La piscina de la perversión
En este bucle de degeneración se amplían los lugares..
Ya estaba pringado hasta el fondo en mi obsesión por las niñas. Si tuviera suerte de que alguna mujer se fijara en mí (los gorditos tenemos nuestro público también) se me iba el entusiasmo con rapidez y en la cama me imaginaba a nuestras hijas que pudiéramos tener en común para imaginar mi leche en sus culitos para ayudarme a acabar. Por suerte, o por desgracia, en mi trabajo tenía acceso a niñas. Trabajaba en una piscina y, aparte de ocuparme del cuidado y limpieza, también daba clases a infantes. Antes del suceso del Bar con Fermín no tenía ningún pensamiento ni deseo por estos seres, un poco al contrario, nunca me han gustado los niños. Pero todo cambió ese día con Jenifer y, más tarde y con más profundidad, con Sandra. Sandra en ese momento era la putita de dos hombres y de un chaval. Su culo y su coño se tragaba las pollas de su hermanito y la mía con facilidad. Con la de Ricardo le costaba más, siendo su coño el único agujerito que no había logrado tragárselo por completo. Habíamos entrado en una pequeña rutina donde nos reuníamos los tres en cas de Ricardo para fallárnosla juntos, viendo la evolución del chico de 12 años de un tímido pervertido a una insaciable sanguijuela de su hermana. Las dobles penetraciones eran habituales. Pero siempre llega la insatisfacción a mi personalidad. Siempre buscando más.
Después del encierro en la pandemia había cogido más kilos de los habituales. Siempre he sido un chico rellenito, pero en estos años he pasado a obesito sabroso. Mis 105 kilos se mueven con gracia, pero a los dueños de la piscina no les hacía demasiado gracia. Así que mientras buscaba otro trabajo, fui planeando como irme a lo grande de este trabajo.
Había una niña de cuatro años muy miedosa, morenita, de piel y de pelo, muy fina, ya se advertía los movimientos elegantes de su madre, que para ella debía ser todo un modelo a seguir. En verdad yo no discriminaba físicos ni nada. Todas me parecían unas joyitas a manchar excepcionales. Era su personalidad, como digo, miedosa, la que me encajó para intentar algo con ella. Su madre asistía a clases de Aquagym (que yo antes impartía también, pero que me dijeron que con mi físico no era indicado) y la niña se quedaba esperando en algún banco, o bañándose en la piscina infantil cubierta. Era a última hora y no había mucho movimiento para que la niña se entretuviera de muchas formas. Se llamaba Chloe y había hablado con ella en numerosas ocasiones, antes y después de que me pudiera interesar sexualmente.
Soy de naturaleza exhibicionista y arriesgada, de adolescente siempre me aprovechaba de más de mis novias en público y me gustaba el riesgo y atraer miradas. Con lo que me apetecía montar alguna escena, no demasiado escandalosa, con alguna nena. Invité a Ricardo un día que sabía que iba a estar la madre de Chloe. No podía no estar, desde aquel día éramos inseparables en el sexo. Hablábamos mucho, fantaseábamos más aún, y usábamos a su sobrinita juntos.
El día señalado el grupo de Aquagym estaba entrando en la piscina tranquilamente. Chloe estaba en la piscina infantil, apartada al fondo. Las instalaciones eran de un polideportivo y eran grandes, pero antiguas. Me acerqué a Chloe, que chapoteaba en la parte que menos cubría de la piscina infantil, una pequeña piscina que iba de los 10cm a los 100cm en una pendiente suave. Desde donde estábamos era difícil que la clase de Aquagym nos viera, como yo ya sabía. Ricardo estaba en los vestuarios, asomado, mirando.
-¿Qué tal, Chloe? ¿Aún no sabes nadar, con lo mayor que eres?
-No… Mi madre dice que ya aprenderé, que no hay prisa.
-Mucha razón, cada uno tiene sus ritmos.
La niña llevaba un bañador que constaba sólo de unas braguitas, no había necesidad de tapar su pecho que era idéntico al de cualquier niño. Yo estaba con bañador, pero con pantalones y camiseta encima, como cualquier trabajador si no necesitaba de meterse en el agua. Llevaba en mi bolsillo el frasco que me había dado Ricardo. Era el mismo que le había dado a Ricardo Fermín, una droga liquida para relajar y enajenar a la gente y, echando menos cantidad, a los niños. Había que beberla en cualquier líquido.
-Y, ¿Alguna vez has llegado al final de la piscina?
Le pregunte a Chloe apuntando a dónde cubría 90cm, suficiente para cubrir todo su cuerpecito. Ella negó con la cabeza, estaba de buen humor.
-Nooooo, ahí cubre mucho, eso es para los mayores.
-Cuando quieras puedes llegar conmigo, yo te protejo.
Dicho eso me aparte para preparar el zumo. Una gotita de esa droga era suficiente para narcotizar a la niña. Debía darme prisa, por que la clase no era especialmente larga, pero entre empezaba y la gente charlaba y acababa y la gente volvía a charlar y iban a cambiarse mientras continuaban charlando no tenía por que correr tampoco. No debía llamar la atención. Cuando volví con el vaso de zumo vi como Ricardo se había metido en la piscina con la niña. Estaba a bastante distancia de ella para poder sentarse en el fondo y que el agua le cubriera al menos las piernas.
-Chloe, toma un zumo, no vayas a estar mucho tiempo sin beber por estar rodeada de agua.
La pequeña se lo tomó con grandes ganas. No era raro que diera zumos a los pequeños ni el primero que le daba a Chloe. Parecía el destino todo. A Ricardo se le notaba la erección en su bañador tipo pantalón. No la disimulaba tampoco. La niña a veces miraba su bulto, pero no hacía mención ni su cara parecía preguntarse que era esa cosa. Mi polla empezó a endurecerse sabiendo que la pequeña empezaría a estar drogada en breve. Me quité la ropa, quedándome en bañador, y me metí en la piscina al lado de Chloe, donde me llegaba el agua por los tobillos.
-¿Quieres probar a ir al fondo conmigo?
La niña asintió, distraída, sus ojos estaban brillantes. La cogí, abrazando sus piernas y colocando una mano en su culito, con mis dedos acariciando su rajita. Empecé a sumergirme en la piscina con la niña. Ricardo no se movió. Pronto llegamos a la otra punta, donde el agua me llegaba un poquito por encima del ombligo. Senté a Chloe en la orilla un momento para quitarme el bañador, que recogió Ricardo sibilinamente para dejarlo a mano. Estaba desnudo con la polla dura dentro de la piscina, y la niña no se enteró. La volví a coger.
-¿Has visto cuanto cubre? Un metro entero ¿Quieres mirar si llegas a hacer pie? Yo te sujeto en todo momento.
La niña asintió y yo le dije que estirara bien todo el cuerpo, las piernas y los brazos, la sujete para que quedara de espaldas a mi, no quería que me viera la polla antes de tiempo. La sumergí hasta que tocó el fondo de la piscina. El agua la cubría enteramente salvo un poco de su cabellera. Enseguida la alcé.
-¿Has visto? Te cubre entera.
Volví a sujetarla como antes, abrazándola y acariciándole el coñito por encima del bañador. La niña era virgen, tal como tenía su rajita de cerrada. Una parte de mi me hubiera gustado que a esta zorrita ya la hubieran usado, sólo por dejar correr mi fantasía imaginando como y quien. Lo mismo me había pasado con la droga ya que la niña estaba adormecida mirando a su alrededor sin hacerme mucho caso. Aproveche eso para apartar la braguita y ver su preciosa raja. Ahí estaba, de color morenito, dos bultitos que se juntaban mostrando la más bonita de las rajitas, era pequeña, pero sus labios se levantaban sobre ella orgullosos y turgentes. Ricardo se acercó y se agachó en el agua para empezar a lamerlo. Se lo ofrecía como agradecimiento por dejarme a su sobrina. De todas formas sabía que Ricardo era muy oral y que no tenía especial interés por desflorar esos manjares. Su coñito se abría con la lengua de Ricardo, que ya se había desnudado también debajo del agua. Yo miraba en dirección a la clase donde su madre estaba tranquilamente haciendo el tonto. Me mataba el morbo de ser descubierto, y más aún si era ella misma la que me descubría con su pequeña. Ricardo aparto su boca de la pequeña vagina y yo sin cuidado empecé a palpársela con mis dedos. Le metí un dedo por su estrechito coño. No quería tardar mucho ni ir despacio. Un polvete rápido y adiós. Mi dedo seguía abriendo su coñito mientras la niña descansaba en mi pecho. En la superficie no se notaba ningún movimiento. La niña comenzó a quejarse débilmente. No podía dejar que se escuchara mucho, así que, de perdidos al rio, sumergí a la niña en el agua. Ricardo me ayudó a sujetarla y separé sus piernas con mi cuerpo poniendo mi polla dura es sus labios vaginales. La niña tenia la cabeza debajo del agua así que tuve que darme prisa. Me agarré la polla y se la enterré de un golpe. Mi polla es muy normalita, unos 14cm, aunque para esa niña virgen tuvo que ser muy doloroso, aún drogada, ya que de un salto empezó a agitarse debajo del agua. Ricardo la sujetaba fuerte, yo me hundía en su coño. A nuestro alrededor se escuchaba de lejos las risas y la música del Aquagym. Su madre confiaba en los trabajadores de esa piscina, entre los que me incluía por aquellos días, para cuidar de su pequeña que estaba siendo ahogada y violada a un tiempo. Sabía que no podía estar mucho tiempo perforándola. Su coñito aún no había dilatado lo suficiente para que mi polla no me doliera al meterla, pero la niña empezó a dejar de luchar. Se estaba ahogando. Esto era una posibilidad, así que sacamos corriendo a la niña de la piscina. El agua la dejamos con una pequeña zona más rojiza que se diluiría rápidamente. Salimos de la piscina por la parte más apartada desnudos, con la niña inconsciente. Ricardo empezó a practicarle la reanimación comprimiendo su pecho rítmicamente, pero su erección no desaparecía. Estaba encima de ella, que seguía con las piernas abiertas. A medida que le comprimía el pecho a la niña inconsciente, empezó, con el mismo ritmo, a frotarse la polla en su recién desvirgado coño. Contando las compresiones, al llegar a la 30 abrí la boca de la niña y le respire en la boca con la mía como sabía hacer debido a mi trabajo. Lo hice dos veces y Ricardo volvió con sus comprensiones en el pecho de la niña pero ya tenía el glande metido, y se lo metía empujando ayudado por los movimientos de la reanimación. Todo su cuerpo se levantaba y volvía a bajar reanimando a la niña mientras a cada compresión se la metía más. Al llegar a la 30 volví a juntar nuestras bocas mientras me masturbaba. La niña empezó a toser con furia y a expulsar el agua mientras mi amigo se deshacía de placer con los espamos que la tos provocaba en su entrepierna. Hundió todavía más su cintura dentro de la niña y empezó a correrse aguantando los gemidos. Puse la cara de la niña de lado para que expulsara el agua sin peligro pero cuando dejo de toser se trago mi leche mientras mi amigo le limpiaba con agua su coñito recién preñado.
-¿Qué ha pasado?
Preguntó la niña. Seguíamos desnudos, pero ella seguía drogada, aún con toda la adrenalina soltada (por los tres) la tranquilizamos, la vestimos y nos fuimos para no volver antes de que la clase de su madre acabara.
La adrenalina nos corría y sentimos que habíamos traspasado una línea morbosa de la que no había vuelta atrás. Repasamos en nuestra cabeza todos los movimientos finales, si recogimos todo y como nos despedimos de Chloe como si no hubiéramos roto un plato. Pero en el fondo, aún, no nos importaba demasiado si nos pillaban o no.
Excelente relato amigo. Espero sigas escribiendo mas de ese tipo. Yo tengo relatos también por si gustas leerlos. Aparezco como Centinela2000
Wow 😋
Una pequeña obra maestra del erotismo! Muy bueno!