• Registrate
  • Entrar
ATENCION: Contenido para adultos (+18), si eres menor de edad abandona este sitio.
Sexo Sin Tabues 3.0
  • Inicio
  • Relatos Eróticos
    • Publicar un relato erótico
    • Últimos relatos
    • Categorías de relatos eróticos
    • Buscar relatos
    • Relatos mas leidos
    • Relatos mas votados
    • Relatos favoritos
    • Mis relatos
    • Cómo escribir un relato erótico
  • Menú Menú
1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (1 votos)
Cargando...
Dominación Mujeres, Fantasías / Parodias, Heterosexual

La pequeña hada obscena Capítulo 1

Una diminuta y cachonda hada con mucha lujuria, ayuda a un chico a olvidar una ruptura amorosa .

La Pequeña Obscena

Capítulo 1

 

El atardecer lamía los tejados del pueblo con su luz anaranjada. Las farolas de aceite comenzaban a chispear en los callejones, y los carruajes trotaban de vuelta a sus casas, llevando comerciantes, nobles y mentiras disfrazadas de promesas.
Tony no volvió a casa.
Tampoco lloró en público.

Caminó.

Sin rumbo, sin plan, sin dirección.
Solo con una rabia desordenada en el pecho, y unas ganas de mandar todo al carajo.

Las palabras de Clara, su novia, aún le retumbaban como una bofetada:

—Tony… lo siento. Pero no puedo seguir fingiendo que me basta tu cariño. Él me puede dar más. Una vida mejor.

Y así, con una sonrisa hipócrita y un perfume de otro hombre en la ropa, ella se fue.
Clara. Su novia por dos años. Su “vida”. Su “futura esposa”.
Ahora era solo una zorra de ciudad montada en el carruaje de un noble gordo que olía a dinero.

Tony apretó los dientes y caminó más rápido. Pisó charcos sin mirar, tropezó con raíces. Cuando la tierra reemplazó a las piedras, no le importó. Cuando las ramas cubrieron el cielo, no notó que ya no había casas. Estaba en el bosque.

Y allí, por primera vez en el día, se sintió… real.

No había voces. No había juicio. No había Clara.

Solo él, los árboles, y la tristeza apretada en la garganta.

Se detuvo frente a un árbol grueso, uno de esos que tienen siglos tatuados en la corteza. Un gigante con raíces retorcidas como dedos saliendo de la tierra.
Y sin pensarlo, cayó de rodillas.

Lloró. Sin sonido. Solo con la cara hundida entre las manos.
Estaba roto, y lo sabía.

—¿Por qué siempre es lo mismo…? —murmuró—. ¿Por qué siempre terminan eligiendo al cabrón con más plata?

La rabia burbujeó otra vez.
Se levantó, con los puños cerrados, y sin pensarlo dos veces, soltó una patada al árbol.

—¡Que se jodan todas! ¡Que se joda el amor, las promesas, las perras interesadas!

El golpe fue seco.
Pero no fue el árbol el que crujió.
Fue… otra cosa.

Un zumbido leve salió del tronco. Como si algo hubiera sido interrumpido.
La corteza brilló brevemente con un tono dorado, y entonces, como un suspiro de otro mundo, una bruma se deslizó entre las grietas. Una figura comenzó a formarse en el aire. Pequeña. Brillante. Humana… pero no del todo.

Tony dio un paso atrás.

Frente a él, flotando en el aire, apareció una mujer diminuta.
No mediría más de 20 centímetros.
Tenía la clara pero ligeramente bronceadita, el cabello negro y largo, ojos naranja brillante y unas alas anaranjadas le vibraban suavemente en la espalda.
Vestía solo una bata blanca muy cortita. Lo justo para cubrir lo mínimo, pero no lo suficiente para no imaginar lo demás.

Y estaba furiosa.

—¿¡Estás estúpido o qué, grandulón!? —chilló, flotando directo a su cara con los brazos cruzados—. ¡Ese árbol es mi hogar, mi cama y mi templo sagrado, y vienes tú a patearlo como si fuera una puta piedra de mercado!

Tony se quedó tieso.

—¿Qué…?

—¡Mi árbol! ¡MI casa! ¿Sabés cuánto me costó que floreciera esta temporada? ¡Y tú con tu patita ridícula casi me mandás a la mierda todo el ciclo de savia!

Él parpadeó, confundido, con la cara entre shock y vergüenza.

—Lo siento, no sabía… yo… no fue mi intención…

—¡Obvio que no sabías! ¡Ustedes nunca saben nada! Solo lloran, gimen, patean cosas, y luego siguen llorando como si fueran las víctimas.

Tony bajó la mirada, ya más aplastado que en todo el día.

—Mi novia me dejó —dijo en voz baja—. Me cambió por un noble. Dijo que yo no tenía futuro. Que quería más que… libros, ideas. Yo solo quería una vida con ella. Nada más.

Drysmia (el hada) se quedó flotando frente a él. Lo observó un par de segundos.

—¿Tu novia era una zorra? —preguntó, sin rodeos.

Tony levantó los ojos, sorprendido.

—¿Qué?

—Eso. Que si era una perra materialista con cara de santa. Las he visto miles. Caminan con faldas largas, ojos brillantes y promesas de amor eterno… hasta que les aparece un pito con dinero. Y ¡pum! Se olvidan de tu nombre antes de que acabes de llorarles encima.

Él no supo si reír o hundirse más.

—Sí. Supongo que sí era una zorra.

Drysmia sonrió. Una sonrisa burlona y satisfecha.

—Sabía que tenías sangre en las venas, llorón.

Entonces flotó hacia atrás y se cruzó de piernas en el aire, mirándolo como quien observa una obra incompleta.

—Riega el árbol. Ya lo pateaste, ahora te toca mojarlo. Vamos, muévete.

Tony obedeció sin preguntar. Encontró una regadera de metal olvidada junto a un arbusto, la llenó con agua del arroyo, y volvió para echarle al árbol. Sus movimientos eran lentos, pero sinceros.

Drysmia no lo quitaba la mirada.
Se notaba que lo evaluaba.

—No está tan mal tu espalda —comentó con descaro mientras él se agachaba—. Aunque el pantalón te queda suelto. Me gusta más cuando marcan.

Tony se giró, desconcertado.

—¿Perdón?

—Dije que eres un llorón, pero al menos tenés culo.
Y esa cosa que se empieza a levantar ahí abajo… ¿es por mi voz o por mi bata?

Él tragó saliva. En efecto, una ligera erección empezaba a crecerle, traicionándolo.

Drysmia voló cerca de su oreja.

—Relájate. Es normal. Soy bonita. Estoy semidesnuda. Y tú estás en pleno despecho. Si no te parara, estarías muerto por dentro.

Tony se giró lentamente, rojo, confundido, caliente. No sabía si huir o pedirle que no se detuviera.

Drysmia lo olió. Literalmente.

—Mmm… hueles a frustración, semen guardado y hambre de cariño. Un aroma que conozco bien.

Se posó sobre su hombro, cruzó las piernitas y dejó que la bata se abriera un poquito más. Sus piernas eran largas para su tamaño, torneadas, y jugueteaban con la tela de su camisa.

—Te llamás Tony, ¿verdad?

—¿Cómo lo sabes?

—Lo dijo el árbol. Bueno… yo se lo saqué al árbol. Somos uno.

Ella giró un poco y lo miró a los ojos, con una mezcla de lujuria, travesura y autoridad.

—Yo me llamo Drysmia. Soy una hada dríade. Y si alguna vez soñaste con follarte a un hada… puede que tengas suerte.

Tony se quedó mudo.

—¿Estás hablando en serio?

Ella se rio. Esa risa descarada, limpia, como la de una chica que sabe exactamente el poder que tiene sobre un hombre desesperado.

—Más en serio que tu pito ahora mismo.
Y no me mientas, Tony. Sé que lo has pensado. Todos los hombres lo han hecho al menos una vez: «¿y si me follara una hadita sexy?» Pues bien. Aquí estoy.

Voló frente a él, a la altura de su rostro.

—Y tengo ganas.
Pero no de amor.
De juego.

Y con eso, se acercó a su oído y susurró:

—Aunque estés roto, todavía podés servir para algo… caliente.

—¿Qué… qué clase de hada dice esas cosas? —murmuró, aún sin poder creer lo que oía.

Drysmia flotaba delante de su rostro, girando en el aire con gracia burlona, con esa bata abierta lo justo para mostrarle que no llevaba absolutamente nada debajo.

—Una hada que no vive en cuentos de hadas, tontito —ronroneó—. Soy una hada directa, cachonda y harta de los mortales mojigatos. ¿Querías consuelo o querías que alguien te lo chupara hasta que olvides el nombre de esa perra?

Su cuerpo temblaba… no de frío ni miedo, sino de algo más profundo y prohibido.
Como si cada palabra de esa hada diminuta —grosera, sensual, mandona— fuera encendiendo una llama distinta en su piel.
Era tan irreal… y sin embargo, se sentía más vivo que nunca.
Tony se quedó con la boca medio abierta. Ni sabía qué responder.
Drysmia rodó los ojos.

—Uff, si vas a quedarte callado así cada vez que digo algo sucio, me voy a aburrir muy rápido.
Y eso que apenas vamos empezando, grandote.

Voló bajito, muy bajito… hasta quedar frente a la entrepierna de Tony.

Él tragó saliva. Su miembro, ya parcialmente duro, se marcaba notoriamente en el pantalón.

Drysmia se cruzó de brazos en el aire, flotando con expresión crítica como una pequeña jueza del deseo.

—Mmm… delgadito pero largo. Perfecto para lo que tengo en mente. Me encantan los palitos nerviosos —sonrió, mordiéndose el labio inferior—. Así puedo recostarme a lo largo… como en una hamaca con venas.

Tony se estremeció de pies a cabeza.
—¿Estás… estás segura de que esto es una buena idea?

Ella soltó una carcajada.

—¿»Buena idea»? Oh, qué tierno. ¿Ahora te preocupás por lo moral? ¿Después de patear mi árbol y venir llorando por una traicionera con tetas baratas? No, bebé. Esto no es una buena idea.
Es una idea sucia, caliente, desesperada… y absolutamente deliciosa.

Se acercó más, rozando con las alas el pantalón de él.
Los movimientos eran suaves, como si jugara con la tensión que generaba.
Luego extendió una mano diminuta y la apoyó justo donde la erección comenzaba a marcarse.

—¿Ves esto? Esto me interesa. No tus lágrimas, no tus promesas de amor eterno. Solo esto.

Lo frotó.
Con lentitud.

—Vamos —ordenó Drysmia—. Quitate los pantalones y acostate. Quiero recostarme en ese tronquito caliente que tenés entre las piernas.

Tony obedeció sin resistirse. Estaba atrapado.
Por el tono de su voz, por sus alas, por esa bata que apenas cubría su cuerpo perfecto.

Cuando se desvistió, su pene se alzó con timidez, como si supiera que estaba por ser venerado por una criatura mágica.
Drysmia flotó frente a él, lo observó como un pastel recién servido, y soltó una risita:

—Hola, cosita —susurró—. Vamos a conocernos muy bien esta noche.

Entonces, sin más, voló hasta la base del tronco donde antes estaba sentada, y chasqueó los dedos.
Del suelo brotó una raíz suave como cojín, curva y cómoda como un diván improvisado.
Drysmia se sentó allí y lo miró, cruzando las piernas.

—Vení. Acostate.

Voló despacio, y se acostó a lo largo del miembro de Tony, como si fuera un diván tibio y palpitante.
Sus piernitas lo rodearon por completo, y sus pechos diminutos rozaban la piel sensible mientras se frotaba con él con descaro.

—¿Así? —murmuró contra la carne caliente—. ¿Se siente bien tener a una hada usando tu verga como almohada?

—Joder… sí… se siente… demasiado bien…

Ella sonrió y comenzó a moverse lentamente, frotando su cuerpo de arriba abajo sobre él, con su sexo húmedo rozando la piel sin penetración.
Todo era fricción, caricia, intención.

—Tu ex te dejó por dinero —susurró, jadeando un poco—. Pero yo me quedo por cómo te pones duro cuando te hablo sucio… Eso vale más que cualquier bolsa de oro.

Tony jadeaba. Cerraba los ojos.
Se sentía completamente dominado por algo tan pequeño… pero tan poderoso.

Entonces ella descendió con un movimiento de caderas y frotó su entrepierna directamente sobre la punta de él, dejando una manchita de humedad brillante.
Con una sonrisa maliciosa, comenzó a girar las caderas como si bailara.

—¿Sabes qué es lo mejor de ser chiquita?
Que puedo usar tu verga como pole dance y aún me sobra espacio para lamer.

Sacó la lengua y le dio una lamida larga a un costado, provocando que Tony gimiera involuntariamente.

—¿Estás por correrte? —le preguntó, viéndolo a los ojos.

Tony asintió, temblando, a punto de perder el control.

Drysmia se mordió el labio inferior y, por primera vez, bajó un poco el ritmo.

—Solo una. Hoy solo una —dijo suavemente, bajando su tono de mando solo por un segundo—. Quiero que vuelvas mañana con más ganas. Con más semen guardado. Con más hambre.

Tony no aguantó más.
Gemía bajo ella, retorciéndose ligeramente mientras su cuerpo temblaba, y finalmente eyaculó, con un suspiro largo, fuerte, como si se liberara de todo lo que lo ataba.
El semen brotó en un chorro cálido, cayendo inofensivo entre su abdomen y la raíz curva donde yacía.

Drysmia se levantó justo antes de ser salpicada, flotando con elegancia y una expresión satisfecha en el rostro.

—Mmm… mejor. Controlás tus explosiones… por ahora.

Tony respiraba agitado, con el cuerpo rendido y la cara llena de asombro.

—Drysmia… esto fue…

—Shh… —ella voló hasta su pecho, se sentó sobre él con sus piernitas cruzadas—. No digas estupideces como “mágico” o “especial”. No somos pareja. Esto no es amor.

—Entonces, ¿qué es?

Drysmia le dio una palmada suave en el mentón.

—Es sexo, cariño. Sexo sin tabúes.
Y si querés más, volvé mañana con las bolas llenas. Yo estaré aquí.

Se levantó, flotó hacia su árbol y comenzó a estirarse como si nada hubiese pasado.

Tony, con la ropa a medio poner, aún jadeante, la observó como quien contempla un sueño que no quiere que termine.

Ella giró la cabeza justo antes de desaparecer entre las ramas.

—Y Tony…
—¿Sí?

—Mañana te voy montar como una salvaje.
Hoy fue solo un calentamiento.

Continuará…
Son 3 capítulos en total

Este relato fue creado por mi, pero lo pasé por IA para corregir ortografía y usar un español neutral, así que si parece hecho por IA ya saben porqué fue.

10 Lecturas/2 julio, 2025/0 Comentarios/por VelKoz
Etiquetas: chica, chico, culo, novia, puta, semen, sexo, verga
Compartir esta entrada
  • Compartir en Facebook
  • Compartir en X
  • Share on X
  • Compartir en WhatsApp
  • Compartir por correo
Quizás te interese
Me sedujo e hice cosas que nunca pense que se podian hacer QUE GOZADA…
Hondureñas Hermosas IV
Descubriendo a Magalí III: Haciéndola gozar
Mis sobrinas Andrea y Natalia (2)
El Secreto de la Familia
La primera vez con un hombre, en la escuela
0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.

Buscar Relatos

Search Search

Categorías

  • Bisexual (1.120)
  • Dominación Hombres (3.396)
  • Dominación Mujeres (2.616)
  • Fantasías / Parodias (2.671)
  • Fetichismo (2.312)
  • Gays (20.641)
  • Heterosexual (7.313)
  • Incestos en Familia (16.584)
  • Infidelidad (4.087)
  • Intercambios / Trios (2.795)
  • Lesbiana (1.080)
  • Masturbacion Femenina (761)
  • Masturbacion Masculina (1.585)
  • Orgias (1.771)
  • Sado Bondage Hombre (413)
  • Sado Bondage Mujer (150)
  • Sexo con Madur@s (3.693)
  • Sexo Virtual (228)
  • Travestis / Transexuales (2.245)
  • Voyeur / Exhibicionismo (2.203)
  • Zoofilia Hombre (2.054)
  • Zoofilia Mujer (1.608)
© Copyright - Sexo Sin Tabues 3.0
  • Aviso Legal
  • Política de privacidad
  • Normas de la Comunidad
  • Contáctanos
Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba Desplazarse hacia arriba