LA MUJER DE JULIAN, UNA PERRA EN CELO.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por macho.
Cuando llego, me viene a abrir la puerta Julian.
—Pasa, pasa. Elena esta en la cocina, terminando de hacer la cena.
Me guia hasta el comedor y nos acercamos a la puerta de la cocina. Hay esta Elena, algo inclinada hacia delante, controlando el horno, con todo el culo en pompa.
Ambos nos quedamos mirandola, en silencio, sin que ella se de cuenta de que estamos ahi hasta que Julian habla.
—Esta rica, ¿eh? —me dice, al tiempo que guiña un ojo.
Es obvio que habla de su mujer, pero esta, que acaba de darse cuenta de nuestra presencia, cree que hablamos de la cena.
—Aun le falta un poco —dice, volviendose y acercandose a mi.
El tio tiene una mujer que esta francamente buena. No es muy alta pero tiene todo lo que debe tener una mujer y muy bien puesto, por cierto.
—Hola —dice, al tiempo que se pone de puntillas y me besa ambas mejillas.
—Hola —digo, y le devuelvo los besos.
Huele bien, a perfume y a algo mas, a hembra en celo. El vestidito que lleva no puede disimular sus pezones erectos en la cuspide de unas tetas que no estan nada mal.
—¿Tienes hambre? —Me pregunta.
—Desde luego.
—¿Cuanto falta para que este la cena? —Le pregunta Julian.
—Algo mas de media hora.
—Bien, entonces tenemos tiempo, perra.
De inmediato, el rostro de ella se pone rojo como un tomate.
—Pero… ¿ahora…? —Y me mira perturbada.
—Vamos, rapido —dice el.
Ella, obediente como toda buena esposa, desprende los tirantes del vestido de sus hombros y con un espasmo de su cuerpo hace que caiga al suelo, quedando desnuda ante nosotros.
—Ya te dije que era una puta muy obediente —me dice Julian—. Al suelo, perra.
Ella duda, pero finalmente se pone a cuatro patas delante nuestro. Yo estoy a cien, mi polla ya no cabe en mis pantalones y me duele de retorcida y dura que se ha puesto.
—¿Sabes como encontre el otro dia a esta hija de perra? —Me pregunta Julian.
—No, por favor —suplica ella desde su posicion.
—¡Calla, puta! —Le grita el, al tiempo que le coloca un pie sobre la nuca obligandola a humillar la cabeza y elevar la grupa—. Pues, el otro dia se me estropeo el coche en medio a media mañana y tuve que volver para coger el pequeño, el que conduce esta zorra, este puton. Subi a casa a por las llaves y cuando entre en el salon me la encontre follando como una loca. Y, ¿a que no sabes con quien?
Yo no podia apartar la vista de su culo, tan duro, tan redondo y tan tembloroso. Toda ella temblaba, y no de frio precisamente.
—Pues con Max.
Me he quedado atonito. Con Max. Max, el pastor aleman de Julian, que habia llevado a alguna que otra excursion que habiamos hecho con el resto de la panda por la montaña. Asi que a aquella zorra le iba que se la tirara un perro, pense.
—Increible —es todo lo que pude decir.
—¿Si, verdad? Asi que, como es una folladora de perros, he decidido que no merece mejor trato que uno de los suyos. ¿Verdad, perra?
La perra temblaba mas que antes, si eso era posible.
—¿Y viste como la follaba?
—Desde luego. Cuando llegue la tenia atrapada por la base de su polla, por la bola que se hace a los perros. Ella intento desprenderse como una loca, pero le fue imposible. Yo no supe que hacer. No me lo creia. Vete a saber cuantas veces se habia follado a Max.
—¿Y con el perro que has hecho?
—Nada. El animal no tiene culpa. Es esta perra salida la unica culpable. ¿Verdad, puta?
Ella se limito a gimotear.
—Asi que he decidido que vamos a demostrarle como follan las personas.
Y dicho esto comienza a quitarse la camisa. Yo me quedo plantado observando la escena.
—¿A que esperas? ¿No quieres tirarte a esta perra?
—Desde luego conteste —y comienzo a desnudarme a su lado.
Ya sin nada de ropa, Julian coge a la perra por el pelo y la arrastra al centro del comedor mientras ella chilla y se desespera.
Le coloca el pie desnudo sobre la nuca y vuelve a apretarla hasta humillarla del todo.
—Adelante —me dice—, es toda tuya.
No tiene que repetirmelo. Me arrodillo detras de la perra y coloco la punta de mi polla a la entrada de su chochito que aun esta algo seco, pero no me importa. Arremeto con mis riñones y la penetro limpiamente hasta la empuñadura. La zorra grita como un gorrino, pero es normal, al fin y al cabo esta probando una buena polla y eso siempre las saca de quicio. Sus gritos no hacen mas que excitarme aun mas y mis caderas se mueven como si tuvieran vida propia, a toda leche, topando cada vez con su grupa, que destaca suculenta. Sin pensarlo, comienzo a azotarla al ritmo de las penetraciones, primero una nalga y luego la otra, aumentando la fuerza de los golpes conforme me acerco al orgasmo.
Julian nos observa desde su posicion, con el pie aun apoyado en la nuca de la perra, en tanto mueve la cabeza afirmativamente y repite una y otra vez “Perfecto, perfecto.”.
Me corro como hacia tiempo que no hacia, vaciandome del todo en aquel chocho y pensando cuantas veces se la habia follado el jodido perro, lo cual aumenta mucho mas mi placer.
—¿Ahora vas tu? —Le pregunto mientras me salgo y me pongo de pie.
—No —dice—. He pensado otra cosa. Sujetala, ¿quieres?
Coloco mi pie en la nuca de la perra en tanto Julian se va en direccion a la cocina. Vuelve al cabo de un rato con un limon de buen calibre, brillante y amarillo. Sin mediar palabra, se acerca por detras a la perra y le endiña el limon en la hendidura, con tal fuerza y decision que la hembra emite un quejido sordo entre los sollozos y el lagrimeo que no ha dejado de soltar en todo el rato.
—Sigue aguantandola que ahora vuelvo.
Se va de nuevo y, pasados un par de minutos vuelve, pero esta vez no esta solo, Max lo acompaña.
El perro, nada mas ver a su perrita en su posicion favorita, empieza a empalmarse, dejando al aire una polla roja y brillante de muy buen tamaño. “Vaya, valla con Elena”, pienso. A la muy zorra le gustan gordas.
Sin que la puta se lo espere, Julian coge al perro y lo conduce hasta su espalda. Este se sube sin que se le deba ordenar nada, se ve que sabe lo que hace. La perra se revuelve intentando deshacerse de la presa, pero ahora ya todo es inutil. Max la tiene cogida con sus patas y yo no he dejado de sujetarla con mi pie.
El perro intenta calzarsela una y otra vez, pero su agujero favorito esta firmemente tapado por el limon y el ojete del culo es demasiado pequeño para que Max acierte solo.
Julian lo ve y, sin remilgos, coge la polla, mas bien pollon, del perro y la conduce hacia el ojete. Una vez encauzado, se acabaron los problemas. El perro la monta y su polla se introduce en el culo de la perra con unas cuantas embestidas rapidas puramente perrunas.
En tanto, la perra no deja de gritar y berrear, por lo que Julian se acerca y, indicandome con un gesto que aparte mi pie, la coge por el pelo y le levanta la cabeza.
—Asi, puta, asi es como te gustan los machos, ¿verdad? —ella continua gritando que el perro le hace daño, que la esta partiendo, que nunca la ha tomado por ahi, y el le da un par de hostias muy bien dadas—. Calla puta, y aguanta, que para eso eres una perra.
Mientras el perro sigue bombeando a una velocidad sorprendente, Julian se coloca delante de la hembra y, tirando de sus cabellos, hace que esta abra la boca. Inmediatamente le mete su polla erecta y comienza a follarla. Es una vision increible, ver a la puta follada por el culo por un perro y por la boca por su dueño. Los dos machos estan enfrascados en la tarea de llegar a su propio placer. Es todo un espectaculo.
Al cabo de un rato, ella emite un berrido perfectamente audible a pesar del pollon de Julian en su boca. Mi fijo y veo como el perro le esta introduciendo la bola de la base de su polla a traves del ojete. Me parece imposible que semejante puño pueda entrar ahi, pero, poco a poco, va entrando, convenientemente acompañado de los aullidos de la puta que, al parecer, han excitado tanto al hombre que comienza a sacudirse y soltar su leche en la boca mientras la coge por la orejas y la atrae hacia si.
Cuando Julian se aparta, el perro ha conseguido meterle del todo el bulbo en el culo y, con una agilidad sorprendente, se gira y queda de espaldas a la perra, que llora, con la barbilla cubierta de la leche de su macho, en tanto su otro macho le esta bombeando la suya en las entrañas.
Julian se acerca y, cogiendola por la barbilla, le levanta el rostro del todo enrojecido.
—Me parece, perrita, que esto habra que repetirlo mas a menudo —le dice—. Por las mañanas te dejare bien sujeta para que Max pueda disfrutar de ti sin problemas, y por las tardes… bien, por las tardes ya vere que hacemos —y sonrio—. Tengo unas cuantas ideas.
La perra comienza a temblar con estertores secos y continuos, no se si por el placer que la polla hinchada del perro le produce o de puro panico ante la voz de su Amo.
Autor: macho
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