La Sociedad del Guante de Acero
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Porky.
En el campo de deportes del instituto se va a celebrar la reunion semanal de la "Sociedad del Guante de Acero". Es un club exclusivamente femenino formado por alumnas de tendencias perversas.
Una a una van llegando al lugar convenido: el pabellon de tenis de mesa. La jefa, Adiuko Baichiro, les da la bienvenida y las indica el sitio que ocupara cada una. Junto a los cojines hay bolas chinas y consoladores, segun las preferencias de las socias. Asi pueden irse entreteniendo hasta que lleguen todas.
Bienvenidas una vez mas a nuestro conclave semanal de la Sociedad. ¿Estais listas? – pregunta Adiuko.
¡Si! – responden todas al unisono.
Acto seguido presentan el dorso de la mano derecha, a la espera de la sancion. Adiuko toma una vela encendida y deja caer siete gotas de parafina ardiente sobre la piel de sus compañeras, tantas como socias son. Algunas aguantan impasibles, otras suspiran con el placer masoquista y hay quien gime dolorida.
Hoy añadiremos una nueva gota porque tenemos una aspirante a miembro. –
Despues de hacer su ronda por los siete dorsos, la vela es apagada con un suave soplido. Adiuko se incorpora y trae a la aspirante. Esta cubierta de los pies a la cabeza por una larga tunica blanca, llamada "de iniciacion". Adiuko la despoja de ella y ante los atentos ojos de las socias, aparece el cuerpo desnudo de Tsuboki Meiji. Tiene los ojos vendados y un vibrador introducido en el coño. Las baterias estan aseguradas a uno de los muslos por una venda. Por el rostro enrojecido de la chica, se diria que lo ha estado utilizando durante mucho tiempo.
Esta es Tsuboki, de tercer curso. Solicito que la admitieramos en la Sociedad del Guante de Acero hace una semana exacta. Como veis, ha superado la prueba del placer continuado. ¿Creeis que merece continuar su camino para ingresar en nuestro club? –
¡Si! –
Bien, entonces pasaremos a la siguiente prueba. –
Tsuboki, obediente y disciplinada, no abre la boca mientras Adiuko extrae el vibrador de su interior.
¿10 yens? – ofrece la jefa.
¡20! –
¡25! –
¡40! –
…
Bien, para Soryu por 40 yens. –
Soryu toma el vibrador empapado de jugos vaginales y lo saborea. Delicioso. Las otras la miran con envidia. Cuando se cansa de chuparlo, se lo pasa al resto de chicas, que intentan descubrir la esencia de Tsuboki en las rugosidades del instrumento falico artificial.
Adiuko no pierde el tiempo como sus compañeras y continua con el rito de iniciacion. De encima de la mesa toma una pala de pim-pon. Va a castigar las nalgas de la aspirante con ella.
Se coloca detras de Tsuboki y empieza a enumerar los juramentos del club, acompañando cada respuesta afirmativa de la novata con un fuerte golpe en el trasero.
¿Prometes no revelar nunca los secretos de la Sociedad del Guante de Acero? –
Si… ¡Ay! –
¿Prometes servir a tus compañeras en el placer? –
Si… ¡Ay! – vuelve a gemir.
Los veintiun juramentos de la Sociedad dejan su huella en el alma y las nalgas de Tsuboki. Extasiadas, las otras socias contemplan el enrojecimiento del delicado culo.
Adiuko, ¿me permites que alivie un poco el escozor de nuestra nueva amiga? –
Si, pero ya sabes que deberas dejar tu carne como prenda. –
Acepto. –
Dimichi se levanta del circulo y ofrece sus muslos a la Sociedad. Adiuko es la primera que le propina un doloroso pellizco. Las demas imitan a la jefa y pronto un moraton surge en el musculo.
Suficiente. Puedes socorrer a la novata. –
Tsuboki jadea, susurrando palabras de agradecimiento al notar como su amiga, la que le propuso apuntarse a la Sociedad, Dimichi, masajea las castigadas nalgas con aceite.
Silencio. Todavia no tienes derecho de voz. –
Adiuko ordena a dos de las socias que lleven a Tsubiki a la ultima prueba: el caballo. Se trata de un potro de gimnasio adaptado. A los lados se han añadido varias argollas y correas destinadas a inmovilizar el cuerpo de la esclava aspirante. En muy poco tiempo Tsuboki nota que la atan completamente. Su coño queda apretado contra la cuña del potro, que separa sus labios vaginales y se clava firmemente en la intimidad de la chica con la ayuda de las correas. Una cadena consigue arquear la espalda de la victima y exponerla a la azotaina.
Elegid el instrumento. –
Las chicas cuchichean un momento y pronto Tsuboki oye la voz de su amiga Dimichi reclamando:
La vara de bambu. –
Robada del despacho de Haitsebu, el tiranico y sadico exdirector del instituto, se trata de una rama de algo menos de un metro que siempre se ha usado con un unico y terrible proposito: azotar a los estudiantes.
Comienza el horroroso ritual. Cada miembro de la Sociedad del Guante de Acero hace impactar cinco veces la flexible vara en la espalda de la aspirante. Siempre cinco veces. Adiuko fue la unica, por ser la primera integrante y fundadora, que no padecio este castigo. Todas las demas pasaron por el, y en secreto desean que la jefa tambien lo soporte, pero se conforman con devolver el dolor que sufrieron en su dia al ser "aceptadas" a las novatas aspirantes.
Evidentemente llegara un momento en que no puedan admitirse mas aspirantes, pues la cantidad de azotes de la siguiente candidata seria superior al limite de lo humano.
Tsuboki no consigue aguantar mas de tres golpes sin quejarse. No pide que la suelten, no se rinde, pero chilla con cada nuevo golpe. Los ultimos y mas violentos los da su "madrina", Dimichi, que no siente piedad por su compañera, sino un vivo deseo de abrirle la piel.
Ya esta. Soltadla. –
Libre de ataduras y vendas, Tsuboki llora, mezcla de dolor y felicidad. Todas las socias la abrazan, emocionadas al tener una nueva compañera con la que compartir refinados tormentos, pero sobre todo Dimichi se muestra feliz. Esta enamorada en secreto de su amiga, y ahora la cercania de afectos lo sera tambien carnal. La besa en la boca. Tsuboki recibe ese primer beso como miembro de pleno derecho de la Sociedad del Guante de Acero llena de alegria. Por desgracia Adiuko siempre esta presente para recordar a las demas sus obligaciones.
Muy bien. Ahora ya sabeis. –
Todas se desnudan y…
Autor: Porky(capizafio80@yahoo.es)
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