La recepción del hotel III
Arturo deja a solas a su esposa con su corneador..
Ginebra se vistió, se despidió de su esposa con un beso se amor, me miró a los ojos con una sonrisa, asintió con la cabeza, dió la vuelta en dirección a la puerta, escuchamos que abordaba el vehículo, la puerta automática se abrió y se marchó.
Estaba a solas con Patricia a quién tomé de la mano y le pedí me llevará al cuarto, es una habitación lujosa, bastante bonita, digna de lo que tenía en mente.
-Vamos al baño Paty.
Era la primera vez que usaba un diminutivo con ella, la mujer sonrió y su rostro se iluminó, Patricia es una mujer madura hermosa, su cuerpo es robusto, pero la cintura gruesa se compensa con unos senos grandes de pezones que parecen pequeños bombones, sus nalgas forman un corazón enorme cuando la pongo a gatas y su piel aún conserva la suavidad femenina pero fermentada con los años.
Después de la sesión de sexo violento que aconteció en la sala, se me antojaba devorar a esta señora despacito, suavemente, abrirle el año hace poco desvirgado y hacerle el amor.
En el baño quedé boquiabierto con todos los lujos que ví, nunca pensé que un baño podría ser hermoso, la decoración es acordé a la belleza madura de Patricia, quién abrió las llaves de la tina que se llenó poco a poco.
-Ven papi, hay que enjuagar nuestros cuerpos.
Entramos a una regadera en la que parecía llovía solo para nosotros, el agua era fresca, Patricia unto un jabón líquido por mi cuerpo y lo esparció con sus manos.
Ella disfrutaba tocando todo mi cuerpo, ponía atención principalmente a mis partes erógenas, frotaba sus grandes senos en mi espalda mientras desde atrás masajeaba mi pecho y le decía lo rico que se la había pasado.
-Le rompiste el culo con violencia a Ginebra, sentí placer de verla sufrir a la puta, así como cuando me rompiste el mío papi, y cuando me dejaste penetrarlo con esa verga falsa, delicioso mi amor.
-Patricia, olvidemos eso un momento, ya podremos recordarlo en otra ocasión mientras te coja con violencia, en este momento quiero que te relajes, sigue tocando mi cuerpo que en momento me tocará a mi, aprovechemos que Arturo nos permitió este momento a solas y hagamos el amor, seguro hace mucho que no lo haces.
Patricia se detuvo en sus caricias, recargo su rostro en mi espada y comenzó a llorar. Sujete sus manos con dulzura y le di un momento para que se recuperará.
-Pensé que nunca volvería a hacer el amor, Arturo por años me ha tratado tanto como una mujerzuela que olvidé el sabor del dulce amor, está noche voy a ser tuya, no me queda orificio virgen para darte, pero te puedes servir se todo mi cuerpo a placer mi amor.
Sus palabras me alentaron a girar, tomarla por el rostro y besarla con pasión.
Patricia movía su lengua a mi ritmo, nuestra respiración se acompasó, nuestras manos comenzaron a explorar nuestros cuerpos libremente, poco a poco Patricia sentía la humedad invadir su vagina, palpitaba desde su vientre invitando a mi pene a penetrarla.
Al mismo tiempo, Patricia sentía su ano contraerse, cómo si necesitara que lo penetratara, un sentimiento de vacío la invadió, pese a tener al hombre que le provocaba todo eso, se sentía vacía, desesperadamente vacía. La urgencia de tenerlo dentro en cualquier parte la llevo a levantar su pierna, guiar el pene producto de sus pasiones y así, bajo el agua fresca de la regadera que parece lluvia, se penetró suavemente hasta donde la posición lo permitía.
Por su parte yo me límite a sujetarla de la cadera y levantar su pierna, nos besamos apasionadamente de pie con mi pene dentro de ella.
El calor y humedad que su vagina emanaba entraba por mi cuerpo a través de mi pene, me recorría por dentro, causando unas calidad cosquillas por toda mi columna vertebral.
Sus brazos rondando mi cuello permitiendo que nuestros labios se conectaran fundidos en un beso que pareció una eternidad.
En algún momento que no recuerdo mi cadera comenzó a bailar en un clásico ir y venir, nuestros cuerpos reaccionaron liberando gemidos, proporcionándonos mas placer del que pudimos haber sentido con nuestros anteriores encuentros.
-Vamos a la tina, quiero que sea más cómodo para ti penetrarme mi amor.
Con esas palabras paramos nuestro baile amatorio, despacio saqué mi pene, ella bajo su pierna y sin dejar de besarnos caminamos a la tina.
El agua tenía espuma, era tibia y se movía como cualquier tina de hidromasaje.
En el interior, una mujer de 44 años em cuclillas subía y bajaba sobre el joven de 32 años que sentado disfrutaba de la vagina de la madura mujer.
Gemidos de placer resonaban en el cuarto de baño, morreos, caricias, besos apasionados, gruñidos , el cuarto era un concierto de lujuria, pasión y amor que solo dos seres humanos que se entregan libremente el uno a otro pueden entonar.
-¡Me vengo mi amor, me vengo!
-Dejalo salir amor, dame tu orgasmo mi vida, quiero sentir el calor de tu vagina en todo mi pene!
Patricia se dejó llevar por su propio placer concentrada en todo lo que sentía, un gemido de placer como hace años no profesaba salió desde su pecho y explotó en su garganta al mismo tiempo que su vagina recompensa al pene que le dió el orgasmo confliidos calientes y contracciones productos de su espasmo.
Sujete a Patricia de sus grandes nalgas y la guiaba en un va y ven mientras su cabeza reposaba en mi hombro recuperándose de su organismo al tiempo que su vagina tenía los últimos espasmos producto del baile rítmico que le imponía.
Sin perder el tiempo, con el aliento recuperado y mi pene duro, gureso y caliente albergado en su interior Patricia retomó los besos y caricias.
-¿Por qué no te veniste mi amor? Preguntó la consternada mujer al tiempo que besaba al hombre que le hacía el amor.
-Antes de venir aquí me tomé un par de Viagra, entenderás que a mí edad no los necesito, pero ahora necesito mucho más para poder venirme mi amor. No te preocupes, eso fue delicioso, he tenido algo parecido a un orgasmo pero sin eyacular, ahorita iremos a la cama, te voy a penetrar tu culito despacito y con mucho amor mi vida.
-Si papi, vamos a la cama, quiero que me rompas el culito y lo llenes de leche.
Sujete con fuerza a mi hembra y con mucha fuerza me levanté en medio de la tina, Patricia trenzó piernas y brazos en mi cuerpo, así con mi hembra asida al cuerpo de su macho, nos encaminamos al cuarto.
En medio de la cama Patricia recibía mi miembro en su cálida y jugosa vagina, un bombeo suave de ritmo constante revolvía su interior mientras besaba al macho que la amaba.
Para mí era una experiencia deliciosa, está hembra que disfruta de hacer el amor conmigo no es mi esposa, tampoco me ama, unos días atrás la cogí con violencia y violé su ano, un par de otras atrás la volví a coger con violencia y viole el año de su esposo, ella no me ama, pero disfruta de mi cuerpo haciendo el amor a falta de un hombre en casa que la disfrute.
Su respiración era agitada, su vagina tenía contracciones, gemidos apretados salían de su garganta, Patricia estaba en la antesala de un nuevo orgasmo el cual llegó con fuerza en el último embiste de su hombre.
De nueva cuenta una serie de besos, caricias y entradas con salidas del pene prolongaron su placer.
-¿Estás lista para darme tu culito?
-Para ti siempre mi amor.
La pareja sonreía, aún cuando no había amor entre entre nosotros, nuestros ojos brillaban como dos enamorados.
Salí de su cálido refugio que ahora estaba abierto y rojo.
-La primera parte la he cumplido, tu vagina está abierta y roja.
Patricia se hecho a reír feliz y me daba las gracias mientras se levantaba.
Coloqué una almohada debajo de su vientre para que su culito quedará en posición, las secuelas del asalto de hace unas horas había desaparecido, pero Patricia controlaba su esfinter abriendo y cerrando su ano invitando a su hombre a pasar.
Fui por el lubricante a la sala y regrese al cuarto, mi hembra permanecía expectante y lista para ser penetrada.
Rocíe grandes cantidades de lubricante en su ano color canela by estos se perdieron en las profundidades de su canal anal cada vez se dilataba.
Otra buena cantidad de lubricante humectó mi falo y con mucho amor fui jugando mi glande en su entrada.
-Así papi, así, dame un masaje con tu pene, siento rico mi amor, empuja poquito como si me la vas a meter ¡Aaaaaaaay asíiiii que rico! Mete y saca la puntita mi amor, que mi culito se abra despacito ¡Ay papi, que rico siento!
¡Aaaaaah mi amor así, ve empujándolo, poquito a poquito,e avisas cuando tenga tu cabeza adentro mi amor.
Patricia seguía dando instrucciones y yo las seguía, estaba en el paraíso, nunca pensé que el sexo anal con amor sería tan bueno. Entre piquete y piquete mi glande entero se alojó en su culito.
-Ya está mi amor, la cabeza está adentro.
-Ok papi, dame un momento.
Patricia respiraba tranquila al tiempo que contraía su ano, una sensación de succión me jalaba, similar a cuando una serpiente Débora a su presa, pero ahora la presa devoraba a la serpiente.
Me deje llevar y poco a poco mi pene desapareció en su interior.
Patricia seguía con los ojos cerrados haciendo lo suyo hasta que un ⅓ de mi pene estuvo dentro.
-Hasta aquí llegué papi, a partir de ahora te toca a ti empujar cada vez que yo me trate de comer tu verga mi amor.
-Entendido mi amor, continuemos.
Tomé con fuerza a Patricia por su cintura y espere el momento adecuado.
Cada vez que su culito se dilataba empujaba un poco hacia adentro.
En menos de 10 minutos todo mi pene está alojado en el culito de mi hembra, cuando mi vientre choco con sus nalgas Patricia sonrió.
-Listo papi, toda tu vergota está adentro de mi culito, así despacito lo sentí bien entrar bien rico mi amor.
-Si mi amor, la tienes toda adentro, ahorita te voy a hacer el amor anal, te voy a coger tan rico que vas a tener un orgasmo mientras te llene de leche tu culito.
-¡Ay papi que cosas ricas dices! Ya mes estoy viniendo y apenas comenzamos. Dale papi, muévete, cogeme rico por el culito, hazme el amor.
Con mi mano en su hombro y la otra en su cintura me deje llevar por el placer con el más dulce y delicado vayven que mi cadera puro realizar.
Patricia gemía de dolorcillo y placer mientras su ano se aferraba con fuerza ajustado a mi pene que la penetraban por tercera vez desde que la conocí.
En algún momento me recosté sobre ella para decirle lo rico que lo estaba pasando, cómo me encantaba hacerle el amor anal y lo mucho que haríamos el amor cada vez que su amable y considerado esposo lo permitiera.
Ella gemía y me respondía con palabras de ánimo para seguir haciéndole el amor anal, agradecía a su esposo por permitirle volver a hacer el amor aunque fuera con un extraño.
Los dos disfrutamos de lo morboso de la situación, ella una mujer de la alta sociedad entregándose a un extraño a los placeres anales porque su esposo ya no la desea, yo un supervisor de recepción de un hotel de baja categoría disfrutando de una hembra que en sus sueños podría disfrutar.
El ánimo aumento la temperatura y los movimientos del coito anal con amor que ambos realizamos.
36 minutos de penetración anal, Patricia disfrutaba del coito pero no lograba llegar al orgasmo por más que se concentró en el hormigueo que le causaba ese pene en su ano.
-Pati mi amor, ya me voy a venir, la venida más grande de mi vida va a inundar tu culito ¿Estás preparada?
-¡Ay, ay papi! Si, estoy preparada, lléname de leche el culito mi amor, ¡llenalo!
Tal y como se lo prometí, cuando Patricia sintió el primer chisguete de leche en su ano, un calor la inundó acumulándose en su columna vertebral baja y se transformó en un delicioso y violento orgasmo cuando el segundo disparo empujó el primero.
Un grito salvaje de placer ahogado por la almohada resonó por toda la casa mientras un chorro de fluido vaginal empapó el colchón donde dormiríamos.
Disparo tras disparo Patricia sentia extensiones de su orgasmo, entre sus gritos de placer sonreía pues si amante había cumplido, su orgasmo llegó cuando le llenaron el recto de semen.
Agotados quedé encima de ella besando su cuello y boca, la hembra respondía a los besos exponiendo su cuello, disfrutando de los últimos momentos del coito.
Mi pene perdió dureza y salió del enrojecido ano de Patricia, con cuidado rodé hacia un lado y ella acudió a mi de inmediato recostando su cabeza sobre mi pecho.
Gire a su encuentro, la abrace con fuerza y sin darnos cuenta, nos quedamos dormidos.
Continuará…
Cómo siempre, te invito a calificar el relato y a comentar.
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