Lo que sea para que no me roben
Le entrego algo más al ladrón que me quiere robar a la salida de la facultad para que no lo haga. .
Eran las 23:30hs cuando estaba saliendo de UADE. La profesora se emocionó un poquito de más y nos dejó ir una hora después, se supone que salíamos a las 22:00hs. Igual lo hizo a pedido nuestro, la semana que viene tenemos una entrega de esta materia y nadie entiende nada. Y si desapruebo la segunda entrega, recurso la materia. Eso significa que papá me mata. La concha de su madre.
Saliendo de la facultad no hay mucha gente en la calle. Los autos pasan, pero no es tanto como suele ser el tráfico más temprano. Mi 208 está estacionado a dos cuadras de la universidad. Por más de que intento siempre estacionarme cerca cuando llego a la tarde, no puedo, esta todo ocupado. Así que me estaciono por lo menos dos o tres cuadras más alejado que siempre hay lugar.
Pagar un estacionamiento no es una opción con lo caro que esta la hora.
Camino lo más rápido que puedo mirando a mi alrededor. Esta re linda la noche por lo que debería haber gente en la calle aunque hoy es martes y la gente labura mañana, así que imposible.
Nunca me pasó nada por estas calles y hago este mismo recorrido todas las noches, pero mejor prevenir que lamentar.
Llevo dentro de mi bolso la Macbook, la billetera con plata, tarjetas, documentos y el celular. En mi bolsillo también tengo plata en efectivo. ¡Necesito llegar al auto ya!
Pero todo pasa muy rápido. A media cuadra de donde está mi auto estacionado, siento como alguien agarra mi brazo con fuerza y me detiene de seguir caminando.
– ¿A dónde vas rubia? Dame el bolso.
Quedo en shock. Ni siquiera le veo la cara, pero siento su aliento caliente detrás de mi cuello poniéndome los pelos de punta.
No puede ser, me están robando.
– ¿Que?
Es lo único que llego a decir.
-Que me des el bolso. ¡Todo dame!
Que me haya gritado es lo que hace que me despierte del shock. Ni siquiera lo miro cuando con fuerza me suelto de su agarre y salgo corriendo. Pero no doy ni tres pasos que el chorro de mierda me agarra con fuerza del pelo, haciendo que pegue un grito por el dolor.
– ¡Soltame! ¡Soltame hijo de puta! ¡Ayuda! -pero nadie me va a ayudar porque en este lugar solo hay comercios que ya están cerrados y autos estacionados sin sus dueños. Ni una casa, ni un vecino. – ¡Ayuda! ¡Ayúdenme! -pero yo sigo gritando.
-Dejá de gritar puta de mierda. Te voy a meter un tiro, ¿eso querés pelotuda?
Y la siento. El arma que pone en mi cabeza hace que me detenga por completo de gritar y de forcejear con él. Nunca había visto un arma y ahora tenía una apuntando mi cabeza. Me van a matar.
-Por favor no me hagas nada. Por favor.
-Dame todo entonces. Callate la boca y dame todo lo que tenés.
Pero no podía hacer eso. En el celular esta mi vida entera. Fotos, mensajes, videos, TODO. En la computadora tengo tres años enteros de la carrera que si los pierdo estoy completamente perdida yo.
-No por favor. No me robes. Por favor.
– ¿Sos idiota? ¡Que me des todo o te mato!
– ¡No te voy a dar mis cosas! ¡¿Por qué no te vas a trabajar hijo de puta?!
La cachetada tan fuerte que me pega en el costado izquierdo de la cara me deja tildada un poco. No me lo esperaba. Nadie nunca me había pegado. No siento dolor en el momento, pero sé que mañana (si estoy viva) voy a tener su mano marcada en la cara.
-Ultima vez que te lo digo pendeja mogólica. Dame todo o te mato. Te voy a meter un tiro en el medio de la frente por idiota.
-Por favor.
-Ah si, sos estúpida.
– ¡Es que no te puedo dar mis cosas! Te doy la plata si querés, pero por favor no me robes lo demás.
-Quiero todo.
-Acabo de salir de la facultad, por favor. Todo lo que tengo acá me ayuda con mi estudio. ¡Por favor, te lo suplico!
No dice nada, pero me agarra del hombro y me da la vuelta para que nos veamos cara a cara. Hasta ese momento no le había visto la cara. Es morochito, está lleno de tatuajes, el pelo teñido horrible de rubio y tiene varios aritos en la cara. Parece de mi edad y esta vestido todo de negro usando capucha. Miro el arma que se ve vieja pero definitivamente no es de juguete. Veo todo lo más que puedo por si tengo que denunciarlo.
– ¿Que tenés en el bolso?
-Mi compu y el celu.
Asiente. Le chupa un huevo lo que le digo.
-Dame el bolso rubia, ya hiciste mucho escándalo no te lo pido más.
– ¡No! Llévate la plata y… ¡te hago un pete! Sí. Te hago un pete y te doy la plata. Por favor. -ya me salían lágrimas de desesperación.
No pienso lo que digo, solo digo lo que pasa por mi cabeza. No voy a pensar en la locura que estoy diciendo. Ruego que me diga que no y me robe, pero a la vez suplico que me diga que sí.
– ¿Ah sí? ¿Un pete? -asiento. – ¿Me vas a chupar la pija para que no te robe? -asiento. -Mira vos que trolita. -no digo nada. – ¿Y la chupas bien? -me encojo de hombros. -Bueno rubia, no me sirve si me decís eso.
– ¡Si! La chupo bien. -o por lo menos eso es lo que dice Sebastián, mi novio.
-Sos muy idiota rubia. ¿Que pesa si te meto toda la pija en la garganta y después te mato?
-No lo vas a hacer.
– ¿Y cómo sabes?
No lo se. La puta madre. -Por favor. Por favor te lo pido.
-Fua, nunca vi a una trola pedir tanto pija en la boquita como vos. -se ríe. Tiene todos los dientes por lo menos. -Este es el trato, rubia. Me vas a hacer el mejor pete que hiciste en tu vida. Más te vale que me dejes la pija reluciente y yo te voy a dejar ir con tus cosas. Sí me mordés, te meto un tiro. Si haces algo raro, te meto un tiro. ¿Escuchaste?
-Sí, gracias. -odio tener que agradecerle a este sorete.
-Vení.
Me agarra con fuerza del brazo y me lleva hasta una pared que está oculta por otra. Es un lugar que está en construcción, pero no abandonado.
-No me tenés que lastimar.
-Callate trola. Vení para acá, arrodíllate.
Agarra mi bolso y lo tira a un costado. Me hace arrodillarme en el suelo sucio mientras me sigue agarrando del pelo. Trato de no pensar en nada de lo que estoy haciendo, y menos en que tengo un novio y una familia en casa que si vieran de lo que soy capaz con tal de que no me roben, me repudiarían.
-Bájame el jogging y cuidadito con lo que haces. Despacio.
Cuando hago lo que me dice, mi sorpresa se debe notar tanto en mi cara porque él se ríe. No tiene ni bóxer ni calzoncillos. Solo el jogging negro y su… pija. Es la pija más grande y negra que eh visto en mi vida. Es como las de los videos porno que vemos a veces con mis amigas. La de Sebas es chiquita y muy pálida, me gusta, pero esto… nunca había visto algo así.
– ¿Que pasa rubia? ¿Te gusta?
-No. -trato de recomponerme y mostrarle mi odio. ¿Dios, que estoy haciendo?
-No me importa. Abrí la boca y trátala como si te gustara.
No sé cómo manejar esto, pero hago todo automáticamente como si la persona a la que se la estuviera haciendo es mi novio Sebas. Lo primero que hago es agarrarlo. Es tan grueso que no puedo cerrar la mano completa sobre él por lo que tengo que usar las dos manos. No lo miro a él, pero lo escucho respirar con fuerza. La cabeza es violeta y llama mi atención por lo que es a la primera que le paso mi lengua. Lo hago despacio, dubitativamente. Él ahora afloja un poco su agarre de mi pelo.
Empiezo a recorrer todo su grosor con mi lengua. Para mi sorpresa es salado, pero no tiene mal olor. Así que lo hago más confiada. Mis manos lo acarician mientras mi lengua sigue moviéndose.
-Métetela toda dale.
-No creo que me entre.
– ¿Que sabes si todavía no lo hiciste?
-Es muy grande. -me agarra del pelo con fuerza, echa mi cabeza hacia atrás y me mira a los ojos.
-Abrí la boca. -lo hago. Su pija que ahora está extremadamente dura entra con fuerza hasta mi garganta. Las ganas de vomitar son inmediatas. Me agarro a sus piernas tratando de empujarlo para que me suelte, pero no lo hace. Usa mi boca y mi garganta como quiere y empieza un mete saca violento. Las lágrimas caen de mis ojos y la baba me empieza a escurrir por la boca. Me estoy ahogando. -Dios, rubia. Que hermosa boquita que tenés. ¿No podés respirar? -trato de decirle que no pero no puedo. Se ríe. -Mira la carita de putita que tenés. Esa boca se hizo para chupar pija.
Cuando me suelta y puedo respirar, empiezo a toser como loca. Las lágrimas siguen cayendo, me voy a desmayar.
– ¡Sos un imbécil, me vas a matar!
-Si, a pijazos. Dale, seguí chupando.
Lo hago porque necesito terminar ya con esto. Trato de metérmela a la boca despacio y con ritmo. Lo chupo y lo acaricio con mis manos. Me encargo de pasar mi lengua por la cabeza porque eso parece gustarle. Cuando lo succiono, gime y me acaricia la cabeza. Estoy tan concentrada en lo que hago, que ya me olvido porque lo estoy haciendo. Me duele la mandíbula, pero no puedo parar. Mi lengua y mis manos lo recorren como si fuera un helado. Está lleno de baba, tanta que hasta se resbalan por sus piernas y jogging, pero no parece importarle.
– ¿Vas a acabar? -le pregunto cuando me estoy cansando.
– ¿Ya queres que te llene la boquita de leche? -niego, no quiero que acabe en mi boca y no me la pienso tragar. – ¿No? Entonces en la conchita.
– ¡¿Qué?!
-Sí, te quiero coger.
-No, ese no era el trato. No va a pasar.
-Vos no pones las condiciones acá, rubia. Levántate.
-No me vas a coger hijo de puta. ¡Eso es violación!
-Bueno, lastima. No la chupas tan bien y yo tengo que acabar. Mira como la tengo, re dura. -me lo demuestra cuando la agarra y me da pijazos en la cara. Ese gesto por alguna razón me provoca algo.
-Por favor no, no me cojas. -me levanta con fuerza y me pone de frente contra la pared, de espaldas a él. -No me toques. -le digo cuando sus manos comienzan a recorrer mi cuerpo y una de ellas se detiene en mi vagina. Me acaricia sobre el jean que tengo y yo trato de alejarme. -Basta por favor, te voy a denunciar por violación.
– ¿Ah sí? ¿Segura? -no me da tiempo a procesar lo que pasa, que me baja el jean con rapidez. Tampoco es muy difícil ya que es un jean ancho que se me cae en las caderas por lo que no cuesta nada sacarlo. -Uff mi amor, mira esa tanguita. -tengo puesta una tanga de encaje muy chiquita que apenas me cubre y maldigo habérmela puesto hoy. -Sos muy flaquita, pero tenés un culo hermoso, rubia.
-No me hagas esto, por favor.
-Lloriqueas como si no te gustara.
– ¡No me gusta!
– ¿Ah no? ¿Y por qué estas tan mojadita? Tenés la concha hecha un fuego, rubia, ¿por qué mentís?
Y tiene razón. No lo quise pensar en ningún momento, pero toda la situación anterior, la forma en la que me ahogaba con su verga hasta la garganta, la baba y las lágrimas recorriendo mi cara, la violencia con la que me estaba tratando, estaban haciendo de mi concha un charco. Nunca me había sentido tan mojada en mi vida, ni siquiera con mi novio.
-No estoy mojada. -miento. -Me estoy haciendo pis.
-Bueno. Meame la chota entonces, porque te la voy a meter toda.
– ¡No! Ni siquiera te pusiste un preservativo. ¡Por favor!
– ¿Tenés uno? -niego. No los uso porque tomo pastillas y tengo una relación estable y monógama de 4 años. -Yo tampoco así que me vas a tener que dar esa conchita a pelo. -dice esto mientras me acaricia. Sus dedos ásperos se sienten como una lija en la suavidad de mi conchita. Siempre estoy depilada y me cuido mucho con la higiene por lo que me siento orgullosa de la suavidad de mi parte intima. -Dios rubia, es un sueño esta conchita. Sos un charco, pendeja.
-Por favor…
– ¿Por favor que? ¿Qué te la meta? ¿Querés que te coja acá nomas en la suciedad como la puta llora pija que sos?
-No, no soy eso.
-Yo creo que sí.
-No quiero que me la metas si no te cuidas.
-A mí no me importa lo que quieras, pendeja. -y así, toda su pija se aloja hasta lo más profundo de mi conchita. – ¡La puta madre! -sí, yo también la sentía. Nunca me había sentido tan llena en mi vida. El grito que sale de mi garganta hace que cierre los ojos con fuerza y me aferre más a él. -Uh mi amor, como me apretás. Te voy a dejar esa conchita toda abierta.
No sabría describir lo que estaba sintiendo. Es placer combinado con dolor, pero a la vez vergüenza porque me estaba gustando. Me gustaba más de lo que podía admitir. Él tiene razón. Yo soy una puta por dejarme coger en una calle sucia solo para que no me roben. Además, me está cogiendo un ladrón, villero y mugriento sin ningún preservativo.
Me siento demasiado puta y me gusta.
Así que empecé a moverme junto con él. Su pija entraba y salía de mi con movimientos fuertes y precisos. Se escuchaba el charco que era mi concha. Me sentía en el cielo. Su cuerpo sobre mi espalda me da calor y tengo ganas de sacarme las tetas y que me las apriete todas. Necesito que me ahorque, que me pegue y me diga que soy una puta. Una trola de mierda que se deja usar por un chorro como él en el medio de la calle. Que me grabe mientras me garcha toda y se lo mande al cornudo de mi novio que nunca en su puta vida me cogería así.
-Más…
– ¿Más que putita?
-Cógeme más, por favor.
– ¿Viste que sos una puta? Te encanta. Las pendejas como vos se hacen las santitas y les encanta que los tipos como yo le llenen toda la conchita. Que las tratemos como las trolas que son, que las usemos.
-Si, sí.
-Decí que te encanta mi pija.
-Me encanta tu pija. Me encanta.
Me coge más fuerte. Su mano se posa alrededor de mi cuello y me ahorca con fuerza mientras no deja de entrar y salir de mi conchita encharcada. Se escucha solo mi culo chocando con él. Me siento tan caliente que dejaría que cualquier persona que pasara por ahí también me cogiera. Dios, necesitaba esta pija todos los días.
-Me voy a venir. -le digo, porque por primera vez en mi vida iba a tener un orgasmo con una pija adentro, sin tocarme. Esto es una locura.
-Si amor, acábame toda la pija. Dale, mójame todo.
Grito con fuerza cuando me vengo y siento como le lleno toda la pija de mis jugos. Dios, nunca sentí algo así. -Uff pendeja, me mojaste todo. Ahora yo te voy a mojar a vos.
-No por favor. No me acabes adentro.
-Lo voy a hacer. Te voy a llenar toda la conchita de leche para que cuando te vayas a tu casa con tu familia, sientas toda mi leche recorriéndote. Te sientas toda mojada y te acuerdes que te dejaste coger como la trola que sos por al tipo que te iba a robar. Que te acuerdes que me chupaste toda la pija y después me dejaste cogerte esa concha hermosa que tenés, llenándote toda y capaz que hasta haciéndote un bebito. ¿Querés eso rubia? ¿Querés que te preñe?
-No… diosss.
-Si lo queres pendeja sucia. Imagínate vos viniendo a tu facultad de chetitos preñada del chorro que te violo una noche y no sabes ni como se llama.
-Sí, lo quiero. Por favor lléname toda. Acábame adentro, quiero tu lechita dentro mío.
-Ah, puta de mierda.
El líquido caliente se instala en lo más profundo de mi ser. Cuando los dos lo sentimos gritamos a la vez. Nunca en mi vida me había sentido así. Me temblaban las piernas, la cabeza me daba vueltas y cuando abría los ojos veía todo borroso. Detrás de mí, él estaba saliendo de mi interior. Antes de hacerlo por completo me dio dos embestidas más, asegurándose de que su leche quedará en lo profundo de mis entrañas. Pero yo la sentía ya escurrir fuera de mi conchita, resbalarse por mis piernas y caer en mi tanga y el jean. Era un desastre.
No dijo nada cuando salió de mí, me pego tres cachetadas en el orto con su pija ya flácida y se arregló su ropa. Pateo mi bolso más cerca de mí, lo mire a los ojos, me guiño uno de los suyos y se fue.
Así nomás, el chorro violador que me había dado el mejor sexo de mis veintiún años, se había ido sin decir nada, dejándome temblorosa, con su leche dentro mío y todas mis pertenencias.
Por lo menos no me habían robado, ¿no?
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!