí en su coño. Posiblemente su primer semen en tan sagrada cueva.

 

Noté como sus fuerzas se perdían, la agarré de la cintura y la levanté. Y al darle la vuelta, me miró, volvieron a salir sus lágrimas… pero se volvió a abrazar a mí y nuevamente me llenó de besos. Lentos pero intensos. Poco a poco la fui soltando, su cuerpo se separó del mío. Se apoyó en la pared, y como si se despidiese, arregló su camiseta y se fue vistiendo lentamente. Me agaché, recogí todo lo que había en el suelo menos el dinero, y lo metí en el bolso para dárselo a la policía. Recogí su móvil y el dinero, vi que ya se había puesto el chaquetón y se lo di diciéndole:

 

–Lo siento por ti pero ya eres puta profesional. Si antes eras virgen ya no lo eres, y has follado a cambio de dinero y de tu móvil y eso ya te hace puta. Dentro de dos días nos volveremos a ver tal y como te he prometido.

 

–Me juras que no  me borrarás nada del móvil?

 

–Te lo juro, te lo devolveré completo tengas lo que tengas dentro.

 

Y en ese momento se oyó una potente voz a nuestro lado.

 

–¿Se puede saber qué cojones es esto? ¿Es que no podéis iros a follar a otro sitio?

 

¡Era la portera!

 

Había llegado minutos antes a su trabajo, y al oír el ruido, había acudido a ver qué pasaba y nos encontró a los dos. Me miró, me reconoció y me dijo:

 

–Hombre Don Alberto, en la escalera NO, que me la ensucian y luego la tengo que limpiar yo ¡Y mire qué manchas hay en el suelo!

 

Pero me sonrió y me cerró un ojo.

 

==========

[email protected]

38 Lecturas/25 octubre, 2025/0 Comentarios/por Erothica90
Etiquetas: bus, follando, follar, mayor, mayores, semen, sexo, vecino
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