La Venezolana 2da parte
Continuando mí anécdota en Colombia.
Si gustas leer la primera parte puedes encontrarla aquí:
Continuando la anécdota donde la dejé…
Abrazados, con brazos y piernas entrelazados yo sobre ella solo podía dar ligeros golpeteos tratando de llevar mi semilla lo más dentro que pudiese, mordía ligeramente su cuello disfrutando su aroma y el éxtasis de un orgasmo acumulado una semana. Respirabamos agitados, me levanté un poco para verle a los ojos y mi sorpresa al ver su mirada de deseo mientras se mordía el labio inferior era todo lo que necesitaba. A pesar de acabar de venirme esa semana de abstinencia me tenía cuál toro en brama y solo alcancé a plantarle un beso antes de reincorporarme por completo, subirme a la cama mientras levantaba sus piernas al aire de manera que solo su cuello y hombros quedaban en la cama, y en esa conchita mirando al cielo volví a clavar mi verga aún erecta aunque menos hinchada.
La mezcla de mi leche y sus jugos resbalaba delicioso por mi falo y esa apretada cochita con cada arremetida, sostenía sus piernas al frente a mí, deseaba volver a llenarla y que con esa posición llegase más profundo. Empezaba a tomar ritmo cuando me empieza a tocar el tobillo en alarma, la posición empezaba a molestarla. No queriendo arruinar el momento ni perder esa oportunidad de inmediato la puse en 3 sobre la cama (sería como en 4 pero ambas piernas pegadas y sostenida con ambos brazos) de nuevo apunte mi verga en esa conchita y la dejé ir de golpe. Respondió con un suspiro y un gemido.
uff… Así en 3 apretaba aún más, se sentía más cálido y la mezcla de jugos ayudó para moverse aun mejor, solté una nalgada a lo que ella respondió con un gemido más duro, seguí el mete y saca con ritmo, tenía está panochita toda una semana y la iba a gozar todo lo que pudiese. Solté otra nalgada.
– Hay si papi!, otra! – dijo con fuerza. Respondí a si pedido con otra nalgada y ella solo apretó la sábana entre sus dedos.
– Te gustan las nalgaditas eh? Te gusta un poco de rudeza? – le pregunté. Y sin esperar respuesta solté una nalgada aún más fuerte y sonora. Respondió con un fuerte gemido, que trató de apagar mordiendo la sábana. Pero la contracción en su conchita solo confirmó mi pregunta. Estiré el brazo y tomé un gran mechón de ese cabello largo y rizado, giré la mano para que rodeará mi palma y di un fuerte tirón levantando su cabeza aún con la sabana en los dientes.
– Apuesto a que esto te debe encantar no? – pregunté al tiempo que mis arremetidas se hacían más duras. Sus gemidos antes tratando de ser apagados empezaban a escucharse por toda la habitación.
– Eres una yegüita en celo verdad? – pregunté de nuevo jalando ligeramente su cabello simulando unas riendas.
Soltó la sábana entre sus dientes y respondió entre gemidos:
– Sí papi ahh… soy una ahh… Soy unaaaaah… yegüita caliente… Ahhh… ahhhhh… Apagame con tú lechita porfaaaaaahhhh.
Me acababa de venir hace unos minutos y soy de carrera larga, así que pensando en algo que me calentará aún más. Jalé de ese cabello haciéndola reincorporarse, levantando el torso. Lleve mi otra mano libre a una de esas tetitas y empecé a tirar del pezón mientras daba ligeras mordidas en su cuello. Eso la puso a mil y con su espalda pegada a mi pecho empecé a sentirla tensarse un poco. Están cerca de su segundo orgasmo. Empecé a jalar más fuerte el pezón al tiempo que lo giraba un poco y moví mis mordidas a su cuello y lóbulo de la oreja, cuando más tensa la sentí solo susurré a su oído:
– Vente para papi – acto seguido ella apretó los puños y gimió con fuerza. Pude sentir como su conchita trataba de empujarme y acompañando de una ola de jugo caliente embarrandose en toda mi verga. En ningún momento deje mis embestidas pero sentir su orgasmo me acerco bastante al mío. Rodeé su cuello con mi brazo apretando con la coyontura de mi codo y con el otro brazo asegure mi palma sujetándola en una llave. Empecé a embestir más rápido y con cada golpe nos íbamos doblando y recostando poco a poco en el húmedo colchón.
Olía en su cabello una de sudor y pasión, con ese cabello tan rizado seguro algo de su propia humedad fue absorbida. Sentía cerca mi segundo orgasmo, estábamos sobre la cama yo con todo mi peso completamente sobre ella, aunque no soy un sujeto grande soy algo alto. Sin darme cuenta había apretado mi llave y empezado a asfixiarla un poco, cuando me empezó a tocar el brazo para liberarla no pude más y explote una vez más. Tres, cuatro, quizá cinco pero no seis disparos de leche directo en su interior, Laura me señalaba más rápido en el brazo hasta que se detuvo. Con la cara completamente roja pude sentir de nuevo como su panochita trataba de expulsarme y de nuevo esa deliciosa ola de jugo empujándome. Había llegado a otro orgasmo.
Rápidamente la solté y me gire para quitarme de ella dejándola respirar. Ella se giro y dió un gran respiro. Con algo de saliva bajando por esos ricos labios y los ojos algo lloroso me volteo a ver respirando con fuerza.
– Qué fué eso?! – preguntó agitada.
– Perdóname, traté de apurarme para venirnos juntos. – Respondí agitado
– N-No me mal entiendas -respiracion- me gustó es que -respiracion- no lo esperaba. – dijo entre cortadamente. Tomé su mano y volví a disculparme. Me levanté por toallas y papel para limpiarnos. Mientras le ofrecí pedir algo de comida y si gustase tomar un baño. Respondió de manera afirmativa a todo y mientras se adelantaba al baño hice el pedido por una de esas apps de comida a domicilio. Una vez realizado el pedido me animé a entrar a la regadera con ella. El fin de semana empezaba y no planeaba desperdiciar nada.
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