Fantasía Masturbatoria Con Mi Tía
Lo que solía hacer con la ropa interior sucia de mi tía; y lo que yo quería que ocurriera….
La primera parte de este relato es lo que realmente hacía. Me masturbo desde los 8 años, aunque a esa edad, no tenía idea que eso era masturbarse, hacerse la paja, correrse la paja, jalársela, etc. Sólo me tendía boca abajo en la cama de mi tía (de unos 27 años de edad en ese momento), y comenzaba a olerla, con mis manos en el bajo vientre manoseando el área de mi pene. Lo hacía hasta que sentía lo que ahora sé que es un orgasmo. Sin semen, mocos, mecos, engrudo, o como quieran llamarlo. Sólo la sensación.
Luego, descubrí que era más rico si lo hacía de la misma forma, pero con los pantalones y calzoncillos abajo, o sea, manoseando mi verga al desnudo; y que era aún más rico, si lo hacía oliendo su ropa, en lugar de sólo oler la cama. Luego, me daría cuenta que era incluso más placentero si en vez de oler su ropa, olía sus calzones y sostenes sucios que guardaba en otra habitación para lavarlos los Sábados. M tía era profesora rural. Se levantaba a las 06:00 de la mañana de Lunes a Viernes y volvía a su casa cerca de las 10 PM. Imagínense el olor de esa ropa interior.
Hice esto por años, hasta que mi cuerpo comenzó a producir semen. Ya tenía 12 años y me hacía la paja frotándome la verga mientras olía los calzones y sostenes de mi tía. Ella no fue la única víctima. Lo hice con la ropa interior de vecinas, madres, abuelas y tías de amigos.
Un día que sabía que iba a estar solo en esa casa por un largo rato, me desvestí y me metí a su closet. Mi cuerpo desnudo tocó toda su ropa mientras me agarraba la verga y fingía que ella decía: «Eso…restriégame la tula por la cara…mmmm, dale….déjame chupártela….mmmmMGHGGGHHGHHH…aaaaahhhh…así sobrino, córrete la paja mirándome….» Salí del closet con la verga parada y ya escurriendo líquido pre seminal. Me puse unos calzones de ella sucios por supuesto y unas medias. Me miré en el espejo de su habitación y me hice una muy rica paja mientas me miraba e imaginaba que era ella exhibiéndose ante hombres que iban a terminar violándola. Mi acabada fue brutal. Habitualmente, son de dos a tres chorros, pero esta vez fueron cinco. Quedé seco. Hacía esto muy seguido y a veces lo hacía mirando revistas porno que le robaba a un tío. Eran revistas alemanas que mostraban sexo anal con mujeres muy jóvenes y mujeres muy viejas. Yo me hacía la paja mirando a las viejas.
Un día, me desvestí; me puse los calzones, medias y una blusa de mi tía y me puse a mirar las revistas. Luego me puse de espaldas sobre la cama de mi tía e imaginé lo siguiente:
Mi tía entra en su habitación y me grita: «DEGENERADO! COCHINO! ¿Qué estás haciendo con mi ropa sucia? ¿Te pusiste mis calzones y medias? Eres un maricón!!, Pervertido, degenerado, cabro culiao sucio!….Te voy a acusar, pero primero te voy a castigar». Yo intentaba ponerme de pie pero ella me empujaba a la cama, pero Etel era más o menos gruesa, lo que hacía que tuviera ya a sus 32, unas tetas más o menos grandes, un culo grande, pero caído, como si le hubieran dado mucho uso, o al menos, eso quería imaginar; y un par de caderas que hacía que se viera acinturada. Medía cerca de 1,64, cabello hasta los hombros, teñido como pelirrojo y su piel era más bien morena.
«No vas a salir de aquí hasta que me muestres cómo te corres la paja con mi ropa….chiquillo de mierda….ya pues, córrete la paja que quiero verte….¿te da vergüenza? Tápate la cara entonces! Se saca la falda que lleva puesta y me la tira a la cara. Se queda en calzones y se sienta en una silla a un lado de su cama, vistiendo sólo sus calzones blancos, y su blusa. «Ya pues…córrete la paja…cochino…degenerado….eso…así….muéstrame que eres un enfermo pajero…así cabro culiao…huele bien mis calzones…disfruta del olor….» Cuando la oí decir estas cosas, me saqué el vestido que me cubría la cara y la vi de piernas abiertas sentada y con una pierna sobre el velador. Se estaba tocando por encima del calzón. «Ah…¿sólo tú te puedes pajear pendejo cochino? mira…mira como tengo de mojado el calzón…este está más sucio y hediondo que el que estás oliendo ahora…pajéate…quiero ver cómo te saltan los mocos cuando termines…¿Qué miras? ¿No has visto conchas en esas revistas cochinas que miras para pajearte? Aquí hay una de verdad…a escaso metro y medio de ti…está mojada. está muy mojada….muy, muy, mojada….porque le gusta mirar a pendejos degenerados haciéndose la paja ¡sabes por qué? Porque te imaginas que la vas a lamer, que la vas a tocar, pero eso no va a pasar nunca…¿crees que no sé que te vienes a mi pieza a pajearte cuando no estoy? Jajajajajaja….mis estudiantes se hacen la paja a escondidas en la sala de clase cuando uso faldas cortas con blusas transparentes…Se calientan igual que tú…ahora, jálatela….» Su voz se notaba cansada, como lo estaba yo, a punto de acabar.
«Dejas de tocarte…que dejes de tocarte mierda!!!!» Me golpea las manos para que deje de pajearme. Mi verga dura bombea y me pide que la siga frotando. Pero mi tía no me deja. Se saca los calzones y me deja ver su concha peluda. «Mira» me dice mientras se la abre con los dedos, «está muy mojada, porque ya acabó un par de veces.» Se me acercó y me puso la mano en la verga; y con la otra me hizo oler su calzón que estaba muy, extremadamente mojado. «Huele…¿no te gusta el hedor que sale de ahí?» Olía a orina, sudor y a sus jugos; y la verdad es que me tenía loco. Se dio cuenta y ella misma comenzó a jalármela. «Si…mi sobrino es un cerdo cochino que le huele los calzones cagados a su tía…jajajajajajajaja….gueón patético…perdedor de mierda…»
Sin decir nada más, se subió a la cama y se sentó en mi cara. Su concha peluda estaba mojada y hedionda. Comenzó a moverse. «Lame y chupa….LÁMEME LA CONCHA MIERDA!!! USA TU LENGUA!!!!…mmmmmm» . Eso hice. Le agarré el culo y ella se hizo hacia adelante, como un 69, pero no me chupó la verga, sólo se limitó a tocármela y a pasarme la lengua por la ingle. Mi lengua se paseaba desde su concha hasta su culo. Iba y venía. «Pajéate….córrete la paja….» Me ordenaba Etel, mi tía…sentía su cara cerca de mi pichula. Me la escupió un par de veces, con desprecio, con rabia….». Pero o me importaba porque estaba en la gloria lamiendo su culo.
«AAHHHHHH….AAAAAHHHHHH….» Cuatro descargas mocos espesos y calientes salieron de mi verga. Etel dejó de restregar su concha contra mi cara. Se puso de pie, se puso su calzón, me quitó el calzón y las medias que tenía puestas y las otras prendas que le había sacado. Yo no me movía de la cama. Estaba agotado. De repente, se devolvió, se subió a la cama de nuevo, se puso en cuclillas a la altura de mi cara, se corrió el calzón hacia la derecha y me regaló una meada calentita, no muy larga, porque supongo que no quería orinar su cama, pero lo suficientemente larga como para que la tula se me parara y comenzara a pajearme de nuevo. Etel se paró. Mientras se ponía el calzón y la falda me miraba. «Sucio…cerdo degenerado…pajero, perdedor….la róxima semana te voy a castigar haciéndote oler los calzones que voy a usar TODA la semana, y vas a lamerme las axilas en castigo por ser tan sucio, si…me las vas a lamer y no voy a ponerme desodorante en toda la semana, para que estén hediondas y aprendas….»
Con esa nueva fantasía; y sabiendo que eso jamás iba a pasar, me hice otra paja usando sus calzones y oliendo sus sostenes hediondos a sudor, desodorante y perfume que tanto me calentaba.
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