Follada por mi profesor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por PerritaSumisa18.
Caminaba lentamente hacia la puerta del rector mientras la cabeza me daba vueltas. El rector no se caracterizaba precisamente por su buen humor y mucho menos, por invitar a un alumno a su despacho para una "charla amigable". No, todo el mundo sabía que si te llamaba a su despacho, la habías cagado. Pero aun así, saqué fuerzas para llamar a la puerta y, después de su permiso, para abrirla. Tenía un despacho muy agradable, algo bastante irónico. Olía a libros antiguos, cosa que me tranquilizó bastante. Había unas cuantas estanterías llenas de historias rodeando la habitación, salvo por una pequeña puerta situada a la derecha del escritorio.
Me supuse que ese sería su baño. El escritorio estaba relativamente vacío ( tan solo tenía ahí unos cuantos papeles). No había sillas para invitados, lo que me demostró una vez más que los alumnos no éramos bien recibidos allí. Él, en cambio estaba sentado en una cómoda silla de cuero, mirándome fijamente, como si estuviera esperando que yo diera el primer paso. Sentí que me analizaba el cuerpo entero con una mirada… ¿juguetona? No dijo nada, tan solo se levanto y se acerco a mi tan rápidamente que no me dio tiempo a reaccionar. Me había arrinconado contra la pared y me estaba sujetando ambas manos como si temiera que fuese a escaparme. Se acercó a mi cuello y me empezó a besar.
Estaba muy desconcertada en ese momento pero deseaba con toda mi alma que no se detuviese. Me subió las manos hasta arriba para poder sujetármelas con una sola y empezó a sobarme el cuerpo. Me abrió la camisa de un tirón y miro con lujuria a mis pechos. Acto seguido, puso su cara entre ellos y empezó a lamerlos lentamente (cabe decir que yo no llevaba sujetador). Me los apretaba y mordía de una forma que provocaba un dolor placentero. Empecé a gemir lentamente mientras notaba como una mano se abría paso entre mi falda y mis braguitas. Me avergonzó mucho estar tan mojada, pero cuando llegó a tocar mi clítoris con sus dedos, solo me soltó una pícara sonrisa. Entonces me besó. Fue el mejor beso que me habían dado nunca.
Y mientras me restregaba la lengua por la boca, empezó a meter dedos suave pero firmemente en mi coño. Yo quería gemir. Necesitaba gemir y volver a respirar pero él no me dejaba. "Recuerda que esto es un castigo" dijo susurrando en mi oreja cuando hubo terminado de besarme. Me dio la vuelta con rapidez y me dejó con las tetas salidas y la cara apoyada en la pared. Se alejó unos pasos de mi pero solo un instante porque no quería dejar que me secara. Bajó mis manos y me las puso detrás de la espalda. Noté como me ataba las muñecas para dejarme indefensa y, de pronto, el miedo me invadió. Noté como me manoseaba el culo, como me subía la falda y paseaba su mamo por mi entrepierna. Me arrancó las bragas de golpe y me dio un fuerte azote. No puedo creer que estuviera tan caliente en ese momento.
Siguió azotándome un rato mientras yo gritaba con cada golpe. Tan rápido como había empezado, me agarró del pelo, me dio la vuelta y me puso de rodillas, todavía con las manos atadas. "Te toca" dijo él. Abrí la boca sabiendo lo que venía y empecé a chupar. Comencé lamiendo su glande como si fuera una niña que come una piruleta. Fui bajando sin metérmelo el la boca (solo chupando) hasta llegar a sus testículos, que si comí. Me turnando entre sus dos bolas mientras oía como gemía el rector. Volví al principio para empezar a tragar de verdad. Entonces empecé a meterme su miembro en la boca. Jugueteaba con él y me lo tragaba hasta la garganta. Pero el rector se harto de tanto juego.
Me cogió la boca, me agarró del pelo y empezó a follarme la boca fuertemente mientras me provocaba arcadas. Siguió metiendola hasta que finalmente se corrió dentro mi, y me obligó a tragarme todo. Me miró a los ojos de una forma burlona mientras me ayudaba a levantarme. Del pelo, me llevó hasta el escritorio, donde me tiró bruscamente sobre la mesa dejándome en un ángulo de 90 grados. Tenia el culo en pompa y la cabeza apoyada sobre unas hojas. Noté su mano paseándose por mis jugos y sentí como me metía un dedo en el culo.Intente protestar pero solo conseguí que me azotara. Siguió metiendo y sacando el dedo varias veces, y azotándome otras. Cuando sintió que estaba suficientemente dilatada, metió la punta de su miembro.
Iba despacio, parecía caso que no quería hacerme daño (como si los azotes hubieran sido suaves) pero cuando ya hubo metido la mitad, metió el resto fuertemente. Solté un grito mezcla del dolor y el placer que sentía en aquel momento. Cada vez iba más rápido y yo estaba a punto de llegar al clímax. Me agarró de la cintura para darme mejor y, después de varias metidas más, se corrió dentro de mi. Me desató las manos y se vistió muy rápidamente. Se dirigió a la puerta del baño y dijo "cuando salga, no quiero verte aquí" y desapareció a través de la puerta. Me dejó allí, tirada, llena de semen y sudor, jadeando. Con dificultad me vestí, me até de nuevo el uniforme y me arreglé el pelo. Pero, antes de salir del despacho, juré que volvería dentro de poco.
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