La secta del fin del mundo
En un mundo post apocaliptico, Javier y su familia encuentran la salvación al ser encontrados por una comunidad que vive bajo sus propias reglas, dentro de su trabajo se ve obligado a ver como la que alguna vez fue su esposa disfruta de los placeres de su nuevo matrimonio..
Capitulo I. La boda de Rosa
Hace pocos meses fue reasignado a una tarea menos agotadora, me promovieron a monitor de cámaras, era un gran alivio para mi después de haber estado casi un año cultivando vegetales bajo el inclemente sol.
Verán antes de la gran catástrofe yo tenía una empresa de desarrollo de software y nunca había estado ni cerca de ser granjero, ni siquiera había conocido a alguno en la vida real, solo los había visto en películas o series de televisión.
En mi vida anterior tenía una hermosa familia y un agradable trabajo, hasta que llegó ese terrible día de octubre en que todo se acabó, la sociedad tal y como la conocíamos quedó destruida en unas pocas semanas y nos tocó enfrentar una nueva realidad, la de la supervivencia.
Comíamos lo que encontrábamos entre los restos del antiguo mundo, saqueábamos los últimos vestigios de una civilización moribunda, nos alimentamos de las frutas que antes solo veíamos como elementos decorativos de esta urbe gris, para comer hicimos cosas que me gustaría poder olvidar, el mundo era un lugar silencioso y solitarios, estábamos a punto de desfallecer cuando los hombres del general nos encontraron entre los restos
La tropa nos llevó hasta el campamento ubicado muy lejos en el oriente, el lugar estaba a orillas de un lago de unas aguas tan transparentes que podías ver esa hermosa danza de los rayos del sol rebotando entre las corrientes hasta llegar al fondo de una arena blanca como el marfil, el césped estaba tan perfectamente cortado que parecía una gran alfombra verde, entre el lugar se levantaba un pueblo lleno de casas y edificios todos de color blanco, después de pasar tantos meses entre los escombros este lugar me parecía un paraíso.
Tan pronto llegamos fuimos llevados al centro médico, ese momento fue la última vez que estuve junto a mi familia, mi esposa Rosa y mi hija Ibeth fueron llevadas a una sala en el ala norte del lugar, Héctor y yo fuimos ubicados en otra sala, donde después de una limpieza profunda fuimos objeto de un examen médico y físico realizado por un grupo de dos mujeres, recuerdo que una era joven y la otra aparentaba ser de la edad de Rosa, de hecho cuando la veo en los pasillos me recuerda mucho a mi antigua mujer.
Nos dieron túnicas como vestimentas, la mías todas de color azul oscuro y a Héctor le proporcionaron túnicas blancas, me indicaron cuál sería nuestro nuevo espacio, me correspondió la zona M5 y a Héctor la B3, esa fue la última vez que pude abrazar a mi hijo y desde entonces nunca más la he vuelto a ver.
Con el tiempo fui entendiendo toda la dinámica del lugar, las leyes del mundo pasado quedaron atrás, aquí nos regimos por las normas dictadas por El General, él es el que decide que se hace y que no en este lugar. Lo primero que me dejaron en claro era que aquellas personas que había pasado toda la vida en mi hogar y que llamaba esposa e hijos, ahora serían unos simples desconocidos.
Pasé la noche una pequeña habitación con pocas comodidades, esa noche casi no pude dormir, pensaba mucho en los que alguna vez conformaron mi familia, hasta que el cansancio me venció. Desperté en la mañana cuando vinieron por mí, un poco a la fuerza comprendí que todos los de mi zona se dedicaban a los cultivos en las granjas y que ahora me tocaba proveer de alimentos a la comunidad, si quería tener privilegios me tocaría esforzarme mucho para que El General, en su gran sabiduría me permitiera cambiar a una labor menos pesada.
Y así después de años de esfuerzo llegué a la labor que tengo hoy, soy auditor de cámaras para el General, mi labor como el de muchos otros es revisar que en cada espacio de la comunidad se cumpla la voluntad del General, hay cámaras y micrófonos en cada espacio de este lugar y mi misión es estar atentos a cada uno de ellos.
Hoy es un día particularmente especial, debido a que se celebran las bodas de primavera. El General asigna, de entre los mayores de edad, las parejas que se conformarán y quienes se mantendrán unidos hasta la celebración de fin de año, fecha en la que todos los matrimonios quedan disueltos hasta la próxima primavera, no a todos se les permite tener parejas, en mi caso por ejemplo desde que llegué aquí siempre he estado en soledad, solo me aferró al recuerdo de mi amada Rosa en las noches.
Estaba en mi labor de vigilancia cuando algo me llamó la atención, había una pareja formada por una mujer y un joven, era normal que El General emparejara a personas de diferentes edades para que los jóvenes se pudieran nutrir de la experiencia de los mayores.
Al ampliar el zoom a la pareja pude ver que la mujer era Rosa, estaba más hermosa de lo que la recordaba, era notorio que había trabajado mucho en su belleza y con ese traje de bodas se refirmaba aún más su hermosura, se veía tan bella, radiante y tranquila a diferencia de su futuro marido que se veía muy nervioso.
Después de la boda se dirigieron a su hogar, no me debía sentir incomodo ya Rosa no era mi esposa, pero debo reconocer que me daba curiosidad ver como le estaba yendo en su nueva vida y por supuesto que mi nueva labor me permitiría conocer esa información.
En su nuevo hogar, Rosa besó apasionadamente a su joven amante y recorrió todo su cuerpo con las manos, era notorio que para el chico esta era una nueva experiencia de la cuál se sentía dichoso de estar experimentándolo esto era notorio en sus pantalones, después de unos momentos, Rosa le dijo algo al oído que no alcancé a escuchar a pesar de subir todo el volumen y luego se marcho dejando a su agitado amante.
Después de unos minutos ella regresó con una lencería negra, la más sexy que jamás hubiese visto y no se si era la falta de compañía en mi cama o el hecho de sentirme voyeur de la que alguna vez fue mi esposa, pero toda la presión de mi cuerpo se dirigió a la cabeza de abajo.
Rosa le dedicó en sensual baile a su nuevo marido y era notorio desde mi vista que el pobre comenzaba a agitarse, ella tomo tiernamente a su amante y comenzó a despojarlo lentamente de su ropa hasta que su erección salió disparada como un latigazo cuando ella quitó su ultima prenda, pude ver que el joven estaba muy bien dotado y parece que eso le encantó a su nueva esposa quien no pudo evitar mencionarlo usando unas palabras que nunca me hubiese imaginado que hacían parte de su vocabulario.
La mujer supo ponerse de rodillas ante su nuevo marido y procedió a estrenar su verga con los labios, pasó lengua por todo el eje que ahora le pertenecía y luego procedió a llevarse las bolas a la boca. El marido evidenciaba su placer a través de unos jadeos que se hacían cada vez más fuertes en mis audífonos, mientras que disfrutaba de la sensación de una mujer trabajando por primera vez en su entrepierna.
Los ojos se querían salir de sus orbitas, sus jadeos aumentaban, cuando Rosa le dice: no mi amor, no puedes llegar aún, ten calma, tu primera leche de casado debes dejarla dentro de mí, para que así puede convertirme en tu mujer, tu amante, tu puta.
Luego de eso lo empujó a la cama, hizo a un lado su deliciosa tanga negra de encajes y procedió a empalarse sobre la verga de su nuevo macho para luego comenzar un frenético sube y baja de placer, en mis oídos podía escuchar que había mucha humedad involucrada en el acto y no pasó mucho tiempo hasta que inevitablemente el joven marido descargó sus huevos al interior de su nueva amante en una de las corridas mas intensas que haya podido ver alguna vez.
Los amantes quedaron durante un tiempo abrazados en la cama, disfrutando del momento y confiando en que se repetiría muchas veces durante en tiempo que vivirían juntos, después de un momento al marido se le puso la verga dura nuevamente y su mujer le dijo en voz sensual: todavía te falta profanar el ultimo agujero de tu esposa.
Ella se puso en posición de perra, tal vez así se sentía en ese momento, le dio las indicaciones a su amante para que la cogiera de forma salvaje, el marido en su obediencia sumisa procedió a follar con todas las fuerzas a su amada hasta que descargó nuevamente su leche, pero esta vez en el agujero posterior.
Después de esto, los dos se dirigieron a la ducha donde pudieron seguir disfrutando y explorando el cuerpo del otro por muchos minutos hasta que salieron del agua arrugados, hambrientos y extenuados.
En ese momento se acabó mi turno y tuve que dirigirme a mi habitación, donde con las imágenes de los amantes que había vigilado procedí a consolarme en mi soledad.
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