La noche de chicas de mi esposa
Mi esposa recibe su invitación para la noche de chicas .
Hola, mi nombre es Lautaro (nombre ficticio para proteger mi identidad). A modo de introducción, les quiero contar un poco de mi y mí esposa.
Vivo en la ciudad de Mérida, Yuc. junto a mi esposa Daniela desde hace 3 años. Anteriormente vivíamos en Tijuana, pero por motivos de trabajo y seguridad nos mudamos a la ciudad blanca.
Daniela y yo tenemos 29 y 31 años respectivamente. Llevamos 8 años juntos y 4 de casados. Nos conocimos en la universidad cuando nos tocó compartir clases y desde entonces, nos volvimos inseparables amigos, novios y ahora marido y mujer.
Ella mide 1.67, güerita de unos bellos ojos color café. Por su estatura, sus caderas son ensanchadas cosa que me fascina a la hora de tener sexo con ella. Además, tiene unos grandes pechos copa C adornados con una bella areola y pezón rosado. Eso si, tiene un culo pequeño, pero con la suficiente forma como para masajearlo y apretarlo a voluntad.
Sin duda era un hombre muy afortunado, sin embargo, mi fortuna se ve en vuelta en un dilema a raíz de descubrir la infidelidad de mi esposa.
Hace una semana mi esposa recibió un mensaje de texto de su amiga Ana, donde la invitaba a asistir a la noche de chicas que se celebraría el viernes de esa semana. Esto no era raro para mí, en realidad, estas reuniones forman parte de la cotidianidad de mi esposa. Me explico, cuando nos mudamos a Mérida, mi esposa no conocía a nadie, ya que es ama de casa y se dedicaba exclusivamente a mantener el orden en nuestro hogar mientras lográbamos adaptarnos a la ciudad y a al reto que implicaba dejar atrás a nuestra familia y amigos.
Esto dejo de ser así cuando conoció a nuestra vecina Victoria, quien le presento a su circulo de amigas y desde ahí se frecuentan con bastante regularidad. Incluso nuestra casa llegó a ser sede de estas noches de chicas. Desconozco el número mujeres que forman parte del circulo, pero cada que pasaba a recoger a mi esposa de estas reuniones juro ver distintas caras en cada ocasión.
Ella me contó con mucha emoción de la reunión y no pude evitar sonreír con ella. Me daba gusto verla tan plena y feliz. No tuve ningún inconveniente en que ella asistiera, total se trataba de una noche más en donde puedo relajarme un rato por la noche y cerca de las 12 pasarla a buscar. Sin embargo, esta vez me indico que no sería necesario pasar por ella. Curioso le pregunté el por qué, me explico que era el cumpleaños de una de sus amigas y que se iban a quedar a festejar hasta tarde. Un 2×1 básicamente. Después de charlar un poco quedamos en que se regresaría en uber, ya que yo no estaba para desvelarme tanto, menos regresando de trabajar.
En fin, llegó el dichoso viernes y llegando del trabajo encuentro a Daniela arregladose. Vestía un radiante vestido rojo que me permitía ver su hermosa espalda y que resaltaba sus caderas. Era hipnotizante verla, ya que tenía un maquillaje que favorecía cada rasgo de su cara. Al terminar, la llevé a casa de su amiga Ana, era algo alejado pero definitivamente vivía en una zona bastante agradable de la ciudad, cerca de Cholul.
Nos despedimos con un tierno beso, llevándome un poco de su labial rojo en el camino y quedamos de estar en contacto por si ella necesitaba que la pasara a buscar, por si no agarraba uber. Bajo del carro y solo la vi caminando rumbo a la casa, en donde se encontraban otros carros aparcados. La verdad, no lucía como una fiesta. Viniendo de Tijuana, parecía más un entierro.
Me retire y me puse a dar vueltas, no había estado en Cholul y la verdad me arrepiento de no haber comprado casa ahí, es precioso. Después una horita haciéndome wey entre la vida nocturna de la zona, decidí regresar a casa, pero me eche otra vueltita por la casa de Ana para ver si ya se había animado más el ambiente. Para mi sorpresa, estaba todo apagado, pero los vehículos estacionados seguían ahí. Me pareció muy extraño, eran apenas las 11:30 y no creo que se hayan ido a dormir, así que en un ataque de curiosidad decidí acercarme a la casa.
Iba con mucho cuidado de no ser visto. Imagínense, ves por la ventana de tu casa y hay un tipo husmeando ventanas, definitivamente llamas a la patrulla o lo reportas en el grupo de vecinos.
Me puse en la pared que daba hacía el patio, ahí había una ventana cubierta con una cortina que como se imaginaran, no se veía nada, ni una sola luz. No lograba escuchar nada desde esa posición, así que en un apto totalmente idiota decidí trepar el pequeño muro que daba acceso al patio. Ya estando ahí me pregunte a mí mismo si debía solo echarme hacía atrás y regresar a mi auto, pero la curiosidad pudo conmigo.
El patio contaba con una piscina bastante grande, pero lo que llamó mi atención, fue ver tacones y un sosten en la orilla de la piscina. Me imagino que la diversión comenzó por acá. En ese momento solo pude pensar en lo arreglada que iba Daniela para una fiesta en la piscina.
Para acceder a la casa había una puerta corrediza de vidrio, que se encontraba sin seguro. Me asomé un poco y vi que toda la casa se encontraba apagada. Así que decidí entrar, sin pensar en las consecuencias que eso podría traer a nuestro matrimonio. En ese momento no lo pensé, pero estaba invadiendo el espacio de mi esposa y de paso, propiedad privada.
Lo primero que había al entrar era una cocina con una isla en el centro. Había un poco de agua en el suelo, lo que confirmó que la piscina fue escenario del festejo. Seguía sin haber ruido en toda la casa, así que decidí entrar un poco más, hasta la sala, en donde solo estaba la televisión encendida con el mute activado. No se encontraba nadie ahí, pero había como 4 o 5 botellas de vino y 5 copas. Por supuesto, más tacones y para mi sorpresa, un vestido color azul en el piso. Me acerque a la mesa donde estaban las botellas y vi unos dados eróticos. Uno de los dados tenía en sus caras partes del cuerpo y el otro, acciones que el participante debía hacer, como besar, chupar o masajear.
En ese momento se me tensó el corazón, me estaba imaginando lo peor, pero me negaba a creerlo. En eso, un sonido imperceptible se escuchaba el piso de arriba, como si estuvieran martillando una pared. Así que decidido a llegar al fondo de esto, subí los escalones de forma temerosa. Cada escalón que subía me permitía escuchar más claros los golpes, pero otro sonido se intensificaba. Eran gemidos, múltiples gemidos que no provenían de la misma habitación.
En ese momento pensé en derrumbarme, mi corazón latía con tanta fuerza que sentí que cada latido podía ser escuchado en toda Mérida. Una diminuta esperanza me hizo creer que Daniela no estaba metida en nada de eso. Así con el poco valor que me quedaba decidí acercarme a la primera habitación. Se encontraba cerrada, pero los gemidos eran muy claros. Habían personas teniendo sexo en esa habitación. Continue hasta la segunda puerta que al contrario de la primera estaba abierta completamente.
Lo que vi me dejo boquiabierto, había 3 mujeres teniendo sexo desenfrenado sobre la cama. Una de ellas se encontraba sentada sobre la cara de una de ellas, mientras que la tercera chica tenía entrelazada sus piernas con la chica que se estaba mamando un coño. La escena era excitante. Podía sentir el calor saliendo de esa habitación y el sonido de los gemidos era increíble. No pude reconocer a ninguna de las chicas, pero ahora sus rostros empapados de sudor y sus cuerpos desnudos no podrán salir de mi cabeza jamas.
Continue observando la escena, mientras masajeaba mi pene por encima del pantalón, pero decidí abandonar mi posición temiendo que alguna de ellas se diera cuenta de mi presencia. Estaba a punto de irme, fingiendo el hecho de que si no vi a mi esposa en esa habitación, ella no estaría metida en medio de lo que parecía sesiones de sexo lesbico.
Era obvio que seguía sin saber que pasaba detrás de la primera puerta, así que la abrí con mucho cuidado. Ya nada me importaba en ese momento, no sé si era el shock, la excitación o el morbo de pensar que encontraría a mi esposa teniendo sexo con otra mujer.
Lo primero que me permitió ver la puerta fue un camino de ropa que terminaba en el pie de la cama. En los que se encontraba el vestido rojo que mi esposa lucía hace unas horas. Mi mano no se detuvo y abrió un poco más la puerta, lo que me permitió ver a una mujer en posición de perrito mamando la vagina de otra mujer, quien era de donde provenían los gemidos. La oscuridad no me permitió ver de quien se trataba, pero cuando una tercera mujer sale del baño pude ver que era mi esposa la que se encontraba recibiendo un oral de su amiga Ana. Mi mujer se encontraba retorciéndose sobre la cama con cada lamida que Ana le daba sobre su vagina rosada. La tercera mujer se trataba de Victoria, nuestra vecina. Tenía una copa de vino sobre su mano y un arnes con un dildo sobre su cintura. Pude ver su cara de excitación al ver la escena que Ana y mi esposa protagonizaban. Dejo su copa sobre una mesita que había en la habitación y se dirigió a Ana, quien ya estaba en la posición de recibirla. Esta empezó a introducir su dildo en la vagina de Ana, después de un minuto estaba saliendo una y otra vez de ella. Sin necesidad de lubricante, Ana ya estaba lo suficientemente mojada como para introducir 18 cm de ese dildo dentro de ella.
Después de unos minutos, Ana dejo de comerle el coño a mi esposa y ambas se dieron la vuelta, comenzando a darle una mamada al dildo de Victoria, mientras esta solo acaracibia sus cabellos. Mi esposa mamaba ese pene de plastico como si su vida dependiera de eso. Después se detuvo y procedió a comerse los pechos de Victoria. Aunque estaba bastante consternado y enojado, mi pene no dejaba de palpitar. La escena que presenciaban mis ojos era de no creerse. Daniela continuo con la boca de Victoria, podía ver sus lenguas jugando entre ellas y Victoria introduciendo sus dedos en la vagina de mi mujer.
Ya había visto suficiente. No estaba soportando todo esto. Así que decidí irme, baje con cuidado y salí corriendo a mi carro. Llegue como pude a mi casa y ahí me rompí a llorar. Mi esposa me había sido infiel, aquella mujer con la que decidí pasar el resto de mi vida me había traicionado. Cuestione absolutamente todo, mi realidad se estaba derrumbando. No podía dormir, así que revise las cámaras de nuestra casa. La cámara enfrente de nuestro hogar me permitió ver como algunas de estas mujeres visitaban a mi esposa incluso cuando no había una reunión pactada. En las cámaras de la sala no pude ver alguna actividad. Fue hasta que vi la de la cocina, donde pude ver como mi mujer y una de sus «amigas» se encontraban haciendo el almuerzo. Sí, el mismo almuerzo que comía llegando de trabajar. Pero en lo que cocinaban habían miradas complices, roces de manos y arrimones. En una grabación pude ver como una de las chicas, que lucía muy masculina y llena de tatuajes, puso a mi esposa sobre la mesa que teníamos en la cocina y comenzó a besarla por todo el cuello. Luego se arrodillo, le bajo el calzón que había debajo de su falda y comenzó a comerle la vagina. Después se puso de vuelta de pie para besar sus labios e introducirle sus dedos en la vagina. Mi mujer solo respondía con gemidos y ojos en blanco a sus acciones. Mi esposa comenzó a quitarle la ropa a la chica y acto seguido la chica masculina la cargó y la llevó a nuestra habitación. En la grabación solo escuchaba muchos gemidos provenientes de la habitación. Después salieron, comenzaron de nuevo a cocinar y en un arrimon que la chica masculina le dio a mi esposa ambas volvieron a tener sexo, pero ahora en la cocina. La chica masculina tenía metido un dildo entre sus pantalones, que no dudo en introducir en la vagina de mi esposa.
Considero que mi mujer y yo tenemos buen sexo, pero nunca la había visto tan excitada como en el video. Parecía que nada era más humillante, pero todo se puso peor cuando mi esposa suplicando por ser penetrada por la chica, comenzaron a hacer comentarios hirientes hacía mi. La chica le dijo: «¿de quien eres?», mi esposa solo respondió como si de una niña tratara «de ti mami». Comentario que por lo que veo excito a la chica masculina, ya que comenzó a penetrarla rápido y duro, mi esposa solo gemía «si mami, así mami». La chica preguntó, ¿quién te coge mejor yo o ese bueno para nada?» y mi esposa respondió «tu mami, tu me coges bien rico» y se vino sobre el dildo.
Contrario a lo que muchos puedan pensar, aún no me he separado de mi mujer. Quiero hacerlo por la traición y la falta de respeto hacia mi persosa. Pero creo que me esta empezando a gustar saber que soy cornudo. Me he masturbado mucho con las grabaciones y recordando aquella noche donde la encontré teniendo sexo. Solo imagino en que terminó esa noche. Ella al día siguiente se presento en la casa y estuvo como si nada. Me contó una historia falsa de que hicieron en su noche de chicas, aunque no omitió la parte de la piscina.
Desde ese día todos los días trato de revisar las cámaras para ver si encuentro algo más, por ahora, solo hay grabaciones anteriores. No sé si ella sospecha algo de las cámaras o de mi, pero no ha vuelto a meter a otra mujer a la casa. De hecho, ahora creo que continua sus encuentros en otro lado. El miércoles, después de irme de trabajar, se vio en la cámara de enfrente como se subió a un carro y se fueron por al menos 2 horas. No puede ser un uber, ya que regresó en el mismo carro.
Hasta aquí llega mi historía. Si hay alguna actualización la publicaré.
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