La amargada del departamento 5.
Historia corta de una mujer con gustos jóvenes .
La amargada del depto no. 5 es una mujer de 48 años, profesora, soltera y con rostro hermoso pero que da miedo.
Es profesora de matemáticas nivel secundaria, se ha dedicado a enseñar esa asignación desde el inicio de su carrera siempre en el mismo nivel, las edades de sus alumnos oscilan entre los 12 y 15 años con algunos casos resagados.
En la escuela le tiene miedo, alumnos, profesores, padres de familia, todos se intimidan con la severa y estricta profesora que por cierto, es la mejor.
Entre sus logros está regularizar a alumnos con malas notas, pero tiene una regla de oro, no le dedica su tiempo a alumnos desfasados. Ningún alumno suyo a reprobado nunca su asignación gracias a sus clases particulares.
Si bien atiende a ambos sexos por igual, la profesora tiene predilección por los jovencitos, particularmente los más delgados y pequeños, los menos desarrollados, los que tienen aspecto de niño.
Este año no ha sido tan bueno, casi todos sus alumnos son aplicados, excelentes calificaciones, eso es lo malo de las matemáticas, una vez que las entiendes y desarrollas habilidad puedes entender con facilidad los nuevos temas.
Miguelito es un niño de 11 años, estudia primero de secundaria adelantado por su fecha de nacimiento. Su aspecto es el de un niño pequeño, pequeño, esbelto, rasgos finos, casi femenino. A la profesora la vuelve loca su presencia, la mejor parte es que Miguelito al ser más pequeño que el resto le cuesta trabajo entender la materia, para más beneplácito de la profesora, el pequeño le tiene pavor.
Una llamada de atención, un citatorio a los padres y Miguelito ya está enrolado como único alumno de la profesora 2 veces por semana después de la escuela en el departamento 5.
El domicilio de la profesora tiene una particularidad, no tiene vecinos, son dos departamentos unidos, en frente hay una serie de bodegas o cuartos de almacenamiento extra para los demás inquilinos, la profesora goza de privacidad y un amplio espacio para dar sus clases privadas.
Aquí se cae el telón para todos, sin rodeos les puedo hablar de los gustos tan particulares de la profesora, le gustan los niños, no tan pequeños para ser infantes, ni tan grandes para ser preadolescentes, le gustan los nenes justo antes de entregar a la pubertad, frágiles, temerosos, moldeables, intimidables. La profesora disfruta de sus penecillos vírgenes que algunas veces no son capaces ni de eyacular, disfruta de sus primeros orgasmos, sus primeras venidas que se bebe encantada, desvirga sus penecitos y años con sus dedos, le encanta ver sus rostros confundidos de placer y dolor cuando la experta profesora estimula los inmaduras y tiernas próstatas.
Aquellos que han caído en sus garras salen convertidos en viciosos que disfrutan que sus parejas les escarben el ano.
Pobre Miguelito, inocente, puro, casto, frágil. Su madre es una mujer pequeña de grácil figura, su padre es un costurero enquencle de baja musculatura, el niño podría pasar por niña sin ningún problema, lo único que lo evidencia como varón es su pequeño penecito y sus diminutos testículos que dentro de pronto serán estimulados hasta el hastío.
La profesora se contiene en la primera clase, tiene un ritual de selección, primero deben pasar la prueba física, entrar en el rango y punto que a ella le gustan, Miguelito los supera con creces.
Segundo, el primer día es de exploración, los huele, aspira con fuerza su aroma, el pequeño nene blanco de cabello castaño «apesta delicioso», dulce, un dulce tan intenso que empalaga, saliva como lobo frente a su presa lista para devorarlo.
Va midiendo el terreno tocando discretamente el cuerpo del menor, la severa profesora es ahora un ángel lleno de ternura que le explica al pequeño cómo resolver los ejercicios, paciencia y toneladas de autocontrol, litros de sudor, la pobre mujer transpira como loca por la presencia del menor, Miguelito es por mucho su mejor presa hasta ahora.
El niño salió del departamento bastante relajado, la profesora no es tan mala después de todo, el pequeño no sabe lo que le espera la siguiente clase.
Apenas llegó al departamento el pequeño sintió que algo estaba mal, su profesora lo recibió en paños menores, un baby doll beige transparente, el pequeño podía ver los senos y vagina de su profesora, él no lo sabe pero debajo de esos vestidos de mujer amargada se esconde el exquisito cuerpo de una mujer madura.
Una vez que la profesora se decide por un niño no da marcha atrás, no se espera, desde la segunda sesión ataca al menor con ropa erótica, los sienta en sus piernas, recarga sus senos en las cabecitas de los niños, rodea sus pequeños cuerpo con sus brazos, toca sus cuerpecitos por todos lados, suspira como demente, ronca por el placer que le causa tocar a los menores.
Miguelito está asustado, es un niño inocente pero intuye que algo no va bien, su profesora toca su entrepierna por encima de la ropa, le respira en la nuca, el calor de su cuerpo le incomoda, quiere salir corriendo pero está paralizado, su profesora es grande y fuerte, el pequeño y débil, aterrorizado comienza a llorar.
- Siiii Miguelito, llora, llora para mí, hmmm uhummm, no sabes cómo voy a disfrutar de eso, me voy a comer tu pitito, voy a romper tu culito, me voy a tragar tu lechita, voy a exprimir tus huevitos, te vas a ir a casa desvirgado, con los huevitos vacíos y el culito lleno de saliva mi amor… Llora desconsoladamente, llora para mí.
El pequeño niño no puede contener su llanto, no entiende lo que profesora dice pero su ronca voz le da miedo, sus manos lo hieren, el calor lo quema, el aliento de su profesora le roba el oxígeno, su ronca voz lo dejó sordo, presa del pánico el niño se desmayó… Pobre pequeño.
Desnudo, maniatado, una vara atada a sus rodillas separa sus piernas, boca abajo sobre una almohada, ojos vendados, amordazado.
Su profesora le come el culito con desesperación, el nene no lo sabe pero le aplicaron dos enemas, culito limpio y con aroma a fresco.
Poco a poco el nene va saliendo de su letargo, el asalto anal consigue despertarlo completamente, se siente expuesto, no sabe nada de sexo o mascunilidad, aún así, siente que lo que le hacen está jodidamente mal.
La lengua de su profesora entra unos centímetros en forma de U, entre la fuerza de la lengua, lo relajado del esfinter al dueño estar desmayado y su maestría para eso, la barrera anal cedió dando paso a la lengua que se lo come con avidez.
Debajo de la mordaza el pequeño gruñe, gime, jadea y grita, el miedo se apodera de él, patalea, sacude su cuerpo, llora como último recurso, pero nada funciona, la profesora se mantiene adherido a él con la pericia que años de hacer lo mismo le han brindado.
El niño está siendo violentado por una lengua, desafortunadamente para él, su cuerpo reaccionó a lo que le hacían, la lengua fue sustituida por el delgado dedo meñique, poco más del primer nudillo explora su interior masajeando la inmadura próstata con maestría tal que hasta el adulto más renuente se retorceria de placer.
Las protestas y el llanto se cortaron de golpe, dulces e infantiles gemidos de placer escapan de la inmadura garganta de Miguelito. Su penecito es masturbado con dulzura, es una «puñeta» increíble, el niño tuerce los ojos de placer, la profesora escurre por su vagina, está es la única forma que tiene de alcanzar un orgasmo, escuchando los angelicales gemidos de placer de un niño inmaduro y virgen.
Las uñas de la profesora arañan la pequeña bolsita que es el escroto, inmaduro, imberbe, arrugado y con un tono rojizo. Sustituye sus manos por su boca, chupa y lame la piel, el niño comienza a llorar de placer, no sabe que sucede pero le encanta, para el culito en búsqueda de más placer y su profesora feliz de ver esta reacción está dispuesta a darle más.
Nunca en su vida de abusadora le había tocado un nene tan receptivo, tan delicioso, tan pequeñito. Con cuidado y ternura puso al pequeño boca arriba, le quitó la mordaza, tomó su rostro en sus manos empapadas de líquido preseminal, pese a su apariencia infantil, inmadura y femenina, nuestro Miguelito ya es un hombrecito capaz de producir jugos.
La profesora se lo come a besos, le dice cosas sucias, cosas turbias, la mujer de 48 años se está enamorando de su juguete favorito.
- Miguelito mi amor, eres mío, sólo mío, si te portas bien, voy a dejar que me metas tu virgen pene por mi sucia y vieja vagina, pero tiene que ser un secreto ¿Puedes mantener un secreto?
Asustado y sin saber lo que sucede o a qué se refiere su profesora el pequeño piensa en lo rico que siente todo esto, los besos de su profesora no son como los que le da su madre, son besos diferentes, pecaminosos, sucios, morbosos, corrompen la pureza del menor, lo van transformando en un pequeño pervertido que desea seguir disfrutando de esto.
Si, no diré nada nunca, a nadie.
Pobre Miguelito, sin saberlo acaba de sellar su destino, acaba de ofrecerle su pureza a una perversa mujer que lo transformará en su niña, con sus dedos, lengua y algunos vegetales el pequeño aprenderá a disfrutar de los placeres que la penetración anal le dan, lamentablemente, el pequeño Miguelito no es homosexual, como años más tarde descubrirá.
Boca arriba su profesora estimula su pequeña próstata, se come los testiculos, masagea su perineo y masturba su penecillo.
Presa del placer el niño se retuerce en su lugar, atado de manos y rodillas gime con desesperación, las viejas pero suaves manos de su profesora lo están volviendo loco, su profesora extasiada a tenido 3 orgasmos gracias a los fluidos y gemidos del menor, hacía años que no tenía tanto placer en tan poco tiempo.
Cada cierto tiempo abandona los testiculos para recoger todo el líquido desparramado, se lo bebe como si fuera ambrosía, su cerebro la bombardea con oxcitocina y serotonina, el niño incapaz de eyacular o poder avisar que llegó a su límite porque no sabe lo que es un orgasmo se sacude con todo el placer que colma sus sentidos.
Al borde del colapso el nene se deja hacer por su profesora que está cerca de su límite, 1 orgasmo más y será todo hoy, un total de 13 orgamos sacudieron el cuerpo de la perversa mujer que no se da cuenta los estragos causados en el pequeño niño que sin poder más tiene los ojos en blanco desbordado de placer.
Saciada a niveles que nunca se imaginó podría alcanzar, la profesora se desprendió del cuerpo de Miguelito, víctima del placer el nene se convulsiona presa de los espamos, fue demasiado para su inmaduro cuerpo.
Con cuidado la profesora desató al desfallecido menor, limpió su cuerpo con un paño húmedo, lo dejó descansar hasta que se recuperó por su cuenta momento que aprovechó para recordarle su trato.
Desconcertado y colmado de placer el pequeño se recostó en los grandes pechos de su profesora que lo carga como un bebé ofreciéndole su pezón para que lo chupe.
- Lo que hicimos aquí es un secreto, si te portas bien, guardas el secreto y haces lo que te digo, te la vas a pasar muy rico conmigo.
- E-esta bien.
- Bueen niño, ahora, la próxima reunión será de clases regulares, dales está nota a tus padres, solicito que vengas 3 veces por semana mi amor.
- B-bueno.
Esa noche la profesora durmió satisfecha, los padres de Miguelito aceptaron que fuera lunes, miércoles y viernes con la profesora. El pequeño agotado cayó rendido y durmió más de lo normal esa noche.
A partir de ese día y por los siguientes años el pequeño Miguelito que nunca desarrolló un cuerpo realmente masculino se entregó a los placeres brindados por su profesora, zanahorias, calabazas, dildos y hasta desodorantes, todo tipo de objetos entró por el pequeño culito de Miguelito desde los 11 años.
La profesora cumplió su palabra y le permitió al menor meter su pene por la.peluda y vieja vagina, con una regularidad de una vez por semana el pequeño sostuvo relaciones sexuales con su amada profesora hasta cumplir los 18 años, momento en que guiado por sus ganas de más se buscó un hombre para que le hiciera lo mismo que su profesora.
El jóven de 18 sintió asco, experimentó la violencia, fue ultrajado por el hombre al ver que se resistió y le imploró se detuviera al sentir repulsión por lo que le hacían, las suaves manos de una mujer no son iguales al cuerpo de un hombre.
Confundido, herido en el cuerpo y orgullo, el joven dejo de frecuentar a la mujer que lo desvío del camino de la virtud.
La profesora jamás pudo encontrar un nuevo juguete, lo intentó, pero la femenina figura de Miguel venía a su mente, intentó buscarlo pero el jóven le daba la vuelta, su vida era un caos, violado primero por su profesora, después por un robusto carnicero, el hombre jóven no encuentra placer en masturbarse o hacerlo el mismo, odia a su profesora por lo que le hizo, pero el deseo de sexual de un hombre lo puede llevar a hacer cosas impensables.
Un día por la noche entró como vulgar ladrón al departamento de su ex profesora, la encontró desnuda en su cama, pese a tener 55 su cuerpo sigue siendo atractivo.
Erecto, más fuerte que ella, decidido cobrar venganza.
Manos atadas, piernas abiertas, la profesora despertó cuando le ponían la venda en los ojos, los gritos de ayuda fueron silenciados por una mordaza.
Incapaz de defenderse no le quedó de otra que aguantar lo que pasaba, alguien le lamía el ano de la misma forma que ella lo hacía con sus víctimas, «seguro es uno de tantos que violé», resignada dejó a la persona hacer.
Un pene hace presión contra su ano, el viejo y arrugado conducto cedió sin dificultad, por primera vez en su vida experimentó lo que ella hacía a esos niños.
Empujes le sacan pujidos de dolor, el hombre que la penetra lo hace con furia y odio, comienza a disfrutar de esto, sus gemidos lo delatan, el corazón de la maestra late con fuerza, es su Miguel, su juguete favorito, su pequeño ha vuelto.
Empinada la profesora empuja para que su amante pueda penetrarla con toda su profundidad.
Adolorida pero feliz la mujer entrega su virginidad anal a cambio de que su juguete regrese a ella, 37 largos minutos fueron requeridos para que el vigoroso jóven acostumbrado a un placer diferente pudiera eyacular todo su esperma en el interior.
Confundido el joven se echó a llorar, la vieja mujer acudió como pudo para tratar de consolarlo, se siente culpable de todo el daño que le causó, era solo un niño y ella lo corrompió, lo normal era unos meses o un año antes de dejarlos ir, 7 años es mucho tiempo, el chico no sabe que hacer, que pensar o sentir.
La mujer le pedía que la soltara debajo de la mordaza, pero el jóven sigue confundido ¿La odia, la ama? No lo sabe.
Con temor soltó la mordaza para escuchar las palabras correctas «lo siento mi amor, es todo mi culpa, deja que está vieja trate de arreglar las cosas».
Los años siguientes fueron extraños para las prostitutas del pueblo, una mujer las contrata para darle placer a un atractivo joven al que le cuesta trabajo conseguir erecciones de manera normal, lo extraño era que la mujer participaba metiendo sus dedos en el ano para ayudarlo a eyacular.
Fin.
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