La dueña del apartamento me dijo. Querida o haces lo que yo te digo, o duermes esta noche en la calle.
Una joven debe el pago de la renta y su casera pasa a cobrarle diciéndole que paga, o se va a dormir a la calle, aunque le ofrece la alternativa que se convierta en su esclava..
Cuando me mudé a la ciudad, gracias a los contactos de mi familia, conseguí empleo, y hasta un buen apartamento donde vivir.
Pero debido a mi poca experiencia, e inmadurez, gasté más de lo que podía, en un auto, ropa fina, asistiendo a fiestas, bailes, en fin, como que me creía que era millonaria.
Razón por la cual, me fui atrasando tanto en la renta del apartamento, como en el pago de las mensualidades del auto.
Por lo que, en cierto momento, tuve que decidir si pagaba la mensualidad del auto, o la renta del apartamento.
Decidí pagar la mensualidad del auto, ya que con el auto me transportaba a mi trabajo, y realmente no estaba dispuesta a depender del transporte público.
Pero en consecuencia recibí por correo, varias notificaciones de atraso por parte de la dueña del apartamento.
Lo único que se me ocurrió hacer, fue ignorarlas, pensando que, para la próxima quincena, podría abonar parte del atraso y pagar la renta.
Lo que yo ignoraba era que la dueña del apartamento también vivía en el mismo edificio.
Aunque conocía de vista a esa persona, no sabía que era la dueña del apartamento, ya que la negociación la realizó un tío mío, y yo realizaba los pagos por correo, a un apartado postal.
Recién había regresado del trabajo, y me había cambiado de ropa, me encontraba en pantis y sin sostén, cuando sentí que habían tocado la puerta, me puse mi bata de dormir.
Al abrir me encontré con esa persona que había visto en varias ocasiones, saliendo o entrando al edificio.
Una señora de mediana edad, un poco más alta que yo, de porte atlético, lo primero que me dijo al abrir la puerta fue. “Yo soy la dueña del apartamento, y como no has respondido mis cartas, decidí pasar a ver que le sucede con el pago de la renta”
Lo cierto es que no me esperaba que algo así me fuera a suceder, lo único que se me ocurrió hacer en ese instante, fue invitarla a pasar, tratando de pensar en que le iba a decir.
Así que lo primero que se me ocurrió fue, pedirle disculpas por el atraso, y de inmediato se me ocurrió decirle, que en mi familia había habido una emergencia, por lo cual yo había enviado algo de dinero a mis padres, pero que, para la próxima quincena, me pondría al corriente, pensando que con eso bastaría.
La señora se me quedó viendo, y me dijo. “Yo no nací ayer, así que si piensas que legalmente no te puedo sacar de mi apartamento, te recuerdo que te lo he rentado completamente amueblado, o sea que para los efectos es como si estuvieras viviendo en un hotel, sé que te gastaste la renta por estar mal gastando el dinero en ropa, fiestando, y si no quieres que ahora mismo te ponga de patitas en la calle, vas a tener que llegar a un acuerdo conmigo”
Yo la verdad es que me asusté al escucharla decirme esas palabras, por lo que lo único que se me ocurrió preguntarle fue a que tipo de acuerdo se refería ella.
Fue cuando me di cuenta la manera tan rara, en que el dueña del apartamento me estaba viendo.
Lo que realmente me dio mala espina, ella sin dejar de verme en la manera en que lo estaba haciendo me dijo. “Es bien sencillo, yo quiero que seas mi esclava, por cada día de atraso de la renta”
En ese instante pensé en mandarla al demonio, pero al mismo tiempo me dije a mi misma. “Si está bien, la mandas al demonio, y esta noche a dormir en la calle”.
La verdad es que me quede como paralizada, sin saber que responderle, fue cuando se colocó a mi lado, y dándome una suave nalgada me dijo. “Te doy una hora para que decidas, si te quedas a dormir en el apartamento, o te marchas, al fin y al cabo, solo tienes que recoger la ropa.”
Lo cierto es que jamás en mi vida, había llegado a tener sexo con otra mujer, pero, por otra parte, varias de mis compañeras de trabajo me decían que había tenido mucha suerte al conseguir un apartamento como ese, completamente amoblado, y pagando tan baja renta, tomando en cuenta que se encuentra en una de las mejores zonas de la ciudad.
Al principio me visualicé durmiendo por varios días en mi auto, exponiéndome a ser asaltada, y a que mi familia se enterase de lo que había sucedido, cosa que yo no deseaba que pasara.
Fue cuando me puse a pensar, que la verdad es que, si llegaba a ese acuerdo con la dueña del apartamento, yo no se lo diría a nadie, y que la dueña del apartamento tampoco.
Pero aun y así me costaba trabajo, aceptar la propuesta de la dueña del apartamento, entre pensar y pensar, que era lo que más me convenía, pasó la hora.
De momento que volví a sentir que tocaban a la puerta, yo aún no había tomado ninguna decisión, por lo que, al abrir la puerta, ni puta idea tenía de lo que iba a suceder.
Y ahí estaba ella, con una botella de licor en sus manos, viéndome de esa manera tan rara.
Mientras que yo tartamudeando, de lo asustada que estaba, la invité a pasar, así que mientras colocó la botella, sobre la mesa, me preguntó de manera sarcástica. “¿Y ya decidiste donde vas a dormir?”
Lo cierto es que no dije nada, me quedé viendo el piso, mientras que ella de seguro tomo mi falta de respuesta como un sí.
Fue cuando dirigiéndose a la cocina extrajo un par de vasos, y regresando de inmediato a la sala, me dijo. “Vamos no pongas esa cara, de tragedia griega, pero antes de que algo suceda, vamos a tomarnos algo de este sabroso licor, así te vas relajando, y vas a ver como la pasamos de lo mejor”.
Realmente a mí no me gusta mucho los licores dulces, pero en esos momentos me lo tomé como si fuera agua, mientras que ambas estábamos sentadas en el sofá de la sala, y poco a poco comenzó a pasar una de sus manos por mi rodilla.
Al tiempo que me fue preguntando, si esa era mi primera vez, yo casi ni hablaba, fue cuando ella se me acercó más, y colocando uno de sus brazos por encima de mis hombros, siguió diciéndome. “Si te preocupa como te vas a sentir, te diré que muy bien, a menos que tú no quieras que sea así”
Sus palabras me dejaron bien confundida, y de seguro se me notó en la cara, ya que él de inmediato continuó diciéndome. “Ahora mientras que seguimos bebiendo, vete a darte una buena ducha, y procura enjabonarte bien, que ya te alcanzo en la ducha” yo sumisamente le obedecí, al tiempo que seguí bebiendo.
Ya en la ducha comencé a enjabonarme, tal y como ella me lo había ordenado, cuando la vi entrar al baño completamente desnuda, y en lo que de inmediato me fijé fue en su peludo coño, que a diferencia de ella yo me depilo el mío completamente, por sentirme mucho más fresca.
Yo me quedé en silencio, procurando borrar de mi mente aquella imagen, así que mientras fijé mi vista en el piso, comencé a sentir como sus manos comenzaron a enjabonarme la espalda y así sucesivamente todo mi desnudo cuerpo.
Lo cierto es que tenía unas ganas de salir corriendo, pero la verdad es que ni idea tenía a donde me iba a dirigir.
Así que a medida que me fue enjabonando, comencé a sentir sus dedos explorando tanto mis nalgas, mi coño, y mis tetas, mientras que yo cerrando mis ojos me decía a mí misma. “Bien merecido lo tienes, por pendeja, por gastarte todo, en ropa que solo as usado una vez.”
Sus dedos los fui sintiendo como comenzaron a acariciar internamente toda mi vulva, y como poco a poco me los fue introduciendo, uno a uno, hasta que, al poco rato, yo me encontraba con las piernas bien abiertas, y ella empujándome casi toda su mano dentro de mi coño, sin que yo dijera o hiciera nada por evitarlo.
A todas estas, yo solo ya casi me había tomado algo más de un cuarto de la botella, cuando la dueña del apartamento me indicó que nos dirigiéramos al cuarto.
En el corto trayecto, sentí como sus manos seguían acariciando mis nalgas, hasta que llegamos a la cama, fue cuando me ordenó que me acostase bocabajo, y que separase mis piernas.
De inmediato él volvió a seguir acariciando mis nalgas, y con algo de aceite me fue embadurnando las nalgas y mi esfínter, al que comenzó a penetrar con sus dedos.
Mientras que yo mentalmente me lamentaba por todo lo que me estaba sucediendo, hasta que la señora me preguntó, que sentía.
Hasta ese momento, me sentía avergonzada, por dejar que me hiciera todo eso, pero cuando me lo volvió a preguntar, al tiempo que sentí sus dedos atravesando mi esfínter.
Sentí algo muy distinto y diferente, algo así como una especie de corriente eléctrica que recorría toda mi espalda desde mi culo, hasta la nuca.
Ella continuó acariciando mis nalgas, mis muslos, y piernas, a medida que seguía introduciendo casi toda su mano dentro de mí.
Pero a la vez yo sentía esa rara sensación, que recorría todo mi cuerpo, ella me dijo que separase más mis piernas, y al momento que lo hice, sentí más dentro de mí su mano.
Hasta que, de manera involuntaria, pienso yo, comencé a mover mis caderas, a medida que él continuaba metiendo y sacando gran parte de su mano dentro de mis nalgas.
En esos momentos me volvió a preguntar que sentía, y la verdad que se me escapó un fuerte gemido de placer.
En ese instante me dijo. “Ahora ya estás lista para que te penetre. Pero eso sí mantente relajada, si te pones tensa, entonces si te dolerá.”
Procuré seguir sus instrucciones, y tras sacar sus dedos de entre mis nalgas, a los pocos segundos, tras colocarse sobre mí, comencé a sentir como una verga de goma pegada a su cuerpo con unas correas, se fue abriendo paso dentro de mi culo.
Lo cierto era que no me dolía, si lo sentí como me fue penetrando, y a medida que lo fue haciendo, yo volví a mover mis caderas.
Por unos instantes, eso me pareció algo increíble, pero a medida que ella seguía empujándome toda esa cosa entre mis nalgas, yo seguí moviendo mis caderas, gustosamente.
No lo podía creer, que lejos de dolerme, o sentirme indignada por lo que me estaba sucediendo, yo estaba disfrutando lo que me estaba pasando.
Fui sintiendo una y otra vez, como aquel tremendo pedazo de goma negra, me penetraba, a medida que yo no paraba de mover mis caderas, y disfrutando plenamente del placer que todo aquello me producía.
En ciertos momentos, hasta se me escapo pedirle que me diera más y más duro, hasta que ella me apretó con fuerza contra su cuerpo.
Por un buen rato la señora, se quedó sobre mí, hasta que extrajo esa cosa de entre mis nalgas, y sin decirme nada se dirigió al lavamanos y la lavó.
Mientras que yo me quedé con mis piernas y todo mi culo bien abierto, ya estaba por quedarme dormida, cuando sentí una ardiente nalgada, y su particular voz diciéndome. “Anda a lavarte, que aún no hemos terminado”
Yo dando tumbos, me dirigí al baño, y bastó que me señalase la ducha para que yo me lavara todo mi cuerpo, y al salir de la ducha mientras ella me secaba volví a darme otro trago.
Lo que yo no me esperaba fue, que de momento ella me plantase un tremendo beso de lengua, al tiempo que me abrazaba.
Yo de manera bien sumisa me dejé hacer todo lo que ella quiso, con decirles que cuando se recostó en la cama y separó sus piernas, agarrándome por la nuca, fue llevando mi rostro sobre su peludo coño, en ese instante supe que ella deseaba que se la mamara.
Cosa que sin reparo alguno me puse hacer, como ya les dije, el acuerdo era que sería su esclava por cada día de atraso de la renta.
Por lo que cuando me ordenó que me acostase con mis piernas bien abierta, nuevamente supe lo que ella me iba hacer, y casi de inmediato comencé a ver y luego a sentir.
Como esa cosa de goma negra, de forma fálica, pegada a su cuerpo a la altura de su peludo coño, me comenzó a penetrar, al tiempo que ella me decía lo sabrosa que yo estaba, y yo gimiendo de placer, trataba de ocultar la gran satisfacción, que sentía cada vez que ella me empujaba todo su enorme juguete dentro de i depilado coño.
Así que se pueden imaginar lo que ha sucedido el resto del mes, hasta que finalmente me pude poner al día en cuanto al pago de la renta.
Cosa que no ha impedido que posteriormente, aunque ya no le debo nada de la renta del apartamento, me siga visitando casi a diario.
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