La domadora domada.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por kelpo.
Ella era una chica excesivamente formal para mí, muy religiosa y clásica, una buena chica, pero había algo misterioso en ella, algo que me atraía como un imán.
Llegué diez minutos antes de lo previsto a su casa, me lié un cigarrito de la risa para llegar a la hora en punto y estar más relajado. Ding-Dong… abrió la puerta Julia vestida de cuero negro, con unas botas kilométricas y una fusta en la mano. Tragué saliva y le di el ramo de flores.
– No me gustan las rosas rojas, tiró el ramo al suelo y me dio un fustazo en la cara.
– Eh… eh… no lo sabía, otra vez te traeré tulipanes. Perdóname. Zas¡ otro fustazo en el cuello me hizo entrar en situación.
– Has traído vino francés y sabes que no bebo más que Rioja, creo que no tienes solución.
Un rodillazo en la entrepierna me hizo besar el suelo. Donde estaba la dulce Julia?, que broma de mal gusto era esta?. La marihuana hizo que me partiera de risa en el suelo, con los huevos doloridos y aquella Julia castigadora amenazándome con la fusta, no podía parar de reirme, el THC, compañero inseparable de fatigas, me estaba dejando a merced de aquella bruja.
– Julia cariñohhj¡ (aquellas botas tenían la puntera de acero) cuanta hostilidad por unas rosas y un vino francés, no quiero ni pensar si le traigo flores de plástico y calimocho.
– Mientras me retorcía de dolor, creo que tenía una costilla rota, me costaba respirar, pero seguía con la risa floja, Julia fue a la habitación y trajo unas esposas y cadenas, traté de resistirme lo que pude pero fue inútil. En cinco minutos estaba completamente a merced de aquel angelito. Julia volvió a ausentarse, yo entre la risa y el miedo me meé encima. Santa madonna¡ mi cena romántica iba a ser un infierno.
Julia volvió con algo que me heló la risa un arnés descomunal, por lo visto era una reproducción fiel de la polla de Rocco. Joder, la cosa se ponía realmente fea. Empecé a gritar: INSUMISIÓN, INSUMISIÓN, INSUMISIÓN… pero era un grito en el vacío, la mano estaba repartida y ella llevaba póker.
– Tranquilo tonto, si no te va a doler, incluso con vaselina, vas a tener un orgasmo prostático inolvidable. Un sudor frío me caía por la frente, aquella zorra opusina iba a taladrarme sin anestesia y sin piedad.
– Ten corazón Julia, mis hemorroides y eso que tienes ahí son incompatibles.
Me cruzó la cara y me dio una subida de adrenalina, o de azúcar, tensé mi cuerpo y conseguí soltarme de la pared. Era libre, mi primer opción fue salir corriendo pero luego pensé que ya que estaba allí usaría la polla de Rocco. Até a Julia y mientras le metía mi polla por delante, Rocco hacía su trabajo por detrás. Julia se retorcía de placer mientras me insultaba. Follamos durante horas. Al terminar cenamos y Julia se tomó el vino francés con gran placer. Luego me dormí exhausto. A la mañana siguiente tenía las hemorroides inflamadas, el maldito curry otra vez¡.
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