La médico pasante en servicio social arrogante del hospital aprende una valiosa lección sobre humildad
Como cada año llegaron los nuevos médicos pasantes a realizar su servicio social, el último paso en su formación profesional, desafortunadamente entre ellos llega una de clase alta de nombre Evelyn, muy creída y arrogante que aprenderá una valiosa lección sobre humildad que la marcará de por vida.
Seré un poco vago en algunos detalles por privacidad, así que si algún colega lee este relato, comprenda mis motivos y que lo hago de manera deliberada. Hace algunos años mientras laboraba como encargado de urgencias en un hospital público en una zona urbana recibimos como cada año a los médicos pasantes en servicio social, en el hospital solemos recibir a unos 20 que rotan por los diferentes servicios del hospital, no todos están en el mismo servicio al mismo tiempo, apoyando a realizar diversas actividades, en urgencias suelen permanecer 2 meses, pero todos rotan por mi área. Cuando llegaron no pude evitar ver a una doctora que se veía era de clase alta, piel blanca, perfecta, ojos verdes, cabello lacio y rubio, alta le calculo 1.70-1.75, delgada unos 60-65 kilos con senos de tamaño mediano, con bonita forma. Se notaba el dinero de inmediato, era todo Apple, iWatch, iPad, AirPods. Era el peor promedio que recibimos, la mayoría estaban en 9 o más, ella tenía apenas un poco más de 6, me habían comentado que había sobornado con montos importantes a profesores y otras autoridades para pasar sus materias y ser asignada en este hospital. Una situación muy diferente a la mía que vengo de familia pobre, soy alto y con algo de sobrepeso, de apariencia algo descuidada, pero siempre me destaqué por ser el mejor, me quedé en urgencias por qué me gusta la adrenalina y trabajar bajo presión. No porto bata hasta que llego a mi servicio, por lo que andaba de civil, playera y pantalón de mezclilla para tener moverme fácilmente en caso de tener que hacer CPR, si me encuentras en el pasillo sin bata, nunca pensarías que soy médico, menos que estoy a cargo del servicio pero no se lo debo a amistades, sino por haber sido el mejor.
Llegaron al aula de enseñanza, cuando entré ella me miro con cierto desdén lo que me molestó y como pasé cerca de ella me dijo «Fíjese, ¿qué no ve?», no era la primera vez que había tratado con alguien así, así que sabía lidiar con eso. Les expliqué como sería el proceso, les dije cuáles serían sus áreas designadas, y los mandé, para mi mala suerte a Evelyn le tocó conmigo sabía que sería un fastidio y ya habíamos comenzado mal. Unos minutos minutos después ella llegó a mi oficina, se reportó al servicio, le di las indicaciones para atender a un par de pacientes que teníamos bajo observación, me daba mala espina, no prestaba atención, me terminé de molestar y la mandé a desimpactar pacientes, para los que no son del medio hay ocasiones en que una persona no puede hacer del baño y la materia fecal se hace dura, se seca, eso se conoce como fecaloma, eso sucede por lo general con adultos mayores. Para liberar esa masa es necesario aplicar anestesia, lubricante, colocar al paciente de lado, pedirle que puje e introducir un dedo – con guantes obvio – para romper la masa fecal, extraer los pedazos que se depositan en una cuña – un trasto de acero inoxidable – hasta que ya queda liberado. Perdón por los detalles, pero es muy importante para la historia. Ella protestó, pero le dije que todos pasaban por esa área en algún momento, fue y se quejó con el subdirector del hospital, pero él ya estaba sobre aviso, además, es algo que todos sí o sí en algún momento debemos aprender a realizar, no es agradable, pero es parte de ser médico. Me preguntó cómo esperaba que lo hiciera y le dije, ya sabes, pujan, les metes el dedo y ayudas a que salga rascándola. Yo supuse que sabía, eso se enseña cuando se hace el internado de pregrado.
Ella se fue y al rato como media hora después una familia me gritaba en mi consultorio, aparentemente puso en 4 a un paciente, lo hizo pujar y le metió el dedo en seco sin miramientos y comenzó a rascar, literal, arañando las paredes del ano del paciente, sin guante, resultando en lesiones y una sensación de violación que la verdad me dio mucha lástima el pobre hombre, pensé, ni modo, valiste, levante el reporte, una enfermera que llegó al escuchar los gritos explicó que vio, me disculpe con la familia, al final solo se quejaron por escrito, sin demanda ni nada, sé que ella les dio algún dinero, pero no sé cuál fue el monto. Pensó que ya había terminado todo pero nos llamaron de dirección, expliqué lo sucedido, estaba el director médico, el consejero legal – o sea el abogado del hospital – ella y un servidor, le explicaron la gravedad, las posibles repercusiones legales que habría tenido si la familia hubiera demandado, entre otras cosas, se levantó un acta de hechos, se le apercibió por escrito y le dijeron, una más y te damos de baja del servicio social, ella tenía los ojos rojos, camino a urgencias se me perdió, cuando pasé por los vestidores, la escuché sollozar, ya no tenía la misma actitud de antes, pero creí que era el momento de enseñarle una lección.
Al regresar al servicio le recordé que sino obedecía una orden o cometía cualquier error sería el fin de su carrera como médico, ella me dijo que entendía y que obedecería por completo, lo que fuera, así que la acompañé y le mostré como desimpactar adecuadamente a un paciente, le dije que si no sabía hacer algo me pidiera ayuda, teníamos varios pacientes, así que el resto del día estuvo desimpactando pacientes y también limpiando heridas de diabéticos que huelen increíblemente mal, al día siguiente puse a otro con esa labora y a ella le dije que era momento de colocar sondas. Eran pacientes, de nuevo adultos mayores en su mayoría que no pueden orinar, se les mete una sonda – tipo manguera delgada – hasta la uretra, le pregunté si sabía hacerlo, me dijo que no se acordaba bien, así que se me ocurrió algo, le dije que debía primero asegurarse de que el paciente estuviera erecto – lo cuál no es cierto – ella me preguntó ¿cómo iba a lograr eso? a lo que le contesté que sus compañeros hombres se las ingeniaban, así que seguro a ella también se le ocurriría algo y le dije que no todo es medicina en un hospital, luego le expliqué que debía lubricar muy bien la sonda, aplicar analgésico, sujetar el pene, abrir gentilmente el canal e introducirla lentamente hasta que sintiera que «topaba» y que además era obvio por qué comenzaría a salir de inmediato la orina, ella me sonrío, me dio las gracias y le dije que la supervisaría para su tranquilidad. Le comenté que de momento solo era uno, que lo atendería para aprender y luego iría a apoyar con suturas y curaciones.
No es por presumir pero yo traía un iPhone, el modelo de la gama más alta que es más grande de pantalla, por lo que la cámara principal sobresalía de la bolsa frontal de mi bata, llegó con el paciente, me senté en una silla cerca de ella y comencé a grabar sin que ella se diera cuenta, ella le explicó de la manera más profesional que pudo que iba a hacer, incluyendo que debía estar erecto – obviamente no de la paraba al paciente así por qué sí – esperé unos 5 o 10 minutos y comencé a ver mi reloj, ella se puso nerviosa y debió recordar lo que le dije por qué comenzó a acariciar los testículos del paciente con una mano, mientras sujetaba el tronco con la otra, parecía que estuviera agarrando el miembro de su novio, por qué lo hacía con delicadeza, conforme se le paraba hacía movimientos masturbatorios con la intención de que se pusiera más duro su miembro, la verdad era hermosa y eso sí puso a mil al paciente, de inmediato se le paro, introdujo la sonda, detuve la grabación, la felicité y la dejé para que atendiera a otros pacientes.
Más tarde llegó otro adulto mayor, mismo problema, le avisé y la mandé a poner la sonda, supuse que haría lo mismo, así que me acerqué, abrí un poco la cortina y comencé a grabar nuevamente, al paciente no se le paraba, se notaba su frustración y desesperación, así que consciente de lo que podía pasar decidió abrirse la blusa y mostrar sus senos al paciente, comenzó a mostrar una ligera erección, así que suspiró y comenzó a hacerle oral al paciente, hacía gestos de desagrado, quizá el olor o el sabor o la situación, pero ahí estaba ella, besando, lamiendo y succionando hasta que logro una erección y un poco más, el paciente en un momento dado la sujeto de la cabeza y comenzó a empujar con la cadera hasta que evidentemente tuvo un orgasmo, no la soltó hasta que tragó – vaya viejo mañoso, vio la oportunidad y la aprovechó – ella lo miro con enojo y desprecio, pero aprovechó para introducir la sonda, dejé de grabar.
Le mandé un mensaje de que me buscará al terminar su turno, llevaba mi computadora personal y en ella había descargado los videos, los recorté para que solamente se viera cuando estaba masturbando al primer paciente y haciendo oral al segundo paciente, la invité a sentarse, le dije que cerrara la puerta detrás de sí, abrí los videos y los puse a reproducir uno junto al otro, volteé mi computadora y cuando los vio, comenzó a llorar, le pregunté quién le dijo que hiciera eso, ella me dijo que yo, le dije, no puede ser y le acerqué la guía institucional, abierta en la página del procedimiento, no era necesaria la erección, ella se dio cuenta de todo, suspiró y me dijo – está bien, acepto ¿qué quiere? haré lo qué sea, quiero ser médico – le dije que quería que se pusiera de pie y se parara a mi lado, ella se paró, le dio la vuelta a mi escritorio – uno de los clásicos escritorios metálicos que llegan hasta el suelo con cajones amplios de metal a los costados – y ahí estaba, probablemente la mujer más bella que había visto en la vida, caminando para ponerse frente a mí, le dije desnúdate, ella dudo un momento pero comenzó a hacerlo, abrí el cajón y le ordene meter la ropa a mi cajón, luego le señale el espacio bajo mi escritorio, ella sollozo un poco, pero asintió resignada, se metió, acerqué mi silla, nadie podría darse cuenta que estaba ahí, me bajó el cierre, me sacó el pene y le dije – quiero que me lo hagas como al último anciano – ella solo dijo – sí, está bien – comenzó a besar mis testículos, luego a lamerlos, buscaba calentarme lo mejor posible, comenzó a lamer mi pene cuando tocaron, dije – adelante – ella se quiso soltar, la agarré con fuerza del cabello para evitar que lo hiciera mi secretaria entró, me dio unos documentos a firmar, yo actúe normal, firmé, platicamos un poco, mientras Evelyn continuaba haciendo una deliciosa mamada, fue delicioso eyacular en su boca mientras platicaba con mi secretaria fingiendo que todo era normal, sentía como Evelyn me lamía hasta dejarme completamente limpio y se lo embarraba en la cara, luego lo besó y lamió hasta que mi secretaria se fue. Antes de irse, le dije que de momento esa sería su nueva responsabilidad, cada que terminara su turno debía venir a vaciarme el semen de mis testículos, mi secretaria salía a las 4pm, ella debía esperar a que se fuera, entrar, cerrar, desnudarse, meterse bajo el escritorio y vaciarme, esa fue su rutina toda la semana, hasta el día viernes que con la oficina vacía, le dije que se recostara sobre mi escritorio, le tomé algunas fotos desnuda, sus hermosos pezones rosados, sus delicados y finos labios vaginales, los besé, lamí, mordí, hasta dejarlos enrojecidos, para luego comenzar a penetrarla, ella me decía que no, pero no me importó, mientras la montaba la besaba, bese sus senos que no había tocado hasta ese momento, los pellizque, los lamí, los deje llenos de chupetones al igual que su vagina, continue por unos 10 minutos hasta dejarla llena de mí, me suplicó salirme pero le dije que como médico ella sabía como evitar embarazarse aunque se los dejara adentro, le ordene vestirse y entonces me di cuenta que había sangre en mi pene y en su vagina, le pregunté – ¿eras virgen? – ella me dijo – sí, soy Cristiana, me estaba guardando para el matrimonio, mi familia es muy religiosa y ya nadie me va a aceptar así – le dije que ese era el precio de ser médico y que por lo mientras este año era mía y de nadie más, le pregunté si vivía sola, me contestó que no, pero que hoy no había nadie en casa.
Estaba muy sorprendido, aún así no la deje limpiarse, así se fue, con mi semen y su sangre escurriendo en su ropa interior y sus piernas, sus senos y vagina con chupetones míos, la lleve en mi carro, en el camino me platicó que el primer hombre que masturbó fue el primer anciano al que le puso la sonda y que el primer oral que hizo fue el que le hizo al otro anciano, que también fue el primer hombre al que le mostró sus senos, saber que había sido el primero en comerme a semejante hembra me puso a mil y al llegar a su casa le pedí pasar al baño, una vez dentro le ordené llevarme al cuarto de sus papás, intentó protestar, pero guardo silencio casi de inmediato, el cuarto tenía su propio baño completo, así que entramos, nos desnudamos, la bañe a ella para acariciar su cuerpo, la besé hasta que me cansé, luego le ordené bañarme, fue delicioso, la llevé a la cama de sus padres, una King Size muy amplía y cómoda, la empine, puse mi mano, cuando sintió mis intenciones dijo no, pero en ese momento sintió como se la dejé ir de una hasta el fondo por el ano, me costó trabajo, pero estaba determinado a hacerlo, no duré mucho, unos 5 minutos después me vaciaba en ella dejándola toda dilatada, por último, le ordene limpiarme el pene con la boca, le dio bastante asco, sentía sus arcadas, pero lo hizo, le tomé una foto así de rodillas, desnuda, junto a la cama de sus padres con restos de mi semen en su cara y en sus labios, le dije que quería que permaneciera así hasta que escuchara la puerta cerrarse, me dijo que sí y me fui. Si les ha gustado esta experiencia luego les cuento de que otras maneras disfrute a mi pasante favorita.
Wow, que gran historia, me lo imagine todo. Como a pesar de ser mamona era digamos pura, nunca habia mansturbado ni enseñado senos, de esas no se encuentran facilmente hoy en dia. Y como se fué ensuciando poco a poco, ojala nos sigas contando mas cosas de ella y con mucho detalle, saludos