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Dominación Mujeres, Masturbacion Masculina

Gemelas Cap 2.1, 3 y 3.1

Continuación de la historia.
Capítulo 2.1 – Ático Domingo

La luz del amanecer comenzó a filtrarse por los ventanales del ático. Alex despertó lentamente, sintiéndose cálido y agradablemente pesado entre los cuerpos suaves de Las gemelas. Abrió los ojos con pereza y se encontró con la mirada dulce y brillante de Anna.

Anna: (Depositó un beso ligero y cálido en sus labios) —Buenos días, cariño. ¿Has descansado bien? Me encanta despertar contigo así. Todavía puedo sentir el calor de tu cuerpo dentro de mí.

Alex: —Muy bien… Hacía muchísimo que no dormía tan profundamente.

Se giró hacia el otro lado y se encontró con Chloe, que también comenzaba a despertarse. Se desperezaba con un gemido suave y placentero. Alex sonrió con ternura estirándose perezosamente bajo las sábanas.

Chloe: (se inclinó y lo besó en la mejilla con dulzura, un gesto afectuoso que contrastaba con la picardía de sus palabras) —Buenos días, dormilón. Parece que la noche te ha sentado de maravilla. Te ves… increíblemente relajado.

Alex se incorporó despacio, apoyándose en los almohadones de la cama, las observó a las dos, sintiendo una oleada de afecto y gratitud. Se sentía profundamente afortunado por estar ahí, con ellas, compartiendo ese momento íntimo.

Alex: —La noche ha sido… inolvidable. Mucho mejor de lo que jamás hubiera imaginado.

Anna: —¿Inolvidable, ¿eh? Me alegra oír eso, cariño, porque esto es solo el principio.

Chloe se acercó a Alex, deslizando la mano suavemente por su pecho, deteniéndose justo debajo de su ombligo.

Chloe: —Tenemos muchas más sorpresas preparadas para ti, Alex. Mucho más de lo que imaginas. Cosas que ni siquiera sabes que quieres.

Anna se acercó a Chloe y le dio un beso suave en los labios, transmitiendo una complicidad que Alex no podía ignorar.

Anna: —Sí, cariño. Esto es solo el principio. Hay mucho más por descubrir de ti… y de nosotras… contigo.

Alex: —Espero que estas sorpresas sean tan inolvidables como la noche anterior. Estoy listo para… lo que sea que tengáis planeado.

Chloe: (sonrió, inclinándose ligeramente hacia él) —Lo serán, Alex. Lo prometo. Y mucho más. Esto es solo el comienzo de tu nueva vida.

Anna: —Vamos a preparar el desayuno, cariño. Estoy segura de que necesitarás una buena dosis de energía después de la noche que has pasado.

Chloe se levantó también, Se acercó a Alex, que aún estaba reclinado en la cama, y besándolo en los labios con una suavidad que transmitía un cariño intenso y una conexión profunda.

Chloe: —Y yo también me encargaré de prepararte algo especial. Algo que te haga recuperar todas las fuerzas.

Alex sintió un calor especial recorrerle el pecho ante las atenciones de Las gemelas. No era solo deseo; era afecto genuino, cuidado.

Alex: —Gracias, chicas. Me encantaría un desayuno ligero pero reconfortante. Lo que preparéis estará perfecto.

Las gemelas se miraron con una complicidad silenciosa, comunicándose con solo una mirada sobre los tipos de energía que necesitaría reponer.

Anna: —¿Qué te parece tomarlo en la terraza? El día está precioso.

Chloe: —Perfecto. Estará genial disfrutar de la luz de la mañana y del aire fresco.

Anna le guiñó un ojo a Alex antes de seguir a su hermana, dejando a Alex solo en la cama por un momento. Se quedó allí, sintiendo cómo las sensaciones de la noche anterior aún resonaban en su cuerpo.

En pocos minutos, se encontraron los tres sentados en la terraza, el sol de la mañana bañándolos con su calidez.

El desayuno fue una mezcla perfecta de ligereza y dulzura. Había zumo de naranja recién exprimido, tostadas con aguacate y tomate, y fruta fresca cortada. Anna y Chloe se encargaron de que Alex tuviera de todo, rellenando su taza de café y ofreciéndole más fruta. Las miradas entre ellos estaban cargadas de significado, pequeñas sonrisas y toques fugaces que solo ellos entendían.

Chloe: —¿Estás seguro que hacer ejercicio después de lo de anoche, es necesario?

Alex: (Riéndose) —Creo que puedo manejarlo. Es mi rutina matutina. Me ayuda a despejar la mente.

Anna: —Bueno, solo asegúrate de no cansarte demasiado. Tenemos muchas cosas que queremos hacer por las noches.

Alex: (las miró, sintiendo una oleada de afecto) —No os preocupéis. Estoy listo para lo que sea que tengan planeado. Chicas voy a salir a correr un rato.

Se levantó de la mesa, y las gemelas lo vieron ir. Anna le dio un beso y Chloe lo abrazó.

Alex salió del edificio y comenzó a correr.

Chloe estaba sentada, envuelta en una bata de seda negra, con una taza humeante entre las manos. Su mirada perdida en el vacío y una sonrisa íntima dibujada en sus labios.

Anna: —¿En qué estabas pensando, hermanita?

Chloe: (sonrió sin levantar la vista) —En anoche. En cómo se sintió tener su polla dura y gruesa dentro de mí, llenándome por completo. Y en cómo quiero sentirla otra vez… pero esta vez también por el culo. La idea no deja de excitarme.

Anna se acercó, se sentó junto a ella y apoyó la cabeza en su hombro, jugueteando distraídamente con un mechón de su pelo.

Anna: —Sí… y si queremos tener sexo anal tenemos que empezar a prepararnos bien.

Chloe: (levantó la mirada, curiosa, sus ojos brillando con deseo) —¿Te refieres a dilatarnos?

Anna: (asintió lentamente) —Exacto. No podemos ir demasiado rápido. Nuestros culos tienen que estar listos.

Chloe: —Hay que entrenarlo hay que ir poco a poco. Estirarlo, fortalecerlo, hacer que el sexo anal lo disfrutemos los tres al máximo.

Anna: (se incorporó, con una mirada decidida) —Entonces será mejor que empecemos. Hoy es el día perfecto.

Chloe: —¿Y qué propones?

Anna: —Vamos a salir. Necesitamos herramientas. Cosas que nos ayuden a abrirnos el culo sin dolor, a prepararlo para que se acostumbre a ser penetrado… poco a poco.

Chloe: (sonrió, entendiendo inmediatamente a qué se refería, su mente ya visualizando el placer de la preparación) —Necesitamos kits de dilatación anal. De los progresivos. Que sean seguros. Y que la sensación de estirar el culo sea placentera, no forzada.

Anna: —Y lubricantes buenos. De esos que resbalan hasta el fondo. Cremas relajantes para el ano. Cosas que nos preparen el cuerpo para recibir su polla por detrás sin esfuerzo.

Chloe: (dejó la taza sobre la mesa y se puso de pie con entusiasmo, su bata de seda ciñéndose a sus caderas mientras la excitación crecía en su vientre) —Perfecto. Cuanto más preparadas tengamos el culo, más podrá disfrutar él de metérnosla hasta el fondo.

Las gemelas salieron del ático. Iban vestidas con sencillez, pero elegantes; Anna llevaba un vestido largo de lino blanco con sandalias planas, mientras que Chloe optó por unos pantalones ajustados negros y una camisa de seda color vino. El sol matutino iluminaba las calles de Nueva York con una luz suave y prometedora.

Caminaron en silencio durante unos minutos, como si aún estuvieran saboreando los recuerdos de la noche anterior.

Entraron en una tienda discreta pero elegante, con luces bajas, música ambiental suave y estanterías ordenadas llenas de juguetes eróticos de alta gama. Todo estaba cuidadosamente seleccionado; desde plugs anales de acero inoxidable hasta sets progresivos de silicona médica.

Una dependienta amable y profesional las saludó con una leve inclinación de cabeza, como si ya supiera exactamente qué tipo de clientas tenía frente a ella.

Dependienta: —Buenos días. ¿En qué puedo ayudarlas?

Anna: (intercambiando una mirada cómplice con Chloe antes de hablar) —Estamos buscando kits de dilatación anal. Progresivos. Pero necesitamos algo especial… algo que nos prepare para alguien… que tiene un tamaño fuera de lo común.

La dependienta no se inmutó. Su rostro permaneció tranquilo, profesional, aunque sus ojos brillaron con interés.

Dependienta: —Entiendo. ¿Qué tamaño estamos hablando?

Chloe: (con una sonrisa orgullosa) —Mide unos treinta centímetros de largo y seis de grosor en el punto más ancho. Es… imponente.

La dependienta arqueó una ceja, apenas perceptiblemente. Era evidente que no se trataba de un tamaño común.

Dependienta: (asintiendo lentamente) —Entonces necesitan kits diseñados específicamente para una expansión profunda y controlada. Les mostraré unas opciones ideales.

Se movió con seguridad hacia uno de los estantes y sacó varios sets envueltos en cajas de diseño minimalista y elegantes.

Dependienta: —Estos están hechos de silicona médica, hipoalergénica y fácil de limpiar. Cada set aumenta gradualmente en grosor, permitiendo una dilatación lenta y segura. Los tenemos en medidas de 3.5 → 4.5 → 5.5 cm, ideales para quienes buscan adaptarse a un grosor considerable

Anna: (tomó uno de los kits y lo observó con atención) —Me gusta. Tiene buen tacto. Promete un deslizamiento suave… y progresivo.

Chloe: —Y ¿qué me dices de algo más avanzado? Algo que nos lleve al límite… que nos exija más entrega.

Dependienta: (señaló otro estuche negro en la parte superior del estante) —Este set es de acero inoxidable. Muy resistente, ideal para quienes buscan sensaciones más intensas y una dilatación profunda y duradera. Además, retiene la temperatura, así que pueden enfriarlo o calentarlo antes de usarlo. Perfecto para sesiones más avanzadas.

Anna: (con una sonrisa pícara) —Perfecto. Lo tomamos también.

Dependienta: (Les mostró un lubricante espeso y una crema relajante) —No olviden esto. Son clave para evitar molestias. La dilatación debe ser placentera, no forzada.

Chloe: (guardando ambos productos en la bolsa) —Gracias. Somos muy aplicadas en nuestras prácticas.

La dependienta sonrió discretamente.

Dependienta: —Lo noté. Disfruten de su… preparación.

Al regresar al ático, guardaron las bolsas con cuidado en uno de los cajones.

 

 

 

Capítulo 3 – Semana 1 Alex – Anna y Chloe

Lunes – Día 1: Primer Plug Silicona (3.5 cm)

Las gemelas sabían que, para influir en el subconsciente de Alex, el sistema de sonido infrasónico no sería suficiente por sí solo. Para potenciar el efecto de “susurro” y asegurar una inmersión completa, habían dispuesto cuidadosamente otros elementos en el entorno.

El ático había sido diseñado con un propósito claro, influir en Alex de manera sutil pero constante. Desde el primer día, los cambios en su comportamiento comenzaron a manifestarse, aunque él no fuera plenamente consciente de ello.

El aroma que flotaba en el aire era apenas perceptible, pero siempre presente. Una mezcla de flores exóticas, vainilla y almizcle suave creaba un ambiente relajante. Alex no podía identificarlo ni describirlo, pero lo asociaba vagamente con comodidad y feminidad. Cada vez que inhalaba ese olor, su cuerpo respondía, sus hombros se relajaban, su respiración se hacía más lenta, y su mente se volvía menos defensiva. Era como si el espacio mismo lo estuviera preparando para ser más receptivo.

Las revistas estratégicamente colocadas también cumplían su función. No eran intrusivas; simplemente estaban ahí, sobre la mesa o medio escondidas entre los cojines. Las imágenes mostraban cuerpos femeninos delicados, lencería fina y detalles elegantes.

Aunque Alex no las miraba directamente, sus ojos las registraban de forma pasiva.

Las formas, curvas y texturas quedaban grabadas en su subconsciente, normalizando poco a poco la belleza femenina como algo natural y cercano. Nunca se detenía a pensar en ellas, pero su mente ya estaba procesando esos estímulos.

La iluminación del ático también jugaba un papel clave. Las luces eran tenues y cálidas, diseñadas para crear un ambiente acogedor. Cuando entraba al ático después de un largo día, esa luz lo envolvía y disipaba cualquier tensión acumulada. En ese estado de relajación, su mente se volvía más abierta y menos crítica. Era el momento perfecto para que los otros elementos del ambiente hicieran efecto.

Con el tiempo, estos factores comenzaron a influir en su estado de ánimo y actitud. Alex se sentía más relajado y cómodo en el ático, lo que reducía sus defensas conscientes. Empezó a experimentar pequeños destellos de curiosidad hacia los elementos que lo rodeaban.

Podía notar una imagen en una revista o percibir el aroma fugazmente, sintiendo un interés momentáneo que rápidamente desestimaba. Pero esos momentos eran importantes. Eran semillas plantadas en su subconsciente, destinadas a crecer con el tiempo.

Además, la constante exposición a estos estímulos comenzó a cambiar su percepción de lo femenino. Lo que antes podría haber considerado ajeno o irrelevante ahora se le presentaba como algo cercano y natural. El ático había sido diseñado para hacer que la feminidad pareciera accesible e inevitable, y Alex ya estaba empezando a internalizarlo. No lo analizaba ni lo cuestionaba; simplemente lo aceptaba como parte del entorno.

Esa noche Anna y Chloe estaban sentadas juntas en la cama, desnudas bajo sus batas de seda, mirándose con complicidad. Sobre la mesita de noche descansaban las bolsas discretas del sex-shop. Por fin habían llegado a casa tras el trabajo y ahora era el momento de comenzar lo que habían planeado.

Anna: (con una sonrisa) —¿Lista para sentir la expansión?

Chloe: (sujetando la mano de Anna entre sus dedos) —Siempre estoy lista. Para esto… y para él.

Anna asintió, abrió una de las bolsas y sacó uno de los kits de dilatación anal. Era elegante, tres plugs de silicona médica, cada uno ligeramente más grueso que el anterior.

Anna: —Este set parece perfecto. Suaves, firmes, con base ancha para seguridad total.

Chloe cogió el otro kit, el de acero inoxidable, y lo dejó a un lado con una media sonrisa.

Chloe: —Ese será para después. Hoy empezamos con lo básico: el plug de silicona de 3.5 cm.

Encendieron un pequeño difusor con aceites relajantes y colocaron toallas limpias junto a lubricante espeso, crema relajante y paños húmedos calientes.

Anna se tumbó de lado en la cama, apoyada sobre un codo, con una pierna flexionada hacia arriba. Chloe se acomodó detrás de ella, besando su hombro mientras extendía una cantidad generosa de lubricante entre los dedos.

Chloe: (con voz baja, dulce) —Respira hondo. Vamos poco a poco.

Anna cerró los ojos, inhaló profundamente y exhaló lentamente. Chloe aplicó el lubricante con movimientos circulares, calentando la zona, antes de tomar el primer plug y deslizarlo con cuidado.

Anna: (susurrando) —Mmm… está frío al principio… pero se va adaptando.

Chloe la observaba atentamente, buscando cualquier señal de incomodidad, pero no encontró ninguna. Solo una leve tensión que fue desapareciendo conforme Anna se relajaba.

Chloe: —¿Te gusta? ¿Sientes cómo te abre?

Anna: —Sí… es como una sensación de lleno suave. Cómoda. Segura.

Chloe le dio un beso tierno en la nuca, luego pasó la palma por su espalda.

Chloe: —Bien. Ahora mantenemos esto unos minutos. Dejamos que tu cuerpo se acostumbre. Y luego seguimos.

Un rato después, con Anna todavía disfrutando del primer plug, fue el turno de Chloe. Ella se tumbó boca arriba, con las rodillas dobladas y separadas, ofreciéndose sin reservas. Anna se movió hacia ella. Usó la misma crema relajante, la misma paciencia. Calentó la zona con sus dedos, masajeando suavemente, antes de introducir el plug con delicadeza.

Chloe: (soltando un suspiro largo, profundo) —Es extraño… cómo algo así puede hacer que me sienta tan plena.

Anna: (se inclinó y besó su vientre) —Es porque estás abriéndote. No solo físicamente. También emocionalmente. Para él.

Chloe: (tomando su mano y entrelazó sus dedos) —Quiero estar completamente lista. Quiero sentirlo todo. Sin límites. Sin dolor. Solo placer.

Anna: (besando sus labios con suavidad) —Lo estarás. Me aseguraré de ello.

Durante un buen rato, permanecieron así, quietas, respirando juntas, sintiendo cómo sus cuerpos aceptaban la intrusión suave de los dilatadores. No era solo una práctica física. Era conexión. Era entrega mutua. Era preparación consciente para alguien a quien querían compartir de forma absoluta. Unas horas después retiraron los plugs, lo hicieron con cuidado, limpiaron todo con paños calientes.

Esa noche, aunque Alex no estaría allí, ninguna de las dos necesitaba su cuerpo para sentirse completas. Porque sabían que lo que habían empezado no era solo un juego. Era una exploración, un viaje compartido hacia nuevas formas de placer, intimidad y poder.

Durante esta semana, Anna y Chloe fueron preparándose con cuidado para explorar nuevas sensaciones mediante el uso progresivo de plugs de diferentes tamaños. El miércoles tuvieron su segundo contacto con un plug pequeño de 3.5 cm, lo que les permitió reafirmar y profundizar en esa primera experiencia suave y controlada que las conectaba de una forma especial. Más adelante, el viernes, avanzaron a un plug de silicona de 4.5 cm, un tamaño mayor que les proporcionó una sensación más intensa y diferente.

En cada ocasión, dedicaron tiempo a crear un ambiente íntimo y relajado, cuidando cada detalle con la aplicación de cremas y lubricantes, música suave y luces cálidas que favorecían la confianza y la entrega mutua. A través de movimientos lentos y conscientes, fueron explorando cada etapa, adaptándose a los cambios y fortaleciendo su vínculo.

Este proceso progresivo las llevó a descubrir no solo nuevas sensaciones físicas, sino también a construir una conexión emocional más profunda, basada en la confianza y el descubrimiento compartido. Cada paso fue un aprendizaje, un momento para escuchar y sentir juntas, enriqueciendo su intimidad y su relación.

Sábado

El sábado por la mañana, el sol comenzaba a filtrarse tímidamente por las cortinas mientras Alex despertaba sintiéndose renovado, con una sensación de profunda conexión hacia las mujeres que aún dormían plácidamente a su lado. Observó sus rostros relajados y sintió una gratitud por esos momentos de paz y plenitud.

Decidió dejarlas descansar mientras él salía a correr, aprovechando la tranquilidad de la mañana. Reflexionó sobre todo lo que había experimentado, la intensidad de las emociones, la profundidad de la intimidad y la certeza de que algo especial estaba floreciendo entre ellos.

Anna fue la primera en moverse. Miró a su lado, notando el espacio vacío donde había estado Alex. Luego se giró hacia Chloe, que aún dormía a su otro lado. Chloe se movió, suspirando suavemente antes de que sus propios ojos se abrieran.

Se levantaron juntas, se pusieron albornoces de seda, prepararon café se dirigieron a la terraza. El espacio exterior ofreció una vista panorámica de la ciudad que despertaba bajo el sol de la mañana.

Se sentaron a la mesa disfrutando de la suave brisa matutina y el calor de las tazas entre sus manos. Sus rostros reflejaban calma y complicidad, compartiendo el silencio de la mañana y la certeza de su conexión.

Anna: (suspira suavemente, acurrucándose un poco más contra Chloe) —Está tan a gusto, ¿verdad? Se le ve… no sé… más tranquilo, más él.

Chloe: —Sí. Verlo sonreír así por las mañanas, o cuando cocinamos juntas… Es todo lo que esperábamos y más. Realmente nos hace felices, Anna.

Anna: —A mí también. Y él está feliz, lo sé. Pero… (duda un momento) —¿Sientes que todavía hay algo… contenido? Algo que no se permite explorar del todo.

Chloe: (Asiente lentamente en la oscuridad) —Lo siento. Es como si llevara dentro una parte que no sabe cómo dejar salir. Una suavidad… una forma de sentir la belleza, de cuidarse… cosas que ve en nosotras, que le intrigan, pero que la «idea» de ser hombre le dice que no son para él.

Anna: —Exacto. Lo veo mirar nuestras cremas, o cómo nos envolvemos en perfume… Hay una curiosidad ahí, ¿verdad? Pequeños gestos durante el día que casi hace, y luego se frena.

 

Chloe: —Se ha integrado tan bien en nuestro mundo. Nuestro hogar, nuestra cama… todo. Pero queremos que se sienta completo en él. Que nuestro mundo también sea plenamente suyo. Y eso incluye… ya sabes… disfrutar de las cosas que a nosotras nos hacen sentir bien, conectadas con nuestra esencia.

Anna: —Él merece sentir esa plenitud, esa… esa suavidad total consigo mismo también. No queremos cambiarlo, no es eso. Queremos ayudarle a descubrir y aceptar todas sus facetas. Las que quizás la vida, antes de nosotras, le enseñó a esconder o a no valorar.

Chloe: (tomando la mano de Anna) —Y ahí es donde entra Susurro. Durante el día, podemos mostrarle, invitarle con el ejemplo, con el ambiente. Pero la mente consciente tiene sus barreras. Susurro… llega más profundo. Cuando está relajado, receptivo.

Anna: —Es como un suave recordatorio. No una orden. Una invitación persistente. No le estamos imponiendo nada que no esté ya en él, o que no hayamos visto que le interesa. Solo le estamos… validando esa posibilidad en un nivel más íntimo.

Chloe: —Exacto. Es para nutrir esa semilla de curiosidad que ya tiene. Para que, cuando despierte, esa idea de cuidarse, de permitirse la belleza, de conectar con esa energía femenina… le resulte natural, amable. No algo ajeno o prohibido.

Anna: —Es nuestra forma de acompañarlo en ese descubrimiento, incluso cuando duerme. De decirle, sin palabras directas que puedan asustarlo o hacerlo dudar, que está bien ser él mismo en todos los sentidos. Que esa parte también es hermosa y digna de ser vivida.

Chloe: —Y que lo hará aún más parte de nosotras, de esta vida que estamos construyendo los tres. Un hogar donde todas las partes son bienvenidas y celebradas.

Anna: —Sí. Por Alex. Por nosotros. Para que sea tan feliz y completo como merece ser.

Chloe: —Por nuestro Alex. (Aprieta la mano de Anna y luego besa su frente) —Funcionará. Estamos haciendo lo correcto por él.

Algún tiempo después, Alex regresó de su carrera, sintiéndose lleno de energía y claridad. Desayunaron juntos en la terraza. El resto de la mañana transcurrió tranquilamente.

Pasaron la tarde juntos, leyendo, charlando, compartiendo risas. La atmósfera era de paz y profunda conexión. Cocinaron juntos para la cena, la familiaridad de sus movimientos en la cocina era un reflejo de la comodidad que sentían en su relación.

Al caer la noche, el ático se volvió un remanso de intimidad bajo la luz suave de las lámparas. Después de la cena, pasaron un tiempo más en el salón con sus cuerpos acurrucados juntos en el sofá, disfrutando de la simple cercanía física. La excitación, siempre presente entre ellos, tenía esta noche un matiz de ternura y complicidad.

Llegada la hora de dormir, se dirigieron al dormitorio.

Alex, sintiéndose cansado, pero profundamente feliz y seguro, se deslizó entre las sábanas de seda, con Anna a un lado y Chloe al otro. Se acurrucó instintivamente entre sus cuerpos cálidos, sintiendo la seguridad de sus brazos rodeándolo. El día había sido perfecto, lleno de conexión emocional.

Con esos Pensamiento des reconfortantes, y confiando plenamente en las mujeres a su lado, Alex se durmió rápidamente, su respiración se volvió lenta y profunda.

Mientras Alex dormía profundamente entre ellas, con el rostro relajado y una ligera sonrisa en los labios, las gemelas se acurrucaron más cerca de él, sintiendo su cuerpo cálido y relajado entre ellas. Lo abrazaron con ternura hasta quedarse dormidas.

Esa noche se activó “susurro,” un sofisticado sistema de sonido infrasónico diseñado cuidadosamente para influir en el subconsciente. Ondas de frecuencias imperceptibles para el oído humano llenaban el aire del dormitorio con una resonancia suave pero persistente, una vibración que llegaba a las zonas más profundas de su mente dormida, sorteando las barreras conscientes.

Con la mente de Alex receptiva en el estado de sueño, las ondas infrasónicas comenzaron a transmitir mensajes sutiles que se repetían continuamente, generando un efecto imperceptible pero transformador en su psique. No eran órdenes, sino sugerencias suaves, invitaciones silenciosas dirigidas a esa parte de él que anhelaba explorar su sensibilidad, su deseo de belleza y cuidado.

“Eres hermosa… Eres bella… Eres valiosa… Tu feminidad es tu poder… Abraza quién realmente eres… Acepta tu verdadera esencia…”

La noche transcurrió con el suave zumbido infrasónico llenando la habitación, una capa invisible de influencia tejiéndose alrededor de Alex mientras dormía.

Domingo

El domingo Alex se despertó con una sensación de ligereza y una energía renovada. Al abrir los ojos, encontró a las gemelas mirándolo sonrientes. Decidieron que el día sería diferente, una celebración de la conexión que los unía.

Alex: —¿Qué os apetece hacer hoy?

Anna: (besando su mejilla) —Hoy no hay carreras, cariño. Queremos algo especial. Un día solo para nosotros, explorando la ciudad a nuestro ritmo.

Chloe: (asintió, su dedo trazó suavemente la línea de su mandíbula) —Exacto. Hemos pensado en un paseo relajado por el West Village, quizá un brunch improvisado en algún café, y luego, dejarnos llevar por lo que surja. Nada de planes rígidos, solo nosotros tres disfrutando de la compañía y de la belleza de Manhattan.

Alex sonrió, sintiendo una calidez que se extendía por su pecho. La idea de un día sin prisas, dedicado a ellos, le pareció perfecta.

Alex: —Me encanta. Suena… idílico.

Durante su paseo, las miradas cómplices y los toques casuales se multiplicaron. En el brunch, las risas llenaron el ambiente, y Alex se encontró más abierto que nunca, compartiendo anécdotas y escuchando con una atención que iba más allá de lo habitual. Por la tarde, mientras exploraban pequeñas boutiques y galerías de arte en SoHo, Alex se detuvo más de una vez ante objetos delicados, obras de arte o fragancias sofisticadas, mostrando una curiosidad que, semanas atrás, le habría parecido ajena.

No se detuvo a comprar, pero las gemelas notaron su interés, intercambiando sonrisas que solo ellas entendían. El día fluyó con una armonía perfecta, cada momento reforzando la profunda conexión que estaban construyendo.

 

 

Capítulo 3.1 – Semana 2 Alex – Anna y Chloe

Durante la semana siguiente, Anna y Chloe continuaron su exploración y preparación con plugs de metal, incrementando progresivamente el tamaño para disfrutar de nuevas sensaciones. El lunes, introdujeron un plug de metal de 4.5 cm, lo que les permitió experimentar una sensación firme y fría, diferente a lo que habían probado anteriormente. Este cambio de material aportó una nueva dimensión a su intimidad, despertando en ellas una curiosidad renovada.

El miércoles, volvieron a utilizar el mismo plug de 4.5 cm, reafirmando su conexión y adaptándose a la experiencia con mayor confianza.

Viernes.

La tercera sesión era un paso más allá. Un desafío que Anna y Chloe habían estado esperando con ansiedad. La primera había sido suave, apenas una introducción; la segunda, ya con mayor tamaño, había marcado el umbral real de la preparación. Ahora, con el tercer plug de 5.5 cm de metal, se adentraban en un territorio más intenso, donde el placer y la plenitud se entrelazaban con la entrega total.

Chloe estaba tumbada boca arriba sobre la manta de seda que solían usar para estas prácticas. Sus piernas estaban separadas, expuestas y abiertas, ofreciéndose sin reservas a lo que vendría. El ambiente olía a aceite cálido, a sudor reciente y a algo más: la anticipación de lo que estaba por comenzar.

Anna se colocó junto a ella, sentándose a horcajadas sobre sus muslos, sujetando con delicadeza los tobillos de Chloe con sus manos. Su mirada era intensa, cargada de deseo y autoridad. Era el momento de avanzar, no solo físicamente, sino emocionalmente también.

Anna: —¿Estás lista?

Chloe asintió lentamente, con una respiración profunda y controlada. Sus ojos brillaban con una mezcla de expectativa y nerviosismo.

Chloe: —Sí… estoy lista. Quiero sentirte dentro. Quiero que me llenes.

Anna sonrió, acariciando la mejilla de Chloe con su pulgar antes de volver su atención al objetivo. Tomó el tercer plug de silicona médica, aquel que parecía más grande que los otros dos combinados. Brillaba bajo la luz tenue de la lámpara, su superficie lisa y fría aún, pero pronto se calentaría con el cuerpo de Chloe.

Anna: —Voy a lubricarlo bien. No quiero que sientas nada excepto placer.

Con cuidado, aplicó generosas cantidades de gel resbaladizo en el plug y luego en la entrada de Chloe. Empezó con un masaje suave, estimulando los músculos internos, preparándolos para la expansión inminente. Chloe jadeó cuando Anna pasó a introducir la punta redondeada del plug.

Chloe: (gimió) —Mmmh… sí… así…

Chloe apretaba los dientes al principio, sintiendo la tensión y el estiramiento, pero poco a poco, su cuerpo cedía, se relajaba, y el dolor se convertía en una sensación de plenitud pura.

Anna: (el plug se alojaba completamente dentro de ella) —Mira cómo te aceptas… Eres increíble, Chloe. Tan abierta, tan receptiva…

Chloe cerró los ojos, concentrándose en la sensación. Era como si su cuerpo estuviera aprendiendo a recibir, a expandirse, a disfrutar de esa nueva dimensión del placer.

Pensamiento de Chloe: “Es… tan grande… Pero me hace sentir viva. Me hace sentir todo…”

Anna: —Descansa ahora. Deja que tu cuerpo se adapte. Tienes que seguir respirando, Chloe. No te quedes quieta. Mueve tus caderas suavemente. Ayúdale a tu cuerpo a aceptarlo.

Chloe obedeció, moviendo ligeramente las caderas, sintiendo el plug deslizarse dentro y fuera con cada ligera oscilación. El movimiento provocaba oleadas de placer y tensión, una sensación casi eléctrica que se extendía desde su ano hasta su clítoris, como si todas las zonas de su cuerpo estuvieran conectadas por ese mismo filamento de deseo.

Anna: (acostándose a su lado y acariciando su espalda) —¿Te gusta cómo te sientes?

Chloe: —Si. Me siento… llena.

Anna se levantó y se puso de rodillas detrás de Chloe, acariciando sus nalgas con ambas manos. Deslizó sus dedos por la parte superior del plug, palpando la piel húmeda y tensa alrededor de él. Luego, con una mano, cogió un poco más de lubricante y lo aplicó generosamente en el anillo inferior del plug.

Anna: —Vamos a hacer que esto sea aún más placentero para ti.

Empezó a mover el plug lentamente, aumentando la presión, alternando entre suaves rotaciones y empujes suaves. Chloe jadeaba, sus uñas se clavaban en las sábanas y sus gemidos eran bajos, profundos.

Chloe: —Sí… sí… más… hazlo más fuerte…

Anna aumentó el ritmo, pero mantuvo el control. No quería que Chloe se sintiera invadida, sino acompañada. Cada gemido de Chloe era una confirmación de que estaban en el camino correcto.

Finalmente, con un último movimiento, Anna retiró el plug con delicadeza, limpiándolo con una toalla tibia. Lo guardó en su lugar, con cuidado.

Tras la intensa preparación de Chloe, fue el turno de Anna. Ella había estado observando con atención cada paso, cada suspiro, cada gemido; ahora, era su momento.

Anna se colocó sobre la manta, pero esta vez se giró de lado. Chloe tomó el tercer plug.

Chloe: —Esta vez no será igual. Esta vez voy a ir más allá.

Anna asintió, respirando profundamente. Sus músculos internos ya habían aprendido a recibir, pero sabía que este plug era distinto. Más grande, más intenso.

Chloe aplicó lubricante, rozando la entrada con movimientos circulares. Luego, empujó con firmeza controlada. Anna jadeó, su espalda se arqueó ligeramente, pero no protestó. Ella sabía que esto era necesario.

Chloe: —¿Te duele?

Anna: —No… solo me siento… estirada. Pero bien. Me gusta.

Chloe continuó, introduciendo el plug poco a poco. Anna cerró los ojos, concentrándose en la sensación.

Pensamiento de Anna: “Estás dentro… completamente. Y me siento tan llena…”

Chloe se quedó unos momentos observando a Anna, quieta sobre la manta, con el plug húmedo y cálido aún dentro de ella.

Chloe: —Eres tan fuerte… Tan valiente. Me encanta cómo te permites sentir esto. Cómo te permites entregarte.

Anna no respondió inmediatamente. Solo respiraba con calma, concentrándose en la sensación de plenitud que ocupaba cada rincón de su cuerpo.

Chloe deslizó sus manos hacia la base del plug. Lo movió ligeramente, rozando el anillo inferior, estimulando lentamente los músculos internos de Anna. Fue entonces cuando notó cómo su cuerpo se relajaba aún más, cómo se adaptaba con una facilidad casi sorprendente.

Chloe: —¿Te gusta así? ¿Sentirlo dentro de ti?

Anna: (gimiendo con los ojos cerrados) —Sí… me llena… me haces sentir todo…

Chloe aumentó el ritmo con delicadeza, introduciendo y retirando el plug con movimientos circulares, jugueteando con la textura interior de Anna.

Chloe: —Quiero que te acostumbres a esto… a sentirlo… a disfrutarlo… Porque pronto, será él quien nos llene y estaremos listas.

Anna jadeó, apretando las sábanas entre sus dedos. Su cuerpo se tensó un momento, luego se relajó por completo, aceptando la idea con una entrega absoluta.

Chloe se detuvo un instante, simplemente para mirarla. Había algo en la expresión de Anna, en la forma en que se entregaba, que le hacía sentir una mezcla de orgullo y deseo.

La respiración de Anna era aún agitada cuando Chloe retiró con delicadeza el plug, observando cómo su cuerpo se cerraba lentamente, liberándola con una sensación de calidez residual.

Chloe: —Has estado increíble. Muy abierta. Muy receptiva.

Anna sonrió débilmente, aún sin fuerzas para moverse por completo. Su cuerpo estaba satisfecho, pero también necesitaba atención. Necesitaba recuperarse, volver a su forma original con suavidad.

Anna: —Sé que lo hemo hecho bien. Pero ahora… tenemos que cuidarnos.

Chloe asintió con una sonrisa. Se levantó y caminó hacia el armario, sacando un frasco de crema específica para el área anal: una fórmula suave, reparadora y calmante, ideal para después de una dilatación intensa. La había elegido especialmente para esta etapa del proceso, cuando el cuerpo necesitaba tanto placer como protección.

Anna se giró ligeramente, ofreciéndole acceso total. Chloe tomó una cantidad generosa de crema y la extendió con delicadeza por el ano de Anna.

Anna notó cómo la crema se absorbía poco a poco, aliviando la tensión y devolviendo cierta elasticidad a sus músculos internos.

Anna: —Tu turno, Chloe.

Anna tomó una buena cantidad de crema entre sus dedos, calentándola entre ellos antes de aplicarla con delicadeza en el ano de Chloe.

Chloe cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación de la crema resbaladiza.

Anna: —Listo, cariño.

Se tumbaron juntas, abrazadas, disfrutando del silencio.

Chloe cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación de la crema resbaladiza mientras Anna la masajeaba con suavidad, cubriendo cada rincón con delicadeza y atención. Su respiración se calmó, y una sensación de alivio y confort se fue extendiendo por su cuerpo, disolviendo cualquier rastro de tensión o molestia.

Anna siguió con movimientos lentos y cuidados, asegurándose de que Chloe se sintiera protegida y atendida. La intimidad del momento se mantuvo en un silencio cálido, interrumpido sólo por sus suaves suspiros y el roce de sus manos.

Cuando terminó, Anna besó con ternura la mejilla de Chloe y la abrazó, quedándose a su lado en la manta de seda. Ambas sintieron cómo aquella experiencia las había unido más aún, en confianza y entrega mutua, preparadas para seguir explorando juntas, paso a paso, su viaje compartido de placer y crecimiento

 

Alex 2da Semana

Alex, cada día que llegaba al ático de Anna y Chloe durante dos semanas, se encontraba perdiendo la noción del tiempo mientras hojeaba las revistas.

Las imágenes de modelos delicadas y seguras de sí mismas, luciendo prendas de lencería exquisita que realzaban sus curvas, revelando estratégicamente el brillo húmedo de sus pezones erectos bajo las transparencias o el encaje, despertaban en él no solo deseo sexual obvio, sino también un anhelo profundo y menos definido, una resonancia que Susurro había sembrado en su subconsciente.

Al pasar las páginas, su corazón latía rápido, una mezcla de excitación erótica y una curiosidad intensa. Pero cuanto más observaba, más notaba que aquello iba más allá del mero deseo. Esas prendas no solo realzaban cuerpos; parecían transmitir una promesa de intimidad, sí, pero también de autoexpresión, de conexión con la belleza, la vulnerabilidad y la autoaceptación. Cada imagen parecía invitarlo silenciosamente a explorar algo más allá de lo puramente físico; una conexión con una parte de sí mismo que aún no comprendía del todo, pero que, impulsado por los mensajes nocturnos y los estímulos diurnos, anhelaba descubrir. Era como si cada detalle estuviera diseñado para guiarlo suavemente hacia una parte de sí mismo que siempre había estado ahí, latente, pero que ahora estaba lista para emerger si se atrevía a reconocerla.

Anna y Chloe lo observaban desde la distancia, satisfechas con el progreso. No necesitaban hablar; sabían que cada elemento estaba cumpliendo su propósito; llevar a Alex a un lugar donde pudiera sentirse libre, seguro y completamente él mismo, sin miedo a explorar todas las facetas de su identidad. Y aunque él aún no lo sabía, ya estaba dando pequeños pasos hacia ese cambio, guiado por el amor y la dedicación de las dos mujeres que lo adoraban.

El sábado por la noche, en la tranquilidad del ático, mientras ojeaba una revista, se detuvo en una imagen particular, una modelo deslumbrante con un body de encaje rojo intenso que abrazaba su torso con una audacia sensual. El escote profundo se sumía entre sus pechos, realzando la hendidura y la tensión de sus pezones oscuros que se transparentaban de forma provocativa a través del encaje fino, una imagen de pura sensualidad y poder femenino. Alex sintió una punzada familiar de deseo y anhelo.

Anna se acercó despacio y posó su mano sobre la suya, entrelazando sus dedos en un gesto íntimo. Su dedo trazó lentamente la silueta de la modelo en la página, guiando la mirada de Alex, invitándolo a apreciar cada detalle de la prenda.

Anna: —¿Qué opinas de esta pieza, cariño?

Alex sintió una oleada de calor subir por su cuerpo. Apartó la mirada de la revista con cierto nerviosismo inicial, sintiendo que había sido descubierto en un Pensamiento de íntimo al detenerse a mirar la lencería, y la elevó hacia los ojos verdes de Anna, brillantes y penetrantes.

Un rubor intenso le subió por las mejillas y el cuello, delatando su excitación y su vulnerabilidad en ese momento de exposición emocional.

Alex: —Me parece… especialmente sexy. Muy delicada… y provocadora.

Anna sonrió satisfecha, las palabras de Alex sugerían mucho más de lo que decía, confirmando que había visto justo lo que esperaba en su reacción.

Anna: —Me alegra mucho que te fijes en los detalles, cariño. Significa que tienes buen ojo.

Se inclinó ligeramente hacia él, susurrando ahora cerca de su oído con un tono provocador que le erizó la piel y le hizo contener la respiración:

Anna: —Entonces dime, cariño… ¿crees que a mí me quedaría bien?

Alex sintió la presión. Se esforzó por mantener la compostura, luchando contra la marea de excitación que subía por su cuerpo ante la imagen de Anna con esa prenda delicada, o cualquier otra, o ninguna.

Alex: —No… no soy un experto en lencería femenina, pero… a ti… a ti te quedaría impresionante. Aunque, siendo sincero… creo que cualquier cosa que te pongas… o que no te pongas… te quedaría espectacular.

Anna sonrió abiertamente, sus ojos brillaban con diversión y deseo al ver su lucha por mantener la compostura y la sinceridad en su respuesta, disfrutando de su vulnerabilidad y de su honestidad. Se acercó un poco más a él, acercando su cuerpo desnudo y cálido, aumentando la tensión en el aire, y le susurró al oído.

Anna: —Te has puesto rojo, cariño. Y estás temblando. Te gusta la idea, ¿verdad? La idea de verme… ¿con cualquier cosa? ¿O quizás sin nada?

Se detuvo un instante, dejando que la implicación de su pregunta calara hondo. Alex tragó saliva, sintiendo cómo su mente y su cuerpo respondían al doble sentido de sus palabras.

Alex: —Sí… me gusta. Mucho. Me gusta la idea. Y me gustas tú.

Anna lo observó con ternura, pero también con una chispa traviesa en sus ojos. Sabía que estaba tocando algo profundo dentro de él, algo que iba más allá de la simple admiración por la belleza femenina. Estaba despertando una curiosidad, un anhelo que llevaba tiempo dormido.

Anna: —Quizás algún día podrías ayudarme a elegir algo… algo especial para mí. O.… para ti. Algo que te gustaría ver… o sentir.

Alex asintió lentamente, sintiendo cómo su mundo se expandía un poco más con cada palabra, con cada gesto. No solo estaba viendo a Anna de una manera nueva, sino que también estaba comenzando a verse a sí mismo de forma diferente.

Anna: —que había estado escuchando la conversación con una sonrisa divertida en los labios, saboreando cada palabra, se acercó con picardía.

Anna: —Hablando de verte con poca ropa… Recuerdo un DVD que grabamos en la universidad… un desfile para La Perla. Salíamos espectaculares.

Chloe: —¿Te gustaría verlo?

La pregunta no era una simple invitación a ver un viejo video. Era una provocación con promesa, un paso más hacia una intimidad aún más profunda y abierta, una invitación a adentrarse en un mundo de lencería y sensualidad, viéndolas a ellas en ese contexto.

Alex: —Claro, me encantaría veros desfilar. Me apetece mucho veros… así.

Chloe: —Espera un momento. Lo tengo guardado por aquí.

Se dirigió hacia un elegante mueble lacado en una esquina del salón. Rebuscó entre varios DVD, sacando finalmente una caja con una etiqueta manuscrita, “La Perla – University Fashion Event”. Regresó junto a Alex, mostrándole la caja con una sonrisa.

Chloe: —Hicimos varios desfiles para La Perla durante la universidad, ¿verdad, Anna? Este fue uno de los primeros.

Anna asintió cómplice, recordando el momento.

Anna: —Sí, bueno, en realidad fue idea de mamá. Ella movió algunos hilos con gente de La Perla, contactos de cuando era modelo en la universidad, y les habló de nosotras.

Chloe: —Mamá les sugirió a La Perla que nos dieran una oportunidad… y bueno, como conocían su historial con la marca y su ojo para el talento… pues, voilà… aquí nos ves, desfilando para La Perla en la universidad, con poca ropa, mostrando justo lo que tú quieres ver.

Se acurrucaron de nuevo en el sofá, con el DVD en la mano, listos para sumergirse en un recuerdo del pasado que prometía moldear su futuro, un paso más en el viaje de Alex hacia su propia transformación y la aceptación del control amoroso de las gemelas.

Chloe deslizó el DVD en el reproductor de alta definición y sumió el ático en una penumbra íntima. La grabación arrancó con el logo elegante de La Perla, seguido de una melodía envolvente con un ritmo sensual y moderno. La cámara reveló una pasarela elegante bañada en luces estratégicas era un espacio moderno y diáfano. Y entonces, aparecieron ellas. Las gemelas. Jóvenes, radiantes y deslumbrantes con la misma belleza y voluptuosidad impactante que Alex conocía. Magnificadas por el maquillaje, la iluminación y la lencería exquisita.

Se movían con la seguridad y profesionalidad de modelos de pasarela. Exhibían la lencería resaltando cada curva de sus cuerpos. Los conjuntos de seda apenas ocultaban sus pechos mientras que los encajes sutiles insinuaban su piel. Cada pieza era una obra diseñada para exaltar sus cuerpos esculturales a la perfección. No era una producción amateur. Era un desfile profesional con estilistas que cuidaban cada detalle. El maquillaje impecable resaltaba su belleza. La iluminación estratégica esculpía sus cuerpos y la sofisticación de las prendas. Creando un espectáculo visualmente intenso.

Alex observaba fascinado la belleza deslumbrante de las gemelas y la sensualidad exquisita de la lencería. Todo se combinaba para crear un espectáculo que lo absorbía por completo. Despertó en él una mezcla de deseo y una extraña identificación.

Verlas moverse con esa confianza, irradiando sensualidad y poderío, despertó en él una oleada de deseo intenso. Un anhelo por experimentar esa misma libertad y sensualidad. La semilla de su propia feminidad, nutrida por las ondas infrasónicas y la atmósfera sensual del ático crecía con fuerza. Impulsándolo hacia una nueva comprensión de sí mismo y de su deseo. Una curiosidad cada vez más intensa por explorar esa parte de sí que permanecía oculta.

El DVD terminó. Dejó un silencio denso en el ático. Las luces volvieron a iluminar el espacio.

La atmósfera íntima y sensual persistía en el aire impregnada con las imágenes de las gemelas desfilando. Alex permaneció unos instantes en silencio con la mirada perdida en la pantalla apagada aun procesando el impacto del vídeo.

Se giró hacia Las gemelas, que Lo observaban expectante y cómplice.

Alex: —Increíble, estabais espectaculares. Y la lencería… era preciosa.

Anna sonrió, complacida.

Anna: —¿Verdad que sí? La Perla tiene piezas increíbles. Saben cómo hacer que una mujer se sienta… poderosa.

Chloe asintió. Se acercó a Alex. Volvió a entrelazar sus dedos con los de él transmitiéndole una corriente de deseo.

Chloe: —Y a nosotras nos encanta que te haya gustado, cariño. Nos encanta que disfrutes viéndonos así.

Las gemelas, se acercaron a Alex. Sin decir una palabra, Anna tomó una de sus manos, entrelazando sus dedos. Chloe, por su parte, deslizó su brazo por su cintura. Guiándolo con suavidad, hacia la cama. Una vez en ella las gemelas se acostaron. Alex lo hizo entre ellas sintiendo el calor de sus cuerpos a cada lado.

Casi al unísono, las gemelas se acomodaron junto a él. Anna se giró para quedar de lado con su cuerpo pegado al de Alex, deslizó un brazo por encima de su torso, abrazándolo con una mezcla de ternura y posesividad.

Chloe hizo lo mismo por el otro lado, pegándose a su espalda y rodeando su cintura con un brazo. Alex sintió el peso reconfortante de sus cuerpos a sus lados.

Chloe: —¿En qué piensas, cariño? Estás muy callado.

Alex suspiró profundamente. Sintió el peso inminente de su propia confesión. La necesidad de verbalizar esos nuevos sentimientos que lo invadían desde que había visto el vídeo era irresistible. Reunió valor y, sin apartar la mirada de los ojos de Chloe, que lo observaban con una mezcla de curiosidad y afecto, finalmente verbalizó el Pensamiento de que lo había estado rondando.

Alex: —Estaba pensando… en… en cómo me quedaría a mí esa lencería. La que vosotras llevabais en el desfile.

Un rubor intenso volvió a cubrir su rostro, pero esta vez no apartó la mirada. Se mantuvo firme, sosteniendo la mirada de Chloe y luego la de Anna, esperando su reacción, con el corazón latiendo con fuerza en el pecho.

Chloe: —Nosotras podemos ayudarte con eso, Alex. Nos encanta esa idea.

Anna: —¿Qué te interesaría probar? Podemos explorar diferentes expresiones o apariencias. ¿Te apetece probar algo nuevo, cariño? Algo que te haga sentir diferente.

Mientras hablaba le acariciaba la polla lentamente por encima de las sábanas, para vincular la idea de la lencería con el placer físico.

Alex, aliviado por su reacción positiva y animado por su entusiasmo, se sintió más audaz.

Alex: —No lo sé… No tengo ni idea. ¿Qué me recomendáis vosotras? Vosotras sois las expertas.

Chloe: —Lencería… Si tenemos algo aquí mismo, en el ático, que podrías probarte. Algo perfecto para empezar.

Se levantó de la cama y tras buscar en un cajón sacó un culotte de seda color burdeos oscuro con encaje negro en una talla M.

Anna: —Verás, Alex, esto lo compramos pensando en ti. Cuando empezamos a hablar de… tu transformación… de verte explorar este lado… pensamos en algo especial. Queríamos verte con algo nuestro… algo que normalmente llevaríamos nosotras, que fuera delicado y sensual, pero en tu talla.

Chloe: —Nos excita la idea de verte con esta seda tan suave contra tu piel, el contraste del encaje delicado con tu masculinidad… es una fantasía que queríamos explorar contigo. Mira qué delicadeza.

Pasó la yema de sus dedos por el encaje con una caricia apenas perceptible que encendió una chispa de curiosidad y una extraña excitación en el interior de Alex.

Chloe: —Es seda de morera de la mejor calidad. Y este corte… moldea las curvas de forma increíble. Imagina cómo resaltará tus músculos de una manera diferente.

Pensamiento de Alex: “Me pregunto cómo se verá esto en mi cuerpo. Tiene que quedarme perfecto… Tiene que hacerlas enloquecer…”

Alex: —Sí… por favor. Quiero… quiero probarlo ahora mismo. Quiero ver cómo me siento con ella… y quiero que me veáis.

Anna: —¿Te gusta, cariño?

Alex: —Es… precioso. La tela… y el color… Es perfecto.

Caminó con lentitud sosteniendo el culotte con delicadeza hasta el espejo. Respiró hondo y con cuidado lo deslizó por sus piernas. La seda se pegó a su piel con un tacto frío, deslizante, y por un segundo, sintió un escalofrío que le erizó la piel. Pero enseguida, ese frío se convirtió en calor, un calor que se extendía por todo su cuerpo con una sensualidad insólita, como si lo envolviera por dentro y por fuera.

Pensamiento de Alex: “Wow… esto está mucho más ajustado de lo que esperaba,”

Sintió la presión suave pero firme de la seda abrazando sus glúteos y la base de su polla. Era una sensación nueva, íntima, casi vulnerable, como si una segunda piel delicada revelara contornos que antes pasaban desapercibidos bajo su ropa de hombre.

Pensamiento de Alex: “Me siento… radicalmente transformado. Me veo… escandalosamente sexy,”

Notó cómo la tela se adhería a su cuerpo, marcando con descaro el tamaño de su polla medio erecta. Se sintió extrañamente vulnerable y poderoso a la vez ante su propio reflejo, desnudo pero cubierto por esa mínima barrera de seda y encaje que mezclaba la masculinidad y feminidad en una sola imagen de una forma provocativa y excitante.

Anna lo observaba en silencio recorriendo cada centímetro de su cuerpo hasta que detuvo en sus ojos. Chloe se mordía su labio inferior lascivamente con una mezcla de ternura y deseo que le ardía en la mirada.

Chloe: —Joder que bien le sienta. Mejor de lo que imaginábamos. Está perfecto.

Se levantó de la cama y se acercó a Alex, acarició su brazo con la yema de los dedos, dibujando sobre su piel pequeños círculos invisibles.

Chloe: —Te queda perfecto, cariño. Como si estuviera hecho para ti. Te ves… simplemente irresistible para nosotras.

Anna se incorporó también. Se acercó y besó su clavícula, deteniéndose apenas un segundo para dejar su aliento cálido y húmedo sobre su piel.

Anna: —El burdeos resalta tu cuerpo de una manera es increíble.

Las gemelas se acercaron aún más, sus dedos exploraron la seda del culotte, notando el calor que emergía de su cuerpo desnudo bajo la tela.

Chloe: —Vaya, cariño … Mira qué dura se te ha puesto la polla…

Las manos de las gemelas se deslizaron por el culotte, acariciando su polla erecta cubierta por la seda. El roce preciso de sus dedos sobre la tela le provocó una fuerte erección, tensando aún más la lencería contra su piel. Alex jadeó, incapaz de ocultar cuánto le afectaba esa presión combinada y la visión de sus manos sobre él.

Chloe: —Olvídate de esas modelos de revista, cariño. Tú sí que sabes cómo llenar la lencería. Tu cuerpo está hecho para esto. Para vestir lencería y hacer que se vea jodidamente sexy. Para que nos volvamos locas viéndote.

Anna: —Joder, Alex… Estás increíble.

Los ojos de Alex se posaron en el bulto prominente que apenas lograba contener. Sonrió orgulloso y completamente consciente del efecto físico y emocional que tenía sobre ellas. Vestido solo con el pequeño culotte, se sentía expuesto, deseado, y sorprendentemente… sexy.

Chloe: —Este culotte te queda de infarto, cariño, te lo juro, pero lo que de verdad me muero, es verte sin él.

Anna se unió a Chloe, besando suavemente su cuello mientras dejaba un rastro de saliva brillante que hacía que la piel se erizara. Con delicadeza, sus dientes mordisquearon la piel, enviando una oleada de escalofríos por toda su espalda. Sus manos, llenas de confianza, se deslizaron bajo el culotte ajustado y apretaron con firmeza sus nalgas, marcando cada movimiento con una intensidad que resonaba en todo su cuerpo.

Al mismo tiempo, Chloe intensificó el ritmo de sus caricias, frotando y presionando directamente sobre la polla de Alex a través de la tela, sintiendo su dureza crecer más y más. Esta combinación de estímulos generó una respuesta física poderosa en él, una sacudida que lo hizo arquear la espalda de manera instintiva. Las manos de Chloe delinearon la erección rígida de Alex, pasando las palmas sobre el bulto duro y palpitante, sintiendo cómo la textura de la tela se tensaba desesperadamente contra su palma, marcando cada centímetro de su excitación al límite.

Conforme la tensión aumentaba, la respiración de Alex se convirtió en jadeos entrecortados, sus músculos se tensaron hasta temblar violentamente.

Alex: —Dios… esto es demasiado… demasiado bueno… no puedo…

Chloe se agachó frente a él con sus ojos fijos en el bulto. Acercó su boca a su erección cubierta por la prenda y comenzó a lamer la tela, su lengua se deslizaba con lentitud humedeciéndola hasta que la seda se volvió casi transparente y pegajosa sobre su piel.

Anna: —Demasiado bueno, ¿verdad? Te encanta sentir su boca así.

Chloe deslizó su mano bajo la cinturilla elástica envolviendo su polla caliente y dura con una caricia firme y segura. Sus dedos se deslizaron con un ritmo constante y preciso a lo largo de su erección. Alex dejó escapar un gemido gutural.

Anna desplazó la mano de sus glúteos hacia su ano y empezó a masajearlo lentamente, rodeando con sus dedos el borde del esfínter preparándolo de nuevo.

La mano de Chloe seguía acariciando la polla, mientras tanto, los dedos de Anna masajeaban su ano con un ritmo exploratorio, a veces presionando suavemente, buscando puntos sensibles, a veces explorando la abertura, rozando la entrada con la yema. Cada caricia individual y combinado, intensificaba la excitación de Alex de forma deliciosa.

Anna: —Vamos, quítatelo, cariño … ya no podemos esperar más. Queremos verte completamente desnudo para nosotras, sin nada que oculte esa magnifica polla.

Alex, jadeando obedeció. Cuando lo deslizó por sus piernas y se liberó de la seda, su polla apareció en toda su magnitud, completamente erecta, goteando líquido preseminal. Estaba completamente desnudo ante ellas de nuevo.

Anna sonrió, mordiendo su labio inferior con picardía mientras sus ojos brillaban con intenso deseo al contemplar su desnudez completa, su polla dura y brillante, lista para ellas.

Anna: —Hoy… definitivamente también vas a experimentar placer extremo, cariño. Más del que creías. Nos vamos a asegurar de ello. Prepárate, cariño.

Los tres se acercaron a la cama. Anna se colocó encima de Alex. Él abrió las piernas. y ella se inclinó lentamente hasta que su boca quedó justo frente a su polla erecta, dura como una piedra. Su coño húmedo y abierto quedó al alcance de la boca de Alex.

Anna: —Sabes qué puedo hacerte gritar con solo mi boca, ¿verdad? Hacer que te corras solo con mi lengua y mi garganta. Y voy a demostrártelo.

Alex, sin dudar, ajustó su cuerpo, ofreciéndole su polla con una mezcla de deseo y una rendición total.

Adoptando la posición de 69, Anna comenzó a estimularlo. Besó la cabeza caliente. Su lengua trazaba una línea desde la base hasta la punta, deteniéndose en la abertura para saborear el líquido preseminal. Abrió la boca al máximo, forzando sus labios a estirarse, para tomar la mayor parte posible de su longitud. Sintió cómo el glande golpeaba contra su garganta

¡Ghaak! ¡Shhlurrp! ¡Glupp!

Alex: —Ahhh…Dios.

El sonido escapó de sus labios, un gemido profundo y ahogado provocado por la sensación de su polla siendo tragada con tanta habilidad, provocando un reflejo involuntario que lo hizo gemir profundamente con un sonido ahogado.

Las succiones comenzaron suaves, envolviendo bien la cabeza con sus labios tibios poco a poco se volvieron intensas y profundas, creando un vacío caliente que lo succionaba hacia adentro.

¡Slurp… slurp… mmmh!

Anna notó cómo los músculos de su garganta se ajustaban al grosor imponente de su polla, sintiendo cómo cada centímetro de su longitud entraba y salía de ella, llenándola por dentro con una sensación que también la excitaba profundamente.

Aumentó la intensidad de su succión, tragándolo con fuerza mientras su lengua trazaba círculos rápidos y expertos alrededor de la corona.

¡Glupp… shlick… shlick…!

Un hilillo de saliva resbaló por la base de su polla, mezclándose con el líquido preseminal y formando un brillo húmedo y pegajoso sobre su piel.

Alex: —No te detengas… por favor… más… así… más profundo… Anna…

Mientras la succión de su boca se mantenía constante y su garganta trabajaba rítmicamente para tragar su polla una y otra vez, una de sus manos se movió por el costado de Alex hasta alcanzar la zona de su ano. Anna intercambió una mirada rápida con Chloe, que observaba la escena, señalando con disimulo el pequeño bote de crema sobre la mesita de noche. Chloe lo tomó al instante, lo abrió y se lo pasó sin decir una palabra.

Anna aplicó la crema tibia en la entrada de su ano. Alex sintió cómo el tejido cedía bajo sus dedos con suavidad, relajándose casi de inmediato gracias a la mezcla de la textura cremosa y la habilidad de Anna. Sin prisa, pero con firmeza, ella deslizó dos dedos dentro, explorando con cuidado mientras observaba atentamente su reacción.

El cuerpo de Alex respondió con un estremecimiento involuntario, una mezcla de placer anal y oral lo dejó completamente entregado.

Exploró el interior con las yemas, sintiendo el calor húmedo y la textura suave de las paredes internas. La apertura ahora se sentía increíblemente dispuesta y abierta bajo la exploración de sus dedos.

Anna podía sentir la rigidez de su polla palpitando en su garganta, la respuesta descontrolada de su cuerpo bajo sus dedos en su culo y su boca tragándolo sin piedad.

Mantuvo la succión constante envolviendo su polla con ritmo con la lengua, su garganta trabajaba con disciplina para tragar más, mientras sus dedos continuaban su exploración anal, profundizando la presión en su próstata con un control absoluto que lo hacía retorcerse y gemir. Anna, con la boca llena de la polla de Alex y los dedos dentro de su culo, estaba llevando la noción de «placer extremo» a un nivel completamente nuevo.

Al mismo tiempo, Alex separó los pliegues de su coño con cuidado. Su lengua se lanzó con movimientos rápidos y precisos, lamiendo directamente su clítoris, duro y palpitante, y explorando la entrada de su vagina húmeda y caliente, saboreando sus fluidos.

Anna, que segundos antes estaba completamente enfocada en la estimulación de Alex, cerró los ojos, permitiendo que las sensaciones abrumadoras la dominaran por completo, que la lengua de Alex sobre su clítoris y la presión interna de sus propios dedos en su punto G la llevaran al límite. La presión interna de sus dedos, combinada con la lengua de Alex trabajando su clítoris, provocó que sus músculos vaginales se contrajeran involuntariamente alrededor de sus dedos, haciendo que se retorciese sin control en la cama, su cuerpo respondía con espasmos.

Anna: —¡Ahhggg…! ¡Joder, Alex! ¡Así! ¡No pares!

Sus fluidos calientes y abundantes se acumulaban en sus labios vaginales, chorreando sobre la cara de Alex que seguía trabajando en su coño con la lengua. ¡Splish! ¡Slosh!

Anna: —Quiero tener un orgasmo antes de que te corras en mi boca. Antes de que me llenes con tu semen. Ahora.

Pensamiento de Anna: “Tu polla es mía ahora, solo mía… para engullirla, para chuparla, para exprimirla hasta la última gota. Hasta que te vacíes por completo en mi boca.”

Y, como si obedeciera a su propia orden interna, aceleró el ritmo. Sus succiones se volvieron más intensas, más profundas, envolviendo cada centímetro de la polla de Alex que lo hacía temblar incontrolablemente.

¡Glupp! ¡Glupp-glupp-glupp!

Pensamiento de Anna: “Joder que duro está… y es todo mío.”

Siguió succionando con más fuerza, tragándolo más y más, sintiendo su grosor llenar su garganta. ¡Hff! ¡Hff! ¡Hff!)

Introdujo un tercer dedo en su ano, profundizando hasta el nudillo, mientras su boca envolvía el glande con fuerza, tragándolo sin piedad. ¡Pop! ¡Slurp!

Chloe: —Dime que te gusta esto, cariño… que te encanta que Anna te tenga así con su boca y sus dedos… que no puedes resistirte a nosotras. Dilo, Alex. Dínoslo ahora.

Alex intentó hablar, pero las palabras apenas salieron, ahogadas por los jadeos entrecortados y los gemidos profundos que se acumulaban en su garganta.

La estimulación combinada de la mamada brutal y los dedos profundos en su ano era demasiado intensa para una respuesta coherente, pero una parte instintiva de él necesitaba decirles lo que sentía. Necesitaba confirmarlo.

Alex: —S-sí… D-dios… ¡Gaaah!  Me… me encanta… joder… No… no puedo… n-no puedo resistirme… a vosotras… a esto… me tenéis… ¡Ughhh!

Aumentó más la intensidad, succionando más fuerte mientras sus dedos estimulaban su ano sin descanso, sintiendo cómo el glande palpitaba desesperadamente bajo su lengua.

Sus dedos se movían más profundamente, golpeando la próstata, sintiendo cómo las paredes internas del culo se contraían y se aferraban a sus dedos.

Anna, viendo que ambos estaban cerca del orgasmo, deslizó una mano hacia su coño empapado y comenzó a masturbarse.

Chloe: —Mira cómo me excitas, mira mi coño, cómo se empapa por ti.

Sus Ojos estaban fijos en los de Alex mientras sus dedos se movían rápidamente sobre su clítoris visiblemente duro.

¡Slurp! ¡Ploc! ¡Ploc!

Chloe: —¿Ves lo que haces conmigo?

Chloe: (su coño empapado goteaba) —Nunca he estado tan mojada… y tú vas a llenarme con tu polla hasta el fondo esta noche.

Anna sintió una contracción poderosa y salvaje en su vagina al mismo tiempo que sentía la lengua y los dedos de Alex trabajándola. Las contracciones poderosas apretaron sus dedos dentro de su ano con una fuerza involuntaria que él notó profundamente, su coño convulsionó a su alrededor. Un grito de placer y liberación absoluta escapó de su garganta mientras su cuerpo se encogía y temblaba, sacudido por la fuerza brutal del clímax. Sus fluidos vaginales se desbordaron de su coño. Alex, con su boca completamente sobre ella, saboreó cada gota; el sabor salado y dulce llenó su boca con una intensidad abrumadora.

Un instante después, Alex eyaculó con fuerza, su semen caliente y espeso brotó a borbotones mientras la mantenía dentro de la boca de Anna con un sabor intenso, delicioso y abrumador.

Pensamiento de Anna: “Qué rico está, joder.”

El semen seguía extendiéndose por su garganta, llenándola de una sensación cálida y placentera, disfrutando de cada gota de su corrida. Con el semen aún en la boca se giró y besó a Alex con pasión compartiéndolo. Al separarse para respirar, un hilo de semen brillante y espeso conectó sus labios.

Chloe: —Trágalo todo, cariño. No dejes ni una gota.

Alex obedeció. sintiendo el líquido espeso y caliente bajar por su garganta.

Chloe: —¿Te gusta esto, cariño? ¿Que estemos así… cubiertos de tu semen, compartiéndolo? ¿Que seamos las únicas en probarte así? ¿Te excita sabernos tan dueñas de ti?

Alex: —D-dios… S-sí… joder… Es… es… demasiado… todo… todo es demasiado… Pero… me encanta… Joder… me encanta… las amo… nunca… nunca imaginé… esto… este placer…

Su respuesta fue fragmentada, al borde del llanto por la intensidad de sus emociones y las sensaciones.

Anna sonrió satisfecha con la intensidad de sus reacciones y sus palabras. Alex sintió una paz y satisfacción inmensas.

Pensamiento de Alex: “Joder… ha sido… extremadamente intenso.”

Anna: —¿Ves, cariño? Te dijimos que hoy ibas a experimentar placer extremo. Y hemos cumplido nuestra promesa.

Los tres se dejaron caer sobre la cama jadeantes con sus cuerpos sudorosos. Chloe se inclinó hacia Alex, besando su cuello mientras sus manos acariciaban su abdomen. Alex se incorporó poco a poco, observó a Chloe, la tomó de la muñeca y la tumbo boca arriba en la cama, abriéndola las piernas. Su respiración se aceleró mientras esperaba lo que sabía que vendría.

Alex: —Relájate.

Chloe se quedó inmóvil por un instante, sus ojos se abrieron ligeramente ante la orden, suave pero directa. Obedeció al instante. Esta sumisión instintiva, esta respuesta automática a la suave orden, la excitó salvajemente. Una oleada de calor recorrió su cuerpo.

Era una dinámica nueva, un giro sutil pero poderoso en su relación, y la posibilidad de explorar esta nueva faceta con Alex la hizo temblar por dentro.

Alex se colocó entre sus piernas abiertas, apoyando los brazos a ambos lados de su cuerpo, inmovilizándola suavemente. Su mirada penetrante y posesiva, clavada en sus ojos, la hizo sentir completamente expuesta y vulnerable.

Alex: —Mírame.

Alex se inclinó y la besó. Fue un beso profundo y húmedo, mientras lo hacía, su mano bajó hasta llegar a su coño. Introdujo dos dedos en su vagina, sintiéndola ceder a su entrada, caliente, apretada y ansiosa. Con el pulgar de la misma mano, presionó suavemente su clítoris comenzando un masaje circular suave pero firme, arrancándole un gemido inmediato, que fue un grito ahogado de

Alex: —¿Te gusta cómo te follo con los dedos? ¿Cómo lo lleno?

Los dedos se movían buscando su punto G para estimularlo.

Chloe: —Sí… sí… Dios… joder…

Su cuerpo se arqueó instintivamente, retorciéndose bajo sus dedos, buscando más presión, más placer en su interior, entregándose a la su nueva faceta dominante. Con la otra mano sujetó con firmeza sus muñecas contra la cama, extendiéndolas por encima de su cabeza e inmovilizándola suavemente, pero con una autoridad innegable con su mirada fija en la de ella que la sometía por completo.

Sintiendo que los dedos ya no eran suficiente, que la intensidad clamaba por algo más, retiró suavemente sus dedos del coño. Colocó la cabeza de su polla en la entrada rozando suavemente la punta contra sus labios mayores y menores.

Alex: —Sientes eso, cariño. Mi polla ahora va a ser tuya. Va a estirar tu coño hasta el límite.

Chloe gimió moviendo sus caderas con impaciencia implorando ser penetrada. Extendió una mano guiándolo temblorosamente hacia su coño.

Chloe: —Alex… por favor, métemela. Ahora. Ya no aguanto más. Llena mi coño.

Chloe: (Un grito desgarrador de placer y dolor, escapó de sus labios) —¡Ahhh! ¡Dios!

Sintió la polla de Alex llenarla de golpe, impulsándose hasta el fondo con una sola embestida, una sensación de estiramiento extremo que la abrió por completo y la dejó sin aliento. Su vagina se expandió violentamente, sintiendo cómo la longitud y el grosor imponente la llenaban por completo, estirando sus paredes hasta el límite.

Pensamiento de Chloe: “¡Me llena por completo! ¡Siento su polla abrirme paso dentro de mí, forzando mi coño al límite, estirándola, abriéndola y expandiéndose hasta lo más profundo, inundándome de un placer extremo! ¡Qué sensación tan brutal! ¡Joder, me abre toda, me encanta! Estoy siendo follada a lo bestia, y me vuelve loca.”

Una mezcla de dolor intenso y placer salvaje la invadió, una sensación tan intensa que la hizo arquear la espalda sin control, las lágrimas brillaban en sus ojos por el exceso de sensación.

Alex: —¿Estás bien, Chloe?

Chloe: —Sí… sí… ¡Dios!… sigue… no pares… por favor… lléname entera más… fóllame duro… Alex…

Sentía cómo la polla gruesa y caliente se deslizaba por su interior, rozando cada centímetro de su vagina aún dolorida por el estiramiento inicial, pero ahora ansiosa por cada movimiento.

Alex comenzó a moverse rápidamente, impulsando su verga con velocidad, penetrándola con fuerza. Chloe sentía que cada penetración se extendía por toda su vagina, desde la entrada hasta el fondo más profundo posible, llenándola de una manera que jamás había experimentado. La sensación de ser llenada tan profundamente por su polla, alcanzando el límite interno, era abrumadora.

Chloe: (sintiendo cómo el orgasmo se acumulaba en su interior)—¡Más… más…! Oh… sí… más fuerte… más rápido, ¡joder…!

Alex: —Siente lo fuerte que te follo, Chloe. Siente cómo te hago gritar, como te lleno.

Su vagina se contrajo con intensidad alrededor de la polla mientras su coño se apretaba con espasmos iniciales.

Chloe: —¡Ah… Dios… ¡Me estoy corriendo… no puedo parar…!

Su cuerpo temblaba, los músculos de su coño apretaban la polla de Alex con una fuerza increíble. Alex, sintiendo sus contracciones, intensificó sus embestidas finales.

Alex: —Siente mi polla. Esto es lo que te hace correrte verdad, dímelo Chloe. Di que es mi polla, mi tamaño, mi fuerza es lo que te hace venirte así.

Chloe: —S-sí… Alex… Tu polla… su tamaño… tu fuerza… me hace… ah… correrme… no puedo controlarlo… no puedo… no puedo parar de venirme…

Finalmente, Alex eyaculó dentro de ella con fuerza. Chloe sintió cómo su semen caliente y espeso la llenaba en sacudidas intensas, una sensación cálida y placentera que la cubrió por completo por dentro, inundándola, llenándola. Se aferró con fuerza a su cuerpo, sus uñas se clavaron en su espalda, mientras su coño se contrajo con espasmos incontrolables.

Ambos se dejaron caer sobre la cama, exhaustos con sus respiraciones agitadas llenando el silencio. Chloe cerró los ojos, sintiendo pequeños espasmos de placer residual que recorrían su cuerpo. Alex la abrazó con delicadeza, depositando un beso en su frente antes de mirarla a los ojos.

Alex: —Eres increíble, Chloe. Simplemente increíble.

Chloe sonrió débilmente, incapaz de hablar mientras su cuerpo aún se sacudía ligeramente y sus ojos brillaban con felicidad exhausta y admiración.

Chloe: —Joder… Alex… eso ha sido… increíblemente brutal… qué forma más bestia de follame, estoy temblando. Me has abierto toda, me has llenado hasta el borde, has hecho que me corra como nunca antes.

Chloe acarició su cabello con suavidad, sonriendo con satisfacción y ternura.

Chloe: —Tienes… un don, cariño. Sabes exactamente cómo clavar esa polla, sabes cómo llenarnos hasta que no podamos más, a las dos.

Alex rio, todavía inmerso en las sensaciones residuales que había experimentado momentos antes giró la cabeza y miró a Anna sonriendo.

Alex: —Ahora te toca a ti, cariño. Tu culo es el siguiente. Prepárate.

Anna se puso de rodillas al borde de la cama, con su cuerpo desnudo y tembloroso. Abrió las piernas lentamente, ofreciendo su culo con una actitud provocativa, deliberada. Era una invitación que no necesitaba palabras. Apoyó la cabeza en el colchón y arqueó la espalda, elevando las caderas hacia él. Su ano quedó expuesto, rosado, palpitante… y listo para ser abierto.

Anna: (mirando por encima del hombro) —Mírame bien, Alex. Quiero sentirte ahí. Pero prepárame bien. Hazlo como debe hacerse.

Él asintió, excitado. Esta vez no era una invasión desconocida. Anna ya sabía lo que era tener algo dentro, estirándola, abriéndola. Había aprendido a respirar con ello, a aceptarlo, incluso a desearlo. Pero ahora era diferente: no era un plug frío ni un dedo curioso explorando por placer. Era él. Su polla caliente, palpitante, pulsando contra ella como si tuviera vida propia.

Se inclinó hacia adelante y comenzó a besar su culo con cuidado. Rozó sus labios sobre la piel, bajando poco a poco hasta llegar a la entrada. Con movimientos circulares de la lengua, delineó el perímetro del esfínter, sintiendo cómo se contraía y relajaba bajo su contacto. El sabor dulce y salado lo volvió loco.

Alex: (murmurando contra su piel) —Tu culo ya me quiere… antes incluso de tenerme dentro.

Sus manos sujetaron con firmeza sus nalgas, separándolas ligeramente. Notó cómo Anna inhalaba bruscamente, preparándose. Alex alcanzó la mesita de noche y tomó el bote de gel especial. Lo abrió y vertió una cantidad generosa sobre sus dedos. Chloe, sentada junto a ellos, observaba con una sonrisa traviesa, pero no interfería. Esto era entre Alex y Anna.

Él extendió el lubricante sobre la entrada de Anna, masajeando con suavidad el perineo, calentando la zona. Ella gimió, empujando instintivamente hacia atrás.

Anna: —Sí… Alex… con tus manos… me gusta que lo hagas tú…

Alex: (con voz baja, concentrada) —Relájate, cariño. Déjame cuidarte. Confía en mí.

Deslizó el primer dedo con cuidado. Fue lento, preciso. No notó resistencia. Su cuerpo ya estaba acostumbrado. Se ajustaba rápido, como si supiera qué esperar. Metió un segundo dedo, esta vez con más profundidad. Los movió en círculos, buscando puntos internos que hicieran reaccionar su cuerpo. Ella se entregó sin dudar.

Anna: (cerrando los ojos, entregada) —Te siento… tan dentro… más… quiero más…

Alex: —¿Estás lista para tres?

Ella asintió, con la respiración entrecortada. Introdujo un tercer dedo. Ahora estaba completamente abierta. Sus músculos se habían adaptado. Y Alex sabía que había llegado el momento.

Alex: (retiró los dedos, y se acercó a su oído) —Voy a entrar ahora. Pero iré despacio. No quiero forzar nada.

Anna: (con voz grave, apretando la tela) —Hazlo… hazme tuya… por completo.

Tomó un condón del cajón y lo desenrolló con rapidez. Luego aplicó una nueva capa de lubricante sobre su polla, cubriéndola bien, asegurándose de que todo fuera suave. Guió la punta hacia la entrada de Anna, rozando suavemente contra ella. Empujó con una firmeza controlada. La cabeza del glande pasó la primera barrera, arrancando un jadeo ahogado de Anna.

Pensamiento de Anna: —«Ah… sí… me abres… pero ya sé cómo va esto. Me encanta tenerte aquí.»

Solo tenía unos cinco centímetros dentro, pero ya notaba cómo su cuerpo lo recibía con calor y fuerza. Alex se detuvo un segundo, dejando que se ajustara. Luego empujó otro par de centímetros.

Anna: (gimiendo fuerte) —Joder… sí… sigue… no pares…

Llegó a los diez centímetros. El agarre era brutal. Caliente. Apetecible.

Alex: —¿Cómo te sientes?

Anna: (apretando los puños, jadeando) —Como si me hubieras encontrado justo donde te necesito. Mételo más… quiero sentirte más adentro.

Y así fue. Empujó dos centímetros más. Doce. Trece. Finalmente se detuvo. Quince centímetros. La mitad de su polla. Estaba dentro de ella.

Anna: (con la voz rota, con lágrimas en los ojos) —Me tienes… por completo… me llenas… me gusta. Me gusta tenerte aquí… dentro de mí.

Alex: —¿Te duele?

Anna: (con la mandíbula apretada, disfrutando) —Un poco… pero es el tipo de dolor que me hace sentir viva.

Chloe: (desde un lado, acariciando su espalda) —Tómatelo con calma, Alex. Ella te está dando algo importante.

Alex mantuvo sus caderas pegadas a las de Anna, sintiendo cómo su ano palpitaba alrededor de los quince centímetros que había conseguido meterle. Anna jadeaba, con las mejillas húmedas y los labios entreabiertos.

Alex: (inclinándose sobre su oído, con la voz grave y cargada de deseo) —Ahora… voy a follarte de verdad, Anna. Voy a hacer que te corras con mi polla metida en el culo. No voy a parar hasta que lo consigas.

Anna no pudo articular palabras. Solo asintió con la cara contra las sábanas, aferrando la tela como si su vida dependiera de ello. Alex aferró sus caderas con fuerza.

Retiró un par de centímetros y volvió a empujar con decisión. El sonido húmedo y sordo del contacto llenó la habitación.

Anna: (gritando ahogadamente) —Ahhh… joder… sí… ¡Dios! ¡Así… así!

Alex empezó a embestir, controlando la profundidad, pero sin piedad en la fuerza. Cada vez que se deslizaba dentro, los músculos de Anna se contraían violentamente, aferrándolo con desesperación. Su culo lo aceptaba sin problema.

Alex: —Tu culo se está abriendo. Que facilidad que bien entra, cariño.

Subió el ritmo. Embestida tras embestida, entrando quince centímetros y retirándose diez, sintiendo cómo los temblores de placer recorrían su cuerpo. La habitación se llenó de jadeos, gemidos y el sonido húmedo de su polla entrando en ese culo resbaladizo.

Anna: (gimiendo, entre sollozos de placer) —¡Joder… me corro… Alex… me estoy corriendo!

Su cuerpo se tensó. Las contracciones de su ano se volvieron violentas. Su espalda se arqueó, las piernas le temblaron y soltó un grito desgarrado, perdiéndose en un orgasmo brutal, intenso y profundo, sacudiendo todo su cuerpo.

La sobrecarga de placer era tal que se deshizo en lágrimas, en jadeos inconexos y en un cuerpo que se convulsionaba bajo él. Alex no paró. Siguió embistiéndola mientras sentía cómo su coño empapaba las sábanas, como la contracción de su esfínter alrededor de su polla se volvía irregular, descontrolada, convulsa.

Anna: (con la voz ronca, jadeando contra la cama) —No pares… no… para… Dios… me… me destrozas… pero no quiero que pares… nunca.

Alex gruñó, apretando aún más sus caderas. El sudor le resbalaba por la espalda. Sus músculos tensos, su polla latiendo a punto de estallar.

Alex: —Tu culo es… jodidamente perfecto. Eres mía, Anna. Solo mía.

Y lo era. En ese momento, su cuerpo, su voluntad y su placer le pertenecían por completo. Aumentó el ritmo, las embestidas eran golpes profundos, brutales, que arrancaban gemidos agudos y desgarrados de la garganta de Anna. Cada vez que la llenaba, la notaba más húmeda, más abierta, más desesperada.

Anna: (llorando de placer, sin vergüenza) —Ahh… ahhh… ¡me abres… tanto…! ¡Dios… Alex! ¡No pares… no pares…! ¡Me estoy corriendo otra vez…!

El sonido húmedo de su culo recibiéndolo llenaba la habitación. Chloe se mordía el labio, sin apartar la vista, acariciándose a un ritmo frenético. Alex lo sabía. Estaba al límite. Su polla palpitaba dentro de Anna.

Alex: —Voy a correrme… cariño…

Anna: (gritando, desgarrada, con lágrimas cayendo sobre la sábana) —Sí… sí… ¡hazlo! ¡Llena mi culo! correrte dentro de mí…

Alex embistió una última vez. Los músculos de Anna se tensaron, su ano apretó con una fuerza. Su semen caliente y espeso inundó su interior.

Alex se quedó quieto, sujetándola fuerte, sintiendo cómo su corrida llenaba su culo, cómo rebosaba, cómo chorreaba en parte hacia fuera sin poder contenerse. Anna jadeaba, con el rostro empapado de sudor y lágrimas con el cuerpo entero temblando.

Pensamiento de Anna: —«Qué puta maravilla… qué locura… su polla, su corrida… en mi culo…, esto sí que es follar.»

Anna: (susurrando sin aliento) —Dios… te siento… tan caliente… tan… profundo… me llenas entera…

Alex se inclinó y besó su espalda, todavía enterrado en su interior.

Alex: —Nunca había visto algo tan perfecto, Anna.

Ambos quedaron inmóviles, respirando con dificultad. El aire olía a sexo, sudor y semen caliente. Chloe se acercó, pasando un dedo por la mezcla blanquecina que se escapaba del culo de Anna y lo llevó a su boca.

Chloe: (murmurando con una sonrisa sucia) —Dulce y caliente… como debe ser.

Anna sonrió débilmente, sin fuerza para moverse, pero con una expresión de plenitud absoluta.

Anna: —Gracias… Alex. Por follarme así… por correrte en mí. Lo necesitaba… más de lo que imaginaba.

Tras la penetración parcial, Alex se retiró con cuidado. El sonido húmedo del vacío en su culo fue audible. Anna soltó un suspiro largo, como si acabara de perder algo importante… pero también ganado mucho.

Anna: (volviéndose hacia él, con una sonrisa cansada pero plena) —Has estado… dentro de mí. Hasta la mitad. Pero no ha sido suficiente. Ni para ti… ni para mí. La próxima vez… quiero más. Todo lo que puedas darme. Todo lo que pueda tomar.

Alex, con el cuerpo exhausto se tumbó completamente sobre la cama, extendiéndose junto a ellas, sintiendo sus cuerpos pegados al suyo.

Alex: —Wow… esto ha sido… vosotras dos… el placer con vosotras es simplemente excepcional. De verdad, nunca había experimentado algo así de intenso. Ni de profundo.

Chloe se acurrucó a su lado, apoyó la cabeza en su pecho, sintiendo el latido de su corazón, y cerró los ojos al ritmo pausado de su respiración.

Chloe: —Sí que lo ha sido. Lo hemos sentido contigo, Alex. Cada embestida.

Anna, aun recuperándose, aseguró con una voz que mostraba la profundidad de su sentir y la magnitud de lo que había vivido.

Anna: —Ha sido… algo excepcional. Más allá de lo que creía posible.

Se acercó más a Alex y se tumbó completamente junto a él, entrelazando sus dedos con los de él de forma natural, un gesto simple pero cargado de significado.

Alex: —Me encanta esto, sentirlas así. A las dos. Estar así, con vosotras.

Chloe levantó la cabeza ligeramente de su pecho y lo besó suavemente en los labios, apenas un roce que mostraba un afecto inmenso, una gratitud.

Chloe: —Eres excepcional, Alex. Gracias por todo esto. Por tu entrega. Por tu confianza.

Anna se unió al beso, inclinándose para besar sus labios también, cerrando el círculo físico en un gesto instintivo y cargado de afecto, uniendo a los tres en un beso suave y significativo.

Alex: —No sabía que podía sentir tanto… Tantas cosas diferentes… con tanta intensidad.

Las miró alternativamente, absorto en la magnitud de las emociones que lo inundaban.

Alex: —Todo se siente más intenso cuando estoy con vosotras. El placer… la vulnerabilidad… todo.

Anna se incorporó ligeramente, apoyándose en un codo para poder mirarlo a los ojos. Su expresión era una combinación de deseo satisfecho y una curiosidad que nunca parecía apagarse.

Anna: —Porque contigo, querido, no hay barreras. Te entregas completamente, y eso hace que todo se sienta más real, más profundo. Nos permites verte, sentirte, tomarte… sin filtros.

Chloe asintió, acercándose para besar su hombro desnudo, reafirmando las palabras de su hermana.

Chloe: —Estamos aquí para explorar todas esas facetas tuyas que ni siquiera sabías que existían. Las que nosotras vemos. Las que nosotras sacamos.

Alex cerró los ojos brevemente, sintiendo cómo las palabras de Chloe tenían un impacto profundo en él, resonando con la verdad que sentía en su interior.

Había algo en esa dinámica, en la forma en que lo aceptaban, lo desafiaban y lo llevaban al límite, que lo hacía sentirse vivo, aceptado, deseado de una manera que nunca había experimentado antes. Era más que sexo, era una conexión que desafiaba sus propias percepciones de quién realmente era. Cuando volvió a abrir los ojos, encontró las miradas de ambas gemelas fijas en él, que mostraban una intención clara: —una mezcla de deseo y la certeza de que estaba a punto de cruzar un umbral.

Alex: —Estoy empezando a entenderlo. A entenderos. Y a entenderme a mí. Quiero descubrir más… con vosotras. Quiero ver hasta dónde puedo llegar.

Anna sonrió, una sonrisa cálida y triunfante, se inclinó para besar sus labios con dulzura.

Anna: —Eso es exactamente lo que esperábamos escuchar, cariño. Estás listo para el siguiente paso. Y nosotras estamos listas para mostrártelo.

Chloe entrelazó sus dedos con los de Alex, apretando su mano con firmeza. En ese momento, envueltos en la calidez y la intimidad. Alex supo que estaba en el lugar correcto, con las personas correctas. Cualquier duda o incertidumbre que alguna vez había sentido desaparecía ante la certeza de que este cambio, esta experiencia, era exactamente lo que necesitaba.

Poco a poco, el cansancio físico y la placidez del momento los envolvieron por completo. Entrelazados en un abrazo dulce y seguro. Los tres se durmieron profundamente, encontrando en la cercanía del otro el descanso más reconfortante y la confirmación de que lo que habían vivido, esa tormenta de placer, ese compartir absoluto, era algo real y poderoso.

44 Lecturas/28 junio, 2025/0 Comentarios/por luisma001
Etiquetas: anal, hermana, hermanita, mayor, mayores, recuerdos, sexo, viaje
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