Lista de Traviesos (Mujer x Niño)
Un niño que se portó mal durante todo el año recibe un trozo de carbón mágico que resultó ser el mejor regalo de Navidad que cualquier niño podría desear.
Mis cuentos se basan en las relaciones tabú entre mujeres adultas y niños jóvencitos. Si te gustan este tipo de cuentos, ¡sigue leyendo! Si tienes alguna sugerencia o idea para un cuento, házmelo saber en los comentarios.
En lo profundo del paisaje helado del Polo Norte existe un continente habitado por criaturas mágicas lideradas por un gobernante conocido en todo el mundo como Papá Noel. A lo largo de la historia, han sido cientos los hombres que han ostentado el título de Papá Noel, y el Papá Noel actual, el doscientos sesenta y siete, llevaba sesenta años gobernando con orgullo. A principios del mes de Diciembre, se reciben miles de millones de cartas en el Polo Norte, y en dichas cartas están escritos los deseos de cada niño de la Tierra, y unas criaturas conocidas como Elfos son los encargados de cumplir los deseos enumerados en cada carta para prepárese para un evento mundial conocido como «El Gran Regalar,» en el que Papá Noel visita la casa de cada niño, bueno o malo, y deja regalos debajo de sus árboles de Navidad. Cada hora hasta el veinticuatro del mes, los Elfos envuelven, empaquetan y etiquetan cuidadosamente cada regalo solo si el niño no ha sido incluido en la Lista de Traviesos. Si el niño se encuentra en la Lista, entonces la carta es redirigida y revisada por criaturas conocidas como Súcubos, y ellas se encargan de envolver y etiquetar un trozo mágico de carbón. Sólo los niños más traviesos son capaces de despertar lo que se esconde dentro de su mágico trozo de carbón, y mientras las Súcubos cumplían con los últimos pedidos antes de El Gran Regalar, una de ellas, una Súcubo llamada Arulia, se topó con una carta de un niño de doce añitos llamado Adrian López. Arulia jadeó ante las travesuras que el niño había hecho durante todo el año, y la emocionada Súcubo escogió un trozo de carbón especial para Adrian, y esperó que el travieso niño de doce añitos pudiera disfrutar de sus secretos. Horas más tarde, todos los regalos habían sido cargados en la Bolsa Mágica de Papá Noel, y el propio Papá Noel tuvo un evento televisado que solo se podía ver con televisores magicos del Polo Norte.
«Mis Súcubos y Elfos, les agradezco a todos una vez más por el arduo trabajo que han realizado estos últimos días. Los buenos niños del mundo siempre estarán agradecidos, y en unos momentos, reuniré los renos y entregaré los millones de regalos que todos ustedes han empaquetado, y regresaré temprano en la mañana. Una vez más, ¡gracias y por favor visite a la Primera Dama del Polo Norte, Mamá Noel, para recibir sus cheques de pago!» anunció Papá Noel. Cuando terminó la transmisión de video y las cámaras dejaron de grabar, el alegre anciano salió de su oficina y afuera, junto a las enormes puertas de su Palacio Mágico, sus nueve renos esperaban pacientemente. Papá Noel se acercó a Rudolf, el líder de la manada, y le dio unas palmaditas en la cabeza al animal de nariz roja para saludarlo a él y hizo lo mismo a los otros ocho renos. Luego, Papá Noel caminó hasta su trineo y se sentó en su asiento para poder comenzar sus controles previos al vuelo para garantizar la seguridad de su largo vuelo y el éxito de El Gran Regalar. Después de que Papá Noel completó sus controles de seguridad, agarró las riendas y con entusiasmo ordenó a sus nueve renos que tomaran vuelo y a los pocos segundos de estar en el aire, Papá Noel ya había entregado setenta y cinco mil paquetes. Después de aproximadamente una hora de vuelo, Papá Noel había entregado regalos a veintidós millones niños, buenos y malos en todo el mundo, y cuando Papá Noel había recogido el regalo perteneciente a Adrian López, el alegre anciano navegó hacia la casa de los López. La casa estaba a cincuenta millas de distancia y, en diez segundos, Papá Noel había llegado y se estaba preparando para bajar del trineo.
«Adrian López… lamento mucho y estoy decepcionado por tener que dejar esto debajo de tu árbol este año. ¡Espero que el año que viene seas un buen niño y te comportes!» dijo Papá Noel mientras detenía suavemente el trineo junto al techo de la casa de Adrian. Papá Noel saltó al techo y caminó hacia la chimenea y cuando miró por la abertura de la chimenea, Papá Noel se transformó en un polvo dorado que viajó hacia abajo a la sala de estar de la casa. Una vez que Papá Noel estuvo dentro del hogar, observó su entorno y ubicó el árbol de Navidad encendido en un rincón del salón y se acercó silenciosamente. Luego, Papá Noel colocó con cuidado el regalo de Adrian debajo del árbol y mientras el alegre anciano hacía eso, metió la mano dentro de su bolso y sacó un segundo regalo. Este regalo era de Pablito López, el hermanito menor de nueve años de Adrian, quien se portó bien todo el año, y cuando Papá Noel dejó su regalo al lado del regalo de Adrian, Adrian se despertó. El somnoliento niño se frotó los ojos y bostezó mientras se bajaba de su camita y caminaba lentamente hacia la sala de estar, y cuando lo hizo, Adrian notó un polvo dorado brillante subiendo por la chimenea. Adrian despertó completamente en ese momento y corrió hacia la chimenea pero ya era demasiado tarde porque el polvo ya había desaparecido. El decepcionado niño se acercó al árbol de Navidad y notó dos regalos pequeños dorados, uno de ellos atado con un lazo verde con su nombre que no estaba allí antes de irse a dormir. Adrian recogió el regalo y rápidamente desató el lazo y rompió la caja para revelar, para decepción del niño, un pequeño trozo de carbón frío. Adrian entonces recordó lo que sus padres le habían dicho, y en ese momento, el molesto niño juró portarse aún peor al año siguiente y juró tomar lo que quisiera, incluso si eso significaba robar todo lo que deseara.
«Maldito Papá Noel, si puedes oírme, te prometo que el año que viene me portaré aún más mal, ¡ya verás! No necesitaré enviarte una carta estúpida para conseguir lo que quiero. ¡No te necesito!» susurró Adrian mientras miraba enojado hacia la chimenea. Luego, Adrian comenzó a apretar con más fuerza el frío trozo de carbón que tenía en la manita, y cuando el niño enojado lo apretó, una pequeña brasa naranja comenzó a crecer dentro del carbón. El carbón se volvió más y más brillante a medida que la brasa comenzó a extenderse, lo que hizo que Adrian mirara la brillante fuente de luz dentro de su puño. El carbón comenzó a producir humo en la manita de Adrian, lo que provocó que el niño sorprendido arrojara el carbón hacia el árbol de Navidad, y aunque el carbón parecía caliente al tacto, en realidad estaba a temperatura ambiente. Cuando el brillante trozo de carbón cayó al suelo junto al árbol de Navidad, se abrió, lo que liberó una gran cantidad de humo blanco que cubrió el área y bloqueó las entradas a la sala de estar, pero curiosamente, el humo no provocó nada de las alarmas de incendio en el hogar. Sorprendido, Adrian comenzó a correr de regreso hacia el pasillo que conducía a su dormitorio, pero el humo actuaba como una barrera sólida que Adrian no podía atravesar, como si el humo lo mantuviera prisionero en su propia sala de estar. Adrian comenzó a golpear el humo sólido con los puños y a gritar fuerte, pero sus padres no podían escuchar nada, y cuando Adrian comenzó a calmarse, una voz detrás de él lo hizo girar de repente.
«¡Guau! ¿Estoy realmente fuera? ¿Estoy finalmente libre de ese asqueroso trozo de carbón? ¡Han pasado años! ¡¿Y quién es el niño afortunado que me salvó hoy?!» bostezó una mujer alta que estaba de rodillas junto al árbol de Navidad. La mujer de cabello castaño vestía un suéter blanco que parecía estar hecho de nieve, y debajo del suéter, tenía un vestido rojo y blanco sin mangas, y un par de zapatos rojos de tacón alto, y al verla asombró a Adrian, y caminó lentamente hacia la hermosa mujer junto a su árbol de Navidad. Mientras Adrian se acercaba a ella, algo entre sus piernas comenzó a moverse dentro de su pijama mientras admiraba la hermosa figura de la mujer frente a él. Adrian admiraba sus largas piernas, su culo regordete y su hermoso rostro y Adrian no pudo evitar agarrar repentinamente su entrepierna y acariciarse frente a ella sin ninguna preocupación en el mundo. La Súcubo pervertida comenzó a excitarse inmediatamente al ver al pequeñito descarado tocándose frente a ella de manera tan erótica, y para excitar aún más al niño, la Súcubo lentamente comenzó a quitarse el suéter blanco, y cuando la prenda cayó al suelo, la Súcubo comenzó a bajar su vestido sin mangas hasta la cintura para revelarle a Adrian sus grandes pechos. Los ojitos de Adrian se agrandaron al ver los pechos de la mujer frente a él, lo que le hizo lamer sus labios y acariciar su entrepierna aún más rápido que antes. La Súcubo estaba contenta de cómo era capaz de afectar al pequeñito frente a ella, y para afectar aún más al niño, comenzó a masajear sus pechos y a jugar con sus pezones, lo que la hizo gemir suavemente frente a Adrian. Entonces, la Súcubo le hizo una señal a Adrian con su dedo índice para que se acercara a ella, y Adrian cerró con entusiasmo la brecha entre los dos y estaba parado directamente frente a la hermosa y misteriosa extraña.
«¡¿Mmmm señorita eres tan sexy y hermosa, pero quién eres y por qué estás aquí?! ¿Pensé que Papá Noel solo les daba regalos a niños buenos? ¡Yo soy un niño malo, muy malo! Pero me gusta que estés aquí, y me gusta hacer esto delante de ti,» Adrian susurró mientras frotaba su erección cubierta en el pecho de la Súcubo. Luego, la Súcubo comenzó a levantar sus pechos hacia la erección de Adrian para que el niño pudiera ver su erección cubierta frotarse contra su escote, lo que hizo que Adrian se frotara más rápido contra la Súcubo debido a la imagen erótica frente a él. Adrian nunca en un millón de años se hubiera imaginado haciendo lo que estaba haciendo en ese momento, y especialmente no con una hermosa mujer adulta como la que tenía su escote envuelto alrededor de su erección. Adrian estaba confundido pero emocionado, y algo en la misteriosa mujer le decía que lo que estaba haciendo con ella estaba bien, que a ella no le importaba, que no era peligrosa y que podía hacerle eso sin vergüenza ni preocupación. Mientras Adrian continuaba frotando su bulto en el escote de la Súcubo, la cabezita de su penecito comenzó a supurar líquido preseminal, que empapó la tela gris de su pijama, formando una mancha húmeda que comenzó a crecer más y más con cada embestida que hacía el excitado niño de doce añitos. La Súcubo se percató de la mancha húmeda que se había formado en la entrepierna del pijama de Adrian y colocó la punta de su dedo índice derecho sobre ella, lo que provocó escalofríos en todo el cuerpito de Adrian por el repentino toque de la mujer. Luego, la Súcubo miró al niño excitado y cuando sus ojos se fijaron en los de él, tomó su dedo índice cubierto de líquido preseminal dentro de su boca y lo chupó para poder saborear los primeros jugos de Adrian.
«Mmm, mi nombre es Elif, y no me llames señorita, pequeñito. ¡Me gustan los niños malitos como tú, y solo los niños traviesos y pervertidos como tú pueden disfrutar de mi boca!» dijo Elif cuando se sacó el dedo de la boca y luego alcanzó la entrepierna del pijama de Adrian para desabrochar los dos botones que mantenían cerrada la solapa de la entrepierna. Entonces, el penecito erecto de Adrian salió de la solapa abierta de su pijama, la cabezita de su pollita brillaba con su líquido preseminal, y Elif abrió la boca al verlo frente a ella. Adrian ajustó su posición frente a Elif, y con sus dos manitas, el pequeñito excitado guió su penecito dentro de la boca cálida, húmeda y acogedora de Elif, y cuando Adrian entró en ella, Elif envolvió suavemente sus labios alrededor del eje de Adrian y comenzó a chupar su penecito suavemente. El niño excitado comenzó a gemir fuertemente ante el increíble placer que comenzaba a sentir al recibir su primera mamada, y para mantenerse en equilibrio, Adrian puso sus manitas sobre la cabeza de Elif mientras comenzaba a empujar lentamente hacia su boca. La cabeza de Elif se movía lentamente hacia arriba y hacia abajo sobre el penecito de Adrian, y la mujer excitada se aseguró de gemir para que el niño pudiera sentir las vibraciones de sus gemidos viajando a través de su pollita. Adrian comenzó a gemir más fuerte y su cuerpito comenzó a temblar erráticamente mientras se metía bruscamente dentro de la boca de Elif, causando que la mujer pervertida se ahogara con la penetrante pollita del pequeñito mientras golpeaba el fondo de su garganta.
«¡E-Elif! ¡Está… va a salir! ¡Está saliendo… de mí!» Adrian gimió en voz alta mientras sacaba su penecito de la boca de Elif y lo acariciaba sobre su cara. Elif llevó su mano derecha a su tanga roja empapada y comenzó a acariciar su coño con furia a través de la tela mientras miraba al niño excitado y esperaba pacientemente a que cubriera su hermoso rostro con su lechita. Momentos después a través de una respiración entrecortada, Adrian eyaculó sobre el rostro de Elif, cubriendo su frente y mejillas con su dulce lechita, y con cada hilo de lechita que escapaba de su penecito, un gemido escapaba de la boca de Elif. A la pervertida Súcubo le encantaba la sensación de la lechita tibia del niñito en su cara, y cuando el orgasmo de Adrian comenzó a disminuir, Elif volvió a meter el penecito del niño en su boca para poder succionar los restos de su lechita. Adrian gimió en aprobación al sentir nuevamente la boca de la mujer pervertida chupando su penecito y su lengua deslizándose sobre su eje, y para sentir aún más placer, Adrian colocó sus manitas sobre la cabeza de Elif. Luego, el niño pervertido comenzó a meterse en su boca con fuerza para poder sentir la parte posterior de la garganta de Elif rozando la cabezita de su pollita, lo que provocó que Elif hiciera sonidos de arcadas cada vez que Adrian empujaba dentro de su boca. Después, Elif sacó el penecito de Adrian de su boca y escupió un poco de su saliva en su mano y cubrió su escote con él en preparación para lo que había planeado para Adrian. Luego, Elif se acostó boca arriba y se dio unas palmaditas en el estómago para decirle a Adrian que se sentara, y cuando Adrian lo hizo, Elif tomó su penecito mojado y la guió hacia su escote. Adrian entendió qué hacer y colocó sus manitas sobre los pechos de Elif y los apretó mientras empujaba su penecito dentro y fuera del escote húmedo de Elif.
«¡Mmmm, qué rico! ¡Por eso me encanta darle mi cuerpo voluptuoso a niños malitos como tú! ¡Niños malitos y jóvencitos como tú saben cómo tratar bien a una mujer como yo! Y no te preocupes, sé que Papá Noel puede ser malo cuando no da juguetes, ¡pero yo seré tu juguete! ¡Puedes hacerme lo que quieras, soy toda tuya, pequeñito!» Elif dijo entre fuertes gemidos mientras se acercaba a su coño para insertar sus dedos izquierdos dentro mientras observaba al jovencito encima de ella acariciando su penecito entre sus grandes pechos. Elif estaba extremadamente satisfecha y, como Súcubo, se cansó de aparecer solo en los sueños de hombres pervertidos como un espíritu, y habían pasado décadas desde la última vez que tuvo relaciones sexuales en su forma física con un niño pequeñito. Adrian continuó follando los pechos de Elif y la cabeza de su penecito había comenzado a enrojecerse como un rábano, y Adrian amaba cada minuto. A Adrian le encantaba la forma en que su penecito desaparecía entre los pechos de Elif cada vez que empujaba hacia arriba en el valle de su escote, y el niño excitado deseaba que nunca se detuviera. Adrian quería follar para siempre la boca de Elif, sus pechos, y incluso quería follar lo que todo niño del mundo fantasea en sus camitas calentitas por las noches: Adrian quería follar el coño de Elif. Adrian quería devastar a la mujer que tenía debajo y convertirla en su propio juguete, tal como Elif había dicho que lo haría. Entonces, Adrian recordó las palabras que le prometió a Papá Noel, y esas palabras fueron: «no necesitaré enviarte una carta estúpida para conseguir lo que quiero. ¡No te necesito!» Y cuando Adrian recordó esas palabras, decidió actuar en consecuencia cuando desmontó a Elif y bajó para poder estar entre las piernas de la mujer excitada.
«¡Mmmm, voy a meter mi lengua dentro de tu coño, Elif! Se ve delicioso, sólo quiero probarlo,» dijo Adrian mientras bajaba su cuerpito para que su carita quedara justo encima del coño de Elif. Luego, con sus dos manitas, Adrian separó la tanga roja de Elif y comenzó a lamer los labios vaginales de la mujer excitada como un gatito lamiendo un cuenco de leche. Cuando Elif sintió la lenguita del niño dentro de su coño, puso sus manos sobre la cabezita de Adrian y lo empujó bruscamente hacia ella. Luego, Elif comenzó a moler su coño mojado hacia la carita de Adrian, lo que le dificultaba la respiración al niño, pero a través del molido de Elif, Adrian chupó, lamió y besó el coño de la mujer, haciéndola gemir incontrolablemente con cada una de sus acciones. A Adrian le encantaba el sabor salado del coño de Elif, y cuando el niño chupó los labios de su coño, Adrian pudo saborear su salinidad aún más. La succión que Adrian estaba causando que Elif sintiera entre sus piernas la hizo mantener la cabezita del niño en su lugar, lo que continuó haciendo que Adrian tuviera dificultad para respirar, pero las sensaciones que Elif sintió cuando Adrian lo hizo la estaban volviendo loca y cerca de su orgasmo. Elif amaba la lenguita de Adrian dentro de ella mientras Adrian la retorcía por todas partes, y cuando Adrian comenzó a introducir sus deditos dentro, Elif volvió a echar la cabeza hacia atrás de placer y cerró los ojos para poder saborear el placer que le estaba dando el niño de doce añitos. Luego, Adrian, sin saberlo, comenzó a lamer el clítoris de Elif, y cuando lo lamió y chupó unas cuantas veces, envió a Elif al límite y ella relajó el agarre que tenía sobre la cabezita de Adrian y colocó sus dedos derechos dentro de su coño chorreante y los abrió para el niño entre sus piernas.
«Aayyyyyy si! Ayyyyyyy si, que rico! Uff, que rico como me estoy corriendote por ti, pequeñito!» gimió Elif mientras temblaba cuando su orgasmo invadió su voluptuoso cuerpo. Adrian besó y lamió el coño goteante de Elif mientras ella abría más sus labios húmedos, y mientras Adrian lamía y sorbía los jugos de Elif, también comenzó a pasar sus manitas por las pantorrillas de Elif. Elif levantó las rodillas para que Adrian pudiera sentir sus piernas más fácilmente, y para darle un respiro a Elif, ya que acababa de experimentar un orgasmo, Adrian comenzó a besar los muslos de Elif. Luego, el niño besó el tonificado estómago de Elif, dejó un rastro de besos hasta los pechos de la mujer y jugó con ellos con sus manitas, lo que hizo que Elif gemiera suavemente mientras su orgasmo se desvanecía. Entonces, Adrian besó los muslos de la mujer una vez más, subió hasta sus rodillas y siguió besos hasta sus pantorrillas, y cuando Adrian comenzó a besar los cuidados dedos de los pies de Elif, Elif levantó los pies y comenzó a frotar el penecito de Adrian con su pie izquierdo, teniendo cuidado de no lastimar al niño ya que Elif todavía llevaba sus zapatos de tacón alto. El penecito de Adrian se había ablandado cuando jugaba con el coño de Elif, pero rápidamente se puso durito y erecto cuando miró los bonitos pies de Elif que acariciaban su penecito suavemente. Después de unos momentos, Elif dejó de acariciar la pollita del niño y hizo que Adrian se acostara en el suelo debajo de ella, y cuando Adrian estaba boca arriba, Elif también se acostó a su lado y comenzó a chupar el penecito del niño para lubricarlo con su saliva para que le fuera más fácil deslizarse dentro de su coño. Luego, Elif se colocó suavemente sobre el cuerpito de Adrian, con las rodillas a cada lado de las caderitas del niño, y comenzó a mover lentamente su coño sobre el penecito erecto de Adrian.
¡Quiero que seas mi juguete, Elif! Soy el niño más afortunado del mundo y no puedo creer qué estoy haciendo esto con una mujer sexy como tú! ¡Sé que te gustará cuando ponga mi cosa dentro de ti!» dijo Adrian mientras agarraba su penecito con su manita derecha y intentaba penetrar a la mujer temblorosa y excitada arriba de él. Cada vez que Adrian intentaba penetrar a Elif, su penecito sólo se deslizaba sobre los labios húmedos de su coño, y Elif se aseguraba de no ayudar al persistente niño y le permitía penetrar su coño por su cuenta. Después de múltiples intentos fallidos, Adrian encontró la entrada del coño de Elif, y cuando lo hizo, el excitado niño gimió fuertemente mientras Elif se hundía sobre su cuerpito, los labios de su coño envolviendo la longitud del penecito de Adrian. Elif gimió fuertemente cuando Adrian entró en ella, y para no asfixiar al pequeñito que estaba debajo de ella, Elif se equilibró colocando sus manos al lado de la cabezita de Adrian, y cuando Elif hizo esto, sus senos se balanceaban directamente frente al rostro de Adrian, a lo que el niño aprovechó colocando sus manitas sobre ellas para masajearlos. Mientras Adrian jugaba con los senos de Elif, también comenzó a levantar las caderitas hacia arriba y hacia abajo del suelo, penetrando el coño de Elif de forma lenta pero efectiva, haciendo que Elif cerrara los ojos y bajara su cuerpo más cerca de Adrian. Luego, después de que Adrian encontró un ritmo dentro del coño de Elif, Adrian comenzó a reírse de la nada, lo que confundió a la mujer excitada, y agarró a Elif por las nalgas para que pudiera sentir su gran trasero y hacía todo lo posible para sacudirlos con sus pequeñas manitas. Entonces, Elif sintió algo húmedo y duro en sus tobillos, lo que hizo que Elif abriera los ojos con sorpresa, y cuando levantó la vista para mirar detrás de ella, los ojitos inocentes y preciosos de otro niño se encontraron con los de ella mientras el niño comenzó a insertar su penecito entre los tobillos de Elif.
«¡Mmmmmm! ¡Mmmm, hm, hmmm! ¡Sí, qué rico! ¡Mmmmm! Hmmm, hmmm, hmm, sí, ¿te gusta, cariño? Sí, ¿te gusta frotar tu penecito en mis tobillos así mientras miras mis nalgas? Uyyyyy, qué rico ¿de dónde vienes, hm? ¡Mmmm, hm, hmmm! ¡Ayyyyy sí, qué rico!» Elif gimió y jadeó entre palabras mientras se dio una palmada en las nalgas para el niño. El niño era Pablito, el hermanito de Adrian que se había despertado para ir al baño y se había escondido detrás de uno de los sofás de la sala cuando el mágico trozo de carbón soltó el humo. Cuando Pablito se asomó por encima del sofá para ver qué estaba haciendo su hermanito mayor, el pequeñito se excitó y se quitó la ropita en silencio y esperó el momento adecuado para unirse al dúo, y cuando se unió a ellos, Adrian sonrió, y eso fue lo que le hizo reír y excitarlo aún más. Luego, Adrian comenzó a empujar hacia arriba dentro del coño de Elif a un ritmo más rápido, y mientras lo hacía, el niño comenzó a abofetear y abrir las nalgas de Elif para que su hermanito pudiera tener una vista del trasero de Elif que nunca olvidaría. Pablito comenzó a gemir suavemente, la vista de las nalgas de Elif temblando frente a él lo excitaba como nunca antes lo había sentido, y combinado con las palabras sucias que la mujer excitada gemía mientras era follada por su hermanito mayor lo hizo empujar entre los tobillos de Elif a un ritmo más rápido y brusco. Luego, las embestidas de Adrian se volvieron cada vez más erráticas, y después de unas cuantas embestidas más dentro del coño de Elif, las caderitas de Adrian se congelaron y el niño comenzó a eyacular dentro del coño de Elif. El niño de doce añitos besó, masajeó y chupó los senos de Elif mientras él vaciaba sus bolitas profundamente dentro de ella, y Elif gemía con cada chorro de lechita que sentía cubriendo el interior de su pasaje.
«¡Ahhhhh, señorita! ¡Yo también te voy a hacer pipi encima, mi pipi blanco! ¡Ya está saliendo!» Pablito gimió mientras comenzaba a disparar hilos de su lechita entre los tobillos de Elif, que aterrizaron en las nalgas de la mujer adulta. Elif tuvo su segundo orgasmo en el momento en que sintió la cálida lechita del niño de nueve añitos cubrir sus nalgas, y cuando Adrian se apartó de debajo de Elif, la mujer excitada se tumbó en el suelo y abrió las piernas, lo que le permitió a Pablito meterse en el medio de las piernas de Elif, colocándo su cuerpito sobre su trasero. El pequeñito comenzó a frotar su penecito aún chorreante sobre la raja del culo de Elif, y mientras Pablito disfrutaba usando a Elif para masturbarse, Elif se giró hacia atrás y comenzó a besar al niño en los labios. Pablito comenzó a imitar los movimientos de Elif, introduciendo su lenguita dentro de la boca de Elif cada vez que Elif insertaba su lengua dentro de la de él, y cuanto más se besaba la pareja, más durito se ponía el penecito de Pablito. Luego de unos momentos, Pablito dejó de frotar el trasero de Elif y se levantó para imitar a su hermanito mayor, quien estaba de pie acariciando su penecito hasta devolverle su rigidez. Ambos niños estaban uno al lado del otro acariciando sus penecitos mojados y pegajosos para Elif, lo que hizo que la mujer exhausta sonriera mientras se arrastraba hacia los niños pequeñitos cachondos y tomaba sus penecitos en sus manos. Luego, Elif tomó los penecitos de ambos dentro de su boca para poder limpiar a los niños y así estuvieran listos para ir a la cama, y mientras ella amordazaba, chupaba, y lamía los penecitos de los hermanitos, Pablito le preguntó a su hermanito mayor qué le preguntó a Papá Noel por Navidad.
«Fui un niño malo este año y no pensé que Papá Noel me daría lo que quería, ¡pero le pregunté si podía tener sexo con la mujer más sexy del mundo!» gimió Adrian mientras agarraba la cabeza de Elif y comenzaba a empujar su boca con fuerza para calentarla y ponerla cachonda para otra ronda.
Si tienes alguna sugerencia o idea para un cuento, házmelo saber en los comentarios a continuación. ¡Gracias por leer!
No hay ningun relato de dos maduras con un nene. Estaria bien bien uno con dos milfs en tacones con un niño
Genial, me encanto delicioso, mucho morbo. Felicitaciones