LA CASA DE LA PLAYA
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por zarina.
Muchas veces me dijo cuanto le gustaría verme hacer el amor con otro hombre pero yo intuía que ya me quería dejar y no me presté para eso. Abandonada por él una vez mas el amor con sus garras lacerantes me castigaba y volví a la casa da la playa decidida a pasarlo bien, solo eso, a pasarlo bien, a comer rico, a la playa, a reirme y compartir con los que bajaban de la mina el fin de semana después de sus turnos de 15 o 20 dias arriba. Yo no era de las que iba por interés y si se metían con uno al regreso a la ciudad en el auto le pasaban las cuentas del supermercado o el pago de un arriendo de una casa, o la cuota de una de las grandes tiendas. Tengo mi trabajo, mi depto y mi auto, y me las arreglo bien con mis hijos ya grandes… y quizás por eso también me sucedió lo que me sucedió.
Pero te lo contaré desde un principio, con detalles como a ti te gustaba que te contara mis cosas. Ese sábado, cuando llegamos María Soledad su pareja y yo encontramos que en el estacionamiento había un jeep y una camioneta. Sultán el perro que cuida nos olfateó, era joven grande, pesado y juguetón y movió la cola dándonos la bienvenida, bajamos los bolsos, metimos al refrigerador la comida y fuimos en traje de baño a la playa a aprovechar el último sol, regresamos cuando ya estaba oscuro y entre los tres comenzamos a preparar algo de comer. A los pocos minutos se nos unieron tres de los que habían llegando, eran un poco menores que nosotros, todos ingenieros jefes de turno. Asì que pusimos música y pronto estábamos comiendo los seis en la mesa. Pasó la hora y nadie mas llegaba. Uno de ellos dijo que las chicas que solían ir lo habían llamado por teléfono en la mañana y le habían dicho que ellas llegarían no muy tarde. Los otros dos que estaban durmiendo se levantaron, nos saludaron y dijeron que saldrían a dar una vuelta.
Luego pusimos música y jugamos a la cultura shopística que estaba de moda y consiste en que el perdedor se toma un trago al seco, y asi me acabé como tres vasos. Al rato María Soledad con su pareja fueron a dejar un encargo unas cabañas mas alla y me quedè sola con ellos tres. Los tragos me habían mareado pero igual me puse a bailar cuando me invitaron. Eran de mucho gimnasio, duros y tostados por el sol y se entusiasmaban y comenzaban a bailar mas apretados y yo ya sabía que en esa casa de la playa, a esa hora, y en esa situación, no se andaba con chiquilladas, si alguno me tomaba tendría que seguirlo. Sólo que me preguntaba que iba a pasar con los otros dos si las chicas no llegaban.
Me ofrecieron otro trago que no me decidía a probar. Tu sabes que cuando bebo de mas después soy realmente fácil, pero bueno, iba allí a pasarlo bien y lo acepté. El calor allí aumentaba y yo cada vez mas embalada. Me desabroché un botón de la blusa y el moreno que me acompañaba en ese momento me dijo: para que andas con pequeñeces linda, sácate la blusa. Yo me reí pero descubrí que lo decía en serio. Tenìa el tono del que ha sido siempre jefe y como titubee me tomó la blusa y me la terminó de desatar. Quedé allí perpleja solo con mi brassier. El que se estaba haciendo un trago apagó la luz principal y, mientras bailaba con el que tenía unos ojos verdes preciosos, nuevamente el moreno se acercó a mi espalda y me lo desabrochó sacándomelo. Ya era tarde y seguro no llegaría nadie mas. Debo reconocerte que me gustó, y me excitó estar allí en medio de la sala, desnuda de la cintura arriba bailando salsa con los brazos levantados. Y en una vuelta el de ojos verdes me atrapó en sus brazos me detuvo y buscó mis labios y metió su lengua entre ellos buscando la mia. Y le respondí .
– Sabes mi secreto?, me dijo al oído, hace mas de un año que soñaba con esto Princesa, y cuando pensé que ya nunca, apareces como un regalo. Me pareció tierno, y buenmozo con sus ojos verdes y el pelo corto, y su aroma a perfume ácido y caro .
– Espero no decepcionarte, le respondí. Me separé, le cerré un ojo y le moví mis caderas al ritmo de la música cuando el moreno por detrás mio puso sus manos en mi cinturón y sentí que subían sobre la piel de mi cintura y seguían mas arriba hasta que cada una de ellas abrazó mis pechos desde atrás.
Yo soy muy puestita. Jefa de mi repartición, de vestido sastre y pelo tomado pero esa noche después de tres whiskys estaba en otra, yo que hasta hace unos años era señora, dueña de casa que ni en sueños me hubiera dejado que alguien que recién conocía me tocara de esa forma, y delante de otro hombre mas encima. Pero ahora estaba separada, desengañada, conocìa la casa y sabia a lo que me exponía si iba allí. Y me mataba que fueran asi de decididos conmigo. Y yo soy bien mujer, soy piel, soy pasiòn, tu lo sabes y por eso, y para no hacer menos refregué mi trasero contra su entrepierna buscando su dureza. El moreno que estaba delante mio tomó mi correa y en un instante la desabrochó, abrió el botón y el cierre de mi pantalón y lo bajó mientras el otro por detrás me abrazaba y cogía mis pechos. Sentía las mejillas sonrojadas y el corazón latiendo acelerado acezante, intuyendo lo que iba a suceder. Me sentí sensual y atractiva bailando solo en bikini delante de los tres, fin al temor de que mis pechos fueran pequeños. Y mis piernas muy delgadas. Y mi trasero muy redondo y parado.
– Espera, les dije, si llega alguien…
– No te preocupes, me respondió el mas alto de todos y fue hacia la puerta la cerró con llave, cerró las dos ventanas y me sacó de entre los dos, me tomó de la mano y me subiò arriba de una mesita de centro para que siguiera bailando allì.
Al rato caí rendida en el sillón y me tapé con la tela del pareo. Uno, que media mas de un metro ochenta de cuerpo fuerte y brazos gruesos y que habia cerrado las puertas sacó de su bolso una ampolla pequeña y se me acercó y me dijo “abre la boca, es para que te sientas mejor”. Lo miré quizás con desconfianza porque agregó, te va a limpiar el estómago solamente, si quieres tomo yo también una y se la llevó a la boca, pero le tomé la mano y me la tragué, era una ampolla porque se reventó en mi boca, yo sabía que allá en la mina tomaban esas cosas para cuidarse.
-Ahora anda al baño, me dijo, te vas a sentir mucho mas liviana.
Le obedecí, y apenas cerré la puerta debí sentarme en el wc y comencé a botar lo que había comido hasta hace un mes atrás. Sentí que en segundos me vaciaba en ese baño que me daba vueltas y hacía que me afirmara de donde pudiera. En unos segundos boté todo, todo y me sentí liviana. Con la ducha de mano me limpié, y salí tapada con la toalla pero sin dejar de apoyarme en la pared. Los tres estaban esperándome. Me dejaron sentada en medio del sillón grande.
– Livianita? Me preguntó el de la pastilla.
– Uff… como si hubiera nacido recién.
– Un trago? me preguntó el moreno.
– No, le dijo el que me había dado la gragea, lo vomitaría, tiene que esperar un rato. Pusieron música suave y el de ojos verdes me tomó de la mano y me sacó a bailar. Era solo un poco mas alto que yo pero tenía el cuello muy grueso era ancho de espaldas, macizo y de piernas gordas. Me abrazo y me apretó contra si
– Pensé que no te iba a ver nunca mas, me dijo, desapareciste el año pasado y no viniste en invierno, te busqué en los bancos, en los cafes, en el mall.
– Encontré una foto de una mina que se parece a ti y la guardé. Me gustaba venir acá por puro acordarme de ti. Muchos hablaban de ti después que te fuiste, las otras estaban hechas unas perras celosas. Y al fin te tengo Princesa, al fin puedo verte y eres mas de lo que imaginaba.
La canción terminó y me gustó que me recordaran asi. Vino otra lenta y me sacó a bailar el moreno
– Que pastilla te dio, me peguntó al oído. Pensé en no decirle pero me dio lo mismo
– Era un laxante, instantáneo, me hizo bien, por qué?
– A ese le dicen Viento Frío.
– Yo no lo veo muy frío acá. Se ríó y me hizo girar y me sacó la toalla, me abrazo de nuevo y siguió bailando conmigo la única desnuda en medio de la sala. El de ojos verdes se acercó y un escalofrío me recorrió cuando me acarició por detrás. Allí mismo se acabo el baile, y por primera vez me vi entre dos hombres al mismo tiempo. Medio borracha el corazón me latía a cien. Tu sabes que me había cuidado tanto de tener siempre solo una pareja, de hacer lo que quisieran pero con la puerta cerrada y solamente entre dos, y así me había creado mi fama hasta hoy por lo menos.
Y mientras uno me abrazaba y besaba el otro por detrás subía sus manos por mis piernas hasta agarrarme mi trasero. Había algo en medio de mi borrachera que intuía que no estaba bien pero ya era muy tarde para dar marcha atrás. Imposible decirles que me iba a acostar. Y ya dije que yo soy bien mujer y si eran dos, serían dos, una también tiene su orgullo pensaba mientras dejaba que las manos que me recorrían las piernas me rodearan buscando mi estómago mientras me besaban la nuca, bajo mi pelo, y el moreno me seguía buscando mis labios y sus manos bajaban por mi espalda acariciándome, sentía mis pezones contra su camisa àspera y los pantalones por detrás rosándome con su paquete bien duro ya. La ropa áspera que me rozaba me excitaba y sentía como iba humedeciéndome. Me estaban haciendo un sándwich, pero de pie. Hasta que el de ojos verdes que estaba delante mio me separó, me tomó de la cintura me llevó al sillón grande, se bajó sus pantalones se sentó y me puso a horcajadas encima de él y sentí el contacto de su pene con mi vagina. No aguante mas, estaba calientísima y se lo tomé y me lo restregué por sobre mi bikyni, aun cuando estaba sentado me pareció un pene grande y grueso que no correspondía a su tamaño porque él era bajo y me lo puse con cuidado porque no hacía el amor desde la última vez que estuve contigo, tenía solo un poquito dentro cuando sentí que alguien me tomaba el pelo me volvía y acercaba su boca a la mia y me dejaba dentro un trago de whisky y luego acariciaba mi espalda primero con una mano, luego con las dos y bajaba hasta mi trasero. Me imagine donde iba. Yo había visto hacer ese sanguchito en una película porno y me había preguntado si le dolería a esa mina. Y en medio de un escalofrío parece que ahora lo iba a saber. Ni te imaginas cuantas cosas mas iba a saber esa noche…
Sin embargo no aguante mas y me lo metí y comencé a refregarme contra él que estaba echado en el sillón y yo a horcajadas montada sobre él. Quería estar muy excitada para lo que viniera cuando me tomaron mi cabeza la subieron y sentí que Viento Frío desde detrás del sillón me buscaba la boca, y a horcajadas ensartadita al estirarme deje mis pechos en la boca del que tenía abajo. Me derretía entre las piernas, mientras Viento Frío, que se habia agachado para estar a mi altura me dejaba mas trago en mi boca, y el otro me lo tenia metido y me mordisqueaba los pechos. La calentura era total, que me besaran al mismo tiempo que me mordisqueaban los pezones mientras me lo tenían bien metido me dejaba acesando a punto del orgasmo cuando sentí que el que estaba detrás se agachaba hasta casi arrodillarse detrás de mí y un pedazo de carne caliente se acercaba a mi ano: si lo lograba, esa no la contaba cualquiera, pero el dolor fue tan grande cuando me lo comenzó a meter que no pude evitar un grito.
Sentí que se alejaba y la calentura me ganó de nuevo. Viento Frío que estaba frente a mi y atrás del sillón se sacó el pene mas grande que había tenido en mi vida y me lo puso delante de la boca. Estaba bien formado, redondo, grueso y rosado, estaba circuncidado, y al apretárselo con la mano por su base se estiro mas. Recordaba algunos penes grandes, pero este era superior a todos. Se lo apreté mas y fuerte en su base como les gusta a los hombres y vi como se dilataba en su punta y una gota de semen brillosa apareció la que se la saqué con la punta de mi lengua. Cuando abría la boca para ver hasta donde podía metérmelo sentí que un líquido tibio me bajada por la espalda y un pene resbaloso apuntaba a mi ano, trate de relajarme pero no pude, luego sentí que lentamente me introducían un dedo luego dos y mientras trataba de concentrarme en el pene en mi boca, el de atrás metía y sacaba sus dedos y yo me contraía pero era cada vez mas placentero, luego vino la prueba final, los tres se quedaron quietos, mirándome expectantes y sentí que comenzaban a perforarme.
– Preciosa, Princesita preciosa, cuando pruebes esto ya no vas a querer otra cosa, me dijo el que estaba abajo mio a sujetándome y levantándome las caderas para el que estaba detrás comenzara me lo metiera mas. Yo estaba traspirando, calientísima, ensartada por delante, con el pene mas hermoso en mi mano y cuando me lo metia en la boca sentí que por atrás comenzaban a traspasarme desconsideradamente. Mi admirador de ojos verdes, que Maria Soledad cuando lo vio la primera vez me susurro "este está como para pololear", me dijo “vas a ver el cielo Princesa” y el primer espolonazo aplastó mi clítoris contra el que tenía abajo y sentí que me iba, me saqué el otro de la boca cerré los ojos y lo apreté contra mi frente mientras gritaba de dolor y de placer, entonces el de atrás me lo mando a guardar hasta tan adentro que sentí que me dolían los riñones pero el placer era mas intenso y rico el orgasmo, y Viento Frío que me miraba explotó también en mi frente llenándome el pelo, la frente y la cara de semen, y me lo refregué por mi cara mientras sentía que me rajaban pero el alcohol que había tomado me dejaba en éxtasis delicioso, jadeaba, resoplaba aire desde mi mismo estómago, exhalando borbotones de placer, saltando sobre el otro con movimientos instintivos que me hacían clavarme en ese allí abajo mio al momento que por atrás empujaba con fuerza atravesándome tan dentro que los dos penes se encontraban en mis entrañas llenas de jugos. Me corría hacia rato ya y se detuvieron un instante dentro mio sintiéndome terminar. Sudaba, respiraba con el pecho, exhausta, desecha, apretada entre dos hombres y ninguno lo sacaba, mi boca se contraía y mi corazón se me salía del pecho y me faltaba aire. Entonces el de abajo se meneó apretando mi clítoris hinchadísimo, yo ida total jadeaba aun mareada entre los dos sintiendo enfriarse el semen en mis mejillas, sobre mi boca y mis ojos, el olor espeso y su viscosidad en mi lengua hizo que apretara mis pechos y mi cintura contra mi moreno de abajo y tomándome de la cintura me siguió dando, "como bombo en fiesta Princesa". Mi clítoris ya insensible de tanto roce estaba expuesto a los apretones del cuerpo que estaba bajo mio y a la presión del que estaba encima, y en un momento en que me entregué a los movimientos de él, el mete y saca de los dos coincidió clavándomelo por detrás hasta mi misma garganta y hinchado al máximo me inundó el semen y se dejó ir cayendo sobre mi y aplastándome contra el de abajo -mi admirador, el que me había buscado y guardado una foto que se parecía a mi-, que se daba cuenta y también eyaculaba. No pude evitar gritar nuevamente, tiritaba y sacudi la cabeza adelante y atrás otra otra otra y otra vez golpeándola contra sus cuerpos. Chorreaban mis líquidos confundidos con los de ellos de mi vagina y de mi ano mientras finalmente lograba regularizar mi respiración y los latidos de mi corazón. El de atrás se enderezó y me lo retiró con facilidad porque había perdido su dureza y el de abajo me tomó con cuidado de la cintura y me sentó a su lado. Tenía semen en toda mi cara, el ano abierto por el que aun caía semen y jadeaba tratando de regularizar mis latidos.
La pieza me daba vuelta, necesitaba agua. Fue cuando sentí, como si fuera muy lejos, que la puerta de entrada se abría. Entraron los dos que habían salido mientras comíamos y nos miraron con una sonrisa, los que estaban a mi lado se arreglaron los pantalones y cerraron sus cierres dejándome allí desnuda abierta de piernas y con mi cara llena de esa gelatina densa. Se sentaron frente a nosotros en los dos sillones y se quedaron mirándome. No había nada que decir. Yo sabía que eso podía pasar y solo atiné a estirar la mano y me tapé con la toalla al tiempo que me secaba el semen de la cara. Y por lo demás, todos sabían a que se iba a esa casa.
– Nos había ido mal, dijo el que le sobresalía un estómago redondo, no había nada, la Maria Soledad se fue donde los vecinos y se quedara allí, había una buena fiesta, bueno mal hasta que entramos, esta mina de verdad es bonita, y verla así: para calentar un pingüino
– verla asi, no cualquiera tiene la suerte, -dijo el chico que lo acompañaba- acá seguro ya comienza a irnos bien, o no Princesita? O es mucho mino pa ti?. Tenía un tono de voz pesado, era lampiño y blanco, en realidad no era chico de tamaño, tenía voz y cara de chico.
Habia olvidado completamente a estos dos. Con dos estaba bien, tres ya era mucho pero con los 5 seguro no podría, y no veìa forma de escapar de esa. Solo las minas estas que se demoraban tanto…, con ellas acá: todo en orden.
– Yo lo único que sé, es que ahora si necesito agua dije a media voz, y Viento Frío me alcanzó un whisky con hielo y se sentó a mi lado. Estaba fresco y me lo tomé en tres o cuatro tragos, me humedeció la boca que tenía seca, me limpio el paladar y me tranquilizó. Antes de los veinte minutos me había dado cuenta que cometí el error de tomármelo muy rápido. La pareja que había llegado bromeó sobre lo que habían visto en la oscuridad de la playa, y yo me comencé a sentir tan mareada que me fui de lado sobre Viento Frío que estaba junto a mi. Me tomó de los hombros, me levantó me dio la vuelta y me montó sobre él dejándome desnuda delante de todos, sentí que se abría el pantalón y sacaba su pene que se ponía en forma de nuevo, pero era muy grande para metérmelo, tanto que asi parado lo veía sobresalir entre nuestros estómagos y que llegaba casi a mi ombligo, me miró y se sonrió
– Despacito Princesa, despacito y con paciencia un elefante se culió a una hormiga, y bajó una mano y me tocó la vagina mojada y abierta.
– Esta mina es pinturita no mas, dijo desde tras mío el chico que recién había llegado.
Estaba desnuda sobre él y los otros cuatro se quedaron callados mirando a ver que pasaba. Yo lo tomé de los hombros y le dije bajito para que los otros no escucharan, pero asi de curada como estaba seguro escucharon hasta en la playa, “si quieres te lo chupo, yo de verdad lo chupo rico, de verdad rico”.
– Nada Princesita. Si tu misma queris ver como te lo metes
– Pero es muy grande, me da miedo.
– Ya te dije, con paciencia un elefante se culió a una hormiga
– De verdad, te lo chupo. Y si quieres puedes terminar dentro de mi boca. Te prometo que me lo trago todo. Todo. Y te lo limpio con la lengua, yo se que te gusta eso.
– Ya terminé en tu carita bonita, tay pasada a semen, tenis en todo el pelo pegajoso.
Los demás miraban y escuchaban interesados. Yo sentía sus ojos clavados en mi espalda, en mis piernas, en mis glúteos redondos .
– Mucha carne para tan poco gato, insistió el chico que había llegado y me dio una pica que pensé que asi como estos weones se dicen hombrecitos, yo también soy bien mujercita. Se lo tomé y lenta me lo comencé a restregar sobre mi entrepierna mientras con un brazo lo abrazaba por sobre sus hombros y descansaba mi cabeza en su pecho. El me metió sus dedos en la vagina, los sacó llenos de semen y flujo y me lo pasó por la boca y yo debí chuparlos mientras los demás me miraban.
El aroma y el sabor ácido del semen y la presión de su inmenso pedazo sobre mi vagina fue alimentando lo que aun me quedaba de calentura. Yo sabía que había sido demasiado intenso el anterior como para que se me pasara rápido y en mi curadera intuía que debía aprovechar no mas. El chico desagradable que había hablado recién se sentó al lado nuestro para mirarme mas cerca y los demás conversaban bajito y observaban de lejos. Sacó mas líquido de mi vagina y me lo refregó por mi cara y me lo hizo tragar hasta que se aburrió, luego me tomó por mi cintura e intentó subirme para dejarme sobre su pene pero no pudo, entonces el que estaba al lado se paró me tomó por debajo de los brazos me levantó y me dejó sobre el pene que apuntó su cabeza a mi vagina y me fue bajando. Con mi peso iba cayendo sobre él que lo tenía duro como piedra. Me abría, yo sabía que la flexibilidad de la vagina es impresionante lo que puede dar, y ahora lo estaba probando, todos me miraban y me había calentado nuevamente el estar allì desnuda dejando que me miraran como me metían ese inmenso pedazo. Me doblé hacia adelante abrazándolo por los hombros e intenté relajarme pero era mucha la calentura, el verlo entrar me excitaba a cada momento mas. Los otros alrededor mio miraban cada detalle y el moreno y mi admirador se comenzaban a masturbar sobre el pantalón lo que me excitaba de sobremanera. Nunca había visto a hombres masturbándose en grupo por una mujer y me dejaban muy caliente. Así fue que en varios minutos me lo dejó metido hasta el fondo. Yo tenía nuevamente mi clítoris a punto al sentir esa inmensa carne dentro mío y al ver que los demás me inspeccionaban y yo, y mi cuerpo les despertaba su deseo, jamás iba a volver a encontrar mis senos pequeños frente al espejo o mis piernas delgadas despues de ver a ese atado de calientes por mi. Un deseo enorme les crecía entre las piernas, y yo, esta mina mayor que ellos, mayor que todas las otras que no llegaban, bajita, media flaca, pero que se las podía con todos, que los tenía a todos loquitos, que los dejaba a todos a full, y con la que soñarían por años y se les seguiría parando.
– Por que no les dices que se saquen la ropa tambien ellos le dije en el oido.
– Los queris ver en pelotas, me dijo.
– Es que se estan tocando arriba del pantalon
– La Princesa pide que nos saquemos todo la ropa dijo, asi que en operaciòn viejitos, al cuete. Y se pararon y aunque no los vi pues estaban detrás mio supe que quedaban desnudos cuando volví un poco vi colgando sus sexos hinchados.
Viento FRÍO ya me lo había ensartado todo y comenzó a moverme pero me apretaba mis paredes y aprisionaba mi clítoris a punto de hacerlo reventar, me hacia galopar sobre él y a cada caída sentía que me crecía la calentura y me ensanchaba mas, era como una muñeca emborrachada para él, una muñeca que tomaba levantaba y manipulaba a su antojo. Cuando se diera cuenta que me tenía totalmente dominada iba a hacer lo que quisiera conmigo y no sabia como iba a salir de allí, asi que aparentaba calma y trataba de distraerme pero los otros cuatro miraban mis pechos que saltaban, mis pezones de nuevo hinchados, mi trasero que se abría y cerraba y todos tenian unas erecciones inquietantes. A mi todo se me movía, todo giraba y me agarraba de él para no perder el equilibrio pero mejor me manipulaba entonces, me había tomado con sus manazas por sobre mis costillas, justo abajo de mis pechos y me subia y bajaba ensartándome a su antojo ,y debía separarme pero ya estaba en las finales y ponía los ojos blancos, y jadeaba como perra. Se paró conmigo ensartada obligándome a hacerle un koala, y agarrándome por mis nalgas y abriéndome ese anillo negro que es mi ano me llevó como quien juega con una muñeca hasta frente al otro de los recién llegados, el de esa guata inmensa y lo que hizo fue increíble, el guaton se paró, se lo sacó ya tieso y apunto hacia mi ano y de pie me lo metió, las alturas coincidieron y sentí que estaba colgando de sus hombros abrazada a él y que por detrás me lo metían sin consideración ninguna. “Ya guatón” le dijo “hagamos la chancadora”, y comenzaron al ritmo de la máquina que aprisiona el mineral a apretarme a mi al mismo tiempo y sentía que me perforaban hasta el alma, y lo único que hacia era gritar de placer siguiéndoles el ritmo atravesada por ese pene que me volvía loca. Era un orgasmo mas intenso aun que el anterior, apretaba mis mandíbulas gruñendo y clavándome las uñas en mis manos en su espalda y apretado mis antebrazos contra los brazos del maldito que me lo metía y metía y metía mas y por detrás sentía que no había nunca mantenido cerrado ese orificio por el que ahora hasta de pie me lo mandan a guardar. Chillé porque no podía terminar y apretaba las piernas contra su cintura tan fuerte que después no podría mantenerme en pie, y ese calor que bajaba del bajo estómago ya brotaba a chorros por mi vagina; jadeaba, gruñía, exhalaba el aire del mismo fondo de mis pulmones, cuando escuche que alguien decía “mira, la Princesa se mea” pero Viento Frío que me tenía por delante terminaba dentro mío en ese momento y un líquido caliente explotaba rebalsándome sin embargo mi calentura seguía, era incontrolable, chorreaba también por detrás y sin soltarme, ni eé a mi ni yo a él, con el corazón en la boca aún me dijo “Princesita te measte de pura caliente” y colgando así me llevo al baño, “me measte entero”, dijo, y yo lo sentía como a la distancia, pero sentía la sensualidad aun de su piel bajo la camisa que le había roto, me dejó con cuidado de pie dentro de la bañera pero la calentura me hacía aun tiritar y no pude sostenerme y me acuclillé y se lo agarré a medio parar como lo tenía y comencé a chupárselo, lo apretaba desde bien fuerte desde su base y veía como se paraba de nuevo, entraron los demás a ver como se lo mamaba.
Ellos se los habían sacado y por ver tantos penes tan cerca mio, verlos excitados, sentir su olor, mi calentura seguía persistente entre mis piernas, se lo meneé bien con la punta en mi boca apretándoselo con mis labios. Mientras mejor lo hacia mas los calentaba, hasta que sentí que suave le explotaba nuevamente, bajé mi mano a mi clítoris para masturbarme y con las piernas abiertas delante de todos los demás que me miraban me dejé caer en la bañera lenta hacia atrás sentada para no perder el equilibrio mientras se lo apretaba con mi mano y salpicaba encima mio el semen que caía flojo, pero igual rico sentirlo caer sobre mi a falta de, un chorro fuerte caliente y ácido que me golpeó el pecho, y otro chorro la cabeza y el pelo, y otro chorro me golpeaba la espalda, y uno nuevo que me caía en la cara y me mojaban mis piernas, y mis dedos masajeaban violentamente mi clítoris bañado en orin caliente y junto con sentir esa lluvia dorada que me golpeaba la cara que se deslizaba por mis labios, que me bañaba mi pelo, esos chorros intensos que barrían mi cuerpo, abandonado allí en la bañera jadee un nuevo orgasmo un orgasmo intenso como ninguno otro en mi vida.
Jadeaba en la tina, mareada. Se habían ido. Al rato abrí la ducha y el agua tibia me volvió a la realidad, me duché arrodillada en la tina, me puse la toalla a manera de sari, me seque el pelo solo un poco e intenté salir. Aun me sentía con trago, aun no caminaba derecho ni podía hacer el cuatro, las piernas me tiritaban y lentamente afirmándome en la pared llegué a la sala y me derrumbe en el sillón grande. Me miraron con una sonrisa.
Casa en la Playa (final)
Como dije, esto solo lo cuento para que enteres tu: "me puso dos cubos de hielo en mi vagina y me los introdujo con ese inmenso pedazo de carne que tenía, y colgada a él como koala me dio como caja hasta que la sensación de los hielos derritiéndose dentro mio me llevó al éxtasis. Me corri delante de todos y perdí la apuesta y tube que pagar permitiéndoles hacer conmigo lo peor que pueden hacer con una mujer: convertirla en una perra".
(continuación)
– Quieres algo Princesa?.
– La hora, saber la hora, le dije bastante curadita todavía, pero total a eso iba, a pasarlo bien, a vengarme de ese weon para después contarle todo lo bien que me lo pasaba y a lo que me exponia. Aunque no imaginé nunca que la cosa podía irseme de las manos.
– Para qué Princesa, mañana no hay misa, asi que para que te preocupas
– Agua entonces, le pedi con una sonrisa.
– Un vinito blanco con soda mejor?
– O un whisky con soda, lo has tomado?
– No, solo agua que se me seca la boca, y aun estoy algo mareada, les reconocí.
Y mientras iba a buscarme agua el chico Juan, como le decían, por detrás del sillón se agachó como para darme un beso, yo abrí mis labios y me dejó en la boca un largo trago de licor, dio la vuelta y me tomó de la mano y me intentó parar pero las piernas aún me tiritaban por el esfuerzo anterior. Abrazandome por la cintura me dirigió a la mesa del comedor, me subió y sentó en una esquina. El se tomó un trago de whisky y luego tomó otro que no se tragó y me volvió a traspasar a mi boca. El guacho como le decian con ese gordo y su amigo estaban sentados con traje de baño, solo Viento frío tenía puesta una camiseta corta que dejaba a la vista su inmensa presa colgando floja pero aun asi imponente. Abri las piernas y apreté contra mi al Chico Juan, pero se separó, miró mis pechos y me dijo “vamos a comerte Princesa”, y puso su mano en mi hombro y me empujó despacio hacia atrás hasta dejarme tendida de espalda en la mesa, luego tomó una botella de salsa de pickles y la apretó dejando una estela sobre mis pechos y bajándola por el estómago. Estaba helada y la pieza me daba vueltas y me sujeté con ambas manos de los bordes.
Se acercó el gordo, curioso, y entretenido me echó un hilo de aceite en el estómago y lo bajo por mis vellos hasta una pierna. Vino mi moreno con una fuente de ensalada que quedara y me la desparramó encima, luego me enderezó y me dejó en mi boca el licor que tenía en la de él. Estaba todo helado y la mesa me daba vuelta. Uno tomó el salero y me esparció sal.
– Hay que darla vuelta, dijo el Chico Juan y unas manos de todas las que me recorrían me levantó de la cadera y me dieron vuelta mientras yo me volvía a afirmar de ambos lados de la mesa pero aplastaba la ensalada bajo mio encharcándome en ella. Sentí que abrían el refrigerador.
– Papas mayo, dijo alguien que pense era Viento frío y sentí que en la cintura y mi espalda caían y refregaban las papas resfalosas restos de lechuga en el cuello y de tomates en las piernas.
– ahora a comer.
– te vamos a comer Princesita, dijeron riéndose.
– Servicio dijo otra voz y escuché que repartián tenedores y cucharas que comenzaron a pasar por mi cuerpo.
– Y ella que come?.
– Le tenemos zanahoria y pepino viejito, dijeron entre risas.
– La zanahoria es mas larga, veamos que tanto le gusta.
– Preguntemosle, Princesa, qué te gusta mas?, las zanahorias o los pepinos?. Pensé que el pepino es mas grande, pero mas suave. Mis pechos y mi estómago apretaban lo que quedaba de verdura entre yo y la mesa y sus diez manos seguian jugando con mi piel, era imposible abstraerse de la sensaciòn de roce, de placer que dejaban en mi cuerpo.
– Ya Princesa qué comes tu, zanahoria o pepino?
– Pepino, prefiero el pepino, reconoci a media voz, y se rieron todos.
Me sobaban con restos de tomates y paltas y choclos y pedazos de papas cocidas hasta que el gordo me tomó de la cintura y me dio vuelta dejándome boca arriba mientras me besaba llenándome una vez mas la boca de whisky. Yo sentía en mi borrachera como me sorbían, como sus dientes y sus lenguas desde cada lado de la mesa me recorrían, me mordisqueaban y me dejaban caliente como hacia meses no recordaba estarlo. Continuaba agarrada a los bordes de la mesa y no se cuantos de ellos sobre mi cuerpo bañado en ketchum, restos del cebiche, salsas me lamian y sorbeteaban. Cerré los ojos y movía la cintura y levantaba mis caderas. Eran muy locos. El pepino que era ancho y curvo, me lo pasearon por las piernas y me lo comenzaron a introducir en mi vagina mientras otro con un tenedor trataba de pinchar algo de sobre mi pezón. Sentía que comenzaba a irme en un orgasmo pero me lo aguanté. Seguían mordiendo cada vez mas violentos mis pezones, o rasguñadolos con los tenedores, lamiendo salsa de mi cuello, o raspando con la cuchara el interior de mis piernas, hasta que la punta del pepino que me lo habían ensartado hasta el fondo presionó mi matriz y no pude evitar un grito de dolor. Se detuvieron, y lo cambiaron por otro mas corto pero muy ancho que me lo pusieron en mi boca primero, el gordo me obligó a chuparlo como si fuera un pene y luego me lo fue introduciendo, era muy ancho y sentia, como en la distancia, que apostaban a si me entraría o no. Nuevamente estaba a mil, sintiendo como me introducìan ese pepino y otro jugando con mi cuello y con un tenedor rascándome mi clitoris. Cuando metió casi todo el pepino y yo sentía que mi entrepierna se alzaba sola buscando con que refregarse me dieron vuelta. Quedé boca abajo nuevamente descansando mi cara sobre mis manos y mi cuerpo sobre los restos de salsa, mayonesa y vodka que me habian puesto. Tendida asi sobre la resbalosa mesa del comedor senti con un escalofrío un hilillo de salsa nuevamente bajar por mi espalda, el pepino comenzaba a escapárseme de mi vagina pero la calentura hacia que quisiera metérmelo de nuevo. Sin embargo el hilillo no se detenía y se metia entre mis muslos y se acercaba peligrosamente a mi ano. El rubio con pinta de gringo, amigo del gordo era el que ahora mas se entretenía conmigo, dejo el lugar que tenia a mis pies y me mostró con una sonrisa perversa la zanahoria larga, delgada y brillante de aceite. A mi se me daba vuelta la pieza y veía dos y tres zanahorias iguales en sus dos y tres manos bailando a mi lado. Yo le sonreí desde mi mareo y la apuntó a mi hoyito y apenas lo rozó. Otro de ellos, no se cuál, sentí que volvió a introducirme suavemente el pepino por mi vagina pero entonces, el mismo rubio me puso ahora en la boca una zanhoria mas ancha y larga, yo la moje con mi saliba porque sabía adonde iba a esa. Recogi un poco las rodilla, me apoyé en ellas, abrí las piernas y levanté las caderas esperando que me la ensartarán, tanto trago me había deshinbido completamente, y… total a eso íbamos a esa casa, no?. Y èramos todoa adultos.
Te voy a reconocer que me dio lo mismo y levanté las caderas ansiosa buscando la zanahoria hasta que me la metió, delgada entera en mi ano resbalando hacia dentro peligrosamente aceitada. Sentía que estaba manoseada arriba de la mesa por esos cinco, totalmente ensartada y caliente que ya no me aguantaba. Me olvidé de donde estaba, y cuando la respiraciòn se me desbocaba y comenzaba a jadear de gozo me pusieron una naranja en la boca que me impedia cerrarla. Quedé boca abajo refregándome contra la mesa llena de algo salivoso y resbaladizo abriendo y cerrando las piernas y buscando presionar mi clítoris para comenzar mi orgasmo al tiempo que el otro metia y sacaba de mi ano lentamente su maldita zanahoria provocándome un roce que me volvió loca, era el extasis mismo allí y sin tocar mi clítoris terminaba arriba de la meza en manos de todos que me celebraban moviendome el pepino y retirando e introduciendo lenta esa zanahoria que si me hubieran dicho que me iba a salir por la boca les hubiera creido, bufaba, resoplaba de placer en un orgasmo que me salia del alma, tanto asi que creo me golpee la cabeza mientras terminaba porque me quedó un dolor en un lado de ella al sentir que amainaba mi placer. Logré escupir la naranja de la boca y en algo me bajaron las revoluciones. El pepino había salido por completo de mi vagina. Continuaba mareada pero me relajé un poco mientras me daba vuelta, recogía y doblaba mis piernas me sentaba en la mesa y dejaba caer la cabeza sobre mi pecho.
Me pasaron una toalla con la que me limpié y me acerqué al borde de la mesa para bajarme
– Pero acá quedamos nosotros me dijo el mas gordo de todos y se bajó el pantalón de baño y le saltó afuera su fierro rosado duro y casi humeando.
– Abrete, me ordenó y yo obediente abrí las piernas y dejé que me lo metiera. Metió sus dedos entre mi cabello subièndolos por mi nuca me atrajo hacia si y me llenó la boca de licor nuevamente y luego se dedicó a darme como caja hasta que me empujó hacia atrás dejandome tendida sobre la mesa, me tomó las piernas me las levantó poniendo mis tobillos sobre sus hombros y en esa posiciòn me lo metió muy profundo.
Dime, realmente te hubiera gustado haberme visto allì?, culiada delante de todos?, sucia?, borracha?, mientras los otros ya ni miraban como me lo mandaban a guardar patita al hombro ese gordo indecente que me llenaba una vez mas de semen?. Te hubiera gustado verme jadear arriba de la mesa revolcándome como perra caliente?, solita alli, sin que nadie me obligara?, buscando la punta de la zanahoria para que alguien me de el gusto de metermela por atrás? te hubiera gustado?. Pero me dejaste no? y me tomo un traguito y lo paso chancho. Y me lo pasan chancho. Pero esto no termina acá deja que te cuente lo que falta…
Cuando me acercaba a donde estaban los sillones para sentarme mi admirador, el moreno de ojos verdes se adelantó, me tomó con su mano del cuello por atrás, me guió hasta la mitad de la sala y me hizo subir a la mesa de centro arrodillada dándole la espalda a él dejándome en cuatro patas con mis nalgas justo a la altura de su entrepierna.
– Me duelen las rodillas le dije
– Ta dura la mesa Guachito, le dijo el rubio y le alcanzó un cojín que me lo puso abajo de las rodillas, y me volvio a tomar con fuerza con su mano por la nuca y me dobló la cabeza hasta abajo metiendomela entre mis brazos. En esa posiciòn solo podìa querer hacerme una cosa. Supe que me iba a sodomizar delante de todos, si era cierto lo que me habia dicho, que habia guardado una foto de una mujer que se me parecia por mas de un año en su pieza en la mina, que a todos les preguntaba por mi, que lo molestaban por su mala suerte, ahora era el momento de desquitarse, de darse el gusto delante de todos, para que no quedaran dudas que no lo habia dejado con las ganas…, y para mi la posibilidad de decir a algo que no ya habia quedado muy atrás.
Los demás se sentaron en los sillones con un trago en la mano dispuestos a ver como me iban a usar, sin molestarse por lo desigual de nuestras fuerzas, cuarenta kilos de diferencia a lo menos, y si bien no era alto si era muy fuerte, su espalda y sus piernas el doble de las mias, su pene algo mas grande de lo normal para su tamaño para mi resultaa salvejemente enorme. El Moreno fue y encendió las luces y yo me preparé, sabía que no iba a tener compasión conmigo, había esperado por mucho tiempo este momento y lo iba a disfrutar. Con mis manos apreté el cojín que lo mordí suave, sabiendo que en unos momentos mas enterraria mis dientes alli, bajé la cabeza hundí la frente y esperé. Asi puesta era el plato de postre, la champaña de la fiesta.
– Tan flaquita y tan rico culito que tiene esta mina, escuche decír cerca mio.
– Aguantadora, y entera jugada…
– Se quedó aguachadita alli, a que le rompan el culo
– Si le metimos mas de media botella en la boca
– Si trago es toda una dama, pero si la curai… Y eso era cierto. Tu sabis que es cierto me tomo un trago de mas…, y cualquiera hace lo que quiera conmigo, como ahora.
– el guacho se está dando el gusto, un año atrás de la mina, ya se la echó por delante y ahora le va a dar por atrás hasta el mismo cogote.
Era verdad entonces lo que me dijo, que hasta habia guardado una foto mia. Les escuchaba esperando que comenzara ya, que me violara, sumisa total. Giré leve la cabeza que tenía metida entre mis brazos y voltee. Estaba de pie detrás mío con los pantalones abajo y se masturbaba buscando su maxima erección, su cuerpo era el doble del mio de ancho, era lampiño de piernas gruesas, biceps anchos, una cintura membruda y un cuello grueso, … y unos ojos verdes preciosos, como para calentar a cualquiera. Tirité de solo pensarlo y volvì a meter mi cabeza en el cojin expuesta total, a la espera, sentí que una masa helada embadurnaba mis nalgas y chorreaba por mi vagina hasta caer a la mesita, baje mi mano y toqué mi clitoris que con el hielo se endureció, estaba hinchado, lo rodee con mi dedo y me lo pellizque cuando senti que dos dedos me resbalaban hacia dentro de mi hollito sin resistencia, entraron y salieron dejando vaselina por dentró mientras me masturbaba mirando desde alli abajo como se les iban parando los penes a los que estaban sentados. Me tomó por los huesos de mis caderas, la punta de su pene la senti en mi ano y sin aviso violentamente me llevó hacia el clavándomelo sin asco hasta el fondo. No sentí dolor, sino sometimiento, me senti dominada, entregada, como que no era nada, solo carne para gozarla, … y me calentó. Lo demás se echaron hacia adelante. Con mi cabeza alla abajo solo podia ver sus piernas y las manos que se sobaban sus penes que se volvían duros arráncandose de sus trajes de baño. Me lo sacó pero no del todo y comenzó el mete y saca de mi ano mientras los demás miraban cada detalle de mi penetraciòn, estaba en una posicion que me dejaba comodamente a su antojo, me lo metio tantas veces que me dolía pero la exitaciòn que habia vuelto hacia que le siguiera el juego, en un momento me pego una palmada en mi nalga mientras me lo ensartaba hasta sentirlo en mi estómago y luego otra que me hizo gritar de dolor cuando mis caderas se iban tras su pene, y asi siguió pero era inevitable que buscara que me lo incrustara, que me lo hundiera hasta que me lo metió muy hasta el fondo y lo dejó allí. Me tenía clavada delante de todos y vi que con un cordón de la cortina se amarró su pene por la base y este comenzó a hincharse aún mas dentro mio, si lo tenía inmenso, ahora la falta de sangre se lo endurecia e hinchaba mas, cuando me tomó de la caderas y comenzó a masturbarse conmigo porque eso era lo que hacia el dolor y el placer me traspasaban. Estabamos traspirando, las gotas me caían por la frente y las axilas se me humedecían, y sentia la traspiracion de él en mis nalgas y en sus manos que jugaban con mis caderas. Yo mordía el cojin para no gritar de dolor y de placer, alguien se montó en la mesa delante de mi cara para que se lo chupara. Senti que me jaló el pelo dolorosamente levantandome la cabeza pero se rio y me dejó así. Los otros se agachaban a mi lado a mirarme
– Ya puso los ojos blancos, dijo el rubio.
– Levantale la cabeza dijo otro y senti que alguien me jalaba del pelo hacia arriba exhibiendo mi cara. Tenía el pelo pegado sobre la frente, el sudor le goteaba y exhalaba ronquidos, la baba le caía por la comisura de los labios y ponía los ojos blancos. Por atrás el guacho se daba el gusto de su vida y se lo metia y sacaba con una fuerza y violencia que hacia que la Princesa pareciera una muñeca rebotando sobre la mesa de centro, su hermosura teñída de perversión y a su fineza y armonia agregaba la depravaciòn. La mas hermosa mujer que pisara esa casa transformada en una viciosa degenerada era un espectáculo para el rubio que no aguantó mas y se masturbo delante de su cara hasta eyacularle en sus mejillas y a ella se le adormecia la mano refregandose su clitoris sin poder terminar, el ano parecía que se le iba a salir arrasrado por ese pene duro y caliente como un fierro, y jadeaba en medio del desenfreno con las piernas en el aire y de cabeza agarrada a la mesa ya no jadeando sino exalando gritos incomprensibles de placer. Hasta que el guacho se lo desató y un chorro de semen me rebalsó dejándome con una sonrisa tirada alli, babeando y el pelo pegotedo de sudor y semen porque alguien habia eyaculado en mi frente y no me percaté. Sentí que se le achicaba y salia de mi. Cuando se despegó totalmente me soltó y me fui hacia adelante quedando tendida en la mesa, las piernas abiertas a cada lado de ella y los brazos igual. Luego de un momento me di media vuelta, bajé los pies y medio me senté sobre la cubierta, el guacho se habia ido al baño y el moreno se paró frente a mi y me puso su sexo delante de la cara. Yo entendí e intenté menearselo pero mi mano tiritaba y no podía, entonces lo puso entre mis labios y comenzó a masturbarse, luego me lo metió totalmente en mi boca y eyaculó dentro de ella, y no lo sacó, lo dejó dentro el maldito, y exprimió hasta la última gota dentro mio y luego limpiándose me lo restregó por la frente y los ojos mientras los otros dos desde el sillón me miraban con una sonrisa. Viento Frío vino y se sentó a mi lado.
– No pudiste terminar, me dijo. Estabamos los dos sentados sobre la mesita en que me habian sodomizado y dos de ellos encharcado en semen la cara. Tenía un sabor àcido en la boca y la respiraciòn aun agitada
– Te propogo un juego, una apuesta, para terminar bien la noche.
– Pero no me vas a pedir que te baile el caño a estas alturas. Se rió y me contestó
– No Princesa, mira, no terminase, no?
– Termine como tres veces, cuatro, o mas no sé, a los veinte recién casada alguna noche quizás lo hice como hoy. Pero ya no puedo mas, imposible.
– Te apuesto que te hago terminar, me dijo, canchero, seguro de si.
– Si te gano nos cumples un deseo. Y si no terminas después de un rato, tu pides un deseo y nosotros te lo cumplimos.
– Difícil que me hagas terminar, yo recién no pude, y con algo de traguito mas difícil.
– Apuesta entonces, puedes pedir que hagamos lo que quieras. Me tentó, me tentó la idea de pedirles que me cumplieran un deseo, y yo habia descubierto que podia tener dos o tres o como hoy hasta cuatro orgasmos en un rato, pero cinco, no, no me lo sacaba nadie.
– Bien, probemos, le dije
– Es una apuesta?
– Es.
Viento Frío se paró y la miró, era delgada de piernas y pechos pequeños y bien parados aún, los pezones rosados perfectos, pero por sobretodo era una cara bonita, su frente ancha y una nariz pequeña y respingada, unos ojos marrones llenos de vida y los labios delgados y sensuales, los brazos torneados y duros y la espalda estrellada de pecas que terminaba en un trasero redondo perfecto con una pequeña cicatriz en su costado, una suerte tenerla acá pensó y salió a buscar un pañuelo.
Me tapó los ojos y me levantó por mi cintura y me puso encima de él que se había sentado en el sillón grande. Vi por debajo del pañuelo que se comenzó a masturbar, yo estaba a horcajadas sobre él con mis piernas abiertas y su sexo muy cerca del mio y sentía de repente sus golpes entre mis piernas. Alguien me abrazó por detrás y comenzó a jugar con mis pezones, los resregaba, los pellizcaba los tiraba a hacia afuera y me los soltaba, eran dos manos distintas que me hacían doler pero los hinchaban y endurecían, alguie dijo "prueba con esto" y senti que algo como un colgador de ropa me los atrapaba, y los tiraban hasta que estaban duros, por debajo aun sentía que Viento Frío se masturbaba pero ya lo tenía crecidito. Se lo tomé con las dos manos y me lo acerqué a mi vagina. Era tan grueso y largo que no me lo imaginaba dentro, estaba mojada de nuevo y me levantaron y me fueron bajando sobre él hasta que me lo ensartaron hasta el fondo, yo estab muy caliente realmente, clavada alli mientras me manoseaban revolvian mi pelo ediondo a semen metian sus dedos por mi hollito acariciaban mis piernas o besaban mi cuello que con gusto hubiera terminado, pero el pensar que quería pedir yo el deseo me controlaba. Sin embargo estaba acesando nuevamente, apretaba mis mandibulas con fuerza y respiraba tratando de aguantarme, Viento Frio comenzó a levantarse y clavarme a su gusto y yo cada vez ofrecìa menos resistencia, lo abracé por su cuello y ciega dejaba descnazar mi cabeza sobre sus hombros, entones se paró como lo habia echo antes tomándome por abajo de mis piernas y en el aire me lo sacaba y luego me deja caer clavándome hasta el dolor.
Realmente quería pedir ese deseo. Yo no soportaba ese juego y me tenía a su disposiciòn, hasta que me sentó en la orila de la mesa frente a él, se retiró y senti un hielo sobre mi clìtoris que reaccionó endureciendose bruscamente y luego que entraba en mi vagina, y otros y otros mas que con su pene los comenzó a empujar hacia el fondo hasta metérmelos totalmente, me tomó de nuevo como koala y me lo metia y sacaba en el aire con los hielos dentro que se iban derritiendo y sentía como giraban dentro de mi utero, la sensacion de calentura y el hielo dentro era brutal. Me atracó contra la pared que sentí en mi espalda y me apretaba contra ella mientras me clavaba y movia lo que iba quedando de los hielos dentro mio, la sensación era insoportable, tiritaba, mis dientes castañeteaban y de mi garganta solo salían gemidos hasta que comenzaron mis espasmos, clave mis uñas en su espalda y ante la vista de todos sin ya un mínimo de verguenza me entregué, dejé que mi cuerpo hiciera lo que quisiera y se escapara mi orgasmo sobre sus hombros mentras chorreabamos el agua entre nuestras piernas, habia valido perder, realemente había valido. Quedé ida, casi desmayada sobre sus hombros por el esfuerzo, y sin bajame ni sacarmelo me llevo hasta donde habia estado antes la mesa de centro que en un momento retiraron, me lo sacó y me bajó dejándome de pie, me dio vuelta poniendome de espaldas a él y hizo lo que a los hombres mas les gusta hacer conmigo, me tomó de la nuca y me hizo agacharme hasta dejarme arrodillada, en cuatro patas en el suelo, en la tipica del árabe que reza a la Meca. Mi cuerpo aun convulsionaba por el orgasmo y con los ojos tapados sentí que se habría la puerta del fondo de la Casa, pero no senti nada mas, solo Sultán que entraba seguro a mirar, pensé que si entraba una mujer diria que no, que eso no, aunque se enojaran conmigo, aunque no pudiera volver mas, aunque me amenzaran. Sentía que todos estaban mirándome, curiosos, se sentìan expectantes, tensos, la puerta del fondo se había cerrado y solo Sultán entraba timido olisqueando curioso, no sentía mas pasos, nada, ni tampoco pareciera que alguien hubiera salido. Me acordé de mi perro que cuando llegaba de encontrarme contigo me olía y que alguna vez en su época en celo habia saltado confundiendo mi pierna con una perra. Sultán se acercó hacia mi que en cuatro pies aun le daba la espalda y como un masazo en mi espalda comprendí cual era el deseo de ellos.
En ese momento se me pasó toda mi cura.
– No!, grité, no!.
– Eso nunca, nunca. Jamás.
– Si no quieres, no pagas la apuesta no mas dijo Viento Frío en un tono despectivo, impersonal, seguro con su peor sonrisa.
– No… nunca.
– Y yo pensé que me habia eqivocado dijo el chico Juan de voz desagradable, arrugo al final no mas. Todas estas que son tan bonitas de cara, tan elegantitas, finas, les falta la chaucha pal peso para ser mujeres de verdad.
– La rubia se lo tira y hasta se la corre al Sultan y esta arrugó al puro verlo, dijo el gordo.
Sultan se había ido acercando y me olfateó y me lamió la vagina, una dos veces y me hizo avanzar en cuatro pies por la sala, escapandome. Reconozco que si hubiera querido pararme mis piernas no me habrían soportado, y su lengua áspera y húmeda en contacto con los labios de mi vagina me estremeció.
– No, volvi a decir pero no me podía mover mas y sabía que en cualquier momento el perro saltaria sobre mi espalda.
– Por favor no me hagan hacer esto, les supliquè en voz alta y metì mi cabeza entre mis brazos sin darme cuenta levantaba mis nalgas y que exponia aun mas mi sexo a Sultán.
– Si alguien supiera, susurré
– Nadie lo va a saber, dijo Viento Frío, seco, si alguien hablara de esta noche no vuelve a pisar esta casa, y si depende de mi no vuelve a pisar la mina tampoco.
Sentí la nariz fria de Sultán hurgando en mi sexo y repentinamente el salto sobre mi espalda atrapàndome con sus patas delanteras por la cintura, era pesado asi que me tiró hacía abajo y sentia como se sexo duro como hueso punzaba enre mis piernas sin acertarme. Eran golpes que muy luego iban a dar con mi vagina mojada, pero uno de ellos no vi quien por mi posición me embadurnó con vaselina mi vagina, Sultán se acomodó encima mio atrapándome mejor con sus patas que me abrazaban sin rasguñarme y de una embestida me clavó su sexo que con la vaselina resbalo hasta el fondo.
Quedé en el piso en medio del salòn en cuatro patas montada por ese inmenso perro mientras me miraban felices y curiosos. No muchos han visto como un perro se cruza con una mujer, no? o como a mi de falda y taco alto en la semana me convierten en una perra. Estaba inmovilizada y nadie iba a hacer nada por mi. Y comenzó a clavarmelo a un ritmo cada vez mas ràpido y violento, era un pene deforme como nunca había sentido dentro mio con rugosidades que me producian sensaciones desconocidas, me daba con una fuerza de animal a una velocidad que aumentaba cada vez y comencé a sentir que se hinchaba dentro mio como un globo. Intenté moverme pero solo logré gatear con el pegado atrás mientras me cargaba aferrado a mi cintura, me lo metia y sacaba con una velocidad increible de soportar y con la fuerza y potencia de una besta en la que se había convertido. Había pasado de Princesa a Perra, en cuatro patas montada por una bestia de mas de 80 kilos y ni me veía alli, pequeña cuilada abajo de esa bestia que me cubria totalmene. De rodillas embadurnada con el olor a trapo húmedo y el jadeo del animal en mi nuca y su cabeza pegada sobre la mia no lo olvidare jamás, hasta que me sometio totalmente inmovilizanome y con su sexo dentro mio tan hinchado que estaba perfectamente acoplado como si mi cuerpo fuera parte de el, como si continuara en ese animal que me poseia convirtiendome en una perra, yo una perra de entretenciòn final para esos hombres. Me agarraba con sus patas delanteras y solo movía sus ancas que hacian el metesaca de ese pene que paecia que se habia inflado dentro mio y que amenazaba con reventarme o con descoyuntarme las costillas aporreandome en el suelo ya de forma inhumana, asi fue arrastrándome hasta arrinconarme entre las dos paredes mas oscuras de la esquina de la sala daba mi cabeza contra la pared sus garrascomenzaron a hundirse en mi estómago y sentía que me partiría en dos si no paraba, hundí mis dientes en mi mano para confundir el dolor y me dejé llevar por él que me inmovilizaba poniendo toda su fuerza en el meterme y sacarme su verga que me encajaba y sentia hasta en mis mandibulas.
– se lo encajo hasta el cogote a la Princesa
– creis que se lo este gozando, pregunto uno
– para mi que se lo esta bancando no mas.
Tirada en un rincón de la sala la fuerza de las arremetidas de Sultán hicieron que las piernas no me sustuvieron mas y me fui abajo desacoplandome por la vaselina que chorreaba, quede tendida de guatita en el piso, desecha, alguien lo tomó en ese momento de su correa y lo sacó. Yo no podia enderesarme de ese charco de vaselina y semen y me abandone alli por unos instantes. Varios de ellos se fueron para adentro y al salir apagaron algunas luces. Viento Frío se agachó a mi lado.
– Soy mujer derecha, Princesa, o debería llamarte perrita ahora?
– Lo del Sultan con las otras, no es cierto…?
– Claro que no, lo dijo para provocarte.
– Si lo pensé, era para dejarle claro que soy mas que ellas.
– mas que?
– mas osada
Me tomo de bajo los brazos y literalmente me arrastró hasa el sillón donde me recostó, yo no sentía mi cuerpo.
– LLéname la tina de agua bien caliente le pedi.
Volvió al rato, me ayudó a levatarme pero terminó tomándome en brazos y dejándome en el agua que me devolvió le sensibilidad de mi piel y mis piernas. Me quedé allì hasta que el agua estuvo helada y salí a buscar una cama donde me tiré a tratar de dormir. Al día siguiente el Guachito de ojos verdes me ofreció traerme, le dije que bueno mas que nada para evitar la conversa con Maria Soledad. En el camino me preguntó cual hubiera sido mi deseo.
– Que Viento Frío te lo metiera a ti le dije, como en broma y se rió.
Me dejó cerca de mi casa, no me gustaba que supieran donde vivía, y decidí llamarte para contarte, pero nunca me has contestado, asi que lo publico no mas. Para que te enteres…, la mina que te perdiste.
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