Esclavizando a la novia de mi hijo (II)
Historia de como poco a poco he conseguido esclavizar a la novia de mi hijo..
Al día siguiente, como todos los sábados por la mañana, me fui a jugar un rato al pádel. Durante todo el tiempo no me pude concentrar, tan solo podía pensar en la foto y los mensajes que me había enviado el día anterior Nerea.
– Raúl, ¿Qué te pasa macho? no das una hoy, y recuerda que dentro de 2 semanas tenemos la final.
– Tío lo siento, no he pegado ojo en toda la noche.
– Ya ya, tu mujer te ha dejado seco ¿no? jajaja
Cuando terminé el partido me pegué una ducha y tiré para casa. Al llegar al portal me encuentro a Nerea saliendo de casa despidiéndose de mi mujer. Fui a la cocina a beber un poco de agua, y detrás de mi oigo que entra mi mujer.
– Cari ¿Qué tal el partido? te noto que hoy ha sido duro vienes totalmente acalorado.
– Bueno sí, más o menos. Entre el partido y el calor, ya sabes,
– Sí la verdad es que hoy está haciendo un calor de muerte, no sé como lo aguantas.
– Ya sabes Alba, tengo que entrenar que en 2 semanas tengo la final.
– ¿Qué dices Raúl? Ese fin de semana sabes que habíamos quedado con mis amigos del trabajo que nos invitaron a su casa en la playa.
– Alba, sabes que no puedo, que llevo todo el año preparándome para esto. Si quieres podéis ir tu y Alex, pero yo no puedo.
– Pues claro que iremos, faltaría más. Si tu no quieres venir no vengas, pero para la próxima puedes decirlo antes.
Con esto terminó la conversación y se marchó a nuestro cuarto y yo me fui al salón a ver un rato la tele. Allí se encontraba Alex, jugando con el móvil.
– Hola papá, ¿Qué tal el partido?
– Buenas hijo, pues la verdad que bien, muy cansado pero bueno, me queda todo el finde para descansar, que el lunes se me acaban las vacaciones.
– ¿Ya? puf pues vaya.
– Por cierto hijo, ¿Qué hacía Nerea en casa?
– Ah, pues nada me ha dicho que ha acompañado a su madre que tenía que visitar a unos amigos y mientras ella se ha pasado por casa, han sido tan solo 15 minutos.
– Vale, como no nos dijiste que hoy vendría…
– Ya, yo tampoco lo sabía. Por cierto, se que no te hace gracia que entremos en tu despacho, pero Nerea quería ir al baño y se ha confundido, lo siento.
– No pasa nada, mientras no haya tocado nada, no pasa nada.
En ese momento caí y recordé el último mensaje que me dejó:
– «El próximo día te las dejo en casa por todo lo que haces por mi»
Entré en el despacho y de repente vi como el cajón de mi mesa estaba un poco abierto. Lo abrí y efectivamente como pensaba me encontré en él las bragas de Nerea que llevaba el otro día y una nota.
– «Para que se te ponga dura todas las veces que quieras»
Las guardé bien y me fui a pegar una ducha fría para bajar todo el calentón.
Al día siguiente, por la tarde, cuando me levanté de la siesta escuché como llegaba mi hijo con Nerea.
– Me pego una ducha y te acompaño a casa, espérame, no tardo más de 5 minutos.
Cuando entra en el salón me doy cuenta que lleva el mismo vestido que el otro día, e incluso un poco más corto. Viene corriendo y se tira encima del sofá a mi lado.
– ¡Hola!, ¿te gustó el regalo que te dejé ayer? Si quieres aquí tengo otras, toma te las doy en persona.
– ¿Pero que haces Nerea? esto no lo puedes hacer, no ves que me puedes meter en un lio gordo.
– Para gorda tu polla, bien que la noté el otro día cuando montamos en la moto.
– Baja del sofá y vete para el cuarto de Alex, espérale allí.
Pasaron los días y no volví a ver a Nerea aparecer por casa. Este tiempo me sirvió para ir pensando y planeando un plan para dominarla y esclavizarla. Quería que fuera mía y usarla a mi antojo pero dando los pasos correctos, no podía permitir que ella fuera la que dominara la situación. Ya vi como me la pudo haber liado bien gorda con las cosas que hizo. Así pues una tarde le escribí lo siguiente:
– «Buenas Nerea, ¿Qué tal? ya no te veo por casa. Bueno he pensado y si quieres darme otro regalito, pero esta vez en persona, debes de hacer lo que te diga. Si estás de acuerdo me dices, ¿ok?»
– «Buenas, cuanto tiempo, ya pensaba que te habías olvidado de mi y estabas cabreado conmigo. Vale, dime y lo hago»
– «Te comento, es bastante sencillo. Supongo que ya te lo habrá contado Alex, pero el fin de semana que viene se va con mi mujer a casa de unos amigos. Por mi parte me quedo en la ciudad, tengo la final de pádel y no puedo ir. Tienes que hablar con él y enfadarte porque se va un finde y no vas a poder verlo. Todo esto es para que te hagas la cabreada con él y le dices que no te hable, que estás molesta. De este modo te dejará tranquila todo el finde ¿Entiendes?»
– «Eh si, más o menos.»
– «Por otro lado, como te digo el sábado por la mañana tengo la final de pádel, pero terminaré para el medio día. A partir de ahí hasta el domingo por la noche estoy solo en casa. ¿Puedes convencer a tus padres de que pasarás todo el fin de semana fuera?»
– «No lo sé, alguno si me han dejado y he estado en casa de una amiga. Lo intento y te digo.»
– «Vale, cuando sepas todo me escribes.»
– «Ok»
Pasaron unas cuantas horas y a cada momento me ponía más nervioso esperando la respuesta, hasta que llegó:
– «Todo perfecto, me dejan todo el fin de semana y ya he hablado con Alex.»
– «¡Guay Nerea, eres la mejor! Bueno pues atenta, este sábado a las 2 de la tarde aproximado te esperaré en el parking del centro comercial, el que está al lado del polideportivo. Te montas en el coche y entramos por el garaje, así nadie nos puede ver.»
– «Vale, pues quedamos el sábado.»
Llegó el gran día, y no por la final que tenía que jugar, sino porque después me esperaría una tierna nena a la cual iba a esclavizar durante todo el fin de semana y a educarla para que no volviese a cometer los errores que hizo. No podía permitirlo.
– «Nerea ya he terminado el partido, te espero en la planta -2 en la plaza 203»
– «Ok, estoy llegando, tardo un par de minutos»
Aparqué en una zona que estaba solitaria, un poco oscura para que no nos pudieran reconocer. De pronto a lo lejos veo como se acerca una persona. Sin duda era Nerea pero hoy venía que parecía una diosa. Llevaba una falda un poco corta y una camisa, sin duda no llevaba sujetador porque se le marcaban los pezones. Se había maquillado, pintado los labios y los ojos, estaba preciosa.
– Buenas Nerea, entra.
– Hola, ¿Qué tal el partido, has ganado?
– Lo duda, pues claro. Lo celebraremos todo el finde, jejej
– !Enhorabuena!
– Podías darme ahora el premio, ¿no crees?
– ¿Aquí? ¿Ahora? y ¿si nos ven?
– No te preocupes, llevo aquí aparcado 15 minutos y no ha pasado nadie. Hazlo deprisa y listo.
En ese momento empezó a subirse la falda y dejó al descubierto su ropa interior. Esta vez era un tanga negro, de encaje muy bonito . Con bastante nerviosismo y mirando para todos los lados se lo bajó deprisa y me lo dio. Lo cogí y lo olí entero. Con esto y la situación empecé a empalmarme de lo lindo, lo que no pasó desapercibido para ella.
– Se te ha puesto gorda enseguida y parece que más que el otro día, ¿te la puedo tocar?
– No, vámonos ya, móntate y nos vamos para casa.
Cuando llegamos a casa y aparcamos, nos fuimos directamente al ascensor. Cuando se cerraron las puertas Nerea se acercó a mi e intentó tocarme la polla, pero le aparté la mano rápidamente.
– Espérate un par de minutos a que lleguemos a casa.
Entramos y nos dirigimos a mi despacho y yo me senté en mi sillón. Le ordené que se quedara en el centro e hiciera lo que le dijera.
– Comienza a desnudarte, despacio y sin prisa.
Se le notaba que ahora estaba un poco más nerviosa pero empezó a desabrocharse la camisa. Cuando se la quitó por completo pude ver sus preciosos pechos, eran más bonitos que los que me había imaginado. Pequeños, firmes blanquitos y con el pezón rosita. Supongo que por los nervios y el frío que hacía en la habitación debajo del aire acondicionado, se les pusieron de punta. Ahora comenzó a quitarse la falda y eso permitió ver su maravilloso coño. Era chico, sin que se le sobresalieran los labios, con un poco de pelo al rededor. Cuando terminó le indiqué lo siguiente:
– Nerea a partir de ahora tan solo te puedes dirigir a mi como «Amo» o «Señor», nunca más podrás usar mi nombre, en ninguna ocasión. Coge el papel que hay en el escritorio y también el otro regalo que me diste. te metes las bragas en la boca y muestras el cartel.
– Bien hecho, así me gusta que acates mis órdenes. Por cierto, lee el cartel y saluda a las cámaras.
Se quedó helada cuando le dije esto. Leyó el cartel y empezó a balbucear.
– Pe…, pero, pero si estos son los nombres, edad y trabajo de mis padres y mi hermano. Y ¿Cómo que salude a las cámaras? ¿Qué cámaras?
– Correcto, me tenía que proteger. No podía permitir que vuelvas a hacer lo del otro día. Entrar en mi casa y tirarte encima mía, ofrecerme tus bragas y que nos hubieran pillado. Con la información que tengo puedo hacerte y hacerle la vida imposible a ti y a tu familia. Se todo de ellos, hasta el más mínimo detalle. A partir de ahora, tu vida me pertenece,
Continuará…
Necesito la siguiente parte por favoooor
Tercera parte?
Me urge la siguiente parte, esa Nerea me la imagino deliciosa y me pone al mil!