Hemos estado a punto de que su esposo nos descubra.
Una ama de casa, una noche en una fiesta que se realizaba en su casa, después de que su marido tras emborracharse se quedó dormido, se quedó acompañada por cuatro vecinos con los cuales tras ella también emborracharse se acuesta con todos ellos, situación que se ha vuelto a repetir en más ocasiones..
Hemos estado a punto de que su esposo nos descubra.
Hasta hace poco, consideraba a una de mis vecinas como una mujer decente, honrada, y fiel esposa, pero después de lo que nos ha sucedido con ella, pienso que es la más puta de todas las mujeres.
Todo comenzó, en la reunión de los sábados en la noche, que hacemos en la urbanización, por lo general varias familias, nos reunimos en casa de alguno de los vecinos, preparamos una parrillada, o algo similar, nosotros nos ponemos a beber, y las mujeres a chismear.
Pero recientemente el día que la reunión se realizó en la casa, de mi vecino de al lado, la mayoría de las esposas no pudieron asistir, y las únicas dos que vinieron tras permanecer un corto rato, se retiraron para ir de compras.
En ese momento, la esposa del vecino nada más cargaba puesto un ajustado pantalón de color rojo, que le queda bien corto, mostrando gran parte de sus paradas nalgas, además de una blusa corta sin mangas, sus sandalias, y más nada.
Desde que se inició la reunión, ella era la única mujer presente, que diligentemente atendía a todos los invitados.
Mientras que su esposo, como estaba en su casa, y no tenía que ir a trabajar al día siguiente, bebió hasta más y no poder, por lo que ya a eso de las ocho de la noche estaba completamente borracho y bien dormido.
Yo ayudé a su mujer a llevarlo hasta su cama, y al ella regresar a la reunión, me comentó que tenía la idea de mandarnos para nuestras casas.
Los otros tres vecinos y yo que aún estábamos en la reunión, de inmediato nos volcaron en atenciones hacia su persona, sirviéndole comida, y uno que otro fuerte trago.
Los que la vecina, confiadamente ingería sin tener idea de lo que le esperaba esa noche.
Como a las 9 de la noche comencé a poner música para bailar, y al poco rato ya estaba ella bailando, y bebiendo con todos y cada uno de nosotros cuatro.
Al principio la vecina no se dio cuenta, pero a medida que seguíamos bailando con ella, por lo menos yo aprovechaba para pegarla bastante a mi cuerpo.
En cierto momento en que dejo de bailar, y otro de los vecinos, comentó que la rubia de la esquina, la esposa de un vecino que ya se había marchado, tenía no tan solo un hermoso par de tetas, sino que sus nalgas eran bien llamativas, cosa que los otros tres afirmamos.
Ella indignada, nos preguntó qué opinábamos de ella, el mismo vecino fue quien hizo el comentario, le colocó la mano en el hombro, y dejándolo correr hasta mí nuca, le dijo a modo de secreto. “Es que, la rubia, la semana pasada, después de que ustedes se marcharon, le dio por meterse en la piscina, y frente a todos nosotros, y a su marido se ha quitado toda la poca ropa que tenía puesta, y fue entonces que vimos en vivo, y a todo color, como dicen en la tv, que ella es dueña de unas tremendas nalgas, y un buen par de tetas.”
La dueña de la casa estaba molesta, e indignada por ese comentario, y fue cuando se le escapó decirnos. “Si ustedes son de los que les gustan las tetas de silicona, y no las naturales como las mías, no digo más nada.”
Nuevamente ese vecino se le acercó, y colocando su mano sobre su nuca, le dijo al oído, al tiempo que me tomaba por la cintura suavemente, frente al resto de nosotros sin que ella se molestase. “Recuérdate, que te dije, que ella se quitó la ropa frente a nosotros, para meterse en la piscina, y por eso la pudimos ver en detalle.”
Ella se quedó un poco confundida, al escucharlo decir eso, pero de inmediato él continuó, diciéndome. “Si nosotros te pudiéramos ver, como vimos a la rubia, es probable que cambiemos de manera de pensar, sobre quien es la que tiene mejores tetas, y nalgas de toda la urbanización.”
Al tiempo que él le hizo ese comentario, otro de los vecinos, le volvió a servir otro trago, mientras que yo, y el otro vecino, el más bajito de todos, asintiendo con la cabeza, hicimos que ella, terminara por convencerme, de que lo más apropiado era que se quitase la ropa, para que nosotros pudieran juzgar, quien de las dos tenía mejores tetas, y nalgas.
No sé en qué estaba pensando la vecina, en esos momentos, al bajarse los pantalones cortos que estaba usando, y junto con ellos sus pantis, fue la cosa más natural en ese instante, y sin más ni más al terminar de quedar desnuda de la cintura para abajo.
Luego simplemente se sacó la blusa por la cabeza, y como andaba sin sostén de inmediato quedó, como llegó a este mundo, completamente desnuda, frente a nosotros cuatro.
De inmediato la rodeamos, y sin ton ni son comenzamos a alabar sus bellas tetas, y sus paradas nalgas.
Se podía ver que ella se sentía de lo más orgullosa, que ni atención puso, cuando nosotros cuatro comenzamos a acariciar todo su desnudo cuerpo.
Al mismo tiempo que continuábamos diciéndole lo bellas que eran sus tetas, y nalgas, cosas que en ese instante la vecina, orgullosamente exhibía.
Nuestras manos hábilmente le rozaban varias partes de su desnudo cuerpo, haciéndole sentir una corriente que recorría todo su desnudo cuerpo.
También sintió cuando le acariciábamos las nalgas, al principio de manera discreta, pero al igual que nuestros picantes comentarios, poco a poco se fueron haciendo más fuertes, lo mismo que nuestras caricias por todo su cuerpo.
De momento la vecina se quedó sentada, al tiempo que, de manera bien descarada, después de que ella misma separase sus piernas, me dediqué acariciar su inflamado clítoris, arrancándome profundos gemidos de placer.
De momento ella como que perdió la noción del todo, y nos manifestó que lo único que deseaba, era ser penetrada por cualquiera de nosotros cuatro.
Así que apenas vio una de nuestras vergas frente a su rostro, sin dudarlo por un instante, la tomó entre sus dedos, y se la llevó a la boca.
En fracciones de segundos, sintió como toda mi verga la penetraba por su húmedo y lubricado coño, y al poco rato, como otra verga la penetraba por entre sus las nalgas.
Entre los cinco hicimos una orgía en la sala de su casa, mientras su marido dormía a pierna suelta en su habitación, ella cuando no estaba mamando, estaba gimiendo de placer, y moviendo sus caderas, a medida que sentía como algunas de nosotros cuatro la penetrábamos.
No bien había terminado de mamar una de las vergas, cuando ya tenía dentro de su boca otra, durante el resto de la noche, perdimos la cuenta de las veces que nosotros la penetramos, y por donde lo hicimos, ya que ella se dedicó hacer de todo.
Hasta que, ya no pudiendo más, se quedó completamente agotada, y dormida, totalmente desnuda, sudada, y llena de semen por todo su cuerpo, tirada en el medio de la sala.
Después de eso ella procuró no encontrarse con ninguno de nosotros cuatro, hasta que en otra de las reuniones que hicimos, nos enteramos por ella misma que su esposo estaba de viaje.
Aunque al principio no se movió de donde estaban las chicas, pero ya cuando cayó la noche, y la mayoría de los vecinos se retiraron, de momento se encontró prácticamente a solas con nosotros cuatro, ya que el dueño de la casa, cortésmente nos pidió que nos marchásemos.
Fuera de la casa donde se realizó la reunión, comenzamos a disculparnos con ella, por lo que le habíamos hecho, aceptando que lo hicimos aprovechándonos de que ella estaba completamente borracha, aquella noche.
Le agradecíamos enormemente que no nos hubiera denunciado a la policía, nuestra vecina en ese instante, aunque estaba en sus cinco sentidos, se le ocurrió decirnos que no nos preocupásemos que ella no se acordaba, de lo que había pasado, y nos pidió que le hiciéramos el favor de acompañarla hasta su casa.
Por el trayecto ninguno de nosotros dijo nada, pero en todo momento teníamos nuestros ojos clavados en sus nalgas, y tetas, y entiendo que ella se dio cuenta de eso.
Hasta que llegamos a la puerta de su casa que, para sorpresa nuestra, al tiempo que nos invitó a pasar, también nos ofreció algo de beber, al tiempo que dejaba que su vestido se deslizara hasta el suelo.
Esa noche, aparte de que le mamamos el coño, y el culo un sin número de veces, dejó que nosotros hiciéramos con ella, lo que nos dio gusto y gana.
Lo mejor de todo eso es que la vecina le ha agarrado el gusto a que la penetremos entre varios, y ha habido ocasiones en que hemos estado a punto de que su esposo nos descubra.
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