Las pruebas de Sofia
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por sac28.
Sofía me miró retadoramente. No dije nada, solamente le di la espalda y le lancé a la cara la ropa que quería que se pusira. Salí de la habitación y la esperé en la puerta. A los pocos segundos, el sonido de los tacones precedió su llegada.
Una larga gabardina tapaba su cuerpo dejando solo al descubierto sus tobillos. La agarré de la cintura y la acerqué a mi. La besé y despues mordí sus labios sin ningún miramiento. Ella protestó lanzando y gemido ahogado. Desabroché el nudo de la gabardina y ante mi aparecieron sus pechos desnudos. Solo vestía unas medias negras sujetas por unas ligas del mismo color. Saqué del bolsillo de mi chaqueta un pequeño consolador. Le ordené que se agachara ante mi.
Ella obedeció sin rechistar. Escupí sobre varios de mis dedos y puse mi saliva en su ano. Comencé a masagearlo suavemente hasta que con un movimiento brusco le introduge el consolador. Su cuerpo se estremeció. Las pequeñas dimensiones del instrumento, hacía que no sobresaliera lo más mínimo, quedando encajado hasta casi el fondo. Ella trató incorporarse, pero el dolor le hizo encorvarsede nuevo. La agarré entonces del pelo, obligandola a avanzar hacia el exterior.
Sus quejidos hacían que mi excitación fuera en aumento. Sin poder evitarlo, saqué mi polla y golpeándola tras sus rodillas hice que se arrodillara. El calor de su boca hizo que mi polla creciera aun más. Con todas las fuerzas que pude la embestí. Tras varias arcadas ella comenzó a respirar con violencia. Dejé que se repusiera unos segundos antes de continuar. Al cabo de unos minutos, mi miembro estaba chorreando de su saliva, que también caía por la comisura de sus labios perdiéndose en el inetrior de la gabardina. La detuve.
-No es esto lo que tenía planeado- le dije obligándola a incorporarse.
Salimos de la casa. El sol que a aquellas horas lucía me permitió ver las dos lágrimas que recorrian sus ojos deslizándose por sus mejillas. Utilizando mi lengua las lamí para acontinuación besarla con ternura.
Llegamos a centro comercial a eso de las 2 de la tarde. Hice una breve parada en una de las cafeterías para permitir que Sofía se repusiera. Bebió la cocacola con ansia. Cuando creí que estaba en condiciones del próximo acto, pagué y la cogí de la mano guiándola hasta uno de los baños. Aguardamos en la puerta hasta que el servicio de caballeros quedó desierto, entonces tirándo de ella violentamente entramos. Tanteé cual era el compartimento mas espacioso. Por fortuna el baño de minusválidos estaba abierto y permitía cerrar desde dentro. Nos metimos allí y le coloqué el collar de perra que ese mismo día estrenaba uniéndolo a la correa que até a una pequeña percha situada cercana al WC. Sofía tomó asiento en él mientras me lanzaba intrigadas miradas. Le ordené que cerrara desde dentro y se desnudara al salir yo. Así lo hizo.
Me acerqué a los urinarios y saqué la polla simulando que meaba, esperando la llegada de mi primer invitado. Esta no se hizo esperar. A los pocos minutos, un hombre de unos sesenta años. Gordo y calvo se colocó junto a mí. Lanzaba miradas hacia mi miembro, el cual comenzaba a renecer con renovada fuerza. Me abroché la bragueta y me dirigí hacia el WC de minusválidos donde esperaba Sofía. Aquel hombre nada podía sospechar de la sorpresa que le tenía preparada. Golpeé la puerta y sení el chirrido del cerrojo al descorrerse. Entré seguido de aquel hombre que no paraba de masagearse impacientemente su miembro. Al entrar su sorpresa fue mayúscula al descubrir a una mujer de treinta años, atractiva, atada al wc. Me miró, le miré, no sabía que hacer.
-Abre la boca- dije tajante a Sofía.
Ella mraba a aquel viejo gordo. Asitió negativamente y sin mediar ms palabra la abofeteé. Tiré de su pelo y entonces la abrió.
-Ahora es tu turno¬- le dije al hombre.
E l se acercó con su miembro en la mano, era ancho y negruzno. Lo intrudujo sin miramientos en la boca de Sofía, que apenas podía respirar. Us sacudidas eran de al violenta que creía que la cabeza de Sofía chocaría violenamente con la pared. Tire de la correa para dejarla respirar unos segundos antes de continuar. Ella me miraba como suplicando que aquello terminara. Situado encima de ella, le escupí en la boca, si acertar de lleno. Mi saliva corria por su cara. Mi invitadome invitó e impacientándose, volvió a introducir su polla en la boca de Sofía, cuyas venas del cello parecían que explotarían de un moemnto a otro.
Cuando me aburrí de aquella escena, coloqué mi mano sobre el hombro del viajo para que parara. Así lo hice. Levanté a Sofía y sin ninguna delicadeza la liberé del consolador que hasta ese momento llenaba su ano. La coloqué a cuatro patas e invité al viejo a que le follara el culo. El no se hizo de rogar y en un santiamén le embistió con fuerza. Varios hililos de sangre cayeron del ano de Sofía que ahogaba sus gritos mordiendo la cadena que la sujetaba. Yo me coloqué frente a ella y comencé a follar su boca hasta que me corrí. Mi semen caía a borbotones de su boca al suelo… Mi amigo pronto me imitó y llenó el ano de Sofía en abundancia. Las piernas de mi perra flaquron y tuvo que arrodillarse para no caer. El hombre se subió la cremallera y salió precipitadamente. Yo estaba agotado y antes de dar por terminado la primera prueba de las muchas a las que sometería a Sofía, oriné sobre su rostro, haciendo que tragara parte de lo que tan desinteresadamente le ofrecía.
En casa la duché y la traté con la más absoluta delicadeza pues ya por entonces sabía que la quería.
continuará
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