La guardería de mamá
Una bella mamá incestuosa disfruta de sus hijas pequeñas y sus amigos.
Esta narración la obtuve de una página web en inglés y me pareció muy encantadora, por lo cual la traduje y la adapté a nuestro idioma. Espero disfruten mi reversión tanto como yo disfrute hacerla y también estar publicando anécdotas auténticas y personales pronto.
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Mis bebés se despertaron de su siesta justo cuando me estaba poniendo ese bello vestido que me encantaba por cómo se amoldaba a mi talle. Al verlas ahí a mis niñas, amodorradas y desnudas, pensé que era una pena que también tengan que ponerse algo de ropa. Sin embargo, es casi mediodía y debo prepararme para el trabajo. Dirijo una guardería casera para pagar el alquiler; por supuesto, el hecho de tener una guardería como fuente de ingresos tiene una doble intención: tener unas horas de diversión con los más pequeños que cuido.
Puse a mi hermosa Desiré (de dos años) su pequeño vestido de girasol que combinaba con su pelo rubio y su piel blanca; además, tiene una bella nariz respingada, una barriguita abombada como solo las niñas de su edad la tiene y una redonda pompis de bebé. Una vez Desiaré estuvo vestida, le tocó el turno a Angie (de 1 añito apenas), a quien coloqué un pequeño mono rosa. Se veían tan hermosas las dos, una junto a la otra, que me resultó imposible contenerme y las besé a ambas en la boca, asegurándome de meterles mi lengua lo más adentro que pude en sus tiernas boquitas.
Una vez vestidas, peinadas y arregladas, vamos a la sala a esperar a que aparezcan los otros pequeños. Faltaba poco y, como siempre, no pude evitar sentir un nudo en el estómago. A las 12:05 aparece la primera madre, llamada Tania, cargando su primogénito Timmy (de 2 años). Aquél niñito tiene el pelo rubio claro y la polla de bebé más dulce del mundo escondida dentro de su pantaloncillo azul. Recibo a Tania en la puerta y, tras saludarnos con sendos besos en la mejilla, me acerca con toda confianza al pequeño Timmy quien se aferró a mi pierna.
A las 12:08 llega la pequeña Susi de 18 meses, acompañada esta vez por su tío (cuyo nombre desconozco). Ella tiene el cabello castaño oscuro más suave y unos ojos azules tan encantadores. Finalmente a las 12:15 llega el último bebé, llamada Amber de 2 años y traída por su madre, una mujer trajeada y con pinta de estar siempre apurada. La hermosa Amber tiene el pelo rojo y algunas pecas en la cara de su bebé.
Una vez me entregan a esta última pequeña, cierro la puerta y echo un vistazo al interior. Tengo bien acondicionado mi hogar para servir de guardería, con colchonetas en forma de rompecabezas en el suelo, juguetes varios, pufs de distintos tamaños y colores y una jaula de madera, sin techo y con piso de almohadas, para cuando alguien se porta mal o está cansado. Veo a los pequeños juguetear y una sonrisa llena de picardía y depravación se forma en mi rostro al verlos. «Tengo 5 horas para jugar con estos 3 pequeños más mis 2 niñas» pienso, mientras instintivamente llevo mi mano a mi vulva para acariciarla y sentir, lanzando una suspiro, la exquisita humedad que ya escurre de su interior.
Puse Buscando a Nemo en la televisión y todos los niños se sentaron en el sofá, los pufs o en el suelo para verlo. Como siempre, siento a mis hermosas nenas una a cada lado de mí y acaricio sus entrepiernas mientras, espontáneamente, les lleno la cara de besos o directamente se las lamo, como perra en celo. Cansada de mis pequeñas, tomé a Amber y Susi y repetí lo mismo: toqueteos leves para comenzar a estimularlas mientras las llenaba de besos y lamía sus bellas caritas.
Casi al final de la película, percibo un olor familiar.
-Oh, huele como si alguien se hubiera hecho encima-, les digo a los niños, sabiendo ya que venía la siguiente fase de la diversión. -¿Quién séra esta vez?-.
Pongo mi mano derecha en el pañal de Amber y mi izquierda en la de Susi. «¡Guau!» Exclamo. «Ustedes dos, chicas, están mojadas». Por supuesto, era mentira: solo Amber se había mojado, pero me gustaba jugar de esta manera con mis pequeños bebés. Antes de cambiarlos, finjo comprobar si los otros bebés están mojados. Angie y Timmy están secos, pero repito la misma mentira; reviso la jersey de Desiaré y, para mi sorpresa, ella sí está mojada. Llevo a Amber en mis brazos al dormitorio para cambiarla. Los otros pequeños nos siguen para también cambiarse.
Primero está Amber. Le quito su ropita y le abro el pañal, exponiendo ese regordete y sonrosado monte de Venus infantil. Siento mi concha humedecerse y, tras limpiar con unas toallitas, me inclino para lamer esa hermosa vagina. Pasaba mi lengua por la rajita entre sus piernas y, de vez en cuando, succionaba sus labios vaginales. Los demás bebés solo me observan, sabiendo que pronto llegará su turno.
El siguiente es el pequeño Timmy. Lo desnudo por completo y coloco mi cara justo enfrente de su pequeño penecillo que tantos placeres me ha dado. Primero, le doy una buena lamida a sus bolas de bebé y, luego le chupo el pene hasta que consigo provocarle una pequeña erección.
Otro tanto ocurrió con cada bebé a mi cuidado: después de quitarse los pañales de los 5 bebés, lamía sus pipís limpios, mientras yo misma ya me había deshecho de mi ropa interior y, con mis dedos en el fondo de mi concha, me masturbaba como una loca.
Pronto llegó la hora del baño. Por supuesto, todos nos bañábamos juntos. Conduje al baño a los cinco pequeños ya desnudos y una vez ahí me desprendí de toda mi ropa y nos metimos todos en la bañera. Una vez aclimatados a la tibia agua, decidí seguir disfrutando.
-Timmy mete los dedos en los agujeros de Susi y Angie-, le ordeno. Ya ha hecho esto varias veces desde que ha venido a mi guardería, así que sabe exactamente qué hacer. Ver a Timmy tocar con el dedo y practicar un minúsculo mete-saca a las 2 niñas más pequeñas, mientras las 2 niñas mayores se funden conmigo en un beso triple, me está empujando al límite. A estas alturas me estoy masturbando más rápido y más ferozmente de lo que creo que lo he hecho en cualquier momento de mi vida. «¡Oh, oh, oh, ah, oh, oh!!!» Gimo en voz alta cuando llego a un poderoso clímax, asustando ligeramente a mis hijas.
-No teman, hermosas- les digo mientras acaricio sus bellos rostros, rojitos por el calor y el vapor y mojados.- Hacen a mami muy feliz-.
La hora del baño debe terminar. Saco a los niños de la bañera, los seco y los llevo a todos a mi habitación. Antes de ponerles pañales y ropa, les doy a cada uno de ellos una recompensa especial por hacerme eyacular tan duro. Primero le como los coños a las 4 chicas: Amber, Angie, Desiaré y Susi. Luego, me recuesto en la cama con la espalda en la cabecera. Tomo a Timmy por la cintura y lo aúpo frente a mí, de modo que tuviera su pequeño penecillo de bebé al alcance de mi boca para chuparlo como si fuera una paleta. Mientras tanto, mis hijas Desiaré y Angie comienzan a amamantarse con mis tetas desnudas. Susi tiene su pequeño brazo de bebé moviéndose dentro de mi coño y Amber está lamiendo la conchita de Susi. Siento otra supernova de orgasmo acercándose rápidamente. «Oh, ah, oh, ah» grito con la polla dura de Timmy todavía en mi boca mientras me corro una vez más, echando mis ricos jugos directamente en la cara de la pobre Susi, quien se frota los ojos irritados y parece a punto de echarse a llorar.
Rápidamente tomo a Susi entre mis brazos y le hago mimos para que no llore, mientras paso mi lengua por su cara para saborear mis propios jugos. Los demás bebés, al ver mi gesto hacia la pequeña Susi, se aproximan y también la acarician y la calma. Aprovecho para mirar a mis pequeños bebés, todos desnudos frente a mí, y una sensación de mucho cálido cariño me invade.
Cuando me recupero de ese orgasmo intenso, noto que el reloj dice 3:15, lo que significa que es la hora de la siesta. Los bebés obviamente están listos para su siesta. Estoy tan agotada de mis últimos dos orgasmos que dejé a los pequeños dormir desnudos en mi cama. No me importa si tienen accidentes en mi cama. Limpiaré el desorden más tarde. Me sorprende gratamente a las 4:30 cuando los despierto que solo hay un pequeño pis de bebé en la cama.
-Vamos a vestir a sus hijos para que puedan estar listos cuando lleguen aquí para recogerlos-. Les digo en voz alta a mis preciosas y sexis putas bebés. Les puse pañales limpios a todos y les puse la ropa que traían al llegar. Regresamos a la sala de estar donde esperamos a que aparezcan los tutores de Timmy, Susi y Amber. Los tres llegan casi exactamente al mismo tiempo. Digo «adiós» a esos pequeños especiales con la mano y todos ellos, felices, agitan su manita en el aire devolviéndome el gesto.
Siempre estoy un poco triste de que tengan que irse, pero al menos sé que volverán mañana. Además, todavía tengo a mis hijas pequeñas con las que jugar.
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Esta narración tiene más partes. Si les gustaría conocer más aventuras de esta mami, solo tienen que pedirlo. Estaré publicando uno o dos relatos a la semana.
Si quiero las demás partes
Muchas gracias, Ale, por tu comentario. Disculpa que no haya publicado otras partes, pero ya estoy de vuelta y pronto traeré la precuela de esta historia y otros relatos más igual de calientes.
Muy bueno tuve erección y de las buenas sigue porfa
Excelente relato, sube los demás por favor!
Hoy. Volví a leer y me pasó lo mismo una delicia sigue