Lo he permitido porque así ella lo ha querido.
Mi nombre es Alfredo, estoy casado Raquel, y por cosas que pasan, ella descubrió que yo era su chulo, proxeneta, o cabrón. .
Mi nombre es Alfredo, estoy casado Raquel, y por cosas que pasan, ella descubrió que yo era su chulo, proxeneta, o cabrón. Bueno, un sábado después de que asistimos a una fiesta el viernes por la noche, aparte de que se despertó casi a las tres de la tarde, se dio cuenta de que se encontraba completamente desnuda.
Cosa extremadamente rara en Raquel, ya que por uso y costumbre siempre se va a dormir con algo encima. no sea que haya un incendio, o alguna emergencia y tenga que salir corriendo de la casa, o por lo menos eso es lo que ella me dice, cuando ve que yo me acuesto completamente desnudo.
A medida que se fue levantando de nuestra cama, también se dio cuenta de que yo me había aprovechado de que ella estaba profundamente dormida, y me la clavé por el culo, ya que aparte de que sentía una pequeña molestia entre sus nalgas, me dijo después que al sentarme en el excusado, expulso de su cuerpo una gran cantidad de semen y claro que algo más.
Eso sin contar la gran cantidad de chupones, que tenía por todo su cuerpo. Después de bañarse, y vestirse, bajó a la cocina donde me encontró, la sonrisa en mi rostro le confirmó aún más que yo me había aprovechado de ella.
Haciéndose a tonta me preguntó “¿cómo la había dejado dormir hasta tan tarde?” A lo que le respondí, que después de la borrachera que ella agarró anoche, lo menos que yo podía hacer era dejarla descansar. Cuando le dije eso, no me lo creyó, pero al tratar de hacer memoria de lo sucedido, se dio cuenta de que posiblemente era cierto todo lo que yo le había dicho. Pero no seguimos hablando del tema.
Pero como dos semanas después, se volvió a despertar en medio de una pesadilla, y aparte de que era bien tarde, nuevamente se encontraba completamente desnuda, y con su culo adolorido.
Al reclamarme a mi nuevamente lo sucedido, le dije. “Bueno si no te gusta que eso te pase, no te emborraches en las fiestas a las que vamos”.
Raquel se quedó fría, preguntándome a mi “¿cómo era posible que yo me emborrachase en una fiesta?” Mi respuesta fue bien sencilla, al decirle. “Haciéndolo”. Mi esposa me dijo que se sentía indignada ya que ella entendía que eso era una calumnia, y de inmediato le dije. “Mira que bastantes veces te advertí en la fiesta a la que fuimos, que no siguieras bebiendo, ya que te pones hacer cosas que me avergüenzan”.
El resto de día aparte de que no quiso seguir hablando conmigo, trato de recordar lo sucedido, si se acordaba que habíamos ido a una fiesta que daba uno de mis clientes, que ella y yo bailamos, que ella, desde luego si se acordaba de haber tomado algo, y que yo aunque le dije que no siguiera bebiendo, le entregué un trago.
Después de eso los recuerdos se le nublaron, y lo último que recordaba era parte de la pesadilla, que tuvo mientras se encontraba dormida. Sentada en nuestra cama, mientras se cambiaba de ropa para ir de compras al centro comercial.
Se puso a pensar en la pesadilla, lo que recordaba era que estaba desnuda, y un sin número de hombres la agarraban por todas partes, frente a mí, y que todos y cada uno de ellos llegaba a tener relaciones con ella, una y otra vez, por cada uno de los tres orificios de su cuerpo.
Muy avergonzada me dijo que lo peor de todo era, que aparentemente ella disfrutaba todo lo que esos tipos le hacían, al igual que yo disfrutaba que se lo hicieran frente a mí.
También me dijo que en medio de toda esa pesadilla aparte de que se asustó bastante, por otro lado, se excitó, quizás por lo morbosa de la situación, ya que en medio de todo era una vieja fantasía que, Raquel, en varias ocasiones había tenido, cuando nos recién casamos, pero nada más por el miedo de lo que yo pudiera llegar a pensar sobre ella, dejo de tenerlas.
Justo en ese instante entré en nuestro dormitorio, y la encontré, sentada en nuestra cama, con sus piernas bien abiertas acariciando su clítoris. Fue algo que comenzó a hacer de manera inconsciente, mientras recordaba ese raro sueño, al verla así, semidesnuda no lo pensé mucho realmente y me le fui encima, colocando mi boca directamente sobre su coño, de inmediato comencé a chupar y lamer profundamente toda su vulva, al punto que como cosa rara en breves segundos alcanzó un frenético orgasmo.
Tras quedar completamente agotada por la excitante mamada que le di, me quité toda mi ropa y de inmediato separando sus piernas la penetré divinamente, todo su coño estaba suprasensible, tanto que a medida que yo continuaba metiendo y sacando mi verga de su coño, Raquel fue disfrutando de manera consecutiva de un sin números de orgasmos, al punto que prácticamente quedó desmayada, sin fuerza alguna, pero tremendamente satisfecha.
Fue después de que él finalmente me vine, tras tomar un poco de aire un corto rato, le pregunté en qué pensaba yo cuando la encontré acariciándose el coño, sobre la cama.
Cuando comenzó a decirme, que se había acordado de la pesadilla que había tenido, donde varios hombres desnudos le hacían de todo. Yo no hice comentario alguno, todo lo contrario, la tomé entre mis brazos y delicadamente continué besándola, mientras que Raquel, impulsada no sé por qué, continuaba hablándome de manera más detallada de su sueño.
Esa tarde no salimos de compra, nos quedamos en la cama y cuando ella me contaba que, en su sueño, se había puesto a mamar la verga de quien sabe quién, yo coloqué mí verga frente a su boca, y a pesar de lo agotada que se encontraba, sin demora alguna se ha puesto a mamar mi verga.
Hasta que ya completamente parada, la saqué de su boca, me coloqué tras de ella, y en cosa de segundos le estaba dando por el culo. Al día siguiente no hice comentario alguno, ni ella tampoco. En medio de todo, es lógico que Raquel se sintiera avergonzada, por haberme dicho todas esas cosas a mí.
Por varias semanas todo volvió a la normalidad, es decir, Raquel se acostaba con su ropa de dormir, y aunque mantuvimos relaciones, no pasó nada extraordinario. Hasta que le indiqué que nos habían invitado a otra fiesta, Raquel ante el temor de no hacer el ridículo por beber mucho, procuró no tomar nada, pero fui yo mismo el primero en servirle un trago, y luego otro, y otro.
Hasta que comencé a decirle que dejase de beber, pero al mismo tiempo le volvía a servir otro fuerte trago, el que mi esposa se tomaba como si fuera agua.
Pero a diferencia de otras ocasiones, que después de un buen rato perdía la conciencia de lo que hacía, en esos momentos, aunque se estaba comportando de manera algo alocada, Raquel me dijo que sabía lo que ella estaba haciendo.
Tan es así que cuando se puso a bailar conmigo, con toda intención comenzó a restregar sus tetas contra mi cara, tras lo cual la tomé de la mano y discretamente salimos de la fiesta hasta una pequeña glorieta oculta en el jardín, al llegar a ese lugar algo la hizo recordar que ya habíamos estado en ese lugar en otras ocasiones, y a medida que aun bailábamos, fueron llegando varios hombres de los que se encontraban en la fiesta.
Raquel a pesar de estar consciente de la presencia de aquellos tipos, continuó actuando como si ellos no existieran, se subió la falda de su vestido y restregó su cuerpo contra el mío. Yo, a los pocos segundos, y como por arte de magia le he bajado el zipper de su vestido, el que ella dejo que se deslizase hasta el piso, tras lo cual quedo pantis sostén que estaba usando en esos momentos.
Pero de la misma manera en cosa de segundos ya se encontraba sin nada encima, y lo más raro de todo era que mi esposa seguía comportándose como si fuera la cosa más normal o natural del mundo.
Yo dejé de bailar con Raquel, y casi de inmediato varios de esos hombres la tomaron entre sus brazos, comenzaron a acariciarla por todos lados, ante mi mirada, cosa que yo disfrutaba intensamente. Mientras que ella por su parte también lo hacía.
Esa noche en la pequeña glorieta, fue penetrada por todas partes, un sin número de veces, y todo ante mi mirada que lejos de estar molesto disfrutaba intensamente de todo lo que esos hombres le hacían, hubo uno que la puso a mamar su verga al tiempo que otro le daba por el culo, y así estuvo teniendo un sexo salvajemente loco con varios de ellos, hasta que agotada tras un sin número de orgasmos, se quedó dormida.
Al día siguiente al despertarse Raquel en nuestra cama, nuevamente sin nada de ropa, se moría de vergüenza, ya que ella recordaba todo y con una claridad tremenda.
Entró al baño se aseo y tras una buena ducha y ver las marcas de los chupones por todo su cuerpo, se armó de valor y decidió preguntarle a mí que era lo que había sucedido, como me había atrevido a dejar que esos hombres le hicieran todo eso, y cómo era posible que yo la hubiera estado viendo todo el tiempo, disfrutando de lo que sucedía.
Cuando bajó a la sala yo estaba viendo un video, que para sorpresa ella, se encontraba bailando desnuda y pidiéndoles de manera bien descarada a varios de esos hombres que se lo metieran.
Yo no la dejé hablar y de inmediato le dije, “Lo he permitido porque así tú lo has querido”. Raquel no supo que decir lo que era evidente en el video era que mi esposa se les ofrecía, aun frente a mí, fui yo quien tomó el video.
Por un buen tiempo dejo de ir a fiestas, y de beber, pero un día no pudo más y cuando le comentó que habíamos sido invitados a otra fiesta, de inmediato me dijo que iría, esa noche. simplemente no se puso nada bajo su vestido, lo demás se lo pueden imaginar……
Quiero una pareja así