La Fiebre
Descubriendo otro tipo de placer.
Descubriendo está pagina, veo que todos comparten sus relatos íntimos que es muy difícil compartir ante alguien cercano, ya que podemos ser vistos de una manera errónea. Aquí siento que también puedo compartir libremente sin ser juzgado. O simplemente que me de igual, ya que nadie conoce a nadie y cada quien disfruta como desea.
Esto me ocurrió hace un par de semanas. Soy un hombre de treinta y dos años, casado, padre de un niño, el cual tuve con una mujer que es mi complemento más grande, ya que también es una pervertida en silencio como yo. Me enferme de fiebre durante varios días y nada parecía aliviarla. Hasta que llegó un médico particular a la casa, el cual nos receto supositorios que juraba eran bastante efectivos. Yo dudaba de su uso, porque pensaba más en las burlas que harían mis conocidos si se enterasen de ello, pero mi esposa me dijo que debíamos seguir las indicaciones del doctor y probarlos.
La primera noche, ella fue tan delicada como atenta, y me coloco el primero. En cuestión de horas ya estaba mucho, mejor la fiebre me había bajado tal y como nos indicaron. La verdad fueron bastante efectivos. Por lo mal que me encontraba, no recuerdo haber sentido nada a la hora de colocarlos, más que un pequeño dolor.
Informamos al médico de que ya estaba mejor, pero aún así nos sugirió seguir con el tratamiento durante los tres días que nos había dicho. A la noche siguiente, antes de dormir, ella me dijo que me iba a poner el del día correspondiente, proteste un poco, pero me confeso que le había excitado un poco el haberlo puesto. Ya con un poco de lujuria al saber esto, me desprendí de mis calzoncillos con los cuales usualmente duermo, me puse boca abajo, ella empezó a jugar con mis nalgas para liberar tensión y se acerco a mordérmelas jugando, pero en realidad me estaba excitando. Cómo lo tenía en sus manos, abrió mis nalgas para introducirlo, pero de una forma algo más salvaje. Me queje un poco del dolor, cosa que respondió le había gustado. Aprovechando tener sus dedos cerca de mi ano, comenzó a jugarlo, nunca me habían tocado esa área, y sinceramente se sentía demasiado rico. Al ver que me empezó a gustar, se metió dos dedos a la boca para llenarlos de saliva, luego introducirme uno con suavidad. Aquello dolió pero no quería que dejara de hacerlo. Al contrario me estaba calentando como nunca. Ambos estábamos muy excitados, luego me introdujo el otro, el cual si me dolió bastante tener ambos al mismo tiempo. Le dije que me estaba lastimando, los saco y dijo que iba a hacer algo para que no me doliera. Abrió de nuevo mis nalgas, pero esta vez fue su lengua la que toco mi ano. Sentía algo tan blando, baboso pero demasiado excitante, no quería que se detuviera. Y sin más me hizo mi primer beso negro.
Hemos experimentado tantas cosas juntos, pero esto fue de lo mejor que probamos. Ella era inexperta en ese campo, pero la forma que me mordió y pasaba su lengua dentro y fuera, me llevaron al éxtasis inmediato. Hasta hacerme gemir cosa que no había hecho anteriormente. Batí la cama de semen, y una vez todo cubierto, me dio la vuelta para limpiarlo todo con su lengua y darme el mejor sexo oral que hemos tenido en la vida.
Nuestra relación sexual avanzó mucho gracias a ese descubrimiento, debo agradecer al médico que nos recomendó aquel tratamiento. Porque ese acto se ha repetido bastantes veces, y hemos intentado experimentar más cosas como pareja. Lo bueno de dejarse llevar sin pensar tanto las cosas.
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