La cara que puso mi esposo cuando le dije. Mi amor, me violaron…otra vez…
Una mujer que acostumbraba a correr por la playa en horas de la noche, en una de esas salidas es violada por un grupo de tipos, después de lo cual reune las fuerzas para lavarse en la playa y completamente desnuda regresa a su casa, y le informa a su esposo quien cree que es un juego sexual de ella..
La cara que puso mi esposo cuando le dije. Mi amor, me violaron…otra vez…
Cuando se lo dije a mi esposo, la cara que puso fue algo indescriptible, era una mezcla entre un alegre gozo, y una triste frustración.
Más o menos, la misma cara que puso, cuando meses antes, llorando le dije más o menos lo mismo.
Para que se den una ligera idea de lo sucedido, nosotros vivimos frente al mar, y habíamos agarrado la costumbre de salir a caminar, y correr por la playa, ocasionalmente después de cenar, por aquello de hacer la digestión, distraernos un poco, y desde luego hacer algo de ejercicio.
Pero luego de un tiempo, mi esposo, como había comenzado a trabajar como gerente en una empresa, decidió salir bien temprano a trabajar, por lo que dejó de salir a caminar junto a mí, para irse a la cama mucho más temprano.
Yo a todas estas no pensaba cambiar mi rutina, aunque él, me había pedido que no lo hiciera, diariamente después de cenar, antes de ducharme y desde luego antes de acostarme.
Por mi parte continué saliendo de noche a caminar y correr por la playa, por lo general me ponía mis audífonos, y mientras escuchaba algo de música, en mi MP3 hacía ejercicio.
Mi atuendo, siempre fue el más adecuado, alguno de mis pantalones cortos, una camiseta de manga corta, mis zapatos de correr, mi gorra, y más nada.
Por lo general salía de casa, atravesaba el patio trasero, y tras cruzar la vieja carretera que bordea la playa, siempre comenzaba a caminar por la orilla de la playa, en dirección al oeste, para al mismo tiempo disfrutar de una hermosa puesta de sol.
Pero no sé qué me pasó ese día, que en lugar de tomar por donde siempre agarro, comencé a caminar hacia el este.
En ocasiones mi esposo y yo habíamos tomado esa ruta, pero como es más solitaria, oscurece muy rápido, y las personas que andan por esos lados, no tienen una buena facha, siempre me dirigía hacia el oeste, excepto la tarde que decidí ir en sentido contrario.
Yo estaba tan ensimismada en mi música, y correr, que no me di cuenta de lo mucho que me había alejado de casa.
Como tampoco me di cuenta, de que en cualquier momento se iba a desatar una tempestuosa lluvia, o mejor dicho una fuerte tormenta, además mientras corría había pasado a un grupo de personas, o mejor dicho de hombres.
Pero al llegar como a uno o dos kilómetros de casa, cuando comencé a sentir la lluvia cayendo fuertemente sobre mí, por lo que decidí regresar.
Pero al pasar un recodo de la playa, en el que la carretera se separa de la playa, me encontré de frente, como con unos cuatro o cinco hombres, que de inmediato me cerraron el paso.
Yo me sorprendí al verlos, ni idea tenía de donde habían salido, y aunque ellos eran algo más jóvenes que yo, y que andaban bien vestidos, digo con ropa fina y cara, por su manera de verme, y las cosas que se dijeron entre sí, supe de inmediato que era lo que ellos tenían en mente hacerme.
Aunque traté inútilmente de escaparme de todos ellos, todo mi esfuerzo fue en vano, ya que antes de que yo pudiera llegar a dar un par de pasos.
De inmediato sentí como un sin número de manos me agarraron por todas partes, a medida que la fuerte lluvia continuaba cayendo sobre todos nosotros.
En el medio de la oscuridad, a lo lejos escuchaba los fuertes truenos y el resplandor de los rayos, producto de la tormenta.
De inmediato me tiraron sobre la ya mojada arena, y entre los cuatro, rápidamente me han quitado todo lo que yo tenía puesto encima, incluso hasta mis zapatos de correr, dejándome completa y totalmente desnuda.
Yo desde luego que estaba súper asustada, y mientras lloraba, tratando de ocultar mi completa desnudez con mis brazos, y manos, no dejaba de pedirles que no me hicieran daño.
Pero al ver la reluciente hoja de una navaja, en las manos de uno de ellos, y la manera en que todos ellos continuaban mirándome, entendí que, de seguir actuando de esa forma, lo más seguro es que aparte de ser violada a la fuerza, terminase por lo menos, golpeada, apuñalada, y mal herida, seguramente.
Por lo que, de momento, a pesar del terror que sentía, traté de calmarme, lo suficiente como para poder decirles. “Un momento, todos me quieren violar, verdad.”
Y aunque les parezca raro, ninguno se atrevió a decir que sí, solamente se me quedaron viendo, algunos hasta con la boca bien abierta, al tiempo que yo separaba mis piernas.
Dejándoles ver, a pesar de la oscuridad y la fuerte lluvia reinante, por completo todo mi cuerpo en especial mi depilado coño.
En ese instante les dije. “Bueno ya que me van a violar, lo mejor que puedo hacer es disfrutarlo, a ver si no me hacen más daño.”
Por lo que tal y como estaba me recosté sobre la mojada arena, manteniendo mis piernas separadas, y con la lluvia cayendo sobre mí, pregunté de manera algo atrevida. “Bueno a ver quién quiere ser el primero.”
De inmediato uno de los tipos esos, el más musculoso, comenzó a bajarse los pantalones, y ante la mirada del resto de sus compañeros, se fue colocando sobre mí.
De inmediato sentí su verga enterrándose completamente dentro de mi coño, No bien él ya había comenzado a meter y sacar su verga y yo a mover mis caderas, cuando otro de los tipos, el que casualmente cargaba la navaja aun en una de sus manos, sacándose la verga del pantalón la colocó frente a mi boca.
No hay que ser una erudita, para saber que debía hacer, así que apenas tuve su verga al alcance de mi boca, me dediqué a mamársela intensamente.
El detalle es que esa noche los cuatro prácticamente hicieron conmigo lo que les dio su real gana, además de que también me dieron salvajemente por el culo.
No les voy a negar que, por mi parte, también disfruté del placer que ellos a la buena también me proporcionaron.
Cuando todos terminaron conmigo, me dejaron tirada en la arena, sin hacerme más daño, desde luego que mentalmente los maldije.
Pero estoy más que segura que de no haber actuado así, hubiera amanecido al día siguiente, golpeada, cortada, o quién sabe si hasta muerta.
Como pude me llegué a la orilla de la playa, me lavé, y para mi sorpresa, me di cuenta de que hasta se habían llevado toda mi ropa.
Por lo que únicamente salí del mar, cuando estuve bien cerca de casa, procurando no ser vista por nadie.
Pero al llegar a casa, una vez que entré por la cocina, de momento me dio un fuerte sentimiento, y me puse a llorar, al tiempo que a gritos llamaba a mi esposo desde la cocina.
A pesar de haber estado completamente dormido, al escucharme y despertarse, bajó, me encontró tirada en el piso de la cocina, desde luego que totalmente desnuda, mojada, llena de arena, llorando, y tratando de decirle a él que me habían violado.
Mi esposo se me quedó viendo de esa extraña manera, su mirada era una mezcla, como ya les dije, de alegría, y gozo, por una parte.
Mientras que, por otra parte, parecía verse triste, frustrado, y desde luego indignado, como pudimos me llevó tal y como estaba a la sala, me sentó en el sofá, y tratando de mostrarse calmado me preguntó que me había pasado.
Yo bueno le dije la verdad que había sido violada por cuatro hombres jóvenes, que uno de ellos tenía una gran navaja en sus manos, y que entre todos me arrancaron toda mi ropa, para luego uno a uno violarme y obligarme hacer todo lo que a ellos se les ocurría.
Después de eso le dije que me sentía tan y tan sucia que al ver que los cuatro se habían marchado, me metí al mar y me lavé todo mi cuerpo hasta con arena, el detalle fue que a medida que le fui contando todo lo sucedido a mi marido, vi como poco a poco se fue transformando.
De momento, sin que yo me lo esperase, me saltó encina, esa noche mi esposo, me obligó hacer también de todo, incluso nunca me había dado por el culo, y esa noche, a pesar de mis pobres intentos de evitarlo, me penetró hasta el cansancio, dejándome completamente agotada y tirada sobre el sofá.
A la mañana siguiente al despertarme, antes de que saliera de casa, me dijo. “Me gustó el cuento de anoche, a ver cuándo lo repetimos.”
Desde luego que mi esposo no me había creído, y seguramente pensó que se trataba de alguna estratagema mía para tener sexo, ya que últimamente ambos nos habíamos enfriado bastante.
Tras darme una buena ducha, pensé en llamar a la policía, pero si ni mi esposo llegó a creerme, lo más seguro es que los policías tampoco.
Por eso de cuando en cuando en lugar de ir a correr en dirección oeste, corro en dirección este.
Para luego de pasar la dura experiencia de volver a ser violada por los mismos tipos, y lavarme en el mar.
Llegar a casa, y decirle a mi esposo. “Mi amor, me violaron otra vez…”
Que rico
Aunque sería mejor ser violas x otros distintos